Fue el memorando de Severo Mallet Prevost, abogado estadounidense que integró la defensa de Venezuela y quien siempre –a diferencia de los jueces– se mantuvo apegado a derecho; el cual ordenó publicarlo después de su muerte, el que reveló que la decisión del tribunal Arbitral se debió a una negociación política entre de sus miembros, impulsado por el juez ruso, quien chantajeó a los jueces de EE.UU. representantes de Venezuela, para forzar a una decisión unánime. “… una tarde recibí un mensaje del Magistrado Brewer [representante estadounidense por Venezuela] en el cual me decía que él y el Magistrado Fuller [también representante estadounidense por Venezuela] deseaban hablar conmigo. ... ... el Juez Brewer se levantó y me dijo muy exaltado: "Mallet-Prevost, es inútil continuar por más tiempo esta farsa pretendiendo que nosotros somos jueces y usted abogado. El Magistrado Fuller y yo hemos decidido revelarle confidencialmente lo que acaba de pasar. Martens ha venido a vernos y nos informa que Russell y Collins [los representates ingleses] están dispuestos a decidir en favor de la línea Schomburgk que, partiendo desde punta Barima en la costa, daría a Gran Bretaña el control de la boca principal del Orinoco; y si nosotros insistimos en comenzar la línea partiendo de la costa en el río Moroco, él se pondrá del lado de los británicos y aprobará la línea Schomburgk como la verdadera frontera". "Sin embargo añadió- él, Martens, estaba ansioso de lograr una sentencia unánime, y si aceptáramos la línea que él propone, él obtendría la aprobación de Lord Russell y Lord Collins...". Lo que Martens proponía era que la línea... comenzara a cierta distancia al sudeste de punta Barima, de modo de dar a Venezuela el dominio de la boca del Orinoco... Esto es lo que Martens ha propuesto. (...)Lo que tenemos que decidir es si aceptamos la proposición de Martens o suscribimos una opinión disidente. (...)Cuando revelé al general Harrison [consejero estadounidense] lo que acababa de pasar..., calificó la conducta de Gran Bretaña y Rusia en términos que es para mí inútil repetir. Su primera reacción fue la de pedir a Fuller y a Brewer que presentaran una opinión disidente, pero cuando se calmó y estudió el asunto desde un punto de vista práctico, me dijo: "... si algún día se supiera que estuvo en nuestras manos conservar la desembocadura del Orinoco para Venezuela y que no lo hicimos, nunca se nos perdonaría. Lo que Martens propone es inicuo, pero no veo cómo Fuller y Brewer puedan hacer otra cosa que aceptar". Estuve de acuerdo con el general Harrison y así lo hice saber a los magistrados... La decisión del tribunal fue, en consecuencia, unánime; pero, si bien es cierto que dio a Venezuela el sector en litigio más importante desde un punto de vista estratégico, fue injusta para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e importante sobre el cual la Gran Bretaña no tenía, en mi opinión, la menor sombra de derecho…” Todas estas revelaciones condujeron a Venezuela a ordenar una investigación profunda del caso. El 12 de noviembre de 1962, el Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, doctor Marcos Falcón Briceño, hace una exposición en la Organización de Naciones Unidas (ONU), para denunciar el Laudo Arbitral, alegando que existió componenda y vicios de forma y de fondo para justificar un despojo. En su exposición recalca que Venezuela considera nulo e írrito (inexistente) el Laudo Arbitral debido a lo que se conoce en derecho internacional como actos contrarios a la buena fe realizados por parte del gobierno británico y de los integrantes del tribunal. La denuncia de Venezuela fue admitida en la ONU y fue sujeta a revisión toda la documentación presentada por Venezuela que demostró la ilegalidad del Laudo de París. Esto conllevó a la firma del ACUERDO DE GINEBRA DEL 17 DE FEBRERO DE 1966 (aún vigente), en el que se establecen una serie de pasos para solucionar el conflicto de forma pacífica. Tan solo 98 días después de la firma del mencionado Acuerdo, Inglaterra estratégicamente le concede la independencia a su colonia Guayana Inglesa el 26 de mayo de 1966, creándose así la actual República Cooperativa de Guyana, a la que le transfiere el problema territorial, fronterizo y de soberanía con nuestra nación. Venezuela desde ese mismo día reconoce al nuevo país pero reafirma sus derechos de soberanía sobre toda el área oeste del río Esequibo y que comprende nuestra Guayana Esequiba. ÎPARA REFLEXIONAR: Nosotros los venezolanos y venezolanas debemos rescatar