los primeros pobladores de la araucania y su impacto en el medio

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CONAMA
Capítulo l: Los Primeros Pobladores de la Araucanía y su Impacto en el Medio Ambiente • Novena Región de la Araucanía
CAPITULO I:
LOS PRIMEROS POBLADORES DE LA ARAUCANIA Y SU IMPACTO EN EL MEDIO AMBIENTE
Vamos a comenzar remontándonos al origen
del ser humano en el continente americano y
revisaremos la historia del poblamiento de los
territorios de nuestra región. Descubriremos
que los primeros habitantes de lo que hoy
llamamos Araucanía, sobrevivieron períodos de
enfriamiento global del planeta, ya que los hielos
glaciares avanzaron hasta cubrir parte
importante de este territorio.
Sin duda la vida debió ser entonces más dura
y difícil que hoy. Sin celulares, vehículos ni
fertilizantes, con una cantidad mínima de
herramientas, esos primeros colonos se
enfrentaron a una región con abundantes
recursos naturales pero a la vez con grandes
desafíos como su clima o los terremotos. ¿Cómo
se las arreglaron para subsistir? ¿Qué comían?
¿Qué impacto habrá significado la sobrevida de
estos pueblos originarios sobre el medio natural?
del lago Villarrica, en el lago Colico, y en las
cercanías del Lago Calafquén. Culturas
posteriores a ellos, del período cultural alfarero
tardío, han dejado a su vez huellas en sitios
como El Vergel, reconocido en las cercanías de
Angol, en la costa y en el valle de Temuco.
Según las investigaciones arqueológicas, los
complejos culturales Pitrén y El Vergel serían
el sustrato o base poblacional que dio origen a
la cultura mapuche.
El período arcaico representa una forma de vida
cazadora y recolectora de vegetales y/o de
recursos marinos, y corresponde a la etapa
anterior a la aparición de la cerámica.
Después de ver la colonización indígena, nos
asomaremos a la siguiente fase, el poblamiento
de nuestra región por los españoles, marcado
por la guerra, y luego la llegada de colonos
chilenos y alemanes. Veremos cómo ellos
intensificaron los cambios en el paisaje y
contribuyeron a crear la región que hoy
conocemos.
El primer poblamiento
Los primeros pobladores, recolectores de
vegetales y cazadores de pudús y zorros dejaron
sus huellas 4.800 años atrás, al norte de
Temuco, en dos sitios arqueológicos del período
arcaico, los aleros Quillén y Quino. La ubicación
de sus viviendas les permitía dominar
visualmente todos los pasos hacia los sectores
precordilleranos y los valles. También se han
encontrado vestigios de pueblos originarios en
la isla Mocha, en la Península de Pucón, a orillas
Mapa de los Sitios Arqueológicos de la IX
Región.
Los colonos cuyas huellas rastreamos en
Quillén y Quino llegaron a nuestra región
desde el norte, trayendo un conocimiento
ya maduro sobre cómo cazar. Sin embargo
esas prácticas de recolección fueron
aprendidas en el sur de Chile por grupos que
vinieron antes del período arcaico, es decir
durante el paleoindio.
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Capítulo l: Los Primeros Pobladores de la Araucanía y su Impacto en el Medio Ambiente • Novena Región de la Araucanía
Hasta ahora en la IX Región no se han
encontrado restos de los grupos del período
paleondio, pero sabemos que ya estaban en el
sur, gracias al sitio Monte Verde que está
cerca de Puerto Montt y que tiene una edad de
13.000 años. Monte Verde es, a la fecha, el
asentamiento humano más antiguo de América.
Las excavaciones en Monte Verde revelaron
algo bastante más sorprendente: bajo los restos
del primer asentamiento hay otros que
corresponden a 33.000 años atrás, estimación
que se hace a través de la prueba de Carbono
14. Es posible que estos descubrimientos
incentiven a su vez excavaciones que permitan
descubrir también en nuestra región ese tipo
de huellas.
existentes en Quillén y en Quino. Gracias a los
abrigos rocosos formados por grandes paredes
de roca de basalto, una piedra negra y dura,
los arcaicos, además de habitar en el lugar,
podían ocupar el basalto como materia prima
para hacer sus instrumentos de piedra ("líticos").
