Remedios Varo (pinturas)

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R E M E D I O S V A R O, (PINTURAS) Conferencia sobre la pintora Remedios Varo, dictada en la primera reunión cultural del Comité de Damas del Casino de Monterrey (1988). De padre andaluz y madre vasca, Remedios Varo nació en Anglés, Cataluña, el 14 de diciembre de 1913. Su infancia y su adolescencia transcurren entre viajes, siguiendo los obligados traslados de su padre, ingeniero hidráulico, a través de España y el Norte de África. En 1934. A los 21 años, llevada por su afición y talento para el dibujo y las matemáticas, ingresa a la Academia de San Fernando de Madrid, donde completa su formación, estudiando y practicando las más estrictas disciplinas del arte. En Madrid contrae matrimonio con el pintor Gerardo Lizárraga. Divorciada muy pronto de este artista, se muda a Barcelona. Aquí entabla amistad con Esteban Francés y expone con el grupo Logicófobo. En 1937 se casa con el poeta surrealista Benjamín Péret, y juntos abandonan la España convulsionada por la Guerra Civil, para establecerse en París, ciudad en la que permanecen durante casi tres años, unidos al círculo de escritores y pintores surrealistas, llevando una estrecha amistad con Max Ernst, Tanguy y Miró. En 1940, con motivo de la Segunda Guerra Mundial, Remedios y Benjamín se refugian en Marsella y en 1942 viajan a México, al ser ocupada Francia por los nazis. Dedica los primeros años de su estancia en México a trabajos comerciales y no es sino hasta 1954 cuando comienza a dar a conocer su obra al público mexicano, inicialmente en una exposición colectiva, y después en varias exposiciones individuales, todas ellas de éxito resonante. Antes, en 1947, Remedios se separa de Benjamín Péret, cuando éste decide regresar a Francia. En 1949 la artista visita Venezuela y en 1953 contrae matrimonio con Walter Gruen. Su primera exposición individual tuvo lugar en la Galería Diana (1955), dándose el insólito caso de tener que hacer lista de espera con los nombres de los coleccionistas que querían adquirir sus cuadros; expuso en la Primera Bienal de México; en el Primer Salón de la Plástica Femenina de las Galerías Excelsior, haciéndose acreedora al Primer Premio, y en la Exposición Internacional de Tokio. Su cuarta y última exposición individual se efectuó en la Galería Juan Martín en el mes de junio de 1962, poco más de un año antes de su muerte, acaecida el 8 de octubre de 1963, a causa de un ataque cardiaco. En la plenitud de su arte y de su fuerza creadora, iba a cumplir los cincuenta años de vida. Veintiuno de ellos fueron vividos en México y, de estos últimos, sólo diez le bastaron “para pintar –con imaginación incesantemente renovada, con esmero y profundo rigor-­‐ algo más de cien cuadros asombrosos”. (Remedios Varo, Nota biográfica. Ed. Era, México, 1966). En 1964, un año después de su muerte, el Instituto Nacional de Bellas Artes le rindió homenaje con una exposición retrospectiva de su obra pictórica, constituyendo un acontecimiento memorable en la historia de la plástica mexicana, y en 1976 la Editorial Era publicó un hermoso libro dedicado a su obra con un abordamiento poético de Octavio Paz y un análisis del universo de Remedios Varo para descubrir sus regularidades de Roger Caillois. Enriquecen este libro magníficas reproducciones de las obras de la artista, cuyo índice fue establecido por Walter Gruen; los comentarios a los cuadros de la propia Remedios Varo y dirigidos a su hermano, el doctor Rodrigo Varo; una hermosa y penetrante interpretación de Juliana González –Mundo y trasmundo de Remedios Varo-­‐ y la Nota Biográfica a la que se ha hecho referencia. Juliana González, en un bello y penetrante estudio sobre Remedios Varo y su obra, señala algunos rasgos de la personalidad de esta artista, valiosísimos para ver con mayor claridad el valor y el sentido de sus cuadros. Tomo los de mayor relevancia. “Emanaba una extraordinaria riqueza expresiva que sugería la misma fascinación de los mundos que creaba… vivía en la exploración perpetua de claves, de revelaciones, desplegando su inteligencia y su intuición para comprender significados ocultos del ser y de la vida. En un estado alerta constante, escudriñaba el revés de