“Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre

Anuncio
Este documento se encuentra en revisión por pares
“Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida
Silvestre”: análisis a nivel municipal considerando la
dinámica de la vegetación y la vulnerabilidad ante el cambio
climático
Este documento se encuentra en revisión por pares
Directorio del INECC
Dra. María Amparo Martínez Arrollo
Directora General
Dra. Ana Cecilia Conde Álvarez
Coordinadora General de Adaptación al Cambio Climático
Dra. Margarita Caso Chávez
Directora de Vulnerabilidad y Adaptación Ecológica
Autores (Responsables Técnicos)
Dra. Laura Gómez Aíza, Jefe de Departamento de Restauración Ecológica y Análisis Espacial
Geóg. Leonel Álvarez Balderas, Profesional Ejecutivo adscrito a la DVyAE
Biol. María Alicia del Carmen Lombardero Goldaracenaƚ, Técnico Superior adscrito a la DVyAE
Revisores Técnicos
Dra. Paola Massyel García Meneses, Subdirectora de Vulnerabilidad y Adaptación de Comunidades
Biológicas
Dra. Margarita Caso Chávez, Directora de Vulnerabilidad y Adaptación Ecológica
D.R. © Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC)
Periférico Sur 5000, Colonia Insurgentes Cuicuilco C.P. 04530.
Delegación Coyoacán, México D.F. http://www.inecc.gob.mx
AGRADECIMIENTOS. Queremos agradecer el apoyo brindado por la Dirección General de Vida
Silvestre de SEMARNAT, en particular a Florentino Chillopa y a Edgardo Corte, así como a los
integrantes de la Coordinación General de Adaptación al Cambio Climático del INECC. Asimismo,
de manera especial agradecemos las aportaciones de Aquileo Guzmán, Erika Tapia, Luis A.
Conde Álvarez, Andrea Martínez Ballesté, José Luis Pérez Damián y de Israel Laguna. Por facilitar
la comunicación y difusión de este proyecto nuestro reconocimiento a Fabiola Ramírez, Ileana
Villalobos y a la Dra. Amparo Martínez, directora general del INECC.
FOTO DE LA PORTADA: Paisaje en Tehuacán-Cuicatlán, noviembre 2009, Leonel Álvarez Balderas
ƚ Q.E.P.D.
3
Este documento se encuentra en revisión por pares
Alicia Lombardero Goldaracena
In memoriam
4
Este documento se encuentra en revisión por pares
Contenido
Resumen ................................................................................................................. 8
Introducción ........................................................................................................... 10
Capítulo 1. Marco de Referencia ........................................................................... 13
Cambio climático y vulnerabilidad ................................................................................................ 13
Compromisos internacionales....................................................................................................... 15
Marco jurídico nacional................................................................................................................. 16
Unidades de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMA). .......................................... 20
Capítulo 2. Vegetación y UMA: análisis espacio-temporal a nivel municipal ......... 23
Introducción. ................................................................................................................................. 23
Métodos ........................................................................................................................................ 25
Resultados y discusión .................................................................................................................. 26
Conclusiones ............................................................................................................................... 385
Capítulo 3. Vegetación y UMA en los municipios con muy alta vulnerabilidad al
cambio climático .................................................................................................. 407
Introducción .................................................................................................................................. 40
Método.......................................................................................................................................... 40
Resultados y discusión .................................................................................................................. 41
Conclusiones ................................................................................................................................. 45
Reflexiones finales: UMA y SUMA para la conservación de la biodiversidad y la
adaptación a los factores de estrés ....................................................................... 47
Literatura Citada .................................................................................................... 52
5
Este documento se encuentra en revisión por pares
Índice de Figuras y Cuadros
Cuadro 2.1. Agrupación de municipios de acuerdo con su porcentaje de área cubierta por
vegetación ....................................................................................................................................... 27
Figura 2.1. Histogramas del porcentaje de área municipal ocupada por vegetación .......... 27
Figura 2.2. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal cubierta con
vegetación ....................................................................................................................................... 28
Figura 2.3. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal cubierta con
vegetación ....................................................................................................................................... 29
Figura 2.4. Gráfica de tendencias de cambio en la superficie municipal cubierta por
vegetación ....................................................................................................................................... 30
Figura 2.5. Dinámica espacial del cambio en el porcentaje de la superficie municipal
cubierta con vegetación................................................................................................................. 30
Figura 2.6. Diagrama de dispersión de datos de la autocorrelación espacial en el cambio
de superficie municipal cubierta por vegetación........................................................................ 31
Figura 2.7. Asociaciones espaciales a nivel local en el cambio en la superficie municipal
cubierta por vegetación. ................................................................................................................ 32
Cuadro 2.2. Grado de atomización de las UMA a lo largo del país ...................................... 33
Figura 2.8. Gráfica de agrupación de los municipios de acuerdo con el porcentaje de su
área registrada como UMA ........................................................................................................... 33
Figura 2.9. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal registrada como
UMA .................................................................................................................................................. 34
Figura 2.10. Asociaciones espaciales a nivel local del porcentaje de área municipal
declarado como UMA .................................................................................................................... 35
Figura 2.11. Distribución de datos del porcentaje de cambio de superficie municipal
cubierta con vegetación en relación con la presencia y porcentaje de UMA........................ 37
Figura 3.2. Cambio en el porcentaje de superficie municipal cubierta por vegetación en el
periodo 2005-2012 para los 319 municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio
climático ........................................................................................................................................... 43
6
Este documento se encuentra en revisión por pares
Cuadro 3.1. Municipios doblemente vulnerables: al cambio climático y a la pérdida de más
del 10% de su vegetación ............................................................................................................. 43
7
Este documento se encuentra en revisión por pares
ACRÓNIMOS
ANP
CBD
CMNUCC
CONABIO
CONAFOR
CONANP
CONAPO
CONEVAL
COP
DGVS
GEI
INAFED
INECC
INEGI
INEGEI
IPCC
LGCC
LGDFS
LGEEPA
LGVS
OET
PROFEPA
UMA
SEMARNAT
SUMA
Área Natural Protegida
Convenio de Diversidad Biológica
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad
Comisión Nacional Forestal
Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas
Comisión Nacional de Población
Comisión Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
Conferencia de las Partes
Dirección General de Vida Silvestre de SEMARNAT
Gases de Efecto Invernadero
Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal
Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático
Instituto Nacional de Estadística y Geografía
Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero
Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático
Ley General de Cambio Climático
Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable
Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente
Ley General de Vida Silvestre
Ordenamiento Ecológico del Territorio
Procuraduría Federal de Protección al Ambiente
Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales
Sistema de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre
8
Este documento se encuentra en revisión por pares
Resumen
Las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) son
predios en donde se hace aprovechamiento regulado de la biodiversidad y en donde se
monitorea el estado del hábitat. Por su parte, las acciones de reducción de la
vulnerabilidad de los ecosistemas buscan promover su permanencia en el mediano y
largo plazo. Tanto las UMA como las acciones de reducción de la vulnerabilidad tienen
como meta la conservación de la biodiversidad y se expresan a nivel local. Sin embargo
existen factores, como el cambio de uso de suelo, que pueden actuar en contra de esos
objetivos y tienen una expresión territorial más amplia, ya sea regional o incluso global.
La mínima unidad administrativa de planeación y de gestión del país es el
municipio. Actualmente existen 2,456 municipios a lo largo del país, heterogéneos tanto
en extensión, como en realidades biofísicas, económicas, sociales, culturales y políticas.
En el nivel municipal la planeación ambiental-territorial tiene gran relevancia, es donde la
interacción social puede desencadenar procesos de gobernanza ambiental y en donde se
pueden gestionar y administrar recursos para el establecimiento de instrumentos de
política ambiental como las UMA. Sin embargo, cada municipio se encuentra, en mayor o
menor medida, influenciado por las tendencias regionales de cambio de cobertura de
suelo y vulnerabilidad ante el cambio climático. Considerar y analizar esas tendencias
ayuda a comprender el estado actual del territorio y a establecer objetivos realistas de
conservación y aprovechamiento sustentable de recursos, así como estrategias de corto,
mediano y largo plazo para lograr la adaptación de los sistemas socio-ambientales.
El presente trabajo inicia una línea base para la valoración de las UMA como
instrumento de política ambiental aplicada a nivel municipal, a través de analizar la
relación entre dinámica de la cobertura de la “vegetación” y la presencia de UMA, en
particular en los municipios muy vulnerables ante el cambio climático.
La “vegetación” en cada municipio se obtuvo a partir de reagrupar todos los tipos
de vegetación natural registrados en la Serie III y en la Serie V “Cobertura de Uso de
Suelo y Vegetación” del INEGI. Se realizaron geoprocesamientos entre el Marco
Geoestadístico Municipal y cada una de las Series para obtener el porcentaje del área de
cada municipio ocupada con esa cobertura de suelo. Para definir la dinámica que siguió la
vegetación en cada municipio, se restó el porcentaje de vegetación proveniente de la
Serie V menos el proveniente de la Serie III. Por su parte, se calculó el porcentaje de área
municipal ocupada con UMA de acuerdo con una base de datos proporcionada por la
Dirección General de Vida Silvestre. Se elaboraron análisis de autocorrelación espacial
global y local para ambas variables, para encontrar regiones con las mismas tendencias.
Las relaciones entre los cambios en el área municipal con vegetación y la existencia de
UMA se exploraron a través de análisis de comparación de grupos (U de Mann-Whitney) y
análisis de varianza entre distintos grupos (Kruskal-Wallis).
Con estos procedimientos se encontró que la mayoría de los municipios del país
(64%) tienen pérdida de vegetación, un tercio presentaron recuperación y una fracción
muy pequeña permaneció constante durante el periodo de estudio. Existen algunas
regiones de pérdida, destaca una región en los límites sureños de la Sierra Madre
Occidental y el Este del Eje Volcánico Transmexicano; asimismo se detectaron zonas de
recuperación en la zona Centro-Oeste. Poco menos de la mitad de los municipios
presentaron UMA en su territorio; la mayor cantidad de UMA se ubica en los municipios
9
Este documento se encuentra en revisión por pares
del Norte del país, mientras que los municipios de la zona Centro en general no tienen
UMA. Se encontraron diferencias significativas en la tendencia de cambio/permanencia de
la vegetación en municipios con y sin UMA. De acuerdo con los resultados, existe mayor
pérdida en los municipios con UMA, principalmente en aquellos que tienen menos del
10% de su área bajo este esquema territorial; los que tienen un área mayor se comportan
de manera similar a los municipios sin UMA. Se detectaron 12 municipios doblemente
vulnerables (con pérdida de vegetación del más del 10% de su área y con muy alta
vulnerabilidad al cambio climático) y prácticamente no tienen UMA en su territorio.
En la última sección se hace una revisión documental sobre el debate de la
contribución de las UMA al aprovechamiento sustentable de la vida silvestre y a la
conservación de la biodiversidad y se observa que, bajo ciertos contextos son
estratégicas para el logro de esos objetivos pero también son sitios clave para impulsar
acciones de adaptación ante el cambio climático. Discutimos que para potenciar esos
resultados se requiere establecer un conjunto de UMA a nivel municipal, interconectado,
coordinado y dirigido a cumplir con los propósitos regionales de conservación, de
desarrollo sustentable y reducción de la vulnerabilidad actual y futura. En ese sentido
resalta la necesidad de fortalecer al Sistema de Unidades de Manejo para la
Conservación de la Vida Silvestre (SUMA), el cual además de administrar la información y
cumplir con los indicadores de evaluación a nivel país, podría fungir como instrumento de
planeación regional. Se propone que participen, además de la Dirección General de Vida
Silvestre (DGVS-SEMARNAT), otras dependencias del sector ambiental federal (INECC,
CONANP, CONAFOR, PROFEPA, entre otras), junto con las instituciones de los
gobiernos estatal y municipal, así como otros actores locales, en la construcción de
estrategias, alineación de las acciones y vigilancia de las UMA para el contribuir
eficientemente en el logro de esos objetivos.
Palabras clave. Cambio de uso de suelo, Cambio climático, Análisis espacial, Planeación regional,
Instrumentos de Política Ambiental
Introducción
10
Este documento se encuentra en revisión por pares
En 2010 el Instituto Nacional de Ecología (INE) realizó un proyecto para
determinar si las UMA han sido efectivas para frenar y revertir los procesos de deterioro
ambiental (Zarco, 2010). En ese análisis se encontraron tres patrones diferentes en la
vegetación del interior y de la periferia de las UMA: a) se mantuvieron en buen estado de
conservación, b) sufrieron cierto grado de afectación o pérdida, o c) se fragmentaron y
degradaron. La autora sugiere realizar una réplica metodológica considerando la totalidad
de UMA a nivel nacional y aumentar el nivel de detalle de los insumos cartográficos para
lograr una mejor evaluación.
