Limitaciones y riesgos de la planificación estratégica1 Rónald

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Limitaciones y riesgos de la planificación estratégica1
Rónald Miranda Chavarría
La planificación es una actividad humana y como tal, tiene limitaciones que se originan en sus
propios fundamentos o supuestos, en las creencias de los planificadores, y en el rol y la ética
de los actores involucrados en los procesos de análisis, planeamiento y ejecución de las
estrategias. En consecuencia, no podemos pretender que la existencia de un proceso y un
producto de planeamiento estratégico, sea una condición que garantice el éxito de cualquier
organización.
A continuación, se enuncian algunas limitaciones y riesgos éticos con el propósito de
estimular la reflexión y discusión acerca de este tema.
El tecnicismo
Hemos visto la planificación estratégica como un proceso racional, sistemático y ordenado
que se realiza utilizando un conjunto de técnicas.
Pero el tema estratégico no es una cuestión exclusivamente técnica, sino político.
La visión técnica de la planificación estratégica, lleva a una percepción idealista de sus
alcances: podemos creer que contar con declaraciones de misión, visión, estrategias, FODAS,
mapas estratégicos o cuadros de mando la organización se dirige hacia el éxito competitivo.
Delegación y separación de roles
En organizaciones complejas, los directivos o el jerarca de una institución podría delegar el
proceso de planificación estratégica a un equipo de técnicos o expertos en planificación y
otros colaboradores, de modo que se desentienden del proceso.
El resultado es que no asumen el compromiso con la ejecución de las acciones propuestas en
el plan, ni logran la claridad ni el convencimiento acerca de la importancia y pertinencia de las
acciones propuestas.
También puede ocurrir que en los procesos de planificación se establezca una división de
trabajo entre planificadores y administradores (ejecutores). Los primeros diseñan los planes
para que los segundos los ejecuten. Si al evaluar la ejecutoria se determina que una
estrategia no se ejecutó conforme a lo planificado; los planificadores rápidamente
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Heredia, Costa Rica. Junio del 2010.
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responsabilizarán a los administradores. Estos preferirán decir que el plan no se formuló
correctamente. También conviene evitar el error de la separación de roles porque como lo
seña Carlos Matos, “quien decide planifica y quien planifica decide”.
Errores en los pronósticos
Los pronósticos, proyecciones o escenarios propuestos relacionados con el entorno, son solo
estimaciones, más o menos rigurosas y probables.
Pero nunca constituyen una
predeterminación del futuro. Por más precisos y previsores que seamos, no podremos tener
pleno control del futuro. Por tanto, los planes por naturaleza constituyen un modelaje de la
imagen del futuro; pero la realidad futura será en algún grado distinta de lo pronosticado. En
consecuencia, habrán errores “naturales” en los pronósticos y el plan tendrá un sesgo de
predeterminación.
La ausencia de compromiso
La ausencia de compromiso muchas veces es fácil identificarla en las autoridades
responsables de la puesta en ejecución de un plan. Aunque un plan esté muy bien formulado,
la ausencia de compromiso puede ser suficiente para que no se ejecute del todo o se ejecute
a medias.
Pero la ausencia de compromiso también puede estar en los equipos de profesionales y
técnicos involucrados en el proceso de planificación.
Es cuando se presentan los
participantes sin la información suficiente o cuando no se pone todo el esfuerzo y la
imaginación en la búsqueda de alternativas, ni en la generación de propuestas, soluciones a
problemas o la identificación de mejoras que debe hacer la organización.
La calidad de la información
Un peligro que puede presentarse es que los involucrados en el proceso de planificación se
conformen con un mínimo de información o no se preocupen por la calidad de los datos y de
las fuentes de información usadas. La información debe ser suficiente, rigurosa y contrastada
con fuentes diferentes para validar la calidad de los datos. Si tales esfuerzos no se hacen,
nos corremos el riesgo de inducir a “decisiones correctas para situaciones equivocadas”, lo
que se traduce en desaciertos.
Las restricciones de los planes
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Los planes una vez formulados son el resultado de muchas elecciones cuyas causas o
razones no todas quedan explícitamente declaradas. Las iniciativas o acciones propuestas en
un plan generalmente limitan otras opciones. Por tanto, los planes se convierten en una
colección de obligaciones que pueden restringir o inhibir la capacidad creativa y analítica de
los ejecutores.
La doble agenda
Las personas involucradas en la planificación pueden acudir a esos procesos movidos por
intereses o aspiraciones particulares o de grupos que no se declaran. Esto puede significar
por ejemplo, insistir para que se incorpore como iniciativa un proyecto que le interesa o
conviene a alguien en particular. O bien, puede valerse del proceso para montar una
plataforma política, o simplemente como parte de la búsqueda de un acenso de puesto.
Cuando hay dobles agendas, el plan se va convirtiendo en un conglomerado de elementos
que no logran hacer sinergia.
La resistencia al cambio
Ciertamente un plan estratégico, concebido de acuerdo con principios de superación, conlleva
a procesos de cambio y transformación en la cultura y la estructura de una organización. Pero
el tema de la resistencia al cambio también constituye un pretexto cómodo para justificar
errores en las concepciones de quienes planifican. En otras palabras, los estrategas conciben
que la gente tiene el deber de cambiar para adecuarse a lo que estipula el plan; pero los
planificadores no pueden garantizar que el plan fue concebido considerando las aspiraciones
ni la naturaleza cambiante de las personas que conforman la organización.
Las estratagemas
Las estrategias muchas veces pueden estar concebidas como estratagemas; es decir, con el
interés explícito y consciente de perjudicar a alguna persona, grupo o sector social con el cual
adversamos. Hay terrenos como la política, la competencia o la milicia donde esto es visto
como normal y aceptado. Sin embargo, este es quizás el mayor de todos los riesgos éticos a
los que un estratega puede estar expuesto: el causar perjuicio a otros de manera consciente.
En conclusión, la planificación estratégica puede verse muy limitada en sus propios principios
y en las prácticas y creencias de quienes planifican y ejecutan los planes. Para los estrategas
y profesionales involucrados en procesos estratégicos, esto representa todo una fuente de
riesgos y dilemas éticos que muchas veces no son tomados en cuenta.
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