Entre los instrumentos principales destacamos
cuchillos, raspadores y puntas de proyectil. Los
habitantes de estos lugares también iban a
recolectar al bosque que se encontraba
inmediatamente al lado de los aleros, y se
alimentaban de diversos vegetales y de la caza
de animales pequeños. Además obtenían
abundante leña del bosque.
¿Reconocían territorio?
Los grupos arcaicos tenían ya una noción de
territorio en el cual cada grupo controlaba una
parte. Había distintos grupos humanos, cada
uno organizado en familias emparentadas entre
sí que ocupaban tanto los sectores intermedios
o de valles como los costeros. Podemos afirmar
esto porque:
- Los del valle tenían puntas de basalto y de
obsidiana de formas pedunculadas y
triangulares, mientras que
- los de la costa hacían sus puntas en forma de
hojas, también llamadas "foliáceas".
Los sitios arqueológicos descubiertos en la IX
Región hasta ahora, en lugares llamados
"aleros", muestran que los cazadores
recolectores arcaicos fueron elaborando formas
o estilos de puntas de proyectil para cazar
animales pequeños, así como otras
herramientas.
Los aleros
Si recorres el sector del valle ubicado al norte
de Temuco reconoceremos quebradas con una
serie de aleros o abrigos rocosos, y cuevas
formadas por piedras de basalto, como las
Claro está que estos territorios no eran
completamente cerrados. Los grupos mantenían
relaciones entre ellos e intercambiaban ideas y
productos. Todos tenían una economía cazadora
recolectora y eran nómades, recorriendo grandes
distancias. En la precordillera encontramos sitios
arqueológicos que demuestran excursiones
estacionales en busca de alimentos.
Viajes sin aduanas
Entre primavera y verano ellos se desplazaban
hacia sectores altos de los Andes, para
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recolectar el piñón (fruto de la araucaria) y
aprovisionarse de obsidianas y riolitas, unas
filudas rocas de vidrio volcánico con las cuales
se pueden tallar los mejores instrumentos. Así,
estos grupos llegaron hasta el Volcán Lonquimay
y continuaron su viaje hasta el otro lado de la
Cordillera de Los Andes.
Una cosa importante que debes tener clara, es
que antes de la conquista hispánica los territorios
culturales tenían dimensiones y límites muy
distintos a los actuales, por eso debemos
esforzarnos por no pensar que hablamos de
Chile, Argentina o Bolivia en estos períodos. Si
usas tu imaginación podrás fácilmente
comprender que en ese tiempo no había
fronteras marcadas en el papel, ni países, sino
extensiones geográficas compartidas por
distintos pueblos.
Imaginemos que nos vamos en una nave del
tiempo hacia el período arcaico, con los ojos
muy abiertos. Viajando hacia la costa norte de
lo que es hoy nuestra región, llegaremos a Tirúa,
luego podremos navegar hasta la Isla Mocha,
y ya de vuelta de este viaje, incluso recorreremos
Puerto Saavedra, El Lago Budi y Queule. Allí
veremos familias viviendo en playas abiertas,
y consumiendo machas, lapas, locos, algas
marinas y otros recursos marinos. Quizás
puedas ver un cazador llegando con su arpón
tras haber cazado un lobo de mar o trayendo
aves y animales terrestres pequeños.
También los podemos divisar recolectando
vegetales del bosque siempreverde, tanto para
hacer los arcos de sus toldos o habitaciones,
como para calentarse, hacer instrumentos de
madera o tejer canastos. Igualmente veríamos
a estas familias reunidas en grandes grupos,
quedándose más tiempo en un mismo lugar,
pues los sitios costeros, a diferencia de los de
abrigos rocosos del valle y de la precordillera,
son mucho más extensos.
¿Alguna vez te encontraste algún fragmento de
herramienta lítica cerca de la costa? Si
excaváramos allí, posiblemente encontraríamos
un fogón al lado de otro y alrededor de ellos,
los artefactos con que realizaron sus tareas
domésticas. Además, descubrirías que tienen
zonas de trabajo o "talleres líticos", y otros
espacios productivos para sus presas de caza.
Llevaban hasta allí lobos de mar, para trozarlos
y además separar la piel y los huesos. Con esos
materiales confeccionaban otras herramientas,
como punzones y agujas de hueso, arpones y
otros objetos. Los grupos costeros disponían
de innumerables recursos naturales que
obtenían de la desembocadura de los ríos en
el mar, de las playas y de los roqueríos.
