Página 1 de 10 DICTAMEN Nº 56 # Nº. 56/1997, de 23 de septiembre. Expediente relativo a procedimiento de revisión de oficio incoado por el Ayuntamiento de la Nava de Ricomalillo (Toledo), tendente a la declaración de nulidad del acuerdo plenario de fecha 13 de septiembre de 1996. ANTECEDENTES El acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de la Nava de Ricomalillo de 13 de septiembre de 1996 dispone el pago de una factura por importe de 371.880 pesetas a una empresa, haciendo constar que no existe reconocimiento alguno de tal factura ni, por consiguiente, consignación presupuestaria para hacer frente a su pago. La factura, según se desprende del expediente correspondía a unos trabajos que había realizado la empresa para el Ayuntamiento, consistentes en la ampliación del alumbrado público, trabajos que habían sido abonados parcialmente en 1991, con un mandamiento de pago por importe de 2.000.000 de pesetas, reconociéndose en el propio mandamiento que restaba por pagar la otra factura de 371.880 pesetas por falta de crédito. Se pretende la revisión del acuerdo plenario por entender que la empresa habría adquirido con él un derecho careciendo de los requisitos esenciales para ello, aunque también se afirma en la propuesta de resolución que el acuerdo podría ser anulable por infringir gravemente normas de rango legal o reglamentario. EXTRACTO DE LA DOCTRINA - Aun cuando consta en el expediente haberse practicado el trámite de audiencia, la incertidumbre que revela el expediente respecto a la causa de nulidad que pretende hacer valer el Ayuntamiento, junto a la insuficiencia de las pruebas que sobre tal nulidad se ofrecen al destinatario, impiden que este trámite haya cumplido su esencial función de garantía de la defensa del administrado frente a la pretensión de la Administración de revisar un acto; acto que, en este caso, previamente, le había reconocido un derecho. Por ello, y dada la importancia de este trámite en el procedimiento, procedería acordar la nulidad del que se ha seguido por la Administración consultante y la retroacción del expediente al tiempo en que se produjo la infracción, sin que el dictamen del Consejo entrara en el fondo de la cuestión. No obstante, dado el carácter obstativo al ejercicio de la potestad revisora que tiene el dictamen de este Consejo, tal devolución supondría una demora injustificada en la adopción de una resolución que, de no apreciarse tal causa, no podría acordar válidamente la revisión, por lo que se acuerda entrar en el examen del acto objeto de revisión. - Se reitera la doctrina jurisprudencial, la del Consejo de Estado y la del propio Consejo Consultivo respecto a la interpretación restrictiva y moderación que deben regir el ejercicio de la potestad revisora de la Administración por causas de nulidad de pleno derecho y respecto a la causa de nulidad prevista en el apartado 1.f) del artículo 62 de la Ley 30/1992, causa cuya apreciación requiere determinar cuál es la facultad o derecho que se ha adquirido por el acto objeto de revisión y cuáles son los requisitos esenciales cuya carencia impediría su adquisición. - La inexistencia de la causa de nulidad invocada por el órgano consultante no impide al Consejo entrar a considerar la posible existencia de otros vicios en el mismo acto, sin perjuicio de que para su apreciación por el órgano consultante deba tramitar nuevamente el oportuno expediente, Página 2 de 10 dando audiencia al interesado. - Dentro del apartado 1.g) del artículo 62 de la Ley 30/1992, cabe considerar lo dispuesto en el artículo 154.5 de la Ley reguladora de las Haciendas Locales que declara nulos de pleno derecho los acuerdos, resoluciones y actos administrativos que comprometan gastos por cuantía superior al importe de los créditos autorizados en los estados de gastos. La apreciación de esta causa de nulidad exige que el acto en cuestión afecte a la fase de compromiso del gasto, en el proceso de ejecución presupuestaria. La apreciación del vicio de nulidad previsto en el artículo 154.5 de la Ley reguladora de las Haciendas Locales no conlleva un juicio sobre la existencia o inexistencia de la obligación de la Administración frente al particular, por cuanto la falta de consignación presupuestaria no sería un valladar inexpugnable para reconocer y hacer efectivas obligaciones que hubieran nacido válidamente. - La jurisprudencia ante situaciones irregulares en la contratación administrativa y para hacer efectivos los principios de pacta sunt servanda, buena fe y equilibrio entre las