RACIONALISMO SIN DOGMAS FRENTE A ESCEPTICISMO: DE

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RACIONALISMO SIN DOGMAS FRENTE A ESCEPTICISMO: DE LEIBNIZ A
TOULMIN. (LO RACIONAL COMO RAZONABLE)
[Seminario abierto de filosofía. UPV/EHU. 22-11-2007]
Txetxu Ausín
[email protected]
Grupo de Estudios Lógico-Jurídicos (JuriLog)
www.jurid.net/jurilog
Instituto de Filosofía, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC
www.ifs.csic.es
Resumen
El objetivo de este trabajo es presentar a Leibniz como un crítico del escepticismo pero
alejado del dogmatismo de otros racionalistas de la época. A pesar de su profunda confianza en
el poder de la razón humana (“nada acontece sin razón suficiente”, como reza el conocido
principio de su filosofía), Leibniz distó mucho de ser un racionalista al uso, al estilo
paradigmático de Descartes, sino un racionalista con muchos tonos y matices.
Ezequiel de Olaso planteaba ya el ‘ars disputandi’ leibniziano como el espacio común
con el escéptico en tanto que metodología de la disputa reglada, de la controversia, donde se
manejan recursos argumentales clave como la presunción o la carga de la prueba (de indudable
inspiración jurisprudencial).
Y es este terreno compartido (el de la argumentación y la ponderación), crucial en los
asuntos contingentes y de la racionalidad práctica, el que también reivindica Stephen Toulmin
en su defensa de un reequilibrio entre la razón teórica y el caso concreto, crucial en sus
propuestas para la filosofía moral y la bioética.
Atendiendo a la presentación de Leibniz desde una perspectiva que pone el acento en las
controversias (Olaso, Dascal), cabe establecer una analogía de planteamientos entre Leibniz y
Toulmin en torno a un enfoque argumentativo y ponderativo de la racionalidad práctica,
inspirado en la práctica jurisprudencial. Ambos compartirían un modelo de racionalidad donde
los principios deben conectarse con lo particular y lo contingente, con lo característico del caso
y su circunstancia. Una racionalidad ‘situada’, que contempla la pluralidad de intereses y
valores, el conflicto, la diversidad y una aproximación ética consecuencialista. Ambos
compartirían, por tanto, la necesidad de una ‘working logic’, que liga la teoría y la práctica
(theoria cum praxi) y que, en términos de Toulmin, configura la ‘razonabilidad’
(reasonableness).
CITAS
“... aunque siguió abogando por la unidad como programa general, Leibniz consideraba que el
mundo estaba compuesto de múltiples niveles de unidades: no todos ellos tenían el mismo
estatus teórico que las ‘partículas’ en la dinámica de Newton. Por el contrario, él reconocía
diferencias de complejidad en las actividades —y hasta en las percepciones— de distintos
sistemas naturales, y se refería a ellos como a muchos tipos distintos de ‘mónadas’ dentro de
sistema global del mundo.” Toulmin.
“[Leibniz] distó de ser un dogmático típico, esto es, un filósofo sordo a todo tipo de objeciones,
entre ellas y preferentemente las objeciones del escepticismo. Más aún, Leibniz procuró ofrecer
una filosofía que le reconociera su justo lugar a un máximo de posiciones filosóficas
alternativas, entre ellas el escepticismo. Por otra parte, Leibniz no se refirió episódicamente al
tema: leyó los textos originales, tomó en cuenta los argumentos tradicionales del escepticismo
antiguo y también los argumentos escépticos contemporáneos de él, con quienes mantuvo
constantes y amistosas relaciones controversiales.” Olaso.
“Y como una misma ciudad contemplada desde diferentes lados parece enteramente otra y se
halla como multiplicada en lo que respecta a su perspectiva, también ocurre que debido a la
multitud infinita de las sustancias simples, hay como otros tantos universos diferentes que, sin
embargo, no son más que las perspectivas de uno solo según los diferentes puntos de vista de
cada mónada.” Leibniz.
“Pero se dan también igualmente otros casos en los que igualmente es innecesario otro juez de
controversias que la razón, pues puede encontrarse claramente la verdad por caminos precisos y
modos comúnmente conocidos, como ocurre en las cuestiones geométricas y aritméticas sobre
la magnitud de las cosas. En efecto, en asuntos de cálculo no hace falta juez; basta con enumerar
cuidadosamente sin omitir nada, para que con toda evidencia se siga necesariamente la
conclusión, como en Geometría.” Leibniz.
