¿Cuáles son los cinco o seis mejores libros escritos

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¿Cuáles son los cinco o seis mejores libros escritos en
Hispano-América desde su Independencia hasta
nuestros días?
¿CUÁL ES LA OBRA HISPANA MÁS ORIGINAL, Y CUÁLES LAS LITERATURAS
EXTRANJERAS QUE MÁS INFLUENCIA HAN TENIDO EN NUESTROS ESCRITORES? – UNA ENCUESTA TAN INTERESANTE COMO ORIGINAL ORGANIZADA POR EL REDACTOR DE “IMPARCIAL” EN PARÍS. – LA CONTESTACIÓN
DE LOS LITERATOS Y PENSADORES INTERROGADOS. 1
MI TERCERA ENCUESTA LITERARIA
Siempre con la mayor amplitud posible, resolví hacer mi tercer encuesta literaria en
nuestra América. Lo he dicho y lo repito: como hombre privado, puedo tener enemistades;
como hombre de letras, las desconozco. Si en las respuestas a mis preguntas no están las firmas de todos mis colegas de mayor renombre continental, ello se debe a que no me ha sido
posible obtener la dirección de algunos y a que las muchas tareas y la desidia de otros les
han impedido complacerme. Eso, sin contar con pérdidas siempre posibles en los correos de
diez y ocho países diferentes.
Claro está que en esta encuesta no figurarán nombres de las nuevas generaciones nacidas a la vida literaria en un período álgido de reparación en el que, como ha sucedido ya
otras veces, se ha hecho tabla rasa del pasado, buscando una originalidad propia alcanzada
por escasísimo número de escritores.
Antes de lanzarme en busca de opiniones ajenas, me pregunté, si debía yo pedirlas a
los demás en este período de mi vida, el más apto para la propia producción, máxime cuando
más de un libro esperan que mi pluma lo termine. Dos razones vencieron mis escrúpulos: 1.a
La de que la encuesta me proporcionaría el único medio de obtener pareceres interesantes,
de esos que no se encuentran en volumen alguno hispanoamericano; 2. a El convencimiento
de que un diario como IMPARCIAL es el mejor vehículo para divulgar en los países de habla
española esas mismas interesantes opiniones, desconocidas por los escritores y lectores que
los pueblan.
Y, después, la costumbre, la costumbre de haber realizado otras dos encuestas literarias, a las que dispensaron la mejor acogida eminentes colegas míos.
Claro está que, hoy como ayer, aunque respeto las opiniones de los interrogados, no
las comparto siempre. Lo mismo debe sucederle a la Dirección del diario que las publica y al
que, desde París, presto mi modesto concurso, sin pretender que, por ese hecho, ella acepte
todas mis ideas y, menos aún, las de todas las personas a quienes me he permitido molestar
con mis preguntas.
A mis colegas y a IMPARCIAL, presento, pues, mis gracias más sinceras, reservándome dar mi propia opinión sobre el fondo de mis tres encuestas el día que el tiempo me
permita reunirlas en un solo libro.
HUGO D. BARBAGELATA.
París, noviembre de 1925.
1
Publicado el 19 de diciembre de 1925 en la página 13, correspondiente al Suplemento.
De Belisario Porras, notable publicista panameño, dos veces elegido Presidente en
su patria.
Legación de Panamá. – 70, por Cardinet. – París, octubre 5 de 1925. – Sr. don Hugo
D. Barbagelata. – París. – Estimado colega: Con mucho placer contesto su apreciable carta de
principios de este mes, sobre los mejores libros hispanoamericanos, sobre la obra más original
de Hispanoamérica, y sobre las literaturas extranjeras que han tenido mas influencia sobre
nuestros escritores de la manera siguiente:
1.o Los seis mejores libros escritos en Hispanoamérica, desde la época de su independencia hasta nuestros días, son a mi juicio,
(a) La Vida de Simón Bolivar, por O’Leary.
