TEMA VI: Sófocles VI.1. Vida y tiempo de Sófocles Sófocles es

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Teatro Griego
TEMA VI
TEMA VI: SOFOCLES
VI.1. Vida y tiempo de Sófocles
VI.2. Obras
VI.3. Composición y presentación escénica
VI.3.1. El coro
VI.3.2. Los actores
VI.3.3. La escenografía
VI.3.4. Estructura
VI.3.5. La acción de las piezas
VI.4. Sófocles y la polis
VI.5. Hombres y dioses en Sófocles
VI.5.1. El tema del hombre
VI.5.2. El tema del dios
VI.5.3. Planteamiento ético religioso. La negación del pavqei mavqo"
VI.6. Lengua y estilo
VI.7. Transmisión y pervivencia
ANTIGONA, EDIPO REY (comentario)
TEMA VI: Sófocles
VI.1. Vida y tiempo de Sófocles
Sófocles es mucho mas joven que Esquilo. Nace en el 496, poco antes de la 1ª Guerra Médica.,
en la que Esquilo luchó contra los persas Pero fueron parcialmente contemporáneos en la escena
atenienese y compitieron entre el 468 y 456 a C., pero las obras conservadas de Sófocles son todas
posteriores a Esquilo. Por ello, representan dos mundos diferentes: el de Esquilo es el posterior a las
guerras médicas, incluidos los primeros años de la democracia radical (Efialtes, 462 a C.). La producción
de Sófocles procede la época de Pericles (continuador de Efialtes) y del periodo de la guerra
peloponésica (431-404 a C.) y que fue realmente una guerra civil para los griegos. Significó el
desmoronamiento de las esperanzas de la democracia y de la propia Atenas. Tras la guerra en dos
frentes, contra los persas y contra los espartanos, librada por la democracia ateniense en los años 50 y
contra la cual había estado Esquilo, Pericles introduce una política de paz. Hizo la paz con Persia el año
449 (paz de Calias) y concertó el 446 una tregua de 30 años con Esparta.
Tras el ostracismo de Tucídides, jefe del partido conservador, en el año 443, Pericles se
convierte en el verdadero jefe del pueblo ateniense. Mantuvo y acentuó el dominio de Atenas sobre las
islas y ciudades del Egeo y, al tiempo favoreció la máxima participación del pueblo en las tareas
políticas (Asambleas, tribunales, magistraturas, etc.), le ayudó económicamente con los sueldos que por
ello recibía y los grandes programas de obras públicas. Dentro de éstas destaca la construcción del
Partenón, en la Acrópolis. Creó fiestas que elevaban el prestigio a Atenas y asentó un clima de libertad
dentro de la cual vivían en amistad con él artistas, filósofos, arquitectos, etc., como Fidias, Anaxágoras,
Protágoras y Metón. Obras como Ayax o Antígona pertenecen al periodo de esplendor de Pericles.
Pero Pericles y su círculo representan una democracia liberal y racionalista, no antireligiosa ni
revolucionaria, pero sí abierta a la idea de un progreso logrado por vía racional e intelectual, superador
de viejas tradiciones; de una democracia que aspiraba a hacer compatible la libertad y el respeto a la ley,
el ocio cultivado y el valor militar, la igualdad del ciudadano y el brillo de los individuos destacados,
procedentes de la aristocracia. Sófocles colabora con ese régimen, pero su visión es más tradicional:
tiene miedo de los excesos de los individuos que se elevan demasiado y del Estado en general; cree en
los viejos principios religiosos más que en la nueva sabiduría racional; tiene profunda conciencia de la
debilidad del hombre, de la inferioridad de su sabiduría. También el Ayax y la Antígona desarrollan,
precisamente, estas lecciones ante el pueblo ateniense.
Con ello Sófocles no hacía otra cosa que ser fiel a la crítica del ideal del héroe, iniciado por
Esquilo. Ayax cae en la locura e incurre en el ridículo de matar ovejas en vez de griegos; Creonte, en la
Antígona, cree que la autoridad del Estado, que exige el castigo del traidor Polinices, debe estar antes que
la obligación religiosa de Antígona de enterrarlo como hermano suyo que es, y, de resultas de ello, ha de
pasar por las mayores desgracias. Sófocles ve confirmado sus temores por el estallido de la guerra del
Peloponeso, que enfrentó a Atenas y sus aliados contra los espartanos y sus aliados. Pericles aspiraba
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simplemente a que Esparta reconociera el poder de Atenas y respetara la Liga, que se había convertido
en un imperio al servicio de Atenas. El conservadurismo de Sófocles, no obstante, no debía ser
demasiado peligroso, si bien indudablemente incómodo, a juzgar por su representatividad pública y no es
improbable que el habilísimo Pericles haya favorecido su elección como estratego y helenotamia
(tesorero de la Liga) con la intención de neutralizarlo políticamente. Cuando Sófocles muere en el 406 ya
se ve venir la derrota de Atenas (404): la ciudad ha de disolver la Liga Marítima, de entregar sus barcos y
dejar que sus murallas sean arrasadas. El sueño de Pericles de unir libertad y poderío, paz y progreso, se
hunde. A este periodo, pese a todo el más productivo de la cultura ateniense, pertenecen las cuatro obras
conservadas de entre más de 120 que escribió.
VI.2. Obras de Sófocles
El Ayax nos presenta el destino de este héroe homérico, a quien sus aliados griegos han negado,
al morir Aquiles, sus armas, entregándoselas a Odiseo. Ayax escapa de noche de su tienda y se dedica a
vengarse, matando a los griegos del campamento; pero la diosa Atenea los salva; en realidad Ayax, en su
locura, mata sólo las ovejas de sus rebaños. Vuelto a la razón, decide curar su deshonra con la muerte,
pese a los consejos del coro de marineros de sus barcos y de su cautiva Tecmesa. Oculta su
desesperación, finge tranquilizarse, para salir de la tienda, finalmente, y suicidarse. El más fuerte de los
héroes ha sido burlado dos veces, ha llorado de desesperación, se ha suicidado. Y todavía hay problema
para su entierro, que Agamenón no quiere conceder a su hermano Teucro, aunque Odiseo logra que sea
finalmente realizado.
Antígona era bien conocida. Creonte, rey de Tebas, ha logrado el gran éxito de rechazar al
ejercito de los siete jefes y ahora niega la sepultura a su general Polinices, el traidor hijo de Edipo que
vino a atacar su patria junto con los extranjeros. Pero Antígona, hija también de Edipo, sobrina de
Creonte y prometida de su hijo Hemón, cumple la ceremonmia fúnebre, pese a las ódenes del tirano. Este
estalla en ira, revela que no es tanto el servicio del pueblo como la afirmación de sí mismo lo que
importa. Nadie logra convencerle: ni Hemón, ni Antígona, ni el adivino Tiresias, ni el coro tebano.
Antígona es llevada a la muerte. Y cuando el tirano recapacita, ya es tarde: Antígona y Hemón han
muerto.
