RELACIONES LABORALES La Conciliación judicial JOSÉ LUIS GIL Con más intensidad que la civil, la ordenación del proceso de trabajo se fundamenta en la idea de que el proceso es una forma larga y costosa de dirimir los conflictos, y de que una solución convenida entre las partes, si se halla dotada de las debidas garantías, es preferible a la solución impuesta por un tercero. De ahí que el ordenamiento jurídico establezca procedimientos previos, e incluso actividades procesales estrictas, tendentes a evitar el proceso laboral. Junto a la conciliación previa al proceso laboral, que ya he tratado en un artículo anterior, existe una conciliación judicial. A ella voy a dedicar estas líneas. CONCILIACIÓN PROPIA Admitida la demanda, el órgano judicial dictará providencia dentro de los diez días siguientes a la presentación, señalando día y hora para celebrar los actos de conciliación y juicio y citando a las partes, interesados y Ministerio Fiscal (art. 82.1 LPL). Los actos de conciliación y juicio tendrán lugar “en única convocatoria” (art. 82.2 LPL). El hecho de que se celebre ante el magistrado, y dentro del proceso laboral ya iniciado con la presentación de la demanda, ha hecho pensar a un sector de la doctrina que la conciliación constituye una actividad procesal del juez, una suerte de proceso especial. Para otros autores, es un negocio jurídico transaccional, que puede subsumirse en el artículo 1809 del Código civil, en cuanto contrato que pone fin al pleito en que se pro- Capital Humano 152 Y GIL. Profesor Titular de Derecho del Trabajo de la Universidad de Alcalá y miembro del Consejo Asesor de Sagardoy Abogados. duce. En fin, para otro sector, quizás mayoritario, pese a la presencia judicial en el acto, la conciliación que se trata de conseguir no constituye una actuación judicial propia o heterocomposición, sino un método de autocomposición del conflicto ante el órgano judicial, calificable como un acto de jurisdicción voluntaria que tiende a evitar el efecto dañoso que encierra todo proceso. Cabe distinguir entre una conciliación propia e impropia. La primera se produce en la comparencia. En efecto: comparecidas las partes ante el órgano judicial el día y la hora señalados, por sí o por representante, asistidas o no por letrado, aquél “intentará la conciliación advirtiendo a las partes de los derechos y obligaciones que pudieran corresponderles, sin prejuzgar el contenido de la eventual sentencia” (art. 84.1 LPL). La conciliación exige una presentación o exposición sumaria de sus pretensiones por el demandante y de la actitud ante ellas del demandado, en presencia del juez, que interpone sus buenos oficios y exhorta a las partes a que se concilien, lo que efectivamente se consigue en numerosas ocasiones. La eficacia de la conciliación judicial es significativa, aunque mucho menor a la de la conciliación previa al proceso. En 2004, se logró la conciliación en 29.903 casos, sobre un total de 279.628 demandas judiciales, y en 14.982 demandas de despido, de un total de 62.620. En los tres primeros trimestres de 2005, se alcanzó la conciliación en 21.938 demandas judiciales, de un total de 194.606, y en 10.938 de las 45.801 demandas de despido. Si se obtiene la conciliación, se documenta en un acta. En efecto, sólo tiene valor el acto de conciliación debidamente documentado por medio de una actuación del secretario judicial, el fedatario público facultado para dejar constancia, por medio del acta, de la realización de un acto procesal o de un hecho de trascendencia procesal (art. 280 LOPJ). A petición de parte, lo convenido es ejecutable “por los trámites de ejecución de sentencias” (art. 84.4 LPL), es decir, por los del libro IV de la LPL. Es una transacción judicial que puede subsumirse en el artículo 1809 del Código civil, con efectos de cosa juzgada, conforme al artículo 1816 del Código civil. El acuerdo equivale a una transacción, “con las garantías de las previsiones Una solución convenida entre las partes, si se halla dotada de las debidas garantías, es preferible a la solución impuesta por un tercero Nº 202 • Septiembre • 2006 Sólo tiene valor el acto de conciliación debidamente documentado por medio de una actuación del secretario