(b) El Libro Ariel, por Enrique Rodó.
(c) Los Siete Tratados, de Montalvo.
(d) Las Tradiciones Peruanas, de R. Palma.
(e) Las obras de Rubén Darío.
(f) Las obras de J. Santos Chocano.
2.o La más original de esas obras hispanoamericanas, me parecen Los Siete Tratados.
3.o Las literaturas españolas y francesas, son las que más influencia han tenido sobre
nuestros escritores.
Ruego a Ud. que excuse mi insuficiencia en el asunto.
Yo francamente he leído más de valores franceses, españoles, americanos e ingleses
que de nuestra amada América hispana.
Acepte la seguridad de mi más distinguida consideración y quedo de Ud. muy atento y
seguro servidor. – Belisario Porras.
De Carlos Reyles, el autor uruguayo de tanto talento como prestigio.
Lieja, octubre 15. – Distinguido colega y amigo. – Contesto por ahora a las tres preguntas que se sirve Ud. dirigirme y lo hago según mi sentir, haciendo caso omiso del parecer
de los otros, pero también sin el vanidoso intento de erigir mi verdad en norma.
La “Facundo” de Sarmiento, “Tradiciones” de Palma, “Prosas Profanas” de Rubén
Darío, “Motivos de Proteo” de Rodó, “La Gloria de don Ramiro” de Larreta, “Lenguas de
Diamante” de Juana de Ibarbourou.
2.a Martín Fierro.
3.a La literatura española antes; ahora la francesa.
Lo saluda muy afectuosamente. – C. Reyles.
De Alberto Ghiraldo, el avanzado escritor argentino
Madrid, octubre 15 de 1925. - Sr. don Hugo D. Barbagelata. – París. – Distinguido colega: Me pone usted en un aprieto… Pero, en fin, ahí va mi contestación a su interesante encuesta:
A la primera pregunta: “Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana”
por Bartolomé Mitre, “Cantos de vida y esperanza” por Rubén Darío, “Discursos” por José
Martí, “Motivos de Proteo” por José Enrique Rodó, y “Tradiciones peruanas” por Ricardo
Palma.
A la segunda: “Facundo” por Domingo F. Sarmiento.
A la tercera: la española, que yo no llamo “extranjera”, e inmediatamente la francesa.
Actualmente, la rusa.
Reciba mi saludo cordial y afectuoso de compañero y amigo. – Alberto Ghiraldo.
De R. Blanco Fombona, el gran escritor y autorizado crítico de vanguardia
Chateau de Catillon por Wavignies. – Oise, 23 de octubre de 1925. – Sr. don Hugo D.
Barbagelata. – París. – Distinguido colega: Aquí le mando mi contestación a las tres preguntas
de su encuesta:
1.a Que cuáles son los cinco o seis primeros libros de Hispano-América?
Los mejores escritores de nuestra América han sido hasta ahora escritores políticos o
que se rozaron mucho con la política y tuvieron, no un perenne sueño de arte puro, sino marcada intención social. Los tres grandes poetas de nuestro período clásico –Olmedo, Bello,
Heredia– no me dejarán mentir. Diré, para precisar que, con raras excepciones, nuestra literatura, hasta el presente, tiene un aspecto social inconfundible. Las condiciones de nuestra vida
colectiva explicarían este fenómeno.
Algunas de las mejores obras de la literatura de América deben buscarse entre autores
no exclusivamente literarios. Coloco en primer término, por su belleza de expresión y por su
importancia en todo orden, las Cartas de Bolívar máxime las de 1823 a 1827. Después, habría
que huronear y decidir en personajes como Martí, como Alberdi, como González Prada, como
Cecilio Acosta, como José Vasconcelos, como Francisco García Calderón, mitad políticos,
mitad literatos. El grano, como se mira, hay que descubrirlo en la paja.
