1. APROXIMACIÓN A LA FORMACIÓN DE PALABRAS La formación de palabras es una rama de la ciencia lingüística que estudia el análisis y la compresión de los mecanismos por los cuales se crea y se renueva el léxico. Estos mecanismos son principalmente morfológicos y se refieren a las distintas formas de combinación de palabras y sus subunidades. La formación de palabras incluye, además, otros procedimientos como préstamos de otras lenguas, acronimia y apócope (acortamiento o truncamiento1). No sólo podemos encontrar ejemplos de la formación de palabras en el léxico de la lengua tal y como aparece en los diccionarios, sino que también podemos verlos en los neologismos de la terminología científica, la tecnología, el comercio, los medios de comunicación, en el lenguaje creativo de la literatura moderna y en el lenguaje coloquial e innovador de la lengua. A la hora de abordar un estudio sobre la procedencia de los términos, el estudio puede ser bien de carácter diacrónico, retrotrayéndose a los orígenes etimológicos de los procesos de formación de palabras y examinando los patrones morfológicos que regían en el pasado, o bien de carácter sincrónico, referido a las tendencias actuales que van a determinar el vocabulario venidero. Han de aplicarse, sin embargo, distintos criterios si se pretende estudiar adecuadamente tanto las regularidades como las irregularidades que caracterizan los procesos de formación de palabras. Así pues, mediante un análisis etimológico sabremos qué patrones se derivan de fuentes griegas o latinas y cómo las unidades que constituyen las palabras evolucionan significativa y funcionalmente con el desarrollo del castellano. Los criterios morfológicos se aplicarán para describir las combinaciones posibles de las unidades en la actualidad, cuya evolución está gobernada por los rasgos dominantes de los sonidos del lenguaje, que requiere la aplicación de los principios de la fonología. Las consideraciones semánticas deben reservarse dentro del estudio para explicar las interrelaciones entre los componentes de la palabra y el resultado de su combinación desde la perspectiva del significado. El resultado final de estos procesos será un nuevo término que requerirá inmediata o eventualmente entrar en el diccionario, por tanto, se seguirán implicaciones de índole lexicográfica. Como vemos, la formación de palabras contiene aspectos referentes a todos los niveles de análisis lingüístico, constituyendo un área particularmente compleja de estudio que trae aparejados no pocos problemas controvertidos dentro de la teoría lingüística actual. Las distintas escuelas lingüísticas han tendido a favorecer a uno u otro criterio en momento concretos. En el enfoque diacrónico anterior al siglo XX, la atención se centraba en las 1 3 También denominado clipping. transformaciones más llamativas del léxico a través de los siglos. Estos criterios históricos se han reflejado en los diccionarios en los que las formas actuales de las entradas se explican a partir de sus orígenes etimológicos, como por ejemplo el Diccionario Vox (1964). De igual forma, la diferencia entre latín, griego y castellano constituye el fundamento del estudio de la Academia Española, como lo demuestra la Gramática de la Lengua Española de 1931. A principios del siglo XX, con la llegada de los lingüistas saussurianos se produjo un cambio en la orientación desde la perspectiva histórica a una concepción descriptiva sincrónica. Analizaban los sistemas y reglas de los mecanismos internos del lenguaje independientemente del desarrollo histórico o etnocultural. La formación de palabras no constituía el centro de interés; en un primer momento alternaron sincronía y diacronía; después, se preocuparon por los procesos productivos yendo más allá de la sincronía y mirando hacia el estado futuro del lenguaje a través del camino que proporcionaban el cambio y la innovación léxicos. En el periodo postsaussuriano, el interés se centró no en la palabra, sino en las unidades mínimas del habla como son los morfemas y fonemas. La llegada de lingüistas chomskianos a finales de los años cincuenta, produjo una innovación en la teoría lingüística general, que se vio reflejado en el tratamiento de la formación de palabras. La Gramática Generativa Transformacional se interesó, en un principio, por la sintaxis en su intento de explicación de la creatividad y la competencia del hablante nativo para comprender y producir un número infinito de enunciados, pero se plantearon problemas debido a la aparición de numerosos modelos que condujeron de nuevo el interés hacia la palabra. Pero el transformacionalismo no puede pasar por alto la facultad del hablante nativo de hablar y comprender nuevas palabras, y construir y comprender nuevas frases. Además de por su capacidad gramatical innata, el hablante nativo está dotado de una competencia léxica inherente, que constituye la base del lexicón y de la terminología neolingüística no recogida todavía en los diccionarios. En este sentido, la formación de palabras ha pasado a desempeñar un papel fundamental en la teoría lingüística general y, bajo la etiqueta de “derivativa” o “léxica”, la Morfología se ha convertido en la materia prima de gran parte de las modernas teorías desarrolladas a partir del generativismo transformacional. Desde los años setenta, las objeciones a las inadecuaciones del generativismo transformacional condujeron a propuestas que distanciaban la formación de palabras de la gramática estructural, considerando aquélla intrínsecamente, sin el entramado del léxico, toda vez que éste era concebido como un importante subcomponente de la gramática de base. Esto llevó a conclusiones lexicológicas y lexicográficas, según las cuales los hablantes nativos se concebían dotados tanto de un conocimiento sintagmático como de una competencia léxica que les permitía aplicar intuitivamente las reglas lexicomorfológicas adquiridas para formar un nuevo vocabulario sin incurrir en incongruencias ni contravenir las características morfológicas, fonológicas o semánticas del lenguaje. Esta 4 competencia léxica descansaría en dos elementos: en la gramática de base, la cual indicaría las condiciones y reglas para la formación de palabras; y en el lexicón, donde las entradas estarían marcadas con indicadores de posibilidad de las unidades para formar elementos complejos, y de probabilidad en cuanto al comportamiento sintáctico de cada formación cuando se produzca su inserción en una estructura. Junto a esto, se produjo el desarrollo de la fonología generativa llevada a cabo por Harris (1969), Martínez Celdrán (1975), Álvarez García (1979) y otros. En sus trabajos se intenta demostrar que los patrones de formación son más regulares de lo que se había supuesto hasta entonces, y que el lexicón no era un cajón un cajón de rarezas, como había sido considerado en no pocas ocasiones. No obstante, la contribución de la fonología generativa ha sido positiva, al menos en la medida en que ha hecho posible hablar seriamente de “reglas de formación”, basadas en las teorías sintáctica, morfológica y semántica desarrolladas en el periodo generativo postransformacional. 