las medallas, husmeando imaginativamente el misterio, el palpitar y las tramas ocultas de todas las cosas.” Pondera, además, su capacidad de atención y de goce; su trato amoroso con las cosas, poniendo en juego todos sus sentidos y la gama entera de sus sentimientos. “Su tacto pasaba y repasaba la superficie cálida de la madera o la frescura y solidez de una piedra. Era capaz de regocijarse horas enteras con el tejido de una tela o con los juegos de luz de un cristal. Viendo en toda una vida latente, observaba los más diversos objetos deleitándose con todos sus detalles, los infinitos matices, las texturas, los colores y las formas. Y toda su piedad se desplegaba ante las plantas, las flores, los árboles, los animales…” Subraya Juliana la inestabilidad de los estados de ánimo de la artista, el contraste de sus expresiones y el sentido liberador de su actividad creadora. “Sugería a veces el más total desamparo o la más completa serenidad, fuerza y sensatez; era tímida, incomunicada, evasiva y, a la vez, tierna, alegre, vivaz, generosa y cálida. La pintura era para ella… un juego inventivo elaborado como un goce que se cumple por su simple ejecución… Sus creencias complejas se nutrían a la vez de racionalidad y de fantasía, de lógica y de magia, de experiencia vivida y de imaginación. Buscaba rebasar el orden real no a través de una intelectualidad fría y formal, ni por medio de una fantasía arbitraria y caótica. Profundamente selectiva, Remedios era incapaz de dar cabida a una idea o a una imagen fantástica si no las hubiera visto como una posibilidad racional que, plasmándose en formas poéticas, implicase una mayor perfección y comprensión del orden conocido”. Hay en este último párrafo dos importantísimas consideraciones que de hecho nos dan pie para señalar los valores fundamentales en la obra de Remedios Varo, valores justamente por los cuales ésta se separa del movimiento surrealista, postulando una filosofía y una estética propias. Tales consideraciones se refieren a la conjugación de razón y fantasía, de experiencia e imaginación y a la incapacidad de Remedios de aceptar una imagen fantástica que no entreviese como una posibilidad de traducirse en una mayor perfección del orden conocido a través de su plasmación en formas poéticas. La vinculación de la pintura surrealista con la poesía y de la poesía con la vida había sido expresada por Bretón al reconocer tardíamente el mérito de Marc Chagall de haber sido el primero en introducir en la pintura moderna la poesía. Pero, más explícitamente, Wolfgang Paalen en su Adiós al Surrealismo, al mismo tiempo que deja constancia de su deuda con este movimiento, señala sus inevitables limitaciones. Dice: “Solamente en el surrealismo he encontrado la experiencia completamente vivida, el ensayo heroico de una síntesis integral que no admitía ya la separación arbitraria entre la expresión plástica y la poesía, entre la poesía y la vida… Ya no creo que el surrealismo sea el que determine la posición del artista en el mundo actual, ni el que formule objetivamente la razón de ser del arte… Ya no pertenecerá más a los especialistas, ni al psicólogo, ni al sociólogo, ni siquiera al filósofo, sino al artista mismo; será éste quien comprenderá y hará comprender mejor el valor objetivo de su mensaje. Al artista que haya vencido el dualismo entre la inspiración y la razón, al que sea capaz de obrar simultáneamente por la calidad de su obra y por la objetividad de su pensamiento… Es urgente que del interior y proyectándola a la luz objetiva del mundo exterior, sea comprendida la función vital del arte en su aportación esencial con la más preciada facultad humana: la imaginación”. Hemos de comprobar hasta qué punto esta especie de “programa” se cumple cabalmente en el arte de Remedios Varo. Por lo demás, en la historia del arte en Occidente, no era nuevo el entrañamiento de pintura y poesía, el plasmar en formas poéticas las imágenes de la fantasía, creando mundos encantados, universos feéricos, donde lo maravilloso tiene el sentido de la elevación y delectación del espíritu. En Avignon, hacia mediados del siglo XIV, un pintor sienés, Simone Martini, al mismo tiempo que Petrarca abría los caminos de la poesía lírica moderna en lenguas