Entre los poetas se disputarían la palma Gutiérrez Nájera, Casal, Rubén Darío, José
Asunción Silva, Chocano, Valencia, Herrera Reissig, Salvador Díaz Mirón. Los comediógrafos se inclinarían, casi todos de buen grado, ante Florencio Sánchez. ¿Novelistas? Ahí están
Alcides Arguedas, Javier de Viana, Díaz Rodríguez, otros. Cuentistas, los contamos muy estimables en México, en Centro América, en Colombia. Entre los historiadores los hay jocosísimos: -jocosísimos “a contre coeur”. Todo en el vasto mundo, lo ha hecho su país. Los argentinos estilo Mitre a la cabeza de estos divertidos historiadores.
Pero menguada sería la literatura que no contara en un período con ciento y tantos
años con cinco o seis obras maestras. Nosotros las tenemos. Me parece que podrían disputarse, cada una en su género, como obras de primer orden, en cualquier literatura, las siguientes:
(a) Tradiciones peruanas, por Ricardo Palma.
(b) Siete Tratados, por Juan Montaldo.
(c) Facundo, por D. F. Sarmiento.
(d) Biografía del general José Félix Ribas, por Juan Vicente González.
(e) Motivos de Proteo, por José Enrique Rodó.
(f) Cantos de Vida y Esperanza, por Rubén Darío.
Habría más. Faltan en la lista una obra de teatro y una novela. Ponga usted, si le parece, para representar al teatro: “Barranca Abajo” de Florencio Sánchez; para representar la
novela, ponga la romántica “María”, de Jorge Isaac, traducida ya casi a todas las lenguas de
Europa e imitada por el poeta español Nuñez de Arce, en el poema “Un idilio”.
Y añadiré que una colección de discursos de José Martí, que tal vez no exista, podría
solo compararse con una colección de Sonatas de Beethoven. Apartando a Castelar, muy diferente de Martí en virtudes y en defectos pero otro Amazonas lírico, ¿de qué orador, en qué
lengua, cabría decir otro tanto?
2.a La obra hispanoamericana que conceptúo más original está aún en el espíritu de futuros creadores. Hemos vivido cien años de préstamo. Lo hemos imitado todo. hemos asqueado a los españoles. Nos hemos prostituido a los pies de los franceses. Aún las botas italianas e
inglesas han conocido nuestra lengua. Seremos originales cuando seamos dignos y no nos
arrodillaremos con espíritu colonial, ante Europa y ante los Estados Unidos. Literariamente,
Francia, después de habernos hecho mucho bien, nos ha causado perjuicios enormes. París es
para nosotros, la sombra del manzanillo.
3.a Las literaturas extranjeras que más influencia han ejercido sobre nuestros escritores
han sido la española y la francesa. Creo que nadie lo duda. Por eso lo afirmo tan rotundamente.
Dejo contestadas sus tres preguntas. Sobre cualquiera de las tres podría escribirse un
libro… y aún dos, para no perder nuestra hispanoamericana costumbre de ser pesaditos… de
saber volar con la gracia de elefante.
Soy de usted atto. S.S. – R. Blanco Fombona.
De Francisco García Calderón, el consagrado ensayista
París, 26 de octubre de 1925 – Mi querido amigo y colega: Me es grato contestar las
preguntas de su nueva e interesante encuesta:
1.a Las Tradiciones de Ricardo Palma, el Facundo de Sarmiento, algunos Tratados de
Montalvo, los Cantos de Vida y Esperanza de Rubén Darío, los Ensayos de Rodó (entre ellos
Ariel), las Oraciones de José Martí.
2.a María de Jorge Isaac.
3.a La francesa, en primer lugar y en todo tiempo. A través de traducciones y con acción secundaria siempre, la inglesa y la italiana. De la literatura alemana, quizá solo Heine. En
los últimos años, la literatura rusa, sobre todo Dostoievski.
Siempre de Ud. afimo. amigo y compañero. – F. García Calderón.