5 2. PRINCIPALES PROCEDIMIENTOS PARA LA FORMACIÓN DE PALABRAS NUEVAS. Revitalización La revitalización se produce cuando se toma una palabra que ya ha caído en desuso para emplearla con el mismo significado que tenía antes o con uno nuevo que se le designa. Es un proceso de renovación semántica en el que el vocabulario no se ve aumentado cuantitativamente, aunque sí cualitativamente. Hay casos de desplazamientos semánticos (la motivación del signo lingüístico entre otros y las creaciones metafóricas o metonímicas) que son procedimientos semánticos para aumentar el caudal del vocabulario de la lengua. La motivación en las designaciones es especialmente frecuente para nombrar animales, plantas y peces, por lo que los nombres cambian de un lugar a otro (estrella de mar, conejillo de Indias, flor de Pascua…). A veces la motivación se produce en la lengua originaria de la palabra y se pierde todo sentimiento de la motivación en la nuestra. Creación onomatopéyica Este proceso es utilizado asiduamente aunque no por ello se creen nuevas palabras. Es común a muchas lenguas y en ella se ha querido ver el origen del lenguaje. Las onomatopeyas suponen la conversión de los sonidos naturales en palabras cuyos significantes imitan la realidad extralingüística. A veces las onomatopeyas no imitan sonidos de la realidad, sino que pretenden representar sensaciones o percepciones afectivas (son las onomatopeyas simbólicas: catapún, tris trás, rin rin). Incorporación de voces ajenas La incorporación de voces ajenas a nuestra lengua ha ocurrido en todas las épocas; de hecho, el 41% de las palabras de nuestro vocabulario proceden de otras lenguas. En sentido estricto, el préstamo es un proceso mediante el cual una lengua toma de otra una voz que no poseía antes. Las palabras tomadas directamente de otra lengua sin ninguna alteración son las palabras-cita (hall, mouse, baguette, barman...). En cuanto se produce un préstamo lingüístico puede haber modificaciones lingüísticas bien en su forma o en su extensión, pero la adaptación puede ser también de tipo morfológico. Por lo general, la palabra se toma con la forma de la lengua original, e incluso algunos elementos de ésta llegan a ser productivos en la lengua (parking, travelling, foulard, écharpe, shushi, software, hit, set...). Una categoría de préstamos son los híbridos, que normalmente son voces derivadas a partir de las formas importadas. Se toma el préstamo y el morfema gramatical a la otra lengua, como baguettería, hacker. Los híbridos también pueden aparecer por una falsa interpretación del elemento léxico importado. Así, nos encontraremos con una formación presente en varias lenguas e incluso podría hablarse de falsos híbridos cuando la formación de la nueva palabra ha tenido lugar en una lengua y se adapta parcialmente a la otra: parolímpico, paronormal. Cuando el préstamo es parcial 6 estamos ante un calco semántico. Una categoría especial sería la de las palabras inventadas, que no son préstamos aunque se asimilen a ellos y hasta se confundan (guay, chuli, chachi piruli). La duración de los préstamos es relativa, y su acomodación ha ido modelando la estructura general de nuestro vocabulario, por ello unos préstamos se han quedado para siempre y otros se han perdido en la historia. En cuanto a los cultismos léxicos, estos son palabras procedentes de una lengua clásica adoptadas directamente, con una leve asimilación al sistema fonológico receptor. Los latinismos o helenismos y llegan a convivir con las formas patrimoniales en la lengua (velódromo, esfera, astronomía, aéreo, pueril, viril, matutino...). Actualmente, los cultismos léxicos son muy frecuentes por las necesidades del lenguaje científico y técnico para tener voces nuevas. No son cultismos en un sentido estricto, pues son resultado de la formación de palabras con elementos cultos, por lo que resultan comunes a todas las lenguas de cultura. La formación de palabras consiste en la ampliación del conjunto de voces del idioma con mecanismos de tipo morfológico, partiendo de elementos ya presentes en el lenguaje o con otros tomados de fuera. La lengua dispone de procedimientos como la composición, la derivación y la parasíntesis para realizar esta función tan importante. 2.1. LA COMPOSICIÓN La composición de palabras se lleva a cabo a partir de distintos procesos para crear nuevas voces. A saber: 1. La sinapsia Es un procedimiento de composición en el que intervienen al menos dos unidades léxicas (bloc de notas, caja de ahorros, jamón de York...) Según la teoría de Émile Benveniste la sinapsia no es composición, sino un tipo de grandes unidades, de considerable extensión y que puede llegar a ser muy productiva, sobre todo en el campo de la ciencia y en la técnica (por tanto es poco usual encontrar sinapsia en el lenguaje cotidiano o literario). Este tipo de composición especifica el significado y facilita su clasificación en serie debido a su rasgo distintivo. En nuestro idioma, la sinapsia se vale de las preposiciones, especialmente de la preposición de, que puede introducir un todo virtual y determina una de sus partes o bien puede indicar una circunstancia para la que está ideado el producto (vino de mesa); incluso nos puede informar sobre su finalidad (árbol de Navidad), así como la clase de elementos en los cuales el determinado es atributo (betún de Judea). El otro tipo de preposición usada en la sinapsia es a, que sirve para realizar la relación sintáctica entre elementos (por ejemplo: odio a muerte). Las demás preposiciones raramente aparecen. 7 En cuanto al orden de elementos que se dan en la sinapsia, no varía: DETERMINADO + DETERMINANTE. Da como resultado un sustantivo o un adjetivo y uno de estos elementos, el determinante, no puede llevar artículo para no romper la unidad del conjunto (coche a pilas coche a las pilas). Pese a que sus elementos se complementen (se le añadan adjetivos), no pierden su significado y siguen siendo elementos lexicalizados, llegando incluso a perderse el nexo de unión de los dos elementos (freno [de] mano). 2. La disyunción En la composición por disyunción hay una lexicalización superior a la que muestra la composición por sinapsia. Ésta da origen a un tipo de lexías (las compuestas) en las cuales los elementos participantes no se llegan a soldar gráficamente, aunque designan a un solo objeto, habiéndose producido la lexicalización del conjunto. De entre los elementos participantes, el primero es la denominación y el segundo una especificación del primero (casa cuna, reloj despertador). La relación que hay entre los dos elementos es de disyunción y para que haya relación semántica entre las dos partes debe haber un sustento sintáctico implícito, una relación de identidad en la que el segundo elemento sea un predicado que se une al primer elemento mediante una aposición (casa cuna casa que es cuna). En estos casos en los que hay rasgos comunes entre los sustantivos, se llega a producir una relación semántica entre los dos que llega a ser similitud (la casa y la cuna son "acogedoras"). No obstante, cuando el segundo elemento es un adjetivo no hay comparación o similitud, sólo una relación de especificación que de todas formas tiene los mismos efectos. En español no es muy frecuente este tipo de composición, aunque aparece sobre todo en el ámbito de las denominaciones de animales y plantas, debido a su estructura DENOMINACIÓN + ESPECIFICACIÓN: águila real gato montés perro lobo planta carnívora pez martillo buitre leonado Lo mismo que ocurría con los compuestos por sinapsia puede llegar a ocurrir con los construidos por disyunción; se puede llegar a una unión gráfica de los elementos y alcanzar así un mayor grado de lexicalización (hierbabuena). 