prestaciones, ha acudido a la doctrina del empobrecimiento sin causa, como mecanismo de cierre de la contratación administrativa. - Cuando la cuestión ha de situarse en términos extracontractuales, por haberse declarado la nulidad radical de contrato, pero tras haberse llevado a cabo prestaciones recíprocas al amparo de su aparente validez, la jurisprudencia establece que los trabajos realizados por el contratista deben ser objeto de la correspondiente indemnización -vía negotiorum gestio, vía responsabilidad patrimonial de la Administración- en cuantía que se ha de determinar contradictoriamente. CONSIDERACIONES I Se solicita el dictamen de este órgano consultivo sobre el expediente de revisión de oficio descrito en los antecedentes, con expresa invocación del artículo 102.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, artículo que establece la preceptividad y el carácter habilitante del dictamen del Consejo de Estado u órgano consultivo de la Comunidad Autónoma, en los supuestos de revisión de oficio de los actos nulos de pleno derecho. La mera invocación del artículo citado en la solicitud no bastaría, no obstante, para otorgar tal carácter al dictamen de este órgano consultivo, si del examen del expediente no se desprendiera la voluntad de la Administración consultante de utilizar el procedimiento de revisión previsto en el citado artículo 102, esto es, si no apreciara, en el acto cuya revisión pretende, un vicio de nulidad de los previstos en el artículo 62 de la misma Ley de Procedimiento. En el presente caso, esa voluntad se pone de manifiesto en la propuesta de resolución del expediente, aun cuando en los distintos documentos que lo componen (propuesta de la Alcaldía, informe del Secretario y acuerdo de incoación), se aprecian en el acto objeto de revisión, de manera alternativa, tanto un vicio de nulidad de pleno de derecho, como de anulabilidad por infracción de normas de rango legal o reglamentario. Existente no obstante la intención del Ayuntamiento de apreciar, al menos de manera alternativa, un vicio de nulidad de pleno derecho y sin perjuicio de las consecuencias que, para enjuiciar la validez del procedimiento seguido por el órgano consultante, se deriven de esa invocación alternativa de los vicios del acto, procede emitir el presente dictamen con el carácter preceptivo y habilitante al ejercicio de la potestad revisora de la Administración, que le confiere el artículo 102 Página 3 de 10 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, en relación con el artículo 57 de la Ley 7/1997, de 5 de septiembre, del Gobierno y del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha. II Por lo que respecta al procedimiento seguido por la Administración consultante para la tramitación del expediente de revisión de oficio sometido a dictamen, hay que decir que, según se desprende de dicho expediente, el mismo comienza por un acuerdo de inicio adoptado por el Pleno del Ayuntamiento, órgano competente para ello, por cuanto también lo era para dictar el acto objeto de revisión. Este acuerdo de inicio tiene como antecedentes inmediatos una propuesta de la Alcaldía, -en la que transcribiendo el acuerdo objeto de revisión, se afirma la posibilidad de que pudiera ser nulo de pleno derecho al haberse adquirido un derecho careciendo de los requisitos esenciales para ello o bien pudiera ser anulable por infracción grave de norma de rango legal o reglamentario- y un informe del Secretario de la Corporación, que no sólo no añade nada respecto a la concreción de los requisitos esenciales de que carece el acto, sino que ni siquiera hace la mención de ausencia de expediente, contrato, acuerdo o decreto que figura en la propuesta de la Alcaldía. Es significativo, además, que en ninguno de estos documentos se contiene referencia alguna al mandamiento de pago que el Alcalde extendió en 1991 a la empresa interesada en el expediente, ni a las obras que en el mismo se mencionan, que resultan ser las mismas a las que se refiere la factura cuyo pago se acuerda en el acto objeto de revisión, así como que, en todos ellos, se formula en términos de mera hipótesis la nulidad o anulabilidad del acto y, así, en el acuerdo de inicio se afirma que éste "puede ser nulo de pleno derecho, ... o bien pudiera ser anulable ...". La tramitación de un expediente de revisión de oficio debe ajustarse a normas procedimentales que, salvo por el carácter del dictamen del órgano consultivo, no difieren sustancialmente en lo supuestos de nulidad o anulabilidad, siendo de