De Manuel Ugarte, el fuerte pensador argentino
1.a Si tuviera que limitarme a media docena de libros me quedaría con Las Bases de
Alberdi, los Capítulos de Montalvo, los Discursos de Martí, el Mirador de Próspero de Rodó,
Prosas Profanas de Darío y Poesías Completas de Chocano.
2.a A pesar de sus apasionamientos políticos y sus arbitrariedades gramaticales, la
obras más original a mi juicio, es el Facundo de Sarmiento.
3.a Era lógico que el colonialismo político y económico de nuestra América se reflejase en la vida intelectual. Acostumbrados a pedir al extranjero los empréstitos, las manufacturas y hasta las noticias sensacionales del día, algunos creyeron poder solicitar también las ideas, las inspiraciones y las formas de expresión, dando lugar a cálculos involuntarios, o transposiciones nebulosas que anunciaran tendencias al parasitismo mental. Mucho habrá que podar en la producción de los últimos treinta años. Las literaturas que en este sentido dejaron un
surco más grande fueron la francesa, la italiana, la inglesa. Hoy se acentúa en las nuevas generaciones la reacción que tiende a buscar fuentes de inspiración en las emociones directas, en el
propio temperamento, en el alma de la raza. Abierta a los vientos universales, pero con hondas raíces en el terruño, no ha de tardar en imponerse la verdadera literatura autóctona.
Con mis recuerdos cordiales. – Manuel Ugarte.
De José León de la Barra, publicista mexicano, que ocupó la Presidencia de su
país
París, 9 de noviembre de 1925. – Señor don Hugo Barbagelata. – 8 rue Pigalle. – París.
– Mi distinguido amigo: Se ha servido Ud. preguntarme cuáles son los cinco o seis mejores
libros escritos en la América de habla española desde la época de la independencia hasta nuestros días, cuál es la obra hispano-americana que conceptúo más original y cuáles son las literaturas extranjeras que más influencia han tenido sobre nuestros escritores.
Habría yo preferido que las dos primeras preguntas se refirieran más bien a los autores
que a los libros. ¿Cuál, por ejemplo, es el de más valía entre los que escribió uno de nuestros
clásico, don Cecilio Acosta, de quien dio don Manuel Tamayo y Baus, que era “políglota,
orador y escritor elocuente jurisconsulto y literato eminente, hombre integérrimo que debló la
frente a la adversidad, antes que la rodilla al poderoso”? ¿Cuál libro escoger entre los que
produjo esa cabeza augusta, “cuna de tanta idea grandiosa”, según la frase de Martí?
De la producción de don Domingo Sarmiento podría elegirse su famoso “Facundo” –
otro ejemplo que tomo al acaso- más que por su mérito literario, por la influencia que ejerció
en su tiempo; pero otras obras suyas podrían ser señaladas con elogio especial. Y así podría
decirse de muchos de nuestros conspicuos autores, ya de esos que don Rufino Blanco Fombona va comprendiendo en su Biblioteca de Clásicos Americanos, “preciosa fuente para eruditos
y bibliógrafos”, ya de aquellos que se han impuesto al respeto o a la admiración generales, por
sus cualidades eminentes, distintas de las que avaloran la producción de los primeros.
Podrá Ud. decirme, y con razón, que hay obras que se imponen a todos, como los inmortales himnos a la Catarata del Niágara y a la Zona Tórrida; que hay composiciones dignas
del mayor elogio, como “Tabaré” de su compatriota Zorrilla de San Martín; frutos de erudición y de recto criterio como la “Historia de Chile”, de Barres Arana, y evocaciones del pasado como las que aparecen en las deliciosas “Tradiciones peruanas” de Ricardo Palma; pero yo
he preferido tres autores que nos presentan en sus obras múltiples facetas de una intelectualidad vigorosa, y otros que se me ofrecen como inspiradores de sanos y fuertes movimientos de
alma.