Posteriormente, en 2012 fue aprobada la Ley General de Cambio Climático
(LGCC; Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2012), instrumento mediante
el cual el INE se transforma en Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC;
Título III Capítulo I de la LGCC). En ella se establece que el Instituto debe continuar
apoyando la investigación para la protección del ambiente, así como la preservación y
restauración del equilibrio ecológico, a la vez que debe incorporar el tema de cambio
climático. Al interior se crea la “Coordinación General de Adaptación al Cambio Climático”,
encargada del análisis territorial para la identificación de zonas vulnerables al cambio y
variabilidad climáticos y sus posibles impactos, así como de identificar y evaluar medidas
de adaptación (INECC-SEMARNAT, 2014). La “Dirección de Vulnerabilidad y Adaptación
Ecológica”, perteneciente a dicha Coordinación, se encarga de promover la investigación
en temas de conservación de la biodiversidad, restauración ecológica, manejo sustentable
de los recursos y en la búsqueda de acciones que contribuyan a disminuir la
vulnerabilidad de los ecosistemas a los distintos factores de estrés, incluido el cambio
climático. Con esta nueva perspectiva surge la necesidad de consolidar los procesos de
conservación de la vida silvestre, los hábitats y ecosistemas en el territorio y de reforzar
su resiliencia a nivel local-regional en el contexto del cambio global. En ese sentido las
UMA pueden ser un instrumento clave ya que, de acuerdo con la Ley General de Vida
Silvestre (LGVS), promueven el aprovechamiento sustentable de los recursos y bien
llevadas pueden incentivar la organización comunitaria para implementar medidas de
adaptación de los sistemas socio-ambientales a los diferentes factores de estrés, entre
ellos los impactos del cambio climático.
El objetivo del presente este trabajo fue generar una línea base para analizar la
contribución de las UMA en la conservación de la biodiversidad de los municipios y en la
11
Este documento se encuentra en revisión por pares
reducción de su vulnerabilidad ante el cambio climático. Se abordan aspectos tanto
conceptuales como estadísticos y el documento se divide en cuatro secciones. El Capítulo
1 presenta una revisión documental en donde se enmarca de manera breve la
problemática climático-ambiental que se vive a nivel global y la necesidad de abordar de
manera integral la vulnerabilidad de los sistemas socio-ambientales; se plantean de
manera general los esfuerzos que México ha realizado en materia regulatoria y se hace
énfasis en los esquemas territoriales que regulan la conservación y manejo de la
biodiversidad, en particular en las UMA. En el Capítulo 2 se elaboran distintos análisis
espaciales que describen las tendencias de cambio/permanencia de la vegetación a nivel
municipal, como un indicador de la conservación de la biodiversidad, y su relación con la
presencia y extensión de las UMA. En el Capítulo 3 analizan estos resultados de manera
especial en los municipios con “muy alta” vulnerabilidad al cambio climático (INECC,
2013) y se detectan los municipios doblemente vulnerables: a la pérdida de vegetación y
al cambio climático. En la última sección se esboza el debate actual sobre la eficiencia de
las UMA como instrumento de conservación de la biodiversidad; se discute su importancia
como sitios clave de reducción de la vulnerabilidad, tanto al cambio de coberturas de
suelo como al cambio climático y se propone fortalecer al Sistema de UMA (SUMA) como
una herramienta de proyección regional que busque generar efectos sinérgicos entre las
UMA (y otros instrumentos de política ambiental) para lograr el aprovechamiento
sustentable de los recursos, la conservación de la biodiversidad y la adaptación ante
cambio climático.
12
Este documento se encuentra en revisión por pares
Capítulo 1. Marco de Referencia
Cambio climático y vulnerabilidad. En distintos momentos de la historia se han
registrado cambios climáticos a nivel global, con efectos sobre los sistemas naturales
(Mittelbach et al. 2007) y sociales (Zhang et al. 2007). En la actualidad nos encontramos
en una nueva época geológica, nombrada antropoceno debido a las intensas
transformaciones que han sufrido los ecosistemas por acción del hombre (Ellis, 2011).
Una de sus principales características es el calentamiento global acelerado, inédito en el
pasado y que en gran medida es provocado por las formas de apropiación de los recursos
naturales, por las formas de producción y por las actividades humanas (Gay et al. 2009;
IPCC, 2014).
El presente calentamiento está causando cambios veloces tanto en las
condiciones promedio como en los valores extremos del sistema climático1 (Conde, 2006).
Actualmente hay consenso entre los científicos sobre la irreversibilidad del cambio
climático (Oreskes, 2004) y se proyectan pérdidas de entre 18% y 35% de las especies
existentes (Thomas et al. 2004). A pesar de lo anterior, la incertidumbre sobre la
dirección, magnitud y sentido de sus impactos es manifiesta (IPCC, 2013). Dada tal
incertidumbre, es imperante la búsqueda de acciones que reduzcan la vulnerabilidad2 de
los sistemas naturales y socio-ambientales (Alley et al. 2003).
La vulnerabilidad al cambio climático se define como el grado de susceptibilidad de
un sistema a los efectos negativos del cambio climático, a la variabilidad climática y a los
fenómenos climáticos extremos (IPCC, 2007). Para cuantificarla se han sugerido tres
conceptos generales interrelacionados: exposición, sensibilidad y capacidad adaptativa3
(Turner et al. 2003; INECC, 2013). Es crucial considerar que los factores que definen el
clima son múltiples e interactuantes, que la información para los análisis de vulnerabilidad
1
compuesto por radiación solar, atmósfera, océanos, continentes, criósfera (zonas de hielo y nieve) y biosfera; las variables comúnmente usadas para
evaluar el clima son temperatura, precipitación y velocidad de los vientos.
2
de manera general se identifica con el factor de riesgo interno y con la tendencia intrínseca de cualquier sistema a ser afectado cuando está expuesto a
un peligro; es una herramienta analítica importante para la descripción de la susceptibilidad y marginalidad de los sistemas, para la planeación y para la
toma de decisiones (Shitangsu Kumar, 2013).
3
exposición: carácter, dimensión e índice de variación climática a los que está sometido el sistema (INECC, 2013); sensibilidad: su grado de respuesta
al cambio climático, sea negativo o positivo; capacidad adaptativa: su habilidad de ajuste al estrés actual o futuro provocado por el clima (IPCC, 2007).
13
Este documento se encuentra en revisión por pares
debe contemplar las perspectivas histórica4 y prospectiva5 del clima, que se debe
especificar la dimensión espacio-temporal del análisis, que se deben realizar abordajes
multidisciplinarios y transdisciplinarios, así como análisis flexibles y multi-escala (Schröter
et al. 2005; Conde, 2006; Shitangsu Humar, 2013; Swart et al. 2014). En particular es
fundamental incorporar a la vegetación en dichos análisis debido a su fuerte influencia en
la climatología local, regional y global, así como en la cantidad y calidad de los servicios
ambientales que provee (Nobre et al. 1991; Bonan et al. 1992; Pielke et al. 1998; Pitman,
2003; Feddema et al. 2005; Foley et al. 2005).
Los sistemas están sujetos a múltiples estresores, sumados a aquéllos que se
generan con el cambio climático; el desarrollo de metodologías de análisis de
vulnerabilidad por múltiples estresores ayuda a dar una visión integral del problema y se
obtiene una mejor caracterización de zonas “hot-spot” de atención (OʼBrein et al. 2004;
Shitangsu Humar, 2013). Algunos de los factores que provocan estrés y aumentan la
vulnerabilidad de los ecosistemas son el cambio de coberturas de suelo, la deforestación
y la fragmentación, entre otros, los cuales se suman a los impactos del cambio climático.
Estos factores provocan la pérdida masiva de especies (extinción en cascada), de
hábitats, de conectividad, de tolerancia a las perturbaciones –incluidas las relacionadas
con las variaciones del clima actual y futuro-, de biodiversidad y de resiliencia (Bradshaw
et al. 2007; Fischer y Lindenmayer, 2007; Stein et al. 2014). El cambio de coberturas de
suelo, la deforestación y la fragmentación de los ecosistemas a su vez provocan el
aumento de la temperatura superficial regional, contribuyendo con el cambio climático en
un proceso de retroalimentación positiva (Laurence y Williamson, 2001; Laurence, 2004).
Dada esta situación multifactorial, la reducción de la vulnerabilidad de los sistemas
socio-ambientales debe fomentar la capacidad adaptativa diferencial de sus diversos
componentes a los distintos factores de estrés para obtener mejores resultados (Schröter
et al. 2005). Las medidas de adaptación que se impulsen en estos sistemas, además de
ser respuestas técnicas a la realidad cambiante, deben fomentar la participación social en
todos los niveles y requieren ser incorporadas al desarrollo de las políticas públicas en los
distintos niveles de gobierno y a los distintos programas y estrategias de desarrollo social
4
5
climatología de la región, incluyendo las variaciones del clima y los eventos extremos.
proyecciones del clima y de vulnerabilidad ante las posibles condiciones futuras.
14
Este documento se encuentra en revisión por pares
y protección al ambiente, como son la reducción de la pobreza, la conservación de la
biodiversidad y el combate a la desertificación, por mencionar algunos (Conde, 2006).
Compromisos internacionales. Es larga la historia de reuniones internacionales
para afrontar la problemática ambiental global, pero hubo dos parteaguas: con la Cumbre
de la Tierra en Estocolmo en 1972 y con la Declaración de Río en Brasil en 1992
(Naciones Unidas, 1992a; Naciones Unidas, 1992b; Naciones Unidas, 1994; Naciones
Unidas, 1998; Martínez y Fernández Bremauntz, 2004). La idea central de esas reuniones
es que el cambio global converge a nivel local de la misma manera que las decisiones
que se toman a escala local influyen en el cambio global (Wilbanks y Kates, 1999). De
esas y otras reuniones han emanado compromisos y sugerencias generales aplicables al
ámbito de cada país firmante para coordinar acciones encaminadas a frenar y revertir, en
la medida de lo posible, la problemática ambiental global. Así, para abordar el tema de la
pérdida de biodiversidad, los países firmantes del Convenio de Diversidad Biológica,
(CBD por sus siglas en inglés) se han comprometido a realizar acciones de conservación
in situ y ex situ, a crear mecanismos para lograr el uso sustentable de sus recursos
naturales y a coordinar la participación justa y equitativa de los beneficios que se deriven
de la utilización de sus recursos genéticos (Naciones Unidas, 1992b). Para el combate a
la desertificación, los países firmantes se han comprometido a realizar acciones de
prevención y reducción de la degradación de sus tierras, de recuperación de la
productividad de áreas que presentan algún grado de deterioro y de rehabilitación y
restauración de zonas degradadas (Naciones Unidas, 1994). Para abordar el cambio
climático, los países firmantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el
Cambio Climático (CMNUCC) se han comprometido a impulsar medidas de mitigación6 y
de adaptación7 (Naciones Unidas, 1992a; Naciones Unidas, 1998; Stein et al. 2014).
Las estrategias antes mencionadas son complementarias, sinérgicas y se centran
en atender las problemáticas actuales y en los procesos que las generan. Las medidas de
adaptación, además, buscan estimar los posibles impactos que pueden provocar la
variabilidad y los eventos climáticos del presente, pero también aquellos asociados al
cambio climático futuro y las estrategias para minimizarlos; es decir, requieren del
6
7
reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y aumento de áreas destinadas a captura de carbono.
disminuir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y antropizados a los efectos actuales y esperados del cambio climático.
15
Este documento se encuentra en revisión por pares
modelaje y valoración de algo que posiblemente va a suceder, así como del desarrollo y
evaluación de opciones de respuesta (Smit y Pilifosova, 2003). Esto implica la
construcción de procesos a corto, mediano y largo plazo y su seguimiento continuo; esa
construcción obligadamente debe incorporar la promoción del desarrollo sustentable bajo
los escenarios de cambio climático, y debe ser lo suficientemente incluyente y flexible
para adecuar los procedimientos de acuerdo a los resultados que se van presentando.
