Discurso del invitado de honor Guy Montrose, Presidente del - P-LIB

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Discurso de Guy Montrose
Invitado de honor al III Congreso del P-LIB y
Presidente del Partido Libertario británico
(Libertarian Party UK)
Queridos colegas:
Es magnífico ver hoy a tantos afiliados representativos de toda España, reunidos en el congreso del P-LIB.
Estoy seguro de que coincidiréis conmigo en lo que esto significa: que el P-LIB está en marcha y
avanzando. Y eso me parece maravilloso, excitante y alentador.
Me gustaría en primer lugar expresaros mi agradecimiento por invitarme a dirigiros hoy estas palabras. Es
un grandísimo honor que siento como un privilegio. En particular me gustaría expresar mi agradecimiento
a Juan y a Roxana por sus esfuerzos, y creo hablar en nombre de todos al decir que merecen nuestra
gratitud por su dedicación.
Creo firmemente que cuanto más seamos capaces de interactuar a través de las fronteras, más
lograremos y más creceremos, porque juntos somos más fuertes y juntos podremos diseminar mejor el
mensaje de la Libertad.
Esta tarde, además de disfrutar de vuestra maravillosa hospitalidad, quisiera tocar tres cuestiones que
me parecen esenciales: en primer lugar, el estado de Europa y del libertarismo en la Unión Europea; en
segundo lugar, cómo hacer para cambiar las cosas; y en tercer lugar, cuál es nuestro camino de progreso.
La mayor parte de los ciudadanos de la Unión Europea no saben qué es el libertarismo. Y, lo que es peor,
han perdido la noción de la Libertad y de su importancia. La mayor parte de los ciudadanos de la Unión
se han visto socializados tras años y generaciones enteras escuchando que el Estado es bondadoso y
benigno, que te cuida de la cuna a la tumba. “El Estado es quien sabe realmente qué es lo mejor”, se nos
enseña en las escuelas, y muchos de nuestros conciudadanos lo creen cierto.
En la escuela nos enseñan sobre Stalin, Hitler, Marx, el comunismo, el nazismo, el fascismo… pero no se
nos habla jamás de libertarismo, de objetivismo, ni siquiera de la Libertad. La mayoría desconoce la obra
de Ayn Rand y no ha oído hablar siquiera de La rebelión de Atlas u otros libros o películas relacionados.
Incluso pioneros como John Locke, Adam Smith u otros se ven relegados en la escuela. De hecho, es
bastante significativa su ausencia en el currículo que se imparte. Y me atrevo a decir que todo este
panorama, igual que en mi país, se da también en España, en Francia, en Alemania o en cualquier lugar
de la Unión Europea.
Es casi como si los estatistas hubieran omitido deliberadamente a todos los pensadores de la Libertad en
el currículo de nuestras escuelas y de la universidad, con el resultado nada inocente de huertar toda
oportunidad de debate sobre sus ideas.
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A Europa, que es la cuna principal de la Libertad moderna y de los derechos del individuo, parece no
importarle ya nada ese pasado, ni tiene interés en celebrarlo.
Es como si se hubiera producido un esfuerzo coordinado, consciente, por erradicar la Libertad de
nuestras mentes, mientras se nos enseñaba, al mismo tiempo, a agradecer como una bendición las pocas
libertades que el Estado tenía a bien otorgarnos.
Aquí en España, como en el resto de Europa, los libertarios sabemos que estamos viviendo en un
constructo artificial: un constructo estatista, socialista, basado en gran medida en la visión del padre de
los tecnócratas sociales, Jacques Delors. Francia, la tierra de la Libertad, se ha transformado en una
macroburocracia centralmente planificada donde prácticamente se ha perdido el concepto mismo de
Libertad, a expensas del Estado.
En el Reino Unido tuvimos la suerte de contar con una mujer que al menos arrastró al país a una
economía de libre mercado, un poco menos estatista y más dada al comercio y la emprendeduría. Pero
desgraciadamente no fue ese el caso de Francia ni de la mayor parte de Europa. Por eso nuestro
continente se halla hoy en una situación complicada, debida en gran medida al euro y a la política fiscal
y monetaria de Bruselas. Es decir, hoy Europa lucha por liberarse de las ataduras que ella misma se había
impuesto.
No hay signos de recuperación de la economía de la Unión, sino un estancamiento lento que está
impidiendo el florecimiento económico y que provoca sufrimiento y desempleo para millones de europeos.
Y ante esta situación, ¿qué propone el Estado para resolver estos problemas? Pues sí, lo habéis adivinado:
propone más Estado aún, y la gente le compra ese mensaje. ¿Por qué? Pues porque, sencillamente, la
mayoría de la gente no quiere oír la cruda verdad. Lo que quieren es que se les tranquilice y se les
reconfirme una y otra vez en las creencias que en su día se les enseñó; que se les garantice que todo eso
era verdad.
La próxima vez que veáis un programa de política en la televisión, contad las veces que los políticos
convencionales lanzarán mensajes para tranquilizar y reconfirmar al público sobre el sistema, diciendo a
la gente que se sienta segura, que los políticos saben lo que es bueno para ellos y para el interés general
del país. Esa falsa seguridad es lo que los políticos utilizan para controla y manipular al electorado.
Pero en realidad, seamos sinceros, nuestros Estados nos mienten, roban y estafan constantemente.
