Texto XII

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Texto XII
España sin pulso
1.- El sistema canovista: la Constitución de 1876. Oligarquía y caciquismo
La Restauración supuso la vuelta de los Borbones al trono español en la persona del
príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, que reinaría como Alfonso XII. El monarca llega a
España el 9 de enero de 1875, tras el inútil pronunciamiento del general Martínez Campos y
la formación por Cánovas de un Gabinete de Regencia. A partir de entonces, se pone en
práctica la maquinaria política, que, desde años atrás, está construyendo Antonio Cánovas
del Castillo.
a) El sistema canovista
Cánovas considera que el régimen monárquico es la forma natural del Estado y no tiene
discusión porque cuenta con raíces históricas muy profundas. Sin embargo, consciente de la
pérdida de prestigio que sufrió la Corona durante el reinado de Isabel II, sabe que es preciso
purificarla y devolverle la dignidad que debe caracterizarla. La Monarquía ha de
compartir la soberanía con las Cortes, la otra institución histórica.
Otro principio del sistema canovista es que la Constitución debe servir para que, con ella,
pueda gobernar cualquier partido político, siempre que acate la Monarquía, por ello, no
puede ser una Constitución partidista, como todas sus predecesoras, sino que debe ser
ecléctica.
Por último, para que el régimen funcionara, Cánovas, admirador del sistema político del
Reino Unido, consideraba que debía haber dos partidos, que se alternarían en el gobierno
y en la oposición. Estos partidos serán el Partido Conservador y el Partido Liberal,
liderados respectivamente por el propio Cánovas y por Sagasta.
b) La Constitución de 1876
.La Constitución de 1876 pretendía ser una síntesis de las de 1845 y 1869 y realmente
consiguió el consenso de un amplio sector de las fuerzas políticas del momento, lo que
hizo, como pretendía Cánovas, que fuera duradera. No obstante, se trata de una
Constitución conservadora, cuyos principios más importantes son:
• Soberanía compartida. La potestad de hacer las leyes reside en “las Cortes con el
Rey”. Esto marca una ruptura con el Sexenio, que reconocía exclusivamente la
soberanía de la nación y enlaza, por el contrario, con el moderantismo, al coincidir
con la Constitución de 1845 en quiénes son los depositarios de la soberanía.
• Prolija declaración de derechos y deberes. Recoge casi todas las conquistas de
1869, pero sólo en teoría, ya que serán las leyes ordinarias las que concreten estos
derechos, y éstas, en su mayor parte, tendieron a restringirlos, especialmente los
derechos de imprenta, expresión, asociación y reunión.
• Poder legislativo depositado en las Cortes y en el Rey, ambos con iniciativa legal.
La Corona tiene la potestad de sancionar las leyes, de vetar por una legislatura una
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Ley y de disolver las Cámaras, en cuyo caso debe convocar nuevas elecciones en un
plazo máximo de tres meses.
Cortes bicamerales, en las que se adopta el patrón moderado en lo que se refiere a
la composición de la Cámara Alta o Senado, que está compuesto por tres tipos de
senadores: por derecho propio, por designación real, y elegidos por las
corporaciones y los mayores contribuyentes. Los diputados son elegidos por
sufragio directo, pero la Constitución guarda silencio sobre la forma de votación,
por lo que será el partido gobernante el que decida, a través de la ley electoral, si el
sufragio debe ser censitario o universal.
Poder ejecutivo ejercido por la Corona a través de los ministros, que responden
ante las Cámaras. El Rey elige libremente al Jefe de Gobierno y no es responsable
ante las Cortes. El Rey es inviolable, tiene el mando supremo de las fuerzas
armadas, declara la guerra y firma la paz, etc. El Gobierno aparece en la
Constitución de manera imprecisa, pues sólo se habla en ella de los ministros, pero
se irá consolidando a través de la figura del Presidente de Gobierno, que tiene el
cometido de presentar al Rey la lista de ministros.