Lo que les faltaba, lo conseguían por medio del
intercambio con otros grupos del interior o
mediante excursiones que ellos mismo
efectuaban hacia la cordillera de Los Andes.
Creemos que conocieron la navegación, ya que
en la Isla Mocha se han encontrado restos de
ocupaciones arcaicas.
Un solo tronco y distintas producciones
Como viste, anteriormente hubo grupos que
tuvieron producciones culturales distintas, pero
todos ellos debieron provenir de un tronco
común, ya que las poblaciones costeras y las
del valle practicaban los mismos rituales para
la muerte.
En el alero de Quino y en un sitio al sur de
Queule, llamado Chan Chan 18, los arqueólogos
han encontrado entierros de individuos adultos
en posición fetal, los que fueron completamente
flectados. Es imposible que mantuvieran
esta posición forzada si no hubiesen
estado envueltos en un material que pudo ser
vegetal o cuero, con el cual les amarraron los
cuerpos fuertemente.
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Entierro descubierto en la IX Región.
Chico, aunque con diseños mucho más sencillos.
El estudio de esta cerámica y de sus posibles
relaciones nos señala que existió un préstamo
cultural, pero por otra parte estamos
convencidos que aunque aparezcan similitudes
con la cerámica de sitios de la zona cercana a
Santiago, como los ojitos granos de café y
figuras humanas, en el sur se siguió un
desarrollo distinto, vinculado al bosque, su
ambiente natural.
Cada uno de estos entierros fue acompañado con
las herramientas de los difuntos y sus cuerpos,
cubiertos con pigmento rojo, obtenido de la
hematita, una roca que hay en la costa. Esta
costumbre de pintarlos de rojo es propia de los
cazadores de toda Sudamérica, por eso no te
debe sorprender encontrar similitudes.
Otras interpretaciones sostienen que las
semejanzas en alfarería no necesariamente
indican que hubo nuevas poblaciones, puesto
que también podría tratarse de influencias más
aisladas que forman parte del proceso cultural.
Siete siglos de aprendizaje
Los grupos cerámicos prehispánicos de esta
región de Chile están representados por los
complejos Pitrén y El Vergel, ( 300 d.C. al
1.300 d.C). Con ellos se produce un cambio
cultural importante en la región: se impone un
nuevo tipo de asentamiento, que hasta ahora
reconocemos a través de sitios de cementerios
más que habitacionales, por un problema de
conservación de los restos y por falta de
mayores investigaciones. En nuestra región,
por las lluvias, se conservan solamente algunos
restos materiales del pasado.
En nuestra región, el período arcaico duró
aproximadamente entre los 7.000 a.C. y el 1.000
a.C. El bosque, la costa y la Cordillera de Los Andes
fueron los grandes maestros de estos pueblos que,
conviviendo así con la naturaleza por generaciones,
se encontraron preparados para experimentar un
gran cambio: la práctica de la horticultura.
Los inicios de una vida más sedentaria
Por ahora sabemos que fue alrededor del 300
d.C. cuando llegaron nuevas poblaciones a la
región de la Araucanía, con el conocimiento
de la alfarería. Ellas venían de la Zona Central
de Chile y pertenecían a los llamados
Complejo "Llolleo" y Complejo "El Bato".
Siempre las influencias externas impactan o
modifican culturalmente a las poblaciones
receptoras. Eso le ocurrió a estas poblaciones
post arcaicas y como producto de estos
contactos surgieron las primeras
manifestaciones alfareras del sur de Chile.
Su estilo nos recuerda la cerámica del Norte
Los grupos cerámicos y sus complejos
La población Pitrén
Los sitios funerarios del primer complejo, Pitrén,
son de tamaño pequeño y se les ha identificado
especialmente en la precordillera y en la
depresión intermedia, siendo más escasos en
la costa. Todos los entierros están asociados a
ajuares funerarios constituidos por ceramios
colocados como ofrenda alrededor de los
difuntos. La población Pitrén elaboró delicados
cántaros de un color, con formas humanas,
caras con ojos "granos de café" y
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representaciones de animales (sapos, aves y
camélidos). Estos nuevos grupos no sólo
dominaban las técnicas alfareras; además ya
habían comenzado a incorporar la domesticación
de cámelidos (llamas).
