Para leer la reseña de la obra escrita por Ana Cristina

Anuncio
DORIS LESSING Y EL ODIO RACIAL
De cómo la discriminación hace perder la cabeza
Por Ana Cristina Aristizábal U.
Daba la impresión de que él no se hallase allí en persona, de que allí solo había
un cuerpo negro dispuesto a cumplir sus órdenes.
Doris Lessing. Canta la hierba
Después de que se ha vivido sumergida en las praderas del África del sur, de que
en las fosas nasales de la niñez ha penetrado el olor de la segregación racial y de
que en la juventud se ha estado inmersa en el tiempo de la subyugación
masculina… Doris Lessing no podía hacer nada distinto que escribir The Grass is
Singing (Canta la hierba), no solo su primera novela, sino algo así como lo que sería
el preámbulo y la explicación de una vida militante entre el feminismo y los partidos
de izquierda de la Gran Bretaña, heredera conservadora de Winston Churchill.
Doris Lessing fue una escritora británica que nació, como cualquier alemán, judío o
inglés, donde quiso. Y siempre se consideró inglesa, aunque nació en el Irán de
1919 donde vivió los primeros 6 años, y los siguientes 24 en lo que hoy es
Zimbabue, en aquellos tiempos Rodesia del Sur, colonia británica hasta 1980.
Y no se sabe hasta dónde influyó la cultura persa del último monarca de la dinastía
Kayar en esos primeros 6 años de vida, pues según los recuerdos de su infancia,
descritos en su obra autobiográfica, fue para ella más importante el sur de África
que Kermanshah, su ciudad natal.
Fue allí donde vivió muy de cerca el problema de negros y blancos en un país donde
el veld, la interminable pradera calcinada por el verano africano, hace alucinar a los
habitantes de piel blanca.
Esta premio Nobel de 2007, odiada y amada por militar activamente en la izquierda
británica y por sus coqueteos con el feminismo contemporáneo al Segundo sexo de
Simone de Beauvoir, empezó desde muy niña a ser testigo, no solo de la forma
como las mujeres morían lentamente viviendo vidas ajenas, sino del desprecio nada
invisible de los blancos contra los negros.
El odio racial
Aunque siempre la humanidad ha tenido necesidad de vivir en armonía, en realidad
las sociedades no han podido superar la tentación de la exclusión racial, clasista,
económica o cualquier otra forma que sirva de disculpa a unos para demostrar
superioridades inexistentes sobre otros. África, el continente de incalculables
mayorías negras, pero subyugado por los colonialismos de los europeos blancos,
ha padecido por años el atropello a sus culturas ancestrales y alimentado el odio a
causa de la exclusión por la simple pigmentación de la piel.
La segregación de los afrikáner (colonos blancos holandeses) contra los negros de
Sudáfrica se ejerció por siglos, pero fue apenas en 1948 (el mismo del asesinato de
Mahatma Gandhi y de Jorge Eliécer Gaitán; el del invento del transistor y el
nacimiento del Estado de Israel), cuando la segregación tomó vida jurídica. Y
aunque ello significaba que por ley se apoyaba la discriminación racial en la
República de Sudáfrica (la misma de Nelson Mandela y Oscar Pistorius), el contexto
histórico permite entender que el odio contra la mayoría negra se vivía en la
cotidianidad de la cultura colonialista de los blancos (británicos, holandeses y
portugueses) no solo en Sudáfrica, sino también en los países vecinos como África
del Suroeste (hoy Namibia), Botsuana y Rodesia (hoy Zimbabue).
Canta la hierba
Y aunque Rodesia no era Sudáfrica, igual padecía los mismos problemas de un
territorio de mayoría negra gobernado por una minoría blanca. Entre conflictos y
humillaciones, entre la realidad de su propia familia y la que vivían sus vecinos,
Lessing ve el miedo que a las mujeres blancas se les siembra desde niñas ante los
hombres negros, el trato humillante que reciben los negros y la brecha social entre
los mineros ingleses y los habitantes negros que ni minas ni tierra tienen.
