«La pérdida de prudencia financiera

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Año: 27, Agosto 1985 No. 587
N. D. Con motivo del inicio del Diálogo Nacional, el recién
instalado Ministro de Finanzas Públicas, Lic. Armando González
Campo dirigió a la ciudadanía un mensaje que contiene una
declaración trascendental. Por primera vez en la historia del país,
se admite a nivel oficial que existe una relación entre el déficit
fiscal, la inflación y el nivel de precios, y la devaluación de la
moneda. Por razones de espacio se omitieron fragmentos
completos no relacionados con el déficit fiscal. Invitamos a los
lectores a buscar y estudiar el texto íntegro del discurso, que fue
publicado en los diarios del país el 27 de Abril del presente año.
Una Declaración Trascendental
Armando González Campo
«Guatemala está viviendo uno de los
momentos más difíciles de su historia.
Debido a la concurrencia de factores
económicos, sociales y políticos, externos e
internos, se ha distorsionado por completo el
panorama económico del país y se ha
reducido en forma significativa nuestra
actividad productiva».
«Para el Gobierno este momento histórico
reviste especial trascendencia por cuanto
estando empeñado en un proyecto para
volver a la constitucionalidad, enfrenta las
limitaciones que le impone su temporalidad
para aplicar medidas tendentes a enfrentar la
crisis actual. Sin embargo, dentro del marco
de esa transitoriedad, cabe reconocer la
necesidad insoslayable de fijar una dirección
a nuestra política económica, especialmente
en el campo fiscal, a fin de asegurar que el
tránsito hacia la constitucionalidad no se vea
comprometido por la ruptura de nuestras
estructuras productivas».
«La pérdida de prudencia financiera
característica de los años 1978-1981, se
tradujo en un crecimiento exorbitante del
gasto público en relación a los ingresos,
dando lugar a una expansión del déficit
fiscal, que no registra paralelo en la
historia. El mismo se multiplicó 17 veces
entre 1977 y 1981, pasando de Q.39 a Q.638
millones, cifra esta última, similar al monto
de los ingresos tributarios de ese año. Esto
significa que, por ese entonces, por cada
quetzal de rendimiento del sistema tributario
del país se gastaban casi dos quetzales, con
el agravante de que los mismos se
destinaron a proyectos de cuestionable
prioridad. Al optar por una política fiscal en
la que el gasto excedía en toda proporción a
los ingresos, elGobierno desató otras
fuerzas perturbadoras de la economía,
particularmente del sector externo, pues
el sostenimiento de un déficit de la
magnitud alcanzada en los años 19791981, financiado con emisión monetaria,
trae consecuencias inevitables sobre las
reservas monetarias internacionales, el
tipo de cambio y el nivel de precios, dadas
las características de la economía nacional
como son, entre otras, su grado de apertura
externa y sus altos coeficientes de
importación. El impacto del déficit fiscal
sobre
las
reservas
monetarias
se
desencadenó de inmediato, y en menos de
dos años se habían agotado todas aquellas
que fueron acumuladas durante los años de
altos precios de las exportaciones. Al
agotarse dichas reservas, el país comenzó a
acumular obligaciones vencidas con el
exterior y surgió un mercado negro de
divisas, en el cual el precio del dólar fue
distanciándose progresivamente del tipo de
cambio oficial, abriendo paso así a una
depreciación del valor externo del quetzal.
Enlamedidaque eldéficit fiscal persistía,
las dificultades para recuperarelnivel de
reservas también persistía, el mercado
negro se hizo cargo de un número cada
vez mayor de transacciones que no podían
ser atendidas por el mercado cambiario
oficial, la depreciación del quetzal se hizo
más evidente asícomo la presión sobre los
precios internos».
«Además, como la práctica financiera de los
años 1978-1981 se orientó a la utilización
del crédito del Banco de Guatemala, la
deuda del Gobierno central virtualmente se
disparó pasando de Q.987 millones en 1978,
a Q.2, 158 millones al cierre de 1981; de
este saldo, unos dos tercios constituyen
deuda interna».