En esta obra es importante un famoso estásimo (v. 332-375) en el que se hace una alabanza al
progreso de la humanidad, pero un progreso que es moralmente neutro; su valoración moral depende del
uso que el hombre haga de él: que puede ser, independientemente de la naturaleza del hecho,
encaminado al mal o al bien. Es árbitro de la elección, hacia el bien o el mal, y así el hombre se hace
responsable del valor último de la civilización, que él mismo ha creado. La prueba de la valoración moral
está en el uso que el hombre haga del progreso en función de la polis. En estas palabras vemos la voz de
un enemigo irreductible de las nuevas ideas, profundamente atado a una ética de cariz aristocrático.
Sófocles ha intuido aquí los peligros de la nueva doctrina ilustrada, que corroyendo la fe en sus
principios más sacrosantos, resurgiendo las ideologías más radicales y sin prejuicios que minarían la base
de la estructura de la polis.
El verdadero significado ético y político de la obra se resume en los últimos versos de este
estásimo: el que actúa para el bien de la ciudad, ateniéndose a los principios decretados por los dioses
(Antígona), frente al que la lleva a la ruina sustituyendo aquellos principios por nomoi (leyes) puramente
humanas. El dilema "o la ciudad o la familia", la relación entre los derechos del genos o los de la polis,
que Esquilo en Los Siete... había resuelto a favor de la segunda, es, si no invertido, puesto a la par por
Sófocles. La polis sí, pero una polis que respete las tradiciones sagradas de las que la familia es
guardiana y que encuentran su más alta expresión en el culto a los muertos. El Estado de Creonte,
fundándose solamente en la razón, acaba por ignorar toda ley toda ley "no escrita" y a los mismos dioses:
las máximas del soberano son moralmente discutibles, pero absolutamente privadas de cualquier sanción
divina. Antígona es, pues, históricamente la denuncia y condenación del primer estado laico del mundo,
el estado de Pericles.
Desde un análisis más político, a los espectadores no les podía pasar por alto que las vicisitudes
míticas de Antígona tenían aspectos estrechamente relacionados con la realidad de la Atenas
contemporánea; y así, detrás de los vestidos de Creonte, entrevieron indudablemente al mismo Pericles.
Lo prueba el absurdo título de "estratego" que Sófocles atribuye al tirano de Tebas (v. 8) y que no puede
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sino aludir al estratego por antonomasia que fue en aquellos años Pericles. Por otro lado, se da una
concordancia entre los conceptos expuestos por Creonte en su discurso y aquellos que Tucídides pone en
boca de Pericles (II, 60); por no incidir que las ideas expuestas en el estásimo aludido antes acerca del
progreso humano, resulta una clara exposición de las teorías de Anaxágoras, amigo personal de Pericles
y miembro de su círculo.
Edipo rey presenta otra vez el tema del rey triunfador y protector de su pueblo que, sin embargo,
se hunde en la mayor miseria. Edipo, un extranjero, ha logrado el trono de Tebas al descifrar el secreto
de la esfinge y se ha casado con la reina viuda, Yocasta. Pero estalla la peste y, de resultas de las
respuestas del oráculo de Delfos, Edipo emprende una larga pesquisa para buscar al culpable de la
muerte de Layo, crimen castigado por el dios con la peste. Maldice al culpable, lo aparta de la
comunidad de los ciudadanos, lo destierra. Pero la pesquisa lo lleva por terrenos inesperados y paso a
paso se va llegando a una conclusión ineluctable: el asesino es él. Edipo es el hijo de Layo y Yocasta,
abandonado en el monte para evitar el oráculo de que mataría a su padre y se casaría con su madre, y
salvado para su desgracia. El es el perseguidor y el perseguido, el castigador y el culpable, el médico y el
enfermo: su "sabiduría" de descrifrador de oráculos no es nada ante la de los dioses, los intentos de evitar
estos oráculos fracasan. Yocasta se suicida y Edipo, cuando el último de todos, encuentra la verdad, se
arranca los ojos y se destierra.
La estructura de la obra arroja una unidad lineal perfecta. El personaje central, Edipo, es
mucho más que eso: es la tragedia entera, pues de él parten todos los estímulos y todos llegan hasta él. Al
principio se nos presenta el hundimiento de la ciudad frente a la solidez de Edipo, lo que no deja de ser
una ironía. La causa de la peste que asola Tebas radica, según el oráculo, en la existencia en suelo tebano
de un ser contaminador. Edipo, como cabía esperar de su amor a la ciudad y su pasión por la búsqueda de
la verdad, concentra todas sus fuerzas en descubrir al culpable. Pero, a medida que avanza la acción,
Edipo va perdiendo su seguridad. Él, antes cazador, lentamente se va convirtiendo en probable pieza,
víctima de sus propios dardos y cercada por la red de datos de un rompecabezas que empieza a cobrar
sentido. El contrastre entre realidad y apariencia es mayor: Edipo, que tiene vista física, es ciego a la
verdad sobre sí mismo, y se saca los ojos cuando la aprende; Tiresias, el adivino, que es físicamente ciego,
es quien primero lo ve. Casi todo lo que dicen los personajes tiene un contenido irónico para el público,
que sabe (o adivina) más que ellos. Pero esta utilización de la ironía no es sensacionalismo fácil; para
Sófocles la ironía es un medio de comunicar profundas visiones de la naturaleza del hombre y de su
mundo.
Para la recta comprensión del ser de esta tragedia no vale de mucho la tesis de Freud que califica
esta obra de paradigma del complejo de Edipo, porque no asoma por parte alguna ningún síntoma de
atracción sexual ni de la supuesta madre, Mérope, ni de Yocasta, sobre Edipo. Tampoco Edipo puede ser
tildado de necio ni de vil, frecuente causa de tragedias. Todo lo contrario. Es extremadamente noble y
prudente y bueno. Tampoco los crímenes cometidos por él sin saberlo le son imputables en grado tal que
sean merecedores del castigo que pesa sobre su persona, pues la falta de voluntariedad le eximía de
responsabilidad legal, y, en cuanto a la mácula contraída pese a su ignorancia, cabe afirmar que no se
monta sobre ella el peso de los acontecimientos. El autor no pone énfasis alguno. Además, es clara la
grandeza con que se alza Edipo al final de la obra, grandeza que emerge precisamente de haber sufrido
mucho sin razón. La aceptación de la revelación es el signo de la grandeza humana, que, a diferencia de
las personas normales no heroicas, el término medio de cualquier público, no evade, niega o busca ocultar
el delito (Yocasta, en cambio, oculta la verdad cuando la vislumbra).
