Los derechos humanos y el desarrollo: hacia un camino compartido

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Los derechos humanos y
el desarrollo: hacia un camino
compartido
Manuel Gómez-Galán
CIDEAL, 2011
Índice
1. El enfoque basado en derechos humanos: una forma innovadora
de contribuir al desarrollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .3
2. Aportaciones del EBDH a las tareas de cooperación para el
desarrollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5
3. Obstáculos para la plena aplicación del EBDH . . . . . . . . . . . . . . . . . .10
4. Hacia una gradual incorporación del EBDH a la práctica de la
cooperación para el desarrollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13
CIDEAL, 2011
1. El enfoque basado en derechos
humanos: una forma innovadora
de contribuir al desarrollo
Asistimos en la actualidad a una tendencia creciente a aplicar el llamado enfoque
basado en derechos humanos (EBDH) a las iniciativas de cooperación internacional
al desarrollo. Esta orientación parte de la consideración de que la pobreza no es
tanto una cuestión de falta de recursos sino, sobre todo, de falta de derechos. En línea con algunos de los contenidos de lo que se entiende por la “nueva arquitectura
de la cooperación al desarrollo”, este enfoque innovador trae consigo interesantes
aportaciones. En la medida en que se logre acertar con los modos de poner en
práctica tales aportaciones, se facilitará la obtención de algunos de los principales
objetivos del desarrollo y, a la par, de la cooperación internacional.
El EBDH refuerza con sus aportes dos dimensiones prioritarias para la cooperación
al desarrollo:
` La primera se refiere a las personas, a los ciudadanos y ciudadanas de los países en desarrollo (de los llamados países del Sur) que son la razón de ser de la
cooperación y a los que, de forma directa o indirecta, pretenden ir dirigidas las
actuaciones de ayuda al desarrollo. El EBDH contribuye a situarlos en el centro
de las intervenciones, no sólo como destinatarios de las mismas, sino como
ciudadanos activos, es decir, como protagonistas que deben tomar decisiones y
a la par reivindicar, defender y dotar de contenido sus derechos.
` La segunda dimensión se refiere a las políticas y planes de desarrollo de los países del Sur. El EBDH pone en relación directa ciertas necesidades no cubiertas
de los ciudadanos con la posible vulneración o incumplimiento de un derecho
humano. Y al ser precisamente la satisfacción de las necesidades de la sociedad
el objeto de las políticas públicas, el EDBH pretende poner medios para contribuir a evitar situaciones en las que determinadas necesidades básicas de los
ciudadanos no estén siendo satisfechas, quedando como consecuencia de ello
vacíos de contenido los derechos humanos vinculados a las mismas.
Esto puede hacerse, en primer lugar, incorporando plenamente estos derechos,
que por lo general ya forman parte de los ordenamientos jurídicos nacionales, a
los objetivos de las políticas públicas que se llevan a cabo para, a través de éstas, dotarlos del contenido material que requieren y llegar a ser así una realidad
palpable para los ciudadanos. Y puede hacerse, también, fortaleciendo las capacidades de actuación de las estructuras institucionales a las que corresponda
llevar a la práctica estas políticas públicas, sin olvidar reforzar las capacidades
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de los entes privados que, de un modo u otro, también tengan incidencia en el
proceso de desarrollo.
El desarrollo se vincula así, en gran medida, a la construcción de la capacidad de
gobernar y de autoorganizarse y, más concretamente, de gobernar y de autoorganizarse democráticamente, entendida ésta como un proceso de expansión de las
libertades y de los derechos de los ciudadanos. La cooperación al desarrollo constituiría un aporte directo de la comunidad internacional al logro de ese propósito.
Aporte que, al no estar basado sólo en normas sino también en los principios y
valores que inspiran los derechos humanos, puede mantener viva su capacidad de
expansión, así como de adecuación, a diferentes contextos en evolución.
Para ello, el EBDH parte, en primer lugar, del reconocimiento de la persona como
protagonista de su propio desarrollo y no únicamente como beneficiario de una
acción exterior y, en segundo lugar, establece tres categorías o niveles de actores
que han de incorporarse, de diferente modo, a las intervenciones.