Poder judicial independiente. Se mantiene la unidad de códigos, al quedar
suprimidos los fueros vascos.
Ayuntamientos y Diputaciones bajo control gubernamental, otra herencia de la
Constitución moderada del 45.
De nuevo se reconoce la confesionalidad católica del Estado y se garantiza el
sostenimiento del culto y el clero. A cambio se concede una ambigua libertad de
creencias, siempre que respetaran la moral católica y se practicaran en privado.
c) Oligarquía y caciquismo
Una vez aprobada la Constitución, se podría esperar que ésta fuera el hilo conductor de la
acción política, sin embargo, la práctica política responde a realidades que no están
presentes en el texto constitucional:
• Por un lado, los electores no deciden quiénes serán sus representantes políticos,
ya que se manipula el resultado electoral, según convenga a los intereses de los dos
partidos del turno. Así, no es el electorado el que determina la composición de las
Cortes, sino el gobierno de acuerdo con los “caciques” rurales, que simulan la
elección.
• En segundo lugar, el Rey no nombra gobierno de acuerdo a lo que han
manifestado los electores, designando una mayoría parlamentaria, sino al
contrario, el Rey nombra un Jefe de Gobierno, que presenta sus ministros a aquél a
la vez que recibe un decreto de disolución de las Cortes, tras lo que se convocan
nuevas elecciones, las cuales tienen como resultado una amplia mayoría favorable al
gobierno.
• Por último, la capacidad para decidir quién debe gobernar, no es del cuerpo
electoral sino del Rey, que busca mantener un equilibrio entre los dos partidos
(Conservador y Liberal), destituyendo al que se ha desgastado en el ejercicio del
poder y nombrando al que, hasta entonces, hacía oposición. Por tanto, no son los
éxitos electorales lo que llevan a un partido al gobierno, sino, como destaca Varela
Ortega, su capacidad para mantener la “unidad del partido”.
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A partir del Pacto de El Pardo, a raíz de la muerte prematura de Alfonso XII (1885), los
conservadores y los liberales acuerdan la rotación en el poder. Cuando un partido se
desgasta, el otro lo sustituye. Los demás partidos quedan excluidos de la vida política, pues
no sólo no pueden formar gobierno, sino que apenas cuentan con representantes en las
Cortes.
Esta práctica política se sustenta gracias al caciquismo. Los caciques son los jefes locales
de los dos grandes partidos, que controlan una determinada área electoral. Basan su poder
en el control de la administración del Estado y utiliza ilegalmente las instancias estatales
para favorecer a sus amigos y perjudicar a sus enemigos. Actúan a nivel local y comarcal y
son los intermediarios entre el Estado y su comunidad.
Para conseguir ascendencia sobre su clientela, el cacique intercambia con ésta votos por
favores. Además la protege y defiende. Es una relación basada en lo personal y en el interés
político mutuo.
En un sistema político como éste, el hecho de que en 1890 se implantara el sufragio
universal, no tuvo repercusión alguna, al practicarse el “pucherazo” para alterar el
resultado electoral. En la España de Cánovas, gobierna una oligarquía, parapetada en los
partidos Conservador y Liberal, el resto de los partidos contempla impotente cómo se
falsean las elecciones y se manipula la Constitución.
2.- La crisis de 1898: El fin del imperio colonial español y sus consecuencias
A finales del siglo XIX tendrá lugar un acontecimiento que sumiría a España en una fuerte
crisis: la guerra colonial y la pérdida de las últimas posesiones españolas en ultramar.
a) Desarrollo del conflicto
Desde 1878 (Paz de Zanjón) hasta 1895 (grito de Baire), se produjo un importante
crecimiento económico en Cuba, que no se vio secundado por un desarrollo político. El
descontento en la isla era evidente y, para reprimir nuevas sublevaciones, era necesario
mantener en la colonia un ejército de unos 24.000 soldados. Sin embargo, a partir de 1892,
la política restrictiva de gastos que se lleva a cabo cuando Antonio Maura es ministro de
Ultramar, hace descender la guarnición a 14.000 soldados, con lo que las sublevaciones son
difíciles de reprimir.