El verdadero manantial del que fluye la fuerza dramática de los acontecimientos radica en la lucha
desigual emprendida por Edipo, condenado de antemano al fracaso, contra su destino, fracaso que (una
ironía más) significa precisamente la victoria de Edipo. Pero sería anacrónico pensar en el destino como
un programa predestinado y detallado de la vida de cada hombre, una idea que no aparece hasta el periodo
helenístico. Sófocles trata la noción de destino de una manera más apropiada para la tragedia: en su obra
el destino es simplemente ser mortal y ser la persona que uno es. La libertar de actuar de un hombre está
en todo momento limitada por las circunstancias y el temperamento, que son una herencia del pasado;
sobre el futuro la única cosa que sabe seguro es que morirá: en cuanto al presente, está obligado a actuar
como si supiera todas las cosas que ignora.
¿Qué ocurre, entonces, con los dioses? ¿Es lícito que los hombres, hombres como Edipo, tengan
que sufrir estas cosas? Para Sófocles, como para cualquier griego, los dioses son fuente de todo lo
existente en la vida, tanto el mal como el bien. Aunque se les rinda culto como se debe, los hombres no
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deben esperar bendiciones simples de ellos: es la condición de los mortales experimentar dolor y felicidad:
lo único seguro es la muerte. En ello consiste ser eusebés ("pío", "creyente", "religioso"), es decir,
respetar las leyes divinas que son los cimientos de la sociedad humana (como Antígona). El cosmos puede
ser cruel pero no un sinsentido. Puede pensarse que Edipo rey muestra la obra de dioses maliciosos que
juegan con los sufrimientos de los hombres como entretenimiento. Pero no es así como lo ve Edipo
mismo, o el coro que contempla su padecer.
En las Traquinias o Mujeres de Traquis los personajes trágicos son Deyanira, la esposa de
Heracles, que esperaba la vuelta de su marido de regreso de sus hazañas y el propio Heracles. En la toma
de Ecalia, Heracles ha cautivado a Iola, la hija del rey, y ha sido cauitivado amorosamente por ella.
Deyanira, más vieja, desespera de celos. Y quiere curar a Heracles con la túnica empapada de la sangre
del centauro Neso, muerto por Heracles cuando intentó abusar de ella. Seróa, según las palabras del
centauro, remedio cuando el amor de Heracles se debilitara. Pero, al contrario, al ponerse la túnica,
Heracles arde, se quema vivo. A sus ruegos, es llevado a la pira, de la cual saldrá convertido en dios.
El tema de Electra es el ya conocido de las Coéforas de Esquilo. Solamente Sófocles varía la
trama. Nos hace ser el testigo de la vida en el palacio de Agamenón muerto. Enfrenta a las dos mujeres,
Electra y su madre Clitemestra, que se llenan de reproches. Enfrenta también a Electra, que quiere
vengar a su padre, y a su hermana Crisotemis, llena de debilidad femenina. La muerte de los culpables
tiene variaciones respecto a Esquilo. El pedagogo de Orestes cuenta a Clitemestra la supuesta muerte de
él en un accidente de los juegos Píticos; así ella descuida las precauciones y hace llamar a Egisto para
que se entere de la noticia. Luego llega Orestes, que trae la urna en que, supuestamente, se guardan sus
cenizas; y tiene lugar la emotiva escena del reconocimiento de los dos hermanos. Después Orestes entra
en Palacio y da muerte a Clitemestra y cuando llega Egisto, le da muerte también.
Filoctetes es la tragedia de este héroe que, por causa de una herida empozoñada que tiene en un
pie, fue abandonado en la isla de Lemnos por los griegos cuando se dirigían a sitiar Troya. Pero Troya no
cae y Odiseo ha de ir a buscar a Filoctetes, pues hay un oráculo según el cual sólo con la ayuda del arco
de Filoctetes puede tomarse la ciudad. Para ello se hace acompañar de Neoptólemo, el joven hijo de
Aquiles muerto. Filoctetes, que vive lleno de miseria y resentimiento, acoge con cariño al hijo de su
amigo, le deja el arco. Pero Neoptólemo no osa engañar, traicionar a Filoctetes: le cuenta toda la verdad.
Ha de intervenir Odiseo, que intenta llevarse a Filoctetes a la fuerza. En este momento interviene
Heracles, el antiguo dueño del arco: se aparece y ordena a Filoctetes seguir su destino, acompañado de
Odiseo. Sólo así cede.
Finalmente, Edipo en Colono se refiere a la muerte de Edipo en el bosque de Colono, un lugar
sagrado de las Euménides, cerca de Atenas. Ciego y miserable, llega errante, acompañado de sus hijas y
siente que se acerca la hora de su muerte. La tumba de Edipo será una protección para la nación que la
posea: de ahí el enfrentamiento entre Teseo, el rey ateniense, y Creonte, el rey tebano. La victoria es de
Atenas; y Edipo muere entre prodigios.
Merece citarse al menos un drama satírico, Los perros rastreadores, que toca el tema de la
invención de la lira por Hermes, el pequeño dios ladrón que robó las vacas de Apolo. Los "rastreadores
son el coro de sátiros que descubren al culpable, el cual, para congraciarse con Apolo, le hace el don de
la lira.
VI.3. Composición y presentación escénica
VI.3.1. El coro
Con Sófocles comienza un nuevo estilo de teatro, dominado por la acción. Los coros son de
extensión más reducida. Aun siendo importantes, porque acompañan a la acción del héroe con sus
plegarias, cantos de dolor o alegría, sus consejos y juicios desde puntos de vista religioso, no se pueden
comparar a los de Esquilo. Raramente intervienen en la acción: así, cuando el coro de marineros trata de
llevarse a Filoctetes o cuando el coro de atenienses se enfrenta primero a Edipo y luego a Creonte, en
Edipo en Colono.
Sófocles aumenta el número de coreutas o miembros del coro de doce a quince. A falta de datos
que lo justifiquen, una de las hipótesis más difundidas es que el coro podía dividirse en dos semicoros de
siete y el corifeo podía intervenir más libremente en el drama, integrándose mejor con los actores. Pese a
lo dicho antes, y en consonancia con Aristóteles (Poética 1456 a 25-27), con Sófocles el coro deviene
como un verdadero actor. Es decir, respecto al protagonismo del coro esquíleo, Sófocles redimensionó el
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papel del coro, coordinándolo al del protagonista. A juzgar por las tragedias conservadas, no se le asignó
una función típica (no es el "portavoz del poeta" o el "espectador ideal"), sino que tiene una implicación
más compleja: tiene una función consoladora en la Electra y en las Traquinias, asistencial y exhortatoria
en el Ayax, como cómplice del engaño de Neoptólemo en el Filoctetes, acompañante solidario en el
Edipo rey, cercanos a mediar en la oposición entre Antígona y Creonte en la Antígona.