Desde este enfoque, las acciones de cooperación van dirigidas a potenciar las capacidades de: i) los titulares de los derechos, es decir, los ciudadanos (para que
puedan ejercerlos plenamente); ii) los titulares de obligaciones, es decir, los poderes públicos (para que cumplan adecuadamente con sus funciones), y iii) los
titulares de responsabilidades, es decir, los distintos entes de la sociedad civil (para
que puedan hacer frente a las mismas).
En resumen, el EBDH pretende orientar el desarrollo y la cooperación hacia la realización práctica de los derechos humanos, por lo que su finalidad última sería el ejercicio pleno de los mismos, lo que traería consigo las condiciones necesarias para
hacer realidad también un proceso de desarrollo humano en progresiva expansión.
Ahora bien, a pesar de sus evidentes potencialidades, el EBDH se encuentra con algunas dificultades prácticas para su aplicación plena en el ámbito de la cooperación
al desarrollo. Una de las causas la encontramos en el hecho de que, aunque en los
últimos años se ha llevado a cabo un esfuerzo importante para desarrollar metodologías específicas para su aplicación, no se dispone aún de un planteamiento que
haya sido asumido de forma generalizada y que cuente con un conjunto de técnicas
de fácil utilización para su puesta en práctica.
De ahí que sigan empleándose en los programas y proyectos metodologías ya contrastadas, como las integradas en la llamada gestión del ciclo del proyecto (GCP),
que han mostrado su utilidad, se adaptan bien a las exigencias de control del gasto y han ido incorporando gradualmente nuevas técnicas y enfoques específicos
como la llamada gestión basada en resultados (GBR).
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2. Aportaciones del EBDH a las
tareas de cooperación para el
desarrollo
¿Qué implicaría la plena aplicación del EBDH a la cooperación al desarrollo? De
forma sintética, podría decirse que supondría un paso importante hacia una mayor
“juridificación” de la cooperación al desarrollo. Tengamos en cuenta que, en gran
parte, esta última es consecuencia de una convergencia de voluntades políticas.
Es decir, la convergencia entre los contenidos de las políticas de desarrollo de los
países del Sur y los de las políticas de cooperación de los distintos actores del
Norte, en la medida en que resultan coincidentes, ha ido permitiendo la posterior
ejecución de programas y acciones concertadas. Por lo tanto, las actuaciones de
cooperación se han venido derivando, sobre todo, de una convergencia de políticas.
Con el EBDH, por el contrario, la convergencia se produce en los propios derechos
humanos, en la medida en que éstos forman parte del ordenamiento jurídico internacional y han sido reconocidos, ratificados e incorporados también al ordenamiento jurídico de los Estados, tanto del Norte como del Sur. Las acciones de cooperación no derivarían ya de actos de voluntad política, con un mayor o menor grado de
discrecionalidad, sino de obligaciones que pueden, por tanto, ser exigibles.
El fundamento de la cooperación se encontraría, de este modo, en los propios
derechos y en el objetivo compartido de hacerlos realidad. Y, teniendo en cuenta
que el EBDH se apoya en los estándares internacionales de derechos humanos, las
intervenciones de cooperación para el desarrollo habrían de derivarse, en primer
lugar, del marco conceptual internacional que los explicita y concreta.
De este modo, sería necesario determinar un ámbito conceptual previo a las intervenciones. Para hacerlo, hay que conocer el marco normativo internacional, que
sería el referente inicial para guiar las acciones de cooperación. Dicho marco normativo está constituido por los tratados, convenios, declaraciones y pactos internacionales firmados y ratificados por los Estados, que dotan de concreción jurídica a
los derechos humanos.
En estos instrumentos se reconocen y explicitan los derechos humanos que, posteriormente, tienen su propio desarrollo normativo en cada ordenamiento jurídico
nacional, todo lo cual habrá de ser tenido en cuenta en los análisis previos que se
realicen.
