T R I B U N A L ... Sala de lo Civil Presidente Excmo. Sr. D.

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TRIBUNAL SUPREMO
Sala de lo Civil
Presidente Excmo. Sr. D. Juan Antonio Xiol Ríos
SENTENCIA
Sentencia Nº: 456/2009
Fecha Sentencia: 17/06/2009
CASACIÓN
Recurso Nº: 2185/2006
Fallo/Acuerdo: Sentencia Desestimando
Votación y Fallo: 28/05/2009
Ponente Excmo. Sr. D.: Ignacio Sierra Gil de la Cuesta
Procedencia: AUDIENCIA PROVINCIAL DE SEVILLA (Sección 2ª)
Secretaría de Sala: Ilma. Sra. Dña. Elena Oca de Zayas
Escrito por: CVS
DERECHOS FUNDAMENTALES: libertad de información versus derecho al
honor, intimidad personal y familiar y propia imagen; seguimiento
informativo de la vida privada de un reconocido matador de toros, con
revelación de datos sobre su vida íntima, relaciones sentimentales y sexuales,
así como atinentes a las circunstancias que rodearon a la muerte de su madre,
también persona de reconocida notoriedad pública. Honor: ausencia de interés
público de la información. Intimidad personal y familiar: delimitación de los
derechos de la personalidad a través de lo que, de los actos propios, mantiene
cada persona reservado para sí misma y su familia. Existencia de intromisión.
Propia imagen: concurrencia de la excepción del artículo 8.2 c), por captarse
las imágenes del torero en lugares abiertos al público. Existencia de
intromisión ilegítima respecto de la imagen de la menor.
CASACIÓN Num.: 2185/2006
Ponente Excmo. Sr. D.: Ignacio Sierra Gil de la Cuesta
Votación y Fallo: 28/05/2009
Secretaría de Sala: Ilma. Sra. Dña. Elena Oca de Zayas
TRIBUNAL SUPREMO
Sala de lo Civil
SENTENCIA Nº: 456/2009
Excmos. Sres.:
D. José Antonio Seijas Quintana
D. Vicente Luis Montés Penadés
D. Ignacio Sierra Gil de la Cuesta
En la Villa de Madrid, a diecisiete de Junio de dos mil nueve La Sala
Primera del Tribunal Supremo, integrada por los Magistrados al margen
indicados, ha visto el recurso de casación 2185/2006, contra la Sentencia de
fecha 25 de septiembre de 2006, dictada en grado de apelación, rollo 572/06, por
la Audiencia Provincial de Sevilla, Sección Segunda, dimanante de autos de
Juicio Ordinario seguidos con el número 1404/04 ante el Juzgado de Primera
Instancia número 18 de Sevilla, interpuesto por Don FRANCISCO RIVERA
ORDÓÑEZ, en su propio nombre y en el de su hija, CAYETANA RIVERA
MARTÍNEZ DE IRUJO, aquí representado por la Procuradora de los Tribunales
Doña Alicia Casado Deleito, así como por las entidades ANTENA 3 DE
TELEVISIÓN, S.A., que ha comparecido bajo la representación de Don Manuel
Lanchares Perlado y GESTEVISIÓN TELECINCO, S.A. que lo ha hecho por
medio del Procurador Don Manuel Sánchez-Puelles y González-Carvajal, siendo
parte interviniente el MINISTERIO FISCAL.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Ante el Juzgado de Primera Instancia nº 18 de los de Sevilla, fueron
vistos los autos de juicio ordinario de menor cuantía Nº 1404/04, promovidos a
instancias de D. Francisco Rivera Ordoñez en su propio nombre y representación
y en nombre de su hija menor de edad Cayetana Rivera Martínez de Irujo, contra
las entidades mercantiles Antena 3 Televisión, S.A. y Gestevisión Telecinco,
S.A.; siendo parte el Ministerio Fiscal.
Por la parte actora se formuló demanda arreglada a las prescripciones
legales, en la que se solicitaba, previa alegación de los hechos y fundamentos de
derecho que tuvo por conveniente, se dictara Sentencia por la que: "1.- Se
declare la existencia de intromisión ilegítima por parte de las demandadas, en el
Derecho al Honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, de D.
Francisco Rivera Ordoñez y en el derecho a la intimidad y a la propia imagen de
su hija menor Dña. Cayetana Rivera Martínez de Irujo, al amparo de la Ley
Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, y de conformidad con el art. 18.1 de la
Constitución Española. 2.- Se condene a las demandadas a que abonen
solidariamente indemnización de daños y perjuicios por dicha vulneración en los
derechos personales de mis representados, cuya cuantía se calculará en
ejecución de sentencia conforme a las bases estipuladas en el hecho Séptimo de
la presente demanda, en cumplimiento de los dispuesto por el 219 de la LEC, y
de conformidad con los criterios establecidos en el artículo 9.3 de la Ley Orgánica
1/1982. 3.- Se condene a las demandadas a la cesación inmediata de dicha
intromisión ilegítima en los derechos de la vida privada de mis representados, y
que en lo sucesivo se abstengan de realizar actos semejantes de intromisión en
los derechos de mi mandante y de su hija. 4.- Condene en costas a las
demandadas".
Admitida a trámite la demanda, el Procurador de los Tribunales D. José
Ignacio Ales Siolí, en nombre y representación de ANTENA 3 DE TELEVISIÓN,
S.A., presentó escrito contestando a la demanda planteando la excepción de
defecto legal en el modo de plantear la demanda y tras exponer los hechos y
fundamentos de derecho que tuvo por convenientes, terminó suplicando al
Juzgado dictara sentencia "1) en relación a la excepción planteada, se acuerde el
sobreseimiento de la pretensión indemnizatoria de daños y perjuicios, a virtud de
lo dispuesto en el artículo 219 de la Ley de Enjuiciamiento Civil; 2) se absuelva a
mi representada de las pretensiones deducidas de contrario. Con condena en
costas a la parte actora, en todo caso"
Asimismo la Procuradora doña Ana María Asensio Vegas, en nombre y
representación de GESTEVISION TELECINCO, S.A., presentó escrito
contestando a la demanda formulada de contrario y tras alegar los hechos y
fundamentos de derecho que estimó de aplicación al caso, terminó suplicando al
Juzgado dictara Sentencia "mediante la cual se desestime íntegramente la
demanda, condenando a la actora expresamente en costas".
Por el Juzgado se dictó Sentencia con fecha 15 de septiembre de 2005,
cuya parte dispositiva es del tenor literal siguiente: "FALLO: Que estimando
parcialmente la demanda interpuesta por la Procuradora Dª Reyes Gutiérrez de
Rueda García, en nombre y representación de D. Francisco Rivera Ordoñez y de
Dª Cayetana Rivera Martínez de Irujo, contra Gestevisión Telecinco, S.A. y
Antena 3 de Televisión, S.A., debo declarar y declaro la existencia de intromisión
ilegítima en el derecho al honor y a la intimidad de los actores pro Antena 3 de
Televisión, S.A. y por Gestevisión Telecinco, S.A., y debo condenar y condeno
antena 3 de Televisión, S.A. a pagar a los actores la cantidad de treinta y cinco
mil (35.000.000) euros y a cesar en dicha intromisión ilegítima, y debo absolver y
absuelvo a Antena 3 de Televisión S.A. del resto de los pedimentos de la
demanda, sin realizar imposición de costas procesales, y debo condenar y
condeno a Gestevisión Telecinco, S.A. a pagar a los actores la cantidad de
cincuenta mil (50.000.00) euros y a cesar en la intromisión ilícita, y debo
absolverla y la absuelvo del resto de los pedimentos de la demanda, sin realizar
imposición de costas procesales".
SEGUNDO.- Contra dicha Sentencia se interpusieron recursos de
apelación por la representación de la parte actora y las entidades demandadas,
que fueron admitidos y, sustanciados éstos, la Sección Segunda de la Audiencia
Provincial de Sevilla , dictó sentencia en fecha 25 de septiembre de 2006, cuyo
fallo es del tenor literal siguiente: "FALLAMOS: Que desestimando los recursos
de apelación interpuestos tanto por la presentación procesal de DON
FRANCISCO RIVERA ORDOÑEZ actuando en su propio nombre y en el de su
hija DOÑA CAYETANA RIVERA MARTINEZ DE IRUJO como por las
representaciones procesales de las entidades mercantiles GESTEVISION
TELECINCO, S.A. y ANTENA 3 TELEVISION, S.A. contra la sentencia dictada
por el Juzgado de 1ª Instancia nº 18 de esta ciudad con fecha 15 de Septiembre
de 2005, la confirmamos en toda su integridad sin expreso pronunciamiento
sobre las costas procesales devengadas en esta alzada".
TERCERO.- Por la representación procesal de ANTENA 3 DE
TELEVISION, S.A. se interpuso recurso de casación con apoyo en los siguientes
motivos:
Primero.- Infracción del artículo 18 de la Constitución Española.
