Síntesis de jurisprudencia de la Sala Penal TSJ Córdoba Agravantes genéricas de los tipos penales I. NOCIÓN. REPERCUSIONES EN EL DERECHO SUSTANCIAL Y PROCESAL 1. La inhabilitación complementaria especial (art. 20 bis CP), al igual que la multa complementaria (art. 22 bis CP), la utilización de armas de fuego (art. 41 bis CP) o la intervención de menores (art. 41 quáter CP), implican una modificación en los tipos de los delitos previstos en la Parte Especial y las leyes complementarias que conllevan a una agravación de las consecuencias punitivas, con las consiguientes repercusiones dogmáticas, esto es la compatibilidad con el principio de culpabilidad, ya que como es sabido éste debe alcanzar a los elementos del tipo, y con la prohibición de la doble valoración ya que no corresponde su aplicación si la modalidad a la que aluden está ya prevista en la Parte Especial. De allí que si todas estas disposiciones se interpretan como reglas que modifican los tipos de la Parte Especial, la consecuencia desde la perspectiva del debido proceso, es que debe estar incluida en la acusación a fin de garantizar la defensa y la posibilidad de refutarlo. TSJ, Sala Penal, “Baravalle”, S. n° 168, 20/07/2012; “Druetta”, S. n° 259, 02/10/2009; “Andruchow”, S. nº 514, 30/12/2014; “Oxandaburu”, S. nº 516, 30/12/2014; 2. Para la aplicación de la pena de inhabilitación complementaria es suficiente con que el Ministerio Público incluya en la acusación el presupuesto fáctico que faculta su imposición. TSJ, Sala Penal, “Saravia” S. n° 262, 12/09/2013 II. INHABILITACIÓN ESPECIAL COMPLEMENTARIA (ART. 20 BIS CP) 1. La pena de inhabilitación especial complementaria prevista en el CP art. 20 bis puede ser impuesta por el juez aunque no esté expresamente contemplada en el delito cuando la realización de éste importe “incompetencia o abuso en el desempeño de una profesión o actividad cuyo ejercicio dependa de una autorización, licencia o habilitación del poder público” (inc. 3°). 2. La naturaleza tutelar de la inhabilitación especial complementaria (no tanto del sujeto sino de las demás personas por el riesgo a la comunidad) emparenta a esta pena más que a ninguna otra con las medidas de seguridad. TSJ, Sala Penal, “Saravia” S. n° 262, 12/09/2013 III. MULTA COMPLEMENTARIA (ART. 22 BIS CP) 1. Ánimo de lucro: noción, alcance. En relación a la pena de multa complementaria contenida en el artículo 22 bis del Código Penal, existen divergencias doctrinarias en torno al alcance de la expresión ánimo de lucro según se considere que se identifica con el ánimo, fin o propósito de provecho económico o se entienda que, por encima de ese sentido, debe exigirse un plus que no incluye necesariamente la codicia pero demanda que se tenga un propósito de especulación patrimonial con el delito. Esta Sala tomó posición a favor de una mayor exigencia que la del dolo en el ámbito propio de los delitos en contra de la propiedad, requiriéndose contenidos internos más amplios. Enfocada como una modalidad de agravación de los tipos contenidos en la Parte Especial del Código, es compatible la adición del ánimo de lucro a los tipos penales de los delitos contra la propiedad, en los que la intención, voluntad o propósito de obtener una ventaja puede ser contenido del dolo, cuando dicha circunstancia posee un contenido más amplio. Es que un concepto equivalente traería consecuencias desfavorables para los delitos en contra de la propiedad y produciría la paradoja que en ellos no se pudiese imponer la multa complementaria por infringirse la prohibición de doble valoración. En relación a la pena de multa complementaria contenida en el artículo 22 bis del Código Penal, se entiende por ánimo de lucro un fin o propósito que trasciende el provecho económico que ya estaba comprendido en el ámbito del tipo básico –vgr. el apoderamiento furtivo o fraudulento de lo ajeno en los hurtos, robos, estafas- pues, subjetivamente se requerirá que desborde ese ámbito. La agravación de la pena, resultante de incluir una pena pecuniaria que no se encontraba prevista en el tipo básico, se explica por razones de política criminal, tendiente a desalentar toda idea de utilidad alcanzable por la vía del delito. TSJ, Sala Penal, “Druetta”, S. n° 259, 02/10/2009; Andruchow, S. nº 514, 30/12/2014; “Oxandaburu”, S. nº 516, 30/12/2014; 2. Aplicación a otras figuras Cuando el ánimo de lucro integra la estructura típica del delito -sea en su forma básica o en una agravada-, la imposición de la multa complementaria prevista por el art. 22 bis CP, conduce a una doble e indebida desvalorización de una misma conducta que resulta reñida con el principio constitucional del non bis in idem. TSJ, Sala Penal, “Bagatello”, S. n° 301 del 15/11/2010 3. Aplicación al estelionato En el estelionato, tratándose de una estafa especializada por el fraude, surge evidente que desde el punto de vista subjetivo, el dolo del autor requiere que se actúe con una intención lucrativa. Es que, si la fórmula legal de la figura exige que el sujeto activo defraude a un tercero vendiendo como propio un bien ajeno, es decir, engañándolo -aún mediante el silencio- sobre la verdadera propiedad del objeto, con el objeto de disponga de su propiedad -o la de un tercero- en su favor o de otro sujeto, no es posible atribuirle otra intencionalidad que no sea la de lucrar con su conducta. La aplicación de la multa complementaria (CP, 22 bis), atendiendo a las concretas circunstancias del caso, puede resultar correcta como