Los primeros pobladores - Sistema Nacional de Información

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Capítulo Il: Los Primeros pobladores • Duodécima Región de Magallanes y Antártica Chilena
CAPITULO II:
LOS PRIMEROS POBLADORES
Ser Humano y Ambiente
Desde sus orígenes, el ser humano ha
desarrollado técnicas y mecanismos de
coexistencia armónica con su entorno natural.
Ha dejado huellas de su paso por la superficie
terrestre. Su cultura material, conformada por
utensilios, herramientas y artefactos de piedra,
concha, hueso o metales, ha logrado sobrevivir al
transcurso de los siglos, conformando valiosos
testimonios de ese pasado que queremos descifrar.
Si nos embarcamos juntos a los albores de la historia
del ser humano, observaremos que su producción
estuvo basada universalmente en la caza, la pesca
y la recolección de plantas silvestres. Estos
cazadores-recolectores se encontraban típicamente
organizados en bandas formadas por familias; se
reunían en campamentos durante períodos que iban
desde unos pocos días a varios años, antes de
trasladarse a otros lugares de acampada.
Nómades por excelencia, deambulaban por
extensas superficies alimentándose de los
animales que se encontraban en su paso.
Sus lugares de descanso podían ser chozas
temporales o cavernas. Poseían tan sólo escasos
utensilios que transportaban durante sus largas
caminatas.
A través de los años fueron capaces de ir
creando tecnologías que les permitirían optimizar
el uso de los recursos de la naturaleza. ¿Pero
cómo sucedió esto? Con el tiempo aprendieron
a manejar con propiedad los recursos naturales,
empleándolos en la confección de armas,
vestuario, utensilios y viviendas; surgieron así
las primeras especializaciones económicas, con
grupos específicos dedicados a cada tarea.
En definitiva, nuestros antepasados
desarrollaron una sabiduría especial, que les
permitió relacionarse armónicamente con su
medio ambiente y sobrevivir con los recursos
entregados por éste.
Un "ZOOM" a la historia
Uno de los privilegios de vivir en esta región es
saber que aquí podemos observar huellas de los
primeros poblamientos de seres humanos, como
los que habitaron en la cueva de Fell (entre los
10.720 y los 300 años AP, es decir, antes del
presente), ubicada al interior del Parque Nacional
Pali Aike). Dejaron como huella de su paso puntas
tipo cola de pescado, y pinturas rupestres, entre
otras. Se considera que estos pueblos representan
la base de la futura cultura Aónikenk, y en una
etapa temprana (período paleoindio) alcanzaron
a convivir con milodones, smilodontes o tigres
"Dientes de Sable"; con hipidiones (pequeños
caballos), y con guanacos, entre otra fauna local.
Para entender cómo llegaron acá, al sur del sur
del mundo, nos remontaremos a la "Teoría de las
Migraciones", y en particular, a la de Paul Rivet,
según la cual la población originaría americana
se habría trasladado en parte por el Estrecho de
Behring y en parte, a través del Océano Pacífico.
Podríamos afirmar con cierto grado de certeza, que
a fines del Pleistoceno (anterior era glacial a la
actual, denominada Holoceno) parece haber existido
la posibilidad material de un paso terrestre o "puente"
de hielo, (la Behrengia) producida por el descenso
del nivel del océano con motivo de la última glaciación
(Wisconsin). Este paso habría permitido, en
momentos diferentes, el avance de la población
mongoloide desde el Asia, la que fue descendiendo
y poblando América a través de los siglos.
Yendo hacia el sur
Las diferentes dataciones (término científico
que se otorga al concepto fecha) de restos
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arqueológicos del Norte de América, (Lewisville
en Texas, o American Falls en Idaho) contrastan
con las que se detectan en el Cono Sur de
América, y reafirman este lento descender. Así,
se han encontrado vestigios como Talabre, en
la actual Colombia (10.000 a 7.500 A.C.); TaguaTagua (en Chile Central 9.309 + - 320 A.C.);
Monteverde (en la X Región, 12.000 años A.C);
y en Magallanes, Pali-Aike (8.639 + - 400 A.P.)
y Cueva de Fell, la datación de esta última con
carbono catorce (método radio carbónico que
permite determinar la edad de un elemento) fue
de 10.720 + - 300 antes del presente (A. P).
Los pueblos arcaicos
El período arcaico representa una forma de vida
cazadora y recolectora de vegetales y/o de
recursos marinos.
Para descuerar y despresar los animales, los
pueblos arcaicos usaban unos guijarros trabajados
a golpes, aunque poseían lanzas y cuchillos
toscamente labrados, todos hechos de piedra
(Todos estos elementos los puedes conocer al
visitar el Museo Mayorino Borgatello de Punta
Arenas). Luego de recorrer la comarca,
continuaron avanzando más al sur aún, y es así
como en el año 7.600 A. C. aproximadamente, se
les encuentra en Tierra del Fuego, en Marazzi.
Posiblemente cruzaron por el Estrecho de
Magallanes, que en esa época conformaba
campos de hielo que facilitaban el paso de
animales y seres humanos, a lo que es
actualmente Tierra del Fuego. Al ampliarse los
lagos interiores a medida que se descongelaban
los hielos y se formaba el Estrecho, quedó una
población humana que constituiría la base de los
futuros Selk´nam.