Declaración de intromisión al derecho al honor de Doña Cayetana Rivera
Martínez de Irujo, con la consiguiente vulneración del derecho a la información y
a la libertad de expresión de mi mandante.
Segundo.- Infracción del artículo 18 de la Constitución Española por
apreciación de una infracción al derecho a la intimidad de Doña Cayetana Rivera
Martínez de Irujo, con la consiguiente vulneración del derecho a la información y
a la libertad de expresión de mi mandante.
Tercero.- Carácter preferente del derecho fundamental a la información y
el derecho fundamental a la libertad de expresión.
Por la representación procesal de don Francisco Rivera Ordonez y su hija
menor de edad, se interpuso recurso de casación, con apoyo en los siguientes
motivos:
Previo.- La Sentencia objeto de recurso susceptible de casación, de
conformidad con el 1er supuesto previsto en el apartado 2º del artículo 477 de la
LEC
Primero.- Deficiente aplicación del artículo 7.3 y 7.4 de la Ley Orgánica
1982, de 5 de mayo de 1982 en relación al tratamiento mediático otorgado por las
demandadas a las supuestas causas del fallecimiento de la madre y abuela de
los mandantes.
Segundo.- Deficiente aplicación del artículo 7.5 de la Ley Orgánica
1/1982, de 5 de mayo de 1982, en relación al derecho a la propia imagen de la
hija menor de edad del actor.
Tercero.- Deficiente aplicación del artículo 7.3 y 7.7 de la Ley Orgánica
1/1982, de 5 de mayo de 1982 en relación al derecho al honor y a la intimidad de
los actores, en lo concerniente a las imputaciones gratuitas y vejatorias relativas
al carácter violento, agresivo o maltratador del actor.
Cuarto.- Deficiente aplicación del artículo 7.5 de la Ley Orgánica 1/1982,
de 5 de mayo de 1982 en relación al con respecto a la intromisión en el derecho a
la propia imagen del actor.
Quinto.- Deficiente aplicación del artículo 9.3 de la Ley Orgánica 1/1982,
de 5 de mayo de 1982, con respecto a la indemnización concedida a esta parte.
Por la representación procesal de Gestevisión Telecinco, S.A., asimismo
se interpuso recurso de casación con apoyo en los siguientes motivos:
Primero.- Existencia de indefensión por infracción del artículo 24 de la
Constitución.
Segundo.- Vulneración del artículo 20 de la Constitución
Tercero.- Agravio comparativo que supone la fijación de la indemnización
a satisfacer por la recurrente. Artículo 24 de la Constitución.
CUARTO.- Remitidas las actuaciones a este Tribunal Supremo y
personadas las partes, por Auto de esta Sala de fecha 9 de diciembre de 2008,
se admitieron a trámite los recursos y evacuado el traslado conferido, por las
partes se presentaron escritos de oposición a los mismos.
QUINTO.- No habiéndose solicitado, por todas las partes personadas, la
celebración de vista pública, por la Sala se acordó señalar para la votación y fallo
del presente recurso, el día veintiocho de mayo del año en curso, en el que ha
tenido lugar.
Ha sido Ponente el Magistrado Excmo. Sr. D. IGNACIO SIERRA GIL DE
LA CUESTA,
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Son datos necesarios para la resolución del actual
recurso los que seguidamente se exponen:
I. Francisco Rivera Ordóñez, conocido matador de toros, formuló
demanda para la protección de su honor, intimidad personal y familiar y
propia imagen, así como para la tutela de la intimidad y propia imagen de
su hija menor de edad, ante la lesión que para tales derechos suponía, a
su juicio, el tratamiento informativo de su vida privada efectuado por
Telecinco y Antena 3 en diversos programas emitidos por las citadas
cadenas durante los meses de julio a septiembre de 2004.
En síntesis, el actor acusaba a los medios de comunicación
demandados de verter comentarios y difundir informaciones en las que se
insinuaba su personalidad violenta, agresiva y maltratadota; su
naturaleza infiel, y su adicción al sexo y a otras sustancias no
especificadas, lo que, por ser falso, suponía una intromisión en su honor
no amparada por los legítimos derechos a informar y opinar libremente,
resultando también menoscabada su intimidad, tanto por el ámbito
reservado al que afectaban tales comentarios e informaciones, como,
particularmente, por divulgar de modo innecesario las circunstancias que
rodearon al fallecimiento de su madre, así como su derecho a la propia
imagen, al haberse divulgado la de su persona sin el preceptivo
consentimiento. En cuanto a la acción que promovía en representación
de su hija, la demanda incidía en que la divulgación de datos privados
sobre la vida del diestro constituía un claro ataque al derecho a la
intimidad familiar de la menor, cuya imagen también consideraba
vulnerada, en este caso, por haberse difundido el rostro de la pequeña
sin cubrir (programa “Aquí hay tomate” de Telecinco, emisión del día 4 de
septiembre de 2004).
Apoyándose en esta base fáctica el demandante solicitaba la
declaración de existencia de la intromisión, y la condena de las cadenas
demandadas a cesar en su conducta, a indemnizar los daños y perjuicios
ocasionados en cuantía a determinar según las bases indicadas en la
propia demanda y a abstenerse en lo sucesivo de realizar actos de
intromisión semejantes.
II. En Primera Instancia recayó sentencia parcialmente estimatoria
de la demanda, que declaró la existencia de intromisión ilegítima en el
honor y en la intimidad de los actores, y condenó a las codemandadas a
cesar en su conducta, y a indemnizar a los afectados (en la suma de
35000 euros Antena 3, y de 50000 euros Telecinco), absolviendo del
resto de pedimentos, y sin expresa condena en costas.
Entre los razonamientos dados por el Juzgado, conviene
destacar:
a) La existencia de intromisión ilegítima en honor e intimidad del
actor y en la intimidad de su hija se contrae al tratamiento que Telecinco
dio al tema de la vida sexual del demandante, por no constar el
consentimiento del actor para permitir el acceso de terceros a ese ámbito
privado y reservado, así como a la información dada por Antena 3 sobre
la presunta relación sentimental del torero con una persona de etnia
gitana, que, a diferencia de la habida con Carla Goyanes, no era
entonces pública ni conocida, existiendo pruebas de que el matador
expresó su deseo de que se respetase su intimidad, y a los comentarios
e información divulgada sobre su presunta adicción al sexo, por
insinuarse abierta y gratuitamente una enfermedad sin la menor
demostración de que fuera cierta (fundamento jurídico Séptimo). Por el
contrario, con base en la doctrina del reportaje neutral, se rechaza que el
hecho atribuir al actor la condición de persona agresiva, violenta y
maltratadora, constituyese un ataque injustificado a su honor pues las
cadenas demandadas se limitaron a hacerse eco –mediante comentarios
por asistentes a tertulias- de una noticia preexistente, con expresión de
la fuente de procedencia de la misma (fundamento jurídico Sexto), y se
descarta así mismo (fundamento jurídico Séptimo in fine) la existencia de
intromisión derivada de la acusación de consumir sustancias, habida
cuenta que no se indica el programa en que fueron vertidas tales
imputaciones.
b)También en relación al derecho a la intimidad familiar del torero,
la sentencia de Primera Instancia descarta que la revelación de datos
sobre la posibles causas de la muerte de Carmina Ordóñez, y en
particular, el hecho de que se barajara como determinante de la misma
su drogadicción, constituya un atentado contra la misma (fundamento
jurídico Tercero), y ello porque de la prueba practicada extrae la
conclusión de que fue la propia madre de éste quien reconoció
públicamente su adicción en diversas ocasiones y ante diversos medios,
convirtiendo así voluntariamente un asunto privado en una cuestión de
conocimiento público, que, ya estaba en la opinión pública cuando los
medios demandados se hicieron eco de ella, siendo de aplicación el
artículo 2.1 de la Ley Orgánica 1/82, de 5 de mayo, que habla de la
relevancia que tienen la conducta o actos propios de cada uno a la hora
de delimitar el ámbito de protección de los derechos de la personalidad.
c) En relación al derecho a la propia imagen del diestro,
atendiendo a la reconocida notoriedad pública del torero, por su
profesión, por su matrimonio y por el hecho de prestar su imagen para
fines publicitarios, así como a la circunstancia de que las imágenes
difundidas en los programas de televisión de las demandadas se habían
tomado siempre en lugares abiertos al público, se descarta la existencia
de intromisión ilegítima (fundamento jurídico Octavo).
d) Por último se rechaza también que haya existido una
vulneración del derecho a la propia imagen de la menor (fundamento
jurídico Cuarto) por el hecho de mostrar públicamente su rostro con el
argumento de que la imagen fue captada en un lugar abierto al público,
como es una plaza de toros, y, sobre todo, porque su captación resultó
propiciada por el propio torero, que fue quien sacó a su hija a la plaza y
la cogió en brazos para que le acompañara en su vuelta al ruedo,
conducta que valora el órgano judicial como expresión de consentimiento
en cuanto que, por ser persona de notoriedad pública, y estar
acostumbrado a la gran repercusión de sus actos, el torero debía ser
consciente de que los medios de comunicación presentes en la corrida
iban a captar la imagen de su hija, sin que el uso que se hizo de la
imagen de la pequeña implique, para el Juzgado, un menoscabo de su
honra o reputación ni una afectación a sus intereses (artículo 4 de la
Ley).
e) En materia de indemnización (fundamento jurídico Noveno) se
justifica la cuantía por la circunstancia de que los comentarios e
informaciones vulneradoras de derechos de la personalidad no fueron
sino una mínima parte del contenido total de los diversos espacios
televisivos.