VI.3.2. Los actores
Todo se centra en los personajes, ahora más numerosos, puesto que el poeta dispone de tres
actores, que maneja con gran libertad, aunque en las más antiguas este tercer actor tiene una función
escénica más reducida: en la Antígona, la escena a tres entre Creonte, Antígona e Ismene es estructurada
en diálogos separados. En otros casos encontramos auténticas escenas triángulares. Puede realizar con
ellos escenas triangulares; puede hacer que un agón o enfrentamiento equivalga a un diálogo con el
mensajero, al hacer salir a la luz, al final, una noticia; o convertir una escena de mensajero, al contrario,
en agón. Por ejemplo, en el Edipo Rey, el enfrentamiento de Edipo y Creonte termina en la intervención
conciliadora de Yocasta, que cuenta que ningún hijo de Layo puede matarle, puesto que el que tuvo de
ella fue abandonado en el monte: lo que es un estímulo para la pesquisa de Edipo. En la misma obra,
Tiresias, en vez de interpretar el oráculo, discute y se irrita con Edipo (para dar, a través de este rodeo,
una nueva información: que Edipo es el culpable de la peste). Escenas tradicionales y escenas innovadas
son manejadas por Sófocles con originalidad para crear una acción teatral compleja.
Particularmente notable es el uso del diálogo entre dos o tres personajes para caracterizarlos. En
la Antigona, Sófocles opone a la heroína su hermana Ismene, que está dentro del borroso papel
convencional, hecho de modestia y sophrosyne, de la mujer ateniense. Lo mismo ocurre en la Electra,
con Electra y Crisotemis. Otras veces es el tipo humano del héroe o la heroína el que es definido,
pincelada tras pincelada, a través de una serie de diálogos, sobre todo de tipo agonal: así en el caso de
Edipo, Antigona, Creonte, Electra. Y hay un nuevo tipo humano, el del nuevo hombre que actúa dentro
de una moralidad estricta y que es simbolizado por el Neoptólemo de Filoctetes: es el ideal sofócleo
Precisamente por la potenciación de la individualidad del actor, en Sófocles adquiere un anueva
fuerza expresiva la resis o tirada de versos de un personaje. La resis, ya usada en Esquilo por los
mensajeros, se inserta más vivamente en el drama con Sófocles, convirtiéndose en el modo más
expresivo mediante el cual el héroe expresa su propia soledad (hasta cuatro resis consecutivas recita
Ayax).
VI.3.3. La escenografía
A Sófocles las fuentes antiguas le atribuyen la introducción de la skenografía. es decir, de un
escenario y un trasfondo pintado. En lo demás, es bastante similar a Esquilo, con su particular
barroquismo escénico. Pero es fundamental señalar que esa escenografía no es externa al drama, sino
interna y subordinada a él, motivada por la propia estructura de la obra
VI.3.4. Estructura
El acentuado protagonismo del personaje central lleva a Sófocles a forzar el esquema estructural
tradicional, introduciendo una mayor libertad formal. Así la Parodo o canto de entrada del coro presenta
módulos formales diversos: coral y lírico en las Traquinias y Edipo rey, puramente coral con la parte
lírica precedida de anapestos recitativos en Ayax, con secuencias alternadas de canto y recitado en
Antígona, con un kommos lírico alternado entre el actor y el coro en la Electra.
Pero el ejemplo más claro es el del "dístico": algunas tragedias (Ayax, Antígona, Traquinias)
presentan un brusco giro en la acción, como si se partieran en dos tragedias distintas. La valoración
negativa que se ha hecho de este problema obedece a un punto de vista en el que se concentra todo sobre
el personaje central. Pero en Sófocles, aunque el protagonista domina, la perspectiva de la valoración
ética es más amplia.
VI.3.5. La acción de las piezas
La acción gana así en complejidad y dramatismo. En obras como Edipo Rey hay una tensión
creciente según se presiente y acerca el desenlace. Pero Sófocles maneja también los efectos de
contraste: el coro del Edipo baila alborozado cuando cree entender que es hijo de una de las ninfas del
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monte; Deyanira cree haber encontrado la salvación de Heracles, cuando ha encontrado su ruina; la
Antigona se abre con el canto de victoria de los tebanos, canto al que seguirá una tragedia sombría.
A veces la acción se desarrolla linealmente, paso a paso, a veces mediante complejidades
diversas. En todo caso, Sófocles nos la presente como verosímil, como real. Un buen ejemplo puede ser
la Electra, en que el problema del poeta era el siguiente: cómo hacer verosímil que un desterrado, vuelto
a la patria, sea capaz de matar al rey y la reina en su bien guardado palacio; en qué fundar el
reconocimiento de los dos hermanos, que en las Coéforos tiene lugar a partir del simple parecido de los
cabellos y las huellas del pie de ambos. Sófocles acude a recursos psicológicos : la noticia del ayo
tranquiliza a la reina y la hace arder en deseos de que Egisto se entere del fin de sus terrores, permite que
Orestes entre sin ser molestado en el palacio; y el dolor de Electra al saber la supuesta muerte de Orestes
hace que este la reconozca como su hermana.
En las demás tragedias hay recursos parecidos. Ayax finge arrepentimiento para asi poder
escapar a la vigilancia del coro y marchar a suicidarse. Una indiscreción del heraldo Licas hace que
Deyanira se entere del nuevo amor de Heracles y precipite la acción.
VI. 4 Sófocles y la polis
Sófocles no propone nuevos modelos de organización de la polis, sino que la aceptó con sus
instituciones vigentes. Temas de sus dramas fueron la dimensión humana individual y la trágica
laceración de quien llega a encontrarse excluido de la seguridad de la polis. Falta en Sófocles una
ideología explícitamente positiva de la polis. Los que se convierten en exponentes de los valores
comunitarios son personajes "políticamente sospechosos", por lo que su referencia a la polis está
demagógicamente orientada a asegurar su propio poder personal (Menelao en el Ayax, y, en cierto
sentido, Creonte en Antígona).
Aunque en política, como en religión, Sófocles fue conservador, equidistante del radicalismo
democrático y de la tentación absolutista. Desconfió de las tendencias progresistas de la cultura ateniense
de su tiempo, representadas sobretodo en la sofística.. Esto no se contradice con el hecho de que en la
Antígona se refiera a la concepción del progreso humano de Protágoras. Su fe en la polis fue la de un
intelectual sólidamente integrado en la tradición y en la clase social a la que pertenecía (aristocracia)
VI.5. Hombres y dioses en Sófocles.
VI.5.1. El tema del hombre
Sófocles ha abandonado la trilogía del tipo esquíleo: cada tragedia es una unidad en sí y,
consecuentemente, los problemas trágicos se centran en la vida del héroe , no se extienden a lo largo de
generaciones; o, si este punto de vista es aludido, lo es secundariamente. La innovación fue consecuencia
directa de una problematización nueva, respecto a Esquilo, del mito, visto no ya en la perspectiva del
linage, de la familia (genos), que era la estructura fundamental de la sociedad arcaica, sino en la
dimensión individual del héroe. Dicho de otra manera: más que conflictos de ideas y principios, las
tragedias de Sófocles nos presentan el dramatismo de la vida humana, vivido por hombres individuales.
Más concretamente, es el tema de la grandeza y caída del héroe, que Esquilo había ya desarrollado a
propósito de un Agamenón o un Eteocles, el que ahora se hace central.