Siguiendo esa línea Lim y Spanger-Siegfriend (2004) sugieren cuatro principios base para
desarrollar acciones de adaptación: a) considerar que para reducir la vulnerabilidad al
cambio climático las acciones de inicio deben fortalecer la adaptación de los sistemas a la
variabilidad climática y a eventos extremos actuales; b) la adaptación ocurre a distintos
niveles sociales, incluso en el nivel local; c) la política de adaptación y sus métricas deben
ser evaluadas en un contexto de desarrollo; y d) son igualmente importantes las medidas
de adaptación y los procesos de organización con socios, contrapartes e interesados para
su implementación.
Marco jurídico nacional. México ha sido un participante activo en las reuniones
internacionales, ha firmado diversos acuerdos y paralelamente ha sido del grupo de
países que encabezan la creación de estrategias de acción nacional para la conservación
de la biodiversidad y para hacer frente al cambio climático. Así, a nivel país se han
desarrollado las Estrategias Nacionales: sobre Biodiversidad, de Manejo Sustentable de
Tierras, de Cambio Climático. Existen ejemplos de estas estrategias elaboradas a nivel
sub-nacional (estatal y municipal) pero el reto aún es grande. De manera paralela se han
aprobado diversos marcos jurídicos ambientales. En este trabajo comentaremos algunos
aspectos de la LGCC, de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al
Ambiente (LGEEPA, Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 1988), de la Ley
General de Desarrollo Forestal Sustentable (LGDFS, Cámara de Diputados del H.
Congreso de la Unión, 2003) y de la Ley General de Vida Silvestre (LGVS, Cámara de
Diputados del H. Congreso de la Unión, 2000) por estar directamente relacionados con el
tema de estudio, pero la riqueza conceptual y regulatoria de cada una de ellas y de otros
marcos normativos ambientales nacionales, son mucho más amplios y profundos de lo
que aquí se pretende analizar.
La LGCC recoge parte del espíritu del Protocolo de Kioto (1997) y lo aplica al país.
En ella se especifica, entre otras cosas, que los diferentes niveles de gobierno (federal,
16
Este documento se encuentra en revisión por pares
estatal y municipal) deben elaborar y aplicar políticas públicas encaminadas a la
búsqueda de acciones que contribuyan a reducir la vulnerabilidad de las poblaciones
humanas y de los ecosistemas a los efectos adversos del cambio climático, a través de
mecanismos de mitigación y de adaptación (Título Segundo Capítulo Único, Título Cuarto
Capítulo I). En el caso de mitigación, establece metas y acciones para la reducción de
emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el aumento de áreas para captura de
carbono (Título Cuarto Capítulo III). En su Artículo 74, le confiere al INECC el mandato
para realizar y actualizar el Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto
Invernadero (INEGEI) siguiendo los lineamientos y metodologías establecidos por la
CMNUCC, la Conferencia de las Partes (COP) y por el Panel Intergubernamental sobre el
Cambio Climático (IPCC). México a la fecha ha realizado seis inventarios de emisiones de
GEI, el más reciente está enmarcado dentro de su primer Informe Bienal de Actualización
y comprende el periodo 1990-2013. En ese inventario se observa que en 2013 el sector
“uso del suelo, cambio de uso del suelo y silvicultura” contribuyó con el 4.9% (32,424.86
Gg8 de CO2e) del total de las emisiones; esto fue el resultado del balance entre las
emisiones por tierras convertidas a pastizales, a asentamientos y a otras tierras así como
por incendios forestales que en total contribuyeron con 45,007.61 Gg de CO2e, mientras
que las tierras convertidas a tierras forestales capturaron un total de 12,582.75 Gg de
CO2e (INECC-SEMARNAT, 2015). Cabe señalar que la metodología permite estimar las
permanencias de tierras forestales, pastizales y tierras agrícolas, que en ese año
capturaron 172,997.611 Gg de CO2e, sin embargo las absorciones derivadas de las
permanencias no se suman al balance general de emisiones de este sector ni del
inventario total (INECC-SEMARNAT, 2015).
En cuanto a la adaptación, la LGCC especifica que debe estar basada en
información y datos reales que apoyen la elaboración de diagnósticos, planificación,
seguimiento, reporte, verificación y evaluación; se menciona que las siguientes son
medidas de adaptación: corredores biológicos, ordenamientos ecológicos, áreas naturales
protegidas (ANP), áreas para restauración ecológica y superficies destinadas a pago por
servicios ambientales (Título Cuarto, Capítulo II). Esas figuras están definidas como
instrumentos de conservación de los procesos ecológicos y evolutivos en la LGEEPA y en
8
Gg o Giga gramos (109 g) es la unidad de medida de masa equivalente empleada para reportar los gramos emitidos de dióxido de carbono, CO 2, o de
CO2e equivalente (efecto invernadero de otros GEI expresando en términos de CO2).
17
Este documento se encuentra en revisión por pares
la LGDFS. Es de destacar que en el texto de la LGCC no se hace mención de las UMA
como instrumentos estratégicos para la adaptación al cambio climático.
En la LGEEPA se indica la necesidad de propiciar el desarrollo sustentable
considerando de manera puntual la preservación y protección de la biodiversidad.
Corresponde a la federación regular el aprovechamiento sustentable, la protección y la
preservación de la biodiversidad (Artículo 5, Fracción XI) y garantizar que el
aprovechamiento de los recursos renovables se realice de manera que se asegure el
mantenimiento de la diversidad y su renovabilidad (Artículo 15, Fracción VII). Se crea la
Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO),
encargada –entre otros temas- de la elaboración y seguimiento del Sistema Nacional de
Información sobre Biodiversidad y Verificación del Uso Sustentable de sus Componentes
(Artículo 80, Fracción V), además de participar en el seguimiento y continuidad de los
compromisos internacionales que han sido firmados por México en materia de
biodiversidad (CBD, Metas de Aichi, Protocolo de Nagoya, por mencionar algunos).
Dentro de la CONABIO se encuentra, entre otras, la Coordinación General de Corredores
y Recursos Biológicos encargada de planear y analizar la creación y mantenimiento de
corredores biológicos a lo largo del territorio, con el objetivo de mantener la conectividad
entre los distintos componentes del paisaje9, y de esta manera asegurar el flujo de
especies y la continuidad de los procesos evolutivos en los distintos territorios.
En la LGEEPA se establecen los lineamientos de planeación ambiental, entre los
que destaca el proceso de Ordenamiento Ecológico del Territorio -OET (Título Primero,
Capítulo IV, Sección II), cuyo objetivo es regular o inducir el uso de suelo y las actividades
productivas (Artículo 2); con los OET se busca elaborar los lineamientos y estrategias
para lograr la preservación, protección, restauración y aprovechamiento sustentable de
los recursos naturales y la localización espacial de actividades productivas y de los
asentamientos humanos (Artículo 20, numeral II).
Igualmente la LGEEPA establece las pautas para la creación de las ANP (Título
Segundo, Capítulo I), es decir zonas donde los ambientes originales no han sido
significativamente alterados por las actividades humanas (Artículo 2 LGEEPA) y tienen
por objeto preservar los ecosistemas representativos de las diferentes regiones
biogeográficas, salvaguardar la diversidad genética de las especies silvestres, el
9
matriz paisajística y fragmentos de hábitat, los cuales presentan bordes y áreas núcleo con características particulares.
18
Este documento se encuentra en revisión por pares
aprovechamiento sustentable de los ecosistemas, la promoción de investigación científica
de la vida silvestre y la recuperación de los conocimientos y prácticas tradicionales que
sean sustentables (Artículo 45 de la LGEEPA). De acuerdo con esta Ley y su
Reglamento, existen distintas modalidades de ANP y todas deben tener un plan de
manejo que contenga la zonificación, sub-zonificación y las reglas administrativas. La
instancia encargada de gestionar y administrar las ANP federales es la Comisión Nacional
de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), creada en el 2000.
En el Título Segundo, Capítulo II de la LGEEPA, se describe la restauración
ecológica de las zonas degradadas; esta actividad es definida como el conjunto de
actividades tendientes a la recuperación y restablecimiento de las condiciones que
propician la evolución y continuidad de los procesos naturales (Artículo 2); los sitios con
procesos acelerados de desertificación o degradación se declaran como zonas de
restauración ecológica, para los cuales se debe elaborar un programa de restauración que
contenga las acciones necesarias para el restablecimiento de sus condiciones naturales y
debe involucrar la participación de los habitantes locales (Artículo 78 Bis).
En la LEGEEPA se define los servicios ambientales como los beneficios tangibles
e intangibles generados por los ecosistemas y que son fundamentales para la
supervivencia de los sistemas naturales y para el ser humano (Artículo 2), pero es en la
LGDFS donde se demanda el desarrollo de instrumentos económicos para incentivar la
conservación y mejora de los servicios ambientales de los bosques (Artículo 133) que
redunden en beneficios económicos para los propietarios de predios con esquemas de
manejo forestal sustentable (Artículo 134 Bis); dentro de los incentivos se encuentran los
bonos que acrediten la conservación (Artículo 141) y los pagos de bienes y servicios
ambientales (Artículo 142).
Dadas las condiciones de dispersión de la población en el país, los objetivos de
conservación de la biodiversidad se han tenido que compatibilizar con la producción y
desarrollo socioeconómico nacional (Schroeder et al. 2009). Ha sido necesario “… contar
con normas homogéneas para todo el territorio … en términos de conservación y
sustentabilidad, … [fundamentadas en] tres cuestiones básicas: el consenso científico
respecto a los criterios ecológicos generales para lograrlos; la gravedad de la
fragmentación y degradación de hábitats y la disminución y desaparición de poblaciones
naturales de especies silvestres, que podrían verse incrementados por reglas distintas
basadas en fronteras políticas y, por último, la necesidad de certidumbre en la realización
19
Este documento se encuentra en revisión por pares
de actividades productivas basadas en la vida silvestre (Monasterio-Quintana, 2011). En
ese tenor la LGVS aclara que corresponde a la federación la formulación, conducción,
operación y evaluación de la política nacional de conservación y aprovechamiento de la
vida silvestre y su hábitat, así como su reglamentación (Artículo 9) y permite a los
propietarios y legítimos poseedores de los predios el aprovechamiento de la biodiversidad
(Artículo 18, LGVS), así como el manejo de los recursos y la aplicación de su
conocimiento tradicional siempre y cuando sean compatibles con el uso sustentable
(Artículo 24, LGVS).
Unidades de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMA). La
LGVS definen a las UMA como “… predios e instalaciones registrados que operan de
conformidad con un plan de manejo aprobado [por la SEMARNAT] y dentro de los cuales
se da seguimiento permanente al estado del hábitat y de poblaciones o ejemplares que
ahí se distribuyen” (Artículo 3, LGVS). El objetivo general de las UMA es “la conservación
del hábitat natural, poblaciones y ejemplares de especies silvestres”; dentro de sus
objetivos específicos se encuentran la restauración, rehabilitación, protección, resguardo,
mantenimiento, investigación, rescate, recuperación, reproducción, repoblación y
reintroducción de especies, así como exhibición, recreación, educación ambiental y
aprovechamiento sustentable de la vida silvestre (Artículo 39). El plan de manejo de la
UMA es el “… documento técnico operativo … que describe y programa actividades para
el manejo de especies silvestres particulares y sus hábitats y establece metas e
indicadores de éxito en función del hábitat y las poblaciones” (Artículo 3, LGVS); dicho
plan debe contener información biológica de las especies de interés, la descripción física y
biológica del área, los métodos de muestreo, las técnicas de manejo del hábitat,
poblaciones y ejemplares, las medidas de contingencia, los mecanismos de vigilancia, los
medios y formas de aprovechamiento y los sistemas de marcaje (Artículo 40, LGVS), todo
centrado en el predio. Los dueños de los predios o encargados de las UMA deben
presentar informes periódicos (anuales) de las actividades, así como los indicadores de
éxito y problemáticas (incidencias, contingencias) asociadas al manejo de la vida silvestre
y del hábitat (Artículo 42, LGVS).