III. Contra la resolución de primer grado se alzaron en apelación
ambas partes litigantes. La actora basó su impugnación en la errónea
valoración de la prueba, en la existencia de intromisión ilegítima en la
intimidad personal y familiar del torero a resultas del tratamiento
mediático realizado sobre el fallecimiento de su madre (Carmina
Ordóñez), en el ataque a la imagen del actor y de su hija menor de edad,
en la injerencia injustificada en el honor e intimidad del diestro a resultas
de las imputaciones relativas a su carácter violento, agresivo o
maltratador, y, finalmente, en el error en la determinación del quantum
indemnizatorio. Las entidades demandadas, por su parte, fundaron su
recurso en la inexistente vulneración de los referidos derechos de los
actores, considerándose en este caso prevalente el derecho a la libertad
de información. La Audiencia desestimó ambos recursos, confirmando
íntegramente la resolución apelada.
Aunque el carácter revisorio del recurso de apelación le permitía
valorar de nuevo las pruebas practicadas, el tribunal de instancia
considera que no existen razones para modificar las conclusiones de
orden fáctico alcanzadas por el juez a quo. Además, sin salir del plano
de los hechos, se ha de recalcar la circunstancia, mencionada por la
propia Audiencia (fundamento jurídico Cuarto), de que gran parte de los
datos fácticos que sirven de base a la resolución que ahora se impugna
en casación, sobre los que se asentó el juicio de ponderación del tribunal
para resolver el conflicto, fueron ya tomados en consideración por ese
mismo órgano judicial en el recurso de apelación 1925/2006, (Sentencia
343), dimanante de un procedimiento en que el actor adujo injerencias
en idénticos derechos fundamentales a consecuencia de la información
divulgada sobre hechos relativos a su vida en gran medida semejantes
(por ejemplo, la cobertura dispensada a la muerte de su madre), y todo
ello, aunque en aquel caso, la intromisión fuera protagonizada por
medios de comunicación distintos a los ahora demandados. Entre esos
datos comunes destacan las circunstancias personales y las
características singulares que rodean al actor, y sus pautas de
comportamiento, que, por jugar un papel esencial a la hora de delimitar
el ámbito de protección que se ha de dispensar a sus derechos de la
personalidad, han de servir de punto de referencia al realizar la
valoración del carácter ofensivo de las emisiones que ahora se juzgan.
Así las cosas, sumando los datos atinentes a la condición
personal del actor y a su comportamiento en su esfera íntima a los
propios datos fácticos que singularizan la controversia, es posible fijar
como probados los siguientes aspectos:
a) La notoriedad pública del personaje, pues Francisco Rivera
Ordóñez, matador de toros, descendiente de toreros conocidos y
famosos, con progenitores populares, tiene por tanto, una indudable
proyección pública, tanto por su profesión y origen familiar, como
también por su matrimonio con María Eugenia Martínez de Irujo, a la
sazón hija de la Duquesa de Alba, notoriedad que le ha hecho ser objeto
de seguimiento e información por los medios de comunicación desde su
nacimiento.
b) La circunstancia de que el demandante ha autorizado
determinadas informaciones relativas al ámbito más íntimo de su vida
privada (boda con María Eugenia Martínez de Irujo), siendo también un
hecho probado que tanto él como familiares cercanos han hablado en
distintos medios de comunicación sobre los motivos de su separación y
acerca de sus relaciones sentimentales, sin que para ello fuera óbice que
éstas fueran más o menos estables, (por ejemplo, fue objeto de amplio
seguimiento informativo su relación con Carla Goyanes), constando
finalmente que el torero presta su imagen para fines publicitarios,
obteniendo a cambio grandes beneficios económicos. Por el contrario, no
existe constancia de su consentimiento a que sea de público
conocimiento todo lo concerniente a su vida sentimental y sexual.
c) Que el tratamiento mediático hecho por las demandadas
respecto de la noticia de la muerte de la madre y abuela de los actores
se hizo después de que la mayoría de los medios de comunicación
audiovisuales y escritos hicieran un exhaustivo seguimiento de la noticia
del fallecimiento de la madre del actor en donde se vertieron
reiteradamente comentarios sobre la adicción de la difunta a las pastillas
y somníferos, y después también de que la propia Carmen Ordóñez
hiciera públicamente referencia a dicha adicción y a su sometimiento a
terapia deshabituadota o curativa de aquella en distintos programas de
televisión.
d) En cuanto al derecho a la imagen, que tanto la del torero, en
las diversas ocasiones en que fue mostrada públicamente, como la de su
hija, en la corrida de Ronda, fueron captadas en lugar abierto al público,
y que, en el caso de la imagen de la menor, ésta fue captada y luego
divulgada por el programa “Aquí hay tomate” de Telecinco,
aprovechando que el propio torero, al finalizar la corrida Goyesca de
Ronda, la cogió en brazos para dar con ella la vuelta al ruedo, con
conocimiento de que las imágenes de ambos, por la trascendencia de la
corrida y de su propia persona, se iban a divulgar.
Asentándose en la base fáctica que acabamos de exponer, la
ratio decidendi de la sentencia objeto del actual recurso parte del carácter
autónomo y del contenido propio y específico de cada uno de los
derechos de la personalidad cuya tutela se pretende (honor, intimidad
personal y familiar, y propia imagen), concluyendo, en línea con el
Juzgado,
a) que sólo es posible apreciar intromisión ilegítima en el honor e
intimidad del actor y de su hija (no así de su imagen), y únicamente con
relación al tratamiento dispensado en los programas “Salsa Rosa” y “Día
a Día”, de la cadena Telecinco, emisiones de 18 y 22 de septiembre de
2004, respectivamente, y en los programas “A la Carta”, de 2 y 9 de
septiembre, y “Mirando al Mar”, de 8 de septiembre de 2004, emitidos por
Antena 3, al tema de las supuestas relaciones sentimentales y sexuales
del demandante, y su adicción al sexo, pues tales aspectos,
pertenecientes a la esfera de su intimidad, no consta que el actor
consintiera que fueran revelados y públicamente conocidos, sin que ni
siquiera su condición de personaje público ni su comportamiento en ese
ámbito o los usos sociales imperantes den pie a legitimar cualquier
intromisión en el círculo más íntimo, personal y reservado de los famosos
(como ocurrió en los programas de Telecinco, al entrevistar a una
persona que decía ser pareja sentimental del torero, a la que se interpela
con expresiones soeces y de mal gusto, sobre cuestiones estrictamente
sexuales, carentes de interés público y comunitario; y en los programas
de Antena 3, en que se aludió a la relación del torero con mujer de etnia
gitana antes y durante el matrimonio, y se insinuó gratuitamente que el
actor era un adicto al sexo).
b) que las restantes intromisiones aducidas en la demanda se
encuentran amparadas por la libertad de información, la cual resulta
prioritaria en este conflicto. Los razonamientos más destacables al
respecto se exponen a continuación (Fundamento jurídico Tercero).
-En cuanto a la pretendida vulneración del derecho a la intimidad
del actor como consecuencia de la información publicada en torno al
fallecimiento de su madre, apunta la sentencia objeto del actual recurso
(en línea con la recaída en el recurso 1925/06, antes citado) que debe
excluirse la existencia de intromisión ilegítima en dichos derechos en
atención a que los medios demandados se limitaron a reproducir una
información cuya fuente se encontraba en las manifestaciones de la
propia interesada, que, como antes se dijo, había admitido su adicción a
pastillas y somníferos en varios programas de televisión.
-Respecto al ataque a esa misma intimidad, derivada de las
informaciones que apuntaban al carácter violento, agresivo y maltratador
del actor en base a sendos incidentes protagonizados por el Sr. Rivera
con su esposa y con una periodista, la Sala excluye la existencia de
intromisión ilegítima aplicando la doctrina del reportaje neutral, al limitarse
las tertulias televisivas a transmitir unos hechos, no inveraces, de los que
ya habían informado antes otros medios.
