GLOBALIZACIÓN Y PÉRDIDA DE IDENTIDAD: del

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GLOBALIZACIÓN Y PÉRDIDA DE IDENTIDAD: del entramado
inevitable y su desamparo.
Prof. Lic. Sheila Asteggiante
Psicoterapeuta Psicoanalítica
Uruguay- AUDEPPPsicoterapeuta Habilitante y Supervisor
Resumen
En el presente trabajo se intenta esbozar el entramado entre la globalización
como acontecimiento fenoménico producto del neoliberalismo imperante y sus
repercusiones en la dimensión humana y planetaria. Se partirá de las investigaciones y
desarrollos teóricos, para este tópico, de Frank Hinkelammert y Helio Gallardo. De
modo que, se aspira articular los aspectos del modelo neoliberal que impactan a nivel
del sujeto, desdibujando, obstaculizando e impidiendo el tránsito a su imprescindible
identidad. Asimismo, si la opción es el mercado, se compite para ganar, con lo cual se
participa en la destrucción de las bases de la vida de nuestro planeta. Así, se presencia la
exclusión de sectores sociales, la legitimación de la desigualdad, el resquebrajamiento
de los lazos sociales, desvaneciendo el acceso a la identidad; en tanto se pierde el
soporte del discurso social identificatorio. Se destaca a los adolescentes como
vivenciando niveles importantes de vulnerabilidad, lo cual impacta en la clínica, espacio
en el que demandan respuestas y salidas a un horizonte posible, alternativo, donde se
afirme la vida y los valores imprescindibles para subjetivarse. Compromiso a
estructurarse desde un eje antropológico-ético que se centre en la dignidad de lo
humano, en la propuesta de una utopía crítica propia de su condición. Desafío que
interpela al psicoanálisis a reflexionar y repensar sus prácticas, en tanto, el compromiso
ético es insoslayable.
Palabras Claves: globalización – neoliberalismo – exclusión – fluidez - pérdida de la
identidad - nuevas subjetividades.
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Atendiendo a la polisemia del término globalización considero pertinente tener
en cuenta las características que el mismo lleva implícitas: deshitorizar los
acontecimientos mundiales, naturalizar las contradicciones y desigualdades,
promover la velocidad de la información y la racionalidad de los mercados. De
modo que, el mundo cultural está atravesado por la dinámica que adquieren los procesos
económicos a escala mundial, efectivizado, a través, de los mercados que responden a
acuerdos políticos y financieros. Acontecimientos producto de una globalización que
desarrolla procesos de polarización y dualidades crecientes que remiten a la
universalización de políticas neoliberales. Por ello, hablar de globalización tomando la
categoría de Ulrich Beck, hace referencia a los procesos en virtud de los cuales los
estados nacionales se entremezclan con actores transnacionales. No obstante, hablar de
ella implica el carácter omnipresente de una embestida ideológica, social, económica y
política de la hegemonía del modelo neoliberal. En este marco cabe señalar los aportes
de Frank Hinkelammert y Helio Gallardo*. Este último concibe el término
neoliberalismo como “un nombre cómodo para designar las prácticas del
capitalismo salvaje en las sociedades latinoamericanas de fines de siglo. Se trata de
una ideología tecnocrática que suprime toda consideración ética sobre las
relaciones sociales, que quedan a la determinación de las fuerzas del mercado, y
que desplaza y reduce lo moral al ámbito individual.” (Gallardo, H. 1993, p.28).
Ambos autores, fueron articulando un nuevo paradigma teórico que otorgó consistencia
y rigor a la crítica al sistema capitalista. Se evidenció, de este modo, como “los efectos
no intencionales de la acción intencional del sistema, genera dispositivos de entropía
creciente, de degradación imparable. Tal lógica no dispone de dispositivos
antientrópicos, ya que en su desarrollo ciego socava las bases de su propia posibilidad:
la naturaleza y el ser humano.”(Yeanplong, J.C., 1993, p.35). Cuando el sujeto debe
adaptarse a las rigurosas exigencias del mercado, siendo necesario propender a la
eficacia y a la competencia, cuando no es posible ninguna racionalidad distinta a la del
orden establecido, entonces la institución mercado se presenta con las características de
una sociedad perfecta, por lo tanto, fuera del mercado no hay alternativa posible. En la
concepción neoliberal el hombre se visualiza como un sujeto de preferencias y no
como sujeto de necesidades reales; y, como lo señala Hinkelammert, no hay elección
*
Siendo Gallardo filósofo chileno y Hinkelammert, alemán, filósofo, economista, ciencista social. Han
trabajado conjuntamente, en el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) de San José de Costa
Rica, desde hace más de 25 años.