Véase, por ejemplo, lo que sucede en Edipo rey. No se habla de una culpa de este héroe: mata a
su padre y se casa con su madre sin conocerlos. Tampoco está la tragedia en el hecho de que Edipo posee
los rasgos de carácter propios del héroe trágico: es violento, obstinado, orgulloso, no cede.
Lo importante en la obra es que Edipo es un hombre sabio y grande: ha logrado él solo lo que
ningún otro, descifrar el enigma de la esfinge; y conduce a Tebas, llegado a la máxima grandeza y gloria,
como un buen rey. Y, sin embargo, en su propio triunfo estaba escondida su caída: su ruina es total, la
liberación de Tebas consiste en liberarse de él. No hay gloria, ni grandeza, ni sabiduría humanas capaces
de asegurar el triunfo indefinido del héroe.
En esta experiencia religiosa de la grandeza y sabiduría del dios, de la debilidad e ignorancia
humanas, lo que una y otra vez sale a la luz en Sófocles, antes que el tema esquíleo de la justicia. Hay,
como decíamos más arriba, una desconfianza en el pensamiento racional, que se cree capaz de construir
un bello orden en la vida individual o en la del Estado. Hay religión más que teología ; y presentimiento
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de esa soledad en que va a quedar el hombre en una época de crisis, en que se desploman los valores
colectivos de origen tradicional.
El tema del gran héroe caído es constante: se desarrolla a propósito de Ayax, Heracles, etc. Este
héroe es llorado y admirado al tiempo que criticado en su debilidad, en su ignorancia. Pero el héroe que
es el portador de la justicia, una Electra o una Antígona, no deja también de sufrir o morir. Ni siquiera
estos héroes o heroínas son tranquilizantes, esta grandeza humana, llevada a los últimos límites, es
peligrosa, destructora, sometida incluso a crítica. Sólo trabajosamente se abre paso un nuevo ideal de
moderación y virtud, el representado por Neoptólemo.
VI.5.2. El tema del dios
Junto al tema del hombre está el tema del dios: poderoso, sabio, lleno de misterio. Allí donde
Deyanira o Tecmesa ven una esperanza de salvación, el dios sólo ve ruina. Allí donde Filoctetes cree
estar en posesión de la justicia, Heracles le hace ver que debe dominar su orgullo y marchar a Troya; un
traidor como Odiseo es quien tiene razón. Estas son las constantes paradojas.
Hay un paralelismo entre acción humana y acción divina. Edipo investiga y con ello no hace otra
cosa que descubrir aquello que, sin saberlo, ha hecho ya: lo que disponían los oráculos. Orestes planea la
muerte de Clitemnestra, establece un plan de acción, pero en realidad no hace otra cosa que seguir las
órdenes de Apolo, que es quien venga a Agamenón.
Sófocles ve en el Estado más bien un peligro y se interesa por el hombre. Como el de todos los
trágicos, el suyo es un ideal de moderación, de limitación, de templanza. Su excelencia está en su
percepción íntima de los aspectos sombríos de la naturaleza humana: la ruina inesperada, la
incapacidad de previsión, la conversación de las mejores cualidades en fuente de desgracia. No se
rebela: esta forma de ser del hombre le duele, pero no vilipendia ni llora al caído, sino que intuye que
el dramatismo de la vida humana entra de algún modo dentro de una armonía superior, sentida como
un orden religioso, querido por los dioses.
VI.5.3. Planteamiento ético religioso. La negación del pavqei mavqo"
La interpretación de Sófocles se funda en la relación hombre/dios, que es central en su
dramaturgia, así como el tema de la fragilidad e inestabilidad de la condición humana. Aun cuando se
realiza una condición de felicidad, cae sobre el hombre la ruina. El dolor ya no produce, como en
Esquilo, sabia conciencia del límite, el dolor no produce conocimiento. Sófocles se muestra escéptico
sobre la posibilidad humana de conocimiento, no asigna al sufrimiento potencialidad didáctica. Para él
la causa del mal no está en la desmesura, tanto individual como del linaje (culpa heredada). La
relación entre culpa y responsabilidad cobra especial interés, pero no automática como en Esquilo. En
Edipo en Colono Edipo declara haber padecido el parricidio y el incesto y no, en cambio, haberlo
cometido; aunque es culpable no es responsable, debido a su ignorancia.
VI.6. Lengua y estilo
Es de señalar la especial habilidad y gracia de que Sófocles hace gala en la narración de
supuestos incidentes o accidentes, dotada de una exposición grácil, fluida, aparentemente simple, lo
que confiere a la narración un aire de autenticidad. Una característica singular es la ironía sofóclea,
según la cual un personaje es autor o víctima, consciente o inconsciente de un discurso con doble
sentido. También nos referimos con esto a la ironía o ambigüedad semántica o gramatical con que el
poeta juega mediante la indeterminación, imprecisión y falta de concreción gramatical: uso de ciertas
formas verbales dotadas ya de por sí de doble significado, sustantivos, presencia de un demostrativo
referido a un nombre o a otro, empleo de conjunciones con doble valor, condicional o completivo,
adjetivos verbales con doble función, activa o pasiva, juego con doble sentido de las pausas y elisiones
de vocales, que puede ser una u otra, con la consiguiente repercusión en el sentido. En definitiva se
trata de un mecanismo de la comunicación teatral por el que el personaje afirma tener un nivel
conocimiento más profundo que el que se le atribuye.
Por lo demás, del estilo ampuloso y esquíleo del principio, su obra evolucionó hasta un estilo
incisivo y artificioso, para acabar, al final en un estilo ajustado a la materia tratada y en consonancia
con los caracteres de sus personajes: de esta forma, una acción y contenido compleja y difícil (como el
incesto entre madre e hijo en Edipo rey) encuentra su correspondencia y correlato en una sintaxis de
iguales características, inusual y anómala. Si Esquilo sólo usa vulgarismos y coloquialismos en boca
7
Teatro Griego
TEMA VI
de personajes humildes, Sófocles los utiliza con personajes de alto rango, pero en situación de
particular tensión. Otro ejemplo de naturalismo estilístico es el abandono de las metáforas, tan usual
en Esquilo para quien se constituyen en auténticos temas-guía. En compensación el lenguaje de
Sófocles adquirió una energía y una profundidad, proporcional a la caracterización de los personajes.