aplicación, en ambos casos, las normas del Título VI de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común. Con arreglo a estas normas, no cabe, ciertamente, afirmar que la falta de suficiente motivación de los acuerdos e informes referidos anteriormente y la ambigüedad de sus términos vician el procedimiento seguido, pero, en tanto que esta ambigüedad revela una evidente falta de criterio cierto en el órgano revisor sobre la causa fundante de la revisión de oficio -incertidumbre que ya de por sí genera una inseguridad jurídica que se compadece mal con la naturaleza de la revisión de oficio-, exigiría la realización de los trámites previstos en el artículo 78 de la citada Ley 30/1992, esto es, "los actos de instrucción necesarios para la determinación, conocimiento y comprobación de los datos en virtud de los cuales deba pronunciarse la resolución", con lo que se hubiese podido llegar a una apreciación más rigurosa y concreta de la causa de nulidad. Pero ni estos actos de instrucción se han realizado en el presente expediente, ni tampoco se ha acordado la apertura de un período probatorio, conforme prevé el artículo 80 de la Ley 30/1992, actuación también procedente en este caso, incluso tras haberse realizado el trámite de audiencia, por cuanto la Administración no tenía por ciertos los hechos alegados por el interesado y sobre los cuales el órgano instructor no se había manifestado previamente de modo que pudiera así dar ocasión a que el interesado lo hiciera contradictoriamente. Lejos de realizar estas actividades y a pesar de haberse iniciado de oficio el expediente de revisión -lo que supone un evidente interés en la anulación del acto- la Administración actuante invierte la carga de la prueba, exigiendo al administrado que pruebe la existencia de un derecho que ella misma le había previamente reconocido y que, sin otros fundamentos pretende ahora anular. Sirva como ejemplo de esta defectuosa actuación, el tenor literal del acuerdo de inicio de expediente cuando concede trámite de audiencia al interesado para que "... presente los documentos y justificantes que estime pertinentes para demostrar la pertinencia del reconocimiento del derecho". Página 4 de 10 Por lo que respecta al trámite de audiencia, consta en el expediente que se ha practicado, si bien las carencias referidas en la fundamentación de la causa de nulidad, así como la propia incertidumbre que revelan los acuerdos mencionados sobre su propia existencia repercuten, obviamente, en la validez de este trámite. Así, en el acuerdo que se remite al interesado no se concreta siquiera el vicio apreciado en el acto, manifestándose que bien puede ser de nulidad de pleno derecho por carecer de los requisitos esenciales para su adquisición, o bien puede ser de anulabilidad; y, por otro lado, no se le acredita el incumplimiento de los requisitos esenciales, ni siquiera se le dicen cuales sean éstos sino que, al contrario, se le pone de manifiesto -según alega el interesado- un mandamiento de pago en el que se reconoce que la empresa ha realizado una obra cuyo importe no ha quedado totalmente satisfecho. Por último, consta en el expediente la propuesta de resolución que resulta ser verdaderamente reveladora de la inversión de la carga de la prueba que se ha producido en la tramitación del procedimiento y de la escasa motivación de la concurrencia del vicio de nulidad invocado, afirmando así, en el primero sus considerandos "que ninguna de las alegaciones presentadas por el interesado demuestran la pertinencia del reconocimiento del derecho"; y, en el segundo, limitándose a afirmar que el interesado ha adquirido un derecho careciendo de los requisitos esenciales para ello, sin mencionar cuales sean estos. En definitiva, tras el examen de la tramitación del procedimiento y ante las carencias e incertidumbres puestas de manifiesto vulneradoras del principio de contradicción, estima este Consejo que, aun cuando formalmente se ha otorgado trámite de audiencia al interesado, este trámite no ha podido cumplir su esencial función de garantía de la defensa de éste frente a la pretensión de la Administración de revisar un acto; acto que, en este caso, previamente, le había reconocido un derecho. Por ello y dada la importancia de este trámite en el procedimiento, procedería acordar la nulidad del que se ha seguido por la Administración consultante y la retroacción del expediente al tiempo en que se produjo la infracción. La existencia de este vicio de procedimiento debiera determinar, además, la