24. Receta de polvos para purificar el aire podrido, vestidos, camas

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24. Receta de polvos para purificar el aire podrido, vestidos, camas y habitaciones, 1805
José Celestino Mutis
Mutis, José Celestino. (1805, 27 de julio). “Receta de polvos para purificar el aire podrido, vestidos,
camas y habitaciones” En Hernández de Alba, Guillermo (Ed.). (1983). Escritos científicos de don José
Celestino Mutis (Tomo 1, pp. 243-246). Bogotá D.E.: Instituto Colombiano de Cultura Hispánica.
El siguiente documento es un borrador:
Al excelentísimo señor Virrey don Antonio Amar y Borbón.
Excelentísimo señor:
La ropa, camas y demás utensilios que sirvieron en los hospitales de viruelas, aunque lavados y
mantenidos al sol y sereno por dilatado tiempo, se deben considerar todavía inficionados del veneno
varioloso, como igualmente lo estarían los que se hubieran destinado para el uso de cualesquiera
otras enfermedades contagiosas; no bastando aquella sencilla preparación a descubrir la infección
pestilencial. Mucha y muy culpable hubiera sido la ignorancia de nuestros mayores, si pudiendo salvar a
las familias del contagio por un medio tan fácil, se hubieran empeñado en perpetuar la preocupación de
una práctica inviolablemente observada hasta nuestros días. Conducida toda la antigüedad por el
conocimiento de las perjudiciales resultas experimentadas en semejantes casos, estableció reglas
observadas religiosamente y con grandes penas para verificar los denuncios y proceder a la práctica
de condenar al fuego todas las ropas y utensilios del uso inmediato de tales enfermos; llevando más
adelante la precaución de picar y revocar el pavimento y paredes de sus habitaciones. Así no era
extraño que se hayan hecho sacrificios tan caros y dolorosos a las familias, en la pérdida de ropas y
muebles preciosos.
Sin embargo, a pesar de una práctica perpetuada en tantos siglos, la vemos enteramente abolida en
nuestros días a beneficio de mayores conocimientos introducidos en todas las naciones cultas por el celo
de profesores instruidos, por cuya aplicación se han inventado auxilios eficaces para purificar ropas,
muebles y habitaciones apestadas. A los adelantamientos hechos en la química en su actual última
época debe la humanidad el consuelo de usar varios y poderosos auxilios para redimir estas pérdidas,
no siéndolo menos apreciable el celo de don Valentín de Foronda por haber traducido y publicado un
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Fuente 24
Colección Bicentenario - Ciencia y la Expedición Botánica en la Independencia
papel con las miras patrióticas de aliviar la suma de las miserias humanas, propagando un remedio
eficacísimo al intento. Bien es verdad que anteriormente a estos descubrimientos inventó un padre
capuchino un sahumerio por cuyo auxilio se disipó la peste de Génova; y que sirviendo igualmente
para desinfectar las iglesias, cárceles, hospitales, habitaciones, ropas y utensilios emponzoñados por
la infección de cualesquiera mismas pestilencias, publicó su receta el doctor Sánchez Ribeiro en su
apreciadísima obra intitulada Conservación de la salud de los pueblos y traducida a nuestro idioma.
De lo expuesto se deduce que sin perjuicio se puede proceder con toda seguridad a la piadosa
aplicación que se pretenda, con la precisa condición de verificar primero la purificación de las ropas
y utensilios, que en mi concepto deben considerarse infectos; y por consiguiente capaces de hacer
revivir la infección de viruelas por su casual e imprevista aplicación a alguna persona que no haya
pasado, ni haya sido vacunada. Así pudiera suceder frustrando de algún modo las benéficas intenciones
del Rey y sus celosos ministros encargados de verificar sus piadosísimos deseos, hasta extinguir para
siempre este cruel azote de la humanidad. Deseando pues, contribuir por mi parte a facilitar la referida
aplicación y con la confianza de que en adelante se introduzca por el celo de sus prelados en este
hospital de San Juan de Dios la práctica de purificar salas, ropas y muebles inficionados, en beneficio
de los enfermos y aun de los mismos religiosos asistentes, a imitación de lo que se practica en los
hospitales para ventilar las salas y purificar las ropas, incluyo la receta, persuadido, a que en las
actuales circunstancias será lo menos costosa y más fácilmente practicable, como lo refiere el citado
doctor Sánchez; teniendo por imposible la aplicación de otras recetas que exigen aparatos químicos
de que carecemos aquí. Vuestra excelencia, con su acostumbrado discernimiento, dispondrá lo que le
parezca más conveniente.
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