El peligro del excesivo exceso en el pensamiento o el riesgo del

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El peligro del excesivo exceso en el pensamiento o el riesgo del
síndrome galimatías
Luis Sáez Rueda. 16 de Octubre de 2015
Lo que uno va a decir puede herir sensibilidades si se toma como descalificación. Pero
no debe ser tomado de ese modo. Al final de la reflexión se dirá por qué.
Desde que nos hemos hecho conscientes de la necesidad de salir de la academicista
obsesión con un tipo de pensamiento o con una sola disciplina, la reflexión camina, de
modo sano, hacia la generación de relaciones temáticas y hacia la interdisciplinariedad.
Bienvenida esa tendencia. Bienvenida, porque cualquier tema, pensador, disciplina o línea
de pensamiento posee un "exceso" en su inmanencia capaz de hacerlo explotar y de llevarlo
más allá de sus confines, salvándolo, así, de la posibilidad de que quede encerrado en
"tópicos" mortecinos. Ahora bien, un exceso de ese "exceso" puede conducir a una
relación de temáticas, de autores, de líneas de pensamiento, de disciplinas, etc. demasiado
confiada, demasiado fácil, demasiado oportunista. Puede conducir a una relación muy
superficial de todo con todo, es decir, a algo así como a un síndrome que se podría
denominar "galimatías".
Pondremos, en primer lugar un ejemplo concreto. Luego sugeriremos lo que ocurre a
menudo hoy en general.
EL EJEMPLO. Todos nuestros respetos por Lacan y por Hegel. Ahora bien, que Zizek
quiera vincular a Hegel con Lacan nos parece un exceso de ingenuidad. La idea de fondo, si
la hemos entiendo bien, es, muy simplificadamente, la siguiente. La Totalidad o el Absoluto
se sustraen respecto a aquello particular en lo que se manifiestan o están invisiblemente
presentes, constituyendo, de ese modo, una instancia negativa, una "negatividad". La
estructura en cuanto tal no puede ser un signo dentro de la estructura (Lacan), por lo que se
sustrae en la relación entre signos que se traban estructuralmente. La estructura, en cuanto
tal (que sería nuestra psique en su totalidad y el todo de lo real) es una "negatividad"
productiva. Es generadora de todo aquello que es su propia exposición pero no puede
"darse" objetivamente en tal exposición (por eso constituye una "falta", algo así como una
presencia que está presente "en cuanto ausencia productiva". El Absoluto (en Hegel), que
sería el Todo de lo real, se sustrae en su ex-posición (realización), es decir, en su
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objetivación en la realidad tangible, concreta e histórica. Es fuente germinativa (como
Espíritu), está en todo lo que hace germinar, pero no forma parte de lo germinado, por así
decirlo, como si fuera algo particular. Llamémosle a eso "negatividad". Además, en Lacan
un signo carece de significación esencial en sí mismo: sólo la posee en relación diferencial
con otros signos. Se puede decir que "es en cuanto no es otro signo". Llamémosle a eso
"negatividad". En Hegel cada "afirmación" del Espíritu (que es una objetivación particular
suya) lo es en relación con otra anterior, la cual es "negada". Bien, encaja. Pero se trata ahí
de un "encaje" trivial o superficial, a nuestro entender. Porque es que así, Lacan encajaría
con más de una docena de filosofías. Por ejemplo y muy de pasada: con la de Heidegger (el
ser se presenta en los entes y, en ese mismo acto, se despresenta, se sustrae); con la de
Derrida (toda experiencia es una presencia en la cual su fuerza germinadora se despresenta, una "huella"); con la de Adorno (en Dialéctica Negativa: toda realidad es
apuntada por el concepto pero se sustrae al concepto, porque este último la "identifica en
una unidad", "la generaliza", por lo que lo real es siempre lo "No-Idéntico"); con la de
Merleau-Ponty (el sujeto es acontecimiento fuente de relaciones corporales con el mundo,
pero en tales relaciones concretas con el mundo él mismo no está "objetivado", sino
ocluido como un generador invisible, "ser-salvaje"); con la de Nietzsche (la "voluntad de
poder" se expresa en acciones precisas, pero se sustrae a cada una de ellas, es el todo
invisible); con.... podríamos seguir, pero se haría muy pesado, si es que ya no está este
comentario excesivamente pesado.