respuesta al mayor reproche subjetivo merecedor de la conducta cumplida. TSJ, Sala Penal, “Bagatello”, S. n° 301 del 15/11/2010 4. Inaplicación al encubrimiento agravado por ánimo de lucro Se excluye del ámbito de aplicación del 22 bis CP a la figura de encubrimiento agravada por ánimo de lucro (CP, 277 inc. 3° b) por cuanto identificándose las subjetividades que exigen como presupuestos de aplicación ambas disposiciones, la conjunción de ellas deriva en una doble sanción de la misma circunstancia típica (como agravante del tipo y como presupuesto de la penalidad complementaria) vedada constitucionalmente. TSJ, Sala Penal, “Bagatello”, S. n° 301 del 15/11/2010 5. Diferencias con el elemento subjetivo requerido por la figura del hurto simple Resulta frecuente que tanto en la doctrina como en la legislación comparada, se emplee la expresión ánimo de lucro para referirse al contenido del elemento subjetivo del tipo exigido por la acción constitutiva de la figura de hurto. De ese modo se busca aludir al propósito de obtener una ventaja patrimonial implícito en la pretensión de tomar el poder sobre la cosa tras ser sustraída a su tenedor. La subjetividad requerida por el art. 162 del CP no se identifica con la del ánimo de lucro al que alude el art. 22 bis del CP, por cuanto este último implica contenidos internos más amplios vinculados con la idea de premeditada especulación que caracteriza a la delincuencia económica, que explican la función contra-motivadora que se pretende hacer cumplir a la sanción pecuniaria que introduce dicha disposición. Por ello se ha intentado definir sus contornos aludiendo a un interés egoísta o desaprensivo de ganancia o provecho económico originado en su dualidad codiciosa o en un eventual impulso de comportamiento, o, en forma más moderna, con la idea de especulación delictiva patrimonial en la cual el delito representa el medio para hacerlo con la cosa, la situación obtenida o a obtener con él. TSJ, Sala Penal, “Avendaño”, S. nº 106, 7/10/2005 6. Exigencias procesales: debe estar contenido en el hecho de la acusación Si el “ánimo de lucro” al que se alude en el art. 22 bis CP se interpreta como una regla que modifica los tipos de la Parte Especial, adosando una pena pecuniaria conjunta, la consecuencia desde la perspectiva del debido proceso, es que debe estar incluido en la acusación a fin de garantizar la defensa y la posibilidad de refutarlo. Desde luego que no se aspira a que se reproduzca exactamente igual frase, sino que basta que se describa un fin o propósito lucrativo asociado a la descripción de la modalidad ejecutiva del hecho, que fluya de la acusación interpretada como una unidad, esto es, no sólo en lo que se ciñe al relato de los hechos, sino también a los fundamentos probatorios proporcionados. TSJ, Sala Penal, “Druetta”, S. n° 259, 02/10/2009; “Andruchow”, S. nº 514, 30/12/2014; “Oxandaburu”, S. nº 516, 30/12/2014; 7. Imposición: innecesariedad de instancia de parte No obsta a la imposición de la multa prevista por el art. 22 bis del CP, que el órgano acusatorio no haya hecho mención expresa del encuadre legal de la multa requerida o que el querellante haya dejado librado al criterio del tribunal su aplicación. TSJ, Sala Penal, Andruchow, S. nº 514, 30/12/2014 a. Salvo en el juicio abreviado, debe ser solicitada por el Fiscal de Cámara Si no ha sido solicitada la pena de multa complementaria por parte del Fiscal de Cámara al emitir sus conclusiones, su imposición por parte del Tribunal de mérito desborda los límites impuestos por el artículo 415 del código de rito. El artículo 22 bis importa una modificación en los tipos de los delitos previstos en la Parte Especial y las leyes complementarias que conlleva una agravación de las consecuencias punitivas. De ello deriva con holgura que su adición a la pena de prisión que sí fuera solicitada por el acusador, implica una “pena más grave que la pedida por el Fiscal” (art. 415, segundo párrafo, in fine, CPP), lo que nulifica el decisorio. TSJ, Sala Penal, “García”, S. nº 10, 16/02/2012 IV. USO DE ARMA DE FUEGO EN DELITOS COMETIDOS CON VIOLENCIA O INTIMIDACIÓN CONTRA LAS PERSONAS (art. 41 bis CP) 1. Alcance de la norma prevista en el art. 41 bis El art. 41 bis, introdujo en la Parte General del Código Penal una regla que no es una mera agravante general. La repercusión sobre la magnitud de los marcos punitivos establecidos en los delitos de la Parte Especial y las leyes complementarias que ella establece se produce por la incorporación de una modalidad típica de ejecución de un delito violento (uso de arma de fuego), no contemplada por aquéllos. La ventaja dogmática que reporta situar la regla como lo hemos hecho, se relaciona con el principio de culpabilidad, ya que como es sabido éste debe alcanzar a los elementos del tipo; y también con la participación criminal y la consecuente exigencia que el dolo de los que no intervienen como autor o co-autores incluya esa modalidad típica. Tales consecuencias no resultarían posibles, si el art. 41 bis se limitase a introducir una circunstancia agravante sin conexión con los tipos objetivos. TSJ, Sala Penal, “Nieto” S. n° 74, 27/8/2003; “Lescano”, S. n° 102, 17/10/2003; “Ceballos” S. nº 115, 1/12/2003; “Márquez” S. n° 60, 7/07/2004; “Agüero” S. n° 106, 26/10/2004; “Mercado” S. n° 108, 11/10/2005; “Ruiz”, S. n° 97, 28/05/2007; “Herrera”, S. n° 154, 24/06/2008; “Palma”, S. 207, 13/08/2008; “Barrionuevo”, S. nº 269, 11/10/2012; “Cortez” S. nº 379, 