El siguiente cuadro recoge los ocho tratados internacionales básicos de Naciones
Unidas en materia de derechos humanos, que constituyen, junto con la Declaración
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Universal de los Derechos Humanos (1948) algunos de los instrumentos internacionales que habrán de ser tenidos en cuenta como punto de partida:
TRATADO
FECHA DE
ADOPCIÓN
ESTADOS
PARTE
ÓRGANO DE
VIGILANCIA
Pacto Internacional
de Derechos Civiles
y Políticos (PIDCP)
1966
162
Comité de Derechos
Humanos
Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (PIDESC)
1966
159
Comité de Derechos
Económicos, Sociales y
Culturales
Convención Internacional sobre
la Eliminación de
Todas las Formas
de Discriminación
Racial
1965
173
Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial
Convención sobre
la Eliminación de
Todas las Formas
de Discriminación
Contra la Mujer
1979
185
Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer
Convención contra
la Tortura y Otros
Tratos o Penas
Crueles o Degradantes
1984
145
Comité contra la Tortura
Convención sobre
los Derechos del
Niño
1989
193
Comité de los Derechos del Niño
Convención Internacional sobre la
Protección de los
Derechos de todos
los Trabajadores
Migratorios y de
sus Familias
1990
39
Comité de Derechos de
los Trabajadores Migrantes.
Comité para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y
sus Familias
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TRATADO
FECHA DE
ADOPCIÓN
ESTADOS
PARTE
ÓRGANO DE
VIGILANCIA
Convención sobre
los Derechos de
las Personas con
Discapacidad
2006
25
Comité de Derechos
de las Personas con
Discapacidad
Fuente: Guía metodológica para la incorporación de los derechos humanos en la
cooperación al desarrollo. Gobierno Vasco, 2009.
A este respecto, es de destacar que las libertades y capacidades concretas de los
ciudadanos —los derechos civiles y políticos y los derechos económicos, sociales
y culturales, a los que pueden irse incorporando los llamados “derechos de tercera
generación”— se encuentran en la práctica vinculadas entre sí para la ciudadanía.
Y esto se debe a que lo que permite que los individuos puedan ser dueños de su
propia vida depende de las libertades políticas, del respeto a la legalidad, de poder
tener una vida saludable, de la posibilidad real de acceder al conocimiento, de las
oportunidades económicas y de un entorno que permita y facilite las iniciativas de
cada uno.
Y los mecanismos institucionales que lo hacen posible dependen, en gran medida,
de la existencia de una ciudadanía consciente que no abdique de sus derechos. En
ella reside, en definitiva, la savia necesaria para mantenerlos vivos y en expansión
así como para resistir los intentos de debilitarlos y recortarlos.
Todo lo anteriormente mencionado nos lleva a concretar un conjunto de ideas fuerza sobre las que pivota el EBDH:
` La finalidad del desarrollo, y por tanto de la cooperación internacional, en la
medida en que contribuye al mismo, es la plena realización de los derechos humanos, entendida en su sentido más amplio.
` Para ello, es necesaria una acción política deliberada y explícita que los dote de
un contenido real que pueda mantenerse.
` Hay necesidades básicas no satisfechas tras las cuales subyace una vulneración
de los derechos humanos, lo cual no sucedería si estos derechos estuvieran, en
la práctica, suficientemente dotados de contenido.
` Existen titulares de derechos —los ciudadanos— con derechos que pueden ser
exigibles.
` Hay titulares de obligaciones —los poderes públicos— con obligaciones que
deben cumplir.
` Existen titulares de responsabilidades —las organizaciones y actores de la sociedad civil— con responsabilidades a las que deben hacer frente.
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` Hay que fortalecer las capacidades de cada una de las tres categorías de titulares para que puedan, respectivamente, ejercer sus derechos y cumplir con sus
obligaciones y responsabilidades. La cooperación, por su parte, aportaría medios, tangibles o intangibles, para lograrlo en el marco de actuaciones definidas.
` En la medida en que esto sea posible, los derechos humanos se irían llenando
de contenido, pudiendo satisfacerse con ello las necesidades existentes y lográndose progresivamente la finalidad del desarrollo.
Todo ello permite configurar tres ejes preferentes sobre los que se apoyan las actuaciones:
` El primer eje está referido a los titulares de derechos y a la participación activa
de los mismos, que han de ser los principales protagonistas de las intervenciones. Esto, que siempre se ha considerado básico en las metodologías de
gestión de las intervenciones de cooperación al desarrollo, adquiere si cabe una
mayor relevancia en el EBDH. E implica disponer de técnicas y herramientas
adecuadas para que la participación sea el núcleo real, no sólo formal, en los talleres previos en los que se identifiquen y diseñen las acciones a realizar, lo cual
ha de quedar debidamente plasmado en la configuración de las intervenciones
que se lleven a cabo.