“Cum Deus calculate et cogitationem exercet, fit mundus.” Leibniz.
“(…) cuius auxilio diversae nationes animi sensa comunicare et quae scripsit alter in sua
quisque lingua legere queat …”. Leibniz.
“Por eso la forma de disputar resulta forzosa en cuestiones necesarias, pues ahí se presentan
verdades eternas, pero no así en cuestiones contingentes donde se debe elegir lo más probable.
(...) Pero generalmente se dice, rationes non esse numerandas sed ponderandas.” Leibniz.
“Está bien reflexionar sobre principios eternos y universales, siempre y cuando estén vinculados
con las esferas de la vida que buscan esclarecer; pero ignorar las exigencias apremiantes de la
vida diaria, más que loable es deplorable, es el comportamiento de un avestruz intelectual.”
Toulmin.
“Quiero presentar una balanza del Derecho, un nuevo tipo de instrumento con el que no se
pueden estimar riquezas y piedras preciosas sino, lo que es más valioso, el peso de las razones.
Se dice habitualmente que quien tiene en sus manos la suprema facultad de decidir después de
ponderar todos los elementos no debe contar sino pesar los argumentos de quienes deciden, los
pareceres de los autores, las expresiones de los que deliberan. (...) Así pues ahora tenemos al fin
este asunto -notablemente útil en toda la vida- del sagrario de la jurisprudencia en donde estaba
tan escondido que apenas se lo podía reconocer. Ante este descubrimiento se debe considerar,
en efecto, que así como los matemáticos han ejercido de un modo óptimo y en mayor medida
que nadie la lógica, esto es el arte de la razón, en las cosas necesarias, así los jurisconsultos la
han practicado en asuntos contingentes.” Leibniz.
“La lógica, podríamos decir, es una jurisprudencia generalizada. Los argumentos pueden
compararse con las demandas judiciales, y las afirmaciones que se realizan y argumentan en
contextos extra-legales, con afirmaciones hechas ante los tribunales, mientras que los casos
presentados para apoyar cada tipo de afirmación pueden ser comparados entre sí. Una de las
tareas capitales de la jurisprudencia es caracterizar los elementos esenciales del proceso legal:
los procedimientos o trámites por medio de los cuales las demandas se presentan ante la ley, se
debaten y se determinan, así como las categorías en que esto se lleva a cabo. Nuestra propia
investigación es paralela: nuestra finalidad es, análogamente, caracterizar lo que podría llamarse
“el proceso racional”, los trámites y categorías que se emplean para que las afirmaciones en
general puedan se objeto de argumentación y el acuerdo final sea posible. (…) la naturaleza del
proceso del proceso racional será objeto de discusión teniendo en mente la “analogía jurídica”:
nuestro tema será la prudentia, no simplemente del ius, sino de manera más general de la ratio.”
Toulmin.
“(…) el último opúsculo trata de la Felicidad, o sea, de la Ciencia de la vida, en la que ha de
mostrarse la utilidad de todos los anteriores, y en el que los problemas, que gracias a ellos
pueden construirse, han de disponerse, no por el orden de sus materias, sino de sus resultados.”
Leibniz.
“La lógica borrosa no favorece para nada el relativismo, sino que pone de manifiesto el carácter
relacional de la verdad. Con ello se rechaza, por irrelevante y confusa, la oposición entre
‘verdad’ y ‘opinión’, que ha venido inquietando el pensamiento occidental desde la época
presocrática.” Trillas, Alsina y Terricabras.
“Al principio hablé de que la razón había “perdido su equilibrio” en el siglo XVII, y lo achaqué
a la obsesión por la teoría formal a expensas de la práctica cotidiana que elevaba la deducción
euclidiana por encima de cualquier otro tipo de razonamiento. Pero yo no me proponía darle la
vuelta a la balanza completamente, ni elevar a la práctica, a su vez, por encima de la teoría. Lo
que yo quería hacer era restablecer un equilibrio adecuado entre ellas: reconocer las
reivindicaciones legítimas de las “teorías” sin exagerar las atracciones formales del
razonamiento euclidiano, y defender las lecciones de la “práctica” real sin denigrar los poderes
del argumento teórico.” Tolmin.
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