22/11/2013; TSJ, “Rodríguez”, S. n° 202, del 8/8/2008 2. Condiciones de aplicación a. La regla del art. 41 bis del CP actúa generando un tipo delictivo que está en relación de especialidad con varios tipos penales, siempre que éstos no incluyan el empleo de armas, y que, a su vez, se trate de delitos dolosos que requieran violencia o intimidación contra las personas, como modalidad de ejecución típica. En consecuencia, quedan excluidos del ámbito de aplicación del 41 bis, los delitos no dolosos, los delitos dolosos que no exijan violencia o intimidación contra las personas y los delitos dolosos que ya contemplen como circunstancia agravante el empleo de armas. TSJ, Sala Penal, “Nieto” S. n° 74, 27/8/2003; “Lescano”, S. n° 102, 17/10/2003; “Ceballos” S. nº 115, 1/12/2003; “Márquez” S. n° 60, 7/07/2004; “Agüero” S. n° 106, 26/10/2004; “Mercado” S. n° 108, 11/10/2005; “Ruiz”, S. n° 97, 28/05/2007; “Herrera”, S. n° 154, 24/06/2008; “Palma”, S. 207, 13/08/2008; “Barrionuevo”, S. nº 269, 11/10/2012; “Cortez” S. nº 379, 22/11/2013; “Rodríguez”, S. n° 202, del 8/8/2008; “Ferreyra” S. N° 320, 11/12/2007; “Chiliento”, S. nº 2, del 16/02/2010 b. Resulta irrelevante que la posibilidad de defensa del agredido y la de riesgos para su agresor se hayan efectivamente debilitado en el caso concreto. TSJ, Sala Penal, “Mercado” S. n° 108, 11/10/2005; “González” S. n° 221, 28/08/2008; “Barrionuevo”, S. nº 269, 11/10/2012 3. Empleo violento y empleo intimidatorio de arma de fuego La agravante genérica del art. 41 bis del CP contiene dos supuestos distintos de empleo de armas de fuego. Por una parte, dicha disposición se refiere al empleo violento de armas de fuego (art. 41 bis, 1er. supuesto del CP) determinando la concurrencia de la agravante genérica en cuestión. Lo que acontecería, por ejemplo, si las mismas se usaran para matar a otro en términos de la figura del art. 79 del CP, como ha entendido reiteradamente esta Sala al pronunciarse en relación a la procedencia de la calificante del art. 41 bis del CP para agravar delitos de homicidio del art. 79 del CP. Pero dicha disposición también contempla su procedencia para los casos de empleo intimidatorio de armas de fuego (art. 41 bis, 1er. párrafo, 2do. supuesto del CP). Ello conduce a una segunda hipótesis de aplicación. Aunque, como sucede con el supuesto anterior, ello no ocurrirá cuando tal empleo de armas de fuego no se encuentre contemplado como elemento constitutivo o calificante del delito de que se trate (art. 41 bis, 2do. párrafo CP). TSJ, Sala Penal, “Díaz”, S. N° 311, 11/11/2008 4. Aplicación al delito de homicidio simple Es posible aplicar el art. 41 bis del CP al delito de homicidio simple, puesto que el homicidio simple (art. 79 CP) es un delito doloso, su acción típica sin duda exige violencia en contra de la víctima y la figura penal del art. 79 CP no contiene en forma expresa dentro de su estructura la circunstancia consistente en el empleo de un arma de fuego. Además, la mentada circunstancia tampoco resulta contemplada por ninguna de sus figuras calificadas (agravadas o atenuadas) (art. 80, y 81, pto. 1 inc. a. CP). De este modo lo entendió el legislador, al fundamentar la inclusión de la norma que comentamos, en las alarmantes estadísticas sobre homicidios cometidos con armas de fuego. Además de las razones de política criminal del legislador, resulta claro que cuando el autor de este delito emplea un arma de fuego , con alto poder letal o lesivo, la que le brinda más seguridad, al mismo tiempo que anula las posibilidades defensivas de su víctima, todo lo cual revela una superior magnitud de injusto. TSJ, Sala Penal, “Nieto” S. n° 74, 27/8/2003; “Lescano”, S. n° 102, 17/10/2003: “Ceballos” S. nº 115, 1/12/2003: “Márquez” Sent. n° 60, 7/07/2004; “Agüero” S. n° 106, 26/10/2004“Ruiz”, S. n° 97, 28/05/2007; “Ferreyra” S. n° 320, 11/12/2007; “Chiliento”, S. nº 2, del 16/02/2010; “Barrionuevo”, S. nº 269, 11/10/2012; “Rodríguez”, S. n° 202, del 8/08/2008 a. No viola el principio constitucional de igualdad La interpretación formulada para aplicar simultáneamente las figuras de los arts. 79 y 41 bis del CP, atendiendo a que el agente empleó un arma de fuego para matar a la víctima, resulta perfectamente coherente dentro del esquema penal del ordenamiento positivo vigente. Y que tal peculiaridad (el empleo del arma de fuego) en el modo de ataque consumado sobre la vida de la víctima, configura un injusto de mayor gravedad, que se combina con claras y atendibles razones político-criminales de prevención general para justificar un tratamiento punitivo diferenciado, agravado en comparación con otros casos en los que se emplean otro tipo de armas (que no son de fuego). De modo que las diferencias punitivas que tal interpretación y la consiguiente aplicación de la citada agravante genérica del art. 41 bis del CP puede generar al condenado en comparación con la situación de quién mata a otro empleando un arma que no es de fuego no resulta en absoluto vulneratoria del principio de igualdad ante la ley amparado por nuestra constitución, sino en una diferencia surgida de las circunstancias también razonablemente diferentes a esos efectos que justifican la aplicación de dicha agravante genérica y la diferencia en la escala penal considerada. TSJ, “Rodríguez”, S. n° 202, del 8/8/2008 b. Pena correspondiente al delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego consumado y tentado Cuando se encuentre consumado el delito de homicidio simple agravado por el