VI.7. Transmisión y pervivencia
Como muestran sus victorias, Sófocles tuvo un éxito muy temprano, obteniendo plena
admiración por prate de Aristóteles, quien en la Poética examina el género trágico sobre todo a partir
de su tragedia. Fue retomado por el teatro latino arcaico y por Séneca, quien amplió sobre todo el
elemento retórico y patético. Esta admiración por Sófocles explica que en el 1585 el Edipo rey fuera la
obra elegida para inaugurar el teatro olímpico de Venecia. Fue luego retomado, aunque sobre todo en
la versión de Séneca, por Tasso en el Trrismondo (1587), por Corneille (1657) y por Voltaire (1718),
que actualizaron la figura de Edipo. La fortuna moderna de Sófocles se inició con Lessing (1729-81),
que sobre la base de la Poética y de Sófocles definió la esencia del arte trágico, poniendo el Edipo rey
como arquetipo del teatro moderno. En el Laooconte (1766) definió el Filoctetes como una de las
onras maestras absolutas de la escena. Hölderlin (1770-1843) Tradujo el Edipo rey y Antígona (1804),
mientras que Schelling (1775-1854) elaboró sobre el Edipo rey su concepto de lo trágico. En los
mismos años Hegel (1770-1831) proponía su interpretación de la Antígona como conflicto insalvable
causado por el exceso de unilateralidad entre ética y política (Antígona/Creonte), lectura destinada a
influenciar profundamente la apreciación moderna de la tragedia. Hugo von Hofmannsthal (18741929) escribe la tragedia en tres actos Edipo y la Esfinge (1906), profundizando el tema del hado, y
publicó una interpretación del Edipo rey (1908) y un año más tarde representó la Electra con música
de Richard Strauss. El modelo fue Sófocles, pero tanto Hofmannsthal como Strauss añadieron una
extraordinaria carga de agresividad pasional al personaje, expandiendo el motivo de la alegría y de la
venganza. Entre los representantes musicales del s. XX tenemos un Edipo con música de Leocanvallo
(1920), Edipo rey, con texto latino, de Stravinsky (1927) y Edipo de G. Enescu (1936). Con Freud
Edipo entra a formar parte de los grandes temas del psicoanálisis, abriéndose a interpretaciones y
prospectivas nuevas.
ANTIGONA, EDIPO REY (Comentario)
Antecedentes mitológicos
La leyenda de Tebas (Esquilo Los Siete contra Tebas, Sófocles Antígona, Edipo Rey, Edipo en Colono,
Eurípides Fenicias, Bacantes)
Libia
Poseidón
Telefasa
Cílix
Agenor
Fénix
Equión
Hera
Ares
Europa
Ágave
Zeus
Harmonía
Polidoro
Penteo
Creonte
Semele
Nicteo?
Meneceo
Eurídice
Afrodita
Cadmo
Autónoe
Dione
Dioniso
Labdaco
Layo
Jocasta
Edipo
Hemón
Antígona
Ismene
Eteocles
Polinices
Analizaremos estas tragedias siguiendo su orden mítico. El origen de Tebas lo encontramos en Cadmo,
pero antes nos hemos de remontar algo atrás. Ío fue amada por Zeus, por lo que su esposa Hera, celosa, la
8
Teatro Griego
TEMA VI
convirtió en vaca, constantemente picada por un tábano. En su huida llegó a Egipto, donde recuperó su forma
humana y dio a luz a Épafo, quien casado con una hija del río Nilo, engendró a Libia. Ésta y el dios Posidón
engendraron a Belo y Agenor. De éste último desciende Cadmo y su hermana Europa, junto con Fénix y Cílix.
Europa fue raptada por un toro (Zeus) y su padre mandó a sus hermanos a buscarla, sin ningún éxito, aunque
cada uno fundó un reino (Fenicia, Cilicia y Tebas). Cadmo se enfrentó y mató a un dragón, que vigilaba la fuente
donde se emplazaría Tebas, y de los dientes del dragón, por mandato de Atenea, nacieron, tras ser sembrados en
la tierra, unos guerreros, los primeros tebanos (llamados espartos = “sembrados”), representantes de las
principales familias tebanas. Tras ser purificado por la muerte del dragón, casó con Harmonía, hija de Afrodita y
Hermes. Dicha boda fue una de las más importantes, comparable a la de Tetis y Peleo, a la que acudieron todos
los dioses. De esta unión nacieron cuatro hijas: Semele, Ino, Ágave y Autónoe. Ágave se casó con el esparto
Equión y tuvo como hijo a Penteo.
Las Bacantes.- Semele fue madre del dios Dioniso en unión con Zeus, quien se le pareció en forma de rayo (por
estratagema de su celosa esposa Hera) y la fulminó, no sin antes sacar del vientre a Dioniso e introducírselo en el
muslo, de donde nacería con el tiempo. La sucesión de Cadmo es bastante confusa, pero lo cierto es que el trono
lo ocupó su nieto Penteo. De su negativa a la introducción de los ritos de Dioniso, primo suyo, nos da cuenta la
obra de Eurípides, así como de su desastroso fin a manos de su madre Ágave, poseida por el furor del dios,
convertida en bacante.
De Penteo desciende Creonte y Yocasta, de Polidoro desciende Lábdaco, padre de Layo. Éste último fue
desterradoen el palacio de Pélope, donde conoció a Crisipo, joven hijo del rey, de quien se enamoró y además se
lo trajo cuando volvió a ocupar el trono de Tebas. Esa horrible acción, no reprendida por el pueblo tebano, fue la
causa de que la diose Hera, enojada, enviara a la Esfinge, que asoló la ciudad, devorando a todo caminante que
no adivinaba un enigma.
Edipo Rey.- Layo casó con Yocasta. Según un oráculo, su hijolo mataría y sería la ruina de su casa. Además hay
que sumar la maldición de Pélope por el rapto de su hijo. Layo engendró a Edipo y, para evitar el oráculo,
ordenó abandonar al hijo en el monte Citerón. Unos pastores corintios lo recogieron y lo llevaron al palacio de
los reyes corintios, Pólibo y Mérope, que no tenían hijos. Ya siendo joven, en una riña, alguien le echó en cara
ser hijo adoptivo, por lo que se marchó a Delfos a consultar el oráculo, pero éste no contestó a su pregunta, sino
que le vaticinó que su destino era matar a su padre y casarse con su madre. En el camino de vuelta de Delfos se
encontró con el rey Layo. Un criado de Layo le indicó que le cediera el paso, a lo que Edipo no obedeció, por lo
que mató el caballo de Edipo. Éste se enfureció y acabó matando al criado y al propio Layo. No queriendo
regresar a Corinto, por el oráculo, tomó el camino de Tebas y se enfrentó a la Esfinge, resolviendo su enigma.
Por ello, los tebanos le ofrecieron el trono de Tebas y a Yocasta como esposa. La peste asolaría después la
ciudad, por no haber vengado el crimen de Layo. Edipo descubrirá por fin la verdad y se desterrará
acompañándole su hija Antígona.