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de preferencias, si no existe satisfacción de necesidades. “La negativa a la satisfacción
de las necesidades se encubre en nombre de la satisfacción de las preferencias y
esconde la reducción del hombre al sujeto práctico enfrentado a fines que se enjuician
con neutralidad valorativa. [...] En función de este encubrimiento se reduce al sujeto, se
niega la retroalimentación de la elección de fines por un proyecto de vida y, al fin, se
niega toda legitimidad de cualquier proyecto de vida. [...] La satisfacción de
necesidades, hace posible la vida; la satisfacción de las preferencias, la hace agradable.
Pero, para poder ser agradable, antes tiene que ser posible.” (Hinkelammert, F., 1984,
p.240). Con ello quiero expresar que no hay lugar para contemplar los derechos
humanos mínimos que garanticen una vida digna y saludable, antes bien, nos
•
encontramos con una trama de dispositivos que propician la trasgresión, el abuso en
diferentes ordenes, creando una moralidad hipócrita y dejando de lado las prácticas
éticas.♥ La crisis que atravesamos es indisociablemente económica y antropológica;
pues es a la vez, crisis de civilización y crisis del sujeto. Nos encontramos actualmente
ante un proceso social donde la exclusión implica el desconocimiento del otro y más
aún la intolerancia. Realidades que engendran una suerte de violencia cotidiana,
instituida, que podemos precisar como: el ejercicio absoluto del poder de uno o más
sujetos sobre otro que queda ubicado en lugar de desconocimiento, es decir, no
reconocido como sujeto de deseo y reducido en forma extrema a un puro objeto. Todo
ello en un contexto económico-social-político- que paradójicamente presenta como
telón de fondo el nacimiento del sujeto a una sociedad que legitima la trasgresión. La
misma se expresa de diversas formas, tanto en lo público como en lo privado, en lo
familiar como en lo colectivo, las cuales los sistemas de gobierno habilitan, instituyen,
descuidando la condición humana. Emerge así, un universo donde la competencia y el
•
El término se refiere a un cuerpo heterogéneo de discursos, proposiciones (filosóficas, morales,
filantrópicas, etc.), instituciones, leyes y formulaciones científicas; el dispositivo es la red que los une,
que gobierna el juego de este conjunto heterogéneo. Es una formación estratégica dominante
♥
Destaca Bourdieu: el modelo neoliberal impone en la vida cotidiana: desempleo, pobreza, inestabilidad
laboral, y tiene su contrapartida, en formas de suicidios, delincuencia, crímenes, droga, Desde su
alternativa sustentada en una Epistemología Praxiológica, promueve a partir de la noción de “capital
cultural”, un cambio centrado en los discursos de los intelectuales comprometidos y “críticos”, en
oposición a los de reaccionarios o “desentendidos” que legitiman la estructura social vigente. De modo
que, se atienda a los procesos mediante los cuales la cultura “naturaliza” relaciones que en sí son
arbitrarias y contingentes. La lógica de funcionamiento de los campos es el ocultamiento implícito de los
intereses y las relaciones de dominación. En Francia ya no se habla de patronal sino de “fuerzas vivas
de la nación”, ni de despidos sino de desengrase –dégraissage- utilizando una analogía deportiva.
Flexibilidad, adaptabilidad, desregulación, eficiencia, etc. alcoholismo y pequeñas o grandes
violencias cotidianas.
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mercado se han convertido en productores de nuevos significados y en constructores de
nuevas subjetividades. Ello conlleva la destrucción y exclusión de vidas humanas y de
la naturaleza; es más, es la extensión de la influencia de un pequeño número de naciones
dominantes, donde la teoría económica no contempla, en la evaluación de los costos de
la política, los costos sociales.