y atender a nuestros compatriotas esequibanos y esequibanas, quienes son venezolanos y venezolanas por nacimiento, actuando intensamente en lo social, económico, cultural y poblacional, sin descuidar el Acuerdo de Ginebra y los demás aspectos políticos, jurídicos, diplomáticos y militares. Una vez que se haya atendido e integrado a la gente a su venezolanidad, será más fácil recuperar el territorio, pues lo accesorio (el territorio) sigue a lo principal (su gente). Material preparado por el “Movimiento Nacional Al Rescate Del Esequibano y del Esequibo” (MNARDEE) para difundir conocimiento en la población venezolana sobre la Guayana Esequiba (Territorio Esequibo o “Zona en Reclamación”). Octubre de 2011. Bibliografía: Libro “A un siglo del despojo – Esequibo”. Julio de 2004. Contacto: 0414-3255099; [email protected], [email protected], @MNARDEE, Sitio web: https://sites.google.com/site/mnardee/ Blog: http://www.mnardee.blogspot.com/ El nulo e írrito Laudo Arbitral de París DEL 3 DE OCTUBRE DE 1899 ▬ Frontera colonial original desde 1648 (legítima frontera entre Venezuela y Guyana). ▬ Línea de Rosebery de 1888. ▬ Línea de Schomburgk de 1887 (supuesta máxima aspiración inglesa). ▬ Línea impuesta por el Laudo Arbitral de París de 1899 no aceptada por Venezuela. El LAUDO ARBITRAL DE PARÍS DEL 3 DE OCTUBRE DE 1899 fue el medio disfrazado de legalidad por el cual la Ingaterra colonialista e imperialista de la época, en conjunto con Rusia y Estados Unidos, le usurpó (robó) a Venezuela el territorio que hoy día se conoce como Guayana Esequiba de 159.500 km2. El mecanismo consistió en un arbitraje alejado de todo derecho, ética y moral en donde existió corrupción judicial. Venezuela declaró nulo e írrito (inexistente) este laudo (dictamen) lo cual fue admitido por su contraparte, medio siglo después, en el ACUERDO DE GINEBRA DEL 17 DE FEBRERO DE 1966 donde se reconocen los legítimos derechos de soberanía venezolanos sobre la Guayana Esequiba. La Inglaterra era un imperio terrófago, ávido de dominar la máxima extensión de puntos clave en tierra, mares y ríos del mundo. En esta ambición, se hizo de la isla de Trinidad en 1802 que hasta entonces era de dominio español como una provincia de la Capitanía General de Venezuela; entre otros motivos, le interesaba la isla por su cercanía al Orinoco. Asimismo, en 1814, se hizo de una parte Oeste de la Guayana Holandesa comprendida entre los ríos Esequibo y Corentín, creándose la nueva colonia de Guayana Inglesa. A partir de entonces los ingleses comenzaron a invadir el territorio –de la ya independiente Venezuela, desde 1810– comprendido al Oeste del río Esequibo que siempre fue de dominio español desde el descubrimiento y luego de la Venezuela republicana, buscando dominar las bocas del río Orinoco, en su desembocadura en océano Atlántico, para controlar el río y su tráfico de embarcaciones, además de adueñarse de las minas de oro y diamantes. Fueron las líneas de los mapas del naturalista prusiano Robert Schomburgk, desde 1835 a 1887, el instrumento fraudulento de Inglaterra para extender ilegalmente la frontera de su colonia hacia el Oeste, inicialmente delineada por el río Esequibo, para posterior y finalmente, en 1887, ambicionar 203.310 km2 abarcando hasta los montes de Upata y Punta Barima en la desembocadura del río Orinoco. En 1850 Venezuela e Inglaterra firman un acuerdo de Statu Quo (dejar las cosas como estaban para ese momento) de no avanzar ni ocupar nuevos territorios. En 1887 el presidente de Venezuela, Antonio Guzmán Blanco, rompe relaciones con Inglaterra porque los ingleses habían seguido invadiendo territorio venezolano en el río Pomerón y en las bocas del río Orinoco, incumpliendo el acuerdo de 1850. Desde ese año Venezuela hizo un gran esfuerzo militar para frenar a la invasión inglesa, pero sin tener éxito. En 1895, después de 10 años de pedir ayuda, el presidente Grover Cleveland de los Estados Unidos de América, decide intervenir en el conflicto entre Venezuela e Inglaterra, invocando la Doctrina Monroe “América para los americanos” que entendía como una amenaza para los propios EE.UU. la agresión de una potencia europea sobre cualquier país del continente americano. De este modo, forzaron a la reacia Inglaterra a dirimir el conflicto en un Arbitraje, ya que si no lo hacía, los EE.UU. estarían dispuestos a ir a la guerra. Inglaterra y su Primer Ministro Lord Salisbury, sabiendo que eran la mayor potencia de la época, se oponían al arbitraje en todas sus formas, prefería la ocupación de facto