En febrero de 1895, se produjo un nuevo levantamiento independentista en Cuba que se
traduciría en una guerra definitiva, no acabada hasta la derrota de España por Cuba y
Estados Unidos. A pesar de lo acordado en la paz de Zanjón (1878), el Gobierno español
siguió desentendiéndose de los abusos que sufrían los trabajadores indígenas a manos
de sus patronos criollos y españoles debido a las presiones que, sobre los distintos
gobiernos ejercían los grupos de poder de la isla, dispuestos a defender sus ganancias en la
explotación de la colonia. El movimiento independentista indígena se fue haciendo cada
vez más fuerte y organizado, más aún cuando los Estados Unidos, guiados por su propio
interés, deciden apoyarlos.
La guerra cubana pasó por distintos momentos: al principio, el gobierno liberal intentó el
diálogo, enviando al general Martínez Campos a la isla, pero fue un fracaso, porque la
insurrección estaba mejor planeada que la de 1872. El general se negó a aplicar medidas
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represivas sobre la población civil y regresó a España. Un nuevo gobierno conservador
envió al general Weyler, que arrinconó a los sublevados en las montañas y, para evitar que
la población civil pudiera ayudarles, dividió el territorio por líneas fortificadas y encerró a
la población en compartimentos. Sin embargo, no consiguió domeñar a los cubanos, sino
que, la guerra de desgaste que se llevó a cabo durante los dos siguientes años, no sirvió para
nada, porque a la superioridad militar española, se oponía el dominio del terreno por los
insurgentes cubanos. Cuando Sagasta vuelve al Gobierno, tras el asesinato de Cánovas
(1897), intentó aplacar a los sublevados con un nuevo proyecto de autonomía para la
isla, encargando al general Blanco de ponerlo en marcha. Con la formación del nuevo
gobierno cubano, parece que, al fin, se va a conseguir pacificar la isla, pero, entonces, los
Estados Unidos intervienen y se inicia el camino de la guerra.
El pretexto de la misma va a ser el hundimiento, el 15 de febrero, del Maine, acorazado
estadounidense anclado en la bahía de La Habana. El resultado es la pérdida de 254 vidas.
España propone la formación de una comisión internacional para investigar los hechos,
pero Estados Unidos se opone y, tras su particular investigación, concluye que la
responsabilidad de la explosión es de España. Las opciones que el gobierno norteamericano
da a nuestro país son comprarle la isla por 300 millones de dólares o la declaración de
guerra en tres días, si España no renunciaba a la soberanía sobre la isla. La única salida
digna que le queda a España es enfrentarse con el gigante americano y la derrota no se hace
esperar: la flota española, sitiada en Santiago, termina siendo vencida el 3 de julio.
Por su parte, Puerto Rico estaba bajo el mando de un gobernador que dependía de la
autoridad de La Habana y no parecía que la población de la isla tuviera intención de
desvincularse de España, sin embargo, con la entrada en la guerra de los Estados Unidos,
la situación cambió. Una vez tomada Cuba, Puerto Rico cae también en manos
norteamericanas
En 1896 estalla en Filipinas una insurrección dirigida por el médico José Rizal, lo que
obliga a España a aumentar su presencia militar en el archipiélago. Junto a las fuerzas
terrestres, crece también la presencia naval, pero la escuadra española anclada en Cavite
sólo estaba preparada para frenar la piratería y las insurrecciones por vía fluvial. En
vísperas de la guerra entre España y Estados Unidos, la flota americana fondeada en Hong
Kong se dirige a las islas para apoyar a los rebeldes, la flota española fue destrozada y
Manila fue conquistada sin apenas luchar, cuando ya se había efectuado el armisticio.