Este eje supone también la construcción de una ciudadanía participativa, consciente de sus derechos y capaz de reivindicarlos. Ahora bien, no se trata de
fomentar, sin más, la mera reivindicación de aspiraciones —presentadas ahora
tras la respetabilidad de los derechos— ante los poderes públicos, que desde
esta perspectiva deberían satisfacerlas. Se trata en todo caso de una doble exigencia: hacia fuera, es decir, hacia las instituciones y estructuras titulares de
obligaciones, y hacia dentro, hacia los propios titulares de derechos. Éstos han
de poner los medios a su alcance para contribuir también —a partir de sus propias iniciativas— a dotar de contenido a sus derechos, especialmente cuando
se trata de derechos económicos, sociales y culturales que requieren ser sustentados activamente por sus titulares. A este respecto, resulta clave la plena
asunción del concepto de ciudadanía, que exige también una conducta activa
y responsable derivada, en última instancia, de la dignidad de la persona, que
sirve de fundamento al EBDH, el cual, como acabamos de apuntar, está también
dirigido a la construcción de ciudadanía.
` El segundo eje lo constituyen unas instituciones públicas (titulares de obligaciones) que puedan cumplir plenamente sus funciones en el marco de un Estado
democrático, para lo que sus tareas habrán de ser puestas al servicio de la
ciudadanía en su conjunto. Esto supone también concebir la expansión de los
derechos humanos, entendidos en su sentido más amplio, como el objetivo final
de las políticas públicas. Para ello, habrá que desarrollar, cuando proceda, la legislación necesaria para concretar y garantizar adecuadamente los derechos de
la ciudadanía y, lo que es imprescindible, habrá también que diseñar y poner en
práctica desde el Estado unas políticas públicas dirigidas a esa finalidad.
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Las frecuentes lagunas y carencias de las instituciones públicas del Sur en este
ámbito pueden tener un carácter intangible y estar motivadas por diversas causas —de índole política, de cultura institucional, de insuficiente capacitación de
los funcionarios, etc.— o pueden tener un carácter claramente tangible: inadecuada organización, insuficiencia de recursos materiales, etc.
La determinación objetiva de las causas por las que ciertas obligaciones no son
cumplidas por las instituciones públicas será objeto de los correspondientes
análisis al ir identificando con este enfoque cada una de las futuras acciones
de cooperación. Una vez identificadas las causas concretas, las acciones irán
dirigidas a construir las capacidades de distinto tipo que hagan posible que los
titulares de las obligaciones cumplan con las funciones que les corresponden.
Se trata, en definitiva, de fortalecer las instituciones para que ejecuten adecuadamente las políticas públicas, lo que a su vez implica dotar de contenido a los
derechos humanos. No es ocioso recordar que para lograr suficiente eficacia en
acciones de cooperación en este ámbito, un previo acuerdo con los responsables a nivel político será siempre necesario.
` El tercer eje lo configuran los titulares de responsabilidades. No hay que olvidar
que los Estados difícilmente pueden dar cumplimiento a normas que no sean
compartidas por sus respectivas sociedades. Es necesario que los ciudadanos
y ciudadanas se sientan los auténticos depositarios de los derechos humanos,
del impulso sostenido que a lo largo del tiempo los ha venido haciendo realidad
y que los mantiene vivos. A diferencia de otro tipo de normas, el lugar natural de
los derechos humanos no está sólo en las constituciones o en las declaraciones
formales sino, sobre todo, en el sentir profundo de los individuos y las sociedades y en el ámbito de los valores que configuran y dan sentido a una civilización.
Por ello, a diferencia de las obligaciones que sólo se dirigen al Estado, la responsabilidad que recae sobre estos actores tiene un carácter que la vincula directamente a la ética de la ciudadanía. Los titulares de responsabilidades son las
organizaciones sociales, las familias, las universidades, los medios de comunicación, las iglesias, las empresas nacionales e internacionales, y las distintas instituciones constituidas por los ciudadanos que juegan un papel en la sociedad.