y usar su fuerza militar. Sin embargo, el arbitraje negociado, ya no con Venezuela sino con EE.UU., le era ampliamente favorable. El 2 de febrero de 1897 se firma el TRATADO ARBITRAL DE WASHINGTON D.C. en la capital estadounidense, en el cual se llevaría a Arbitraje (juicio con varios árbitros o jueces) el problema limítrofe. Inglaterra no aceptó que Venezuela se representara directamente sino que ésta debía ejercerse por EE.UU., ya que para los ingleses los venezolanos éramos “indios bananeros con olor a trópico” y “hombres de color semibárbaros” con quienes no podían sentarse en la misma mesa a negociar. El tribunal que estuvo representado por dos ingleses por Inglaterra, dos estadounidenses por Venezuela y el presidente del tribunal sería un jurista ruso, quien lejos de ser la parte más imparcial y más equilibrada, fue sesgado dentro y fuera del Tribunal: era amigo personal de la reina de Inglaterra, impartía clases en dos universidades británicas y, en su obra escrita, había afirmado que “Rusia e Inglaterra están predestinadas por la providencia para dominar a los países bárbaros” y Venezuela, sin duda, fue considerada por ellos como uno de esos países. Ante tales circunstancias Inglaterra tenía todas las de ganar, aunado a que en el propio Tratado Arbitral fue incluida la cláusula de prescripción adquisitiva que establecía como prueba suficiente de soberanía el dominio de –escasos– 50 años sobre el territorio, en detrimento de más de 300 años de dominio español y luego venezolano. El jurista ruso extorsionó a los representantes de EE.UU. para que votaran por su propuesta de dejarle a Venezuela el control de las bocas del río Orinoco y una pequeña porción de territorio, de lo contrario, se aliaría a favor de los ingleses y Venezuela perdería todo. Los EE.UU. no defendieron los derechos venezolanos sino que actuaron a favor de los intereses estadounidenses. EE.UU. aceptó la propuesta del juez ruso para reforzar, en aquella época, su ambición de posicionarse como nuevo imperio emergente sobre los ingleses, al condicionar las decisiones a su aprobación y truncar su pretensión de dominar el río Orinoco; Inglaterra aceptó también, ampliamente favorecida, al obtener el 90% de su máxima aspiración agrandando así su colonia obtenida a Holanda. El jurista ruso, Fiódor Martens, se llenaría de gloria personal (aunque espuria de fondo) al haber logrado el primer laudo arbitral “resuelto por unanimidad” en la historia. Las reacciones no se hicieron esperar, el dictamen causó sorpresa en venezolanos, franceses, brasileros e incluso en los propios ingleses quienes estaban conscientes de las inconsistencias de sus argumentos y de la decisión arbitral. Al conocerse en Venezuela la noticia, el presidente venezolano Ignacio Andrade, a pesar de la crisis por la que atravesaba Venezuela en 1899, protestó cuatro días después de la decisión del tribunal. En 1907, Brasil a través de su embajador ante la II Conferencia de Paz de la Haya, expresó al respecto que se había cometido una injusticia contra Venezuela, que también perjudicaba la territorialidad de Brasil. El periódico “The Times”, de Londres, publicó "nada había en la historia de la controversia, que explicase adecuadamente la línea fronteriza establecida en el Laudo." Lord Salisbury (riendo entre dientes) "Me gusta el arbitraje - ¡en el Lugar Apropiado!" Caricatura de la expresión de la sátira de los propios ingleses que muestran al Primer Ministro británico, Lord Salisbury (quien se oponía rotundamente a los laudos arbitrales), saliendo de la sala de sesiones con todo: la línea de Schomburgk, 60.000 millas cuadradas y las minas y bosques. Con el dictamen del tribunal no solo le usurparon territorio a Venezuela sino que Brasil también perdió territorio. Venezuela y Brasil habían definido sus fronteras en 1859 mediante la “divisoria de aguas”, donde Brasil le reconoce a Venezuela los territorios de la cuenca del Orinoco y de la cuenca del río Esequibo mientras que Venezuela reconoce a Brasil la cuenca del río Amazonas. Con el laudo, se apropiaron de parte de territorio perteneciente a la cuenca amazónica lo que condujo a otro arbitraje entre Inglaterra y Brasil, en 1904, que fue decidido por el rey de Italia. Durante 50 años, Venezuela estuvo imposibilitada de demostrar la ilegalidad del Laudo pero, en 1949, se da a conocer un documento que revelaría todo lo ocurrido en él y de la negociación a realizada entre el presidente del tribunal y los jueces de EE.UU. e Inglaterra, a espaldas del derecho internacional.