El 10 de diciembre se firmó el Tratado de París, que fue una imposición yanki. A España
no le quedaba otra opción que aceptar las exigencias de Estado Unidos, de lo contrario se
reanudaría la guerra. España renunciaba definitivamente a su soberanía sobre Cuba,
entregaba a Estados Unidos las islas Filipinas, a cambio de 20 millones de dólares, y
Puerto Rico, al igual que la isla de Guam en las Marianas. Al año siguiente, por el
Tratado hispano-alemán, las islas Marianas (excepto la isla de Guam), las Carolinas y
las Palaos son cedidas a Alemania a cabo de 15 millones de dólares. España queda
circunscrita al territorio europeo, cosa que no ocurría desde 1492.
b) Consecuencias
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El desastre del 98 dio lugar a una herida demasiado profunda en la sociedad española, que
tardó en manifestarse, lo que no quiere decir que el pueblo español fuera insensible a la
catástrofe ocurrida.
El desastre supuso una importante pérdida de vidas humanas, unos 120.000 muertos, de
los que la mitad fueron españoles. Además, el pueblo sencillo tuvo que contemplar cómo
sus hijos y hermanos llegaban enfermos, mutilados y envejecidos en los pocos meses que
habían permanecido fuera.
Las pérdidas materiales es otra de las consecuencias, la metrópoli perdió los ingresos
provenientes de las colonias, los mercados privilegiados que allí se tenían y las mercancías
(azúcar, cacao, café) que ahora habría que comprar a precios internacionales. Se inicia la
defensa del mercado interior por medio de una política proteccionista.
Se produjo una crisis política, pues se puso en evidencia la incapacidad de los gobiernos
para gestionar el conflicto y, además, se abrió un debate sobre los defectos de la nación y
española y sobre las decisiones que había que tomar para ponerles fin. Se da a conocer la
corriente generacionista.
La pérdida de las colonias de ultramar hace mirar con más atención al norte de África. El
colonialismo ultramarino fue sustituido por el africanismo.
3.- Movimientos socio-políticos: regeneracionismo, regionalismo y nacionalismo
a) El regeneracionismo
Se trata de una corriente de opinión que, aunque surge mucho antes del Desastre, va a
alcanzar mayor protagonismo a raíz de las críticas que hacen los regeneracionistas al
Gobierno y al sistema tras la pérdida de las colonias. Lo que buscan hombres como Joaquín
Costa, Ricardo Macías o Damián Isern es la regeneración de la vida política del país, de
ahí su nombre. Para ello parten de un análisis de la realidad: la falta de respeto al cuerpo
electoral, la corrupción de los partidos políticos y el atraso social y económico en que se
encuentra España con relación a otros muchos países europeos. Una vez planteados los
problemas, aportan las soluciones: transparencia del sistema electoral y respeto a sus
decisiones; honestidad en la vida parlamentaria; reforma educativa, que saque al país del
atraso en que se encuentra; programa de obras públicas, etc. Los regeneracionistas
plantean la necesidad de buscar el bien común en lugar de defender los intereses de unos
pocos.
A pesar de sus críticas y de sus propuestas, no quisieron tomar parte activa en la política,
por lo que sus planteamientos resultaron inútiles al no ir respaldados por una fuerza política
con capacidad de acción.
b) Regionalismo y nacionalismo
A finales del siglo XIX surgen en la periferia movimientos políticos de signo nacionalista.
El movimiento regionalista nacerá con más fuerza y en primer lugar en Cataluña y el País
Vasco, al coincidir la existencia de una lengua propia y de una burguesía desarrollada,
que abrazará la ideología nacionalista.
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En Cataluña, el nacionalismo surge en torno a intelectuales como Prat de la Riba o
Valentí Almirall. Los grupos liderados por ellos se unen en 1892, formando la Unió
Catalanista, que elabora las Bases de Manresa como programa fundacional. No pretenden
la separación de España, sino la creación de un Estado federal compuesto por la unión de
regiones con autogobierno con sus propias instituciones. Sus componentes son de origen
burgués.