-Con relación al derecho a la propia imagen del actor, se ratifica el
carácter público del personaje, y la circunstancia de la captación de su
imagen en lugares abiertos al público, pues si bien su captación,
reproducción o publicación sin consentimiento constituye una intromisión
ilegítima, el apartado segundo del artículo 8 de la Ley Orgánica 1/82 de 5
de mayo exceptúa el supuesto, concurrente en este caso, de que tales
conductas se lleven a cabo respecto de personas que ejercen cargo
público o profesión de notoriedad o proyección pública, y de que la
imagen se obtenga durante un acto público o en lugares abiertos al
público, donde el consentimiento del afectado (y por tanto la ausencia del
mismo) deja de ser relevante.
-Finalmente, por lo que hace a la imagen de su hija, se ratifica el
pronunciamiento del juzgador a quo de excluir la injerencia presumiendo
que el padre consintió que fuera tomada y divulgada la imagen.
c) Rechaza también la Audiencia las pretensiones revocatorias
referidas a la cuantificación económica de la indemnización, calificando
de ajustada a los parámetros legales la realizada por el Juzgado.
SEGUNDO.- Contra la citada Sentencia se interponen tres
recursos de casación.
-El primero, interpuesto por Francisco Rivera Ordóñez en su
nombre y en representación de su hija menor, se fundamenta en cinco
motivos: el primero, por infracción del art. 7.3 y 7.4 de la Ley Orgánica
1/1982, de 5 de mayo; el segundo, por infracción del art. 7.5 de la
precitada norma; el tercero, por infracción del art. 7.3 y 7.7 de la norma
referenciada; el cuarto, por deficiente aplicación del artículo 7.5 del
mismo texto legal; y el quinto y último por contravención del artículo 9.5
de la ley especial reguladora.
-El segundo recurso de casación se interpone por la entidad
mercantil Antena 3 de Televisión, S.A. y se funda en tres motivos: el
primero y el segundo, por infracción del art. 18 de la Constitución; y el
tercero, por considerar el carácter preferente del derecho a la información
y a la libertad de expresión en relación con la doctrina sobre el reportaje
neutral.
-El tercer recurso de casación se interpone por la entidad
mercantil Gestevisión Telecinco S.A. y se articula en tres motivos: el
primero, por falta de vulneración del derecho al honor con vulneración del
art. 24 de la Constitución; el segundo, por infracción del art. 20 de la
Constitución; y el tercero, también por infracción del art. 24 de la
Constitución por cuanto se habría producido un agravio comparativo.
Los tres recursos vienen a suscitar la cuestión de la determinación
de los límites de las libertades de información y expresión en relación con
los derechos de la personalidad reconocidos en el artículo 18.1 de la
Constitución, particularmente en supuestos, como el que acontece, en el
que participan personajes públicos que han realizado actos propios de
difusión de acontecimientos pertenecientes a ámbitos muy concretos de
su vida personal, controversia cuya resolución obliga a analizar la
corrección, desde el plano legal y jurisprudencial, del juicio de
ponderación hecho por la Sala de apelación, el cual es puesto en
cuestión. En consecuencia, antes de dar respuesta pormenorizada a
cada una de las cuestiones suscitadas, conviene dejar constancia del la
doctrina pacífica que esta Sala ha sentado en casos similares, con
especial mención a la reciente Sentencia 124/2009, de 25 de febrero, que
puso fin al recurso de casación 2150/2006 -interpuesto contra la
Sentencia de fecha 20 de julio de 2006 dictada en el rollo de apelación
1925/06 por la misma Sección y Audiencia (2ª de Sevilla) que dictó la que
ahora se impugna-, habida cuenta que se trata de asuntos estrechamente
relacionados, teniendo las conclusiones que entonces adoptó esta Sala y
que se plasman en la referida sentencia, prejudiciales o condicionantes,
al menos en parte, de las que se han de tomar para solucionar la actual.
Como manifestaciones concretas de la dignidad de la persona
proclamada en artículo 10, la Constitución Española garantiza dentro de
su artículo 18.1, “el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a
la propia imagen”, derechos públicos subjetivos que, no obstante la
posibilidad del recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional,
permiten también su tutela preferente y sumaria ante los tribunales
ordinarios a través de la vía del Artículo 53.2., siendo la Ley 1/82 de 5 de
mayo la encargada de proteger civilmente tales derechos frente a
cualquier intromisión ilegítima, norma que califica de irrenunciables,
inalienables e imprescriptibles tales derechos y de nula la renuncia a la
protección que a ellos se dispensa «sin perjuicio de los supuestos de
autorización o consentimiento a que se refiere el artículo 2 de esta Ley»,
debiendo tenerse en cuenta además, en orden a comprender cómo queda
delimitada su protección, que esta se lleva a cabo, además de por las
leyes, «por los usos sociales, atendiendo al ámbito que, por sus propios
actos, mantenga cada persona reservado para sí misma o su familia»
(artículo 2.1). Se trata, en todo caso, de derechos autónomos, con un
ámbito material perfectamente diferenciado:
-Sobre el derecho al honor, viene diciendo esta Sala (por todas,
Sentencia de 22 de julio de 2008, Recurso de casación 3004/2001, citada
en la Sentencia de 13 de noviembre de 2008, Recurso 895/2006) que «el
artículo 18.1 de la Constitución Española garantiza el derecho al honor
como una de las manifestaciones concretas de la dignidad de la persona,
proclamada en artículo 10 del mismo texto constitucional. De él ha
señalado la doctrina que se trata de un derecho de la personalidad
autónomo, derivado de la dignidad humana (entendida como dignidad
personal reflejada en la consideración de los demás y en el sentimiento
de la propia persona), y dirigido a preservar tanto el honor en sentido
objetivo, de valoración social –trascendencia-, (entendido entonces como
fama o reputación social), como el honor en sentido subjetivo, de
dimensión individual –inmanencia-, (equivalente a íntima convicción,
autoestima, consideración que uno tiene de sí mismo) evitando cualquier
ataque por acción o por expresión, verbal o material, que constituya
según ley una intromisión ilegítima. Sin olvidar que el honor (Sentencias
de 20 de julio y 2 de septiembre de 2004) “constituye un concepto jurídico
cuya precisión depende de las normas, valores e ideas sociales vigentes
en cada momento y con cuya protección se ampara a la persona frente a
expresiones que la hagan desmerecer en la consideración ajena, al ir en
su descrédito o menosprecio, o que sean tenidas en el concepto público
por afrentosas”». Como indica la Sentencia de 21 de julio de 2008, «su
protección jurídica se concreta a través del artículo 7.7 de la Ley Orgánica
1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la
intimidad personal y familiar y a la propia imagen, conforme al cual
tendrán la consideración de intromisiones ilegítimas en el ámbito de
protección delimitado por el artículo 2 de la Ley la imputación de hechos o
la manifestación de juicios de valor a través de acciones o expresiones
que de cualquier modo lesionen la dignidad de otra persona,
menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación».
-Por su parte la intimidad personal (y familiar) «tiene por objeto
garantizar al individuo un ámbito reservado de su vida vinculado con el
respeto de su dignidad como persona (art. 10.1 CE), frente a la acción y el
conocimiento de los demás, sean éstos poderes públicos o simples
particulares. De suerte que el derecho a la intimidad atribuye a su titular el
poder de resguardar ese ámbito reservado, no sólo personal sino también
familiar (SSTC 231/1988, de 2 de diciembre y 197/1991, de 17 de
octubre), frente a la divulgación del mismo por terceros y una publicidad
no querida. No garantiza una intimidad determinada sino el derecho a
poseerla, disponiendo a este fin de un poder jurídico sobre la publicidad
de la información relativa al círculo reservado de su persona y su familia,
con independencia del contenido de aquello que se desea mantener al
abrigo del conocimiento público. Lo que el Art. 18.1 CE garantiza es,
pues, el secreto sobre nuestra propia esfera de vida personal y, por tanto,
veda que sean los terceros particulares o poderes públicos, quienes
decidan cuáles son los contornos de nuestra vida privada» (Sentencia de
6 de noviembre de 2003, traída a colación por la más reciente de 13 de
noviembre de 2008, recurso 1739/2006, con cita de la de 22 de abril de
2.002 y también de las Sentencias del Tribunal Constitucional 231/1988,
de 2 de diciembre, 197/1991, de 17 de octubre y 115/2.000, de 10 de
mayo). En esta misma línea, la reciente Sentencia de 26 de septiembre
de 2008, también citada por la de 13 de noviembre de este mismo año,
recuerda que el derecho a la intimidad «implica la existencia de un ámbito
propio y reservado de la vida frente a la acción y el conocimiento de los
demás referido preferentemente a la esfera estrictamente personal de la
vida o de lo íntimo, imponiendo a los terceros el deber de abstenerse de
toda intromisión en esa esfera y la prohibición de hacer uso de lo
conocido, salvo justificación legal o consentimiento del afectado», y que
«aunque la intimidad se reduce cuando hay un ámbito abierto al
conocimiento de los demás, el derecho constitucional no se ve minorado
en el ámbito que el sujeto se ha reservado, porque a nadie se le puede
exigir que soporte pasivamente la revelación de datos, reales o
supuestos, relevantes de su vida privada o personal, los cuales no cabe
desvelar de forma innecesaria». Entre las conductas que, según la Ley
Orgánica 1/82, de 5 de mayo, tienen la consideración de intromisiones
ilegítimas en la intimidad de las personas, destaca (artículo 7.3) «la
divulgación de hechos relativos a la vida privada de una persona o
familia».