3. Contraposición La contraposición supone la participación de elementos que se escriben unidos por un guión en la mayoría de las lenguas, por tanto, representa un mayor grado de unión gráfica que la disyunción. La Academia restringe el uso de los guiones llevando a la confusión de muchos usuarios, pero no es así en cuanto a "los gentilicios de pueblos o territorios que formen un compuesto aplicable a una tercera entidad geográfica o política en la que se han fundido los caracteres de ambos pueblos o territorios", pues aclara que se deben escribir con guión austro-húngaro, hispano-francesa, etcétera. El 8 español posee compuestos que pierden o sustituyen parte de su cuerpo fónico, la aparición de la o puede ser interpretada como un elemento de conexión. En la contraposición suelen intervenir dos adjetivos en los que predomina más la relación semántica entre los elementos del compuesto que la relación sintáctica, muy disminuida por el hecho mismo de la contraposición (no se conserva concordancia gramatical entre los adjetivos). La mayor parte de estas palabras están coordinadas sintácticamente, por lo que no debemos considerarlas nunca como compuestas por disyunción. Pueden aparecer elementos contrapuestos unidos mediante un guión como mera representación formal, pero que no son compuestos, pues carecen de lexicalización y los términos que intervienen mantienen el significado que poseen independientemente. La unión de dos elementos no es total, incluso muchos hablantes no la sienten con claridad. 4. Yuxtaposición. Tipos En este tipo de compuestos se da la fusión gráfica de los elementos participantes en el compuesto de forma total. Según Bernard Pottier se llaman “lexías compuestas”. Es abundante y fácil su creación y es destacable esta facultad en algunos escritores como Juan Ramón Jiménez. Por ejemplo tejemaneje o soplagaitas. La estructura de estos compuestos, a primera vista, es muy sencilla: la yuxtaposición de dos elementos. Pero se puede presentar un abultado número de formas y con la variedad de formantes y de resultados que presentan estos compuestos, las relaciones entre los elementos participantes son muy variadas: Del tipo SUSTANTIVO + SUSTANTIVO que puede conllevar una relación de coordinación, de atribución o de subordinación (bocacalle). Compuestos del tipo SUSTANTIVO + ADJETIVO en el que se distinguen dos grupos con resultados distintos: sustantivo o adjetivo. Los primeros presentan una relación muy sencilla de DETERMINADO + DETERMINANTE y los segundos (petirrojo) presentan un elemento interior i que se puede interpretar como un interfijo de enlace entre el sustantivo y el adjetivo. Esto se reproduce en compuestos SUSTANTIVO + VERBO (maniatar). La i de los compuestos SUSTANTIVO + ADJETIVO y ADJETIVO + SUSTANTIVO parece un resto sintáctico del genitivo latino. Son restos latinizantes en formaciones vulgares, incluso en las existentes en latín pero creadas en español. La i se impuso en el siglo XV pues era la forma del acusativo latino. En los compuestos SUSTANTIVO + ADJETIVO que dan adjetivo existe una relación entre sus elementos, ya que semánticamente, el segundo predica una cualidad del primero o el estado resultante de un proceso (alicaído es que tiene las alas caídas; patidifuso es que se queda confundido...). También hay compuestos en los que aparece una i como elemento de transición e incluso puede ser la representación de la y copulativa (pasicorto, cejijunto), pues existe en el interior una coordinación de los elementos. Hay otros compuestos que no presentan a sus 9 componentes en un plano de igualdad, sino que se establece una relación predicativa, similar a la que se presentaba en los compuestos por disyunción, e incluso en algunos de la contraposición, sin que se pueda negar la coordinación entre los dos elementos, así que la relación de los términos es contraria a la normal en español, porque su secuencia es la de DETERMINANTE + DETERMINADO (medianoche). Puede suceder que la relación sintáctica de los dos elementos no se efectúe internamente y entonces la estructura sintáctica del compuesto sea una aposición, como ocurre con medianoche, que es la hora situada en la mitad de la noche. El tipo de compuestos VERBO + SUSTANTIVO (correcaminos, lavavajillas, quitamanchas, limpiaparabrisas, mondadientes, guardarropas...). El resultado en todos estos casos es un sustantivo. Son formaciones muy numerosas y variadas que comienzan a aparecer en la época románica. Aunque no existe opinión unánime sobre cuál es la forma verbal presente en el primer elemento de estos compuestos, parece que está clara la presencia del imperativo en compuestos como hazmerreír, del mismo modo que aparece en otras formaciones o puede verse una neutralización morfológica (aguafiestas). Actualmente se prefiere en este tipo de formaciones el indicativo porque el hablante interpreta la estructura del compuesto como VERBO + OBJETO DIRTECTO o como VERBO + OBJETO INDIRECTO, y porque la construcción sintáctica exige una forma personal del paradigma (abrelatas, pisapapeles). La forma del segundo elemento del compuesto, es sustantivo, es tanto la del singular como la del plural, que aparece cuando no se desea o no es necesaria una especificación del objeto mismo o por requerirlo el significado de la construcción que originó el compuesto. Habitualmente, el verbo exige el sustantivo en plural porque es de acción. Por último, lo más importante en estos compuestos es su significado global, o el de cada una de sus partes. Los compuestos ADVERBIO + VERBO son creaciones viejas en la lengua y la relación que se establece entre los dos elementos es adversativa (malnacer, malandar, maltratar, malcreer, malcriar, menoscabar, menospreciar). La mayor parte de los compuestos de este tipo tiene carácter negativo, pues el adverbio que participa en la formación es menos o mal, mientras que los pocos de carácter positivo están representados por el adverbio bien (bienaventurar, bienfacer, bienquistar, bienvivir). También existen formaciones del tipo ADVERBIO + VERBO + ADVERBIO que no siguen las reglas anteriores y que están lexicalizados (cualquiera, quienquiera). Lo mismo ocurre con los compuestos de ADVERBIO + SUSTANTIVO, en los que también se produce una relación adversativa entre los elementos (bienandanza, bienfecho, bienllegada, malcaso, malbarato, maledicencia). 10 Más usual es la estructura de los compuestos de ADVERBIO + ADJETIVO. Ésta no resulta tan difícil de ver como en el caso anterior, ya que el sintagma ADVERBIO + SUSTANTIVO no es normal en español salvo por gramaticalización. En estos compuestos se produce también la relación de coordinación adversativa. Los adverbios que participan en estas formaciones poseen un significado contrario, y la relación adversativa que se produce en ellos no implica una presuposición, sino que se refiere a la elección realizada con respecto a la otra posibilidad: alguien intencionado puede serlo bien y mal, aunque estos no son los únicos adverbios con los que se haga compuestos: malformado es formado pero mal malparado es parado pero mal bienmandado es mandado pero bien bienoliente es oliente pero bien Cuando son dos verbos en forma personal los que intervienen en el compuesto, el resultado es un sustantivo, y la estructura sintáctica que mantiene el compuesto es de tipo copulativo (compraventa, duermevela); por otro lado, esta relación producida entre los elementos es de complementariedad. De estas formaciones resulta un sustantivo porque es una de las formas menos marcadas del paradigma verbal. Aún hay un compuesto más en los que interviene un verbo acompañado por una conjunción. Son las creaciones expresivas de VERBO + CONJUNCIÓN (creique y penseque), así como la forma lexicalizada de CONJUNCIÓN + VERBO (quehacer), en los cuales la relación existente entre los elementos es de subordinación. Es una estructura ajena a la forma y al contenido del compuesto que mantiene el significado original, no obstante, de los dos elementos. Lo mismo ocurre en las formaciones de PREPOSICIÓN + SUSTANTIVO como contraportada, contracepción, sinsentido, sobremesa...) pertenecientes a la derivación y no a la composición. En ellos parece haber una secuencia DETERMINANTE + DETERMINADO, en los que el primer elemento viene a modificar de algún modo el significado del segundo, pero que no se pueden interpretar sin un previo conocimiento del entorno discursivo. Por último, hay otra serie de compuestos en los que intervienen más de dos piezas léxicas, no ya VERBO + VERBO (quitapón, subibaja, vaivén...), sino VERBO + VERBO + VERBO (correveidile). Estos compuestos ORACIONALES introducen un elemento pronominal para identificar al hablante o a la cosa designada. 