Los pueblos canoeros australes, cazaban mamíferos marinos pero también terrestres a los que obligaban
a tirarse al mar para de ese modo cazarlos más fácilmente.
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A su vez, por el mar, diversas tribus canoeras
recorrían los canales australes. En el Seno Ottway,
aproximadamente 6.500 A. C., ya se fabricaban
arpones de hueso, configurándose así una población
que constituiría posteriormente la base de los
kawashkar y Yaganes.
Así fue como, según los arqueólogos, se
produjo el asentamiento de poblaciones
humanas que posibilitarían más tarde el
desarrollo de las culturas Yagan, kawashkar,
Aónikenk, y Selk´nam.
Grupo Yaghan, histórico sector isla Navarino.
Nuestros pueblos originarios
Los canoeros marítimos conformaron dos
grupos: los Kawashkar o alacalufe en los
archipiélagos, fiordos y canales situados entre
el golfo de Penas y la Península de Brecknock, y
los Yámana o Yagán en las costas del canal Beagle.
Los cazadores terrestres constituyeron
dos pueblos independientes: los Aónikenk
o tehuelche, que se asentaron en la estepa
patagónica meridional y los Selk'nam u
onas, que poblaron las estepas
septentrionales y los bosques meridionales
de Tierra del Fuego.
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Los yámana (o yaganes)
Estos nómades canoeros ocuparon desde la
margen norte del canal Beagle hasta el Cabo
de Hornos. Por restos arqueológicos hallados,
se especula que navegaron hasta las lejanas
islas Diego Ramírez. La ocupación en el Beagle
data desde el 4.000 A. de C. aproximadamente.
Esta cultura, con gran dominio de los recursos
marítimos, una dieta bien adaptada y una
embarcación realizada inteligentemente con las
precarias herramientas que disponían y con los
elementos que le brindaba la naturaleza hizo
su irrupción aproximadamente para esa fecha.
La alimentación
Los yaganes poseían un cabal conocimiento de su
entorno natural, ya que de él obtenían todas las
materias primas para sus necesidades. Conocían
la ubicación de las plantas, y sus propiedades
usando el junco para confeccionar canastos, y
manojos de musgo húmedo, para usarlo en el aseo
personal. Los yámanas eran los mejores cesteros.
Consumían unas diez variedades de hongos, seis
tipos de bayas y otros vegetales, de los cuales
consumían el tallo o sus hojas y raíces, en especial
en tiempos de hambruna.
En relación a los animales, el misionero y antropólogo
Martín Gusinde es enfático en señalar el acabado
conocimiento que tenían de éstos, debido a que
eran el eje central de su dieta. Distinguían las
especies que les eran útiles, su forma de vida y
desplazamiento, desarrollando los métodos de
captura, que cada uno requería acorde a sus
costumbres. Una vez cazado el animal, evidenciaban
una fina diferenciación de las partes del cuerpo
según gusto y sabor, como igualmente la mayor o
menor utilidad de los huesos, plumas, cueros, trozos
de utensilios y otras partes interiores, que les servían
para la confección de sogas, bolsas, etc.
Grupo Yaghan, frente a su choza.
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Manejo sustentable
Mostraban, según Gusinde, un sentido de la
sustentabilidad, ya que "aplicando un astuto
cálculo de conveniencia, mantienen para
algunas especies algo así como una veda
propiamente dicha, y conocen perfectamente
aquellas partes del año en que no resultaba
aconsejable consumir una determinada
especie".
Canoas impermeabilizadas
Aunque la corteza de la canoa yagan era frágil,
el tratamiento dado por los indígenas es
comparable al mejor terciado marino brindado
por la naturaleza. Su calafateo con algas,
musgos, arcilla e inclusive grasa, hacía que las
costuras fueran prácticamente impermeables.
La barba de ballena y el cuero de lobo marino
en tientos solucionaban sus problemas de
costura y las trenzas de juncos reemplazaban
a los cabos, tanto para fondear como para
amarrar cerca de la costa sobre las algas.
Su remo en forma de espadilla era perfecto para
remar sobre los grandes bancos de algas
(cochayuyos) que rodean la costa o están en
los bajos fondos.
Combustibles y pinturas
En relación a los minerales, para producir el
fuego utilizaban una dundas, delicadas
películas membranosas de un hongo terrestre.
Para encender el fuego usaban piritas de hierro.
Este mineral tan sólo se encontraba en la Isla
de Clarence. Lucas E. Bridges, descendiente
de los primeros misioneros ingleses de
Ushuaia, dice al respecto: "...existe en esa
región un puerto resguardado y una senda
desgastada, que conduce a un gran depósito
de residuos, prueba evidente de que los
aborígenes trabajaron allí durante muchos
siglos". Para obtener pinturas corporales para
sus ceremonias y adornos utilizaban cal para
el color blanco, a partir de tierra de caliza de
puerto Róbalo o Eugenia, en la Isla Navarino.
Lo mismo sucedía con el rojo, que era
sedimento mineral de ese color. El uso de
diferentes tipos de piedras era empleado en la
elaboración de puntas de puñal, flechas y
lanzas, lo que involucraba también el
conocimiento de las más adecuadas para esos
usos.
