Un Extraño Triunfo Después De 100 Años de Derrota

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UN EXTRAÑO TRIUNFO DESPUES DE 100
AÑOS DE DERROTA
(P. Manuel Rivas)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?
(Salmo 22:1)
Introducción
¡Chile ha salido campeón de
la Copa América! La alegría de una
gran mayoría de chilenos se ha visto
reflejada en las celebraciones en las
calles y gente disfrutando de un
resultado deportivo histórico que
esperábamos por mucho tiempo.
No por nada han pasado 99
años desde que esta copa se juega y
Chile nunca había salido campeón.
Una realidad mucho más
dramática vivieron los judíos en el siglo
primero. Ellos habían vivido una historia
de sufrimiento, no porque pasaron 99
años sin ganar una Copa América, sino
porque llevaban 400 años de
sometimiento a imperios extranjeros. Y
desde el año 63 a.C. hasta, el año
que Jesús fue clavado en la cruz
había pasado casi cien años de
derrota a manos del Imperio
Romano.
Y cuando parecía que el triunfo
llegaría por fin por medio de un maestro
itinerante de Galilea; Jesús, quien se
proclamaba como el Mesías, se produjo
una profunda decepción. El que decía
ser el Mesías, fue tomado prisionero,
juzgado rápidamente, y ajusticiado con
la pena de muerte más ignominiosa
que alguien podría padecer, la
crucifixión. Lo que sucedió tuvo un final
inesperado. ¿Acaso falló Jesús?
1.- La aparente derrota
espiritual del Mesías (vs. 1-5)
El versículo 1 del salmo 22 es
citado por dos evangelistas: Mateo
muestra la referencia desde el hebreo y
en Marcos desde el arameo.
¿Estarías
dispuesto
a
“perder” una relación exitosa para
ayudar a personas que te han
producido dolor físico y emocional?
¡Eso es lo que hizo Jesús! Al citar el
Señor esta Escritura nos muestra que
Jesús sintió un verdadero y real
desamparo de la presencia, el
cuidado y la protección de Dios el
Padre. El Dios santo se separó de su
Hijo.
Dios
perfectamente
puede
imponer sus términos y escribir su
triunfo bajo los mismos estándares que
hay en la actualidad. Pero Él decidió
hacerlo por medio del sufrimiento del
Siervo de Jehová, por su sangre
derramada, para que por medio de ese
sufrimiento,
nosotros
fuéramos
reconciliados con Dios el Padre.
“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros
que en otro tiempo estabais lejos,
habéis sido hechos cercanos por la
sangre de Cristo”.
(Efesios 2:13)
2.- La aparente derrota
emocional del Mesías (vs. 6-11)
Mas yo soy gusano, y no hombre;
Oprobio de los hombres,
y despreciado del pueblo. (vs. 6)
Se imagina usted que cuando
Alexis Sánchez estaba por patear el
último
penal
hubiese
lanzado
voluntariamente la pelota a uno de los
costados de la cancha.
Todos hubiésemos quedado en
silencio agarrando nuestras cabezas y
preguntándonos: “¡Qué está haciendo!”.
De la misma forma, todo un país estaba
entusiasmado con Jesús, la multitud
exclamaba en la entrada triunfal a
Jerusalén: “Hosanna al Hijo de David”.
Sin
embargo,
decidió
voluntariamente entregarse a la cruz y
sus
seguidores
quedaron
profundamente decepcionados. Pero
esto no pasó sólo con sus discípulos,
sino con el pueblo judío que se volvió
en contra de Él.
El Dios de la Biblia quiso traer
el mayor triunfo que este mundo
conocerá por medio que el Mesías se
transformara en el Siervo Sufriente
que mostraba la Palabra de Dios en
el salmo 22 y en Isaías 52 y 53.
Pero ¿Por qué una historia
que parece de derrota es una
historia de triunfo? El escritor
cristiano Don Carson dice: “Dios no ha
dispuesto las cosas para que la locura
del Evangelio salve a aquellos cuyo
coeficiente de inteligencia supere los
130 puntos. ¿Dónde dejaría eso al
resto de nosotros? La locura de la
predicación tampoco transforma a los
jóvenes, los guapos, los extrovertidos,
los educados, los ricos, los sanos, los
honestos. ¿Qué pasaría entonces con
los ancianos, los feos, los introvertidos,
los incultos, los pobres, los enfermos,
los perversos?”
3.- La aparente derrota física
del Mesías (vs. 6-11)
Porque perros me han rodeado;
Me ha cercado cuadrilla de malignos;
Horadaron mis manos y mis pies.
(vs. 16)
Lo que Jesús padeció no sólo
fue una relación rota con su Padre, o
daño emocional producto del rechazo
de su pueblo. El padeció físicamente.
Muchos de nosotros estamos
batallando con el dolor físico: un
reumatismo que avanza, una úlcera
que crece, un tumor maligno que
aumenta.
Quizás otros están batallando
con el dolor emocional. Una relación
matrimonial
quebrantada,
la
comunicación entre hermanos que no
mejora, una relación padre-hijo que no
está a la altura de nuestras
expectativas.
Jesús también pasó por esos
diversos de sufrimientos, sin embargo,
experimentó un dolor que nosotros no
hemos experimentado jamás: la
separación del Padre, para que los
rebeldes pudiéramos ser reconciliados
con Dios. La vida de Jesús el Mesías
tuvo un final inesperado, sin
embargo, es una historia de triunfo.
Conclusión
Hoy estamos disfrutando un
logro deportivo histórico, y sigámoslo
haciendo. Nosotros pedíamos que se
acabaran los triunfos morales y ellos lo
lograron, por lo cual los recordaremos
como la mejor selección de fútbol,
hasta el momento, que ha tenido
nuestro país.
Pero
recordemos
dos
aspectos que nos enseña la muerte
de Jesús.
1.- Jesús sufrió la aparente derrota
para que incluso el ser humano más
derrotado tenga victoria en Él. “Somos
más que vencedores por medio de
aquel que nos amó”.
2.- Jesús sufrió la aparente derrota
para que los que hemos confiado en Él
no basemos nuestra vida en los méritos
que tenemos.
Jesús sufrió para poder salvar e
identificar con los pecadores más
terribles y con menos méritos que
hayan en esta tierra.
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