Por cierto, Pitrén ejerció una gran influencia
cultural desde el sector situado al norte de
Angol hasta el lago Ranco, entre el 300 y el
1.000 d.C. De él se conocen pocos sitios de
habitación, si bien sabemos que siguieron
ocupando estacionalmente los aleros cercanos
a los lagos, hasta donde llegaron para
recolectar choritos de agua dulce (diplodones
que son parecidos a las machas) y para cazar.
Asimismo mantuvieron contacto con la costa,
pues en estos sitios andinos se encuentran
collares de conchas propias únicamente de las
playas del Pacífico. Por lo tanto, en las tierras
precordilleranas se mantuvo la recolección como
actividad fundamental y algo de caza. La movilidad
estacional siguió siendo la estrategia principal
de vida.
Algunos grupos Pitrén se desplazaron hacia la
vertiente oriental de Los Andes en los
alrededores del 1000 d.C., y llegaron hasta la
ribera del Lago Aluminé. Estas ocupaciones
cerca de los lagos cordilleranos se explican en
función de lugares de paradero o de
permanencia corta, para llevarse de allí recursos
locales como el piñón, los huevos de avestruz
y fauna de la pampa como el armadillo.
El
mestizaje
de
ambos
complejos
El complejo Pitrén permaneció hasta que una
nueva población llamada El Vergel, con
conocimiento de alfarería y de técnicas distintas,
coexistió en un primer momento con su
antecesor ocupando los mismos ambientes del
bosque caducifolio de roble, y de allí nació un
mestizaje con él. Las ocupaciones El Vergel
fueron más restringidas geográficamente, pero
la población aumentó.
Características de El Vergel
El Vergel ha sido reconocido en las cercanías
de Angol, en la costa y en el valle de Temuco,
óptimos para las prácticas agrícolas,
especialmente Angol y su microclima, con
temperaturas más altas. Una particularidad de
este segundo complejo alfarero, situado entre
el 1.000 d.C. y 1.300 d. C., es que se divide en
dos fases:
- la primera, de cerámica monócroma y
- la más tardía, donde se fabrican ceramios con
decoración bícroma y/o de tres colores (rojo,
negro y blanco).
Cerámicas de la Población Pitrén.
En el litoral continuó la recolección marina y el
desarrollo de una economía orientada hacia la
pesca. En la zona intermedia, las prácticas
hortícolas recién inauguradas empezaron a
permitir formas de vida más sedentarias.
El rasgo más característico son sus urnas
funerarias de cerámica, encontradas en gran
número en las cercanías de Angol y en la zona
de Temuco. Hasta la costa de Chiguayante (VIII
Región) alcanzaron las influencias de este
complejo, con este tipo de entierros compuestos
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por ceramios entre los que predominan el tipo
engobado rojo y cerámica Valdivia (engobe
blanco sobre rojo), atribuido a una fase II de El
Vergel.
En los sitios estudiados de este complejo alfarero
priman manos y molinos de piedra para procesar
granos cultivados, además de hachas de piedra
pulimentada, pipas de piedra y flautas del mismo
material, estas últimas posiblemente heredadas
de Pitrén. Sus rituales funerarios representan
asimismo una modificación, ya que se conocen
varios tipos de entierro, en inhumaciones simples
en tierra, en cistas de piedras, en urnas cerámicas
y en ataúdes de troncos ("wampo"). Hasta ahora
el análisis de los restos óseos conservados en
el interior de estas urnas funerarias indica que
pertenecen al sexo femenino y a niños.
Ataúd mapuche.
ACTIVIDAD
Las herramientas
Objetivo: Hacer réplicas de los instrumentos
utilizados por los antiguos.
Materiales: madera, cuchillo para tallar, piedras
laja, greda, cuerdas.
Se popularizó durante el período cerámico
intermedio tardío el trabajo de la piedra pulimentada
de esquisto, destacándose las estatuillas
antropomorfas, con rasgos apenas insinuados de
cara y manos. Es muy probable que haya una
relación entre las ocupaciones El Vergel y los
grabados en bloques de rocas que representan
dibujos de la fertilidad, como por ejemplo vulvas
femeninas encontradas en la zona de Curacautín.