-El derecho a la propia imagen, en cambio, es un derecho de la
personalidad, autónomo, aunque directamente relacionado con la
intimidad, derivado como éste último de la dignidad humana, y dirigido a
proteger la dimensión pública y a impedir la obtención, reproducción o
publicación de la propia imagen por parte de un tercero no autorizado.
Como pone de manifiesto la Sentencia de esta Sala de 22 de febrero de
2006, aunque el Tribunal europeo de Derechos Humanos haya
considerado que el artículo 8 del Convenio no permite construir un
derecho autónomo a la imagen, el Tribunal Constitucional, en sus últimas
sentencias, le ha otorgado un valor autónomo, distinto, por tanto, a los
derechos a la intimidad y al honor, con los que se halla ligado en la
formulación constitucional y en la LO 1/1982, definiendo este derecho de
la forma siguiente: "el derecho a la propia imagen consagrado en el
artículo 18.1 Constitución Española se configura como un derecho de la
personalidad derivado de la dignidad humana y dirigido a proteger la
dimensión moral de las personas, que atribuye a su titular un derecho a
determinar la información gráfica generada por sus rasgos físicos
personales que puede tener dimensión pública. La facultad otorgada por
este derecho, en tanto que derecho fundamental, consiste en esencia en
impedir la obtención, reproducción o publicación de la propia imagen por
parte de un tercero, sea cual sea la finalidad -informativa, comercial,
científica, cultural, etc.- perseguida por quien la capta o difunde"
(sentencia del Tribunal Constitucional 81/2001, de 26 de marzo, así como
la 14/2003, de 28 de enero y la 127/2003, de 30 de junio). Con
anterioridad, la sentencia del Tribunal Constitucional 117/1994, de 25 de
abril había señalado que "el derecho a la propia imagen, reconocido por el
artículo 18.1 Constitución Española al par de los del honor y la intimidad
personal, forma parte de los derechos de la personalidad y como tal
garantiza el ámbito de libertad de una persona respecto de sus atributos
más característicos, propios e inmediatos, como son la imagen física, la
voz o el nombre, cualidades definitorias del ser propio y atribuidas como
posesión inherente e irreductible a toda persona". Finalmente, apunta la
Sentencia de 18 de noviembre de 2008 que «la consecuencia de esta
configuración autónoma, no coincidente con ordenamientos de otros
Estados de nuestro entorno ni con el art. 8 del Convenio de Roma según
su interpretación por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, según
razonó esta Sala en su sentencia de 22 de febrero de 2006, es que la
publicación de la imagen de una persona puede constituir intromisión
ilegítima en su honor, en su intimidad o en su derecho a la propia imagen,
aumentando el desvalor de la conducta enjuiciada si ésta vulnera más de
uno de estos derechos (STC 14/03)». La Ley 1/82 señala como
intromisión ilegítima en el derecho a la propia imagen la captación,
reproducción o publicación de la imagen de una persona, sin su
consentimiento, sea en lugares o momentos de su vida privada o fuera de
ellos, salvo que concurra alguno de los casos contemplados con carácter
de excepción en el artículo 8.2
Sin perjuicio de ese ámbito propio y específico de cada uno, de
todos puede predicarse, por una parte, que, tal como se anticipó, su
protección civil viene delimitada tanto por las leyes como por los usos
sociales, atendiendo al ámbito que cada persona con su comportamiento
(propios actos, artículo 2.1 L.O. 1/82, de 5 de mayo) mantiene reservado
para sí misma o su familia, y por otra parte, que aún teniendo la
consideración de derechos fundamentales, en ningún caso se trata de
derechos absolutos, siendo por ello que incluso en el caso de que la
intromisión no encuentre en la norma una causa justificadora ni haya sido
consentida (artículo 2.2), su calificación como ilegítima no es automática,
sino que requiere, en caso de colisión o conflicto con otros derechos
fundamentales, principalmente las libertades de expresión e información
(este es el caso) que el órgano judicial lleve a cabo una adecuada
ponderación de los derechos en litigio, siguiendo las siguientes premisas
(Sentencias de 29 de junio de 2005, 1 de octubre y 13 de noviembre de
2008 entre muchas más):
a) la delimitación de la colisión entre tales derechos ha de hacerse
caso por caso sin que sea posible establecer apriorísticamente límites o
fronteras entre uno y otro; pero teniendo en cuenta la posición prevalente,
que no jerárquica o absoluta, que sobre los derechos denominados de la
personalidad del artículo 18 de la C.E. ostenta tanto el derecho a la
libertad de información como el derecho a la libertad de expresión;
b) con carácter general, la preeminencia de la libertad de
información, y su valoración como causa de justificación que permita que
una aparente intromisión pueda ampararse en la existencia de un bien o
derecho fundamental merecedor de mayor protección, eliminando en
consecuencia la ilegitimidad del sacrificio que el afectado experimenta en
sus derechos de la personalidad, pasa necesariamente por el
cumplimiento de tres requisitos: primero, que la información divulgada sea
veraz (en el sentido de comprobada y contrastada según los cánones de
la profesionalidad informativa, como el T.C. en sentencias 6/1988 y
3/1997, entre muchas más), segundo, que afecte a un interés general o
relevancia pública sea por razón de la materia a que se refiere como por
razón de las personas que intervienen en el acontecimiento “como
presupuesto de la misma idea que noticia y como indicio de
correspondencia de la información con un interés general en el
conocimiento de los hechos sobre los que versa (SSTC 107/1988,
171/1990, 197/1991, 214/1991, 20/1992, 40/1992, 85/1992, 41/1994,
138/1996 y 2/1997)”, en la medida que es doctrina consolidada que las
libertades de información y de expresión, «adquieren especial relevancia
constitucional cuando se ejercitan en conexión con asuntos que son de
interés general por las materias a que se refieren y por las personas que
en ellas intervienen y contribuyen, en consecuencia, a la formación de la
opinión pública, alcanzando entonces su máximo nivel de eficacia
justificadora» (por todas, Sentencia de 16 de octubre de 2008); y, tercero,
que la información se vierta prescindiendo de expresiones injuriosas o
difamantes, inequívocamente ofensivas e innecesarias para el fin de
comunicar, debiéndose valorar por el juzgador a la hora de apreciar el
carácter ofensivo (por todas, Sentencia de 20 de noviembre de 2008) el
contexto en que se producen las expresiones, es decir, el medio en el que
se vierten y las circunstancias que las rodean, -valorando, por ejemplo, si
el ofendido decidió participar voluntariamente o inició la polémica-, la
proyección pública de la persona a que se dirigen las expresiones, -dado
que en las personas o actividades de proyección pública la protección del
honor disminuye-, y la gravedad de las expresiones, objetivamente
consideradas, que no han de llegar al tipo penal, pero tampoco ser
meramente intranscendentes.
c) Que en el particular supuesto de que la libertad de información
colisione con el derecho a la propia imagen, si bien el consentimiento
(artículo 2.2) es presupuesto legitimador de la intromisión en los derechos
de la personalidad, y por tanto, también en el derecho a la propia imagen,
no puede ignorarse que es doctrina constante y pacífica de esta Sala que
para apreciar la existencia de dicho consentimiento es preciso que sea
expreso, por escrito o por actos o conductas de inequívoca significación, y
que verse tanto sobre la obtención de la imagen como sobre su concreta
publicación en un determinado medio de comunicación social, sin que sea
admisible desviar el objeto del consentimiento (Sentencias de 24 de
diciembre de 2003, 22 de febrero de 2006 y 13 de noviembre de 2008).
Además, la apreciación del carácter ilegítimo del ataque precisa que
pueda descartarse la concurrencia de las excepciones que contemplan
los tres apartados del artículo 8.2 de la Ley 1/82, en particular, que los
hechos no puedan subsumirse en el supuesto de hecho del apartado a)
que conduce a no reputar ilegítima la captación, reproducción o
publicación de imágenes referidas a personas que ejercen cargo público o
una profesión de notoriedad o proyección pública, siempre que la imagen
se obtenga en acto publico o lugar abierto al público, pues en esos casos
no resulta relevante la ausencia de consentimiento, teniendo dicho esta
Sala al respecto (Sentencia de 21 de octubre de 1997, con cita de la STC
99/1994 de 11 de abril) que en caso de ser apreciada dicha excepción
«hace decaer el derecho a la propia imagen a favor del derecho a la
libertad de información cuando su objeto sea de interés público o verse
sobre personas de notoriedad pública y siempre que la información
divulgada se realice en el ámbito público».