Armas de caza y pesca
Por otra parte, usaban arpón, lanza y honda,
la última con notoria destreza. No utilizaban el
arco. Dice Bridges: "Para cazar pájaros y
pescar, los yaganes usaban arpones de punta
de hueso, a veces de más de treinta
centímetros de largo, con muchas barbas. Para
despegar mariscos, lapas y a veces para buscar
cangrejos, usaban arpones de madera de ciprés
de cuatro puntas firmemente unidas a la vara.
Pero para caza mayor utilizaban un gran arpón
de hueso (de ballena o asta de huemul) de
cuarenta centímetros de longitud, provisto de
una enorme púa y fijado en una ranura, medio
suelta, en el extremo de una sólida caña de
unos cinco metros de largo, bien pulida y
terminada en punta. Al arpón estaba atada una
correa firmemente sujeta a la caña a la altura
del tercio de su largo, del lado de la púa, de
manera que cuando el arma entraba en el
cuerpo de la foca, de la marsopa y alguna vez
en el de una ballena diminuta, y el animal se
hacía más adelante, la caña se soltaba y,
arrastrada por la correa, giraba formando ángulo
casi recto con la dirección en que nadaba la
víctima, cuya velocidad, por consiguiente, se
reducía mucho y permitía al perseguidor alcanzar
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en su canoa al exhausto animal y atravesarlo
con otros lanzazos que ponían fin a la lucha."
El arpón de hueso se usaba tanto para la caza de
lobos marinos, con punta desmontable unida por
un tiento, como para la caza de guanacos en cuyo
caso tenían punta fija. También usaban simples
garrotes para la caza de pingüinos y lobos marinos
en la costa, así como hondas y lazos para la captura
de aves. La pesca la realizaban con una línea,
desprovista de anzuelo, y cebo en el extremo. El
pez que mordía era rápidamente extraído del agua
de un tirón y tomado con la mano.
También se servían de conchas para hacer herramientas.
Adaptación al clima
Entre los aspectos que más llamaron la atención
de los viajeros, era que prácticamente vivían
desnudos. Algunos usaban un cubre sexo (o
taparrabo el cual era confeccionado con cuero
animal) y en ocasiones portaban un cuero de
lobo marino puesto sobre el cuerpo, cubriendo
el lado de donde provenía el viento.
Con el fuego en la canoa
Se desplazaban en forma bastante continua con
su canoa de un punto a otro, trasladando a toda
la familia, perro, utensilios, armas, algo de
comida e incluso el fuego en el centro de la
canoa. Cuidaban mucho el fuego, dado que no
era seguro poderlo prender nuevamente en el
nuevo emplazamiento de su choza, si
encontraban la madera mojada.
Para extraer centollas y bivalvos tenían largas
horquillas de dos y tres puntas y desde la canoa
se dedicaban a esta tarea. La diferencia de
mareas y la costa rocosa, hacían de la
recolección de mariscos una tarea sencilla.
Embarcación con familia canoera, con el fuego
prendido mientras navegaban.
Los conchales
Se les llama conchales a los sitios donde se
han encontrado grandes cantidades de conchas
de cholgas y mejillones que indican que allí
estuvieran reunidas dos o tres familias, que
abandonaron esa choza o el acantilado después
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de un tiempo. La naturaleza se encargaba de
degradar los restos de alimentos, y la choza
estaba apta para una nueva ocupación.
En ciertas ocasiones, como por ejemplo el
varamiento de una ballena, podía haber más de
tres familias reunidas, pero esto era solo
circunstancial. Las casas de ramas y palos se
construían rápidamente y tomaban una forma
cónica o abovedada. Tapaban las mayores
entradas de viento con cueros y trozos de
corteza.
Como síntesis, podríamos decir que el
conocimiento empírico de su entorno natural
era una necesidad fundamental para todo yagan,
ya que de él obtenían todas las materias primas
que les permitían desarrollar su existencia física,
con una sabiduría adquirida a partir de su
conocimiento del medio ambiente.
Puerto Grappler (por el Norte) estaba ocupada
por indios canoeros que tenían una lengua, y
cultura, relativamente común. En tal sentido, habría
sido el grupo étnico que abarcó la mayor extensión
territorial a través de las costas, con una clara
predilección por los sitios cercanos al Pacífico a
pesar de ser éstos más inhospitalarios.
Sus hábitos eran netamente costeros, al igual
que los yámanas, dado que el territorio que
habitaban estaba cubierto por glaciares o
escarpadas montañas, salvo el litoral. La
alimentación y forma de obtención de la misma
era similar a la de los otros canoeros.
Poseían un acabado conocimiento del entorno
circundante. Sabían de la compleja e intrincada
configuración geográfica, conformada por canales,
islas, playas, montañas, glaciares, ríos y pantanos,
para los cuales tenían nombres precisos.
Los kawashkar
Metereólogos notables
Entre las diferentes comunidades indígenas
australes, los Kawashkar (llamados por los
extranjeros alacalufes) han sido el grupo más
difícil de precisar, en relación al espacio marítimo
y terrestre que ocupaban, debido a lo
accidentado de la zona en que se ubicaron
(eminentemente insular) y a la carencia de
límites naturales que marcaran una clara
separación de sus espacios, cómo sucedió con
los restantes.