Estos actores tienen responsabilidades específicas en la plena realización de los
derechos humanos.
Si estos actores no cumplen adecuadamente con las responsabilidades que, en
cada caso concreto, les correspondan en relación con determinados derechos
humanos, el EBDH prevé que las acciones de cooperación que se lleven a efecto contribuyan, tras el oportuno diagnóstico, a reforzar las capacidades que se
requieran para que puedan cumplir adecuadamente con sus responsabilidades.
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3. Obstáculos para la plena
aplicación del EBDH
A pesar de las potencialidades que contiene, el EBDH no constituye hasta el momento el enfoque mayoritariamente utilizado en las actuaciones de cooperación al
desarrollo debido a ciertas dificultades —unas de naturaleza conceptual y otras de
carácter práctico— que no facilitan su aplicación de modo generalizado. Vamos a
referirnos, a continuación, a las más significativas:
` En primer lugar, hay un factor que, se admita plenamente o no, dificulta la aplicación generalizada del EBDH. La concepción de los derechos humanos propia de
este enfoque no se circunscribe a los derechos civiles y políticos sino que, como
se ha mencionado, abarca también los derechos económicos, sociales y culturales, con vocación de ampliarse también a los de tercera generación. Como es
sabido, la exigibilidad de los segundos no tiene carácter inmediato y directo en la
misma medida que los primeros, habiendo de ser objeto de una acción positiva
por parte de los poderes públicos y requiriendo también de actuaciones complementarias y proactivas por parte de sus titulares.
Por ese motivo, estos derechos necesitan políticas públicas que los doten de
contenido material y los pongan al alcance de la ciudadanía o, al menos, políticas
que faciliten el acceso a los mismos. Esta obligación de los Estados se ve condicionada por los recursos de los que éstos dispongan, lo cual implica un reto al
que no siempre es fácil dar respuesta.
Como consecuencia, el adecuado cumplimiento de los derechos humanos, especialmente en lo que respecta a los titulares de la obligación, requiere disponer
de suficiente volumen de recursos, con frecuencia en una cuantía que no siempre está al alcance de los Estados. Esto afecta a los países del Sur de modo desigual, encontrándose en peor situación los menos desarrollados. En cualquier
caso, es una realidad que siempre habrá que tener en cuenta y que condiciona
la aplicación del EBDH.
No obstante lo anterior, una realización plena y progresiva del conjunto de los
derechos humanos, en la medida en que constituya un objetivo realmente prioritario de las políticas de desarrollo de los países del Sur, estimula y promueve una
colaboración activa de los socios donantes a través de la cooperación internacional. Precisamente, la ayuda consiste en contribuir a las políticas de desarrollo de
los socios receptores y a las legítimas aspiraciones de su sociedad civil.
Por tanto, el que los derechos de segunda o tercera generación no tengan el
mismo grado de exigibilidad no debiera invalidar la aplicación del enfoque. Por
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el contrario, al ser necesarias políticas, planes o programas de desarrollo para
hacer realidad objetivos que, en este caso, están dirigidos a dotar de contenido
real a los derechos humanos y que, por tanto, serían amplia y decididamente
compartidos, lo lleva al terreno donde la cooperación internacional mejor puede
desenvolverse y hacer sus aportaciones.
Estas aportaciones irían destinadas tanto a fortalecer las capacidades de las instituciones que llevan a cabo políticas públicas y de los entes de la sociedad civil
que contribuyen al desarrollo, como a potenciar y empoderar a los ciudadanos
para que sean protagonistas del proceso de llenar de contenido sus derechos.
` Esto nos lleva a otra dificultad, por el momento más formal que real, con la que
el EBDH se encuentra, y es que desde algunas interpretaciones del mismo,
se tiende a hacer énfasis en lo reivindicativo. Una perspectiva que hiciera de la
mera reivindicación el núcleo principal de este enfoque podría ser de utilidad
para activar ciertas situaciones que así lo requirieran, pero probablemente traería consigo también fricciones con los Gobiernos del Sur que no facilitarían una
generalizada puesta en práctica del EBDH. El riesgo de generar una dinámica de
estas características puede constituir un elemento desincentivador del EBDH,
lo cual puede evitarse mediante una articulación previa de planteamientos constructivos en el período de identificación y diseño de las intervenciones, contando con una metodología y un conjunto de técnicas que lo faciliten.