Por otra parte, esa capacidad para disponer de su derecho que se
reconoce a los titulares, que implica que puedan autorizar la difusión de
su imagen para los fines que considere oportunos (artículo 2), no puede
trasladarse sin más a los casos en que, como también acontece en el
presente, junto a la imagen de un mayor está en juego la imagen de un
menor de edad, ya que existe una específica previsión normativa (articulo
3) que restringe la capacidad para disponer mediante consentimiento del
citado derecho fundamental, pues, no pudiendo prestarlo el menor por si
por carecer de madurez suficiente conforme a la legislación civil, el poder
de disposición se atribuye a sus representantes legales asistidos por el
Ministerio Fiscal, a quien, además, necesariamente debe informarse
previamente a fin de que muestre su conformidad o disconformidad con el
consentimiento proyectado, (pues la propia norma, en caso de oposición
del ministerio público, deriva la decisión final a la autoridad judicial),
siendo consecuencia de esa específica previsión normativa que, como
señala la meritada Sentencia de 25 de febrero de 2009, con cita de la de
19 de noviembre de 2008, «tratándose de menores y siendo titulares de
los derechos fundamentales protegidos por la Constitución en el artículo
18, con plena capacidad jurídica, ha de partirse de la base de que
siempre que no medie el consentimiento de los padres o representantes
legales de los menores con la anuencia del Ministerio Fiscal, la difusión
de cualquier imagen de éstos ha de ser reputada contraria al
ordenamiento jurídico».
Recurso de Francisco Rivera Ordóñez.
TERCERO.- La proyección al presente caso de la normativa y
doctrina jurisprudencial expuesta, partiendo siempre del debido respeto al
sustrato fáctico en que se asienta el fallo de la Audiencia objeto de
impugnación, determina el rechazo de todos los motivos esgrimidos, con
excepción del segundo, que ha de ser estimado, siendo razones para
adoptar tal pronunciamiento las siguientes:
-En relación al motivo primero, en el que, invocando la infracción
por aplicación indebida de los artículos 7.3 y 4 de la Ley 1/82 de 5 de
mayo), muestra la parte actora su discrepancia con respecto a la decisión
de la Audiencia de no considerar atentatorio a su intimidad el tratamiento
mediático dado por las demandadas al hecho o noticia del fallecimiento de
la madre y abuela de los demandantes, basta recordar lo dicho a este
mismo respecto, y en idéntico contexto, por la meritada Sentencia de 25
de febrero de 2009: «dado que no estamos en el marco de protección del
derecho al honor, resulta irrelevante desde la perspectiva constitucional
que los datos pertenecientes a la esfera de intimidad divulgados sean o
no gravemente atentatorios o socialmente desmerecedores de la persona
cuya intimidad se desvela (como parece ser la intención del recurrente)
aunque desde la perspectiva de la legalidad puedan servir para modular
la responsabilidad de quien lesiona el derecho fundamental (art. 9 de la
Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo). Lo relevante en este caso para
descartar la ilegitimidad de la intromisión en la intimidad del recurrente partiendo de que, …, no es un hecho probado que el actor divulgara la
causa del fallecimiento de su madre, o permitiera hacerlo a personas de
su entorno-, es que Doña Carmen Ordóñez era una persona famosa,
habitual de los medios de comunicación de la llamada prensa rosa, y que
voluntariamente había limitado extremadamente su esfera de privacidad,
siendo por ello que la muerte súbita e inesperada, por causas
desconocidas, de un personaje de la notoriedad social alcanzada por la
Sra. Ordóñez, constituía un hecho noticioso ubicable, por su objeto y
valor, en el ámbito de lo público, es decir, más allá del mero cotilleo o de
la satisfacción de la curiosidad ajena, con la consecuencia de que la
cobertura dispensada por los medios, orientada a formar a la opinión
pública sobre las razones o causas de su muerte a tan temprana edad,
justifica la priorización de la libertad de información por encima de la
preservación de ese reducto de intimidad que corresponde al hijo para
que no se revelen esos detalles».
-En cuanto a la deficiente aplicación de los artículos 7.3 y 7.7 de
la Ley especial reguladora, que se mencionan como fundamento del
motivo tercero, de la lectura del mismo se desprende que los
demandantes parten de la base de considerar contrarias al honor e
intimidad de los actores las imputaciones gratuitas y vejatorias relativas al
carácter violento, agresivo o maltratador del actor, descartando la
aplicación de la doctrina del reportaje neutral. Sobre este tema basta
decir, sin necesidad de mayor esfuerzo argumental, que no es posible en
casación partir de hechos distintos de los que se fijan como probados,
vicio consistente en “hacer supuesto de la cuestión” o “petición de
principio”, en el que incurre sin duda la parte recurrente al afirmar que los
medios de comunicación demandados no se limitaron a ser meros
transmisores de la información previa, sino que la valoraron y ampliaron,
afirmaciones de índole fáctica, que por carecer de respaldo en la
sentencia (tras valorar la prueba practicada en autos, señala el
Fundamento Jurídico Tercero in fine que “las codemandadas se han
limitado a ser meras transmisoras de unos hechos”), resultan
casacionalmente irrelevantes.
-El motivo cuarto, que alude a la deficiente aplicación del artículo
7.5 de la norma reguladora, por haber descartado la Audiencia la
intromisión ilegítima en el derecho a la propia imagen del actor, se
rechaza en la medida que el supuesto fáctico analizado, declarado
probado (fundamento jurídico Tercero) y por ende, incólume en casación,
encuentra perfecto acomodo en el supuesto de hecho que prevé la norma
excepcional del apartado c) del número 2 del artículo 8 de la Ley 1/82, ya
que en todas y cada una de las veces en que se difundió por las
emisiones televisivas de las cadenas demandadas la imagen en que se
identifica al actor por sus rasgos físicos, aunque no conste su
consentimiento, sí ocurre que han sido captadas en lugares públicos, lo
que, en palabras de la Sentencia de 25 de febrero a la que venimos
aludiendo, «tratándose de una persona de incuestionada notoriedad
pública, le obliga a soportar el ataque en pro de la superior protección que
merece en un caso como este la libertad de información, por exigencias
de una sociedad plural y democrática», y ello, debe añadirse, para rebatir
los argumentos del recurrente, con independencia de que la imagen del
diestro se haya obtenido con ocasión de actos no relacionados
directamente con la profesión de torero o con su actividad publicitaria,
pues, como también se ha dicho, recalca la Audiencia y es notorio, la
proyección pública del Sr. Rivera no resulta ni es consecuencia sólo de
aquellas facetas, siendo factores igualmente determinantes de su elevada
notoriedad social su matrimonio con la hija de la Duquesa de Alba, así
como su pertenencia, tanto por línea paterna como materna, a familias
socialmente muy conocidas, aspectos que le convirtieron en foco de
atención de los medios mucho antes de que comenzara a torear y, en
todo caso, por circunstancias ajenas a su desempeño profesional. A
mayor abundamiento, el que el comportamiento de torero, permitiendo la
difusión de las imágenes de su boda, concediendo entrevistas para hablar
sobre su vida sentimental, crisis matrimonial, nuevas relaciones), también
refrenda la conclusión expuesta, de que su fama no es solo debida a su
desempeño como torero, no pudiendo entonces prosperar su intento de
limitar la atención mediática sobre su persona a su labor profesional. Y
ninguna eficacia tienen las Sentencias que se citan, pues los supuestos
analizados en estas, o bien se caracterizan por la ausencia de interés
público por razón de la persona (la de 1 de julio de 2004) o por ser un
hecho probado que las imágenes fueran tomadas al aire libre, pero en
circunstancias en que la persona famosa buscó de propósito preservar su
intimidad (22 de marzo de 2001), lo que no es el caso.
-Por último, decae también el motivo quinto, fundado en la
vulneración del artículo 9.3 de la Ley Orgánica1/82, y dirigido a cuestionar
la cuantificación de la indemnización reparadora del quebranto, pues de
las alegaciones que hace la parte recurrente solo resulta su discrepancia
con la cuantía, no que la resolución que la fija lo haya hecho
desconociendo o no aplicando correctamente los parámetros que la ley
señala, (Sentencias de 10 de septiembre y 21 de noviembre de 2008,
entre muchas más), que, por si fuera poco, no se otorgan relevancia
exclusiva a los beneficios que se hayan podido obtener (que, además no
consta que sean los que ahora se defienden), sino a las propias
circunstancias del caso, no concretadas por la ley, y que pueden ser
libremente valoradas por el tribunal, tal y como sobradamente hizo el
Juzgado y la Audiencia al compartir la decisión de aquel.