El nacionalismo vasco es algo posterior. Sabino Arana fundó en 1895 el Partido
Nacionalista Vasco (PNV). Sus planteamientos iniciales fueron muy radicales, proponiendo
la independencia de las provincias vascas y haciendo gala de afirmaciones xenófobas y
racistas, pero se vio obligado a suavizar su postura para ganar apoyos a su proyecto.
Renunció al separatismo y conectó con el pensamiento cristiano, convirtiendo su propuesta
en una opción nacionalista de corte conservador. El nacionalismo vasco caló en las clases
medias, que veían temerosas cómo el socialismo se extendía entre la clase obrera vasca.
El regionalismo gallego surgió en la década de los ochenta y obtuvo respaldo de los
comerciantes y propietarios agrarios. Su representante fue Alfredo Brañas, que defendía
una tendencia tradicionalista mitificando la sociedad tradicional gallega; Manuel
Martínez Murguía era el defensor de una tendencia liberal-democrática y presentaba a
Galicia como un ente nacional.
El regionalismo valenciano surgió de manera minoritaria y tardíamente. Surge a raíz del
renacimiento cultural de los años setenta.
El regionalismo andaluz se origina en el cantonalismo de 1873. Se considera a Blas
Infante padre del andalucismo. Relaciona el problema campesino con el andalucismo.
El regionalismo andaluz no fue apoyado por la burguesía, vinculada al poder central. Los
obreros, por su parte, tampoco lo respaldaron, al sentirse más identificados con el
anarquismo.
4.- La crisis general de 1917: causas, desarrollo y consecuencias
En 1917 se producirá la crisis del liberalismo español, impulsada por una serie de
problemas que se venían arrastrando desde tiempo atrás, estos problemas son de carácter
político, económico y social.
a) Causas de la crisis
• Quiebra del bipartidismo. La alternancia en el poder de los partidos dinásticos
cada vez se complicaba más, debido a la existencia de otros partidos, que, aunque
minoritarios, iban obteniendo representantes parlamentarios. Esto daba lugar a una
gran inestabilidad en los gobiernos y a una permanente necesidad de disolver las
Cortes y convocar nuevas elecciones. En febrero de 1917, el presidente Romanones
decretó la suspensión de las Cortes, lo que provocó una serie de huelgas y la
publicación de un Manifiesto por la CNT y la UGT, en el que expresaban su
propósito de organizar una huelga general contra el Gobierno; éste respondió
encarcelando a los dirigentes de la UGT y suspendiendo las garantías
constitucionales.
• Crisis económica. Viene motivada por la Primera Guerra Mundial y la neutralidad
de España. Al principio, el país se vio favorecido por mantenerse al margen de la
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guerra: las exportaciones se multiplicaron, la industria creció enormemente, y los
industriales y grandes propietarios, especialmente, alcanzaron enormes beneficios.
Pero, a partir de 1917, la demanda de productos por los países en conflicto
disminuye a medida que aquellos van recuperando su capacidad productiva.
Además, los precios se disparan debido al desabastecimiento de algunos productos
básicos. Comienza entonces a percibirse el desigual reparto de los beneficios.
Descontento social. El hambre provocada por el alza de los precios y el escándalo
que suscitan las fortunas levantadas con la especulación, enrarecen el ambiente en
las zonas campesinas y obreras y las huelgas se hacen cada vez más frecuentes.
b) Desarrollo de los acontecimientos
Romanones se vio obligado a dimitir, ante las críticas dirigidas a su Gobierno, y debido a
las repetidas huelgas y al hundimiento de barcos mercantes por submarinos alemanes sin
que se diera una respuesta a tales hechos. Lo sustituirá en el cargo otro liberal, García
Prieto, pero tampoco él es capaz de reconducir la vida política y hacer frente a los
problemas. La situación sigue agravándose hasta el mes de junio, en el que se empieza a
desarrollar la crisis:
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Las Juntas de Defensa. El Ejército dejó patente ya en 1905 su interferencia en
asuntos políticos, cuando en Cataluña, tras la aparición de unas viñetas contra la
institución militar en sendas revistas satíricas, éstas fueron asaltadas por militares.