Tenían la capacidad de predecir el clima, un aspecto
particularmente difícil de precisar, por la inestabilidad
característica de la zona, difícil de lograr aun con
todos nuestros instrumentos modernos.
Un extenso territorio
Sin embargo, después de numerosos estudios,
algunos de los principales investigadores de
este pueblo (John Cooper y Martín Gusinde,
entre otros) han coincidido en señalar que toda
la región comprendida desde la Península de
Brecknocok y la isla Dawson (por el Sur) hasta
En este difícil medio, conocían aquellos lugares
donde había protección, alimento y agua fresca,
como también los árboles, arbustos o juncos, que
requerían para sus diferentes manufacturas.
Distinguían la flora y fauna locales, los hábitos
de cada especie, sus guaridas, su utilidad en
función a sus distintas necesidades y eran por lo
tanto, diestros rastreadores en seguir sus huellas.
El antropólogo francés Joseph Emperaire que
realizó estudios en terreno a fines de la década
de los 40 (siglo XX) encontró que esa habilidad
aún estaba vigente entonces. Además, a partir
de algunos restos, eran capaces de reconocer
quiénes habían construido una choza abandonada,
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o quiénes habían fabricado ciertos objetos
artesanales, mostrando una gran capacidad de
observación.
molido, por tanto de fácil obtención, y
• el blanco, YERARYA, cal común, que obtenían
calentando conchas de los moluscos.
Estos colores se obtenían mezclando los polvos
colorantes con aceite o agua de mar.
La pesca y caza
Se dedicaron a la pesca, con canoas que medían
7,7 m de largo, a la recolección de mariscos y a la
caza de ballenas y lobos marinos. En el mar eran
muy ágiles; navegaban las tormentosas aguas del
sur en unas canoas hechas en un tronco ahuecado
de árbol, que forraban con musgo y barro.
Familia Kaweshkar, bahía Yetarte, Isla Wellington
Según el mismo autor, los Kawashkar identificaban
las estaciones, según la cantidad de lluvia y nieve.
Los eventos más importantes lo constituían los ciclos
de postura de los huevos unidos al nacimiento de
los polluelos, lo que sucedía en Octubre, y la parición
de focas, que se producía en Enero. Estos
acontecimientos, acota Joseph Emperaire, producían
importantes cambios en la vida cotidiana de los
Kawashkar, ya que salían en grandes excursiones
en busca de nidos a lo largo de los acantilados y
de la caza fácil y fructífera de focas en las playas,
donde se juntaban por miles.
En tanto, utilizaban pintura corporal, al igual que los
Yaganes, la que se aplicaba preferentemente en la
cara. Gusinde expresa que los colores con que se
contaba para ello, eran:
• el rojo, KEYERO, que era frecuentemente ocre
ferroso, bastante escaso de obtener, por lo que
era muy preciado.
• el negro, SEMEN, que era carbón vegetal
En tierra firme cazaban nutrias (laálte), huemules,
patos y otras aves silvestres. Para la caza usaban
cuchillos hechos con conchas de mariscos afiladas
cuidadosamente. Como no conocían el anzuelo,
pescaban con las manos.
Se instalaban en tierra firme por poco tiempo y para
protegerse del frío levantaban unas carpas de ramas
y cueros de lobos marinos. Hay estudios que
demuestran que ellos tenían una temperatura
corporal superior a la normal, y un tipo especial de
metabolismo, que representa una notable adaptación
biológica al clima extremo en que vivían.
Su vestimenta consistía en mantas hechas de
pieles y se adornaban con huesos de los
animales que cazaban.
Manejo de recursos
Los kawashkar sabían que la naturaleza no podía
ser dañada, por eso sólo sacaban los mariscos que
necesitaban y luego, para que volvieran a
reproducirse, se iban a otras zonas a buscar más.
Y ojo: ellos usaban una técnica que está de moda
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en los centros de belleza y spa, es decir el empleo
de aceites esenciales. Para tu asombro, ellos se
masajeaban y untaban el cuerpo con aceite de lobo
marino, que los protegía de las inclemencias
meteorológicas y les proporcionaba calor.
Con piedras calientes trataban de mitigar el dolor,
aplicándolas en la parte afectada. Era habitual en
ellos hacerse sangrar haciéndose una incisión con
un cuchillo para que salga la sangre contaminada,
repitiendo la operación hasta que sanaban. Por ello,
un enfermo crónico estaba repleto de cicatrices.
El nombre de este pueblo canoero quiere decir,
literalmente, "ser racional de piel y hueso",
según el lingüista Oscar Aguilera.
Los Selk'nam (u Onas)
Los Selk'nam (también llamados onas), eran
cazadores terrestres y vivían en la Isla Grande de
Tierra del Fuego; con los aónikenk (o Tehuelches)
eran los indios más grandes de América, con 1,80
m de tamaño medio, asombrando a los europeos
(en el siglo XVII, el tamaño medio de los europeos
rondaba los 1,65m), como también a sus vecinos
indios, quienes les temían bastante.