romances, hacía correr por toda Europa el “gótico internacional”, movimiento pictórico en que el artista creaba también con los recursos de su fantasía mundos líricos, fabulosos en que cantan la línea y el color en sutil equilibrio con una observación aguda y minuciosa. A más de Juliana González, han escrito sobre Remedios Varo Roger Caillois: -­‐Casillas de un Tablero de Ajedrez-­‐, Ida Rodríģuez Prampolini: -­‐El surrealismo y el arte fantástico de México-­‐ y Raúl Flores Guerrero: –La pintura de Remedios Varo. “… Si para Bretón la belleza convulsiva es el ser único de la belleza, la que plasma Remedios Varo no tiene esta dimensión. El erotismo, el humor negro, la sensualidad, la agresión están fuera de las concepciones de esta artista. El intercambio entre lo real y lo irreal se lleva a cabo con naturalidad, con obvia ‘ternura’, con afán sorpresivo, pero nunca se acerca a la maldad, al horror. Las figuras siempre están ocupadas en quehaceres maravillosos, van y vienen, se trasladan muchas veces por sus propios poderes, otras usan extraños artefactos de locomoción, ingeniosamente construidos, como contrapartida de los reales... Su inspiración la nutre en el mundo medieval y el temprano Renacimiento, el de los alquimistas, los magos, los videntes. El mundo de los objetos… tiene tanta vida activa en estas pinturas como los seres vivos; las cosas actúan, se trasladan, se prolongan, muerden, buscan, tantean, gesticulan... La liga con el mundo celeste no deja de atormentar a esta artista que establece continuamente relaciones entre los personajes y los astros que rigen e influyen en sus destinos… La obra de Remedios Varo nos envuelve en la vida y en todo lo que le sucedió al mago de las mil maravillas…” (Ida Rodríguez Prampolini: El surrealismo y el arte fantástico de México. México: UNAM. Instituto de Investigaciones Estéticas, 1996). “La imaginería de Remedios Varo hace plausible lo imposible. Revela los lazos secretos del espíritu y de la materia, de lo tangible y de lo intangible, de lo concreto y de lo abstracto… va en busca de la clave perdida que ha de permitir comprender el secreto de los lazos que unen los mundos: lazos entre aquellos que penetran el nuestro y aquellos que debemos aún descubrir”. (Remedios, en La Femme Surrealiste. Revue “Obliques”. Núm. 14-­‐15. P. 219). … …El Secreto En semejante mundo…, nada hay que no sea prodigio… Sin embargo, este mundo está demasiado cerca del mundo real para que los acontecimientos que en él ocurren no estén parcialmente percibidos según las normas de este último… (Así) la extrañeza se encuentra (también) lo bastante próxima al mundo cotidiano para ser sentida como familiar y fraternal hasta en la inquietud que ella suscita… Tal mundo no desconoce la alegría… Tampoco ignora las fábulas… Pero se trata sólo de accidentes o alusiones. Por casi todas sus características, este mundo encantado es un mundo en que las materias son desmenuzables, donde la separación entre los reinos y las especies muy rara vez se estanca, donde lo vegetal y lo animal, lo inerte y lo vivo, lo orgánico y lo mecánico invierten sin dificultad sus propiedades. Normalmente parecidos intercambios desembocan en el desorden, en la confusión. Sin embargo, gracias al rigor del dibujo, a los pocos motivos que reaparecen con una frecuencia suficiente para dar en el seno de lo insólito la impresión de lo habitual, el universo queda a medio camino entre cosmos y caos”. (Roger Caillois. Casillas de un Tablero de Ajedrez (Cases d’un Echiquier) en La Femme Surrealiste. Rev. Obliques, Núm. 14-­‐15, pp. 219-­‐221.) “…Remedios no inventa, recuerda. Pero ¿qué recuerda?… Navegaciones en el interior de una piedra preciosa. El mundo visto como música: ¡oíd las líneas de Remedios!