INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO DE EDUARD BERNSTEIN

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INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO DE EDUARD BERNSTEIN.
MARISA RUIZ
Estos breves apuntes sobre un personaje importante del siglo XlX pretenden
esclarecer algunas facetas de su pensamiento. Existen varias claves históricas
e ideológicas para comprender más afinadamente el pensamiento de Eduard
Bernstein (1850-1932). La primera es la ubicación histórica de Bernstein no
sólo en el contexto europeo y alemán sino analizando también su carácter de
albacea testamentario de Federico Engels y la evolución que había sufrido el
marxismo europeo y su partido: la socialdemocracia alemana.
E. Bernstein vivió en un tiempo, los últimos 30 años del siglo XIX europeo,
signados por una monumental expansión material y de enormes avances hacia
una integración más estrecha de la economía mundial. La actividad industrial
se difundió en
varias partes del globo, aumentando enormemente la
productividad tanto industrial como agrícola, al irse aplicando a ambas, la
ciencia y la tecnología. Entre 1870 y 1890 la producción mundial se cuadriplicó
y se introdujeron industrias básicas nuevas como la electricidad y la química.
Paralelo a esto, la economía mundial comenzó desde 1873 un período que
fue llamado “la gran depresión” y que no era una crisis económica en sentido
estricto sino una fase de cambios estructurales unido a una cierta reducción de
la expansión económica. Lo que ocurría era que, mientras la producción y los
beneficios totales ascendían, los de las empresas particulares descendían en
general, con la proliferación de empresas y el aumento de la competencia. Esta
crisis que se mantuvo hasta la primera mitad de los ´90, provocó en los
marxistas europeos la esperanza del próximo hundimiento del sistema
capitalista, que una lectura dogmática de “El Capital”, atribuía la predicción de
Carlos Marx.
Pero el capitalismo, no solamente sobrevivió a la crisis, sino que además inició
en 1895 una nueva era de prosperidad, de donde surge un capitalismo con otra
faz. Del capitalismo de libre competencia se transformó a un capitalismo de
cartel y trust y se produjo la llamada “segunda revolución industrial”. La
impresión dominante era que se entraba en una época nueva, en la cual el
capitalismo gozaba y parecía que iba a gozar por largos años de buena salud.
Alemania, la patria de E. Bernstein y F. Engels había sufrido también en las
últimas décadas del siglo XIX una acelerada transformación en país industrial,
la primera ola de la revolución industrial fue seguida por una segunda ola
determinada por los adelantos tecnológicos en química y electricidad. El
desarrollo de estas dos últimas industrias, junto con la ayuda de los grandes
bancos alemanes, favoreció la creación de consorcios y combinaciones, cuyo
objetivo era limitar la competencia en el mercado interno y mantener los precios
al nivel más alto posible. Alemania fue pionera en Europa de la formación de
uniones industriales.
Otra clave que debemos analizar era la situación del marxismo en esta época.
Los principales teóricos y políticos europeos se encontraban nucleados en la II
Internacional, federación de partidos socialdemócratas europeos, fundada en
1889. Estos partidos marxistas eran partidos nacionales, que actuaban en el
campo electoral, tratando de conquistar fuerzas parlamentarias allá donde
estaba consagrado el sufragio. En los países donde esto no ocurría, se
movilizaban para obtener el derecho al voto, primero para todos los varones
mayores de edad y luego de una intervención de la militante Clara Zetkin, para
toda la población mayor de edad.
De todas maneras, la II Internacional no contaba con suficiente poder para
imponerse a sus partidos constituyentes, sólo lo hacía, cuando existía una gran
proporción de acuerdos y se implementaba alguna resolución. Pero sobre
todo, no podía lanzarse en nada contrario a las directivas del poderoso partido
socialdemócrata alemán, el más importante y modelo, que los otros partidos
seguían.
El partido de Bernstein, nacido en 1875, había pasado 12 años de ilegalidad
(1878-1890),1 de la cual
había emergido fortalecido, obteniendo en las
elecciones de 1890, 1.427.000 electores, equivalentes a cerca del 20% del
electorado nacional. En 1891, el partido revisó el programa vigente -el
programa no marxista de Gotha- y adoptó el programa de Erfurt (teóricamente
marxista) que pedía un cambio radical en la Constitución pero manejaba
ambiguamente su posición respecto al clasismo del Estado y la necesidad de
derrocarlo por la fuerza.
La socialdemocracia alemana fue tomando un cariz cada vez más electoralista
y
acusada por algunos marxistas europeos, de haberse transformado de
revolucionaria en reformista.
Estos antecedentes son necesarios para entender la conmoción del marxismo
europeo de fines del siglo pasado que produjo el llamado “revisionismo” de
Bernstein.