El rol de la mujer
Hay teorías que sostienen que las sociedades
alfareras iniciales otorgaron un rol social
importante a la mujer; las labores hortícolas y la
confección cerámica posiblemente estuvieron a
su cargo. Gracias a la domesticación de animales
practicada por los hombres, obtenían lana de
llama (Lama glama) para la ejecución de textiles
elaborados con técnicas complejas, como las ya
conocidas en ese entonces en el Norte Grande
de Chile y traídas acá por préstamos culturales.
Poco se conoce sobre sus lugares de residencia,
aunque se han encontrado artefactos de molienda
en las cercanías de los ríos y en sectores planos,
lo que lleva a deducir que los lugares de cultivo
no habrían estado lejos de los espacios
domésticos y de los cementerios familiares.
Sabemos que los recorridos hacia zonas
precordilleranas persistieron, sin que tengamos
para ellos fechados absolutos.
Con los materiales pedidos, construye las
herramientas básicas que los antiguos
habitantes de la región usaban para sobrevivir,
como, por ejemplo, arpones, pesas de redes,
pipas y jarrones de cerámica. Haz un modelo
de alguno de ellos y constrúyelo a escala natural.
También puedes trenzar cuerdas para armar un
arte de pesca. Investiga si alguno de estos
elementos aún es usado por los pescadores o
por las artesanas campesinas que hacen
cántaros o metawes.
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El gran Mapa
Objetivo: Representar los períodos culturales
precolombinos en la Región de la Araucanía.
Materiales: Cartulinas, lápices de colores,
reglas.
Primero confecciona un mapa de la IX Región
y divídelo en costa, valle y precordillera, y
colorea cada zona. Luego, identifíca cada
período cultural con un signo o logotipo. Por
último, con ayuda de tu mapa, del mapa de
los sitios arqueológicos y del cuadro sobre los
períodos culturales, confecciona tu gran Mapa
Cultural de la Araucanía, ubicando cada sitio
arqueológico en su zona y con su signo.
Compara esto con la distribución actual de
la población mapuche, y organiza una visita
Nudos para Artes de Pesca. Técnica de pilua:
a uno de estos sitios, para reconocer sus
A= el jondo; B= trenza superior
características.
El segundo poblamiento
La conquista hispánica constituyó el segundo
poblamiento de la región. Los españoles
denominaron Araucanía al territorio ocupado
por los pueblos indígenas, denominación que
se perpetuó en el tiempo pasando a dar nombre
a la región. Al inicio de la conquista hispánica,
el territorio del sur de Chile correspondiente a
las actuales VIII y IX regiones estaba
ampliamente poblado por grupos humanos que
durante el año eran en buena medida
sedentarios, y en el verano se vinculaban con
los asentamientos andinos.
Combate entre españoles e indígenas (Leyden
1772).
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En los siglos XIII y XIV habían tenido lugar
cambios trascendentales; los asentamientos
se hicieron más grandes y estables y la
cerámica decorada bícroma se hizo presente,
aunque la anterior persistió junto a ella. En el
valle, los asentamientos se caracterizaban
por un manejo del bosque llevado a cabo a
través de prácticas de tala y roce del bosque
caducifolio, abriendo pequeñas secciones para
despejar tierras utilizadas para el cultivo.
Rotación de cultivos
Luego de algunos años de siembra y cosecha,
las tierras se dejaban reposar movilizándose
hacia nuevos paños de bosque circundante
donde continuaban estas mismas prácticas de
rotación. Por otra parte, esa movilidad
estacional se mantuvo más o menos estable
hasta mediados del S. XVIII. La forma ancestral
de cultivo era sustentable, ya que las
rotaciones y diversidad de especies vegetales
beneficiaban a la tierra. No había trabajo
animal ni arado, integrándose suelo, agua y
productos vegetales.
Densidad poblacional
Las crónicas españolas establecen que la
actual IX Región estaba densamente poblada
por los pueblos originarios. Sus cultivos eran
numerosos y la población se podía alimentar
bien. Los sectores andinos y precordilleranos
eran ocupados por el pueblo pewenche, que
habitó la franja boscosa a ambos lados de los
Andes entre los 37º 24' S, a la altura del volcán
Antuco, hasta los 40º 30' al sur del Lanín. Sus
habitantes se cubrían con cueros, vivían en
tolderías o casas livianas fácilmente
desmontables en este ambiente donde
recolectaban el fruto de las araucarias (pewen),
del que tomaron su nombre. Eran altos y
fornidos, muy distintos corporalmente a
aquellas poblaciones del valle.