-Distinta suerte que los precedentes ha de correr el segundo
motivo, dirigido a cuestionar que la Audiencia no apreciara la existencia
de intromisión ilegítima en el derecho a la propia imagen de la menor,
Cayetana Rivera Martínez de Irujo, con mención del artículo 7.5 de la Ley
especial reguladora. La sentencia de 25 de febrero de 2009, que pone fin
al recurso 1125/2004, plasma la jurisprudencia en torno a los límites entre
el derecho a la propia imagen de los menores y la libertad de información,
ratificando la especial protección de que goza aquel derecho fundamental
cuando su titularidad corresponde a persona que carece de madurez
suficiente para consentir por sí mismo, doctrina encaminada a
salvaguardar los derechos del niño, más vulnerable que el adulto, y que
se alinea con la normativa constitucional (artículo 39.4 C.E.) e
internacional (la Sentencia de 27 de junio de 2003 cita el artículo 25-2 de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 10 de diciembre
de 1948, el artículo 24 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, hecho en Nueva York el 19 de diciembre de 1966, el artículo 103 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
de 19 de diciembre de 1966, así como la Declaración de Derechos del
Niño de 1959 y la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989).
Según se desprende tanto del artículo 3 de la Ley Orgánica 1/82 de 5 de
mayo, como del artículo 4 de la Ley Orgánica de sobre Protección
Jurídica del Menor, de 15 de enero de 1996, en estos casos, el que el
consentimiento deba prestarse por sus progenitores, en cuanto legales
representantes del menor, no significa que a estos corresponda disponer
libremente de la imagen de sus hijos, pues junto al consentimiento
expreso y por escrito de sus padres, es necesario no prescindir de la
intervención del Fiscal. Examinando el supuesto en cuestión, resulta
evidente que en ningún momento se ha contado con la preceptiva
intervención del Ministerio público, a lo que debe añadirse, que tampoco
consta que el padre consintiera que fuera captada y difundida la imagen
de su hija de la única manera en que, en caso de menores, puede tenerse
tal consentimiento por eficaz: de modo expreso, en forma escrita (artículo
3), y aceptando tanto la obtención de la imagen como sobre su concreta
publicación en un determinado medio de comunicación social, puesto que
no es admisible desviar el objeto del consentimiento (Sentencias de 24 de
diciembre de 2003, 22 de febrero de 2006 y 13 de noviembre de 2008).
También atendiendo a este segundo argumento se llega a la misma
conclusión de que el programa “Aquí hay Tomate”, de la cadena
Telecinco, en su emisión del día 4 de septiembre de 2004, vulneró el
derecho del menor a su imagen, pues que su padre, por razón de su
notoriedad, tuviera que ser consciente del interés informativo que iba a
despertar la imagen suya acompañado de su hija, dando la vuelta al
ruedo, es un dato que, como mucho, permite juzgar la conducta del
progenitor como un consentimiento tácito, a todas luces insuficiente
cuando de menores se trata para legitimar la injerencia, tratándose
además de un consentimiento que tampoco arroja certidumbre sobre su
objeto, es decir, acerca de si la comunicación televisiva de la imagen, a
través de un programa de ámbito nacional y de tanta audiencia como el
citado, estaba comprendida en la autorización paterna, ya que ni siquiera
en esta hipótesis puede descartarse que el padre aceptara sólo la
captación de la imagen para su difusión gráfica.
En consecuencia, se estima este motivo, fijándose como
indemnización por daño moral a satisfacer por la demandada Gestevisión
Telecinco S.A., la suma de 6.000 euros, cantidad que se considera
suficiente para reparar el quebranto ocasionado valorando, entre las
circunstancias a que se refiere el artículo 9.3 de la Ley, la escasa
intensidad del agravio que resulta del hecho de que la imagen en que se
puede observar la cara de la niña, y que permite identificarla por sus
rasgos físicos, ocupase no más de 15 segundos de los más de dos
minutos que duró el reportaje sobre la participación de su padre en la
plaza de Ronda.
Recurso de "Antena 3 de Televisión, S.A".
CUARTO.- La mercantil demandada y condenada, articula su
recurso en tres motivos. Los dos primeros, basados en la infracción del
artículo 18 de la Constitución, los dedica a combatir la decisión de la
Audiencia de apreciar la existencia de intromisión ilegítima en el honor e
intimidad de la menor, Cayetana Rivera Martínez de Irujo, argumentando,
en cuanto al honor (motivo primero) que el carácter personalista de este
derecho fundamental veda la posibilidad de que afecte o lesione a la
dignidad de la niña el carácter ofensivo para el honor o reputación paterna
que tuvieran las informaciones divulgadas por la cadena; y en cuanto a la
intimidad, que los datos que se revelaron en los programas de la entidad
recurrente en ningún momento afectaron a la esfera privada de la menor,
sino, en todo caso, a la de su progenitor, no conllevando la lesión de la
intimidad de este el ataque a un bien jurídico independiente como la
intimidad de su hija. El tercer motivo, se apoya en la doctrina del reportaje
neutral, cuya vulneración ha impedido priorizar, como en su opinión era
pertinente, la libertad de información y expresión sobre los demás
derechos en juego.
Los tres
desestimados.
motivos
de
casacion
estudiados
deben
ser
En relación con la tesis defendida en los dos primeros motivos,
debe señalarse, en contra del criterio de la recurrente, y en la esfera del
derecho a la intimidad, que lo dicho sobre Francisco Rivera en los
programas de Antena 3 “A la Carta” (emisión días 2 y 9 de septiembre de
2004) y “Mirando al Mar” (emisión correspondiente al día 8 septiembre del
mismo año), en concreto, las afirmaciones gratuitas que se vertieron
acerca de la infidelidad del actor, su relación con una mujer de etnia
gitana antes y durante su matrimonio, así como en cuanto a una posible
adicción al sexo, no sólo constituyen un ataque frontal a la intimidad del
torero, incluso en el caso de que fueran ciertas las imputaciones (pues en
el ámbito de la intimidad la excepción de veracidad no resulta
legitimadora, siendo lo relevante para calificar de injustificada la
intromisión, no la certeza de lo que se dice sino, como es el caso, la falta
de relevancia pública de los hechos que se divulgan, y que afectan al
ámbito propio y reservado que se quiere y está justificado mantener a
resguardo del conocimiento de terceros, particulares o poderes públicos)
sino que suponen también una intromisión en el ámbito privado y
reservado, íntimo en suma, propio de la persona de su hija, en cuanto que
es doctrina pacífica que «el derecho a la intimidad personal y familiar se
extiende, no sólo a aspectos de la vida propia y personal, sino también a
determinados aspectos de la vida de otras personas con las que se
guarde una especial y estrecha vinculación, como es la familiar; aspectos
que, por la relación o vínculo existente con ellas, inciden en la propia
esfera de la personalidad del individuo que los derechos del art. 18 de la
C.E. protegen. Sin duda, será necesario, en cada caso, examinar de qué
acontecimientos se trata, y cuál es el vínculo que une a las personas en
cuestión; pero al menos, no cabe dudar que ciertos eventos que puedan
ocurrir a padres, cónyuges o hijos tienen, normalmente, y dentro de las
pautas culturales de nuestra sociedad, tal trascendencia para el individuo,
que su indebida publicidad o difusión incide directamente en la propia
esfera de su personalidad. Por lo que existe al respecto un derecho propio, y no ajeno- a la intimidad, constitucionalmente protegible» (STC
231/1988, de 2 de diciembre, y en el mismo sentido Sentencia 197/1991
de 17 de octubre).
De igual forma, ya en el ámbito material del derecho al honor, ha
de señalarse que la tesis casacional se encuentra abocada al fracaso,
desde el instante en que se apoya en una concepción personalista del
honor ya superada, lo que ha permitido incluso salvaguardar el de
personas jurídicas, pues siendo en principio cierto que el honor es un
valor referible a personas individualmente consideradas, el derecho a la
propia estimación o al buen nombre o reputación en que consiste, no es
patrimonio exclusivo de las mismas. Además, al no existir una definición
legal de honor, está concebido como un concepto jurídico indeterminado
donde lo relevante o común denominador es el desmerecimiento en la
consideración ajena, presentando tanto una dimensión subjetiva, de
autoestima, como una objetiva, de reputación, fama o heteroestima, de
manera que, si bien en el caso de autos la corta edad de la menor podría
constituir un obstáculo respecto a la lesión del honor en el primer sentido
–por la falta de conciencia de lo que supone- no impide apreciar la
vulneración atendiendo a su dimensión o vertiente objetiva, independiente
de la consideración que uno tenga de sí mismo, siendo lo relevante para
llegar a esta conclusión favorable a la existencia de intromisión ilegítima
en la dignidad de Cayetana el que la recurrente divulgara una información
falsa, además sobre aspectos íntimos de la vida de su padre carentes de
interés público, con el resultado de mostrarle públicamente como marido
infiel e incumplidor de sus deberes conyugales, ofensa que, dada la
divulgación dada, transciende sin dudas a su hija, cuya consideración
pública es lógico que resulte o pueda verse menoscabada por la imagen
que se ha dado de su padre, y, con mayor razón, cuando, por ser menor,
la imagen paterna es un referente fundamental en el proceso de
formación de su personalidad. Decir finalmente que, siendo el honor y la
intimidad derechos distintos, es perfectamente posible que una misma
acción o conducta sea calificada como intromisión ilegítima en ambos
derechos fundamentales.