Bernstein, exiliado en Londres y amigo personal (algunos lo consideraban su
heredero) de Federico Engels, se convirtió en su albacea testamentario. En la
Introducción (último documento de Engels) a “Las luchas de clases en Francia
desde 1848 a 1850” de Carlos Marx, Engels reconoce errores en su evaluación
y la de Marx sobre la situación europea en 1848. Los principales serían: una
equivocada apreciación del desarrollo capitalista, ya que creían que Europa
estaba madura para el socialismo; otro era la concepción política de que la
revolución la hacían las minorías, esto estaba rebasado por la realidad de los
ejércitos de la época donde los golpes por sorpresa habían pasado a la
historia. Concluía Engels en que era necesario realizar un trabajo largo y
paciente con las masas, como tarea inmediata del partido, con propaganda y
actividad parlamentaria.
Bernstein, a diferencia de Engels, no sólo quiso revisar la táctica sino también
la estrategia y sostenía que había que revisar el marxismo como teoría.
Algunas de las afirmaciones teóricas de su principal obra “Las premisas del
socialismo y las tareas de la socialdemocracia” fueron:
1) No había transición repentina de la sociedad capitalista a la socialista sino
una transformación gradual de la una a la otra;
1
La social democracia alemana o SPD, solo podía concurrir a las urnas y sus diputados electos gozaban
de cierta inmunidad. Todo lo demás le estaba prohibido, difusión, reunión, actos públicos. Estas
disposiciones que prohibían toda expresión de la SPD, fueron llamadas “ leyes anti- socialistas” y
estuvieron en vigencia desde 1878 hasta 1890.
2) Negaba el derrumbamiento de la sociedad capitalista anunciado por Marx y
la lucha de clases como parte de este proceso evolutivo esperado;
3) Negaba que el curso general de la evolución social estaba determinado por
fuerzas económicas que actuaban manifiestamente en la lucha de clases;
4) Negaba que la clase obrera se pauperizara y demostraba con métodos
estadísticos sus apreciaciones;
5) Negaba que el capitalismo, a medida que avanzaba, fuera de crisis en crisis
hasta la crisis final;
6) Estaba contra la dictadura del proletariado porque, según él, la idea de
democracia es inseparable de la idea de justicia para todos. La democracia
significaba la supresión de un gobierno de clase, no la sustitución de una forma
de esta por otro;
7) Era contrario a la afirmación de que los socialistas no tenían patria y
afirmaba el derecho del imperio alemán a tener voz en la discusión de los
problemas internacionales, mostrándose favorable a una expansión colonial.
Bernstein justificaba la colonización de otros países porque ella llevaba la
civilización a los indígenas.
Estas serían algunas de las principales discrepancias con las que Bernstein
“revisó” la posición del marxismo ortodoxo. La crítica más dura, no al marxismo
sino a Marx, era que gran parte de la argumentación marxista no era en modo
alguno científica –en el sentido de estar fundada en el estudio de los hechossino que era parte de una vasta construcción teórica a la cual se adaptaban los
hechos o se prescindía de ellos, cuando no se lo podía adaptar.
La obra ocasionó una encendida polémica en el marxismo decimonónico y de
principios del siglo XX.| Tanto Karl Kaustky como Rosa Luxemburgo dedicaron
numerosos y durísimos artículos aclarando su posición y Lenin se refirió a él en
términos muy críticos. Su partido, luego de una larga discusión, aprobó una
moderada censura contra él, pero eso no significaba ni la prohibición de seguir
discutiendo sus ideas ni su expulsión como militante del mismo.
Dada la importancia actual de la socialdemocracia como corriente mundial de
opinión y reconociendo en ella la injerencia del pensamiento bernsteniano,
reconocemos con Irving Fetscher “una historiografía maniquea de la izquierda
marxista ha impedido hasta hoy, en la mayor parte de los casos, una serena
valoración de este hombre”.
En la evolución posterior de la socialdemocracia alemana, algunas de las ideas
centrales de su planteamiento teórico fueron recogidas en el Programa de
Godesberg, adoptada en 1959 por ese partido.
En la actualidad, elementos teóricos de Bernstein, se siguen utilizando en los
debates sobre el papel del Estado, la democracia y aún sobre la organización
de los partidos socialdemócratas y socialistas de la Internacional Socialista .
Marisa Ruiz
Bibliografía
Bernstein, Eduard,
Las Premisas del Socialismo y las tareas de la
socialdemocracia. Problemas del socialismo. El revisionismo en la
socialdemocracia. México, Siglo XXl, 1982.
Cole, G.D. Historia del pensamiento socialista, México, Fondo de Cultura
Económica, 1962-65. Tomo V La Segunda Internacional, 1889- 1914.
Hobsbawm, Eric J et al (directores) Historia del marxismos (4) El marxismo
en la época de la Segunda Internacional (2), Barcelona, Bruguera, 1980. Irving
Fetscher “Bernstein y el reto a la ortodoxia” pp. 165-214.
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