I. Discusion anacronica

Anuncio
Izquierdas y derechas
Víctor M. Arjona Barbosa
Director del Centro Empresarial de Mérida
[email protected]
Estos dos conceptos, antitéticos y complementarios entre sí y que han
atravesado y caracterizado la batalla política de poco más de dos siglos,
¿tienen todavía una razón y un sentido en la alborada del siglo y del milenio
que nace?
I.
Discusion anacronica
Hace poco más de dos siglos que el vocabulario político se apropió de los
términos izquierda y derecha y les dio un significado nuevo, convirtiéndolos
en nombres de dos corrientes ideológicas, cuyo contenido no ha sido
unívoco y han generado una gran polémica a través del tiempo.
Cuando se ha intentado seriamente explicar con precisión en qué consisten
y a qué se refieren concretamente dichos términos, nunca se ha podido
tener un resultado satisfactorio.
Ha prevalecido la ambigüedad, la
imprecisión y lo que es peor, el anacronismo, ya que conceptos, actitudes y
conductas calificadas como de izquierda en un determinado tiempo
devienen como de derecha en otra época y viceversa.
Por ello, valdría la pena preguntarse si no es un tanto absurdo como inútil
desgastarse en hacer ostentación de apasionamientos ideológicos,
discusiones bizantinas y divisionismos sociales, con motivo de la
anacrónica lucha entre izquierda y derecha.
II.
Origen de los términos
Se iniciaron en el período de la Revolución Francesa, durante la
Convención. Los diputados se sitúan a la derecha y a la izquierda del
presidente de la Asamblea, conforme a su apoyo a un derecho de voto
absoluto del rey o a un rol más marginal del mismo.
Hay dos partidos: La Gironda ocupa la derecha; es la antigua izquierda de
la Asamblea Legislativa. Es republicana, demócrata, parlamentaria y
anticlerical. Los girondinos quieren un gobierno regular que funcione según
los principios revolucionarios, pero una vez establecido, debe sustraerse a
la presión de los levantamientos. La ley es sagrada desde que se
promulga. Discípulos de los fisiócratas, son hostiles a la intervención del
Estado en el campo de la producción y del comercio. El respeto a la
2
propiedad y a la libre concurrencia, así como la libre circulación, están en la
base de su política económica..
El otro partido es la Montaña, -apoyado por los clubes de los jacobinos y de
los franciscanos-, que se sienta en las tribunas altas, a la izquierda de la
Presidencia. La Montaña es comunista y dictatorial. Pero no hay que darle
a este comunismo un concepto demasiado preciso. Es elemental, más
bien. Es una insurrección casi instintiva de los pobres contra los ricos, de
los que poseían poco contra los que poseían más. Ya que se ha
establecido la igualdad política y la igualdad civil, ¿Por qué no establecer la
igualdad social por una nueva distribución de las fortunas? La montaña
reclama la vigilancia estrecha del comercio, con motivo de la requisición de
los bienes y personas, el arresto de sospechosos contrarrevolucionarios y la
represión despiadada.
Las características descritas son, pues, las características con las que se
iniciaron los llamados movimientos de izquierda y de derecha. De una
fortuita ubicación se llegó a la acepción política, del espacio se pasó a la
idea, del lugar a los partidos. Lo que era una configuración espacial vino a
asumir un carácter ideológico.
III.
Contradicciones históricas
Precisamente debido a esta casual manera de aparecer en la política, sin
ningún rigor metodológico ni fundamento racional, la subjetividad y las
diversas circunstancias del devenir histórico han generado la ambigüedad
de los términos izquierda y derecha, abundando los ejemplos que muestran
sus contradicciones.
Aún antes de la Convención, cuando acababa la Asamblea Constituyente
de terminar su larga y laboriosa carrera en plena Revolución Francesa y a
pesar de su noble valor, de su equidad y de sus inmensas tareas, se veía
aborrecida como revolucionaria en Coblenza y como aristócrata en París.
Si preguntáramos sobre la diferencia entre izquierda y derecha, algunos
responderían que la derecha cobija a los sectores más conservadores o
partidarios de reformas más tenues, mientras que los sectores más
radicales conforman la izquierda.
Sin embargo, los revolucionarios izquierdistas cuando llegan al poder, no
sólo no quieren soltarlo sino que casi siempre terminan imponiendo
dictaduras y oponiéndose a todo cambio político y a toda renovación
democrática. Tiranos y déspotas de ayer y de hoy, que se vuelven
conservadores, porque tratan por las buenas o por las malas de conservar
el poder como si fuera una cuestión de dominio o propiedad y no como un
medio de servir al pueblo.
