2. VOCACIÓN Y GRACIA Hemos visto la vocación como un diálogo entre Dios y la persona. En el paso 2 de nuestro camino de discernimiento analizamos nuestras capacidades y cualidades humanas que tenemos para responderle a Dios. Sin embargo, no podemos olvidar que la vocación es algo sobrenatural, es algo divino, y por lo cual es Dios mismo quien nos ayuda y capacita para responderle y para poder vivir nuestra vocación. EL FUNDAMENTO Cuando se nos propone una vocación específica, es importante saber que se propone un altísimo ideal, que no se puede conseguir con las solas fuerzas humanas. Es necesaria siempre la ayuda de Dios, porque se nos invita a ser signos y, en sentido amplio, sacramentos de su presencia. En los diversos niveles de la vocación - humana, cristiana y específicanecesitamos siempre el don de Dios -la gracia- para avanzar. Por eso no es raro que se hable de gracias específicas para cada vocación, para las diversas formas de vida e incluso para los momentos más importantes de la vida. LA GRACIA es un regalo sobrenatural, invisible, por el que Dios se hace presente en nuestra vida y se comunica con nosotros, llagándonos a comprender y vivir mejor nuestra vida cristiana en cada momento. LA GRACIA HABITUAL En el bautismo fuimos llamados a vivir como hijos de Dios. En este sacramento Dios nos ha dado las fuerzas sobrenaturales que nos hace capaces de ser sus hijos. Este don se llama gracia habitual porque está siempre como fundamento de toda nuestra vida cristiana. Es un una disposición permanente para ser verdaderos cristianos y actuar como tales. Esta gracia habitual, que es permanente y es la base de nuestra vida cristiana y de nuestra vocación, requiere, por así decirlo, de un mantenimiento. Una disposición vocacional adecuada está siempre relacionada con la acción de Dios en los sacramentos de iniciación (bautismo, confirmación y eucaristía) y por el sacramento de la reconciliación, por el que recuperamos la gracia recibida desde el principio. Tenemos que entender que si buscamos nuestra vocación, debemos estar muy atentos al estado de nuestra alma, es decir, de la unión con Dios por medio de la gracia santificante o habitual. ¿Cómo queremos vivir la vocación específica si aún no vivimos como cristianos? Debemos vivir la gracia de bautizados para sobre esta recibir las gracias especiales. LAS GRACIAS ACTUALES Pero es bueno saber, que además de la gracia habitual, Dios da gracias actuales, que son ayudas de Dios en momentos peculiares de nuestro camino de fe, y por lo tanto vocacional. Aunque no son gracias necesarias, son regalos de Dios porque él quiere y para disponer a las personas para el servicio de la comunidad. En nuestro camino de búsqueda de la vocación, aunque el fundamento está en nuestro ser de bautizados, Dios nos da estas gracias para hacernos comprender su voluntad y ayudarnos en nuestro camino de fe. Esta gracia se experimenta de un modo especial en la vida de oración. Cuando el hombre está en ese trato íntimo con el Señor, lo hace desde la certeza de su amor. LAS GRACIAS DE ESTADO Dentro de nuestra búsqueda de la vocación, un miedo puede ser el sentimiento de impotencia o incapacidad o de miedo a no poder desarrollar plenamente nuestra vocación. Dios también da las gracias de estado, que son los dones que Dios da y acompañan el ejercicio de algunas responsabilidades en la Iglesia y muy especialmente los ministerios, pero se pueden referir realmente a diversas realidades dentro de la Iglesia. En el ministerio ordenado se puede hablar de la gracia jerárquica, de la capacidad de animar a la Iglesia, así como el carisma de convocación y de la guía del pueblo de Dios en su conjunto. En el matrimonio Dios da el carisma familiar, la paternidad y maternidad. Las ayudas que Dios da a la pareja para su vida de estabilidad, amor y caridad, así como de crianza de los hijos. En la vida consagrada Dios da las gracias especiales para poder vivir su estado se vida, y además da los carismas a los institutos o a las personas concretas como ayuda a desarrollar su servicio al mundo y a la comunidad. Por último, Dios también da carismas unidos a los ministerios laicales, y a los servicios espontáneos o estables en que prestan servicios los creyentes en la Iglesia. Así los catequistas, los lectores, los predicadores, los que acompañan a los enfermos o presos, etc. A todos ellos Dios mismo les presta su auxilio. Esto no debe hacer pensar, que Dios no nos deja solos ni en la búsqueda de la vocación ni en la vivencia de esta. Medita: • ¿Eres consciente de la gracia bautismal que recibiste y te preocupas por conservarla? • ¿Experimentas en tu vida la gracia actual, es decir, momentos en los que percibes la ayuda de Dios? • ¿En tu vida de oración hay momentos de gracia que te llevan a una unión más íntima con Dios y a un compromiso más estable con la Iglesia? • ¿Valoras los carismas individuales y comunitarios que hay en la Iglesia? ¿Los consideras cosas serias e importantes? • ¿Recurres con frecuencia a la eucaristía y al sacramento de la reconciliación para alimentarte de la gracia de Dios? Basado en A.A.V.V., Y Dios sigue llamando, Sacerdotes Operarios Diocesanos, Buenos Aires 2002.