Triptico Laudo Arbitral Paris 1899

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Fue el memorando de Severo Mallet
Prevost, abogado estadounidense que integró
la defensa de Venezuela y quien siempre –a
diferencia de los jueces– se mantuvo apegado
a derecho; el cual ordenó publicarlo después
de su muerte, el que reveló que la decisión del
tribunal Arbitral se debió a una negociación
política entre de sus miembros, impulsado por el juez ruso,
quien chantajeó a los jueces de EE.UU. representantes de
Venezuela, para forzar a una decisión unánime.
“… una tarde recibí un mensaje del Magistrado Brewer
[representante estadounidense por Venezuela] en el cual me decía
que él y el Magistrado Fuller [también representante
estadounidense por Venezuela] deseaban hablar conmigo. ... ... el
Juez Brewer se levantó y me dijo muy exaltado: "Mallet-Prevost, es
inútil continuar por más tiempo esta farsa pretendiendo que
nosotros somos jueces y usted abogado. El Magistrado Fuller y yo
hemos decidido revelarle confidencialmente lo que acaba de pasar.
Martens ha venido a vernos y nos informa que Russell y Collins [los
representates ingleses] están dispuestos a decidir en favor de la
línea Schomburgk que, partiendo desde punta Barima en la costa,
daría a Gran Bretaña el control de la boca principal del Orinoco; y
si nosotros insistimos en comenzar la línea partiendo de la costa en
el río Moroco, él se pondrá del lado de los británicos y aprobará la
línea Schomburgk como la verdadera frontera". "Sin embargo añadió- él, Martens, estaba ansioso de lograr una sentencia
unánime, y si aceptáramos la línea que él propone, él obtendría la
aprobación de Lord Russell y Lord Collins...". Lo que Martens
proponía era que la línea... comenzara a cierta distancia al sudeste
de punta Barima, de modo de dar a Venezuela el dominio de la
boca del Orinoco...
Esto es lo que Martens ha propuesto. (...)Lo que tenemos que
decidir es si aceptamos la proposición de Martens o suscribimos
una opinión disidente. (...)Cuando revelé al general Harrison
[consejero estadounidense] lo que acababa de pasar..., calificó la
conducta de Gran Bretaña y Rusia en términos que es para mí
inútil repetir. Su primera reacción fue la de pedir a Fuller y a
Brewer que presentaran una opinión disidente, pero cuando se
calmó y estudió el asunto desde un punto de vista práctico, me dijo:
"... si algún día se supiera que estuvo en nuestras manos conservar
la desembocadura del Orinoco para Venezuela y que no lo hicimos,
nunca se nos perdonaría. Lo que Martens propone es inicuo, pero
no veo cómo Fuller y Brewer puedan hacer otra cosa que aceptar".
Estuve de acuerdo con el general Harrison y así lo hice saber a los
magistrados... La decisión del tribunal fue, en consecuencia,
unánime; pero, si bien es cierto que dio a Venezuela el sector en
litigio más importante desde un punto de vista estratégico, fue
injusta para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e
importante sobre el cual la Gran Bretaña no tenía, en mi opinión, la
menor sombra de derecho…” Todas estas revelaciones
condujeron a Venezuela a ordenar una investigación profunda
del caso.
El 12 de noviembre de 1962, el Ministro
de Relaciones Exteriores de Venezuela,
doctor Marcos Falcón Briceño, hace una
exposición en la Organización de
Naciones Unidas (ONU), para denunciar
el Laudo Arbitral, alegando que existió
componenda y vicios de forma y de fondo
para justificar un despojo. En su exposición recalca que
Venezuela considera nulo e írrito (inexistente) el Laudo
Arbitral debido a lo que se conoce en derecho internacional
como actos contrarios a la buena fe realizados por parte del
gobierno británico y de los integrantes del tribunal.
La denuncia de Venezuela fue admitida en
la ONU y fue sujeta a revisión toda la
documentación presentada por Venezuela
que demostró la ilegalidad del Laudo de
París. Esto conllevó a la firma del ACUERDO
DE GINEBRA DEL 17 DE FEBRERO DE 1966 (aún vigente), en
el que se establecen una serie de pasos para solucionar el
conflicto de forma pacífica. Tan solo 98 días después de la
firma del mencionado Acuerdo, Inglaterra estratégicamente le
concede la independencia a su colonia Guayana Inglesa el 26
de mayo de 1966, creándose así la actual República
Cooperativa de Guyana, a la que le transfiere el problema
territorial, fronterizo y de soberanía con nuestra nación.
Venezuela desde ese mismo día reconoce al nuevo país pero
reafirma sus derechos de soberanía sobre toda el área oeste del
río Esequibo y que comprende nuestra Guayana Esequiba.