Edipo en Colono.- Llegados a la ciudad de Colono, en el Ática, Edipo, con sus dos hijas, Antígona e Ismene,
murió y un oráculo vaticinó que el lugar donde se encontrara su tumba gozaría del favor de los dioses. Creonte,
rey de Tebas quiere raptar a Edipo por la fuerza, pero Teseo, rey de Atenas, se lo impedirá
Sus dos hijos, Eteocles y Polinices, acordaron gobernar alternadamente. Pero, llegado el momento, Eteocles se
negó a ceder el trono a Polinices, quien abandonó la ciudad, siendo acogido por Adrasto, rey de Argos. Éste,
queriendo restablecer a Polinices en el trono, levantó un ejército contra Tebas. La ciudad se salvó porque el
adivino Tiresias vaticinó que así sucedería si Meneceo, hijo de Creonte, ofrecía la vida por la salvación de la
patria. Asío ocurrió, no sin antes acabar con la vida de los dos hermanos. Creonte asumió el mando, ordenando
dejar insepulto el cadáver de Polinices. Antígona, que tras la muerte de Edipo había vuelto a Tebas, será la
encargada de esta misión.
ANTIGONA
Personajes y caracteres
Personajes
Antígona
Ismene
Coro (ancianos tebanos)
Creonte
Guardián
Hemón
Tiresias
Mensajero 2
Euridice
Mensajero 2
Caracteres
Falso centro
2º del Falso centro
Coro
Héroe
Contrapunto
2º del Falso centro
Arquetipo
Mensajero
Mensajero
actores
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Teatro Griego
TEMA VI
1º actor
2º actor
Creonte
Antígona
Hemón
Tiresias
Eurídice
3º actor
Ismene
Guardia
Mensajero 1
Mensajero 2
Es evidente que el 1º actor representaría a Creonte
que está presente en la escena durante los cinco
episodios (mientras que Antígona está presente en el
prólogo y en el cuarto episodio). Este dato es una
indicación importante para asignar al papel de
Creonte un adecuado reconocimiento: la Antígona es
la tragedia de Creonte
Trama
Acción
Por su desacato, Antígona es
condenada a muerte por el rey, a
pesar de las opiniones en contra.
Culminación Antígona se suicida (con Hemón)
Ascenso
El rey comprende su error
Descenso
Elementos
El prólogo dialogado introduce la
acción y el posterior enfrentamiento
(Ant/Cre, Hem/Cre, Tir/Cre)
En el último enfrentamiento tiene
lugar la inversión pero es tarde
El rey aprende por el dolor
Escenografía
La escena de Antígona no requiere un cambio de escena. A lo largo de la obra la escena, con al menos una
puerta, representa la fachada del palacio real de Tebas, en la cual se abre una sola puerta. Los dos eisodoi
conectan la orchesta, de una parte, con el campo de batalla, donde yace insepulto el cadáver de Polinices, de la
otra, con campo abierto, donde se situaría la cueva. No hay cambios de escena cuando el poeta cambia la
atención del auditorio a sucesos acaecidos en la llanura, donde está el cadáver de Polinices, o a la cueva, donde
está encerrada Antígona. Estos sucesos son informados por mensajeros. El recurso del mensajero hace
innecesario los cambios de escena. Lo mismo ocurre con el suicidio de Eurídice, aunque en este caso aparecería
el cuerpo de la reina en el enkyklema.
La casa asume un cierto carácter o oficialidad y autoridad (como en los Persas de Esquilo). Creonte sale
de la casa para anunciar a la ciudadanía su edicto y delante de la casa defiende el propio poder. Pero en el éxodo
el papel de la casa cambia radicalmente. Primero con la salida de Eurídice, quien, tras oir del mensajero la
noticia de la muerte de Antígona y Hemón, vuelve a entrar en ella, dejando presagiar el gesto desesperado que
posteriormente acometerá. Después con la entrada de Creonte que transporta en brazos en cadáver de su hijo, y
al que se le añade el de Eurídice. Todo esto transforma el área de la casa en un lugar privado, por el contrario de
la caracterización como espacio público que tuvo antes. Especialmente con la salida del cadáver de la casa, ésta
deja de ser espacio del poder para convertirse en sede luctuosa, en consonancia con la evolución del
protagonista.
Estructura
Parte
PRÓLOGO
(1-99)
Coro
PÁRODO
(100-161)
C
EPISODIO 1
(162-222)
Cfeo
Cre
(223-331 Cfeo
Cre
ESTASIMO 1
(332-383)
C
Ac 1
Ant
Ac 2
Ac 3
Ism
Gua
Forma
Contenido
Al amanecer del día siguiente a la muerte de los dos hijos de Edipo y de la retirada de
los argivos, Antígona llama fuera del palacio a su hermana Ismene, le comunica la
proclama de Creonte prohibiendo enterrar el cadáver de su hermano Polinices y le
anuncia su intención de hacerlo a pcsar de ello, por si presta Ismene su colaboración.
Esta no lo acepta e intenta disuadir a Antígona, quien llevará a cabo sola la acción. La
pareja Antígona Crisótemis es bastante parecida a la de Electra Crisótemis. Es de
destacar la opinión de Ismene sobre la relación hombre-mujer (61-62). La palabra philos
aparece varias veces, tanto para referirse al "amigo" como al "pariente" (73)
Está compuesto por dos estrofas y dos antístrofas. El Coro ignora con qué objeto ha sido
convocado por Creonte al palacio. Ellos saludan al nuevo día y se regocijan por la
partida de los argivos, recordando la mala conducta de Polinices, que ha puesto a Tebas
en una situación de gran peligro de la que ya han escapado. El "hombre que ha venido
de Argos" se refiere colectivamente al ejército argivo. La postura del coro con respecto
a los dos hermanos es clara.
Sale Creonte, el nuevo rey de Tebas tras la muerte de Eteocles, de la puerta principal del
palacio y plantea la filosofía que orienta sus acciones y su edicto, reconoce la lealtad
que los ancianos coreutas mostraron a sus predecesores, expresándoles su propia
concepción de las obligaciones que tendrá en su misión. De acuerdo con éstas, anuncia
el edicto que ha mandado proclamar sobre los dos hermanos. El Coro lo acepta
sumisamente, pero no lo aprueba (211). La contraposición con el pensamiento de
Antígona (182-188) es patente
Se presenta en escena un guardián anunciando que alguien ha cubierto de tierra el
cadáver de Polinices. El carácter de este personaje resulta, valga la expresión, bastante
gracioso, de lenguaje y pensamiento popular. Creonte le despide, con amenaza de
muerte para todos si no descubren al autor.