Simultáneamente fracasan las instituciones fundamento del vínculo social y
la solidaridad, las formas de relación entre la economía y la sociedad y los modos de
constitución de las identidades individuales y colectivas. “Los valores de la
competencia, de la superación individual, de la lucha por la sobrevivencia a costa de
todos, de la exclusión, de la destrucción dan aquí su batalla más importante contra los
valores de la solidaridad, del trabajo colectivo, de las luchas y búsquedas de los
iguales”. (Rebellato, L., 2000, p.81). [...] “Quienes tratan de transformar la sociedad
expresan el deseo y la necesidad de vivir, en otra sociedad distinta de la que vivimos.
Chocamos permanentemente con cosas inadmisibles. Creemos que ya sería un cambio
fundamental pensar junto con otros lo que tenemos que hacer y el cómo hacerlo. [...] En
la medida en que alcanzar una subjetividad reflexiva es una tarea que no se
concluye, se necesita de instituciones sociales y democráticas aptas para impulsar
la autonomía de los sujetos. (Rebellato, L., 1995, pp.189-87). La pobreza y la
exclusión son hoy signos dominantes . Visualizamos una realidad social constituida por
el desempleo masivo y la precarización de las situaciones de trabajo provocando una
conmoción salarial, generando inseguridad a nivel del sistema de protección social, así
como, la multiplicación de sujetos que ocupan en la sociedad un lugar supernumerario.
“Una sociedad que excluye no reconoce a determinados sectores como sujetos
poseedores de derechos, beneficios y oportunidades. Precisamente, la exclusión,
comprende todos los procesos de rechazo o de no aceptación de diferencias, sean de
ideas, valores o modos de vida, es decir, que el excluido lo es también de la dimensión
simbólica y por ende del universo cultural. (Xiberras, M., 1993, p.37).
“Los programas sociales forman parte de las medidas adoptadas para luchar contra la
exclusión, reemplazando las políticas públicas comprehensivas por líneas focalizadas
cuya pretensión es la reparación de los efectos más visibles del mal funcionamiento
social. [...] Lo cuestionable es que se naturalizan como un modo de intervención
A modo de ejemplo: Uruguay personal de servicio peruano- en Argentina la explotación de los
bolivianos (bolitas) transformados en “mulitas” tráfico de drogas, o llamados “bosteros” en las villas.
recrudecimiento de formas de discriminación étnicas.
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“que despoja a la problemática de la pobreza de sus aristas políticas, legitima las
políticas dominantes y produce identidades tuteladas.”(Duschatzky, S., 2000, p.18).
Un sujeto que en realidad no solo pierde su lugar en el ámbito laboral, sino que se
extiende a la imposibilidad de integración social y descomposición del lazo vincular. De
ahí que destaquemos el trabajo como sostenedor y base de la ciudadanía que es garante
de los derechos y deberes sociales, esto significa el reconocimiento del otro en tanto
semejante. (Baráibar, X., 1999, p.91) Para reflexionar en torno a esta temática resulta
*
sustantivo tener en cuenta la noción de “complejidad” - Morin- de la realidad que nos
convoca, en tanto los dispositivos institucionales están fracturados y ello incide
directamente en la producción de nuevas subjetividades. Así, Virno, P., 2005- habla de
“subjetividades de intemperie”, es decir, percibir que no contamos con referencias
sólidas para orientarnos en el mundo. Deleuze señala que las mismas se caracterizan por
la “clandestinidad”, dado que, lo que sucede ante los ojos de todos resulta
imperceptible. La diversidad de calificativos para dar cuenta de la realidad social
engendrada por el modelo neoliberal, oscila desde: “desnecesarios económicamente”
a “desexistentes”. La cultura neoliberal es fundamentalmente tanática en tanto rompe el
lazo erótico de la integración y el contrato social de la modernidad; y persiste con su
fuerza, arrogancia y dogmatismo. En vez de ser un marco silencioso, lo social pasa a ser
un “aullido” (Kaës, R., p.1993) que resquebraja la capacidad intersubjetiva del aparato
psíquico imponiendo violentamente fenómenos transubjetivos. “La principal técnica de
poder es ahora la huida, el escurrimiento, la elisión, la capacidad de evitar, [...] Los
poderes globales están abocados a la devastación de las redes sociales “en nombre de
una mayor y constante fluidez, que es la fuente principal de su fuerza y la garantía de su
invencibilidad. Y el derrumbe, la fragilidad, la vulnerabilidad, la transitoriedad y la
precariedad de los vínculos y redes humanos permite que esos poderes puedan actuar”
(Bauman, Z., 2000, pp.17-20). La palabra soporte de la subjetividad y la diferencia
queda sacrificada, carente de sentido, cuando siempre el sujeto ha buscado en el
discurso social un soporte identificatorio. Como destaca M. Viñar, “el hombre debe
volver a ser el narrador de su experiencia, único en su singularidad. Porque “el
*
Implica el principio de auto-eco-organización, según el cual, las instancias necesarias para el desarrollo
y funcionamiento de un fenómeno no se organizan desde una interacción simultánea de
complementariedad y antagonismos. Se trata de procesos de autoorganización, pero que implican
intercambios con el exterior (de allí el prefijo “eco” que hace referencia al entorno). Son, por
consiguiente, sistemas abiertos: todo sistema, para mantenerse vivo, debe sostener intercambios con su
entorno, en caso contrario, se anquilosa y se destruye.