ÎPARA REFLEXIONAR: Nosotros los venezolanos y venezolanas
debemos rescatar y atender a nuestros compatriotas esequibanos y
esequibanas, quienes son venezolanos y venezolanas por nacimiento,
actuando intensamente en lo social, económico, cultural y
poblacional, sin descuidar el Acuerdo de Ginebra y los demás aspectos
políticos, jurídicos, diplomáticos y militares. Una vez que se haya
atendido e integrado a la gente a su venezolanidad, será más fácil
recuperar el territorio, pues lo accesorio (el territorio) sigue a lo principal
(su gente).
Material preparado por el “Movimiento Nacional Al Rescate Del
Esequibano y del Esequibo” (MNARDEE) para difundir conocimiento
en la población venezolana sobre la Guayana Esequiba (Territorio
Esequibo o “Zona en Reclamación”). Octubre de 2011.
Bibliografía: Libro “A un siglo del despojo – Esequibo”. Julio de 2004.
Contacto: 0414-3255099; [email protected], [email protected],
@MNARDEE, Sitio web: https://sites.google.com/site/mnardee/
Blog: http://www.mnardee.blogspot.com/
El nulo e írrito
Laudo Arbitral de París
DEL 3 DE OCTUBRE DE 1899
▬ Frontera colonial
original desde 1648
(legítima frontera entre
Venezuela y Guyana).
▬ Línea de Rosebery de
1888.
▬ Línea de Schomburgk
de 1887 (supuesta máxima
aspiración inglesa).
▬ Línea impuesta por el
Laudo Arbitral de París de
1899 no aceptada por
Venezuela.
El LAUDO ARBITRAL DE PARÍS DEL 3 DE OCTUBRE DE 1899
fue el medio disfrazado de legalidad por el cual la Ingaterra
colonialista e imperialista de la época, en conjunto con Rusia
y Estados Unidos, le usurpó (robó) a Venezuela el territorio
que hoy día se conoce como Guayana Esequiba de 159.500
km2. El mecanismo consistió en un arbitraje alejado de todo
derecho, ética y moral en donde existió corrupción judicial.
Venezuela declaró nulo e írrito (inexistente) este laudo
(dictamen) lo cual fue admitido por su contraparte, medio
siglo después, en el ACUERDO DE GINEBRA DEL 17 DE
FEBRERO DE 1966 donde se reconocen los legítimos derechos
de soberanía venezolanos sobre la Guayana Esequiba.
La Inglaterra era un imperio terrófago, ávido de dominar la
máxima extensión de puntos clave en tierra, mares y ríos
del mundo. En esta ambición, se hizo de la isla de Trinidad
en 1802 que hasta entonces era de dominio español como una
provincia de la Capitanía General de Venezuela; entre otros
motivos, le interesaba la isla por su cercanía al Orinoco.
Asimismo, en 1814, se hizo de una parte Oeste de la
Guayana Holandesa comprendida entre los ríos Esequibo y
Corentín, creándose la nueva colonia de Guayana Inglesa.
A partir de entonces los ingleses comenzaron a invadir el
territorio –de la ya independiente Venezuela, desde 1810–
comprendido al Oeste del río Esequibo que siempre fue de
dominio español desde el descubrimiento y luego de la
Venezuela republicana, buscando dominar las bocas del río
Orinoco, en su desembocadura en océano Atlántico, para
controlar el río y su tráfico de embarcaciones, además de
adueñarse de las minas de oro y diamantes.
Fueron las líneas de los mapas del naturalista
prusiano Robert Schomburgk, desde 1835 a 1887,
el instrumento fraudulento de Inglaterra para
extender ilegalmente la frontera de su colonia hacia
el Oeste, inicialmente delineada por el río Esequibo, para
posterior y finalmente, en 1887, ambicionar 203.310 km2
abarcando hasta los montes de Upata y Punta Barima en la
desembocadura del río Orinoco.
En 1850 Venezuela e Inglaterra firman un acuerdo de Statu
Quo (dejar las cosas como estaban para ese momento) de no
avanzar ni ocupar nuevos territorios.
En 1887 el presidente de Venezuela, Antonio
Guzmán Blanco, rompe relaciones con Inglaterra
porque los ingleses habían seguido invadiendo
territorio venezolano en el río Pomerón y en las
bocas del río Orinoco, incumpliendo el acuerdo de
1850. Desde ese año Venezuela hizo un gran esfuerzo militar
para frenar a la invasión inglesa, pero sin tener éxito.
En 1895, después de 10 años de pedir ayuda, el
presidente Grover Cleveland de los Estados Unidos
de América, decide intervenir en el conflicto entre
Venezuela e Inglaterra, invocando la Doctrina
Monroe “América para los americanos” que entendía como
una amenaza para los propios EE.UU. la agresión de una
potencia europea sobre cualquier país del continente
americano. De este modo, forzaron a la reacia Inglaterra a
dirimir el conflicto en un Arbitraje, ya que si no lo hacía, los
EE.UU. estarían dispuestos a ir a la guerra.