Así no vale (en nuestra humilde opinión) pensar con rigor. Demasiado leve. Siempre hay
un camino para hacer coincidir a mil líneas de pensamiento. Pero a costa de vulnerar sus
singularidades más importantes y oscurecerlas.
¿Quiere esto decir que, en este ejemplo, Zizek no sea un pensador respetable? ¿Es esto
una descalificación? NO. Esto no es una descalificación de Zizek si se admite que, aunque
las relaciones que establece (también con Marx y con otros pensadores) "penden de un
hilo", tienen un gran valor: el valor de estimular el pensar, el valor de indicar una posible
dirección de pensamiento. Gente así no sólo es encomiable como "estimuladores", sino
absolutamente necesaria para salir del atolladero de las clasificaciones dadas por la tradición
y abrir nuevas sendas mediante vínculos inéditos. Ahora bien, la condición para admirar esa
encomiable labor radica en no sobrevalorar su esfuerzo por aprovechar el antes aludido
"exceso" contenido en cualquier línea de pensamiento o disciplina. Se puede decir que es
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encomiable como "explorador" o "estimulador". Pero no tan encomiable como para
tenerlo, como lo tienen muchos, por el nuevo genio del XXI. Desde la muerte de Deleuze
en el siglo pasado no hemos tenido, prácticamente, ninguna novedad significativa.
EN GENERAL. Aprovechar el "exceso" contenido en una línea de pensamiento o
disciplina y crear relaciones parece muy productivo. Basta ya de compartimentos estancos.
Pero se puede caer en el "exceso del exceso" que sería el síndrome "galimatías". Cada vez
con más frecuencia, escuchamos o leemos reflexiones en las que se crean vínculos entre
pensamientos filosóficos, sociológicos, politológicos, expresiones artísticas (poesía,
literatura en prosa, cine, arquitectura, etc.). ¿Es eso una impostura? ¡No! Ahora bien:
1. Si no se hace con mesura, estos encomiables intentos se convierten en un tipo de
discurso en el que todo cabe; en un discurso muy rico en su apariencia, pero falto de fuerza
interna; en un discurso-espectáculo, al fin y al cabo (y más: un discurso, tal vez, que
luchando contra la sociedad del espectáculo no sabe que está rindiendo honor a la sociedad
del espectáculo). En ese caso, el discurso en cuestión sirve al Ego del autor. El autor está
sediento de reconocimiento externo, anhela ser el nuevo "sabio". Y se equivoca, porque la
sabiduría no radica en la extensión sino en la cualidad. Y muchas veces, lo mejor se da en
"una sola idea", profundizando en ella, hacia abajo. No profundizar "hacia abajo en una
idea" es síntoma de nuestra época, en la que ya no hay demora en nada.
2. Si se hace con el ánimo de "incitar a pensar", bien. Pero si, por el contrario, no se
hace constar que se está haciendo eso, incitar, entonces se incurre en la arrogancia de quien
sienta cátedra o se cree una nueva divinidad.
En definitiva. Pensamientos proliferantes y reticulares con demora y paciencia,
conectivos y capaces de empujar en una dirección ... ¡Sí, por supuesto! Pensamientos
proliferantes y reticulares sin demora, expansiva y compulsivamente centrados en relacionar
y relacionar y relacionar.... con eso prudencia. Un incompresible campo de juego galimatías
nos quiere seducir. En el fondo, nos dispersará.
El que escribe esto intenta aplicarse, en este mismo instante, a sí mismo esta reflexión.
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