A los 31 años (en 1950) cuando ha pasado 25 viviendo en tierra de colonos, Doris
Lessing entrega al mundo su primera novela: Canta la hierba. Usa como escenario
una granja cuyo vecino más cercano está a 8 kilómetros y allí teje una historia que
desde el primer capítulo presenta dos temáticas que atravesarán su propia vida: el
problema de los más pobres discriminados por su color de piel y el de la
subyugación de una mujer que simplemente se doblega ante su propia vida
independiente.
Lessing cuenta el trastorno emocional que sufre Mary, hija de colonos británicos, en
una granja donde pierde el contacto con otros blancos, donde el calor provocado
por el zinc de la casucha paulatinamente le seca no solo la piel sino también las
ganas de vivir y donde la mezcla entre atracción y miedo hacia el último boy negro
a su servicio, mina sus capacidades físicas, emocionales y mentales.
En Canta la hierba, Doris Lessing plantea el problema de las mujeres blancas
aisladas en las inmensas praderas africanas, rodeadas de dos tipos de hombres:
negros enigmáticos, musculosos, callados y pacientes; y un esposo granjero
aislado, débil, ausente y egoísta al que debe entregar la vida después del
matrimonio.
El aislamiento, el calor del verano y el miedo al qué dirán se confabulan para que el
paso del tiempo cultive la locura en quien pasa meses sin hablar con los de su propia
clase, pero rodeada de aquellos a quienes desde niña le han clasificado como
enemigos.
El tedio permanente sin el esposo que se pasa el día trabajando en el campo
carcome a la blanca Mary, cuya única oportunidad para hablar con alguien durante
el día es el boy negro que tiene a su servicio. Con la humillación permanente que le
inflige al boy representa el papel de ama blanca que le fue impuesto desde la
infancia, y de paso toma venganza por el daño que aún, ninguno de los boy negros,
le ha hecho.
Infancia
Mary ha vivido la típica infancia del hogar compuesto por un padre borracho que
gasta en bebida el dinero para sostener a la familia y una madre sumida en un
ataque de nervios ante la irresponsabilidad del que lleva a casa más sufrimientos
que comida.
Así que Mary se libera rápidamente de su familia (algo que la misma Lessing hace
a los 15 años) y se convierte en una mujer adulta que nunca madura pero que no
tiene a nadie cercano que la ponga al tanto de sus carencias y defectos. Por eso, a
los 30 años, soltera, está convencida de llevar una vida perfecta.
Luego de una impertinente conversación entiende la realidad de su existencia y
entonces la aplasta el peso social por no tener esposo ni su propio hogar. Y en la
determinación obsesiva por conseguir con quién casarse, hace la peor elección, la
de Dick Taylor: un hombre asocial que no solo aborrece la ciudad donde ella se
siente cómoda y sabe moverse; sino que es está empecinado en vivir en una granja
a la que solo va a dormir.
Y a Mary Taylor se le vienen encima todos los fantasmas de la niñez: un esposo
que no representa nada para ella y con quien pasa pocos momentos del día, y la
convivencia permanente con un muchacho negro que le sirve de criado todo el
tiempo.
Así, muestra Lessing la brecha entre blancos y negros, y la renuncia que las mujeres
hacen de su propia vida, en una época en que el peso social les permite existir solo
si están al lado de un hombre.
Antes de Canta la hierba, Doris Lessing llevaba varios años de militancia en un
grupo de ideas comunistas y muchos años como testigo de una brecha entre clases,
que llegó a tener legalidad jurídica. Y aunque en 2013 cuando se produjo su muerte
ya no existía dicha legalidad, la discriminación racial sigue carcomiendo relaciones
humanas entre personas y países. Y mientras tanto, canta la hierba.
Descargar