Sobre todo eran nómades, y a veces pescadores
en los ríos. También solían compartir una ballena
varada en una playa con los yaganes,
aprovechándose así la grasa del animal. El
guanaco constituía su principal fuente de carne,
pero también cazaban aves y roedores y
cosechaban frutas y hongos.
Los selk'nam mantenían fuego permanente, y
miraban el cielo del este, la "cordillera de los
raíces". Este pueblo (y también los yamanas)
tenían su médico llamado yekamush, que con
su canto podía sanarlos o atraer a una ballena
a vararse en la playa.
Grupo Selk`nam en Tierra del Fuego
Grupo Selk`nam en Tierra del Fuego.
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Los haruwen o distritos
Estos nómades habían dividido la Isla Grande en
69 'distritos', o haruwen separados por ríos, piedras,
árboles, y trasmitidos de padre a hijos, alcanzando
esa organización a unos 120 individuos por familia.
Cada tribu normalmente cazaba dentro de su propio
distrito, y salía a veces para hacer la guerra, o para
un ceremonial muy preciso (o torneos de lucha).
El clima en la estepa fueguina es mucho más riguroso
que en los canales. Por ello vestían largos
"quillangos" realizados con piel de guanaco (también
podían ser de zorro o de lobo marino) y utilizaban
mocasines de piel. Los cueros eran también
utilizados como elementos para sus carpas o toldos,
armados cerca de los bosques con palos y pieles.
El espacio territorial de cada haruwen y sus recursos
se usaban en forma distinta durante cada época del
año, moviéndose a veces desde los campamentos
base a otros sitios de aprovisionamiento y extracción
de materias primas, de caza, recolección e
intercambio de elementos.
La alimentación
Basaban su subsistencia en la caza del guanaco,
con la ayuda de sus perros y el hábil manejo del
arco y la flecha. Esta presa se encontraba más
gorda y por tanto en mejores condiciones para
el consumo durante el otoño, luego de un
abundante forrajeo. No obstante, durante parte
del invierno y comienzo de primavera, este mismo
recurso presentaba carnes magras, de poco
interés para la alimentación y los selk'nam debían
buscarse sustitutos o complementos, tales como
huevos, mamíferos marinos, aves, roedores,
productos de recolección litoral, vegetales
silvestres y otros.
Jóvenes cazadores Selk`nam practicando el tiro al arco.
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Las distintas estrategias alimentarias y de
sobrevida afectaron las formas de
organización social de los grupos locales,
provocando fenómenos de agrupamiento o
fusión en otoño, de atomización en invierno
y formas intermedias de agrupamiento en
primavera y verano.
Otros componentes de su dieta
Consumían también los mamíferos marinos
que varaban en las costas y a los "tucu tucu"
(típico roedor del norte de la isla Grande de
Tierra del Fuego). Para cazarlos saltaban
sobre sus madrigueras hasta matarlos
aplastados. La pesca la practicaban sólo en
los casos que los peces quedaban
atrapados en piletones naturales durante
la bajamar. De la misma forma recolectaban
moluscos. Complementaban su dieta con
hongos, apio silvestre, distintos tipos de
bayas, huevos y aves.
Resistencia al frío
A lo largo de muchas generaciones, la
sociedad selk'nam desarrolló factores de
adaptación biológica a los ambientes fríos
y así pudo usar muy bien el espacio y los
recursos disponibles en su entorno. Al
respecto, se cree que al igual que los
alacalufe, los selk'nam tenían temperaturas
corporales más elevadas que las del ser
humano blanco.
Para estudiar y conocer a los selk'nam tenemos
que estar dispuestos a mirar su tecnología en
el marco de su propio sistema cultural,
despojándonos de prejuicios basados en
nuestras normas de vida y hábitos.
Niños Selk`nam
con atuendo
Una visión
diferente
de la típico.
economía
El desarrollo tecnológico selk'nam muestra una
relación de equilibrio con las actividades económicas
específicas que les permitían alcanzar una
adaptación satisfactoria, de acuerdo a las
necesidades que este grupo social consideraba
deseable cubrir en su entorno. "Una sociedad
puede sentirse opulenta produciendo mucho o
bien deseando poco", comenta en una monografía
el arqueólogo Mauricio Massone, que a mediados
de los años 90 desarrolló un trabajo de terreno en
un sitio selk'nam.
Por eso, en vez de considerar todo lo anterior
como una tecnología simple, hagamos el esfuerzo
de "sacarnos las anteojeras" para poder valorar
lo que estos pueblos hacían para satisfacer sus
necesidades, a partir de la diversidad existente y
de los recursos a su alcance.
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Así podremos quizás valorar como un arte la
fabricación de un arco o flecha selk'nam, que
implica un proceso complejo de diseño y
elaboración. Ello requiere experiencia, técnica
y perfección en los detalles para poder tener
éxito en la obtención del alimento necesario.
Armonía entre el ser humano y la
naturaleza
Massone sostiene que si ese equilibrio entre
necesidades y obtención de alimento se alcanza
a través de una tecnología determinada puesta
al servicio de una acción de trabajo, y si para
la obtención del alimento se seleccionan y
controlan
los recursos para evitar la
sobreexplotación, podríamos afirmar que
estamos frente a un desarrollo tecnológico y a
una actitud cultural de subsistencia que permite
una relación armónica entre el ser humano y su
medio ambiente.