En la LGVS se desarrollan ampliamente las modalidades de aprovechamiento de
la vida silvestre con la finalidad de sentar las bases para el desarrollo sustentable. Se
definen dos modalidades de aprovechamiento: extractivo y no extractivo (Artículos 3, 82 y
99). El aprovechamiento extractivo de ejemplares, partes y derivados de la vida silvestre
20
Este documento se encuentra en revisión por pares
requiere de una autorización de la SEMARNAT, quien establece la tasa de
aprovechamiento y su temporalidad, y sólo se puede realizar en condiciones de
sustentabilidad. La autorización para llevar a cabo el aprovechamiento se otorga a los
propietarios o legítimos poseedores de los predios con base en el plan de manejo
aprobado y en función de los resultados de los estudios de poblaciones o muestreos en el
caso de ejemplares en vida libre, o de los inventarios presentados cuando se trate de
ejemplares en confinamiento. La autorización para el aprovechamiento incluye el
aprovechamiento de sus partes y derivados.
Los aprovechamientos se pueden autorizar para actividades de colecta, captura o
caza con fines de reproducción, restauración, recuperación, repoblación, reintroducción,
translocación, económicos o educación ambiental. Los solicitantes deben demostrar: a)
que las tasas de aprovechamiento son menores a la de renovación natural de las
poblaciones de especies silvestres en vida libre; b) que son producto de reproducción
controlada, en el caso de ejemplares de la vida silvestre en confinamiento; c) que éste no
tendrá efectos negativos sobre las poblaciones y no modificará el ciclo de vida del
ejemplar, en el caso de aprovechamiento de partes de ejemplares; d) que éste no tendrá
efectos
negativos
sobre
las
poblaciones,
ni
existirá
manipulación
que
dañe
permanentemente al ejemplar, en el caso de derivados de ejemplares. En el caso de
especies en riesgo sólo se autoriza el aprovechamiento cuando se dé prioridad a la
colecta y captura para actividades de restauración, repoblamiento y reintroducción.
Cualquier otro aprovechamiento, en el caso de poblaciones en peligro de extinción, tendrá
que demostrar además que: a) los ejemplares sean producto de la reproducción
controlada, que a su vez contribuye con el desarrollo de poblaciones en programas,
proyectos o acciones avalados por la SEMARNAT cuando éstos existan, en el caso de
ejemplares en confinamiento; y b) que contribuye con el desarrollo de poblaciones
mediante reproducción controlada, en el caso de ejemplares de especies silvestres en
vida libre.
Para el aprovechamiento de ejemplares de especies silvestres en riesgo se deberá
contar con: a) criterios, medidas y acciones para la reproducción controlada y el desarrollo
de dicha población en su hábitat natural incluidos en el plan de manejo; b) medidas y
acciones específicas para contrarrestar los factores que han llevado a disminuir sus
poblaciones o deteriorar sus hábitats; c) un estudio poblacional que contenga
estimaciones rigurosas de las tasas de natalidad y mortalidad y un muestreo. En el caso
21
Este documento se encuentra en revisión por pares
de poblaciones en peligro de extinción o amenazadas, tanto el estudio como el plan de
manejo, deberán estar avalados por una persona física o moral especializada y
reconocida. Tratándose de poblaciones en peligro de extinción, el plan de manejo y el
estudio deberán realizarse además, de conformidad con los términos de referencia
desarrollados por el Consejo Técnico Consultivo Nacional para la Conservación y
Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre. Por su parte, el aprovechamiento no
extractivo de vida silvestre requiere de una autorización previa de la SEMARNAT, para
garantizar el bienestar de los ejemplares de especies silvestres, la continuidad de sus
poblaciones y la conservación de sus hábitats. En el caso de ambos aprovechamientos,
no se otorga la autorización si el aprovechamiento pudiera tener consecuencias negativas
sobre las poblaciones, el desarrollo de los procesos biológicos, las otras especies y los
hábitats presentes en el predio y se dejará sin efecto las que fueron otorgadas cuando se
generen tales consecuencias.
En la LGVS se crea el Sistema de Unidades de Manejo para la Conservación de
Vida Silvestre (SUMA) para promocionar, coordinar, recopilar y organizar la información
de las UMA (Capítulo VIII, LGVS), el cual es operado por la SEMARNAT, está
conformado por el conjunto de las UMA que cuentan con un plan de manejo aprobado y
tiene como objetivos fomentar la conectividad de los ecosistemas, la formación de
corredores biológicos que interconecten las UMA con las áreas naturales protegidas, el
fomento a actividades de restauración con la participación de organizaciones sociales, la
aplicación del conocimiento tradicional e investigación de la vida silvestre, el desarrollo de
actividades productivas alternativas para las comunidades rurales, la vinculación e
intercambio de información entre las distintas UMA y la simplificación de la gestión
(Artículo 46, LGVS). Cabe señalar que en la LGVS se establece que la federación es la
encargada de promover, registrar y supervisar técnicamente el establecimiento de las
UMA, pero estas atribuciones pueden ser transferidas a los estados o incluso a los
municipios (Artículo 9, LGVS).
22
Este documento se encuentra en revisión por pares
Capítulo 2. Vegetación y UMA: análisis espaciotemporal a nivel municipal
Introducción. En México existen 2,456 municipios heterogéneos en extensión,
densidad poblacional, formas organizativas y realidades históricas, sociales, culturales y
ambientales. Los rezagos para la mayoría de los municipios de México son profundos: los
recursos son insuficientes, están inmersos en inercias políticas más que en la solución de
problemas, en general los funcionarios carecen de experiencia en la gestión pública y
tienen visión inmediatista e improvisada (Ibarra Salazar et al. 2013; Cabrero Mendoza y
Arellano Gault, 2014).
A pesar de lo anterior, es en los municipios donde la interacción social presenta
condiciones idóneas para desencadenar los procesos de gobernanza y de cumplimiento
de objetivos sociales, en donde se producen las modificaciones y adecuaciones
inmediatas a una realidad que se transforma, en donde se puede tener un acercamiento,
articulación y coordinación efectiva con los distintos actores y en donde se puede facilitar
el diseño de reglas y condiciones institucionales de participación, diálogo, deliberación y
consenso (De la Chapa Ladrón de Guevara y García González, 2007). El gobierno
municipal es el encargado de negociar recursos e implementar programas federales y
estatales; a su vez tiene la posibilidad de realizar colaboraciones intergubernamentales
dinámicas, tanto con la federación y los gobiernos estatales, como con distintos
municipios (Arellano Ríos, 2011), e incluso colaboraciones e intercambios con otros
países (Ponce Adame, 2005).
Los municipios se han clasificado de distintas maneras en función de diversos
indicadores: de acuerdo con la densidad poblacional y la infraestructura se han
catalogado como urbanos y rurales10; CONAPO (2010) los ha clasificado en función del
índice de marginación11; CONEVAL identifica a los municipios con el índice de rezago
10
en México, aproximadamente una cuarta parte de los municipios (26%) son urbanos y en ellos se concentra el 80% de la población nacional (Cabrero
Mendoza y Arellano Gault, 2014).
11
calculado a través de análisis multivariado considerando indicadores de población, ingreso, educación y condiciones de vivienda (CONAPO, 2010).
La tercera parte de los municipios tienen alto y muy alto grado de marginación (16.6% 17.9% respectivamente), poco más de la tercera parte tienen
nivel medio (38.4%) y poco menos de un tercio tienen nivel bajo y muy bajo (16.3% y 10.7% respectivamente).
23
Este documento se encuentra en revisión por pares
social12; INAFED, los cataloga con el índice de planeación estratégica y evaluación
municipal13; por su parte el INECC (2013) ha detectado 319 municipios con muy alta
vulnerabilidad al cambio climático14. Estas clasificaciones están centradas en indicadores
socio-económicos provenientes de los censos de población; en el caso de la
vulnerabilidad se incluyen además aspectos de exposición a eventos climáticos extremos
y área ocupada por bosques. En ninguna se considera de forma explícita el proceso de
permanencia o transformación de la vegetación, a pesar de que éste es un indicador de la
presión que se ejerce sobre los ecosistemas.
A nivel mundial se observa una reducción generalizada en el área cubierta por
vegetación (Velázquez et al. 2002). En México las tasas de deforestación son altas (de
1% a 10% Velázquez et al. 2002), pero han disminuido con la aplicación de instrumentos
de regulación ambiental (Rosete-Vergés et al. 2014). Sin embargo, la tendencia de
pérdida aun continua a nivel nacional: un ejercicio a escala 1:250,000; reveló que de 1976
a 2000 la pérdida de vegetación varió de 0.06% a 2.19% dependiendo del tipo de
vegetación15 (Pérez et al. 2013). Este patrón cambia en función de la escala espacial de
análisis, de tal suerte que a nivel estatal y municipal se pueden encontrar casos en los
que incluso hay recuperación de la cobertura vegetal.
La información y seguimiento de los cambios en la cobertura de la vegetación a
nivel municipal son fundamentales para poder proyectar estrategias de conservación y
desarrollo sustentable, pues es en esas unidades político-administrativas donde el diseño
12
el cual busca medir la pobreza integrando indicadores de educación, acceso a servicios de salud, acceso a servicios básicos y espacios en la vivienda.
Más de la mitad de los municipios tienen rezago bajo y muy bajo (23.4% y 31.9% respectivamente), menos de la cuarta parte presentan nivel medio
(19.9%) y casi una cuarta parte tienen grado alto y muy alto (20.2% y 4.6% respectivamente).
13
creado para medir el grado de incorporación de elementos de planeación estratégica en las administraciones públicas municipales; está elaborado a
partir de presencia/ausencia de los indicadores de esta técnica (misión, visión, objetivos, metas, programas estratégicos, indicadores de gestión,
seguimiento, captación de quejas y sugerencias, medición de satisfacción, manuales de calidad, etc.). El 46.6% de los municipios tienen un nivel
incompleto (carece de alguno de los componentes básicos de la planeación estratégica), 18.6% un nivel fragmentado (tienen elementos aislados de
planeación estratégica), 17.2% un nivel nulo (no presentan ningún elemento de planeación estratégica), 10% tienen un nivel básico (se cuenta con los
elementos fundamentales para la planeación estratégica) y sólo el 4.6% tienen un nivel pleno (cuenta con todos los elementos de planeación estratégica
y evaluación).
14
estos municipios fueron detectados a través de la comparación de tres fuentes de información que reportan los grados de vulnerabilidad municipal al
cambio climático. Para determinar la vulnerabilidad se usaron diversos indicadores, agrupados por sectores productivos, por características
poblacionales y de salud, por infraestructura y por presencia de fenómenos climáticos extremos.
15
sea bosques: coníferas, coníferas y latifoliadas, latifoliadas, mesófilo de montaña; selvas: perennifolia, subperennifolia, caducifolia y subcaducifolia;
matorral xerófilo; mezquitales; vegetación hidrófila; pastizales naturales.
24
Este documento se encuentra en revisión por pares
e implementación de instrumentos de política ambiental (como las UMA) pueden impactar
de una manera rápida y sostenible (De la Chapa Ladrón de Guevara y García González,
2007). Son escasos los reportes en donde se describe, evalúa y analiza la actuación de
los instrumentos de política ambiental en el nivel municipal, a pesar de que esa
información es crucial para la planeación regional.
El
objetivo
de
esta
sección fue analizar
los
patrones espaciales
del
cambio/permanencia de la vegetación y de la presencia de UMA en los municipios del
país y las relaciones existentes entre ambas variables, con la finalidad de generar
información de base que contribuya a ubicar las tendencias de cambio de coberturas de
suelo y a precisar la contribución de las UMA en la conservación de la vegetación en el
ámbito municipal.
Métodos. Se calculó el porcentaje de área municipal ocupada por la vegetación natural
para dos periodos de tiempo (2003-2005 y 2011-2012), usando insumos cartográficos de
base o referencia:
-
“Cobertura de Vegetación y Uso de Suelo” Series III (INEGI, 2005) para 2003-2005
-
“Cobertura de Vegetación y Uso de Suelo” Serie V (INEGI, 2012) para 2011-2012
-
“Marco Geoestadístico Municipal” MGM (INEGI, 2010)
Los tipos de vegetación natural establecidos en las Series del INEGI16 se
agruparon para formar la clase “vegetación”17; esto se hizo de manera independiente para
cada Serie. Se realizaron geo-procesamientos entre la Serie III y el MGM, así como entre
la Serie IV y el MGM, (ArcGis 10.1, ESRI) para obtener el área municipal cubierta por
vegetación y se calculó su porcentaje dentro del área municipal total, para cada municipio
y para cada periodo de tiempo. Se estimó el cambio en la superficie municipal cubierta
con vegetación (en adelante CSMV) restando el porcentaje de área municipal con
vegetación obtenido en la Serie V menos el obtenido en la Serie III; de esta manera el
resultado pudo ser:
- cero, lo que indica que el municipio presentó PERMANENCIA de vegetación
- negativo, significa que en el municipio hubo PÉRDIDA de vegetación
- positivo, implica que en el municipio hubo RECUPERACIÓN de vegetación
16
“bosque de coníferas”, “bosque encino”, “bosque mesófilo de montaña”, “matorral xerófilo”, “pastizal”, “selva caducifolia”, “selva perennifolia”,
“selva sub-caducifolia”, “selva espinosa”, “vegetación hidrófila” y “otros tipos de vegetación”.