uso de armas de fuego, la escala penal partirá de un mínimo de 10 años y 8 meses de prisión o reclusión y su tope será de 25 años -al no poder superar éste el máximo legal de la especie de pena-. Sobre éste marco punitivo debe realizarse, entonces, la disminución que prevé el 1° párrafo del art. 44 del CP, de lo cual surge que la escala penal para el aludido delito en grado de tentativa, irá de 7 años, 1 mes y 10 días a 12 años y 6 meses de prisión, siendo sensiblemente inferior a la prevista por el párrafo 3° de la referida manda legal, para la tentativa de delitos cuya pena fuera de prisión perpetua -10 a 15 años de prisión-, como es el caso de los homicidios calificados del art. 80 del CP. TSJ, Sala Penal, “Lescano”, S. n° 102, 17/10/03 5. Aplicabilidad al homicidio en ocasión de robo (art. 165 CP) Es posible aplicar el artículo 41 bis CP al delito de homicidio con motivo u ocasión de robo (art. 165 CP), pues éste es un delito doloso, la acción típica sin duda exige violencia en contra de la víctima y la aludida figura penal no contiene en forma expresa dentro de su estructura la circunstancia consistente en el empleo de un arma de fuego. La razón de la aplicación del art. 41 bis CP al homicidio con motivo u ocasión de robo (art. 165 CP) queda legitimada en la medida que la experiencia indica que si no se utilizara un arma de fuego apta para disparar, esa posibilidad de peligro concreto hubiera quedado enervada o, al menos, mitigada en gran medida. TSJ, Sala Penal, “Mercado”, S. n° 108, 11/10/2005; “González” S. n° 221, 28/08/2008; “Cortez” S. nº 379, 22/2011/2013 No hay óbice jurídico alguno para aplicar la agravante prevista en el artículo 41 bis del CP al tipo contenido en el art. 165 del mismo cuerpo legal. La estructura del delito previsto por el art. 165 se diferencia de las agravantes del robo simple. Si bien el art. 165 del CP efectivamente se presenta como resultante de una fusión de las figuras de robo y homicidio, se erige, en verdad, en una figura autónoma, distinta a éstas y de mayor gravedad. En consecuencia, al no tratarse de una mera modalidad agravada del robo, le resultan aplicables directamente agravantes genéricas como las del art. 41 bis o el 41 quáter. Ello por aplicación de la regla de que las figuras calificadas se construyen sobre la base de las figuras básicas. TSJ, Sala Penal, “Bustamente”, S. n° 171, 27/05/2014 6. Inaplicabilidad a la coacción agravada por el uso de armas (art. 149 ter, inc. 1, 1 sup. CP) La exigencia del empleo de armas contenida en el delito de coacción calificada del art. 149 ter inc. 1°, 1er. supuesto del CP, comprende diferentes clases de armas, que incluyen tanto a las de fuego, como a las que no lo son, según se desprende de su literalidad y de la evolución histórica de la fórmula legislativa empleada. La razón que sustenta dicha agravante de la figura de coacción calificada, se relaciona con la mayor idoneidad derivada del mayor poder intimidante que presenta el empleo de armas en general. Analizadas ambas fórmulas legales, se advierte que la aplicación de la agravante el art. 41 bis del CP a la figura de coacción calificada del art. 149 ter, inc. 1°, 1er. supuesto del CP, importaría una vulneración a la garantía del ne bis in idem, al plantear la nueva consideración de una circunstancia ya ponderada en la pretensión punitiva de la figura principal, como es el empleo intimidatorio de un arma, incluidas las de fuego. TSJ, Sala Penal, “Díaz”, S. n° 311, 11/11/2008 7. Inaplicabilidad al exceso en la legítima defensa Si el exceso en los límites de la legítima defensa ha sido atribuido subjetivamente a una apreciación errónea (no dolosa), compatible con la imprudencia, deviene errada la aplicación del tipo agravado introducido por el art. 41 bis a un homicidio de menor injusto e imprudente, como el que resulta del exceso. TSJ, Sala Penal, “Palma”, S. n° 207, 13/08/2008 8. Inaplicabilidad del delito de portación de armas (189 bis CP) La portación no autorizada de arma en el mismo contexto de acción del hecho que fuera calificado como homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego (CP, 79 y 41 bis) queda absorbida por esta última figura, pues aquella no guarda autonomía con relación al delito de homicidio agravado. TSJ, Sala Penal, “Chiliento”, S. nº 2, del 16/02/2010 9. Inaplicabilidad para los delitos reprimidos con penas de reclusión o prisión perpetua, aun tentado La pena de reclusión o prisión perpetua prevista para el delito consumado, determina la inaplicabilidad del art. 41 bis del CP. El propio texto de la regla (aumento de la escala penal “en un tercio de su mínimo y en su máximo”) es claro en cuanto a que alude a penas temporales pues son ellas y no las penas perpetuas las que tienen mínimos y máximos. Las penas perpetuas además de su indeterminación temporal son las de máxima gravedad dentro del sistema punitivo. La disminución de pena prevista para la tentativa se debe realizar sobre la base del delito consumado. De la inaplicabilidad del 41 bis al delito consumado penado con pena perpetua deriva la inaplicabilidad a la tentativa, pese a que el marco punitivo de ella sea temporal. TSJ, Sala Penal, “Herrera”, S. n° 154, 24/06/2008 10. Individualización de las penas: posibilidad de corregir los máximos La cuantía del mínimo de una pena privativa de libertad es un parámetro que, salvo notoria irrazonabilidad, no puede ser obviado por los jueces en su aplicación. Los máximos no obligan a los jueces y por tanto es