… Máquinas de la fantasía contra el furor mecánico…” (Octavio Paz: Visiones y desapariciones de Remedios Varo, en Remedios Varo. México: Ed. Era, 1966). … “El ángel de la luz, siempre invisible…, deja caer su mano inextinguble.” (Carlos Pellicer: Paseos sin pie, Homenaje a Remedios Varo, en La obra de Remedios Varo. México: INBA, 1964). De muchos de sus cuadros dejó la propia Remedios explicaciones de su temática. Tales explicaciones, dirigidas a su hermano el doctor Rodrigo Varo, en nada ayudan prácticamente a la valoración estética de los mismos, a pesar de que aclaren su temática. Leamos algunas de estas explicaciones: Del cuadro Planta Insumisa nos dice: “Este científico experimenta con plantas y vegetales diversos. Está perplejo porque hay una planta rebelde. Todas están ya echando sus ramas en forma de figuras y fórmulas matemáticas menos una que insiste en dar una flor y la única ramita matemática que echó al principio y que cae sobre la mesa era muy débil y mustia y además equivocada pues dice ‘dos y dos son casi cuatro’. Cada pelo del científico es una fórmula matemática.” De Armonía comenta: “El personaje está tratando de encontrar el hilo invisible que une todas las cosas, por eso, en un pentagrama de hilos de metal inserta toda clase de objetos, desde el más simple hasta un papelito conteniendo una fórmula matemática que es ya en sí un cúmulo de cosas; cuando consigue colocar en su sitio los diversos objetos, soplando por una clave que sostiene el pentagrama, debe salir una música no sólo armoniosa sino también objetiva, es decir capaz de mover las cosas a su alrededor si así se desea usarla, la figura que se desprende de la pared y que colabora con él, representa al azar (que tantas veces interviene en todos los descubrimientos), pero al azar objetivo. Cuando uso la palabra objetivo entiendo por ello que es algo fuera de nuestro mundo, o mejor dicho más allá de él, y que se encuentra conectado con el mundo de las causas y no de los fenómenos que es el nuestro”. El cuadro Mujer saliendo del psicoanalista lo explica así: “Esta señora sale del psicoanalista arrojando a un pozo la cabeza de su padre (como es correcto hacer al salir del psicoanalista). En el cesto lleva otros desperdicios psicológicos: un reloj, símbolo del temor de llegar tarde, etc. el doctor se llama FJA (Freud, Jung, Adler).” De Revelación comenta: “Aquí se trata del tiempo. Por eso hay un relojero (que en cierta manera representa el tiempo ordinario nuestro), pero por la ventana entra una ‘revelación’ y comprende de golpe muchísimas cosas; he tratado de darle una expresión de asombro y de iluminación. A su alrededor hay cantidad de relojes que marcan todos la misma hora, pero dentro de cada uno hay el mismo personaje en muy diferentes épocas, eso lo consigo por medio de los trajes característicos de épocas muy distintas, cada reloj tiene una ventana con rejas como una cárcel.” A veces, el comentario resulta muy prolijo, como en Tailler pour Dames: “Esto es el salón de un modisto para señoras; un modelo es para viaje, muy práctico, en forma de barco por detrás; al llegar a una extensión de agua se deja caer de espaldas; detrás de la cabeza está el timón que se maneja tirando de las cintas que van hasta el pecho y de las que cuelga una brújula; todo ello sirve también de adorno; en tierra firme, rueda y las solapas sirven de pequeñas velas, así como el bastón en el que hay una vela enrollada que se despliega; el modelo sentado es para ir a esos coctel-­‐party en donde no cabe un alfiler y no sabe uno ni dónde poner su vaso ni menos sentarse; el tejido del echarpe es de una sustancia milagrosa que se endurece a voluntad y sirve de asiento; el modelo de la derecha es para viuda: es de un tejido efervescente, como el champagne; tiene un bolsillo para llevar el frasco del veneno; termina en una cola de reptil muy favorecedora. El sastre tiene la cara dibujada en forma de tijeras; su sombra es tan rebelde que hay que sujetarla al techo con un alfiler. La cliente que contempla los modelos se despliega en dos personas más, porque no sabe cuál de los tres modelos elegir, y las repeticiones de ella, a cada lado y algo transparentes, representan la duda en que se encuentra.” Lo mismo ocurre al referirse al cuadro intitulado Vagabundo. “Este cuadro –comenta-­‐ es uno de los mejores que he pintado. Es un modelo de traje de vagabundo, pero se trata de un vagabundo no liberado. Es un traje muy práctico y cómodo. Como locomoción tiene tracción delantera; si levanta el bastón de detiene. El traje se puede cerrar herméticamente por la noche; tiene una puertecilla que se puede cerrar con llave. Algunas partes del traje son de madera, pero como digo, el hombre no está liberado: en un lado del