` Muy vinculado a este último punto, existe otro obstáculo que puede ser superado a medida que se avance en la práctica cotidiana: la necesidad de articular
las diferentes perspectivas de los distintos actores en el proceso, es decir, de
los titulares de derechos, de obligaciones y de responsabilidades. De entrada,
la visión de cada uno sobre la situación existente y sobre el derecho vulnerado
suele ser muy dispar, y es necesario articularlos, a partir de análisis compartidos,
para que lleven a cabo actividades muy distintas en torno a objetivos comunes.
En este caso, como en el anterior, disponer de una metodología sólida y fácil de
aplicar resulta, en la práctica, decisivo.
` Por otra parte, y éste sería el siguiente riesgo a destacar, el hecho de que el desarrollo constituya un proceso no debe llevar a confundir las intervenciones con
los procesos de desarrollo. Se trata de dos realidades diferentes, encontrándose
las primeras al servicio de los segundos.
Una intervención, ya sea un programa o un proyecto, concebida y diseñada
desde el EBDH, contribuirá a llenar de contenido un derecho determinado en
relación a sectores sociales que no están teniendo acceso al mismo. Pero las
acciones que con esa finalidad se emprendan no tendrán por eso carácter indefinido ni se moverán en el terreno de la inconcreción. Por el contrario, deberán
lograr unos resultados que, en unos plazos temporales definidos, contribuirán
en determinada medida a ese objetivo final de desarrollo que constituye llenar
de contenido un derecho.
Además, habrá que rendir cuentas de todo ello, por lo que conviene evitar en
lo posible el riesgo de identificar las intervenciones con los procesos, puesto
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que en éstos, por sus propias características, casi todo puede encontrar justificación, y las responsabilidades tienden a quedar diluidas como tales con mucha
mayor facilidad.
` Por último, habría que superar las dificultades que se presentan en la práctica para lograr la aplicación generalizada de este enfoque en la cooperación al
desarrollo. En este sentido, una metodología sencilla, precisa y bien adaptada
a la realidad podrá facilitar la progresiva incorporación del EBDH. Contar con
técnicas de diagnóstico utilizables por todos, con formularios no excesivamente
complejos, con plazos de ejecución armonizados con las disponibilidades presupuestarias reales y con planteamientos que encajen con el marco de actuación
de agencias y financiadores públicos, contribuirá a superar obstáculos y a contrarrestar las inercias y resistencias que todo cambio trae consigo.
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4. Hacia una gradual
incorporación del EBDH a la
práctica de la cooperación para
el desarrollo
¿Qué hay que tener en cuenta en la aplicación del EBDH? ¿Cuáles son los pasos en
los que debe concretarse? ¿Cómo puede ser incorporado a las acciones concretas?
El EBDH puede concebirse de dos maneras:
` Como un modo totalmente nuevo de interpretar y actuar sobre la realidad en el
ámbito de la cooperación al desarrollo cuya aplicación implicaría el uso de una
metodología de trabajo muy distinta de las que se vienen utilizando hasta el
momento.
` Como un aporte original que complete y enriquezca de modo significativo los
métodos de análisis y de trabajo que se están utilizando.
Esta segunda opción podría reunir ventajas sobre la primera siempre que mantuviera vivos y operativos los principales contenidos que caracterizan este enfoque. De
este modo, podría suponer una mejora sustancial del ciclo del proyecto al vincular
las necesidades de un grupo humano con los derechos exigibles. Esto facilitaría
también su progresiva implantación, ya que evitaría las situaciones de dificultad y
de posible desconcierto que un cambio total de metodología traería consigo y, a la
par, podría compensar en buena medida los aspectos más débiles o polémicos que
el EBDH presenta como método.
Una progresiva incorporación del EBDH al ciclo del proyecto implicaría, en nuestra
opinión, incluir en la fase de identificación de programas y proyectos, al menos, los
pasos siguientes:
A) Determinación del contenido concreto del derecho vulnerado
` Análisis del derecho según los estándares internacionales.
` Institucionalización jurídica del derecho según la legislación nacional.