Tanto las modalidades económicas de estos
grupos nómades, como las pautas de organización
social y cosmovisión deben haber marcado las
formas de utilizar el espacio local y sus recursos,
de acuerdo a normas establecidas y respetadas
por la comunidad, que les eran propias, tanto en
la estepa septentrional, como en los bosques del
sur de la isla.
Debemos entender, así, que la forma como se
movieron por cada territorio local estaba
marcada por pautas que respondían a su
cultura.
Su modo de mirar y valorizar los árboles, las
lagunas, las rocas y los animales, era propio, y
en él entraban a jugar sofisticados factores de
cosmovisión, de organización social y
económicos, transmitidos de generación en
generación, a través de la tradición oral.
Los aónikenk (o tehuelches)
Al norte del Estrecho de Magallanes, el territorio
comúnmente llamado Patagonia estuvo ocupado
antes de la llegada de los europeos por un grupo
de cazadores terrestres que se llamaban a sí
mismos aónikenk, en tanto que los europeos
los llamaron "Tehuelches Meridionales". La zona
ocupada era desde el río Santa Cruz hasta el
Estrecho de Magallanes. Al norte del río Santa
Cruz, la Patagonia estaba ocupada por los
llamados "Tehuelches Septentrionales".
Podemos decir que prácticamente eran dos
pueblos hermanos y los contactos entre ambos
fueron muy frecuentes e incluso realizaban
expediciones hasta el Río Negro juntos. También
mantuvieron contacto con pueblos de regiones
más norteñas.
Como ellos no utilizaban la canoa, se supone
que ingresaron por pasos terrestres que
bordeaban antiguos lagos de origen glaciar
antes que se abriera el Estrecho de Magallanes
uniendo ambos océanos.
Un pueblo de gigantes
Los aónikenk tienen características similares
a los Selk'nam. De gran estatura, la leyenda
dice que estas tierras se llamaron "Patagonia"
por el tamaño de la huella de sus pies, y que a
ellos les llamaron "gigantes de la Patagonia".
Fueron nómades, cazadores y recolectores. El
guanaco era una de sus presas favoritas por la
carne, la piel y los huesos, usados para hacer
herramientas y adornos, y además intervenía
en varias ceremonias rituales.
También cazaron al zorro, puma, zorrino y
ñandú. Para el último utilizaban hábilmente las
boleadoras, un arma que fueron desarrollando
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durante siglos. Por otra parte, resulta muy útil
en lugares desérticos como es la estepa
patagónica. Tenían distintos tipos de boleadoras
con piedras de diferentes tamaños. Las
empleaban también para la caza de aves.
Este pueblo adoptó la lengua mapuche como
lengua oficial en el siglo XVIII producto de la
expansión de ese pueblo y también hizo suyo
el uso del caballo; ambos elementos culturales
eran considerados símbolos de prestigio.
Grupo de Aónikenk cazando. Una vez que adoptaron el caballo se transformaron en excelentes jinetes.
Los quillangos y el kan
De zorros, pumas, y ñandúes los aónikenk
obtenían un preciado elemento: la piel. Con
ella se hacían sus trajes de medida: los
"Quillangos". A diferencia de los "fueguinos",
usaban el pelo hacia adentro y del lado de
afuera estaban dibujadas con motivos
geométricos y pintados en rojo, negro y verde.
Las plumas del ñandú eran empleadas para
confeccionar adornos.
Su vivienda estaba realizada con un armazón
de palos cubiertos por pieles, el "kan",
comúnmente llamada "toldo", de allí el vocablo
"tolderías" empleado al referirse a un grupo
de tehuelches asentados en algún lugar
momentáneamente (campamento).
Toldo o Vivienda tradicional Aónikenk (Tehuelche).
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Capítulo Il: Los Primeros pobladores • Duodécima Región de Magallanes y Antártica Chilena
La escasez de árboles en la pampa hizo que
esos palos del "kan" fuesen un bien muy
preciado. Siempre se desplazaban con ellos
y se transmitían de padres a hijos. Para
obtenerlos debían llegarse hasta la
precordillera donde comenzaban los bosques.
El segundo poblamiento de la región
La colonización moderna de Tierra del Fuego
se inició hacia 1881, momento en que
comienza también el choque con las culturas
originarias que ocupaban ese territorio. A partir
de entonces se inició la explotación del oro
en la isla. Llegaron unos 800 buscadores
desde América y Europa. Los primeros grupos
migratorios provenían de Croacia, Alemania,
Inglaterra, Francia, España, Italia y Suiza, y
generalmente habían llegado primero a
Argentina o Uruguay. Muchos venían a
explotar arenas auríferas en las islas Nueva,
Lennox, Picton y en Puerto Toro, de isla
Navarino.
Luego se establecieron los dueños de las
grandes compañías ganaderas, aunque ya en
1876 se había traído el primer piño de 300
ovejas desde las islas Malvinas.