devolución del expediente al órgano consultante, para que realizara las actuaciones anteriormente descritas, sin formular un pronunciamiento sobre el fondo de la cuestión consultada. No obstante, ha de tenerse en cuenta que, dado el carácter obstativo al ejercicio de la potestad revisora que tiene el dictamen de este Consejo en el supuesto de no apreciar en el acto la causa de nulidad invocada, tal devolución supondría una demora injustificada en la adopción de una resolución que, de no apreciarse tal causa, no podría acordar válidamente la revisión. Procede, en consecuencia, entrar en el examen del acto objeto de revisión, para determinar la concurrencia o no del vicio alegado por la Administración consultante. III Frente al principio general de irrevocabilidad por la Administración, de sus propios actos declarativos de derechos, tanto la Ley de Procedimiento Administrativo de 1958, como la vigente Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, han permitido que, en supuestos excepcionales, la Administración pueda volver contra esos actos, utilizando para ello los procedimientos de revisión de oficio previstos en dichas normas; potestad también de aplicación a la Administración Local, conforme a lo dispuesto en el artículo 53 de la Ley 7/1985, de 2 de abril, de Bases de Régimen Local. Este carácter excepcional de la revisión de oficio, ampliamente recogido por la jurisprudencia del Tribunal Supremo (entre otras, Sentencias de 7 de junio de 1982, R.J. 1982/3616, de 10 de octubre de 1984, R.J. 1984/5092 y de 22 de marzo de 1991, R.J. 1991/2250) impone una interpretación restrictiva de los supuestos que permiten dicha revisión, ya sea alguna de las causas de nulidad de Página 5 de 10 pleno derecho del artículo 62 de la vigente Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, ya sea de carácter grave de la infracción de la norma legal o reglamentaria que permite la anulación del acto según el artículo 103 de la misma norma legal. La interpretación restrictiva, así como la parsimonia y moderación que deben regir el ejercicio de esta potestad revisora, por causas de nulidad de pleno derecho, atribuida a la Administración responden a la necesidad de buscar el justo equilibrio entre el principio de seguridad jurídica que postula el mantenimiento de derechos ya declarados, y el de legalidad que exige depurar las infracciones del ordenamiento jurídico, y atienden también "al fin de evitar que con la nulidad sólo se consiga un engrosamiento del expediente y ver dilatada la resolución del problema" (Sentencia del Tribunal Supremo de 11-10-1979, R.J. 1979/3448). La restrictiva dimensión desde la que hay que considerar los casos de actos nulos de pleno derecho es aplicable sin distinción a todos los señalados en el artículo 62.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, aunque se haga del modo específico que se corresponde a cada uno de ellos de acuerdo a su enunciado legal y a su configuración jurisprudencial y doctrinal. El supuesto que en el expediente sometido a dictamen se invoca como causante de la nulidad de pleno derecho, es el enunciado en el apartado f) del artículo 62.1 "Los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los que se adquieren facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su adquisición". La doctrina ha valorado este supuesto del siguiente modo: F. Garrido Falla y J.Mª. Fernández Pastrana en su obra "Régimen Jurídico y Procedimiento de las Administraciones Públicas", afirman: "Se trata, sin duda, de la novedad más importante en la relación de supuestos determinantes de nulidad de pleno derecho, frente al listado que contenía el artículo 47 de la Ley de Procedimiento Administrativo. No es difícil adivinar que en el origen del precepto se encuentra la preocupación de los redactores de la Ley, por los efectos del régimen del silencio positivo que se trataba de generalizar, que vendrían a corregirse en determinados casos límite atribuyendo a la Administración la posibilidad de su revisión. Pero en la redacción final el precepto ha terminado por referirse, indistintamente, a los actos presuntos y a las resoluciones expresas, de modo que nada autoriza a una diversa interpretación en uno y otro caso. El supuesto ha de ser objeto -como todos los de nulidad- de una interpretación restrictiva de lo que haya que entender por "requisitos esenciales" para la adquisición de facultades y derechos. A nuestro juicio, se trata de una especificación innecesaria o, si se quiere, de una tautología en relación con los