Así, pues, ¿querrá Ud. permitirme que le de cinco nombres de grandes autores nuestros, en vez de cinco nombres de libros?
Difícil es la tarea de hacer una selección entre la abundante y variada producción intelectual de nuestra América, pero se dio el caso de que, apenas leída la bondadosa carta de Ud.,
varios nombres se me presentaron desde luego, y he cedido a esa primera impresión: los de
Andrés Bello, de Lucas Alamán, de Carlos Pereyra, de Enrique Rodó y de Amado Nervo.
El primero, el “hombre que lo supo todo”, según la frase consagrada, y que, agregaré
yo, supo decirlo siempre en forma bella y con fines altos; el segundo, autor de las profundas
“Disertaciones sobre la Historia de la República Mexicana” y de otras obras magistrales, con
cuyo criterio político y con muchas de sus opiniones puedo estar en desacuerdo a las veces, y
muy frecuentemente, pero ante cuya ciencia y capacidad vastísimas me inclino respetuosamente. “La posteridad, dice don Antonio de la Peña y Reyes, ha dado a la Historia de don
Lucas Alamán, a pesar de su criterio (que no aprueba su distinguido biógrafo) el lugar altísimo que debe ocupar en nuestra bibliografía, como una de las obras más bien escritas y mejor
pensadas que ha producido la literatura mexicana”. El nombre de don Carlos Pereyra, el novísimo y profundo historiados y sociólogo, autor de la “Historia de la América Española”, se ha
impuesto en pocos años como el de una autoridad respetable, no sólo en España y en América, sino también en Francia. “L’Oenvre de’Espagne en Amérique” y “Les Grandes Routes
Océaniques” han sido recibidas con aplauso por los intelectuales que se interesan aquí en este
género de estudios.
Pongo en seguida los nombres de dos escritores eminentes que por distintos conceptos
han tenido una influencia sana y a la vez dulce y profunda en nuestra América. Rodó hace
vibrar con la lectura y meditación de su “Ariel” las fibras más delicadas del pensamiento
humano, tan intensamente como Nervo nos emociona con “La Hermana Agua” y “Vieja llave”, más tal vez que con “El Éxodo y las Flores del Camino”, que Rubén Darío tenía por su
mejor obra, “en que narra el poeta sus andanzas pintorescas y llenas de color, en persecución
de los favores de Nuestra Señora y Reina la Belleza”.
No le extrañe a Ud., dada la índole de mis estudios habituales, que entre los nombres
mencionados vayan los de dos poetas (empleo esta voz en sus más hermosa comprensión);
poetas como éstos, que piensan hondo, hablan claro y expresan brillantemente las tendencias
más nobles del nombre y sus aspiraciones más altas y puras, no habrían sido desterrados de la
República de Platón. En nuestros días, como en todos los tiempos, por fortuna, “no sólo de
pan vive el hombre”.
Hasta fines del siglo pasado, podría asegurarse que dos influencias preponderantes se
habían impuesto en nuestra América: Los escritores del Siglo de Oro de la literatura española
y los posteriores, así como los autores franceses, constituían la base de nuestra producción
intelectual. Después, vinieron las influencias rusas y las anglo-sajonas así como las escandinavas, especialmente éstas últimas en la literatura teatral, que se hicieron sentir fuertemente.
Hoy vemos en muchos de nuestros autores jóvenes el deseo de libertarse de toda liga ancestral
literaria, preconizando la propia personalidad independiente. Es bien difícil, sin embargo
substraerse a las influencias exteriores, al recuerdo de las primeras lecturas y a la admiración
que algunas de éstas nos hayan producido.
Dispense Ud. la extensión de esta carta, rápidamente dictada, reciba mis felicitaciones
por su contribución a la obra que va realizándose más cada día, de un acercamiento intelectual
entre Francia y nuestra América y créame su amigo, que lo estima sinceramente.
F. L. de la Barca.
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