11 5. Prefijos vulgares Tradicionalmente, la formación de palabras mediante prefijos se considera como parte de la composición y no de la derivación, ya que los prefijos vulgares coinciden con las preposiciones. A la hora de la distribución sistemática de los elementos, mientras que los interfijos y los sufijos forman parte de la derivación, los prefijos pertenecen a la composición. Muchos de los elementos cultos que se emplean en la construcción de palabras no tienen vida independiente en la lengua por más que en latín y griego fueran formas libres, y son consideradas dentro de la derivación. En otro orden de cosas, todos los prefijos son átonos, mientras que hay sufijos que son tónicos. El prefijo se antepone a la palabra de base y puede tener existencia independiente, lo que le confiere la cualidad de separable o inseparable: separable es la a- (anormal, anión, anisótropo, azeuxis) pero no lo es el re- (revestir, Reconquista, retomar, renombrar, revivir, rememorar). Los prefijos se unen indistintamente a sustantivos, adjetivos y verbos: - antebrazo, preposición, preocupación, anteproyecto sustantivos - presidencial, pospuesto, prepotente, preuniversitario adjetivos - conllevar, predisponer, engrandecer, enmudecer, decrecer verbos Los elementos al combinarse pueden dar lugar a distintas soluciones, como ya hemos visto: CONJUNCIÓN + VERBO CONJUNCIÓN = siquiera PREPOSICIÓN + SUSTANTIVO SUSTANTIVO = sinrazón, antesala, bajorrelieve, pordiosero, sincronía PREPOSICIÓN + VERBO VERBO = contradecir, trastocar, antellevar, antecoger, antedatar PREPOSICIÓN + PRONOMBRE CONJUNCIÓN = así que, de modo que PREPOSICIÓN + CONJUNCIÓN CONJUNCIÓN = ya que, puesto que, por que, por qué, porqué, a pesar de que PREPOSICIÓN + PREPOSICIÓN + PREPOSICIÓN = mediante, contra, ante, durante Al igual que sucede con los sufijos, un mismo prefijo puede tener distintos valores: 12 inmoral inculpar indiscutible incluido avenir aculturar agrupación atumecimiento impuesto Y de otro modo, un mismo sentido puede expresarse a través de varios prefijos, cuya distribución no siempre parece clara; esto suele pasar con los prefijos pre- y ante-, para- y a-, in-, en- y a-, etc. La convergencia en un mismo valor puede producirse con un prefijo vulgar y otro culto, como ocurre con la oposición, la cual se puede construir con el culto anti- y con el vulgar contra-: anticomunista antideportivo antiestamínico contrarreformista contraataque contraindicaciones antirracista El primero es el más rentable, especialmente en el lenguaje periodístico, como se viene observando también en francés. La privación o negación se expresa mediante a-, de-, o des-, e in-: descalificar, desinteresar, desabastecer, descodificar, demérito, innegable, imposible, atípico, asocial, asepsia, asincronismo. Con el prefijo in- se forman innumerables parasintéticos adjetivales y muchos nombres de acción, así como relaciones locativas mediante prefijos de distinto origen o relaciones de otro tipo: inmiscuido inquebrantable supranacional supraestructura infrahumano infranqueable suprarrealismo supraclavicular suprarrenal sobresalto sobrecarga superestrato superfluo internacional interferencia desfavorecer intercelular intercolumnio subalterno subliminal subyugado subrayar acomodar alelar apaciguar amainar entablar entrelazar encomendar descifrar deshilar desenganchar desconectar 6. Acortamiento Actualmente hay muchas palabras que sufren el acortamiento, lo que hace que muchos especialistas se dediquen a estudiarlas. Pero hay que diferenciar el acortamiento de la aglutinación, ya que ésta es un modo de composición en el que alguno de sus elementos pierde parte de su materia fónica para formar la nueva palabra. En principio, el acortamiento es el proceso diametralmente opuesto a la composición, ya que no se trata de añadir a lo existente, sino de suprimir; pero también se llega a la composición a través del acortamiento de palabras, que es un proceso propio del lenguaje de comercio, de la administración, y, en general, de los lenguajes especializados, por lo que no se suele encontrar en los textos literarios. Al igual que lo que ocurre con la composición, el acortamiento presenta varias modalidades: 13 Abreviamiento. Es la reducción del cuerpo fónico de una palabra, que se produce por la pérdida de sílabas complejas y suele ser por apócope: gran por grande, tele por televisión o televisor. Abreviatura simple. Representación de una palabra en la escritura con una o varias de sus letras. Se mantiene la primera letra (clave para la identificación de la palabra). Igualmente, la abreviación puede producirse por apócope o síncopa: Dª por doña excmo por excelentísimo admón. por administración dr. por doctor Mtro. por Ministerio, ayto. por ayuntamiento ed. por editorial srta. por señorita pza. por plaza ctra. por carretera Cuando leemos abreviaturas, leemos las palabras completas, mientras que si vemos el abreviamiento, tan sólo leemos el resultante de la reducción, con lo cual se oponen el carácter gráfico y el fónico de cada uno de los procedimientos. Acronimia. Es un caso especial de abreviamiento muy moderno y de carácter técnico. Normalmente son voces hechas en otras lenguas y después introducidas en la nuestra aunque son muy poco usadas: Interpol que se forma a partir de Organización Internacional de la Policía Secreta. Abreviatura compuesta. En este tipo de abreviatura, lo abreviado son dos o más palabras y sólo se retiene la primera letra de cada una de ellas; es una formación de carácter gráfico: r. i. p. por requiescat in pacem D. m. por Dios mande S. P. Q. R. por Senatus Populus que Romanus Abreviaturas complejas. Son las siglas (si lo que se abrevian son nombres propios) y siguen fórmulas muy complejas para su constitución. Hay varios tipos existentes de siglas: la sigla transparente, que es una abreviatura compuesta pues al emplearse se pronuncia la forma desarrollada, no la abreviada, ya que su contenido es conocido por los usuarios: C+ se lee Canal Plus. Esta sigla se caracteriza frente a la abreviatura compuesta en que la sigla es un nombre propio y la abreviatura no. La sigla opaca no deja entrever su contenido, y puede ser deletreada (si se pronuncia el nombre de cada una de las letras componentes: ABC se lee abecé; PNV se lee peeneuve) y la sigla opaca leída secuencialmente, que se lee como si se tratase de cualquier otra palabra de la lengua, sin interpretar el valor inicial de cada letra (MIR se lee mir, LOGSE se lee 14 logse).Para la creación de siglas hay que tener en cuenta muchos factores, pero prima la expresividad, pues sólo así triunfará y no será objeto de burla o confusiones con otras siglas que designen a distintas corporaciones, instituciones, o partidos, etc. 2.2. LA PARASÍNTESIS Tradicionalmente, la parasíntesis ha sido considerada el proceso morfológico en el que se unen a la vez y en la misma operación morfológica un prefijo y un sufijo a la derivación; así es como la concibe Alemani. Pero en relación con este concepto existen diferentes posturas; según ReinheimerRipenau (1973) y Maldiel (1978), la parasíntesis consiste en la fusión de derivados y compuestos a la vez, como ocurre en la palabra picapedrero, de picar + piedra + ero. Pero frente a esta postura está la de otros autores como Bosque (1982), que ha propuesto la existencia de un afijo discontinuo formado por los anteriormente considerados prefijos y sufijos. En contra de la existencia de un proceso parasintético se encuentran aquellos autores que defienden que todos los procesos morfológicos son procesos binarios y que, en morfología, nunca se utilizan procesos ternarios como ocurre con la parasíntesis. Otros autores consideran que la vocal del tema verbal es un afijo derivativo. 