actos de "contenido imposible", respecto de los cuales se ha dejado dicho que incluyen los supuestos en que falta el substrato fáctico, personal o material, que presupone el acto, lo que, en ocasiones, afecta o puede afectar a la causa misma de aquél". Jesús González Pérez y Francisco González Navarro en su obra "Comentarios a la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento Administrativo Común": "Congruentemente con el criterio restrictivo que debe presidir la aplicación de la regulación de las nulidades de pleno Derecho -según jurisprudencia reiterada-, deben interpretarse con especial rigor las exigencias de la norma y, muy especialmente, a la hora de concretar algo tan impreciso como qué es requisito esencial. La norma exige que se carezca de los requisitos esenciales para la adquisición de los derechos y facultades. Por lo tanto, no bastará que no cumpla cualquier requisito de los que exige el Página 6 de 10 Ordenamiento jurídico, aunque tales requisitos se exijan para la validez del acto que determina la adquisición de la facultad o derecho. Es necesario que el requisito exigido pueda calificarse como esencial, bien se refiera a las condiciones del sujeto o al objeto sobre el que recaiga la actividad. Y, dados los términos de la norma, parece necesario que el acto determine el nacimiento del derecho o facultad, no pudiendo aplicarse a aquellos actos que no den lugar al nacimiento del derecho o facultad, sino que únicamente remueven el obstáculo existente al ejercicio de un derecho preexistente". Carmen Chinchilla que, junto con otros autores, ha coincidido en considerar la conveniencia de introducir esta nueva fórmula general, no por ello deja de señalar la imprecisión del precepto y su carencia de certeza y afirma que "Definir qué requisitos son esenciales para adquirir una facultad o un derecho es algo que ... sólo cabe hacer ante los concretos derechos o facultades de que se trate, sin que ni siquiera en tal caso sea una tarea fácil" ("Nulidad y Anulabilidad", en la obra "La nueva Ley de régimen jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común" J. Leguina Villa y M. Sánchez Morón). Belén Triana en la obra colectiva "Estudios y comentarios sobre la ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común" editada por el Ministerio de Justicia: "En tanto la jurisprudencia no concrete el contenido del precepto, el mismo deberá ser objeto de interpretación restrictiva en su aplicación". El propio Consejo Consultivo, en sus dictámenes número 41 y 52 de 1997, ha mantenido el mismo criterio restrictivo en la revisión de un acto que se considere incurso en este supuesto requiere inexcusablemente determinar cual es la facultad o derecho que se ha adquirido por dicho acto, y cuales son los requisitos esenciales correspondientes cuya carencia impediría su "adquisición". El acuerdo sometido a revisión tomado por el pleno de la Corporación en el punto 8º. de su orden del día "Reclamación pago factura por I.S." determina "que se pague el importe de la factura reclamada ..." (y sin que sea preciso hacer cuestión de su naturaleza jurídica, y en su virtud, del órgano competente para dar respuesta a la reclamación), por lo que el órgano que acuerda la iniciación del expediente de revisión, está considerando que el reclamante ha adquirido con ese acto el derecho a percibir del Ayuntamiento una cantidad determinada de 371.880 pesetas. Nada hay en el acuerdo que vincule ese pago a contraprestación alguna, aunque en la reclamación presentada en fecha 24 de abril de 1996, con referencia a la factura nº. 3/1991 y en las alegaciones realizadas por el interesado, hay una inequívoca manifestación que vincula ese pago a la liquidación total y definitiva de una obra que fue ejecutada y entregada al Ayuntamiento. Mas no son sólo las manifestaciones del interesado las que ponen en relación esa factura y su importe con una obra ejecutada para el Municipio, sino que es también el propio Mandamiento de pago del Alcalde al tesorero del Ayuntamiento el que da referencia de unos "trabajos de ampliación en el alumbrado público" que se pagan a I.S.D., -reclamante e interesado en este procedimiento de revisión de oficio- si bien dejando pendiente una factura -cuyo importe no se citaba en dicho mandamiento- que no podía pagarse "de momento por falta de crédito"; y justificada en el mismo concepto. Extremo éste que está en correspondencia con las dos facturas que aparecen incorporadas en el expediente, y una de las cuales es la que ahora se reclama. En la