NEOINSTITUCION. STIGLITZ - SMiguel

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Joseph Stiglitz
Joseph Stiglitz nació en Gary, Indiana y con apenas 23 años culminó su Ph.D.
(doctorado) en el renombrado Massachusetts Institute of Technology (MIT), el que
forjó la formación teórica económica de una elite. Tanto Stiglitz como Krugman
abandonaron, en el correr de sus vidas, la investigación académica para aportar a la
praxis de la política económica y del desarrollo: ambos son, entre otros, activos en el
“Council of Economic Advisers”, Stiglitz fue finalmente vicepresidente del Banco
Mundial. En el año 2001 le fue otorgado a Joseph Stiglitz el Premio Nobel de economía.
Stiglitz se decidió, mientras realizaba sus estudios de P.h.D., por una estancia en el
extranjero, Cambridge, Gran Bretaña, para escuchar las opiniones críticas a la económia
neoclásica de Joan Robinson y Nicolas Kaldor. En Cambridge concluyó su tesis
doctoral sobre las causas de la desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza.
Ideas centrales
El deseo central en las ambiciones científicas de Stiglitz y Krugman es describir la
imperfección de los mercados y con esto rebatir la insuficiencia de la predominante
formación teórica neoclásica, la que cree en la competencia perfecta como
aproximación adecuada de la economía empírica. Ambos se ocupan con casos empíricos
especiales para, con estos resultados, poder hacer una contribución al cuerpo teórico
dominante (hegemónico). Stiglitz se dedica en su obra especialmente al problema de la
información imperfecta (economía de la información), sobre ésta construye casi la
totalidad de su obra hasta el presente. En su primer artículo conocido analiza los
contratos de arrendamiento entre los pequeños campesiones kenyanos y los
latifundistas. Él muestra, que los análisis anteriores, los que surgen sobre la base de la
ineficiencia del reparto de las cosechas entre los dueños de la tierra y los agricultores,
carecen de fundamento, porque ellos dejan fuera de la atención el déficit de información
y los problemas de estímulo. Stiglitz con ello se convierte en el precursor de la llamada
teoría del agente principal “Principal-Agent-Theorie”. Su conclusión es que el
mecanismo de precios no es ninguna garantía para la liquidación de existencias en el
mercado, siendo con frecuencia realidad en los mercados o el racionamiento de
cantidades o en casos extremos (por ejemplo en el mercado de seguros) donde no llega
ninguna oferta a causa de la selección adversa (“adverse selection”) y el riesgo moral
(“moral hazard”). Stiglitz fue, con esta contribución, cofundador de una microeconomía
fundamentada en la macroeconomía neo-keynesiana.
CRISIS ARGENTINA DE 2001/2002
Stiglitz critica la receta del FMI y dice que EEUU debe
abrirnos su mercado
El premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, sostiene que "culpar a la víctima no
ayudará". Atribuye la crisis principalmente al sistema de tipo de cambio fijo y a la
aplicación de las políticas contractivas recomendadas por el Fondo
12 de mayo de 2002
El premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, consideró en un artículo publicado en el
Washington Post que la explicación de la crisis argentina que se ha popularizado en
EEUU, que atribuye la causa al gasto desenfrenado y las políticas populistas, si bien
tiene algo de verdad va en la dirección equivocada, y afirmó que Washington debería
ayudar a la recuperación abriendo su mercado a nuestras exportaciones.
Stiglitz se pregunta si los grandes déficits, la mala administración y la corrupción
política fueron la causa última de la crisis. "Muchos economistas norteamericanos
sugieren que la crisis pudo haber sido prevenida si la Argentina seguía religiosamente el
consejo del FMI, especialmente cortando los gastos (incluyendo los del nivel
provincial) de modo más despiadado. Muchos latinoamericanos, sin embargo, piensan
que el plan del FMI completo habría conducido a una crisis aún peor -y más pronto.
Creo que son los latinoamericanos quienes están en lo correcto", sostiene.
"Como la mayoría de los economistas fuera del FMI creo que, en una baja de la
actividad económica, cortar gastos simplemente empeora las cosas", pero de todos
modos "el FMI dijo hagan recortes, y Argentina cumplió, podando gastos en el nivel
federal (excepto intereses) en 10% entre 1999 y 2001".
De esta manera, "los recortes exacerbaron la caída. Si hubieran sido tan despiadados
como lo deseaba el FMI, el colapso económico hubiera sido aún más rápido", señala
Stiglitz.