«Durante el período 1979-1981 el país
acumuló un déficit fiscal por un monto de
Q.1,185 millones. En los años subsiguientes
se hizo un esfuerzo por reducirlo, pero no
obstante ello, su magnitud continúa siendo
considerable y persisten fuertes presiones
sobre la balanza de pagos, sobre el tipo de
cambio y sobre el nivel de precios
internos. En todo caso, cabe indicar que,
con excepción del año 1976, entre 1955 y
1977 el déficit presupuestal muy
ocasionalmente se aproximó a los Q.50
millones. Entre 1956 y 1977 se acumuló un
déficit de Q.477 millones (Q.26 millones
anuales, en promedio), cifra que fue doblada
en los años 1979-1981. Ello pone en
evidencia que la política fiscal de 1978-1981
rompió con un estilo de prudencia observado
hasta entonces, precisamente cuando una de
las fuentes tradicionales de ingresos como
son los impuestos a la exportación,
comenzaba a debilitarse. Por otro lado, hasta
1977 el monto del déficit como proporción
de la producción nacional de bienes y
servicios, casi siempre estuvo en los
alrededores del uno por ciento, pero se elevó
hasta 7.4% en 1981. A partir de 1982 esta
proporción ha bajado pero la magnitud
absoluta del déficit reviste todavía caracteres
preocupantes, al punto de que en 1985 el
Gobierno percibirá Q.1.9 millones diarios de
ingresos corrientes e incurrirá en un déficit
de Q.1.0 millón por día, con la ejecución
presupuestaria
prevista.La
emisión
monetaria sería de cerca de Q.0.7
millones diarios, para financiar ese
déficit».
«Como es comprensible, no es realista
aspirara una estabilización de la
economía manteniendo un presupuesto
deficitario. Antes de pretender una
estabilidad del tipo de cambio o una
reducción de la brecha de la Balanza de
Pagos, habrá que eliminar o reducir
sustancialmente el déficit del Gobierno
Central, pues ello constituye el punto de
partida de cualquier programa tendente a
estabilizar nuestra economía».
«Por otro lado, no debe olvidarse que a raíz
de la imprudencia financiera de los años
1978-81, se generó en el país una crisis de
confianza. Las insostenibles presiones de los
déficit fiscales sobre las reservas monetarias
internacionales, terminaron por quebrar una
larga trayectoria de estabilidad en la paridad
del quetzal, la cual había sido secularmente
respaldada por una política fiscal prudente.
Es preciso, entonces, que la población
comprenda que el déficit fiscal se cubre con
quetzales que emite el Banco de Guatemala,
los que, en un alto porcentaje se convierten
en demanda de dólares elevando el valor de
éstos».
«Esa crisis de confianza ha sido atizada,
también, por el hecho de que la población no
fue amplia y oportunamente informada
sobre la magnitud de la crisis y el papel que
en ella juega la situación fiscal, y por lo
tanto tampoco se le clarificó la importancia
y urgencia de un esfuerzo consciente para
reducir o eliminar ese déficit, como
condición indispensable para estabilizar la
economía
y
reactivarla
después.
Creemosquela población debe tener una
idea clara de lo crítico que resulta el
problema del déficit antes de exigirle que
comparta los costos sociales de reducirlo».
«No debemos hacernos grandes ilusiones
sobre las vías para solucionar la crisis,
aunque cabe concordar en quesalir del
déficit fiscal es un paso muy
importante...».
«Con la ejecución presupuestal prevista para
el año 1985, el déficit será equivalente al
60% de los ingresos tributarios del Gobierno
y para cubrirlo será necesario una emisión
monetaria de Q.248 millones, lo cual se
traducirá en presiones sobre la Balanza de
Pagos, los precios y el tipo de cambio».
«En el campo cambiario la situación es
preocupante. Al 1 2 de abril nuestras
reservas
monetarias
internacionales
ascendían a US$ 351.1 millones, de los
cuales US$ 200.3 millones estaban
constituidos por deudas de los países
centroamericanos
(El
Salvador
y
Nicaragua)»
«Lo que más pesará en la Balanza
Cambiaria es el servicio de la deuda
externa...»
«Por otra parte, en tanto persista el
desequilibrio fiscal, las presiones sobre el
tipo de camino continuarán y éste podría
alcanzar magnitudes insospechadas...».
«No puede montarse ninguna defensa en
este orden si los guatemaltecos seguimos
gastando excesivamente y si el déficit fiscal
no se corrige. Es imposible, a estas alturas
defender el tipo de cambio mediante el
expediente del endeudamiento externo del
Banco de Guatemala, como se hizo en los
últimos años. Hoy, por el contrario,
debemos hacer frente a los compromisos que
se desprenden de esa política y que gravan
más del 70% de las divisas que ingresarán
este año al mercado de divisas esenciales».
«Ante esta situación, y para evitar que la
crisis se profundice y, en su turno,
arrastre a las estructuras políticas y
sociales, es impostergable un esfuerzo
serio, consciente, para ajustar nuestro
gasto a las condiciones reales de la
economía». «El Presupuesto debería
equilibrarse, la Tesorería debería
resarcirse, la deuda pública debería
resarcirse, la arrogancia de los gobernantes
debería templarse y controlarse, la ayuda al
exterior debería frenarse, so pena de caer
en bancarrota. Al populacho debería
obligársele a trabajar y no a depender del
gobierno para su subsistencia»
CICERON, (106-43 a. de J.C.)
dirigiéndose al Senado Romano, antes
de la caída de ROMA.
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