posible en el marco de la individualización procurar corregir el impacto desarmónico de las modificaciones legislativas a fin que en los casos concretos la pena de la tentativa de un homicidio simple con la aplicación del art. 41 bis no sobrepase a la prevista para la tentativa del homicidio penado con pena perpetua. TSJ, Sala Penal, “Herrera”, S. n° 154, 24/06/2008 11. Rige el principio de libertad probatoria para acreditar el empleo intimidatorio de armas de fuego El principio de libertad probatoria consagrado por el art. 192 del CPP. implica que todos los hechos y circunstancias relacionados con el objeto del proceso pueden ser acreditados por cualquier medio de prueba salvo las excepciones previstas por las leyes. De consiguiente, dado que las leyes no contemplan excepción alguna en relación a los medios de prueba que pueden emplearse para acreditar la presencia y el empleo intimidatorio de armas que da base a la modalidad genérica calificada derivada del art. 41 bis del CP, no media obstáculo alguno para que pueda arribarse a dicha conclusión a partir de prueba testimonial. TSJ, Sala Penal, “Luna”, S. n° 4, 10/02/2006 V. DELITOS COMETIDOS MENORES (Art. 41 quáter CP): CON LA INTERVENCIÓN DE 1. Alcance de la regla. El art. 41 quáter, introdujo en la Parte General del Código Penal una regla que no es una mera agravante general de la pena, sino que su repercusión sobre la magnitud de los marcos punitivos se produce por una variación en la conducta típica que aumenta la gravedad del hecho en cada uno de los delitos de la parte Especial. De manera tal, que permite relacionarlo con el principio de culpabilidad, pues como es sabido éste debe alcanzar a los elementos del tipo. TSJ, Sala Penal, "Torres”, S. n° 194, del 16/8/2007; “Fernández”, S. n° 276, del 24/10/2007; “Calderón”, S. n° 297, 19/11/2007; “Bartolucci”, S. nº 97, 27/04/2009; “Díaz” S. nº 186, 31/07/2009; “Dimare”, S. n° 306, del 3/11/2010; “Solis”, S. n° 163, 29/06/2009 Para que se configure la agravante genérica del tipo contenida en el art. 41 quáter, es necesario que se compruebe que el partícipe o coautor mayor de edad haya tenido conocimiento de que en el hecho participaba un menor de 18 años. TSJ, Sala Penal, “Calderón”, S. n° 297, 19/11/2007 La calificante del art. 41 quáter del CP, se integra con las figuras de la parte especial que contemplan hechos típicos que admiten su agravamiento por la intervención de menores de edad, conformando también nuevas figuras calificadas especiales agravadas. TSJ, Sala Penal, “Bringas”, S. nº 117, 21/05/2013; “Villalba”, S. n° 419, 19/12/2013; “Castro”, S. n° 45, 18/03/2014 2. Fundamento de la agravante El aumento de la escala punitiva, obedece al mayor reproche legal que el legislador quiso colocar en los adultos y compatibliza con una de las directrices de política criminal de la reforma en la prevención negativa orientada a evitar que los mayores incluyan a los menores de edad en la comisión de delitos. TSJ, Sala Penal, "Torres”, S. n° 194, del 16/08/2007; “Fernández”, S. n° 276, del 24/10/2007; “Díaz” S. nº 186, 31/07/2009; “Dimare”, S. n° 306, del 3/11/2010 3. Interpretación del enunciado “cometidos con la intervención de menores de dieciocho años de edad” contenido en la norma. La ley 25.767 introdujo en la Parte General (art. 41 quáter) el aumento de un tercio del mínimo y máximo de la escala penal de cualquier delito que “sea cometido con la intervención de menores de dieciocho años de edad... respecto de los mayores que hubieren participado en el mismo”. La fórmula legal aludida no fue ajena a diversos desencuentros interpretativos tanto en la doctrina como en la jurisprudencia, en relación a qué debe entenderse por “intervención de menores de dieciocho años de edad” a que se hace referencia en la norma. La tesis correcta es la que sostiene que, al aludir con la “intervención de menores” el artículo 41 quáter del Código Penal hace referencia al concepto de participación previsto en las disposiciones generales de dicho cuerpo normativo. TSJ, Sala Penal, "Torres”, S. n° 194, 16/08/2007; “Fernández”, S. n° 276, 24/10/2007; “Díaz” S. nº 186, 31/07/2009; “Dimare”, S. n° 306, del 3/11/2010 No cualquier intervención del menor queda atrapada por la norma, sino que se encuentra acotada para aquellos casos en que hubiera intervenido en algunas de las formas previstas como punibles por las reglas de la participación previstas en la normativa de fondo. Y entendiéndose la participación en su sentido amplio, como fenómeno que opera cuando una pluralidad de personas toma parte en un delito, esto es, como participantes en el carácter que fuere. TSJ, Sala Penal, “Moreyra”, S. n° 221, 4/09/2007; “Bartolucci”, S. nº 97, 27/04/2009; “Solis”, S. n° 163, 29/06/2009 a. Interpretación gramatical Para determinar cuál es la “intervención” típica que aumenta la gravedad del hecho, debe acudirse como primera aproximación a su interpretación gramatical. Lo cierto, es que según el Diccionario de la Real Academia Española, “intervenir”, en su décima acepción significa “tomar parte en el asunto”. Por el contrario, ninguna de las catorce acepciones del uso de la lengua, aluden a expresiones tales como “se valiere”, “sirviere” o “determinare”. Este análisis semántico, no permite extraer que el verbo típico exija que los menores hayan sido usados por los mayores como instrumentos para realizar la actividad delictiva. Entonces, resulta razonable considerar que la intervención en un delito se limitaría a la