2.3. DERIVACIÓN En una definición simple y sin entrar en problemas de diacronía, podemos definir la derivación como “la creación de elementos léxicos nuevos por la adición a palabras ya existentes en la lengua de elementos inseparables, es decir de afijos, o por la supresión de algún sufijo” (Alvar Ezquerra: 1995; 49). La diferencia fundamental entre la derivación y la composición es, como apunta Mervyn Lang (1990:25), que mientras la primera conlleva la combinación de palabras o morfemas léxicos más afijos, la composición consiste en la unión de palabras (ya sean formas libres o morfemas léxicos). Así pues, los afijos carecen de significado independiente fuera de su unión con los morfemas léxicos, si exceptuamos algunos tipos de prefijación que podrían considerarse como ejemplos de composición (contra, mal, sin, bien), como apuntan algunos autores. Los morfemas ligados antepuestos al primitivo son prefijos y los pospuestos, sufijos. Además, los afijos españoles presentan infijos, elementos que aparecen intercalados en el interior de la estructura de un derivado. La clásica distinción entre morfología flexiva y derivativa presenta hoy en día algún que otro problema. Algunos lingüistas consideran derivación y composición como un mismo proceso básicamente. Los argumentos utilizados para demostrar que se tratan de procedimientos diferentes son que la derivación puede cambiar la categoría gramatical de una palabra; la derivación es 15 anterior a la flexión; los procesos pueden aplicarse de forma concatenada y recursiva, mientras que los morfemas flexivos no pueden hacerlo; y lo más importante, mientras que el inventario de afijos derivativos puede ampliarse, la flexión comprende un grupo cerrado y limitado. 2.4. SUFIJACIÓN La sufijación es el más importante de los procedimientos de la derivación, y el único para los estudiosos que consideran que los infijos no son sino una clase de sufijos. La sufijación ha tenido una gran vitalidad a lo largo de la historia de la lengua, y aún hoy sigue siendo muy rentable, no sólo por la pervivencia de elementos formados en el pasado, sino también por la creación de neologismos mediante sufijos. Mediante la sufijación, el concepto primario representado por la base léxica queda orientado en un sentido u otro, o gramaticalmente, o semántica y gramaticalmente, según el tipo de sufijo que se le haya añadido. Así por ejemplo, a partir de una base léxica podemos encontrar varios derivados: con mirar se han hecho mirada, mirador, miradero, miradura, mirón; con jugar, jugada, jugador, juego, jugadera, jugarreta. Todas esas nuevas formaciones deben tener una modificación en el significado primitivo, y probablemente, también en la función. De otro modo, no se podría explicar la profusión de tales creaciones. El sufijo indica la nueva categoría que adopta la unidad creada. Así, unos serán sustantivos (mirada, juego), otros adjetivos (mirón), o verbos (liderar, de líder), adverbios (felizmente). El sufijo posee además un valor especificativo: jugador es el hombre que juega mirada es la acción de mirar felizmente es de manera feliz Los sufijos pueden poseer distintos valores, además no están especializados en un significado, ya que distintos sufijos pueden expresarla misma idea. Para crear la idea de acción lo normal es partir de verbos: retirada, aparcamiento, entrenamiento. El sustantivo resultante mantiene el carácter dinámico del verbo del que se parte, posiblemente porque se quieren alcanzar formaciones que designen acciones. De ahí que los compuestos puedan indicar las diversas fases del proceso que se refieren, motivo por el que las definiciones que aparecen en los diccionarios no son muy explícitas y recurren a fórmulas del tipo “acción y efecto de...”, como si fuese igual la acción y el efecto. Esa fórmula fue condenada por Julián Ribera, pero hasta ahora son muy pocos los diccionarios que le han prestado atención. 16 Debido a la abundancia de sufijos de acción que existen, parece haberse producido una especialización semántica en algunos casos. Así, de la designación de una acción puede pasarse a la de un estado duradero, consecuencia de la acción (hacinamiento, casamiento, alojamiento, asociamiento). El estado duradero se pasa a asignar la cualidad, partiendo usualmente de adjetivos, no de verbos (arborescencia, pubescencia, perseverancia, delgadez, malcriadez, curiosidad, ingeniosidad, peleador, coleador, hermosura, sabrosura, vitalismo). Los sufijos que se emplean para producir sustantivos abstractos son muchos y rentables, en latín ya existían y han producido elementos en todas las épocas de la historia de nuestra lengua (esperanza). De la designación de un abstracto puede pasarse a nombrar un colectivo, formaciones presentes en la lengua aunque no muy elevadas (audiencia, arboleda, bandada). Del efecto o resultado de la acción inicial podemos pasar a designar el objeto o instrumento que sirve para realizarla (cosechador, ensanchador, cerradura, armadura). En este tipo de formaciones suelen abundar los derivados mediante sufijos átonos, y las nominalizaciones de verbos tomando sus participios, quizás porque el sufijo tónico podría remitir a la “acción” y no al “efecto”. En otros derivados, se ha pasado de nombrar la acción a designar el lugar relacionado con la acción (aparcamiento, matadero, comedor, relicario, pagaduría) o la época en que se efectúa (cosecha, recolección). El sufijo sirve, incluso, para nombrar a la persona de la que parte la acción (abogado, criado, torero). De lo llevamos dicho se desprende que lo caracterizador de un sufijo es la función que confiere al derivado, más que su propia forma, pues no importa tanto el elemento empleado con tal de que el resultado sea el que se busca. La posibilidad de alternancia de los elementos es la causa de las fluctuaciones y de las modas sufijales en la historia de la lengua. Los sufijos que hemos ido presentando hasta ahora perecen recoger la noción de acción o sus consecuencias y tal vez no están todos los que las expresan. Podemos afirmar que los átonos (-a.