Esta crisis acabó con el Gobierno del momento y originó la aprobación de la Ley
de Jurisdicciones. A esto hay que sumar la división cada vez mayor entre los
militares “peninsulares” y los militares “africanistas”. Los primeros
consideraban un agravio comparativo el hecho de cobrar menos y ascender más
despacio que los segundos por el mero hecho de no estar destinados en África. El
malestar de los “peninsulares” fue aumentando hasta crear las Juntas Militares de
Defensa para velar por sus intereses. En el mes de junio, las Juntas pedían un
aumento de los presupuestos para el Ejército y la convocatoria de Cortes
Constituyentes, y, aunque al principio el Gobierno intentó atajar la crisis
reprimiéndolas, finalmente, García Prieto tuvo que dimitir y el nuevo Gabinete,
presidido por Dato, acabó reconociéndolas.
La Asamblea de Parlamentarios. Son los protagonistas de la segunda crisis. En el
mes de julio, los diputados catalanes liderados por Cambó, convocan en Barcelona
una reunión de parlamentarios (catalanistas, republicanos, socialistas, reformistas)
para formar un gobierno provisional y exigir, como ya hicieran los militares, la
convocatoria de Cortes Constituyentes.
La huelga general. Será el principal factor de la crisis y tendrá lugar en el mes de
agosto. A medida que la vida se iba encareciendo, iba aumentando la tensión social.
Los sindicatos y partidos de izquierda estaban preparando una huelga general
desde el mes de marzo, huelga que tendría a la vez un carácter económico y un
carácter político, ya que se exigía un aumento salarial, la reducción de la jornada
laboral y, al mismo tiempo, profundos cambios políticos. La huelga estallará en el
sector ferroviario y comenzará en Valencia, desde donde se extenderá al norte. La
UGT convocó una huelga general para el 13 de agosto y ésta tuvo un importante
apoyo en las grandes ciudades y centros fabriles (Cataluña, Madrid, Asturias y País
Vasco). El Gobierno echó mano del Ejército, que efectuó una dura represión entre
los huelguistas, ocasionando más de cien muertos y deteniendo a sus líderes.
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Besteiro y Largo Caballero fueron condenados a cadena perpetua, aunque al año
siguiente salieron a la calle, al ser elegidos diputados y aprobar las Cortes una
amnistía.
c) Consecuencias
• Desaparición del turnismo. A raíz de la crisis, y tras la forzada dimisión del
presidente Dato, se formarán gobiernos de coalición, que caracterizarán el periodo
final del régimen y que se sucederán poniendo de manifiesto su inoperancia.
• Constatación de la capacidad organizativa de la clase obrera. A pesar de la
derrota sufrida en agosto, los sindicatos demostraron que eran capaces de
organizarse para reivindicar sus derechos. A partir de entonces se empezó a temer
el estallido de una revolución social, temor respaldado por el triunfo de la
revolución soviética.
• Reanudación de la intervención militar en la vida política. Al recurrir el
Gobierno de Dato a los militares para reprimir la huelga, el poder civil evidenciaba
su debilidad y la dependencia del Ejército para resolver los conflictos. Por otro
lado, la presión de las Juntas, acabó por derribar al gobierno de Dato, lo que refleja
de igual modo la participación militar en asuntos políticos.
5.- Describe y analiza la situación económica de España a finales del siglo XIX
Debido a la estabilidad política que se extiende entre 1876 y 1890, la economía crece
relativamente, porque los inversores se sienten confiados y porque la política librecambista
que se aplica en toda Europa favorece el crecimiento de la industria del norte y de Cataluña.
En la década de los ochenta se produce un aumento de la producción agrícola a causa de
las buenas cosechas que se suceden en una serie años y a costa de la crisis vitivinícola que
originó en Francia una plaga de filoxera, que coloca a los vinos españoles en la mayoría de
los mercados mundiales. Al desaparecer la protección arancelaria, disminuye el cultivo de
cereal y en su lugar aumenta la producción oleícola y la de los cultivos de regadío.