Asentamientos dispersos
Estos grupos nunca formaron concentraciones
tales que llegaran a constituirse en pueblos o
aldeas. Por el contrario, la base del
asentamiento fue y es del tipo familiar disperso.
Varias familias emparentadas por un ancestro
común constituían un “lof”, y la territorialidad
se manejaba por medio de la descendencia
patrilineal, normada por jefes familiares y jefes
guerreros. Estos últimos cargos eran de poca
duración, sólo mientras existiera un conflicto.
Mestizaje, guerra y alianzas
Con el impacto hispánico se produjo un rápido
mestizaje y una fuerte disminución de la
población mapuche debido a la guerra. Ya sea
por presión, habilidad guerrera o alianzas, los
conquistadores pronto contaron con algunos
indios amigos para hacer frente a los
contingentes de indígenas que resistían la
conquista de sus tierras. Un hallazgo
arqueológico histórico que muestra este tipo de
vínculo es el sitio Santa Sylvia, cerca de Pucón,
residencia de un encomendero español que
formó una familia con una mujer mapuche a la
que cristianizó. Ambos fueron enterrados cerca
del lugar del altar de la parroquia familiar.
Además el encomendero construyó su casa,
caballerizas, silos, parroquia y habitaciones
para sus peones indígenas, así como muros de
defensa y un foso circundante. Durante la
sublevación mapuche, este asentamiento fue
quemado.
Indicios de la mezcla cultural
La fuerte aculturación se detectó en la
manufactura indígena de los instrumentos y en
la presencia de cerámica española a partir de
1555 d.C. En las tumbas aparecen en el cuello
del difunto collares de cuentas de vidrio traídos
por los españoles, y cruces en los diseños de
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los textiles y joyas. El caballo es considerado
por algunos estudiosos como el mayor elemento
de aculturación. Sin embargo, muchos consideran
que la incorporación del caballo a la cultura
mapuche fue más bien una adaptación y un
préstamo cultural que no conllevó deterioro de
la identidad, reforzando, por el contrario su
prestigio. Su incorporación a la sociedad
mapuche fue un fenómeno masivo, que extendió
su territorio cultural hasta el otro lado de la
Cordillera de Los Andes.
Los españoles fundaron fuertes en Purén y Boroa
y ciudades como Villarrica y Los Confines, en
Angol, rápidamente (1599) destruídas por los
indígenas que defendían su territorio y levantaban
fortines. Los conflictos bélicos se sucedieron
desde 1599 hasta que en el Parlamento de Quilín
(1640) se estableció la llamada “frontera” desde
el Bío Bío al sur y se inició otro tipo de contacto
entre mapuches y españoles. Este vínculo al
comienzo fue de intercambio de bienes,
fundamentalmente por la adquisición por parte
de los primeros de elementos culturales, como
las monedas de plata y el caballo. Los mapuches
iniciaron comercio con los españoles y una fuerte
conquista de sus vecinos indígenas, lo que
provocó al interior de la sociedad mapuche la
acumulación de riqueza de algunos caudillos
formándose los cacicazgos. También en este
contacto se transmitieron enfermedades, y el
consumo de bebidas alcohólicas occidentales.
¿Cómo se distribuían los indígenas?
Mientras la costa era ocupada por lafkenche, el
centro o depresión intermedia por mapuche, el
sur lo estaba por los williche, a la vez que la
zona andina era compartida por los pueblos
pewenche y puelche. Estas denominaciones no
reflejan apropiadamente la complejidad cultural
existente, por la ambigüedad de las crónicas
para describir al mundo que los españoles
llamaban indígenas.
Origen de los pewenches
Los antecedentes etno-históricos permiten
estimar que la etnia pewenche provendría de
Neuquén y que hasta el siglo XVII ocupaba
ambos flancos cordilleranos. Las crónicas
mencionan que esta población producía flechas
de piedra y arcos, para la caza y defensa, y
además para intercambiarlos por otros bienes
con los mapuche en este lado y los puelche al
lado argentino. También estas etnias andinas
utilizaban boleadoras.