-e, -o) apenas tienen rendimiento, aunque hemos visto algunos ejemplos con ellos (-ancia, -encia, -anza). Es cierto que los derivados en –ción son muy productivos, apoyados además por el lenguaje científico y técnico (ebullición, fluidificación, humidificación, salificación, melificación, molificación, quilificación), y no tanto los formados con –miento (debilitamiento, levantamiento, florecimiento, sentimiento, aburrimiento). Dentro del grupo de los sustantivos que producen nombres y adjetivos merecen un lugar especial los apreciativos, que alteran semánticamente la base de un modo subjetivo emocional, pero sin cambiar su categoría gramatical. Se suelen dividir en diminutivos, aumentativos y peyorativos. La determinación de lo que es o no un sufijo apreciativo resulta problemática, ya que muchos sufijos, en función de su interpretación, pueden ser adscritos a una u otra categoría. Así pues, resultaría precipitado categorizar estos sufijos fuera de su contexto. 17 Diminutivos El repertorio básico está compuesto por los siguientes sufijos: -ito poco poquito -ico rato ratico -illo chico chiquillo -ete calvo calvete -ín maleta maletín -uelo ladrón ladronzuelo Sólo –uelo resulta problemático, debido a que muchas veces se considera peyorativo, por influencia de la vocal anterior u a la que se suele asociar un efecto fonosimbólico negativo. En realidad, todos los diminutivos recogidos anteriormente pueden utilizarse como peyorativos o, al menos, pueden ser proferidos con intención peyorativa. El sufijo diminutivo por excelencia es –ito, presenta un alto grado de utilización, es el menos marcado dialectalmente y el que encierra un menor valor peyorativo. Como otros apreciativos, no se adjunta a bases que designan conceptos abstractos (*paciencita, *sufrimientito). Una importante restricción semántica de –ito consiste en su tendencia a producir lexicaciones de significado especializado, de tal manera que la motivación original llega a perderse (cochecito = carrito de bebé). El morfema diminutivo –illo también es muy utilizado. Se documenta especialmente en Andalucía, donde se utiliza en lugar de –ito, pero también está muy difundido en el resto de España y en Hispanoamérica. Su tendencia al cambio de significado aparece en horca > horquilla, cola > colilla, fiera > fierecilla, entre otras. El derivado no es, en absoluto, equivalente semánticamente a su base, aunque la conexión aún pueda traslucirse. Otra restricción de uso de –illo es el cambio de género (zapato > zapatilla). El sufijo -ete de caracteriza por su bajo contenido afectivo comparado con –ito e –illo, aunque su valor peyorativo es menor que el de –uelo. La limitada productividad de –ete puede explicarse por su tendencia a la lexicalización (plazoleta, burlete, caseta); su imprevisibilidad genérica y su poca tolerancia ala adjunción con diferentes bases, no aparece con adverbios ni con bases de procedencia extranjera. Su relativa debilidad léxica se refleja por su tendencia, cada vez mayor, a utilizarse en combinación con otros sufijos apreciativos (puñetazo, colchoneta). En cuanto a –uelo, como ya hemos señalado es el que encierra un mayor matiz peyorativo dentro del sistema de los diminutivos. No obstante, dicho matiz es moderado y en ocasiones, puede resultar jocoso y afectivo. Algunos estudiosos han llamado la atención sobre su mayor utilización en nuestros días. Es más productivo que –ete o –ín, a pesar de la limitada naturaleza que caracteriza a las 18 bases a las que se adjunta. No es sensible a asociaciones dialectales, si bien presenta un alto grado de alomorfia (rey > reyezuelo). Se combina con otros apreciativos formando, en ocasiones, diminutivos lexicalizados (riachuelo, copichuela, barquichuelo). De igual forma que –illo, -ín y –ete, -uelo tiende a la lexicalización, que suele venir acompañada de importantes cambios de significación (pañuelo, lentejuela, castañuela). -Ín se caracteriza por su moderado valor peyorativo, su fuerte tendencia a la lexicalización y su adscripción dialectal a la provincia de Asturias. Las formaciones sobre bases adjetivas se limitan a algunos lexemas comunes: pequeñín, borrachín, monín; pero no *inteligentín, *imposibilitín. Los derivados deverbales son aún más restringidos y su particularidad radica en que se trata de formas de infinitivo que se combinan íntegramente: saltar > saltarín. Además se produce un cambio gramatical de verbo a adjetivo. En la denominación de plantas y animales pequeños aparece la variante –ino. Ante este hecho podemos considerar, bien que se trata de una variante alomórfica, bien de un morfema diferente (lechuga > lechuguino). La restricción de uso más fuerte que se aplica a –ín se debe a su frecuente aparición en formaciones lexicalizadas, así como su tendencia a efectuar cambios de género (pata > patín, silla > sillín). De todos los morfemas derivativos expuestos hasta aquí, -ico es el que posee un carácter dialectal más marcado, adscribiéndose a Aragón, Andalucía oriental y América central. Desde la perspectiva semántica se sitúa muy cerca de -ito por su valor estrictamente diminutivo, medianamente afectivo y sólo peyorativo en su variante alomórfica –ica (acusica, miedica, cobardica). Aumentativos Los más frecuentes son: -ón barracón -azo portazo -ote machote -udo ceñudo Los aumentativos presentan semejanza con los peyorativos, debido quizás a que la idea de gran tamaño puede ser asociada, a veces, con la fealdad. No obstante, también se le asocia, en ocasiones, un efecto positivo (¡qué morenazo!). Sin embargo, el valor más frecuente entre los sufijos aumentativos es el de “golpe”, que se encuentra especialmente ligado al sufijo -azo. El paso del valor aumentativo al de “golpe” parece ser la consecuencia de una serie de confusiones de sufijos producidas en la lengua a finales de la Edad Media: aldabonazo, codazo, puñetazo... El uso de –azo para expresar “golpe” es el más moderno de los que conocemos y forma sustantivos masculinos partiendo de masculinos y femeninos (mano > manotazo, almohada > almohadazo). Más antigua es la 19 presencia en la lengua del sufijo –ón con ese valor o con el de “acción brusca”: apagón, chapuzón, resbalón. Pero el valor de “golpe” no es exclusivo de los sufijos aumentativos, ya que también aparecen con el sufijo de acción –ada: pedrada, patada, puñalada. Como prueban los ejemplos, podríamos decir que podría haber una especialización gramatical en esos sufijos, pues con –azo se forman sustantivos masculinos y con –ada femeninos a partir de otros sustantivos; con –ón se forman sustantivos tomando como base verbos. En cuanto a los aumentativos –ote y –udo podemos señalar su escasa productividad y su marcado significado peyorativo. Peyorativos El repertorio de sufijos peyorativos es mayor que el de los diminutivos y aumentativos, aunque su productividad es menor. Se pueden clasificar en: Sufijos que tienden a significar valores diminutivos -ejo diablejo, animalejo, tipejo -ucho delgaducho, calducho Sufijos propiamente peyorativos -aco bicharraco, retaco, pajarraco -acho poblacho, ricacho -ajo hierbajo, escupitajo -astro camastro, poetastro -orro ventorro, ceporro -uza gentuza -ute franchute -uzco negruzco Sufijos peyorativos utilizados con intención humorística Cualquier sufijo apreciativo puede ser utilizado con intención humorística. Poseen un carácter neologístico y se usan de manera espontánea formando derivados ad hoc o efímeros. Su registro estilístico pertenece al lenguaje popular, el de la juventud y el del periodismo satírico. Algunos son: 20 -ales rubiales, viejales -oide extranjeroide, perroide -engo frailengo, chulengo Por otra parte, dentro de la sufijación no apreciativa, los sufijos producen también adjetivos, muchas veces sustantivados. Entre ellos es enormemente productivo -ble, cuya función es sólo la de cambio de categoría, sin añadir significados nuevos al derivado, lo que facilita la proliferación de esos