17
cuando hagamos referencia a esta agrupación la señalaremos con letras cursivas.
25
Este documento se encuentra en revisión por pares
Se elaboró un análisis de autocorrelación espacial global del CSMV con el cálculo
del índice de Morán y el diagrama de dispersión de datos; asimismo se examinó el nivel
de asociaciones locales entre unidades o conglomerados espaciales con la elaboración
de mapas LISA (por sus siglas en inglés), con la finalidad de detectar regiones en donde
la variable pudiera experimentar concentración (autocorrelación espacial local) o
dispersión de datos (GeoDaTM 1.4.3).
Paralelamente se estimó el porcentaje de área municipal ocupada por las UMA
considerando el área total registrada en cada municipio (estos datos fueron
proporcionados por la DGVS18). Asimismo, se determinó su autocorrelación espacial
global y su autocorrelación local de la manera descrita anteriormente (GeoDaTM 1.4.3).
La relación entre el CSMV y el porcentaje de UMA se exploró a través de dos
procedimientos. El primero tuvo como finalidad evidenciar si existen diferencias
significativas en los valores de CSMV en municipios con y sin UMA, para lo cual se aplicó
la prueba de comparación de grupos, U de Mann-Whitney (los datos no siguen una
distribución normal). El segundo procedimiento buscó determinar si los cambios en CSMV
varían significativamente de acuerdo con distintos porcentajes de área declarada como
UMA; para ello se aplicó la prueba de varianza Kruskal-Wallis (los datos no siguen una
distribución normal) sobre cuatro grupos de municipios: a) sin UMA; b) con menos del 5%
de su área con UMA; c) entre 5% y 10% de su área con UMA; d) con más de 10% de su
área con UMA.
Resultados y discusión. Cobertura de vegetación, cambios y patrones
espaciales . El porcentaje de área municipal ocupada por vegetación, analizada a escala
1:250,000; siguió una distribución de frecuencias tipo exponencial en los dos periodos de
estudio (2003-2005 y 2011-2012). Es decir, a nivel nacional había una gran proporción de
municipios con porcentajes altos de vegetación (Figura 2.1), la mayoría de ellos con más
del 50% de su área (Cuadro 2.1). Sin embargo, al comparar los histogramas de los dos
periodos se observa una disminución en el número de municipios que en 2003-2005
presentaban 75% o más de su área con vegetación (Figura 2.1): 47 municipios con esta
característica cambiaron a un porcentaje menor en el periodo 2011-2012 (Cuadro 2.1). En
correspondencia, en el segundo periodo aumentó el número de municipios con 50% o
18
el 3 de diciembre de 2013 la DGVS nos hizo llegar una base de datos con 9143 UMA registradas. La base contiene nombre de la UMA, clave de
registro, municipio y superficie (m2). Todos los datos de esta base fueron utilizados en el análisis.
26
Este documento se encuentra en revisión por pares
menos de su área cubierta con vegetación (Figura 2.1, Cuadro 2.1). De manera paralela,
seis municipios que en 2003-2005 presentaban 0% de su área con vegetación cambiaron
ese porcentaje en el 2011-2012 (Cuadro 2.1).
La representación espacial del
400
de
área
municipal
ocupada con vegetación para el
periodo 2003-2005 revela que buena
parte de los municipios del Norte,
algunos
de
la
Sierra
2003-2005
2011-2012
350
Número de municipios
porcentaje
300
250
200
150
Madre
100
Occidental, otros del Centro-Sur y
5
15
25
35
45
55
65
75
85
95
Porcentaje de área municipal cubierta por vegetación natural
algunos de la Península de Yucatán
registraban más de 75% de su área
con esa cobertura; mientras que la
mayoría de los municipios aledaños
Figura 2.1. Histogramas del porcentaje de área
municipal ocupada por vegetación en 2003-2005
(color azul) y en 2011-2012 (color rojo). Análisis a
nivel nacional y a escala 1:250.000.
al Golfo de México y del Centro del país tenían 50% o menos de su área con esa
característica (Figura 2.2). Esos mismos patrones se detectan para el periodo 2011-2012,
pero se incorporan en este último nivel de porcentaje algunos municipios de las zonas
costeras de Sinaloa, Guerrero y Yucatán, así como algunos de la zona Centro del país
(Figura 2.3).
Cuadro 2.1. Agrupación de municipios de acuerdo con su porcentaje de área cubierta por
vegetación para dos periodos de tiempo. Datos a nivel nacional y a escala 1:250,000. Los
números dentro de paréntesis representan el porcentaje de municipios con respecto al total
nacional. En la cuarta columna se indica el número de municipios que cambiaron de porcentaje
de un periodo al otro y la tendencia de dicho cambio se expresa con flecha:↓=disminuye,
↑=aumenta
Número de municipios y porcentaje
Número de municipios
% de área
que cambiaron y
municipal con
2003-2005
2011-2012
tendencia
de cambio
vegetación
(Serie III, INEGI)
(Serie V, INEGI)
100
21
14
7 ↓
(35%)
(33%)
75<%<100
845
805
40 ↓
50<%≤75
607 (25%)
605 (25%)
2 ↓
25<%≤ 50
511 (21%)
535 (22%)
24 ↑
0<%≤25
406 (16%)
437 (18%)
31 ↑
0
66 (3%)
60 (2%)
6 ↓
27
Este documento se encuentra en revisión por pares
Figura 2.2. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal cubierta con vegetación
para el periodo 2003-2005. Escala 1:250,000.
Coincidiendo con estos resultados, en 2007 se reportó que los estados con mayor
proporción de área con vegetación natural (mayor a 80%) fueron Baja California, Baja
California Sur, Quintana Roo, Coahuila, Chihuahua y Sonora, mientras que los de menor
proporción (menos del 40%) fueron Tlaxcala, Veracruz, Distrito Federal, Tabasco, México
y Morelos; cabe señalar que la mayor parte de los matorrales xerófilos y gran parte de los
bosques templados del norte eran vegetación primaria, mientras que en el Sur, Sureste y
Suroeste predominaba la vegetación secundaria (SEMARNAT, 2012). Es importante
resaltar que los mapas de las Figuras 2.2 y 2.3 deben ser interpretados desde la óptica de
vegetación primaria o secundaria.
Es de notar la coincidencia espacial de las emergencias ambientales (accidentes
que involucran sustancias peligrosas) reportadas para el 2001 con los resultados
mostrados en las Figuras 2.2 y 2.3: el mayor número de emergencias (más de 51) fueron
reportadas para los estados del Golfo de México (excepto Yucatán y Quintana Roo), así
como Chiapas, Oaxaca, Puebla, México, Nuevo León, y Guanajuato (SEMARNAT, 2006);
28
Este documento se encuentra en revisión por pares
de acuerdo con los resultados de éste trabajo, la mayoría de esos estados tuvieron
porcentajes de área cubiertos con vegetación menores al 50%.
Figura 2.3. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal cubierta con vegetación
para el periodo 2011-2012. Escala 1:250,000.
Por su parte, entre 2003-2005 y 2011-2012, a escala 1:250,000, se observan
cambios en los porcentajes de área municipal cubierta con vegetación (CSMV): la
mayoría (64%) de los municipios tuvieron pérdida, mientras que un tercio de ellos
registraron recuperación y muy pocos permanecieron sin cambios (Figura 2.4). En general
la tendencia de pérdida o recuperación de la vegetación fue menor al 10% del área
municipal (Figura 2.5). Contrastando con nuestros resultados, Bonilla-Moheno et al.
(2012) encuentran que sólo 4% de los municipios del país tuvieron pérdida significativa de
vegetación leñosa (“woody vegetation”) para el periodo 2001-2010, mientras que 16%
tuvieron ganancia y la mayoría (80%) no presentaron cambio.
29
Este documento se encuentra en revisión por pares
En
Recupera
33%
cuanto
a
la
distribución
espacial del CSMV, destacan algunos
municipios
Chiapas,
Permanece
3%
en
Yucatán,
Oaxaca,
Guerrero,
Tabasco,
Jalisco,
Zacatecas y Aguascalientes con las
Pierde
64%
mayores pérdidas, mientras que otros
Figura 2.4. Gráfica de tendencias de cambio
en la superficie municipal cubierta por
vegetación entre 2003-2005 y 2011-2012 para
los municipios de México. Análisis a nivel
nacional y a escala 1:250,000.
municipios
en
Yucatán,
Guerrero,
Puebla,
Chihuahua
con
Oaxaca,
Michoacán
las
mayores
recuperaciones (Figura 2.5).
Figura 2.5. Dinámica espacial del cambio en el porcentaje de la superficie municipal cubierta
con vegetación entre los periodos 2003-2005 y 2011-2013, escala 1:250,000. Las categorías
descritas en la simbología representan, tanto para pérdida como para recuperación, los
siguientes porcentajes de cambio dentro del área municipal: “mayor” el porcentaje de cambio es
mayor que 25%, “media” el porcentaje de cambio es mayor que 10% y menor o igual que 25%;
“menor” el porcentaje de cambio es menor que 10%. La categoría “sin cambio” indica sitios que
tuvieron el mismo porcentaje de áreas municipal para los dos periodos de tiempo.
30
y
Este documento se encuentra en revisión por pares
En la literatura se ha reportado que Jalisco y Chiapas fueron los estados con
mayor porcentaje anual de pérdida de vegetación natural para el periodo 2002-2007,
seguidos por Sinaloa, Veracruz y Yucatán, mientras que Nayarit, Morelos, Puebla e
Hidalgo fueron los que tuvieron menor porcentaje anual de pérdida de vegetación
(SEMARNAT, 2012). Entre 2001 y 2010, Bonilla-Moheno et al. (2014) identifican a
algunos municipios de Veracruz, Oaxaca, Chiapas con pérdida significativa de vegetación
leñosa, al tiempo que otros municipios en Oaxaca, Sonora, Yucatán, Puebla, Michoacán,
Chihuahua, Nuevo León y San Luis Potosí con ganancia de esta misma cobertura.
El índice de Morán (I.M.) calculado
para determinar la distribución global del
CSMV, señala cierto nivel de autocorrelación
espacial (I.M. = 0.32): el valor positivo refleja
asociación espacial entre valores similares en
zonas vecinas, es decir hay un efecto de
“contagio” o “desbordamiento”. Sin embargo, el
bajo valor del índice sugiere casos en los que
la asociación espacial es inversa y se produce
disimilitud
entre
unidades
geográficas
cercanas. El patrón de dispersión de datos
(Figura 2.6) y el valor del I.M. indican que,
aunque existe cierto nivel de autocorrelación
espacial, en general la distribución de CSMV
fue heterogénea a lo largo de los municipios de
México para el periodo de estudio.
A pesar de lo anterior, fue notoria la
formación de regiones cuando se hizo el
análisis de asociaciones espaciales a nivel
local: en la zona Centro-Oeste, junto al eje
Figura 2.6. Diagrama de dispersión de
datos de la autocorrelación espacial en el
cambio de superficie municipal cubierta por
vegetación obtenida entre los periodos
2003-2005 y 2011-2012, a escala
1:250,000. En la parte superior se presenta
el valor de índice de Morán (I.M.). Con
números romanos se señalan los
cuadrantes: I y III representan datos con
autocorrelación espacial positiva, mientras
que II y IV señalan los datos con
autocorrelación negativa.
Neovolcánico Transmexicano, y en la zona
Centro, se concentran cuatro regiones con municipios que siguen una tendencia de
recuperación de la vegetación (Figura 2.7, polígonos verdes). Esparcidas al Norte y
en el Sureste, se encuentran otras pequeñas regiones con la misma tendencia.
Asimismo, destacan la zona Sur de la Sierra Madre Occidental, algunas porciones de
31
Este documento se encuentra en revisión por pares
Sonora, Sinaloa, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Yucatán como regiones cuyos
municipios presentan tendencia a la pérdida de vegetación (Figura 2.7, polígonos de
color rojo); cabe señalar que algunas de estas zonas se han identificado como áreas
de alta biodiversidad para el país, por lo que es fundamental llevar acciones para
revertir esa tendencia.