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B) Determinación de los actores implicados y sus funciones
` Se ampliaría el análisis de implicados, que se realiza habitualmente, con una
identificación y asignación de roles según las tres categorías de titulares mencionadas.
C) Determinación de las causas de la vulneración del derecho como insuficiencias en los actores
` El análisis de problemas se centraría en analizar la vulneración del derecho y en
identificar las causas de la misma (utilizando la técnica del árbol de problemas).
Se analizaría el nivel de cumplimiento de las tres categorías de titulares en relación con sus respectivas obligaciones y responsabilidades, determinando las
carencias o brechas existentes e identificando sus causas.
` Como consecuencia de ese análisis podría también disponerse de una línea de
base que estableciera el grado de cumplimiento concreto del derecho analizado,
en relación con las tres categorías de titulares, así como las dificultades para
el acceso al mismo contando asimismo con unos indicadores como punto de
partida.
D) Capacidades específicas que han de incorporar los actores
` En el análisis de objetivos, una vez identificadas las carencias de los actores,
se trata de determinar los objetivos a alcanzar a través de la acción, es decir,
de proporcionar a los implicados (titulares de derechos, obligaciones y responsabilidades) las capacidades necesarias para que cumplan adecuadamente sus
funciones y puedan dotar de contenido al derecho vulnerado. Para ello, puede
emplearse la técnica del árbol de objetivos. Los objetivos que habrán de ser propuestos a partir de este análisis estarán, por tanto, vinculados principalmente al
empoderamiento de los grupos y al fortalecimiento de las instituciones públicas
y privadas correspondientes.
E) Delimitación y diseño de la acción a emprender
` Una vez precisados los posibles objetivos, si éstos no pueden ser alcanzados en
su totalidad a través de la intervención que se pretende poner en marcha, habría
que acotarla y delimitarla, lo cual puede llevarse a cabo mediante el análisis de
alternativas. Un criterio clave a la hora de seleccionar estrategias de intervención
podría ser, junto con la vulnerabilidad de los grupos con menor acceso a determinado derecho, el consenso y compromiso explícito de los distintos actores
para lograrlo.
` Tras determinar el ámbito de la intervención, se estructuraría la acción con arreglo a una lógica coherente de intervención, con indicadores y fuentes de verificación, y teniendo en cuenta, además, los posibles riesgos que se esté en
condiciones de asumir. Para hacerlo de manera precisa y ordenada, la matriz de
planificación constituye una herramienta de utilidad.
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` A este respecto, los objetivos a alcanzar incorporarían el grado de disfrute de
los derechos que son objeto de la intervención y no únicamente la situación
positiva que se obtiene cuando se supera el problema o la necesidad que había
sido identificada. Los indicadores habrán de referirse también al acceso a esos
derechos, no sólo al término de la acción sino en cuanto a su permanencia en
el futuro.
` En los planes operativos posteriores se diferenciarían claramente las actuaciones que corresponden a titulares de derechos, de obligaciones y de responsabilidades que habrían de ser especificadas con precisión ya que el éxito de la
intervención dependerá básicamente de que los distintos actores cumplan con
las funciones asignadas.
F) Monitoreo y evaluación
` El monitoreo y la evaluación, además de sus dimensiones y áreas de atención
habituales entre las que destacará especialmente la mutua rendición de cuentas, deberá incluir de forma prioritaria en sus focos de atención aspectos como
los cambios en la legislación, en las políticas públicas y en el aumento de las
capacidades institucionales tanto de los titulares de obligaciones como de responsabilidades, la ampliación del nivel de conocimiento de los derechos y de
acceso a los mismos por parte de sus titulares y, por supuesto, los cambios que
vayan produciéndose en la situación real de los titulares de los derechos.
` Más allá de estas consideraciones se debería intentar que existiera una correspondencia entre los criterios clásicos de la evaluación y los contenidos específicos del EBDH. Una primera aproximación podría ser la que se incluye en el
siguiente cuadro:
CRITERIO DE
PREGUNTAS/TEMAS VINCULADOS AL EBDH
EVALUACIÓN
Reconocimiento de determinados derechos en las legislaciones nacionales.
` Existencia de políticas públicas orientadas a la satisfacción de determinados derechos.
` Existencia de organismos responsables del cumplimiento de determinados derechos.