Consta de dos pares de estrofas. Es un canto al hombre, el ser más admirable de la
creación, dueño del mar, de la tierra y de las demás criaturas. El ha descubierto todos
los recursos, excepto el de hacer frente a la muerte. Si observa las leyes divinas y
humanas será feliz, y desgraciado, si las desprecia. La palabra "maravillosa" con que se
califica a la especie humana es en griego deinos que tiene tanbién el sentido de
"terrible". Esta alabanza a los logros de la civilización del hombre está inspirada por la
sofística, con un claro sentimiento de optimismo en el desarrollo cultural del hombre
como resultado de sus habilidades. Es de notar que las imágenes que usa Creonte suelen
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Teatro Griego
Coro
TEMA VI
Ac 1
Ac 2
Ac 3
Cfeo
EPISODIO 2
(384-444)
(445-530 Cfeo
Ant
Cre
Gua
Ant
Cre
(531-581) Cfeo
Ant
Cre
Ism
Hem
Parte
ESTASIMO 2
(582-630)
C
EPISODIO 3
(631-764)
Cfeo
Cre
(765-780 Cfeo
Cre
ESTASIMO 3
(781-805)
C
EPISODIO 4
Kommos
(806-882)
Cfeo
Ant
(883-943 Cfeo
Ant
ESTASIMO 4
(944-987)
C
EPISODIO 5
(988-1114)
Cfeo
ESTASIMO 5
(1115-1154)
C
EXODO (11551182)
(1183-1243)
(1244-1257)
(1258-1291)
Cfeo
Cfeo
Cfeo
Cfeo
(1292-) Cfeo
Cre
Cre
Tir
M1
Eur
M1
M1
Cre
Cre
M2
Forma
Contenido
ser siempre vinculadas con las habilidades y la civilización en general (189, 293, 476,
569). En cambio las de Antígona y la resistencia al edicto de Creonte está representada
generalmente con imágenes conectadas con la naturaleza (423, 712, 825). Del 375 al
383 el Coro reconoce asombrado a Antígona.
Antígona, es conducida ante Creonte. El coro se queda atónito al verla llegar apresada
(380) y el propio guardián muestra que no le agrada lo que está haciendo (437)
Antígona reconoce haber realizado los hechos y los justifica. Defiende su desobediencia
al edicto (450). La contraposición entre leyes divinas y humanas centra el debate.
Creonte la condena a muerte. La contraposición hombre y mujer centra el debateEl
discurso trágico se centra en ese pensamiento jurídico que se encuentra en pleno
proceso de elaboración en Atenas. Es éste uno de los más claros ejemplos en la tragedia
de tensión entre ciudad y familia. El discurso trágico formula a menudo el sentimiento
ambivalente experimentado por una ciudad democrática que rechaza a las familias
aristocráticas pero acepta que éstas sigan proporcionándole líderes
Dos esclavos traen (v. 531) también a Ismene, que quiere asociarse al hecho. Antígona
no se lo permite. Creonte ordena hacer a ambas prisioneras.
Abarca dos pares de estrofas. el coro canta la desdicha de las dos hermanas. Es una reflexi6n acerca del destino de los Labdácidas y del poder del destino, en general, en la
vida de los humanos. Estas hermanas eran la ultima esperanza de la familia y ahora
están condenadas. No se puede reprimir el poder de Zeus. Anuncian la aparición de
Hemón (626-630).
Hemón se presenta a interceder por Antígana Discuten acaloradamente. El punto central
de Creonte es la obediencia al poder (666). Pero Hemón le restriega la soledad del
poder. Él está más cerca del pueblo y sabe la opinión de éste respecto al decreto que
condena a Antígona (692). Le aconseja no ser inflexible (707). De nuevo aparecen las
analogías naturalistas (el arbol 712), pero también las de la civilización (la nave, 717).
Finalmente le amenaza (751). Creonte decide ahora enterrarla viva, cuando antes (36) la
había condenado a lapidación. La razón se verá en 888. El joven abandona bruscamente
la escena
Creonte ordena que Antígona sea encerrada viva en una cueva excavada en la roca. El
tema central coincide con el pensamiento que fundamenta la democracia (la obediencia
al que la ciudad designa). Pero la sumisión de la ciudadanía a quien ha elegido por
votación señala que Creonte bordea peligrosamente el comportamiento tiránico. Del
consejo de Atenea en las Euménides ("Ni anarquía ni despotismo") respeta sólo el
primer elemento. La lección democrática, impartida a través del diálogo entre un hijo y
su padre, que es también el diálogo entre un ciudadano y el tirano que se niega a
escuchar voces distintas a la suya, es muy propia del hombre político que fue Sófocles.
Y tras ella puede verse una velada amonestación a Pericles
Está formado por una estrofa y una antístrota. Es un bellísimo canto al amor, que
prepara bien el diálogo lírico que va a seguir entre Antígona y el Coro. Del 801 al 805,
el Coro compadece a la joven que se dirige a la muerte.
La primera parte es un diálogo lírico o kommós, compuesto por tres estrofas y tres
antistrofas seguidas de anapestos y un epodo. Antígona es sacada del palacio por dos
esclavos para ser conducida a la tumba. Ella comenta su destino desgraciado con el
Coro, comparándose con Níobe y recordando las desgracias de su familia. Ella se
compara (831), pero el coro ve diferencias (832)El Coro trata de consolarla, pero le da a
entender que ella sola se ha perdido
Creonte aparece y ordena que, sin perder más tiempo, sea cumplida su orden. . La
declaración de Antígona en 905-912 ha confundido a muchos críticos, quienes lo han
considerado una interpolación hecha después de la muerte de Sófocles, frente a otros
que consideran plausible que esté hablando de un hermano verdadero, ahora muerto, y
de un esposo y unos hijos que no existen aún. El tema parece inspirado en el pasaje de
Heródoto (III-119) sobre la mujer de Intafrenes
Se compone de dos estrofas y dos antístrofas. El Coro recuerda otras tres personas de
sangre real que han sufrido un destino semejante al de Antígona con duro encierro:
Dánae, Licurgo y Cleopatra. Todos mostraron que ningún mortal puede hacer frente a su
destino, al menos con respecto a los dos primeros (944). Estos ejemplos pueden indicar
las dudas que el Coro tiene con respecto a Antígona: se ha alarmado por su
comportamiento desafiante, pero también se ha impresionado por su heroismo.
Entra Tiresias, conducido por un niño, y comunica las señales de la c61era divina (999),
así como su interpretación (1023). Creonte le acusa de tener parte en un complot contra
él (1033). Ante los terribles vaticinios que, a continuación, profiere el anciano adivino
(1065). El corifeo le previene sobre la imposibilidad de Tiresias para mentir (1091.
Finalmente Creonte, aterrado, ordena dar segultura al cadáver de Polinices y liberar a la
muchacha. La lección ha sido aprendida (1114)
Consiste en un hiporquema, o canto de danza de alegre tono, que invoca la presencia
sagrada del festivo dios protector de Tebas, Baco. Puede resultar inusitado la inclusión
de este baile vivaz. El tono optimista viene ocasionado por el cambio de opinión de
Creonte, aunque a la vez sirve para enfatizar el contraste por el horror tras la muerte de
Antígona y Hemón en la próxima escena
Se narra la muerte de Antígona y Hemón
Eurídice entra y se entera de las muertes
El mensajero y el corifeo recelan de la actitud de la reina
Con la aparición de Creonte en escena, se inicia un diálogo lírico o kommos. Consta de
tres pares de estrofas. Creonte, arrepentido, se lamenta. El tema del aprendizaje a través
del dolor, el tema fundamental de la tragedia aparece aquí (1271)
En ese momento el mensajero le comunica la muerte de su mujer, e incluso da las
razones (1301)
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