Figura 2.7. Asociaciones espaciales a nivel local en el cambio en la superficie municipal
cubierta por vegetación. La mayoría de los municipios no presentan autocorrelación espacial
significativa (polígonos en blancos). La gama de colores representa a los municipios con
correlación espacial significativa (p=0.05) : verde y rojo representan polígonos con
correlación positiva, los primeros son zonas de recuperación-mantenimiento y los segundos
son áreas de pérdida de vegetación; rosa y amarillo representan polígonos con correlación
negativa, en el primer caso son áreas de recuperación-mantenimiento rodeadas de zonas de
pérdida de la vegetación, en el segundo caso el patrón es el contrario.
Los factores relacionados con la de pérdida de vegetación son variados, pero
están en función de los tipos de comunidades vegetales y de las regiones en donde
se localizan (Masera, 1996): en selvas altas y medianas del Sur y Sureste de México
los principales detonadores de la pérdida de vegetación son la ganadería, la
agricultura y la sobreexplotación de los recursos; en los bosques templados del
Centro y Centro-Oeste de México son la extracción clandestina, la sobreexplotación y
32
Este documento se encuentra en revisión por pares
los problemas de tenencia de la tierra; en los matorrales del Norte de México
principalmente son la ganadería y la minería.
Municipios con UMA y sus patrones espaciales . Las superficies registradas
como UMA tienen una amplia variedad de tamaños:
Cuadro
2.2.
atomización de
largo del país
Área municipal
ocupada
con
UMA (hectárea)
<1
1≤X<2
2≤X<3
3≤X<5
>5
Grado
de
las UMA a lo
de 1 m2 hasta 783,371 m2. En la base de datos que
consultamos se observa que tienen un grado de
atomización muy alto y predominan las UMA con
Porcentaje de
UMA en esa
categoría (%)
93.0
4.8
1.1
0.6
0.5
extensión menor a una hectárea (Cuadro 2.2).
En 2013, 911 municipios (es decir el 37%)
tenían algún porcentaje de su área registrada como
UMA. De estos, la gran mayoría (91.8%) con una
superficie relativamente pequeña declarada como tal
(menos del 5% de su área), 62 municipios con hasta
10% de su área con UMA y sólo 12 municipios con un área mayor (Figura 2.8).
Al analizar la distribución espacial de los porcentajes de área municipal declarada
como UMA se observa que los municipios con mayores porcentajes se ubican más
visiblemente en los estados del Norte; mientras que en el Centro, en el Suroeste y en
Yucatán la mayoría de municipios no tienen UMA (Figura 2.9). Es de resaltar que un
porcentaje alto de las UMA (88 %) está dirigido al aprovechamiento cinegético de la fauna
(Valdez et al. 2006), muy frecuentemente para cacería de mamíferos grandes (venado,
borrego y similares) y aves, actividad
muy
demandada
por
UMA=0%
(Gallina
y
Escobedo-Morales,
3%
región Norte han funcionado bien en
económicos
Escobedo-Morales,
UMA>10%
(92%)
2009). Las UMA cinegéticas de la
términos
5%<UMA≤10%
34%
estadounidense en la zona Norte del
país
UMA≤5%
turismo
(Gallina
2009)
y
y
(7%)
2.5%
(1%)
0.5%
63%
han
generado una derrama económica de
aproximadamente 3,000 millones de
pesos (Buda Arango et al. 2014). Las
UMA del Centro, Sur y las de las
Sierras han estado dirigidas en su
Figura 2.8. Gráfica de agrupación de los
municipios de acuerdo con el porcentaje de su
área registrada como UMA. Los números en
negro son porcentajes de municipios con
respecto al total nacional; los números en blanco
son porcentajes de municipios con respecto a
los municipios con UMA.
33
Este documento se encuentra en revisión por pares
mayoría al aprovechamiento de recursos no maderables o al aprovechamiento no
extractivo de la vida silvestre y han tenido un éxito modesto en términos económicos: el
margen de ganancia es pequeño, la inversión privada es limitada y en muchas ocasiones
la implementación de la UMA ha generado tensión al interior de las comunidades (Buda
Arango et al. 2014).
Figura 2.9. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal registrada como UMA.
Mapa generado a partir de la base de datos proporcionada por la Dirección General de Vida
Silvestre (SEMARNAT) en diciembre de 2013 (ver nota a pie de página 20).
Aunque no existe un patrón global de distribución espacial de los porcentajes de
área municipal con UMA (I.M.=0.0008), a nivel local existen patrones de asociación
espacial significativos (p=0.05), evidenciando regiones en donde dicho porcentaje es
alto, otras donde es cero y otras donde los valores son espacialmente inconsistentes
(Figura 2.10). En las zonas Centro y Sur del país se observan regiones sin UMA
(Figura 2.10, polígonos de color morado), mientras que en Sonora, Chihuahua,
Coahuila, Nuevo León, Baja California Sur, Durango y San Luis Potosí están las
regiones con mayores áreas municipales con UMA (correlación positiva, Figura 2.10,
polígonos de color naranja).
34
Este documento se encuentra en revisión por pares
Figura 2.10. Asociaciones espaciales a nivel local del porcentaje de área municipal declarado
como UMA. Diversos municipios no presentan correlación espacial significativa (polígonos en
blanco). La gama de colores representa a los municipios con correlación espacial significativa
(p=0.05) : naranja y morado representan polígonos con correlación positiva, los primeros
indican municipios con porcentajes altos de superficie con UMA, los segundos municipios sin
UMA; verde-grisáceo y amarillo representan polígonos con correlación negativa, en el primer
caso municipios con alto porcentaje de su superficie con UMA rodeados de municipios sin UMA
en el segundo caso el patrón se invierte.
Destaca la coincidencia de los patrones anteriormente descritos con la distribución
espacial de la tenencia de la tierra (Valdéz et al. 2006): en los estados del Norte la
tenencia es básicamente privada, por lo general los dueños tienen poder adquisitivo
medio y alto, poseen grandes extensiones de terreno y existe una fuerte tradición
ganadera (Gallina y Escobedo-Morales, 2009). Por su parte, en las zonas montañosas de
las Sierras así como en el Centro y Sur del país domina la tenencia de la tierra social (ya
sea comunal o ejidal); el 80% de los bosques del país son manejados por las
comunidades, muchas de ellas indígenas, con poder adquisitivo limitado y economía de
subsistencia (agricultura y uso de recursos para autoconsumo) (Buda Arango et al. 2014).
La baja proporción de las áreas municipales declaradas como UMA indican que
aún existe un gran reto para llevar a cabo prácticas de manejo y aprovechamiento de la
35
Este documento se encuentra en revisión por pares
vida silvestre de manera regulada. Avila-Foucat y Pérez-Campuzano (2015) mencionan
además que el mayor número de UMA (2/3 partes) se sitúan en los municipios con bajo o
muy bajo índice de marginación, mientras que sólo 2.7% de las UMA se ubican en
municipios con alto o muy alto índice, consecuentemente las estrategias de subsidios
para la creación de nuevas UMA debería dirigirse a los municipios más marginados. Tanto
Valdez et al. (2006) como Forero Díaz (2013) señalan que la creación y el tamaño de las
UMA depende en gran medida de las capacidades de los dueños para generar negocios
así como de sus ingresos, pero también del compromiso del sector corporativo para
apoyar el desarrollo y la conservación de la vida silvestre y de los incentivos públicos que
se generen para tal fin. Sin embargo el grado de atomización de las UMA a lo largo del
país da una idea de la gran variedad de técnicas de aprovechamiento de especies y de
manejo del hábitat que se pueden estar desarrollando incluso entre territorios vecinos, y
esto refleja el fuerte reto que se tiene para lograr su alineación con las metas de
conservación y aprovechamiento sustentable de los recursos, y con las estrategias de
reducción de la vulnerabilidad de los sistemas socio-ambientales.
Relación entre el cambio en la superficie municipal cubierta con
vegetación y la superficie municipal declarada como UMA . El intervalo de
valores del CSMV fue similar para los municipios con y sin UMA (escala 1:250,000 y
comparando los periodos 2003-2005 y 2011-2012): 56% de pérdida a 37% de
recuperación para los municipios con UMA y 54% de pérdida a 48% de recuperación para
los municipios sin UMA. Los resultados indican que el 74.5% de los municipios con UMA
tuvieron pérdida de vegetación, mientras que 56.8% de los municipios sin UMA
presentaron esa tendencia; sin embargo, en ambos casos los datos se concentran en el
intervalo de pérdida menor a 5% del área (Figura 2.11a). Por su parte, se encontraron
diferencias estadísticamente significativas en el CSMV entre los municipios con y sin UMA
(U=803622; p<0.001): el valor de la mediana refleja mayor pérdida para el grupo de
municipios con UMA (Figura 2.11a). También se encontraron diferencias significativas en
los grupos de municipios con diferentes porcentajes de área municipal con UMA
(H=14.15, g.l.=3, p=0.003): los municipios con menos del 10% de área con UMA
presentaron mayor pérdida de vegetación (Figura 2.11b).
La similitud de los valores de pérdida/recuperación de vegetación en los grupos de
municipios con UMA y sin UMA sugiere que a nivel municipal esos procesos son
independientes de la presencia de UMA. Esto coincide con los resultados de Figueroa y
36
Este documento se encuentra en revisión por pares
a)
b)
Figura 2.11. Distribución de datos del porcentaje de cambio de superficie municipal cubierta
con vegetación en relación con la presencia y porcentaje de UMA. a) Comparación entre dos
grupos de municipios (con y sin UMA); de acuerdo con la prueba U de Mann-Whitney, existen
diferencias significativas entre ellos (U=803622; p<0.001). b) Comparación entre cuatro grupos
de municipios (sin UMA, 0<%superficie municipal con UMA≤5, 5<%superficie municipal con
UMA≤10 y 10≤%superficie municipal con UMA); de acuerdo con la prueba de Kruskal-Wallis,
existen diferencias significativas entre los grupos (H=14.15, g.l.=3, p=0.003). Las letras señalan
los grupos que son estadísticamente diferentes; el número junto a los diagramas de caja
representa el valor de la mediana de cada grupo.
Sánchez Cordero (2008), quienes analizaron 69 ANP y encontraron que sólo la mitad son
efectivas para prevenir y contrarrestar el cambio de cobertura de suelo mientras que el
resto presentó algún porcentaje de cambio en la vegetación. Los autores explican que a
nivel local y/o regional existen factores que ejercen presión sobre la cobertura de suelo,
mismos a los que se enfrentan los instrumentos de política ambiental, como las ANP y las
UMA; esos factores están relacionados con las condiciones biofísicas de la zona (tipo de
suelo, pendiente, distancia a caminos, entre otros) y con aspectos sociales (la dinámica
socioeconómica de las comunidades, la falta de participación en la toma de decisiones, la
carencia de gobernanza de las instituciones locales que regulen el acceso y control a los
recursos, las estrategias de manejo y aprovechamiento de los recursos, los impactos de
usuarios no locales, las políticas de desarrollo rural regional o nacional contrarias a los
objetivos de conservación, entre otras).
37
Este documento se encuentra en revisión por pares
El desempeño de las UMA como instrumento de aprovechamiento y conservación
de la vida silvestre está fuertemente influido por la capacidad de gestión y cabildeo de los
solicitantes, que al registrar su predio buscan modificar y normar las prácticas de uso de
los recursos de bien común, reconfigurando así las relaciones de poder al interior de las
comunidades, entre comunidades y con los actores externos (Buda Arango et al. 2014). Al
mismo tiempo, las estrategias de manejo de especies, el funcionamiento de las UMA y su
contribución a la conservación de la biodiversidad dependen del seguimiento técnico que
se lleve a cabo, sin embargo no existe una estandarización de estos procedimientos
(Valdez et al. 2006; Gallina-Tessaro et al. 2009). Entonces, es erróneo suponer que con el
establecimiento de UMA en el territorio se generarán de manera automática las
oportunidades de desarrollo sustentable y conservación de la biodiversidad (Buda Arango
et al. 2014).