judicial, el fedatario público facultado para dejar constancia de la realización de un acto procesal del artículo 84 LPL, y con la equiparación a una sentencia, que no se reconoce al acuerdo alcanzado en otros ámbitos” (STS de 1 de junio de 1998, Ar. 5781). No obstante, tal eficacia no puede extenderse a terceros, y menos a la Administración Pública (STSJ del País Vasco de 21 de noviembre de 1995, Ar. 4381). Si no se obtiene la conciliación, se tiene por intentada sin efecto. Corresponde al juez decidir en qué momento ha fracasado la actividad conciliatoria y ordenar que “se pase seguidamente al juicio” (art. 85.1 LPL). No aprobará la conciliación si estima que lo convenido “es constitutivo de lesión grave para alguna de las partes, de fraude de ley o abuso de derecho” (art. 84.1 LPL) (SSTSJ de Madrid de 14 de septiembre de 1999, Ar. 3327, y Andalucía/Sevilla de 10 de junio de 1999, Ar. 3130). Ordenará entonces la celebración del juicio, pese al acuerdo, que se tiene por inválido. La avenencia obtenida en el acto de conciliación puede impugnarse “ante el mismo Juzgado o Tribunal” que la haya aprobado, mediante demanda que dé origen a un proceso ordinario. La acción impugnatoria caduca “a los quince días de la fecha de su celebración”, esto es, de la fecha del acta en que se haga constar (STS de 7 de noviembre de 1997, Ar. 8306). Son motivos de impugnación las “causas que invalidan los contratos” (art. 67.1 LPL). En definitiva, podrá impugnarse por ser nulo el consentimiento prestado, como también se desprende del artículo 1817 del Código civil, en relación con la transacción, tanto respecto de la que evita un pleito, como de la que pone término al comenzado. Según lo dispuesto en el artículo 1265 del Código civil, “será nulo el consentimiento prestado por error, violencia, intimidación o dolo”. Con todo, la impugnación por vicios del consentimiento resulta difícil, sobre todo si la parte que impugna fue asistida por un letrado, o si la conciliación dio lugar a un finiquito. En cambio, no parece que la conciliación pueda impugnarse porque en ella se hayan podido perjudicar derechos irrenunciables, porque éstos pueden estar faltos de pruebas o pueden prestarse a interpretaciones contradictorias que afecten, precisamente, a su irrenunciabilidad. CONCILIACIÓN IMPROPIA Existe, además, una conciliación impropia. El artículo 84.2 LPL señala que “se podrá aprobar la avenencia en cualquier momento antes de dictar sentencia”. Si la avenencia se produce durante el juicio, la solución lógica es someterla al mismo régimen de la conciliación propia, y documentarla como ésta tras su aprobación por el juez. Si se produce una vez terminado el juicio, pero siempre antes de dictar sentencia, ocurre fuera de la presencia y sin la intervención del juez, por lo que su naturaleza es, en principio, extraprocesal. Pero si se presenta y somete por escrito, de forma conjunta por ambas partes, a la aprobación del juez, éste podrá aprobarla, e incluso deberá hacerlo si no aprecia lesión o vicio. En tal caso, la avenencia pasa a ser de índole procesal, y tendrán el carácter y efectos de una conciliación propia. El acta se sustituye por el documento conciliatorio incorporado al auto del juez que apruebe su contenido. Consecuencia de la avenencia puede ser un desistimiento o una renuncia al proceso. Si el juez no la aprueba, lo declarará así por auto y dictará sentencia sin tenerla en cuenta. Como el artículo 84.5 LPL no distingue entre la avenencia propia o impropia, el plazo de impugnación para la última es también el de quince días. Por aplicación analógica del artículo 67.1 LPL, es competente para conocer de ella “el mismo Juzgado o Tribunal” que estuviera conociendo del pleito y hubiera aprobado, por tanto, la avenencia. Contra la avenencia no caben recursos procesales, sino las acciones y excepciones de nulidad propias de un negocio jurídico sustantivo. En cambio, contra los autos que se dicten en ejecución de lo convenido en la conciliación caben, en su caso, los recursos previstos en la LPL, cuando éstos resuelvan puntos no decididos en la conciliación o que contradigan lo convenido en ella. Información elaborada por Nº 202 • Septiembre • 2006 153 Capital Humano