propuesta de la Alcaldía y en el acuerdo de inicio de la revisión de oficio sin ningún fundamento de hecho o de derecho se desconecta esa factura pendiente -que originó la reclamación y el acuerdo de su pago, sometido a revisión- de las obras de ampliación de alumbrado público que dieron lugar al pago de los dos millones, y a partir de esa inaceptable escisión, pretende que el interesado demuestre que hay algún "expediente contrato, acuerdo del pleno, decreto", en que fundar la reclamación de la factura por importe de 371.880 pesetas. Página 7 de 10 Pretensión que resulta de imposible realización pues el concepto y la causa por la que se emitió son los mismos que se relacionan en el mandamiento del Alcalde al tesorero con el pago de los dos millones, es decir la realización de unos "trabajos del alumbrado público", y por tanto con el contrato del que estos eventualmente derivaran. Es más, la misma propuesta de resolución, sometida a examen de este Consejo, aunque contesta a las alegaciones del interesado desde la ficción de hacer objeto de la reclamación y del pago acordado una obra inexistente (que no ha generado "expediente, contrato, acuerdo o decreto alguno, y que, por tanto, tampoco podría dar lugar a que nadie adquiriera derechos en relación con ella) reconoce que se realizó una obra por el reclamante y para el Ayuntamiento. En relación a la misma, por un lado, deduce que "debió quedar liquidada" con el pago de los dos millones, contradiciendo así literalmente lo expresamente declarado en el mandamiento de pago. Por otro lado, considera una "simple presunción" del interesado su afirmación de que la obra fue ejecutada en su totalidad. Precisamente la realidad efectiva de estas dos circunstancias hubieran debido quedar acreditadas en el expediente de revisión pues sólo probando que la obra quedó liquidada, que su precio se pagó íntegramente o bien que no fue ejecutada en su totalidad se establece una base fáctica a partir de la cual podría fundarse la carencia de requisitos esenciales para adquirir el derecho de cobrar su íntegro precio. Pero ninguno de tales extremos han quedado demostrados. En consecuencia la propuesta de resolución no puede resultar sino incongruente y carente de motivación. De hecho en uno de sus considerandos se limita a intentar demostrar que "ninguna de la alegaciones presentadas por el interesado demuestran la pertinencia del reconocimiento del derecho", cuando la tramitación del expediente de revisión de oficio precisamente debía demostrar que carecía de requisitos esenciales para su adquisición. Y, en el segundo, se limita a la pura afirmación de que el interesado ha adquirido un derecho careciendo de los requisitos esenciales. Es significativo que en esta propuesta de resolución ni siquiera se mencione ya como expresión de esta carencia la inexistencia de "expediente, contrato, acuerdo o decreto". En suma no cabe considerar que el acuerdo sometido a revisión esté incurso en el caso del artículo 62.1.f) de la Ley 30/1992. La invocación de esta causa de nulidad se hace desde una ficción que contradice la realidad de los hechos: se realizaron unas obras de alumbrado ejecutadas por el reclamante para el Ayuntamiento, obras que este recibió -y pagó en parte salvo prueba en contrario-, y a las que está vinculada la factura cuyo pago se acordó. La realización de las obras constituye una realidad fáctica irreversible cuyas consecuencias se dilucidan en la Consideración V. IV La inexistencia de la causa de nulidad invocada por el órgano consultante no impide a este Consejo entrar a considerar la posible existencia de otros vicios en ese mismo acto que pudieran igualmente determinar su revisión de oficio, previa la tramitación del oportuno expediente. Ha de tenerse en cuenta a este respecto que el artículo 62.1.g) de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común establece que serán nulos de pleno derecho los actos administrativos cuando así lo establezca expresamente una disposición de rango legal y que, una disposición de este rango, la Ley 39/1988, de 28 de diciembre, reguladora de las Haciendas Locales, dispone, en su artículo 154.5 que "No podrán adquirirse compromisos de gastos por cuantía superior al importe de los créditos autorizados en los estados de gastos, siendo nulos de pleno derecho los acuerdos, resoluciones y actos administrativos que infrinjan la expresada prohibición ...". Prohibe la norma transcrita la adquisición de compromisos de gasto, que no cuenten con la previa Página 8 de 10 consignación