En la primera mitad del siglo XVII los pewenches
se transformaron en comerciantes y guerreros,
cambiando caballos, perros y plumas con los
puelches por textiles españoles e indígenas,
espadas, flechas y lanzas que obtenían de
tierras bajas. Generaron así alianzas favorecidas
por matrimonios entre puelche y pewenche e
incursionaron juntos en territorios dominados
por los españoles, haciendo maloca y tomando
cautivos. Ambos pueblos habían adquirido los
caballos de los españoles, lo que les daba mayor
movilidad para su comercio y tenían perros en
vez de ganado ovino y lanar, que poseían en
menor cantidad. En cambio, las prácticas
agrícolas en la precordillera fueron incorporadas
más tarde, cuando este territorio fue
“araucanizado”.
¿Armonizaban mapuches y pewenches?
Los mapuches del valle mantuvieron relaciones
muchas veces hostiles con los pewenches, hasta
que finalmente los conquistaron en el siglo XVII.
El paso de Villarrica era frecuentado por los
conquistadores españoles para ir a maloquear
y conseguir cautivos indígenas puelches y
pewenches para venderlos como esclavos al
Perú, o para el trabajo de encomienda en las
minas de oro de la región. Cerca de Aluminé,
en el paso de Hahún existían dos lagunas, hoy
secas y donde sólo se conserva la península
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de Huicuifa, un cerro boscoso que hace una
cuña en el lago Aluminé. Allí los indios
cordilleranos se emboscaban y guerreaban
contra los williches, quienes en sus excursiones
para recolectar el piñón alcanzaban el territorio
pewenche y tomaban también prisioneros
pewenche para vendérselos a los españoles.
Juego de chueca (Dibujo de Molina, Siglo XVIII).
“Veranadas”, ayer y hoy
En la zona del Alto Bío Bío todavía se conserva
un patrón de asentamiento mixto y dinámico,
con ocupación de terrazas pequeñas formadas
por los distintos niveles de erosión de los ríos
Bío-Bío y Queuco durante el invierno, en donde
construyen sus casas y abren los sectores de
cultivo, mientras que en la época estival, parte
de cada familia sube a recolectar piñones a los
terrenos de veranada en lo alto de la cordillera
y llevan a sus animales a pastar allí. De esta
manera siguen practicando un tipo de movilidad,
con un circuito anual que les permite optimizar
los recursos.
¿Qué es la “araucanización”?
Desde los primeros momentos de la Conquista
y durante toda la Colonia se generó un
intercambio de bienes exóticos y de otros
necesarios entre los distintos pueblos del área
y aumentaron los viajes hacia el lado argentino
hasta fines del siglo XIX, de manera que estos
desplazamientos extendieron la zona de
influencia mapuche hasta el territorio mendocino.
La lengua o idioma de Chile, el “mapudungún”,
se fue extendiendo y se produjeron matrimonios
interétnicos entre grupos de la zona intermedia
con pewenche, puelche y lafkenche, formando
alianzas y posibilitando lo que en los siglos
siguientes los estudiosos denominaron
“araucanización”.
Sin embargo, no todos los antropólogos
sostienen que los pewenches son una etnia
diferente a los mapuches. Hay otra teoría que
afirma que a la llegada de los españoles, los
mapuches constituyeron la unidad racial más
importante de nuestro territorio. Ocuparon
amplios sectores de la zona sur del Continente
Americano, en lo que es hoy Argentina y Chile.
Los diversos grupos mapuches, tales como
los picunches, huiulliches, pehuenches y
puelches compartieron (incluso hasta hoy) un
idioma de raíz común: el mapudungún. La
distancia y el aislamiento entre un
asentamiento y otro, diferenció sus
costumbres, dando rasgos distintivos a cada
pueblo. En la actualidad, aquel que conocemos
por pueblo mapuche, con características
indomables y guerreras, habita en
comunidades rurales entre el Río Maule por
el norte y el Lango Ranco por el sur, y también
en las ciudades, adonde ha emigrado la
mayoría de la población de ese pueblo
originario.
El eje costa-cordillera
En el momento inicial de la Colonia, la costa
sirvió de refugio ante los violentos conflictos.
Los lafkenche continuaron las prácticas
recolectoras y pescadoras marinas, si bien
lentamente fueron incorporando la agricultura
y sobre todo el ganado vacuno, tempranamente
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