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narrador” asume la transmisión de su propia experiencia y el relato configura al ser.
Pero, por añadidura, no hay narrador sin oyente, no hay narrador sin testigos y esta
dialéctica entre la dinámica endopsíquica y la transpersonal, como anverso y reverso del
mismo hecho, da consistencia efectiva a los lazos sociales, hoy diluidos o dispersos.
(Viñar, M. 2006, pp.22-39). Ranciére lo repite incesantemente, la igualdad, que es
siempre la de al menos dos seres parlantes, no se persigue, no se reivindica, ni se
concede. Se practica y se anuncia; no es un fin a conseguir, sino punto de partida.
Precisamente se torna imprescindible articular una política de igualdad y de identidad.
Puesto que “la dignidad es un valor fundamental de una ética de la
autonomía y de la liberación, sobre todo en un momento histórico donde la liberación,
la victimización y la negación de la vida, trastocan todos los valores. [...] Se trata de un
valor esencialmente histórico y, por ello, cambiante y dialéctico. Una ética de la
liberación que reclama la validez de la dignidad es parte sustantiva de las luchas de
resistencia, así como también sostiene e impulsa la construcción de un proyecto
popular alternativo. La dignidad está, pues, en el centro de un pensamiento y de una
práctica emancipatoria.” (Rebellato, L., 2000, p.29). Modelo neoliberal que halla uno
de los puntos álgidos respecto a sus repercusiones en la dimensión psíquica, pues,
desarticula los fundamentos del conjunto social y destruye las formaciones y los
procesos de la vida psíquica que se apuntalan sobre el mismo, es decir, atenta contra la
mismidad y amenaza la psique, por lo cual se anudan las vivencias de desamparo y
violencia.
¿Y la identidad? en esta trama de globalización.
Pensar un ser humano sin ley que lo constituya en sujeto sería dejarlo reducido a un
animal deshumanizado, des-subjetivado; cuando la paridad es el reconocimiento de la
dignidad del otro, en tanto que es persona. Es imposible la construcción de un yo sin
un tú, la posibilidad de consolidación de una identidad. Precisamente, la emergencia
del ser humano como sujeto tiene siempre un carácter colectivo, pues, de hecho vive en
sociedad y esto implica, a la vez, el auto-reconocimiento bajo la forma del “nosotros”.
De modo que, como señalada H. Gallardo “las identificaciones son provistas por el
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sistema social de dominación. Las identidades, en cambio, forman procesos de
autoconstitución de sujetos sociales y humanos en luchas que los enfrentan con el
sistema y con las identificaciones que él provee.” (Gallardo, H., 2006, p.72). De la
misma forma, Bauman enfatiza que “la identidad enfrenta un doble dilema: debe
servir a una propuesta de emancipación individual tanto como a un plan de membresía
colectiva que sobrepasa cualquier idiosincrasia particular. [...] Hay una doble propuesta
en la cual la pretendida identidad (identidad como problema y cometido) se debate y por
la cual debe luchar en vano por emanciparse. Navega entre dos extremos de
individualidad y total pertenencia, el primer extremo es inalcanzable, mientras que el
segundo, como un agujero negro, debe absorber y eliminar todo lo que flota en su
cercanía.” (Bauman, Z., 2008) Resulta imprescindible el trabajo de la memoria en la
construcción de la identidad, historizar para nutrirse a si mismo y al colectivo.