participación del menor en la comisión del hecho. Por consiguiente, la redacción de la norma indica una remisión a las reglas generales de la participación criminal a efectos de la aplicación de esta agravante. Así, no cualquier intervención del menor queda atrapada por la norma, sino que se encuentra acotada para aquellos casos en que hubiera intervenido en alguna de las formas previstas por las reglas de la participación criminal (arts. 45 y 46 CP). TSJ, Sala Penal, "Torres”, S. n° 194, 16/08/2007; “Fernández”, S. n° 276, 24/10/2007; “Díaz” S. nº 186, 31/07/2009; “Dimare”, S. n° 306, del 3/11/2010 b. Interpretación según el fin que persigue la norma La razón de la agravante se justifica en el riesgo directo creado por el mayor cuando éste permite que el menor participe activamente de algunas de las maneras punibles en el actuar delictivo. El fundamento expuesto se extrae del sondeo de los antecedentes parlamentarios, que otorgan una mayor solidez a la posición aquí asumida y no así la contraria. Si bien, hubo varios proyectos presentados, lo cierto es que la fórmula que se discutió contemplaba tanto la “intervención” de un menor que no haya cumplido los 18 años como también que “se valiere o sirviere de éste o lo determinare directamente a cometerlo”. De ello se desprende, que el legislador quiso castigar tanto la utilización como la mera intervención del menor en el hecho. Empero, en el texto definitivo desaparecen las distintas formas de utilización, quedando reducida a la única expresión que discutimos. El designio que inspiró el dictado de la norma, esto es, desalentar la inclusión de un menor en una empresa delictiva, se concreta con su mera intervención cualquiera sea la intencionalidad del consorte mayor de edad –que repercutirá en todo caso en la determinación de la pena-. La tesis propiciada cobra especial relevancia pues demuestra la adecuación a los lineamientos de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, pues con ello se pretende una mayor protección integral del menor con una política criminal orientada precisamente no a ensanchar la franja etaria de punibilidad de los menores sino a responsabilizar a los mayores para que no faciliten su ingreso a la carrera delictiva. TSJ, Sala Penal, "Torres”, S. n° 194, del 16/08/2007; “Fernández”, S. n° 276, 24/10/2007; “Bartolucci”, S. nº 97, 27/04/2009; “Díaz” S. nº 186, 31/07/2009; “Dimare”, S. n° 306, 3/11/2010 c. Interpretación restrictiva en función de la proporcionalidad de las penas Acotar el ámbito de aplicación menor en el delito, observa a su vez pena, que emerge del propio estado irradia vedando la utilización de determinados fines. de la agravante a la participación del el principio de proporcionalidad de la democrático de derecho (CN, 1) y se medios irrazonables para alcanzar TSJ, Sala Penal, "Torres”, S. n° 194, del 16/08/2007; “Fernández”, S. n° 276, del 24/10/2007; “Díaz” S. nº 186, 31/07/2009; “Dimare”, S. n° 306, del 3/11/2010 4. Presupuestos para aplicar la norma prevista en el art. 41 quáter al grupo etario entre 18 y 21 años de edad a. Antes de la reforma operada por ley 26.579. La sanción de la ley 25.767 (BO 1/9/2003), introdujo la agravante del art. 41 cuater CP para los “mayores” que cometieren delitos con la intervención de menores de 18 años de edad. Ello trajo aparejado el problema interpretativo, quiénes eran los que se encontraban atrapados por esta calificante, si los que contaban con 18 o 21 años de edad. Esta discusión, fue zanjada por esta Sala adhiriéndose a este último cartabón, al considerarse que la mentada expresión, constituía un elemento normativo del tipo, y por tanto, operaba una suerte de remisión a otras normas que determinaban su contenido, similar a lo que sucede con las leyes penales en blanco. Se estimó, entonces, que la ley civil era la que definía la mayoría de edad, que hasta la mentada reforma operada en el 2009, era de 21 años (art. 126). La postura asumida, encuentra refuerzo en el principio constitucional de legalidad (arts. 18 y 19 y mediante el inc. 22 del art. 75, en los arts. 9 CADH y 9 del PIDCP), conforme al cual si en la ley penal se emplean conceptos normativos definidos por leyes no penales, a ellas debe acudirse. Más aún si el apartamiento conduce a ensanchar la criminalidad, con vulneración de esa garantía y de su derivación –principio de máxima taxatividad interpretativa-. Y a su vez también es compatible con una de las directrices de política criminal de la reforma en la prevención negativa orientada a evitar que los mayores incluyan a los menores de edad en la comisión de delitos. TSJ, Sala Penal, “Leal”, S. n° 43, 17/03/2014; “Oviedo”, S. n° 170, 22/05/2014; “Bravo Sosa”, S. n° 114, 17/04/2015 b. Después de la reforma operada por ley 26.579. Fundamentación La ley 26.579 modificó el art. 126 CC, fijando los 18 años como el límite de la minoría de edad. Con lo cual, para la ley civil, los que cumplen los 18 años son sujetos de derechos adultos, plenamente capaces con los consecuentes derechos y obligaciones que trae aparejado dicho status jurídico. Los “mayores” son aquellos que han cumplido los 18 años al tiempo de comisión del hecho –una vez operada la reforma-, conforme a la ley civil. Esta reforma resulta gravosa para estos nuevos adultos que conforman el grupo etario entre los que ya han cumplido los 18 años y que aún no cuentan con los 21, a quienes antes de la sanción ley civil no quedaban atrapados por la agravante. Cuando se sancionó el art. 41 