El territorio norte de la Región de Magallanes
se abrió a la colonización en 1893. Se licitaron
antes del fin de ese siglo más de 570 mil
hectáreas de tierras ganaderas. En 1905, el
Estado licitó las praderas donde se instalaron
las grandes estancias pertenecientes a la
Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego.
Vista parcial de antigua Estancia San Gregorio. La actividad ganadera fue uno de los puntos de atracción
de la inmigración europea.
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La migración europea
La región había ido creciendo en fama y
motivando una incesante corriente migratoria
europea. Estas tierras se convirtieron para
muchos europeos en un verdadero paraíso
terrenal. Fue entonces cuando grandes oleadas
de seres humanos del viejo continente se
aventuraron emprendiendo rumbo a las tierras
descubiertas por Hernando de Magallanes, en
busca de un futuro más promisorio.
La inmigración croata
El mayor número de inmigrantes que se asentó
en la región fue la colonia de los Croatas, con
un nivel educacional aceptable para la época.
Un 73,06% de ellos sabía leer, proporción algo
superior a la de la población chilena residente
(71,94), aunque inferior a la media de la
población extranjera que alcanzaba a 85,77%,
y a cierta distancia de alemanes, británicos y
franceses, cuyo índice de alfabetismo superaba
el 96%. Seguramente el alfabetismo de los
inmigrantes croatas comprendía el estudio de
la enseñanza elemental y solamente por
excepción, niveles universitarios. La familia
Braun era de origen eslavo. Los Menéndez, por
su parte, venían de España.
"En 1891 el recuento de inmigrantes dálmatas
desembarcados en Punta Arenas alcanzaría a
500 individuos como lo consignó el Gobernador
Daniel Briceño en su memoria administrativa.
No bien llegaban a puerto los vapores, los recién
arribados procuraban aperarse de los elementos
más indispensable para la faena minera herramientas, víveres y ropas- y partían
alegremente en cualquier embarcación que
zarpara con rumbo a las islas del lejano Sur
chileno. Entre los primeros aventureros del oro
estuvieron Mateo Trebotic, Mateo Karmelic,
Mateo Martinic y Tomás Buvinic. También Juan
y Simón Boric; Pablo Babarovic, Mariano Bilus
y Vicente Fodic. Francisco Tomsic, Pedro Peric,
Francisco Eterovic, Antonio Martinic, Santiago
Vrsalovic, Andrés Stambuk, Natalio Foretic,
Nicolás Cebaio, Francisco Zurac y tantísimos
otros". (Mateo Martinic, "La inmigración croata
en Magallanes")
La fuerza de trabajo croata
En 1906, entre las ocupaciones desarrolladas
por los croatas, las industrias y artesanías
conforman el mayor número, con un 26,33%,
situándose en quinto lugar entre los
correspondientes a otros grupos de inmigrantes
europeos, en tanto que como jornalero o gañán
trabajaba un 17,7% de ellos. La actividad croata
dedicaba un 16,8% de su contingente
ocupacional al comercio, ubicándose en segundo
término tras los alemanes.
Sólo un 1,8% de los croatas se ocupaba en la
agricultura y la ganadería, después de británicos,
franceses, alemanes, chilenos, españoles e
italianos, en idéntico orden. En ese año, tan
sólo se contaban seis profesionales de rango
universitario entre estos inmigrantes: dos
ingenieros, un arquitecto, un médico, un profesor
y un químico.
Posteriormente, producido el estallido de la
Primera Guerra Mundial en 1914, el proceso
migratorio al continente americano se paralizó.
La corriente migratoria de eslavos hacia la región
de Magallanes disminuyó apreciablemente,
limitándose al arribo tan sólo de parientes.
El trabajo de los mineros de las Islas Australes,
de Boquerón y Cutter Cove, la labor de los
empedradores urbanos de Punta Arenas, así
como la de marineros, pescadores y albañiles,
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artesanos, industriales, comerciantes y
empresarios con sus respectivas mujeres es
hoy reconocido por el conjunto de la sociedad.
Integración y consolidación
Al comenzar la década del ´30, en el pasado siglo,
los croatas se consolidaban crecientemente en el
país, alcanzando dentro de la sociedad regional
posiciones crecientes dentro de la clase media
regional. Así con el tiempo asumieron roles más
representativos en diversos ámbitos del quehacer
económico e intelectual regional.
De esta forma, los inmigrantes y sus descendientes
contribuyeron al empuje y desarrollo de la vida
cultural de la región. En lo económico, la osadía
por emprender y crear empresas que propiciasen
su progreso, los llevó a fundar en 1917 el Banco
Yugoeslavo de Chile. La creación de esta entidad
financiera constituiría un acertado servicio para
el consiguiente movimiento mercantil de la región
de Magallanes.
Los mapuche
Finalmente, en lo relativo a la diversidad cultural
es pertinente agregar que de acuerdo al censo
de 1992, en la Región hay 4.714 personas que
se reconocen como mapuche, posiblemente
huilliches provenientes en su mayoría de Chiloé.
La mayor parte de ellos viven en la ciudad de
Punta Arenas (3.742) en tanto que en la
provincia Ultima Esperanza hay 398, en Tierra
del Fuego 400, y en Antártica, en esa fecha,
102 personas mapuche.