adjetivos. Los derivados en –ble se forman preferentemente a partir de verbos. El resultado de estas formaciones significa que el sujeto tiene la capacidad de que se efectúe en él la acción designada por el verbo que sirve de partida. Si el verbo es de la primera conjugación, el sufijo toma la forma -able: prorrogable; si es de la segunda o tercera, toma la forma -ible: reconocible, distinguible. Los derivados de verbos intransitivos o de sustantivos suelen tener valor activo: agradable, servible. Con el sufijo –al se forman derivados cuyo significado es el de “relativo” a lo designado por la base léxica. Estas formaciones son muy frecuentes y los resultantes son tanto adjetivos como sustantivos: ferrovial, cultural, semanal, En los sustantivos indica el lugar en que abunda el primitivo: arrozal, peñascal, manantial, trigal. Con –ista se construyen adjetivos que pueden sustantivarse, y cuya significación es la de “partidario, seguidor, aficionado”, a veces con su correspondiente derivado en –ismo: comunista > comunismo, europeísta > europeísmo, optimista > optimismo, altruista > altruismo. También se forman sustantivos que denotan generalmente “el que tiene determinada ocupación, profesión u oficio”: almacenista, periodista, electricista. Otras veces los sufijos son creaciones analógicas por parecido a otras terminaciones, o a otras lenguas, aunque no desentonan en nuestra lengua, como sistemático en vez de sistémico. El sufijo –mente produce adverbios partiendo de adjetivos, se une a la forma femenina de esto y significa “manera”: amablemente, fácilmente, violentamente, duramente, velozmente... El sufijo –ísimo forma adjetivos en grado superlativo: sencillísimo, altísimo, preciosísimo. Algunos adjetivos al recibir el sufijo –ísimo toman en su radical la forma latina: fortísimo, fidelísimo, novísimo,; y todos los que en grado positivo terminan en –ble: amabilísimo, nobilísimo. En algunos casos coexisten, sin embargo, la forma latinizante y la moderna o popular: bonísimo / buenísimo, frigidísimo / friísimo, certísimo / certísimo, ternísimo / tiernísimo. –Érrimo es variante de –ísimo y sólo se presenta, fosilizado, en la formación superlativa de determinados adjetivos: misérrimo, integérrimo, acérrimo, paupérrimo, celebérrimo, aspérrimo, pulquérrimo, libérrimo, salubérrimo, nigérrimo, ubérrimo. Algunos de estos adjetivos, cultos todos, alternan en el uso con los de formación corriente: negrísimo, pobrísimo. Los sufijos no sólo sirven para crear sustantivos o adjetivos, como hemos visto hasta ahora, sino que también los hay verbalizadores. Existe un tipo de sufijación simple, o inmediata, también 21 llamada impropia, mediante la que se añade a la base léxica la terminación verbal, del mismo modo que se producían sustantivos a partir de verbos con los sufijos –o, -e, -a. Son muy frecuentes los verbos resultantes de la primera conjugación, formaos a partir de sustantivos: almidonar, carbonar diaconar, y alguno derivado de un adjetivo: publicar. En todas estas formaciones aparece el sentido de “acción” añadido al valor primero de la base léxica. El otro tipo de verbalización es la mediata, en la cual no se produce el cambio de categoría gramatical, sino que a través de la adición de sufijos se añaden significados nuevos. En este sentido, el sufijo verbal más productivo parece ser –ear, dando lugar, incluso, a dobletes del tipo plantar / plantear. Se añaden a sustantivos para formar verbos: chapucear, machear, agujerear boicotear, fanfarronear, gandulear, parpadear, relampaguear. Tampoco es despreciable la cantidad de verbos formados a partir del sufijo culto –izar, emparentado etimológicamente con –ear. Produce numerosos neologismos, científicos y técnicos, tomando como base sustantivos: obstaculizar, vaporizar, carbonizar; adjetivos: impermeabilizar, visualizar, simpatizar. También es culto el sufijo –ificar, con cuya forma vulgar se han creado dobletes a lo largo de toda la historia de la lengua (verificar / averiguar, santificar / santiguar). Da lugar a verbos partiendo de sustantivos: santificar, gasificar, acidificar, resinificar; de adjetivos: simplificar, purificar, falsificar... El sufijo incoativo –ecer tiene una rentabilidad escasa. Constituye verbos a partir de sustantivos: agradecer, anochecer, amanecer, engrandecer. 2.5. LA CREACIÓN LÉXICA. NEOLOGISMOS Como ya hemos dicho, la relación que hay entre la oración léxica y la composición es la relación entre el todo y la parte de ese todo; pero lo que ya no es tan evidente es qué entendemos exactamente por neologismo en general, como lo demuestran las distintas calificaciones que de él existen. Tanto es así, que algunos autores han llegado incluso a borrar este término de sus investigaciones o creen necesaria una justificación previa de su operatividad o de su existencia en el sistema lingüístico. El neologismo tiene una existencia relativa, no existe en sí mismo, sino que implica una motivación, un conocimiento por parte del hablante de su carácter neológico y del proceso de creación a que responde. Teniendo en cuenta su carácter relativo, se puede definir el neologismo como “l´unité, de nature lexicale, dans un code linguistique défini”2. 2 Rey, A.: Néologisme: un pseudo-concept?, Cahiers de Lexigologie, 25-29, 1975-1976. 22 El neologismo modifica las relaciones que existen dentro del sistema léxico, en la medida en que implica siempre una reestructuración del campo nocional o semántico en que se inserta. A la vez, el neologismo, por lo menos en cierta medida, es consecuencia del carácter abierto de ese sistema, caracterizado por no ser denominado por ningún hablante, y porque cada hablante establece distintas relaciones jerárquicas dentro de él, en función de principios no sólo “lingüísticos”, sino también en función de su edad, sexo, profesión, clase social, origen geográfico, etc., de tal forma que resulta prácticamente imposible determinar ni siquiera el léxico de carácter más general, sin traicionar la realidad de nuestra lengua. Esta heterogeneidad del sistema léxico afecta también a la definición de novedad del neologismo, pues varios son los criterios que podemos utilizar. En primer lugar, podemos hablar de una novedad objetiva, en virtud del propio acto de creación, pues todo neologismo supone la aparición de un nuevo significante o significado. En segundo lugar, podemos hablar también de una novedad social, en función del proceso de aceptación del neologismo dentro de una comunidad, pues en ese proceso, existen diferencias entre los neologismos, no en función del tipo de creación que representan, sino de su valoración dentro del uso del código, uso que es inseparable del propio código. Por último, habría que hablar de una novedad en función de las relaciones que son modificadas en el sistema léxico en virtud de la aparición el neologismo y de su uso, por una determinada comunidad. En cuanto a la tipología del neologismo, puede decirse, en general, que dos son los criterios más frecuen temente utilizados para calificar los neologismos: Clasificaciones "amplias" del neologismo: 1. Atendiendo a la presencia/ausencia de un nuevo signo: - 23 Palabra nueva: Creación ex nihilo Convencional Motivada (onomatopeyas y palabras expresivas) Sobre el sistema léxico existente: - Composición - Derivación - Préstamo: Estricto: palabra nueva Calco semántico - Cambio semántico - Cambio de categoría gramatical 2. Atendiendo al origen del sistema (preexistencia de los elementos): - Derivación (progresiva o regresiva) - Composición - Amputación3 - Cambio semántico - No realización del sistema: préstamos 3. Atendiendo al origen de los elementos y a la estructura interna del signo lingüístico: - Fonológico (relaciones que atañen al significante) - Sintáctico (relación entre signos) - Semántico (relación que atañen al significado): Cambio de semas (metáforas, metonimia, etc.), cambio de categoría gramatical y especializaciones y generalizaciones de determinados grupos socio-lingüísticos. - Préstamo - Neologismo gráfico Clasificaciones "estrictas" que sólo atienden a los sistemas de creación propios de la lengua considerada y no a la aparición de préstamos: 1. Atendiendo a los elementos constituyentes del signo lingüístico: - Neologismos basados en asociaciones del significante: onomatopeyas, palabras expresivas y etimologías populares. - Neologismos basados en asociaciones del significante y el significado: derivación, prefijación y composición4 - Neologismos basados en asociaciones del significado: cambio semántico. 