Meten la mano en NUESTROS bolsillos y se hacen con NUESTROS votos, pero son fiscal y políticamente
incompetentes. Y sin embargo, la gente les sigue votando y confiando en ellos. ¿Por qué? Pues por esa
falsa seguridad que les ofrecen.
Vota por mí y te daré seguridad a ti, a tu familia, al país… estarás seguro en mis manos… Seguridad.
La Unión Europea ya es el origen de un 75% de la legislación de nuestros países, lo que nos quita el
control sobre las propias leyes que nos rigen. Y tampoco tenemos control sobre nuestras finanzas, pero
¿quién lo tiene? Porque, aunque os sorprenda, la Oficina de Auditoría de la UE lleva veinte años sin
auditar sus cuentas. ¿Por qué? Pues porque no puede. Por ejemplo, el año pasado hemos tenido un
agujero de treinta y cinco mil millones en las cuentas de la UE. Es dinero del que, sencillamente, no
pueden dar cuenta porque ha desaparecido. ¡Treinta y cinco mil millones de euros!
¿Cómo cambiamos todo esto?
Si queremos realmente cambiar las cosas, hay decisiones difíciles que nuestro movimiento debe
considerar. Por más que debatimos sobre las ideas libertarias, hasta ahora no ha surgido una verdadera
revolución popular en torno a ellas. Al contrario, las masas estúpidas siguen cometiendo una y otra vez
los mismos errores, y nosotros, que no somos estúpidos, tenemos que soportarlos. Sé que soy muy duro,
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pero me parece importante dejar claro cuál es el problema, porque sólo así podemos comprenderlo y
combatirlo. Para tener éxito necesitamos enfrentarnos a los problemas que la gente percibe, y aparecer
ante ellos con un aspecto algo más pragmático y menos teórico. Como dijo Mao, “gato blanco o gato
negro, lo que importa es que cace ratones”. Necesitamos que se elija a nuestros gatos, necesitamos ser
más eficaces en el combate a nuestros oponentes políticos, necesitamos superar los apriorismos
negativos del electorado sobre nuestro movimiento. Al final, la política es sobre todo percepción.
Durante muchos años, el Estado ha sido percibido como el cuidador máximo. Necesitamos
desenmascararlo, probarle al electorado que hay una alternativa creíble frente a ese falso cuidador.
Durante muchos años, el Estado ha presumido de ser el mejor proveedor de enseñanza para nuestros
hijos. Necesitamos probar al electorado que nuestra alternativa es superior para la educación de nuestros
hijos.
Durante muchos años, el Estado nos ha impuesto la creencia de que él es quien mejor puede guiar y
fomentar nuestra economía. Necesitamos probar al electorado que quien mejor lo hace es la propia
gente, es decir, el mercado libre; y que sólo el libre mercado puede satisfacer realmente sus necesidades.
Durante muchos años, la izquierda ha reivindicado para sí el título de campeones del cuidado: cuidado
del país, de la economía, de la gente, hasta de nuestros propios hijos. Pero año tras año se demuestra lo
contrario. Año tras año se demuestra que son incapaces de atender las necesidades de la gente. Año tras
año se ve que lo que dan en realidad son servicios mediocres, previsión social mediocre, y una
gobernanza mediocre de los asuntos colectivos. Y pese a ello, año tras año la gente lo tolera. Elección
tras elección, el “pueblo” confía en los políticos, y elección tras elección éstos le fallan y le obligan a
pagar por sus errores. Y el motivo es sencillo, es la “seguridad” de la que antes hablaba: la gente quiere
creer que la están cuidando, y apoya a quien le dé esa seguridad aunque sea irreal. Y ese es NUESTRO
problema.
Como libertarios, nos pasamos la vida diciendo a todo el mundo lo que está mal. Nos pasamos horas
debatiendo sobre ello. Aquellos de entre nosotros que son más valientes salen a las calles y tratan de
convencer a la gente de que todo está mal y de que nuestra alternativa es mejor, y después regresan
frustrados. Nos frustra que haya tanta gente que no quiere ni oír hablar de nuestras ideas, y nos
preguntamos cómo es posible. Pero, amigos, tengo buenas noticias. No es que nosotros estemos
equivocados, no es que el electorado nos dé la espalda, es que simplemente no hemos conseguido
vehicular nuestro mensaje a través de ese mismo concepto de seguridad que los demás les muestran y
que es lo que nuestros interlocutores esperan oír.
Si somos capaces de ofrecer a la gente esperanza, estabilidad u no cambios bruscos, si podemos darles
nuestra propia receta de “seguridad”, si somos capaces de hacerles entender que nuestra alternativa
también “cuidará” de ellos, de sus familias y comunidades, aunque de forma distinta, entonces nosotros
como libertarios tendremos un futuro, y lo tendrán nuestras sociedades y nuestra especie.
Como dijo Platón, “Es comprensible que un niño tenga miedo a la oscuridad, lo trágico es que los adultos
tengan miedo a la luz”.
Creo que nuestro momento está por llegar, que nuestro viaje apenas ha comenzado y que aún tenemos
muchas lecciones que aprender. Pero creo también que la gente va a terminar por cansarse de políticas
fallidas; que están en busca de algo nuevo, fresco, de algo que les empodere a ellos personalmente y a
sus comunidades. Creo que, en el fondo, lo que están buscando es libertarismo.
Que el viento impulse vuestras velas y que la Libertad os guíe en el océano.
Muchas gracias por escucharme, y felices fiestas.
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