presupuestaria, refiriéndose así a una concreta fase de las que el artículo 165.1 de la Ley de Haciendas Locales enumera como componentes de la gestión del Presupuesto de Gastos. Por tanto, para apreciar la concurrencia de este vicio de nulidad en el acto objeto de revisión, sería preciso determinar si éste efectivamente ampara un compromiso de gasto o se limita únicamente al reconocimiento de una obligación de pago, previamente comprometida. Ha de advertirse previamente a este examen que, para ello, únicamente se dispone, en el expediente, del tenor literal del acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de 13 de septiembre de 1996; no hay otro documento en el expediente, ni certificación del Interventor de la Corporación que corrobore las afirmaciones contenidas en el mismo, por lo que el juicio que al respecto se emita ha de ser necesariamente provisional, a reserva de su contraste con dichos documentos. Pues bien, del examen del referido acuerdo y, en particular de las manifestaciones del Secretario de la Corporación, se desprende que no existía un compromiso de gasto consignado en anteriores presupuestos que pudiese amparar el pago pretendido, por lo que, el reconocimiento de esa obligación debería llevar anejo también ese compromiso o disposición del gasto. Y siendo esto así, en el propio acuerdo se afirma que aún no está aprobado el presupuesto para 1996, en el que podría autorizarse un crédito para tal fin, y que para asumir ese gasto con cargo al presupuesto vigente, debería realizarse una modificación presupuestaria, modificación que no consta haberse realizado con anterioridad a la adopción del acuerdo. A tenor de dichas manifestaciones, parece claro que, asumiendo el Ayuntamiento por ese acuerdo un compromiso de gasto frente a un particular, no contaba con la previa y preceptiva consignación presupuestaria, por lo que el acto en cuestión podría estar incurso en la causa de nulidad prevista en el artículo 62.1.g) de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, en relación con el artículo 154.5 de la Ley reguladora de las Haciendas Locales. Debe advertirse, no obstante, que la apreciación de este vicio de nulidad en el acto no conlleva un juicio sobre la existencia o inexistencia de una obligación de la Administración consultante frente al destinatario del acto, obligación que puede, haber nacido de un contrato válidamente celebrado y que esté pendiente de liquidación o bien haber nacido en cualquiera de las otras fuentes de obligaciones que señala el ordenamiento jurídico si el contrato adoleciera de irregularidades invalidantes. La falta de consignación presupuestaria no sería un valladar inexpugnable para reconocer y hacer efectivas esas obligaciones. Así lo ha manifestado de manera reiterada la jurisprudencia del Tribunal Supremo, quien, por ejemplo, en su Sentencia de 8 de octubre de 1986 (R.J. 1986/7650), manifiesta que la falta de consignación presupuestaria, aun de ser cierta, no afecta a la efectividad de las obligaciones municipales, pues en otro caso, se estaría dejando a su arbitrio el cumplimiento de las mismas, contraviniendo así lo dispuesto en el artículo 1.256 del Código Civil. Igualmente, el Tribunal Constitucional afirma en su sentencia 294/1994, F.J. 3º., que "los privilegios que protegen a la Administración no la sitúan fuera del ordenamiento, no la eximen de cumplir lo mandado en fallos judiciales, ni priva a los Jueces y Tribunales de medios eficaces para obligar a los titulares de los órganos administrativos a llevar a cabo las actuaciones necesarias para ello. Si así no fuera, el Estado podría demorar indefinidamente el pago o cumplimiento de sus obligaciones legales y dejar sin efecto los derechos subjetivos de crédito de los particulares válida y legalmente contraídos, escudándose siempre en la no inclusión en los Presupuestos Generales del Estado de los fondos necesarios para ello. Y claro es que un Estado de derecho no puede desconocer una situación jurídica perfecta o una obligación legalmente contraída por el mero hecho de que no exista crédito presupuestario". Por último, ha de señalarse que para que la Administración consultante pueda acordar la revisión del acto por la causa de nulidad descrita anteriormente, debe instruir un nuevo expediente en el Página 9 de 10 que quede debidamente acreditada la existencia del mencionado vicio y se otorgue nuevamente audiencia al interesado, permitiéndole ejercer su derecho a defender la validez del acto que, previamente, había declarado un derecho a su favor. Una vez tramitado el expediente deberá, igualmente, solicitarse el dictamen de este Consejo, conforme a lo establecido en el artículo 102.