2. Atendiendo a la forma y función de los elementos neológicos (sólo para los neologismos basados en asociaciones simultáneas del significante y del significado): - Palabra compuesta - Palabra derivada: preficación, infijación y sufijación - Por sustracción de algún elemento de la base: derivación "regresiva" También hay neologismos por creación de una nueva unidad o de una nueva relación entre significante y significado: 3 Se refiere a la creación de nuevas unidades mediante la desaparición de parte del signiticante de otra, por ejemplo, como ocurre con métro a partir de métropolitain. 4 Es en este apartado en el que nos vamos a centrar más concretamente. 24 Creación ex nihilo: Pueden ser totales (greguerías, sicalíptico5) y parciales (jitanjáfora): 1. Por motivación fónica: Onomatopeyas puras: o Simples: croar, miau. o Compuestas repetitivas: tic-tac, tintineo. o Semionomatopeyas6 (onomatopeya + elemento léxico): tartamudeo, pipirigallo. o Reinterpretaciones lexemáticas7: carricoche, piquitojué, cristofué, diostedé. o Palabras expresivas (algo no sonoro que se limita o traduce con forma sonora en virtud de sinestesias o connotaciones): 5 Simples: tango. Compuestas: zig-zag, lelo, memo. Acronimia: De enunciados de la propia lengua: con resultado fonéticamente aceptable: BOJA, ONU, RENFE, SEAT. sin resultado fonéticamente aceptable: LRU, EGB. de enunciados de otras lenguas: NATO, UFO Hablamos de motivación parcial cuando la creación es arbitraria en cuanto a la relación significantesignificado, pero en su creación se han tenido en cuenta las posibles relaciones de la nueva palabra con otras unidades (no presentes) del sistema. 6 La unidad neológica está formada por un elemento onomatopéyico y una unidad léxica de la lengua considerada. 7 Las unidades de motivación fónica se reinterpretan como unidades léxicas en cuanto a su forma sonora, pero no en cuanto a su contenido. Los nombres que se han dado como ejemplos (exceptuando el primero) son nombres de pájaros que reciben su nombre por las características de sus cantos, ya que el nombre se asemeja de algún modo a los sonidos emitidos por dichos animales. Sus nombres están recogidos en el DRAE. 25 3. OBSERVACIONES Observaciones sobre la formación de los diminutivos acabados en -ico, -illo E -ito Los sustantivos, adjetivos y algunos gerundios, participios y adverbios forman sus diminutivos mediante la adición de un sufijo. Si el vocablo termina en vocal, la pierde; pero si en consonante, la conserva. Por ello, de casa decimos cas-ita; de coche, coch-ecito; de zurrón, zurron-cito; de pequeño, pequeñ-ito; de dócil, docil-ito; de callando, calland-ito; de muerta, muert-ecita. Los diminutivos de lejos conservan la s final: lejitos, lejillos. - Los sufijos diminutivos ececito, ececillo, ececico se añaden a monosílabos acabados en vocal, como de pie, pi-ececito. Admiten también ecito, ecillo, ecico: - Los monosílabos acabados en consonante, inclusa la y; red-ecilla, troj-ecica, sol-ecito, pan-ecillo, son-ecico, flor-ecita, dios-ecillo, rey-ecito, pez-ecito, voz-ecita. Exceptúanse ruin-cillo y los nombres propios de personas, como Juan-ito, Luis-ico. - Los bisílabos cuya primera sílaba es diptongo de ei, ie, ue: rein-ecita, hierb-ecilla o yerb-ecilla, huev-ecico. - Los bisílabos cuya segunda sílaba es diptongo de ia, io, ua: besti-ecita, geni-ecillo, legü-ecita. Exceptuándose rub-ita, agü-ita, pascu-ita. - Todos los vocablos de dos sílabas terminados en e: bail-ecito, cofr-ecillo, nav-ecilla, parch-ecito, pobr-ecito, trot-ecico. Prado, llano y mano hacen prad-ecito y prad-illo, llan-ecillo y llan-ito, manecilla y man-ita (o man-ito, según uso admitido en extensas zonas de América). - Terminados en cito, cillo, cico. Toman este otro incremento: - Las voces agudas de dos o más sílabas, terminadas en n o r: gaban-cillo, corazon-cito, mujer-cita, amor-cillo, resplandor-cico. Exceptúanse vasar-illo, alfiler-ito y algunos nombres propios de personas, como Agustin-ito, Joaquin-illo, Gaspar-ico. Úsanse indistintamente altar-cillo y altarillo, pilar-cillo y pilar-illo, jardin-cillo y jardin-illo, jazmin-cillo y jazmin-illo, sarten-cilla y sarten-illa. - Las dicciones graves acabadas en n: Carmen-cita, dictamen-cillo, imagen-cica. - Terminados en ito, illo, ico. Admiten este menor incremento las palabras que, sin las condiciones específicas hasta aquí, pueden tomar forma diminutiva: vain-ica, jaul-illa, estatu-ita, vinagr-illo, candil-illo, pajar-ito, camar-illa, titul-illo. - Las indicaciones precedentes no han de entenderse como reglas exclusivas. El uso culto de unos u otros países del mundo hispánico admite hierb-ita, huev-ito, flor-cita, cafe-cito, mam-ita, mama-íta y mama-cita, ind-ito e indi-ecito, etc. 26 - Los sufijos ecico, cico, ico, no regionales en los siglos XVI y XVII, son propios hoy de Aragón, Murcia, Andalucía oriental, y, en ciertas condiciones, de ciertos países americanos, como Costa Rica y Colombia. Observaciones en los aumentativos acabados en -ón y –azo No todas las palabras reciben los sufijos aumentativos en ón y azo. Aquellas que los admiten, si acaban en vocal, la pierden; pero si terminan en consonante, la conservan: de hombre, hombr-ón; de papel, papel-ón; de gigante, gigant-azo; de bribón, bribon-azo. Observaciones en superlativos terminados en –ísimo Se forman añadiendo a los positivos la terminación ísimo, cuando acaban en consonante, o si acaban en vocal, ocupando su lugar: como de formal, formal-ísimo; de prudente, prudent-ísimo. Por ello, resulta arriesgado hacer una clasificación de sufijos, aunque los usos más comunes son: o -ense onubense -ino vizcaíno -ano -eño alcalareño o -ero sevillano -és aragonés Para expresar profesión: tornero o -adero Para formar sustantivos que indiquen un lugar o establecimiento: apeadero -ario campanario -ería peluquería o -udo o 27 En cuanto a la procedencia de una persona (Gentilicios) -ador -atorio velador -aduría contaduría laboratorio -edor contenedor Para señalar abundancia peludo Para expresar cualidad -ancia ignorancia -anza bonanza -dad maldad -ería tontería -ez, -eza bajeza -ía filantropía -ismo liberalismo -ura cordura -itud eclavitud o -ada granizada -ado internado -aje cortinaje -al trigal -eda rosaleda -ío mujerío -edo robledo o 28 Para formar lexías que indique agrupación Para formar adjetivos -ado, -ada azulado, colorada -able amable -ador madrugador -ano urbano -ario deficitario -ero faldero -esco burlesco -iento mugriento -ino albino -izo castizo -oso morboso -al natural -il juvenil 29 4. 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