6 Diferencias entre tasación de costas y liquidación de intereses La tasación de costas y la liquidación de intereses presentan como rasgo común que ambas son pronunciamientos accesorios de la condena principal y que no vienen cuantificadas por la resolución que impone su pago. En relación a la condena al pago de los intereses un tema harto discutido es si se trata de una condena de carácter líquido o ilíquido. En vigencia de la LEC de 1881 y con base en el artículo 921, párrafo segundo, que disponía «para dicho efecto, tendrá la consideración de cantidad líquida los intereses de una cantidad determinada, cuando se haya fijado en la sentencia el tanto por ciento o tipo y el tiempo por el que deban abonarse», se podía entender que, habida cuenta de que la determinación del importe de los mismos dependía de una mera operación matemática, se trataba de un pronunciamiento líquido, pero lo cierto es que en la mayor parte de los supuestos y debido a que las resoluciones o disposiciones legales que imponían su pago no fijaban con precisión la fecha inicial y la fecha final de su cómputo así como la circunstancia de que cuando el tipo aplicable fuera el interés legal del dinero no siempre las liquidaciones aportadas por las partes se ajustaban al tipo de interés aplicable, esta cuestión que en principio debía ser simple se tornaba en compleja, dejando para determinación judicial el importe concreto al que ascendían los intereses que debían satisfacerse. Así las cosas, la duda surgía en orden a la determinación del cauce procesal para liquidar esos intereses, pues no debe olvidarse que ningún precepto contenido en aquella Ley de ritos atribuía al Secretario su práctica y que no existía procedimiento específico tendente a tal fin. Las soluciones dadas normalmente por los juzgados en la práctica se pueden reconducir a tres: 1) la que entiende que debe ser el Secretario quien practique la liquidación de intereses. Reitero que esta concepción carece de precepto legal alguno que pueda darle cobertura, pues la Ley no contemplaba tal supuesto ni establecía cauce alguno para la impugnación. 2) La que entendía que la parte interesada en su determinación debía presentar relación de los intereses y tras su examen por el Juzgado, consideraba este extremo como un apartado más de la tasación de costas. Esta postura tiene el inconveniente de que puede llevar a las partes al equívoco de que pueden impugnar por excesivos y por indebidos y en último extremo si se aplica la normativa relativa a este tipo de impugnaciones en el ámbito de las costas, al dislate de remitir los autos al Colegio de Abogados correspondiente para que emita dictamen sobre la excesividad de los intereses. El supuesto contemplado en este punto más bien parece estar refiriéndose a una liquidación de las responsabilidades derivadas del procedimiento similar a las liquidaciones de condena propias del ámbito jurisdiccional penal, con el inconveniente de que se halla carente de normas que [36] diferencias entre tasación de costas y liquidación de intereses 37 reglen el proceso impugnatorio. Y, 3) la que remitía al cauce previsto en el artículo 928 ss. para la liquidación de daños y perjuicios, con apoyatura legal en el artículo 1.108 del Código Civil, que establece que «si la obligación consistiere en el pago de una cantidad de dinero, y el deudor incurriere en mora, la indemnización de daños y perjuicios consistirá en el pago de los intereses convenidos, y a falta de convenio, el interés legal», debiendo ser la parte beneficiada por la condena quien aportara la relación detallada con los intereses que consideraba habían sido devengados a su favor en el procedimiento concreto de que se trate. Solución esta última que permitía dar respuesta y cauce a la posible impugnación de partes, con plena garantía de los derechos de audiencia y de defensa. Resulta obvio de todo cuanto antecede que tasación de costas y liquidación de intereses son dos conceptos radicalmente distintos que tienen cauces procesales diferentes para su determinación y para su impugnación1, pues el procedimiento para fijar el importe de las costas se regulaba en los artículos 421 y siguientes y el de la determinación de los intereses en el 928 y siguientes de la Ley rituaria, y además su naturaleza jurídica y finalidad no es coincidente. Con la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil puede concluirse del mismo modo, pues a la tasación de costas y a su trámite impugnatorio se dedican los artículos 241 a 246, mientras que la determinación de los intereses deberá ajustarse bien al cauce previsto en los artículos 712 ss. con apoyatura en el ya expresado artículo 1.108 del Código Civil, para el caso en que se reclamen tan sólo los intereses devengados por un principal ya satisfecho o bien a lo dispuesto en el artículo 575 expresándose en la demanda ejecutiva, además del principal, el importe al que ascienden los intereses ordinarios y moratorios vencidos con las bases seguidas por la parte para su liquidación. Debe tenerse en cuenta que, a diferencia de la anterior Ley Rituaria, la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil establece en un único artículo que el Secretario Judicial procederá a la liquidación de lo que se deba por principal, intereses y costas, y es en el supuesto concreto y específico contemplado en el artículo 670.2 cuando el ejecutante en la subasta hace la mejor postura igual o superior al 70 por 100 del valor por el que el bien inmueble haya salido a subasta, si bien dicho precepto puede ser entendido como que el Secretario dará el cauce procesal previsto para liquidar principal, intereses y costas, esto es, procederá en primer término al descuento de principal, y simultáneamente dará el impulso procesal de oficio, por el cauce del artículo 713, para la determinación de los intereses (téngase en cuenta nuevamente que si es al Secretario a quien en este caso corresponde liquidar los intereses, la Ley omite nuevamente regular el proceso impugnatorio y además no siempre el Secretario tiene todos los datos que permiten realizar el cálculo, tal es el caso que se da cuando el interés pactado entre las partes sea variable y no se publique en el Boletín Oficial del Estado), y también simultáneamente procederá a la práctica de tasación de costas de ejecución con arreglo a los artículos 241 y siguientes, para —una vez fijados intereses y costas— liquidar su importe a fin y a efecto de que el ejecutante consigne en su caso la diferencia existente entre el importe de principal, intereses y costas y el precio total de remate, si la hubiere. 1 En este mismo sentido se pronuncia Guillén Soria, José Miguel, Las costas procesales penales. Aspectos prácticos y jurisprudenciales, Bosch, Barcelona, 1998, p. 91, al afirmar que «[…] la liquidación de intereses debe seguir sus trámites, sin mezclarse con lo que son costas procesales». 38 la tasación de costas en el orden jurisdiccional civil La Audiencia Provincial de Pontevedra, Sección 1.ª, recoge en su sentencia de 3 de mayo de 2000 en su fundamento de derecho primero los criterios expuestos más arriba al señalar que «La entidad recurrente impugna la tasación de costas por dos razones; la primera, porque en el cómputo de intereses, éstos se capitalizan indebidamente, sin haber pacto que lo autorice; en segundo lugar, se protestan algunos de los conceptos incluidos en la misma. »Se ha incurrido en una práctica que, aunque usual, es incorrecta, cual es la de incluir la liquidación de intereses en la tasación de costas, cuando es materia absolutamente ajena a dicha tasación. Ésta y sus incidencias, tienen previsto su procedimiento específico en el Título XI del Libro I de la LEC. La liquidación de los intereses derivados de la deuda objeto de reclamación tiene, por su parte, su regulación procesal en las normas que se contienen en el Título VIII del Libro II de la citada Ley (aunque no hay norma específica se acude por analogía a los arts. 928 a 931 y 937 a 942 LEC). No sólo los intereses no forman parte de la tasación de costas (ni hay precepto alguno que atribuya al Secretario la práctica de su liquidación), sino que el proceso de impugnación de la tasación y el de la liquidación de intereses no puede conducirse por el mismo cauce procesal, habida cuenta la diversidad de trámites».