traje hay un recoveco que equivale a la sala, ahí hay un cuadro colgado y tres libros; en el pecho lleva una maceta donde cultiva una rosa, planta más fina y delicada que la que se encuentra por esos bosques. Pero necesita el retrato, la rosa (añoranza de un jardincito en una casa) y su gato. No es verdaderamente libre.” En un solo caso el comentario de Remedios nos revela el poder de su imaginación para transfigurar la realidad más concreta elevándola al plano de la irrealidad fabulosa, a la dimensión de lo poético. Es en el retrato del gran cardiólogo mexicano, el doctor Ignacio Chávez. “El personaje que está en esa gruta cristaloide es el propio doctor (Tomé sus rasgos más característicos, pero no traté de hacer un retrato); lo he vestido con un ropaje algo sacerdotal para sugerir que su profesión es quizá una especie de sacerdocio. En la mano tiene una llave. Los personajes que vienen por ese desfiladero tienen una puertecita en el sitio del corazón y según van pasando él les da cuerda. Estos personajes son muy irreales y más bien como marionetas, y se mueven por medio de unas cuerdas que van de ruedecillas de sus codos y articulaciones hasta los astros de la constelación del Cangrejo. Según los antiguos libros de fisiología (que consulté), esa constelación preside las enfermedades y asuntos del corazón.” Cuando veamos las diapositivas de los cuadros de Remedios Varo vamos a poder comprobar cómo estos comentarios o explicaciones que la pintora hace de sus obras jamás nos harían imaginar el universo encantado que realizan. [Véase el final del documento]. “…La pintura de Remedios Varo… es académica en el mejor sentido de este término…, el aspecto técnico; es renacentista por su amor a la arquitectura, a las ventanas abiertas, a los trazos geométricos, y sus raíces formales tienen fuertes resabios de los primitivos por esa minucia en el tratamiento, el dibujo definido de los perfiles y los rasgos detallados de los personajes (rostros y manos casi increíbles por su finura)… Algunos pintores que, a fuerza de clamar todavía en contra de la inexistente enseñanza académica, han olvidado que existe una técnica, un oficio, básico en toda creación artística, se atreven a hablar de ‘trucos’, refiriéndose a los ‘recursos’ pictóricos de Remedios Varo. Ello se debe a que no pueden concebir que alguien tenga la destreza suficiente para inventar medios técnicos propios –el soberbio esponjeado del cielo y de los troncos vegetales sobre la tersa superficie del masonite-­‐ o la maestría necesaria para saber –como supieron los maestros del estofado en los pasados siglos-­‐ emplear las laminillas voladoras de oro y plata como fondo, de resalte brillante, al levantar la capa superficial de pintura con la punta acerada del punzón; o el empleo de finas láminas de nácar –como hicieron los árabes y mudéjares en el taraceado de madera, nunca –como Remedios Varo en la pintura-­‐ para comunicarle vida a un rostro; y aun el conocimiento básico de la geometría necesaria para realizar el trazo perspectivo de una torre (los árabes, los teotihuacanos y los renacentistas concedieron a la geometría posibilidades extraordinarias de abstracción en el arte) para acentuar su mágica prestancia… hay una lógica evidente en todas sus composiciones, un orden meditado en su fantasía, una concisión temática que imprime unidad a cada cuadro. (Remedios)… ha creado un arte peculiar y nuevo, personal y diferente, síntesis de todo un cúmulo de antecedentes pictóricos y proyección poética hacia lo inexplorado.” (Raúl Flores Guerrero: La pintura de Remedios Varo, en La obra de Remedios Varo. México: INBA, 1964). “De esta fascinación por la vida de las cosas nació el oficio paciente del pincel, que pasa y repasa amorosamente el espacio, llena los rincones recrea los detalles para ir engendrando muros vivientes, superficies tersas infinitamente matizadas, atmósferas de niebla, de penumbra o intensa luminosidad en que todo está vibrando sutilmente. Amor a lo sensible del que nace el preciosismo de sus técnicas, la perfección del dibujo, la fidelidad de las formas, los volúmenes y las densidades, el juego de texturas, el equilibrio de las luces, la riqueza y limpidez del color.” Si bien la experiencia surrealista le