El tercer motivo es igualmente desestimable por incurrir en el
tantas veces mencionado defecto de hacer supuesto de la cuestión, en
cuanto toma como punto de partida una situación fáctica (que el medio
demandado actuó como mero transmisor de una información ajena) que
no se compadece con los hechos declarados probados por el tribunal de
apelación, no siendo posible, por ser cuestión que excede del objeto de la
casación, que esta Sala valore nuevamente la prueba y llegue
conclusiones fácticas compatibles con la tesis que se defiende.
Recurso de Gestevisión Telecinco, S.A.
QUINTO.-También articulado a través de tres motivos, el primero,
basado en la existencia de indefensión por infracción del artículo 24 de la
Constitución se rechaza, siendo razones para ello, que de su tenor resulta
que la recurrente en realidad denuncia un defecto de motivación en la
sentencia (de ahí que señale que los razonamientos de la Audiencia van
sólo dirigidos a justificar la intromisión en la intimidad, omitiendo cualquier
razonamiento en torno al honor, pese a lo cual confirmó la decisión del
Juzgado favorable a apreciar también la vulneración este último) deber de
motivación, entendido como deber de expresar los elementos y razones
de juicio que permitan conocer cuáles han sido los criterios jurídicos
esenciales que fundamentan la decisión, cuya infracción, por ser cuestión
de índole adjetivo, no cabe examinar en casación (limitada a comprobar la
correcta aplicación del derecho sustantivo a la cuestión de hecho).
El segundo motivo, sustentado en la vulneración del artículo 20 de
la Constitución, se aduce que no hubo intromisión ilegítima en la intimidad
personal y familiar de los actores por ser aplicable la doctrina del reportaje
neutral, que exonera de responsabilidad al medio que hace de simple
transmisor de la noticia, apuntando a la entrevistada, y a los contertulios
que intervinieron en los programas, como responsables, en su caso, del
ataque ocasionado a los derechos de los demandantes. Esta Sala no
comparte los argumentos de la recurrente pues la doctrina del reportaje
neutral, recordada en toda su amplitud por la reciente Sentencia de 18 de
febrero de 2009 (recurso de casación 1803/2004), precisa que el medio
sea mero transmisor de datos u opiniones de terceros, sin expresar o
hacer valoración alguna, siendo sólo entonces cuando produce el efecto
de no responsabilizar a aquel de la falta de veracidad de la declaración –
que sólo es exigible al autor de la misma-, sino tan sólo de no constatar la
verdad del hecho de la declaración en sí misma. En consecuencia, tal
doctrina tiene sentido cuando la intromisión depende de la inveracidad de
la información (al desplazar la responsabilidad hacia el autor de la
declaración injuriosa), lo que es irrelevante en sede del derecho
fundamental a la intimidad personal y familiar, ámbito en el que la
veracidad de lo que se revela no es óbice para que se aprecie la
ilegitimidad del ataque, siendo esto lo que acontece en el caso de autos,
pues para apreciar la trasgresión de la intimidad se toma en cuenta el que
fueron divulgado datos comprendidos en un ámbito tan reservado, intimo
y personal como la vida sexual de una persona, cuyo conocimiento por
terceros no cabe justificar en la existencia de un interés público, ni
siquiera cuando se trata de personas famosas. A mayor abundamiento,
también se desprende de la citada Sentencia de 18 de febrero de 2009
que no tiene encaje en el concepto de reportaje neutral, en cuanto excede
la labor de mera transmisión de lo dicho por terceros, el comportamiento
consistente en articular un programa para entrevistar a una persona, al
simple objeto de dar cobijo a insinuaciones sobre aspectos carentes de
relevancia pública, en el que son constantes las intervenciones y
valoraciones por parte de los moderadores y contertulios muchas veces
rayanas en lo soez. Y por supuesto, no puede soslayar la recurrente que
junto a la injerencia ilegítima en la intimidad el tribunal apreció la
vulneración del derecho al honor con base en la falta de relevancia
pública de lo que se comunicaba, y la falta de un presupuesto
imprescindible para priorizar la tutela de las libertades de información y
expresión no puede suplirse pretendiendo justificar ahora el cumplimiento
del deber de veracidad por el procedimiento de desplazar tal exigencia
hacia terceros.
El tercer y último motivo, con cita del artículo 24 de la
Constitución, denuncia el agravio comparativo que supone la fijación de la
indemnización a satisfacer por la recurrente en la cuantía de 50.000 euros
cuando a Antena 3 se la condenó al pago de 35.000 euros, alegándose
que los baremos manejados por el Juzgador de Instancia, ratificados por
la Audiencia, consistentes en el tiempo dedicado a publicidad, audiencia
de los programas e ingresos publicitarios generados por los mismos,
demuestran una similitud que debería haber llevado al órgano judicial a
fijar la misma indemnización para los dos medios de comunicación. Así
planteado, el motivo está abocado a su desestimación pues, como dijimos
al dar respuesta al quinto motivo del recurso de los actores, en línea con
la jurisprudencia de la que se hace eco la Sentencia de 25 de febrero de
2009, las alegaciones que hace la recurrente reflejan sólo su
disconformidad con la cuantía, pero no que la resolución que la fija lo
haya hecho desconociendo o no aplicando correctamente los parámetros
que la ley señala, entre los que se encuentran, además de los beneficios,
otras circunstancias que singularizan cada caso, no concretadas por la
ley, y por ello, susceptibles de ser libremente valoradas por el órgano
judicial, con conclusiones, de no ser ilógicas o arbitrarias, han de ser
respetadas en casación. Así, no puede soslayarse que la sentencia de
primer grado valoró como más ofensivos los comentarios vertidos en
Telecinco.
Por las razones expuestas, los tres motivos se desestiman.
SEXTO.-De conformidad con lo dispuesto en el primer párrafo del
artículo 398 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en relación con el 394 del
mismo texto legal, al haberse desestimado los recursos de "Antena 3 de
Televisión, S.A." y Gestevisión Telecinco en su integridad las costas de
los mismos se imponen a la parte recurrente, no procediendo hacer
condena en costas en cuanto a las causadas en el recurso formulado por
la representación de Francisco Rivera Ordóñez, por haberse estimado en
parte.
Por lo expuesto, en nombre del Rey y por la autoridad conferida por el
pueblo español.
FALLAMOS
Que debemos declarar lo siguiente:
1º.- No haber lugar a los recursos de casación formulados por las
representaciones procesales de Antena 3 de Televisión, S.A. y de Gestevisión
Telecinco, S.A., y haber lugar en parte al recurso formulado por la representación
de Francisco Rivera ORdoñez, en su propio nombre y derecho y en
representación de su hija, Cayetana Rivera Martínez de Irujo, contra la sentencia
de 25 de septiembre de 2006 dictada por la Audiencia Provincial de Sevilla, que
se revoca tan sólo en cuanto a declarar que la demandada, "Gestevisión
Telecinco, S.A.", a través de su programa "Aquí hay tomate”, emitido con fecha 4
de septiembre de 2004, vulneró el derecho a la propia imagen de la menor,
siendo por ello condenada a satisfacer a la ofendida, en concepto de
indemnización por daño moral, la suma de seis mil euros (6.000 €).
2º.- No haber lugar ha estimar los recursos interpuestos contra dicha
resolución por las firmas "Antena 3 de Televisión, S.A." y "Gestevisión Telecinco,
S.A.".
3º.- No procede imponer el pago de las costas causadas en este recurso a
don Francisco Rivera Ordoñez, siendo procedente, por el contrario, imponer a la
respectiva parte recurrente las devengadas en los otros dos recursos.
Así por esta nuestra sentencia, que se insertará en la COLECCIÓN
LEGISLATIVA pasándose al efecto las copias necesarias, lo pronunciamos,
mandamos y firmamos.-José Antonio Seijas Quintana.-Vicente Luis Montés
Penadés.-Ignacio
Sierra
Gil
de
la
Cuesta.-firmado
y
rubricado.-
PUBLICACIÓN.- Leída y publicada fue la anterior sentencia por el EXCMO. SR.
D. Ignacio Sierra Gil de la Cuesta, Ponente que ha sido en el trámite de los
presentes autos, estando celebrando Audiencia Pública la Sala Primera del
Tribunal Supremo, en el día de hoy; de lo que como Secretario de la misma,
certifico.
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