LA COEXISTENCIA ES POSIBLE Entre cultivos ecológicos

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LA COEXISTENCIA ES POSIBLE
Entre cultivos ecológicos, convencionales y transgénicos
La intransigencia se escuda habitualmente en la demagogia, en la ignorancia
agresiva y en la falta de respeto a la libertad de elegir del prójimo. Los que tenemos
cierta edad recordamos la antigua intransigencia frente al divorcio y todos tenemos muy
reciente la intransigencia frente al matrimonio homosexual.
Uno de los debates actuales más activos en el mundo de la agricultura es el de la
utilización de organismos genéticamente modificados en la producción de alimentos.
Nadie discute su uso en medicina (toda la insulina, enzimas, hormonas y la mayoría de
las vacunas son transgénicas), en la industria textil (el 60% del algodón utilizado en el
mundo es transgénico) o incluso en la alimentación animal (el 100% de los piensos
utilizados en España son transgénicos). Sin embargo, existe un conjunto de personas
que se consideran progresistas y se oponen al uso de cultivos transgénicos en España y
que incluso han promovido rimbombantes declaraciones de territorios libres de
transgénicos (el País Vasco y algunos municipios). Absurdos brindis al sol, porque
existe legislación de orden superior que ampara a cualquier agricultor que decida
cultivar transgénicos.
A lo largo de la Historia de la Humanidad, los grandes avances científicos siempre se
han encontrado en el camino con personas intransigentes que se han opuesto a la
evolución y al cambio. El ejemplo más relevante en el mundo agroalimentario es el de
Louis Pasteur, el padre de la Microbiología alimentaria y médica, uno de los científicos
que más ha aportado a la Humanidad y cuyos avances utilizamos todos los días.
Recuerden que Ustedes toman todos los días leche pasteurizada. En el descubrimiento
de los microorganismos que realizan los procesos de fermentación, y en el de los que
provocan enfermedades hoy superadas como la rabia, el carbunco o la fiebre puerperal,
Pasteur tuvo que enfrentarse a los generacionistas que mantenían en el siglo XIX que de
la carne podrida nacían las moscas y que los papeles y trapos sucios creaban los ratones.
Viene todo esto a cuento de un titular que he leído en un periódico local que decía lo
siguiente: “Está demostrado que a medida que crecen los cultivos transgénicos, también
crece el hambre en el mundo”. Era la conclusión de un seminario de Agricultura
Ecológica que debió reunir sólo a intransigentes de los que no admiten la coexistencia
de los cultivos ecológicos con los convencionales y los transgénicos. Reflexionen
Ustedes sobre la relación que existe entre la decisión de los agricultores de sembrar o no
semillas transgénicas y el hambre en el mundo y permítanme que les de unos datos que
demuestran lo contrario. En la India 60 millones de personas viven del cultivo del
algodón. En el año 2007, 3,8 millones de pequeños agricultores cultivaron 6,2 millones
de hectáreas de algodón transgénico resistente a plagas, en 1,65 hectáreas por
explotación. También en 2007 en China, 7,1 millones de agricultores cultivaron algodón
transgénico en 0,59 hectáreas por explotación. El grado de confianza de los pequeños
agricultores indios y chinos en el algodón transgénico se debe a que han duplicado sus
rendimientos, reducido los tratamientos insecticidas y sobre todo a que han dejado de
pasar hambre.
A pesar de que la coexistencia en agricultura es ancestral y uno de sus fundamentos,
porque la libertad del agricultor a elegir sistema de cultivo, especie y variedad a sembrar
y técnica de cultivo a emplear, es consustancial al hecho agrícola, hay quien defiende
sus posturas en contra de la coexistencia con la demagogia más falsa y gratuita.
Fernando Franco Jubete
[email protected]
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