fue sin duda enriquecedora, “…estuvo muy lejos de compartir aquellos caminos que tendían hacia la sub-­‐conciencia porque perseguía un estado de supra-­‐conciencia. Sus tendencias vitales y el tono general de su obra tienen una orientación completamente original que tiende siempre a un ennoblecimiento de lo real y no a su visión caótica o a la exaltación de sus imperfecciones. En este sentido Remedios es conservadora de una tradicional jerarquía de valores por la que da siempre preferencia a lo poético sobre lo prosaico, a lo luminoso sobre lo depresivo, a lo excelso sobre lo grotesco, a lo vivo sobre las descomposiciones.” Ponderando el interés de Remedios Varo por los conocimientos científicos (ya que lo imposible tiende a aparecer en el seno de la ciencia misma), Juliana González señala que “al igual que algunos poetas de ciencia ficción, Remedios inventó personajes sobrenaturales y aparatos fabulosos, construyó ciudades idealizadas, concibió paisajes extraños dotados de un ambiente sublime y lejano, creando un mundo de fantasías poéticas que tocan íntimamente porque están siempre plenas de evocaciones y sutiles significados. Lo imaginativo y lo imposible se tornan posibles en la medida en que la invención maravillosa tiene sentido para el alma y la imagen contiene una emoción sugerida, una comunicación latente en sus símbolos.” También en relación con el pensamiento que preside la obra de Remedios, Juliana nos habla de la concepción animista del Universo plasmado en la obra pictórica de la artista. “No hay para Remedios nada muerto en la naturaleza: todo está animado por un impulso dinámico y vital, por una energía espiritual que una al universo y que es la fuente de todos los milagros y de todas las transformaciones. La vida palpita en los muros, en los muebles, en las piedras. Las potencias del alma son infinitas y basta concentrar su energía para provocar con ella el hecho milagroso: levitaciones, penetración de los objetos, secretas invocaciones… Pero el hombre que penetra en estos poderes sobrenaturales tiene que emprender un viaje extraordinario que lo lleve por extraños horizontes, contrarios a los rumbos comunes… Tiene que aventurarse hacia lo inesperado, hacia lo maravilloso… Es este afán de exploraciones el que incita a Remedios a ingeniar constantemente los más prodigiosos medios de locomoción: vestiduras móviles, navíos imaginarios que se desplazan sutilmente impulsados por ruedas y poleas fabulosas, cuando no es por la magia del viento, o de la arena, o del agua, o por la fuerza del espíritu.” Finalmente la escritora nos habla de la eficacia estética de la obra pictórica de Remedios Varo: “El espectador que contempla su pintura se siente también transportado a esa realidad superior de criaturas sublimadas, de lugares vivificados por un aliento de religiosidad, que surgieron como imágenes serenas gestadas por una vida interior afanosa de hermosura. Mundo de fantasías y encantamientos donde late algo de las dimensiones incógnitas en las que Remedios quiso penetrar. Sus telas, como sus copas milagrosas, se desbordan infinitamente sin que podamos abarcar sus límites, ni comprender su íntima energía; tienen la noble virtud de mantener su misteriosidad, de no dejarse penetrar por la palabra, de no revelar sus últimas significaciones. En el arte de Remedios Varo la lógica, la fantasía, el humorismo, la religiosidad y el oficio, armónicamente fundidos emanan poesía. Y la poesía es testimonio creador de un espíritu excepcional que quiso ascender al monte análogo, que quiso robarse la luna y alimentarla de estrellas.” (Juliana González. Mundo y trasmundo de Remedios Varo en Remedios Varo, 3ª ed., p. 33-­‐39, Madrid: Edit. Walter Gruen/Fundación Banco Exterior, España, 1989). Alfonso Rubio y Rubio Imágenes Planta insumisa. 1961. Óleo sobre masonite. 84 x 62 cm.
Armonía. 1956. Óleo sobre masonite. 76 x 94 cm.
Mujer saliendo de psicoanalista. 1960. Óleo sobre tela. 71 x 41 cm.
Revelación o El relojero. Óleo sobre masonite. 71 x 84 cm. 1955.
Tailleur pour dames. 1957. Óleo sobre masonite. 77 x 95 cm.
Vagabundo. 1957. Óleo sobre masonite.
Retrato del doctor Ignacio Chávez. 1957. Óleo sobre masonite. 93 x 61 cm.
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