3
Otros quieren explicar la diferencia, diciendo que los adeptos de la derecha
son partidarios de la economía de mercado y que los de la izquierda son
partidarios del Estado. O dicho de otro modo, unos pueden ser partidarios
del riesgo individual y otros de la protección estatal. En esta diferencia
resalta una tremenda contradicción, pues si asumen riesgos es que se
quiere cambiar y progresar, en cambio el que se acoge al proteccionismo
del Estado, manifiesta un espíritu apocado y conservador, temeroso del
cambio y muy bien acomodado en el marco paternalista del Estado
“benefactor”.
A propósito de la revolución bolchevique, se acostumbró a poner a los
partidos comunistas en la izquierda.
No obstante, cuando se dió el
despertar en los países dirigidos por partidos comunistas, se cuestionaba a
los que aplastaban a los pueblos y acallaban los gritos de libertad con
tanques y metralla, policía secreta, delaciones, torturas, clínicas
psiquiátricas y “goulags”. La gente de todo el mundo, confundida,
preguntaba: “Bueno, pero los que no quieren el cambio, que quieren
mantener el comunismo, ¿son derecha o izquierda?
Otros más insisten en que la diferencia está en la diferente actitud frente al
ideal de la igualdad. Los igualitarios serían los de izquierda y los
antiigualitarios los de derecha. Aparte de que tal cuestión es absurda pues
en verdad todos los hombres somos iguales en esencia, ya que nadie es
más que nadie porque nadie es más que hombre, sin embargo somos
desiguales en accidentes, tanto desde el punto de vista físico, como
intelectual y ético. Lo importante es la igualdad de oportunidades y
derechos, para que todos podamos crecer y desarrollarnos y ser diferentes
para completarnos e integrarnos en solidaridad y subsidiariedad.
Con relación a este aspecto de la igualdad, las sociedades socialistas que
predicaban la igualdad generaron un estado de corrupción y de privilegios,
como la existencia de la llamada “Nomenklatura”, cuyos miembros vivían
lujosamente a costa del trabajo del pueblo. Los desajustes del tal sistema
llevaron a la necesidad de operar cambios para salvar al sistema, con la
pereistroika, que al fin condujeron al colapso del comunismo y a la
liquidación política de la URSS, que era el símbolo viviente y el ejemplo
mundial para las izquierdas.
Por todo ello, es necesario preguntarse como lo hace Emilio Grasso si no
se trata de una terminología del pasado: “¿Tiene hoy sentido hablar de
izquierda y derecha? Estos dos conceptos, antitéticos y complementarios
entre sí y que han atravesado y caracterizado la batalla política de poco
más de dos siglos, ¿tienen todavía una razón y un sentido en la alborada
del siglo y del milenio que nace? ¿Hacen referencia a valores e instancias
realmente diferentes o la diferencia se coloca tan sólo en una distinta
tradición histórica sin ninguna influencia sobre el presente?”
4
IV.
Humanismo es la clave
Ante las contradicciones y confusiones de esta terminología, hemos de
dejar de hablar de clasificaciones como derecha e izquierda, conservador y
liberal, revolucionario y reformista, moderado y radical, etc.
Lo que importa ahora, en el amanecer de un nuevo siglo y de un nuevo
milenio es trabajar y esforzarse en la causa del humanismo. En todo
momento y en todas las manifestaciones de la vida social hemos de
reconocer que el ser humano es lo más importante y que, tanto la economía
como la política deben estar al servicio del hombre y no el hombre como
medio o instrumento de ellas.
Hemos de insistir en el concepto y la práctica del respeto a la dignidad de la
persona humana y de sus derechos. Hemos de fomentar la igualdad de
oportunidades para todos, la educación, la salud y el trabajo productivo y
realizador. Hemos de privilegiar el diálogo, el pluralismo y la participación.
Hemos de promover una cultura rica en valores que hagan que el hombre
valga más y se haga valer como ser humano. Tenemos que aprender a ser
cada vez más solidarios y subsidiarios, a unirnos en la búsqueda del bien
común. Debemos dedicarnos a promover la paz a través de la justicia, de
la verdad y de la convivencia.
Todo lo que sea opuesto, no sé que nombre tiene ahora o le pondrán en el
futuro, pero definitivamente su contenido y su fin son anti-humanistas.
Descargar