Entre el conjunto de los pobladores de la región,
independientemente de su origen, el trabajo
esforzado, en las más difíciles condiciones, ha
sido una constante. Los cambios ambientales
y del paisaje que vemos hoy atestiguan esos
esfuerzos por sobrevivir y poblar con éxito el
territorio. Como sociedad, hemos pagado un
costo por poder vivir hoy en estas tierras, cuyos
recursos debemos aprender a proteger.
Impactos ambientales de la colonización
Los capitales acumulados permitieron a
muchos colonizar áreas pastoriles en territorios
argentinos de Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Otros se decidieron por iniciar empresas
mercantiles de servicio público, como la
"Comunidad Armadora Almirante Señoret",
que se ocupaba de atender el tráfico mercantil
entre ambas costas del estrecho de
Magallanes, o también la "Compañía de
Alumbrado de Porvenir", "Compañía Telefónica
de Tierra del Fuego", y la "Compañía Aurífera
de Tierra del Fuego".
Por su descendencia, según el historiador Mateo
Martinic, la inmigración compromete a un quinto
de la población regional, constituyéndose en un
hecho histórico social de trascendencia para el
progreso de Chile en el sur.
"La oveja desplazó al guanaco", según la gráfica
descripción del escritor e investigador Carlos
Delgado. El sobrepastoreo iniciado
indiscriminadamente por los nuevos dueños del
territorio de la región de Magallanes, trajo
consigo el debilitamiento de la capa vegetal y
con ello el comienzo de la erosión, considerada
actualmente el problema ambiental más grave
de la región.
Estos "campos de pastoreo" se abrieron en
áreas cubiertas por bosques patagónicos,
provocando grandes incendios que no podían
ser controlados sino por las lluvias. Así grandes
extensiones de tierra quedaron a disposición
del ganado ovino. La deforestación tuvo graves
consecuencias en la biodiversidad, ya que al
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desaparecer el bosque se extinguen también
todas las especies asociadas, entre muchos
otros efectos relacionados con el clima, los
cursos de agua, el paisaje, etc.
La introducción de plantas y animales ajenos
al ecosistema trajo un desequilibrio que la
naturaleza hoy debe superar con gran esfuerzo.
Por otra parte, los colonos practicaron también
la caza de zorros, chingues, guanacos y pumas
para vender sus pieles, lo que llevó a muchas
especies a situaciones críticas, como veremos
en detalle al estudiar los ecosistemas. Entre
ellas destaca el huemul, declarado en peligro
de extinción en 1973. Se le ha usado como
presa de caza para alimento y cebo para
trampas centolleras.
Pero el impacto más fuerte de la colonización
fue la desaparición de la casi totalidad de los
pueblos originarios de la región. Si consideramos
la diversidad cultural como parte de la
biodiversidad, definición integral adoptada por
algunos estudiosos, ésta fue la primera gran
pérdida de biodiversidad encarada por la región.
Desaparición de los yamana
Entre los últimos cien años se produjo una
acelerada desaparición de la población canoera
Yagan o yámana. En la página web de CONADI
(www.conadi.cl) se informa que el constante
arribo de extranjeros, cazadores de lobos marinos,
buscadores de lobos y agricultores asentados en
su territorio ancestral, alteró drásticamente sus
modos de vida, hábitat y costumbres. A partir de
1891, la Gobernación de Magallanes otorgó
sucesivas concesiones de los terrenos de la isla
Navarino a favor de colones particulares, y a
comienzos del siglo XX las tierras ancestrales de
los yamanas fueron ocupadas por extranjeros.
En 1960, la Armada los erradicó desde
Mejillones, donde se iba a instalar una base
naval, llevando a las familias Yáganes que
vivían en Caleta Mejillones, Róbalo y Caleta
Santa Rosa a Puerto Williams, donde se
fundó la Villa Ukika, a orillas del río Ukika
y frente al Canal del Beagle. El cambio no
fue fácil, a pesar de contar con mayor
acceso a los diversos centros de
abastecimientos y servicios. Mejillones era
una zona donde tradicionalmente hacían
campamentos los Yaganes, y es el lugar
donde posteriormente se concentraron
cuando empezaron su vida sedentaria,
pescando y criando animales. Eso se puede
observar en los conchales descubiertos allí.
Actualmente los turistas suelen visitar la
caleta Mejillones, donde en un cementerio
indígena yacen los restos de 76 yaganes.
Carlos Raúl Yagan Yagan falleció en Punta
Arenas en septiembre de 1999. Era
conocido como el último representante de
ese pueblo en Puerto Williams. En total,
las personas que componen esta etnia sería
de cien aproximadamente, y es por ello que
se hace necesaria la implementación
urgente de medidas tendientes a apoyar su
desarrollo y revitalización de su cultura,
según las interpretaciones que ellos le dan
actualmente.
Por lo general, los hombres desempeñan
labores de pesca y captura de centollas, y
también colaboran en labores domésticas.
Las mujeres se dedican principalmente a
desarrollar las labores domésticas, y
también realizan labores artesanales:
cestería con juncos, tejidos con telar
artesanal, o reproducciones de canoas a
partir de cortezas de árboles.
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