Conformando la cultura, el entramado de diversos elementos que conforman una
perspectiva del mundo, del entorno y de los demás; instaurándose así redes sociales y
comunicacionales. ¿Cuánto de esta realidad descarnada nos impacta en la
intimidad de la clínica? Allí nos hallamos con vínculos fluidos, que se derraman, se
desbordan por su levedad, liviandad e inconsistencia; horizonte incierto para el ser
humano, y que nos interroga desde la técnica. Asimismo, los adolescentes nos
interpelan y demandan desde el espacio clínico, pues esta realidad globalizada trastoca
el mundo donde transitan; vertiginosamente, sin referentes y sin poseer lugar propio. La
experiencia adolescente transcurre en una temporalidad diacrónica, pero ahora
asistimos al imperio de Aión: temporalidad que representa el instante, el presente
absoluto que abre bifurcaciones infinitas e imprevisibles. Es que la adolescencia
“constituye, justamente el tiempo marcado por un sentimiento de sí que se encuentra en
el umbral de la máxima incertidumbre; crisis de identidad, desdibujamiento del yo
que se va instalando a través del cuerpo en metamorfosis, con una sexualidad que
puede vivir como no suya, cuerpo extraño e inquietante por lo imprevisible. […] El
cuerpo como lugar de inscripción de la cultura, expone, muestra y condensa códigos,
prácticas, represiones y libertades.” (Asteggiante, S., 2007, p.51). El aparato psíquico
necesita atravesar transformaciones concretas, centradas en el recambio de las
identificaciones,
elaboración
que
lo
ubicará
invistiendo
un
solo
sexo,
desenvestimiento de los objetos parentales; avatares necesarios para abrirse al
horizonte exogámico, pudiendo constituirse en protagonista de su destino, autor
responsable de su guión; transitando una temporalidad que incluye lo diacrónico.
7
Concluyendo
Como profesionales de la salud debemos atender el compromiso ético que ello
implica, por la praxis en sí, y porque somos sujetos pasibles del ejercicio de la libertad
de resistir *-Foucault- para pensar proyectos transformadores en el sentido de más
humanos, esperanzadores, emancipadores, desafío insoslayable, que debemos enfrentar
inmersos en un mundo en que no cuenta la dimensión humana. Quizás el camino sea
como tantas veces, la utopía “se trata de metas coherentes y hasta deseables, que sin
embargo se escapan a la acción de una manera tal que el intento de realizarlas destruye
las posibilidades de alcanzarlas.” [...] Pero “la utopía♦crítica, se convierte en fuente
de inspiración, en referencia del juicio, en reflexión del sentido.”[...] “Es...‘idea
regulativa’ al decir de Kant.” (Hinkelammert, F. 1990). Esto es, la utopía critica
busca alternativas; es propia de la condición humana y de las contingencias del
mundo, es más las ciencias empíricas se originan en utopías. Una esperanza en contra
de toda esperanza tiene que ser encarnada en cada momento de la vida humana y de la
sociedad. Pulsión de vida, el Eros eterno desafiando a “su enemigo igualmente
inmortal”.
Referencias:
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línea].<http://jaquevedo.blogspot.com/2008/05/cultura-e-identidad-entrevistazygmunt.html> [2008, mayo 15]
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las políticas educativas. Las lunas hoy en el aula. Montevideo: Ideas.
Baráibar, X.(1999). Articulación de lo diverso: lecturas sobre la exclusión social y sus
desafíos para el Trabajo Social. Revista Fronteras. N° 59, 81-100.
*
El ejercicio del poder requiere, como condición de posibilidad, de sujetos libres, siendo esta libertad
entendida como la capacidad de resistencia, por lo tanto, donde hay poder hay resistencia y esta es
inherente al mismo. Los puntos de resistencia se dispersan y concentran, se distribuyen y se agrupan con
la misma irregularidad que las relaciones de poder.
♦
La utopía crítica se distingue de la utopía conservadora, en tanto, la segunda al hallarse al servicio
del modelo neoliberal tiene como meta “crear un mundo cuya conservación vale la pena”; por ello, en
nombre de la Utopía conservadora es que esta sociedad declara ser una sociedad para la cual no hay
alternativas. Siempre se hace presente en nombre del realismo, en consecuencia niega enfáticamente su
carácter utópico.
8
Bauman, Z. (2003). Modernidad líquida. (6° reimpresión). Bs. Aires: FCE.
Bauman, Z. (2005). Amor líquido. (6ª reimpresión). Bs. Aires: FCE.
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