quáter la brecha que existía entre el menor partícipe en el delito (joven que aún no había cumplido los 18 años) y el mayor de edad conforme a la ley civil (21 años), era de 3 años. Con lo cual, la agravación para estos últimos teniendo en cuenta dicha diferencia etaria resultaba además de razonable, y proporcional al injusto cometido. La razón del aumento de la escala punitiva, obedecía al mayor reproche penal que el legislador quiso colocar en los adultos, compatibilizándose con una de las directrices de política criminal de la reforma en la prevención negativa orientada a evitar que los mayores incluyan a los menores de edad en la comisión de delitos. La razón de la agravante, se justifica en el riesgo directo creado por el mayor cuando éste permite que el menor participe activamente de algunas de las maneras punibles en el actuar delictivo. Se infiere también, que la posición de preeminencia del mayor respecto del menor, encuentra el fundamento de tamaña agravación, pues coloca en aquellos la función de impedir que ingresen éstos a la carrera delictiva. Pero esta superioridad, se encontraba justificada en una diferencia de al menos 3 años, y por eso que la opción de los 21 años resultaba ajustada a derecho. Sin embargo, esta proporcionalidad, se ve quebrantada para aquellos que habiendo cumplido 18 años, cometen un delito con la participación de un menor de 16 o 17 años. Es que, resulta absurdo una penalización más severa para aquellas personas que se ubican dentro de la misma franja etaria respecto de los sujetos que la ley quiere amparar especialmente (niños) y que conforman el grupo de pares. El término “mayor”, a los fines de la aplicación de la agravante del art. 41 quáter del CP, incluye a las personas que hayan cumplido 18 años de edad. Es cierto, que dicha interpretación ensancharía la franja punitiva que antes de la reforma legislativa civil no quedaban atrapados, y el aumento de la escala penal quebrantaría la proporcionalidad del injusto. Sin embargo, tampoco hay que desconocer los fines políticos criminal que persigue la sanción de la norma penal, esto es la protección de la niñez. Entonces, parecería ajustado a derecho, que se aplique a este grupo solo cuando participaren con menores inimputables (menores hasta 16 años). Ello encuentra su correlato en la ley penal juvenil vigente al día de la fecha (22.278), en cuanto establece la pauta etaria a partir de la cual el menor ya cuenta con capacidad para comprender la criminalidad de sus actos, pero obviamente no es plena, pues esta se adquiere a partir de los 18 años. Por lo tanto, aquellos que aún no superaron los 16 años no cuentan con dicha capacidad. En esta relación, se puede apreciar que partiendo de la diferencia etaria existente entre un adulto de 18 años y un menor inimputable (menor de 16 años), permite inferir una relación de preminencia, de manera tal, que si para la ley el sujeto con 18 años cumplidos es plenamente responsable de sus acciones, por tanto también puede resultar responsable a los fines de evitar que este grupo minoril que para ley penal aún no tienen capacidad de delinquir ingrese o persista en el conflicto con la ley penal. La postura asumida se encuentra en sintonía, con los compromisos asumidos internacionalmente, al suscribir la Convención de los Derechos del Niño, la que se proyecta en todos los ámbitos específicos donde el menor se desenvuelve (familiar, laboral, educativo, sanitario, etc.), que se traduce en obligaciones para aquellos que se mantienen en una relación de preeminencia en estos ámbitos. El art. 41 quáter, vendría a reglamentar una mayor punición en el ámbito delictivo para el mayor de 18 años, respecto de los niños que interviniesen en un hecho que entra en conflicto con la ley penal. TSJ, Sala Penal, “Leal”, S. n° 43, 17/03/2014; “Oviedo”, S. n° 170, 22/05/2014; “Bravo Sosa”, S. n° 114, 17/04/2015 VI. CONCURSO DE DELITOS CALIFICADOS POR AGRAVANTES GENÉRICAS 1. Concurso entre un delito calificado por agravante genérica y agravante específica. Robo agravado por la intervención de un menor de 18 años y por el uso de armas (art. 41 quáter y 166 inc. 2° CP): Concurso ideal. No hay razones por las cuáles la técnica legislativa empleada en las agravantes genéricas, consistente en colocar la referencia a esas circunstancias agravantes en la parte general, pese a su incidencia en el conjunto de figuras de la parte especial, deba alterar el sistema de agravantes y atenuantes de la parte especial. En consecuencia, para la construcción de la nueva figura calificada que deriva de la aplicación de la agravante genérica del art. 41 quáter CP, debe tenerse en cuenta la figura básica de la parte especial del delito de que se trate. Incluso, cuando por la existencia de otra circunstancia agravante específica (prevista en la parte especial), concurra además otra figura calificada; como sucede con el empleo de un arma contemplada en el art. 166 inc. 2°, 1er. supuesto del CP. Cuando la figura especial construida combinando una agravante genérica como la del art. 41 quáter CP con la figura básica de robo del art. 164 CP concurre con una agravante específica como la del art. 166 inc. 2°, 1er. supuesto del CP, ambas deben concursarse idealmente conforme a lo establecido por el art. 54 CP. Ello obedece a que, aunque el uso de un arma no se superpone con la intervención de un menor de edad, no ocurre lo mismo con el ámbito de enfoque común que se plantea con los aspectos que conforman la figura básica