El capitalismo industrial español empieza a consolidarse, lo que, junto a las inversiones
extranjeras, provoca la expansión del sector minero y siderúrgico.
En cuanto al sector de las comunicaciones, aumenta el tendido ferroviario y mejora la
red de carreteras, también se desarrolla el servicio de correos, el telégrafo y el teléfono.
El sector financiero crece fuertemente tanto en Cataluña como en el País Vasco. En este
último, en relación con la industria del hierro, surge una poderosa banca, que se convierte
en la más próspera del país.
A partir de 1890, se empiezan a adoptar por los Gobiernos medidas proteccionistas de
acuerdo con la realidad internacional, dominada por el nacionalismo y la rivalidad
imperialista. El Gobierno sube los aranceles para proteger los productos españoles, aunque
esto provoca el aumento de tarifas en los países con los que se tenían relaciones
comerciales, y el aumento de los precios nacionales. No obstante, la llegada de capitales de
las antiguas colonias y ciertas decisiones en política económica, como la estabilización
presupuestaria acometida por Fernández Villaverde en 1899, hace que el periodo de crisis
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internacional, se sobrelleve en España, aunque aumentó el precio de los cereales y los
sectores populares volvieron a padecer hambre.
Sin embargo, al terminar el siglo, los grandes problemas económicos del país seguían
presentes: la atrasada agricultura, el débil mercado interior, inversores poco arriesgados y
un nivel mínimo de exportaciones.
6.- El desarrollo del movimiento obrero durante la Restauración
Al estar limitados los derechos de asociación, de reunión y expresión, el movimiento
obrero tuvo dificultades para actuar durante la Restauración. Además, existía una fuerte
división en el seno del movimiento, que, en los años sesenta, se había escindido en dos
corrientes antagónicas: la socialista y la anarquista.
• El socialismo. En 1879, se funda el Partido Socialista Obrero Español (PSOE),
siendo su primer secretario general Pablo Iglesias. Su programa fundacional
recogía tres objetivos fundamentales: la abolición de las clases sociales y la
emancipación de los trabajadores; la transformación de la propiedad privada
en propiedad colectiva y la conquista del poder político por la clase obrera. El
partido tuvo dificultades para implantarse, pero, en 1910, gracias a la Conjunción
Republicana Socialista, obtuvo un diputado. En 1888 se funda en Barcelona un
sindicato afín al Partido, la Unión General de Trabajadores (UGT). Fue un
sindicato con escasos afiliados, excepto entre la población minera de Asturias y el
País Vasco. En 1890, deciden establecer el 1 de mayo el Día del Trabajo.
• El anarquismo. Su reorganización tiene como punto de partida el año 1881, año en
el que se funda la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE).
Tendrá una gran implantación en Cataluña y Andalucía. En Andalucía tuvo lugar el
suceso de la Mano Negra (1883), supuesta organización clandestina de Cádiz y de
Jerez a la que se responsabilizó de una serie de asesinatos. Fue el pretexto para una
fuerte represión del anarquismo andaluz. Los anarquistas planteaban la acción
violenta (como el asesinato de Cánovas en 1897); la acción sindical, a través de la
huelga general y la reivindicación de la jornada laboral de ocho horas; y la
producción cultural.
BIBLIOGRAFÍA:
HERNÁNDEZ ÚBEDA, J. A. y otros: Historia de España, 2º de Bachillerato. Editorial
Akal. Madrid, 2.000.
GARCÍA DE CORTÁZAR, J. A. y otros: Historia de España, 2º de Bachillerato. Editorial
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TORTELLA CASARES, G. y otros: Revolución burguesa, oligarquía y constitucionalismo
(1.834-1.923). Historia de España deirigida por Muñón de Lara. Tomo VIII. Editorial
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SECO SERRANO, P. y otros: España en 1898. Las claves del desastre. Editorial Galaxia
Gutemberg – Círculo de Lectores. Barcelona, 1.998.
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