Inglaterra y su Primer Ministro Lord Salisbury,
sabiendo que eran la mayor potencia de la época,
se oponían al arbitraje en todas sus formas,
prefería la ocupación de facto y usar su fuerza
militar. Sin embargo, el arbitraje negociado, ya no con
Venezuela sino con EE.UU., le era ampliamente favorable.
El 2 de febrero de 1897 se firma el
TRATADO ARBITRAL DE WASHINGTON
D.C. en la capital estadounidense, en el cual
se llevaría a Arbitraje (juicio con varios
árbitros o jueces) el problema limítrofe.
Inglaterra no aceptó que Venezuela se representara
directamente sino que ésta debía ejercerse por EE.UU., ya
que para los ingleses los venezolanos éramos “indios
bananeros con olor a trópico” y “hombres de color
semibárbaros” con quienes no podían sentarse en la misma
mesa a negociar.
El
tribunal
que
estuvo
representado por dos ingleses
por
Inglaterra,
dos
estadounidenses por Venezuela
y el presidente del tribunal sería
un jurista ruso, quien lejos de
ser la parte más imparcial y más
equilibrada, fue sesgado dentro
y fuera del Tribunal: era amigo
personal de la reina de Inglaterra, impartía clases en dos
universidades británicas y, en su obra escrita, había afirmado
que “Rusia e Inglaterra están predestinadas por la providencia
para dominar a los países bárbaros” y Venezuela, sin duda,
fue considerada por ellos como uno de esos países.
Ante tales circunstancias Inglaterra tenía todas las de
ganar, aunado a que en el propio Tratado Arbitral fue incluida
la cláusula de prescripción adquisitiva que establecía como
prueba suficiente de soberanía el dominio de –escasos– 50
años sobre el territorio, en detrimento de más de 300 años de
dominio español y luego venezolano.
El jurista ruso extorsionó a los representantes
de EE.UU. para que votaran por su propuesta
de dejarle a Venezuela el control de las bocas
del río Orinoco y una pequeña porción de
territorio, de lo contrario, se aliaría a favor de
los ingleses y Venezuela perdería todo.
Los EE.UU. no defendieron los derechos venezolanos sino
que actuaron a favor de los intereses estadounidenses.
EE.UU. aceptó la propuesta del juez
ruso para reforzar, en aquella época,
su ambición de posicionarse como
nuevo imperio emergente sobre los
ingleses,
al
condicionar
las
decisiones a su aprobación y truncar
su pretensión de dominar el río
Orinoco; Inglaterra aceptó también, ampliamente favorecida,
al obtener el 90% de su máxima aspiración agrandando así
su colonia obtenida a Holanda. El jurista ruso, Fiódor
Martens, se llenaría de gloria personal (aunque espuria de
fondo) al haber logrado el primer laudo arbitral “resuelto
por unanimidad” en la historia.
Las reacciones no se hicieron esperar, el dictamen causó
sorpresa en venezolanos, franceses, brasileros e incluso en
los propios ingleses quienes estaban conscientes de las
inconsistencias de sus argumentos y de la decisión arbitral.
Al conocerse en Venezuela la noticia, el presidente
venezolano Ignacio Andrade, a pesar de la crisis
por la que atravesaba Venezuela en 1899, protestó
cuatro días después de la decisión del tribunal.
En 1907, Brasil a través de su embajador ante la II
Conferencia de Paz de la Haya, expresó al respecto que se
había cometido una injusticia contra Venezuela, que
también perjudicaba la territorialidad de Brasil.
El periódico “The Times”, de Londres, publicó "nada había
en la historia de la controversia, que explicase
adecuadamente la línea fronteriza establecida en el
Laudo."
Lord Salisbury (riendo entre dientes)
"Me gusta el arbitraje - ¡en el Lugar
Apropiado!" Caricatura de la
expresión de la sátira de los propios
ingleses que muestran al Primer
Ministro británico, Lord Salisbury
(quien se oponía rotundamente a los
laudos arbitrales), saliendo de la sala
de sesiones con todo: la línea de
Schomburgk,
60.000
millas
cuadradas y las minas y bosques.
Con el dictamen del tribunal no solo le usurparon territorio a
Venezuela sino que Brasil también perdió territorio.
Venezuela y Brasil habían definido sus fronteras en 1859
mediante la “divisoria de aguas”, donde Brasil le reconoce a
Venezuela los territorios de la cuenca del Orinoco y de la
cuenca del río Esequibo mientras que Venezuela reconoce a
Brasil la cuenca del río Amazonas. Con el laudo, se
apropiaron de parte de territorio perteneciente a la cuenca
amazónica lo que condujo a otro arbitraje entre Inglaterra y
Brasil, en 1904, que fue decidido por el rey de Italia.
Durante 50 años, Venezuela estuvo imposibilitada de
demostrar la ilegalidad del Laudo pero, en 1949, se da a
conocer un documento que revelaría todo lo ocurrido en
él y de la negociación a realizada entre el presidente del
tribunal y los jueces de EE.UU. e Inglaterra, a espaldas del
derecho internacional.
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