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, sin que pueda entenderse cumplido este trámite con la emisión del presente dictamen, por cuanto éste va referido a un expediente que, por apreciar una causa de nulidad distinta, parte de unos antecedentes y fundamentos jurídicos que pueden diferir de los que pudiera contener el nuevo expediente que, de estimarlo procedente, decida instar la Administración consultante. V No es objeto de la consulta establecer la realidad y validez de la adjudicación de la obra de alumbrado público a la que está vinculada la reclamación del interesado y el acuerdo del Ayuntamiento que se pretende revisar. Sin embargo, y, a los efectos de esclarecer el sentido del dictamen, es necesario relacionar lo que ha sido puesto de manifiesto en el expediente de revisión de oficio con las consecuencias que se derivan de esa situación fáctica, irreversible e indiscutida creada por la realización de la obra. La carencia de prueba y las evidenciadas dificultades para probar, por parte del reclamante, que su factura se corresponde al precio de un contrato válidamente contratado con el Ayuntamiento, y por parte de éste, que se hizo el pago íntegro correspondiente a la obra realizada, revelan cuanto menos irregularidades en aquella contratación. Pero, cualquiera que fuera la fuerza invalidante de las mismas, es un hecho cierto que el Ayuntamiento no ha hecho cuestión de ellas, en ningún momento y que la obra puede considerarse recepcionada, y por tanto correctamente ejecutada y adecuada al servicio público al que se destinó. Esto es así con independencia de que ahora en la propuesta de resolución se ponga en duda que la obra fuera ejecutada en su totalidad y se afirme que no existe acta de recepción. Conviene a este respecto recordar la elaboración jurisprudencial de la categoría de la recepción tácita. Esta se entiende producida cuando la obra se destina al servicio público a cuyo fin se realizó. Ver, entre otras, las Sentencias del Tribunal Supremo de fecha 3-5-85 y 26-4-85, (Aranzadi 2888 y 2234 respectivamente). La jurisprudencia ante las situaciones irregulares en la contratación administrativa, para hacer efectivos en estos casos los principios de pacta sunt servanda, buena fe y equilibrio entre las prestaciones, ha acudido a la doctrina del enriquecimiento o empobrecimiento sin causa, "que pasa a ser un verdadero mecanismo de cierre del sistema de contratación administrativa", según expresión de J.A. Santamaría Pastor y L. Parejo Alfonso ("Derecho Administrativo. La Jurisprudencia del Tribunal Supremo"). Cuando la cuestión ha de situarse en términos extracontractuales, por haberse declarado la nulidad radical del contrato, pero tras haberse llevado a cabo prestaciones recíprocas al amparo de su aparente validez, -o no discutida validez, como es el caso presente-, la jurisprudencia establece que los trabajos realizados por el contratista deben ser objeto de la correspondiente indemnización -vía negotiorum gestio, vía responsabilidad patrimonial de la Administración- en cuantía que se ha de determinar contradictoriamente. En conclusión, la eventual declaración de nulidad del acuerdo por la causa señalada por este Consejo en su Consideración IV, aunque necesaria para evitar su ejecución, no dejaría zanjada la cuestión planteada por el reclamante. Los contratos deben cumplirse con sujeción a lo pactado, el contratista tiene derecho al pago de la obra ejecutada con arreglo al precio convenido. Si se estimara que este no queda probado en el Página 10 de 10 expediente administrativo por las facturas presentadas en su día y por lo manifestado en el Mandamiento de pago en relación a las mismas, aún quedaría pendiente un acto liquidatorio del quantum de las prestaciones realizadas. Y todo esto sin perjuicio de las consecuencias derivadas del tiempo transcurrido entre la entrega de la obra, momento en el que surge la obligación de pago de la Administración municipal, y la reclamación que el interesado formula el 24 de abril de 1996. En mérito de lo expuesto, el Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha es de dictamen: "Que no procede la revisión de oficio del acuerdo por vulneración del artículo 62.1.f) de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común". Este es nuestro dictamen, que pronunciamos, emitimos y firmamos en el lugar y fecha indicados en el encabezamiento.