Agrega que "una mirada más estrecha a su presupuesto muestra también cuán
groseramente injusta es la imagen del desenfreno argentino que ha sido ampliamente
pintada. Los números oficiales revelan un déficit de menos del 3% del PBI -no un
número desaforado. Recordemos que en 1992, cuando EEUU estaba experimentando
una recesión mucho más suave que la actual de la Argentina, el déficit en el nivel
federal fue de 4,9% del PBI. Una economía en recesión normalmente genera un déficit,
porque los ingresos por impuestos se desploman y los gastos netos de seguridad
aumentan; y debería haber un déficit, porque eliminarlo simplemente sumerge la
economía en una recesión aún más profunda".
Stiglitz observa luego que incluso la cifra de 3% es engañosa, porque al privatizar el
sistema de jubilaciones "el dinero que había estado 'dentro del presupuesto' se movió
'hacia fuera'". Cita como ejemplo que si EEUU hubiera tenido un sistema de seguridad
social privatizado en 1992, el déficit hubiera sido ese año de 8% del PBI. "Si Argentina
no hubiera privatizado, su presupuesto 2001 habría mostrado realmente un superávit".
Concluye que, aún dejando esto de lado, en el centro de los déficits presupuestarios de
Argentina no se encuentra el gasto excesivo sino la caída de la actividad económica, que
llevó a su vez a un descenso de la recaudación impositiva.
Stiglitz atribuye gran parte del problema al régimen de tipo de cambio fijo. "El FMI
apoyó la política. Estabilizaba la moneda y se suponía iba a disciplinar al gobierno, que
no podía gastar más allá de sus medios imprimiendo moneda sin romper la paridad.
Sólo podía gastar más allá de sus medios tomando prestado. Y para tomar prestado,
presumiblemente, tendría que seguir buenas políticas económicas. Parecía haberse
encontrado una fórmula mágica para domesticar a los aparentemente incorregibles
políticos".
"Había sólo un problema: era un sistema condenado a fracasar. Los tipos de cambio fijo
nunca funcionaron", enfatiza. Fijar el valor del peso con el dólar hubiera tenido sentido
si Argentina comerciara con EEUU, pero no al hacerlo principalmente con Europa y
Brasil. El dólar sobrevaluado produjo en EEUU un enorme déficit comercial que ese
país fue capaz de sustentar. No fue el caso de Argentina.
"Cuando se tiene un masivo déficit comercial, hay que tomar prestado en el exterior
para financiarlo. Aunque EEUU es ahora el más grande deudor del mundo, los
extranjeros están todavía dispuestos a prestarnos dinero. Estaban dispuestos también a
prestarle a la Argentina cuando tenía el sello de aprobación del FMI. Pero finalmente se
dieron cuenta del riesgo".
Stiglitz puntualiza que debido a las sucesivas crisis financieras que comenzaron con la
del peso Mexicano y siguieron con el Sudeste Asiático, Rusia y Brasil, la Argentina
debió pagar tasas cada vez más altas a sus acreedores externos e internos. A esto se
sumó la pérdida de competitividad de nuestras exportaciones debido a la devaluación
brasileña y la caída del euro, así como la baja en el precio de los commodities.
"El tipo de cambio fijo condujo a un círculo vicioso. A medida que se volvía claro que
una devaluación era inevitable, los prestamistas en pesos insistían en tasas de interés
aún más elevadas para compensarlos por el riesgo cambiario. Las tasas de interés más
altas no sólo aumentaron el riesgo de devaluación, sino que contribuyeron a un nuevo
riesgo de default, que a su turno llevó a tasas de interés aún más altas para compensar
ese riesgo".
Responde a quienes dicen que el sistema de convertibilidad hubiera funcionado sin la
"mala suerte" de las crisis financieras globales, observando que "los mercados
financieros son altamente volátiles. La cuestión no era si el sistema de tipo de cambio
fijo se rompería, sino sólo cuándo y cómo".
Recuerda que en EEUU hay acuerdo que en un contexto de caída de la economía "un
estímulo fiscal es el remedio". El FMI recomienda lo contrario para la Argentina bajo el
supuesto de que si el país reduce el déficit los inversores volverán a traer sus fondos, lo
que Stiglitz considera "altamente improbable".
Dice finalmente que los recursos naturales y humanos de la Argentina no han sido
destruidos por la crisis y que "lo que se requiere ahora es volver a encender el motor".
Además de proveer asistencia para esto, Stiglitz sostiene que EEUU "debería abrir su
mercado a los productos argentinos. Más que cualquier otra cosa, fue el comercio con
EEUU el que sacó a México de su crisis. Esta es una forma de asistencia que no nos
costaría nada". Concluye que "culpar a la víctima no ayudará".
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