Es necesario entender que los procesos ecológicos van más allá del predio en
cuestión (Sánchez, 2011) al tiempo que se requiere trabajar intensamente en el
fortalecimiento de la organización social y del capital humano, ya sea robusteciendo la
capacidad de gestión, promoviendo los accesos y tratos justos con los mercados, creando
certeza en la tenencia de la tierra, buscando mecanismos de financiamiento adecuados,
generando capacidades empresariales y ambientes de confianza y reciprocidad (Buda
Arango et al. 2014). En ese sentido es estratégico el liderazgo que el gobierno municipal
pudiera tener en la creación, coordinación y la vinculación de las UMA en su territorio,
pues es en ese nivel que se podría garantizaría que las acciones y reglas de uso y
mantenimiento de los recursos estén basadas en las condiciones locales, al tiempo que
se incentiva la participación local activa en la definición de esas reglas, en la planeación
del uso de los recursos, en la estandarización de los métodos para dar seguimiento,
evaluación y adecuación a las técnicas de manejo, en la búsqueda de alianzas regionales,
nacionales o internacionales para financiar proyectos dentro de los predios, en fin, en el
impulso a la corresponsabilidad en el mantenimiento de los hábitats para la vida silvestre
y de los ecosistemas que proveen de valiosos servicios ambientales al municipio (Salinas
Pulido, 2005).
Conclusiones
La mayoría de los municipios (57.8%) del país presentaron pérdida de vegetación,
igual o menor al 10% de su superficie.
38
Este documento se encuentra en revisión por pares
Existen regiones en donde hay una tendencia de pérdida de vegetación
generalizada para un grupo de municipios, siendo la más extensa localizada en el
estado de Jalisco y la porción Sur de Zacatecas (límites de la zona Sur de la Sierra
Madre Occidental y el Este del Eje Volcánico Transmexicano), así como en
algunas zonas de Sonora, Sinaloa y Yucatán.
Más del 50% de los municipios del país carecen de superficie registrada como
UMA; la mayoría de aquellos que tienen UMA cuentan con una superficie menor al
5% de su área declarada como tal.
Los municipios con y sin UMA presentan similitud en las tendencias de pérdida o
recuperación de la vegetación; en ambos casos, los datos de pérdida se
concentran en la región de 5% o menos.
Existen diferencias significativas en el porcentaje de cambio de superficie
municipal cubierta con vegetación entre los municipios con y sin UMA; los
municipios con UMA cuya área registrada es menor a 10% presentaron los valores
de pérdida de vegetación más altos.
Los procesos de permanencia/pérdida de vegetación dependen de factores que
van más allá de los instrumentos de conservación. Es fundamental el liderazgo a
nivel municipal para impulsar, coordinar y vincular las distintas estrategias
territoriales (como las UMA) para lograr el aprovechamiento sustentable de los
recursos, la reducción de la vulnerabilidad y la conservación de la biodiversidad.
39
Este documento se encuentra en revisión por pares
Capítulo 3. Vegetación y UMA en los municipios
con muy alta vulnerabilidad al cambio climático
Introducción. Actualmente nos encontramos en un proceso de cambio global de largo
plazo pero existen altos niveles de incertidumbre sobre sus impactos, por lo que es
importante que la sociedad se organice para manejar los cambios inevitables y para evitar
lo inmanejable, a través de respuestas anticipativas (no sólo reactivas) en donde se lleven
a cabo pasos proactivos de preparación que ayudan a reducir el peligro y a facilitar una
respuesta rápida y eficiente a los cambios (Bierbaum et al. 2013).
La vulnerabilidad de los sistemas socio-ambientales está fuertemente determinada
por la extensión y por el grado de conservación de la vegetación; por tanto, la búsqueda
de estrategias y acciones de adaptación de los sistemas socio-ambientales, deben
considerar de manera explícita las tendencias que siguen las coberturas de suelo
(Montesino Pouzols et al. 2014), junto con las tendencias climáticas (Watson et al. 2014).
En México se han identificado 319 municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio
climático (INECC, 2013), mientras que a lo largo del país domina la pérdida de la
vegetación (Capítulo 2), revelando acciones humanas que degradan a los ecosistemas
(desmonte, deforestación, fragmentación, contaminación). En la actualidad no existe un
trabajo que integre ambos aspectos, a pesar de que esto es fundamental como
herramienta para la ubicación de zonas doblemente vulnerables y para la priorización de
los sitios y de las acciones para disminuir esa vulnerabilidad. El objetivo de esta sección
fue detectar los municipios doblemente vulnerables (al cambio climático y a la pérdida de
vegetación) en el país y analizar la participación que las UMA pueden tener como
medidas para la reducción de la vulnerabilidad.
Método. Para obtener las tendencias de la cobertura de vegetación en los municipios
con muy alta vulnerabilidad al cambio climático, así como su porcentaje de superficie
declarado como UMA, se realizó un geo-procesamiento entre los siguientes insumos
cartográficos
-
Mapa de municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático, detectados
por INECC (2013)
40
Este documento se encuentra en revisión por pares
-
Dinámica espacial del cambio en el porcentaje de la superficie municipal cubierta
con vegetación entre los periodos 2003-2005 y 2011-2013, escala 1:250,000
(Capítulo 2)
-
Distribución espacial de los porcentajes de área municipal registrada como UMA
(Capítulo 2)
Resultados y discusión. En general los municipios con muy alta vulnerabilidad al
cambio climático (en adelante MVCC) se distribuyen a lo largo del país, pero destacan en
el Sureste (en Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Chiapas), Noreste (en Tamaulipas,
Nuevo León y Coahuila) y Noroeste (en Baja California Norte y Sur, Chihuahua, Sinaloa,
Durango Nayarit y Jalisco), así como en el Sur de Guerrero (Figura 3.1).
Es de notar que algunos de los MVCC del Sureste coinciden con la localización del
Corredor Biológico Mesoamericano (Eccardi, 2003; SEDASPA, 2006), región en donde se
ha reportado riesgos ambientales por las altas tasas de deforestación (Díaz-Gallegos et
al. 2008), lo que está poniendo en riesgo la conectividad entre las zonas y por lo tanto el
movimiento de las especies silvestres (Mendoza et al. 2013). Asimismo, algunos MVCC
del Noroeste forman parte del proyecto Escalera Náutica del Mar de Cortés, en donde se
planea realizar obras para brindar oferta integral de infraestructura y servicios de apoyo
náutico, carretero y aéreo y se involucra a los estados de Baja California, Baja California
Sur, Sonora y Sinaloa (SEMARNAT, 2001). Actualmente este proyecto se encuentra
detenido por razones, de índole ambiental y social (La Jornada, 23/5/200519) o
económica, pero pretende reactivarse en el presente sexenio (El Financiero, 5/5/201420).
En la zona Centro del país, a lo largo del Eje Neovolcánico Transmexicano, existen
dispersos algunos MVCC, con tendencias de pérdida de vegetación (las mayores
pérdidas en Jalisco) pero también algunos con recuperación de la vegetación (resalta un
municipio de Hidalgo) (Figura 3.1). Varios de estos municipios tienen registradas UMA en
su territorio (muchas de ellas en el estado de Michoacán) (Figura 3.1). Cabe señalar que
el Eje Neovolcánico Transmexicano se ha señalado como una región muy importante en
cuanto a diversidad beta (recambio de especies entre hábitats distintos) y diversidad alfa
(riqueza de especies) (Rodríguez et al. 2003). A lo largo de él existen diversas áreas
naturales protegidas (nacionales, estatales y privadas) pero se ha reportado cierto nivel
19
20
http://www.jornada.unam.mx/2005/05/23/index.php?section=politica&article=048n2pol
http://www.elfinanciero.com.mx/empresas/fonatur-rescatara-la-escalera-nautica.html
41
Este documento se encuentra en revisión por pares
de degradación en ellas (Arriola Padilla et al. 2014). Es importante señalar que no todas
las zonas prioritarias para la conservación de la biodiversidad de esta zona se encuentran
bajo esquemas de protección o uso sustentable, por lo que es necesario establecer
estrategias para lograr su conservación (Suárez-Mota y Téllez-Valdés, 2014).
Figura 3.1. Distribución espacial del cambio en el porcentaje de superficie municipal con
vegetación y de los porcentajes de UMA en los municipios con muy alta vulnerabilidad al
cambio climático. En línea negra los límites estatales. Los polígonos con color sólido indican las
tendencias en la vegetación; los polígonos delimitados con líneas de color representan regiones
de pérdida o recuperación (Capítulo 2). La gama de colores representa la tendencia en la
vegetación: tonos verdes se refieren a permanencia/recuperación, los tonos rojos indican
pérdida. Los polígonos con achurado reflejan la presencia de UMA.
De los MVCC, 98 (31%) presentaron una tendencia de permanencia o
recuperación de la vegetación, la gran mayoría (92 municipios) con una recuperación
menor al 5% de su superficie, sólo cuatro con recuperación de 5% a 10% y dos con una
recuperación mayor al 10% de su área (Figura 3.2). Del total de los MVCC con
mantenimiento o recuperación, 41% tuvieron UMA en su territorio, la mayoría (en total 36)
42
Este documento se encuentra en revisión por pares
con una superficie menor al 5% y sólo cuatro tuvieron hasta el 10% de su área con UMA
(Figura 3.2).
Por su parte, 221 MVCC (69%) tuvieron pérdida de vegetación, la mayoría con una
pérdida menor a 5% de su área (176 municipios), seguidos por los que tuvieron entre 5%
y 10% de pérdida (33 municipios) y por los que tuvieron una pérdida mayor al 10% de su
superficie (12 municipios) (Figura 3.2); estos últimos son los municipios que aquí se
consideran como doblemente vulnerables y se enlistan en el Cuadro 3.1. Del total de
MVCC con pérdida de vegetación, 51% tuvieron UMA pero ninguno con un área mayor al
10.5% de su territorio: la mayoría de esos municipios (en total 103) tuvieron una superficie
con UMA menor o igual a 5%, mientras que nueve tuvieron área mayor (Figura 3.2). De
los municipios doblemente vulnerables, sólo dos tuvieron UMA, pero su área fue menor al
2% del total municipal.
Número de municipios vulnerables al cambio
climático
180
Cuadro
3.1.
Municipios
doblemente
vulnerables: al cambio climático y a la pérdida
de más del 10% de su vegetación
Municipio
Temozón
Hoctún
Kopomá
Tototlán
Degollado
Poncitlán
Tenejapa
Zinacantán
Maravilla Tenejapa
Ayutla de los Libres
Ometepec
San Pedro Atoyac
Área municipal
(m2)
700360593.59
119600040.82
156420691.64
333795549.80
423310088.81
828404669.28
192947610.82
195185929.46
545665839.30
1053894939.16
604599288.80
74634323.30
Estado
160
%UMA > 5
%UMA ≤ 5
140
%UMA = 0
120
100
80
60
40
20
0
X>10%
5%< X ≤10%
pérdida
X ≤ 5%
0% ≤ X ≤ 5% 5% < X ≤ 10%
X > 10%
permanencia y recuperación
Cambio en la superficie municipal cubierta por vegetación
Yucatán
Figura 3.2. Cambio en el porcentaje de
superficie municipal cubierta por vegetación
en el periodo 2005-2012 para los 319
municipios con muy alta vulnerabilidad al
cambio climático (INECC, 2013) y su
porcentaje de superficie declarado como
por UMA.
Jalisco
Chiapas
Guerrero
Oaxaca
Los procesos de pérdida de la cobertura vegetal en el país son multifactoriales y la
presencia de instrumentos de política ambiental no parece ser suficiente para frenar los
procesos de degradación de los ecosistemas (Capítulo 2). Esto puede ser aún más
graves en los municipios doblemente vulnerables. Sin embargo, se ha documentado
ampliamente que un conjunto de esquemas territoriales diseñados para la conservación
ecológica, que se encuentren espacialmente interconectados y coordinados, permite el
43
Este documento se encuentra en revisión por pares
movimiento de las especies y facilita la continuación de los procesos ecológicos (Thomas
y Gillingham, 2015), además de que incentiva la organización social y el desarrollo de las
comunidades locales a través del uso sustentable de los recursos (Buda Arango et al.
2014) y fortalece la resiliencia del sistema socio-ambiental (Virkkala et al. 2014). En otras
palabras, contribuye a disminuir la vulnerabilidad regional a los distintos factores de
estrés, como son el cambio de coberturas de suelo y los impactos del cambio climático.
Esta es, desde nuestro punto de vista, la vía que se debe impulsar en los municipios del
país y en particular en los municipios doblemente vulnerables.