` Participación de los sujetos de derecho en la reclamación de éstos.
PERTINENCIA
`
EFICACIA
`
Nivel y grado de cumplimiento de un determinado
derecho.
` Calidad de los servicios, estructuras y mecanismos
puestos en marcha para el cumplimiento de un derecho.
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CRITERIO DE
PREGUNTAS/TEMAS VINCULADOS AL EBDH
EVALUACIÓN
Utilización de los recursos disponibles para la satisfacción de un derecho.
` Tiempos necesarios para satisfacer un derecho determinado.
EFICIENCIA
`
COBERTURA
`
Población que accede al derecho.
Dificultades de acceso a un determinado derecho.
` Posibles sesgos en el disfrute de un derecho.
`
IMPACTO
Cambios en la legislación.
Cambios en las políticas públicas.
` Cambios en las instituciones titulares de obligaciones
(y de responsabilidades).
` Cambios en los titulares de los derechos.
` Efectos del logro de un determinado derecho en las
relaciones de género.
`
`
SOSTENIBILIDAD
Capacidad institucional para el mantenimiento de un
determinado derecho/servicio.
` Implicación de los titulares de derechos, obligaciones
y responsabilidades en el mantenimiento de un determinado derecho/servicio.
` Recursos disponibles para el mantenimiento de un
determinado derecho/servicio.
`
Todo lo mencionado en este apartado resulta, en cualquier caso, compatible con un
proceso más amplio de desarrollo dirigido a dotar gradualmente de pleno contenido a un derecho determinado. El proceso, por tanto, no tendría un carácter más o
menos indefinido, sino que podría recorrerse por etapas y ser apoyado a través de
diversas acciones convergentes o sucesivas dirigidas a dotar de pleno contenido
al derecho, lo cual constituiría el objetivo general de cada una de las acciones que
se ejecutaran.
El EBDH puede mejorar y enriquecer la cooperación al desarrollo, por lo que su
gradual incorporación al ciclo de los programas y proyectos puede resultar muy
acertada. Independientemente de los obstáculos con que pueda tropezar el EBDH
desde el punto de vista práctico y metodológico, la valía de sus aportes parece
evidente, y no resultaría brusca su incorporación si se lleva a cabo desde la complementariedad con enfoques consolidados y ampliamente empleados en el sector.
La estrecha relación que como hemos visto existe entre derechos humanos y desarrollo se ve favorecida por el EBDH, a través del cual, potenciando el desarrollo, se
promueven los derechos humanos y, a su vez, promoviendo éstos, se potencia el
desarrollo. Los derechos humanos, con vocación universal abordados en este libro,
en esencia constituyen el leitmotiv de las acciones que se llevan a cabo desde la
cooperación internacional para impulsar y consolidar procesos de desarrollo en los
países menos avanzados.
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LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DESARROLLO: HACIA UN CAMINO COMPARTIDO | 17
Manuel Gómez-Galán
Parece por lo tanto obvio que incorporar el espíritu y la práctica de los derechos
humanos a las acciones destinadas a generar desarrollo en el Sur aporta un valor
añadido a los modos en que hasta el momento se han venido planteando las acciones de ayuda al desarrollo.
En un contexto mundial interdependiente, la pobreza y la negación de los derechos
humanos son males muy ligados entre sí que afectan de forma muy directa a millones de ciudadanos, pero que afectan también indirectamente a todos los ciudadanos del mundo, del Sur y del Norte. En consecuencia, su abordaje ha de plantearse
a escala global, constituyendo los derechos humanos un eje central desde el que
hacer pivotar la construcción de sociedades más justas. En este sentido, para su
protección y defensa han de utilizarse mecanismos y espacios concretos de participación a disposición no sólo de instancias públicas y tribunales internacionales,
sino de todos los ciudadanos, que forman ya parte de una sociedad civil global que
está emergiendo al amparo de los vertiginosos cambios tecnológicos a los que
asistimos. El EBDH puede contribuir a habilitar espacios concretos y a potenciar las
capacidades de los ciudadanos en defensa de la dignidad de la persona en momentos como los de este inicio de siglo en los que, ante la aparición de tendencias que
pretenden debilitarlos o ignorarlos, son más que nunca necesarias.
CIDEAL, 2011
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