de robo sobre la cual se construyen ambas figuras agravadas (genérica y específicamente). TSJ, Sala Penal, “Bringas”, S. nº 117, 21/05/2013; “Villalba”, S. n° 419, 19/12/2013; “Castro”, S. n° 45, 18/03/2014 2. Concurso entre un delito calificado por agravantes genéricas. Homicidio agravado por el uso de armas de fuego y por la intervención de un menor de 18 años y (art. 41 bis y quáter y 79 en función del 42, CP): Concurso ideal. Tanto la calificante del art. 41 bis como la del art. 41 quáter del CP, no constituyen meras agravantes generales sino normas que incorporan una modalidad típica de ejecución específica no contemplada por la figura de la parte especial a la que se aplican (vgr. la que surge del art. 79 en función del 42 del CP), con la cual, entonces, conforman un nuevo tipo delictivo más grave y específico. La agravante genérica del art. 41 bis CP se integra con los tipos penales de la parte especial que no incluyen el empleo de armas y constituyen delitos dolosos que requieran violencia o intimidación de las personas, conformando una nueva figura especial calificada. Y la agravante genérica del art. 41 quáter del CP se integra, a su vez, con las figuras de la parte especial que contemplan hechos típicos que admiten su agravamiento por la intervención de menores de edad conformando también nuevas figuras calificadas especiales agravadas. Cuando se plantea al aplicación simultánea de las agravantes genéricas de los arts. 41 bis y 41 quáter del CP a una misma figura básica, como sería el caso de una tentativa de homicidio del art. 79 en función del 42 del CP, los delitos agravados resultantes concurren idealmente (art. 54 CP). Esto es, se plantea un concurso ideal entre la figura de tentativa de homicidio agravada por el uso de arma de fuego construida a partir de la aplicación de la agravante genérica del art. 41 bis del CP a la figura de tentativa de homicidio de los arts. 79 en función del 42 del CP, y la figura de tentativa de homicidio agravado por la intervención de menores de dieciocho años de edad, conformada a partir de la aplicación de la agravante genérica del art. 41 quáter a esa misma figura de tentativa de homicidio del art. 79 en función del 42 del CP. TSJ, Sala Penal, “Fernández”, S. n° 89 del 23/04/2013; “Bravo Sosa”, S. n° 114, 17/4/2015 3. Pena del concurso ideal entre delitos calificados por agravantes genéricas. Principio de absorción. Determinación de la pena mayor. Aplicación en caso de escalas penales iguales Al adoptar el principio de absorción en el texto del art. 54 del CP, el legislador sólo se refiere, expresamente, a los casos de concurrencia de figuras con escalas penales distintas, planteando la aplicación de la pena mayor, que no es otra que la escala penal más severa o más grave. Para la determinación de la pena más grave en los casos de concurso ideal, primero debe atenderse a lo dispuesto por el art. 5 del CP analizando las especies de pena concurrentes. De resultar éstas coincidentes, debe considerarse, primero, cuál contempla el máximo mayor y de ser éstos iguales, cuál conmina el mínimo mayor. El hecho de que las penas concurrentes sean iguales no excluye la aplicación del principio de absorción en cuanto determina la aplicación de una sola de las penas previstas en las figuras concurrentes. Sin perjuicio de que siendo ambas penas similares, resultará indistinto cuál de ellas se aplique. De modo que ante la concurrencia ideal de las figuras construidas por aplicación de las agravantes genéricas de los arts. 41 bis y 41 quáter del CP, que contemplan en cada caso un incremento de un tercio de la escala penal del delito de la parte especial con el que se integran (la tentativa de homicidio que surge de los arts. 79 en función del 42 del CP), la solución punitiva correcta es que ésta se eleve sólo en un tercio. Esto es, que se proceda aumentando la escala penal como si concurriera sólo una de las agravantes genéricas en curso. TSJ, Sala Penal, “Fernández”, S. n° 89 del 23/04/2013; “Bravo Sosa”, S. n° 114, 17/4/2015 4. Individualización judicial de la pena ante un concurso ideal de delitos calificados por agravantes genéricas Las circunstancias ajenas al área de enfoque común que concurran en el concurso ideal de delitos, podrán ser tenidas en cuenta luego, al momento de la individualización judicial de la pena. TSJ, Sala Penal, “Fernández”, S. n° 89 del 23/04/2013; “Bravo Sosa”, S. n° 114, 17/4/2015 a. Circunstancias ajenas al área de enfoque del hecho común en el concurso ideal entre robo con armas y con la intervención de menores (arts. 164 en función del 41 quáter y 166 inc. 2 CP) El principio de absorción que consagra el art. 54 CP, determina que frente al concurso ideal entre un robo calificado por la intervención de menores de edad construido en base a la integración de los tipos penales de las figuras de los arts. 164 y 41 quáter del CP y un robo calificado por el uso de armas contemplado en la figura del art. 166 inc. 2° del CP, sólo corresponde tener en cuenta la escala penal más grave de esta última figura. Sin embargo ello no resulta óbice para que las circunstancias a las que se refiere el art. 41 quáter CP, relativas a la intervención de menores de edad, no contenidas en dicha figura calificada del art. 166 inc. 2° del CP, sean ponderadas al momento de individualizar la pena respectiva dentro de esa escala, en el marco de los criterios establecidos por los arts. 40 y 41 del CP. TSJ, Sala Penal, “Bringas”, S. nº 117, 21/05/2013