En ese sentido las UMA presentan una oportunidad inigualable, dado que los
dueños o usuarios son los interesados en entrar en ese esquema y esto fortalece el
empoderamiento, robustece compromisos y coordinación, y genera corresponsabilidad
con el nivel gubernamental (tanto local como federal); a la par, se genera información
continua con los inventarios biológicos que requiere la SEMARNAT, se aprovechan las
especies de interés y se realizar acciones de manejo del hábitat, todo ello con un
seguimiento, evaluación y adecuación continuados (Capítulo 1). Por tanto, este esquema
permite desarrollar la planeación de acciones de conservación, uso y adaptación, de
manera coordinada con la comunidad (planeación “bottom-up” en inglés) y con el sector
gubernamental (planeación “top-down” en inglés), aspecto clave para lograr su éxito
(Bierbaum et al. 2013).
Para plantear las estrategias de conservación, uso y adaptación en general, y en
los municipios doblemente vulnerables, se sugiere analizar tanto las condiciones
climáticas como las condiciones en las que se encuentran los ecosistemas a nivel localregional. Watson et al. 2013 brindan una guía para esto: a) en las regiones con clima
“estable” y ecosistemas en buen estado de conservación, se debe buscar su protección
con acciones que frenen procesos peligrosos (como la invasión de especies exóticas); b)
en las regiones con clima “estable” y zonas degradadas, se requieren de rehabilitación
ecológica y de la remoción de los procesos que originan la degradación; c) en las
regiones con clima “inestable” y ecosistemas en buen estado de conservación, se
requieren acciones que incidan en procesos de adaptación ecológica y creación de
refugios, con seguimiento continuo; d) en las regiones con clima “inestable” y áreas
degradadas, es importante la identificación de especies y ecosistemas vulnerables, así
como el uso de estrategias mixtas de manejo, como translocación, ingeniería del hábitat y
reestructuración de las distintas opciones de conservación. Entonces, la planeación de
44
Este documento se encuentra en revisión por pares
instrumentos de política ambiental, como las UMA, a lo largo del territorio municipal, debe
considerar el estado de conservación de los sistemas socio-ambientales existentes y su
vulnerabilidad al cambio climático y, a partir de esa información, proyectar acciones
concretas, ya sean de vigilancia, de conectividad, de rehabilitación, de restauración, de
bioremediación, de ingeniería ambiental, o aquella que las condiciones particulares
requieran. Es importante también tener en cuenta los siguientes aspectos:
a) el cambio climático y los cambios de uso de suelo aumentan la probabilidad de que
algunas especies se muevan de su lugar de distribución y colonicen los sitios en
donde se encuentran los instrumentos de política ambiental (Thomas y Gillingham,
2015);
b) la velocidad de reacción de las especies y comunidades ecológicas a los cambios en
el clima no siempre está sincronizada con los cambios a los que se enfrenta, por lo
que se hacen más vulnerables (Devictor et al. 2008; Drever et al. 2012);
c) las interacciones biológicas, en conjunto con los factores climáticos y la disponibilidad
del hábitat modulan la presencia y abundancia de especies (Péron y Koons, 2013), a
la vez que son fundamentales para el mantenimiento de la dinámica ecológica de la
zona (Ockendon et al. 2014);
d) entonces, el funcionamiento de los ecosistemas está directamente relacionado con
las interacciones bióticas exitosas (generadas por años de co-evolución) pero su
balance puede ser roto fácilmente cuando las distintas especies interactuantes no
responden con la misma velocidad a los cambios ambientales (Donnelly et al. 2014).
Conclusiones
La mayoría (69%) de los MVCC presentaron pérdida de vegetación, pero sólo 12
fueron catalogados como doblemente vulnerables.
La mitad de los MVCC con pérdida de vegetación tenían UMA registrada en su
territorio, pero su área fue menor al 10.5%. Los municipios doblemente vulnerables
prácticamente no tuvieron UMA en su territorio.
Las UMA tienen la ventaja de ser un esquema local que da seguimiento continuo a
las actividades que se realizan a nivel local; esto permite ir adecuándolas de
acuerdo a la realidad cambiante y también genera corresponsabilidad entre los
propietarios, la comunidad y el gobierno (integración de esquemas “top-down” y
“bottom-up”).
45
Este documento se encuentra en revisión por pares
Las UMA pueden brindar la oportunidad de impulsar medidas de reducción de la
vulnerabilidad de los MVCC en general, y de manera particular en los municipios
doblemente vulnerables, si se planean a nivel regional. El gobierno municipal es
clave en esa planeación, coordinación e implementación.
46
Este documento se encuentra en revisión por pares
Reflexiones finales: UMA y SUMA para la
conservación de la biodiversidad y la
adaptación a los factores de estrés
De acuerdo con la LGVS, las UMA son una estrategia territorial cuya misión es la
conservación de la biodiversidad y su visión es el manejo sustentable de la vida silvestre.
La LGVS y su reglamento esbozan amplias líneas de acción a nivel nacional y dejan la
posibilidad de interpretación y aplicación de acuerdo con las realidades existentes a nivel
terreno (Ortiz-Monasterio Quintana, 2011). En dicha Ley se especifica que los propietarios
o legítimos poseedores de los predios en donde se realizan actividades de conservación
de vida silvestre deben dar aviso a la SEMARNAT para incorporarlos al Sistema de
Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (SUMA); pero cuando
realicen actividades de aprovechamiento deberán hacer su registro como UMA; dicho de
otra manera, la finalidad principal de las UMA es el aprovechamiento de los recursos y se
esperaría que la conservación de la vida silvestre fuera una consecuencia directa de ese
aprovechamiento reglamentado.
Con el esquema de UMA se agrega valor a los recursos naturales bajo un
“acuerdo formal” de apropiación social de la vida silvestre –o bienes en propiedad común
(Robles de Benito, 2009); es decir, se da énfasis al valor de la biodiversidad como
alternativa para el desarrollo de las comunidades rurales (Schroeder et al. 2009). Pocos
instrumentos de política ambiental nacional tiene esta virtud. Con las UMA, el manejo y
aprovechamiento sustentable de la vida silvestre se visualiza como una alternativa legal
de agro-negocio (Retes López et al. 2010) y bien llevado podría contribuir de manera
significativa a la construcción de procesos efectivos de desarrollo económico y
conservación de la vida silvestre (Cantú Ayala et al. 2011).
El esquema de UMA reconoce y permite el uso de las especies presentes en un
área delimitada, al tiempo en que genera información de seguimiento y da continuidad a la
obtención de información para evaluar y en su caso adecuar los métodos de manejo con
la finalidad de mantener la cobertura vegetal y el hábitat de las especies en el predio; es
decir, son “laboratorios de experimentación” que buscan dar continuidad a las condiciones
necesarias para la producción de las especies de interés y el mantenimiento de los
procesos ecológicos (Robles de Benito 2009).
47
Este documento se encuentra en revisión por pares
Los formatos que brinda la SEMARNAT para el registro de las UMA contienen las
especificaciones del plan de manejo y las hojas para su evaluación, pero la calidad de la
información para su llenado depende del criterio del técnico a cargo (Buda Arango et al.
2014). En la actualidad existe una gran variedad de UMA a lo largo del país, de diversos
tamaños, hábitats, dueños y propósitos, utilizan técnicas variadas de manejo de especies,
del hábitat y de recopilación de información, pero en general no siguen métodos
estandarizados, lo que dificulta su evaluación y comparabilidad (Gallina-Tessaro et al.
2009; CONABIO, 2012). Asimismo, muchas de las actividades de aprovechamiento que
se realizan en las UMA pueden requerir de modificaciones de los hábitats, lo que
posiblemente se refleja en las tendencias de pérdida de cobertura vegetal.
La mayoría de las UMA del norte del país y algunas otras del Centro y Sur que se
dedican al aprovechamiento cinegético frecuentemente realizan la modificación parcial de
hábitat con la finalidad de atraer a las especies de interés. Dichas modificaciones
dependen de la especie aprovechada; por ejemplo, para venado cola blanca es común la
instalación de comederos en donde se brinda suplemento alimenticio balanceado y
vegetales provenientes de la actividad agrícola; también es común la colocación de
saladeros, la construcción de áreas de refugio y de aguajes artificiales. Muchas de las
especies cinegéticas son “ramoneadoras”, es decir consumen los brotes tiernos de la
vegetación natural del sitio, lo que impide el establecimiento de la vegetación y frena los
procesos de sucesión. Los procesos anteriores pueden ser parte de los factores que
determinaron algunos de los resultados encontrados en el Capítulo 2.
De manera paralela, es de notar que los tipos de modificación del hábitat están
regulados en las diversas leyes ambientales del país; por ejemplo en la LGVS se
especifica que en las UMA de vida libre no está permitida la colocación de cercos físicos
para retener a las especies de interés o impedir su movimiento a otros predios (Artículo
73), por tanto es probable que los dueños o usuarios de las UMA realicen acciones de
manejo del hábitat como reforestación, siembra de plantas de la región, etc., para atraer a
las especies de su interés. Estas acciones pueden pertenecer al conjunto de factores que
explican algunos de los resultados de los municipios que registraron tendencias de
recuperación del hábitat en el Capítulo 2. En el mismo sentido, en los casos de pérdida de
vegetación por destrucción, contaminación, degradación, desertificación o desequilibrio
del hábitat de la vida silvestre, la LGVS prevé establecer programas de prevención,
atención de emergencias y de restauración para la recuperación y restablecimiento de las
48
Este documento se encuentra en revisión por pares
condiciones que propician la evolución y la continuidad de los procesos ecológicos
(Articulo 70).
Existen muchos ejemplos de UMA que han tenido éxito tanto económico como de
mantenimiento del hábitat, pero desafortunadamente también existe evidencia de que la
falta de rigor científico en el registro y en el seguimiento de las UMA ha provocado
acciones contrarias a lo esperado con este esquema territorial (Sisk et al. 2007), y que
contravienen lo estipulado en la LGVS, como son la introducción descontrolada de
especies exóticas y la colocación de barreras físicas que impiden el movimiento natural de
las especies silvestres (Weber et al., 2006), problemáticas para cumplir con los objetivos
de sustentabilidad (García-Marmolejo et al., 2008), sobreexplotación de los recursos,
conflictos y desacuerdos sociales (Buda Arango et al. 2014). En este punto cabe hacer
una precisión teórico-técnica con la finalidad de situar de manera objetiva el aporte que
las UMA pueden tener para cumplir con las metas de conservación de la biodiversidad, de
desarrollo sustentable y como sitios potenciales para realizar acciones de reducción de la
vulnerabilidad de los sistemas socio-ambientales.
En primera instancia es importante reconocer que tanto la conservación de la
biodiversidad como la adaptación al cambio climático y el desarrollo sustentable son
aspectos de carácter regional (Sánchez, 2011): las dinámicas ecológica, climática y
social, así como sus interrelaciones, ocurren a distintas escalas de espacio-tiempo y no se
restringen a un área o periodo determinados. Por ejemplo, la presencia de individuos de
una especie en un predio no necesariamente indica que se está frente a una población
viable y funcional; esos individuos puede ser parte de un demos fuente o sumidero (desde
la perspectiva de metapoblaciones) que interactúa con otros demos de la región a través
de una dinámica compleja y cambiante (Sánchez, 2011). Igualmente existe gran cantidad
de interacciones bióticas y abióticas que se llevan a cabo dentro y fuera del predio y en
periodos de tiempo variables y que son fundamentales para el mantenimiento de los
procesos ecológicos, evolutivos y para el funcionamiento de los ecosistemas, incluso
dentro de un predio (ya sea UMA, ANP, corredor biológico, o cualquier otro esquema
territorial). De la misma manera, la comunicación entre los habitantes de una comunidad y
entre comunidades, así como su integración en los procesos de planeación para definir
dentro de su territorio zonas de uso, conservación, restauración, o algunas otras, es
crucial para el lograr el éxito de los instrumentos de planeación ambiental (Buda Arango et
al. 2014).
49
Este documento se encuentra en revisión por pares
De acuerdo con lo anterior es importante recapacitar en que, si bien la información
que se genera en las UMA es muy valiosa, tiene alcances limitados y es sesgada, por lo
tanto el manejo de hábitat y el aprovechamiento de las especies basados sólo en ella
puede tener efectos contrapuestos a los objetivos de conservación; “… un requisito básico
para actuar con efectividad a favor de la conservación de la integridad biótica [así como
del desarrollo sustentable y en la reducción de la vulnerabilidad] del entorno silvestre es
expandir la percepción más allá del paisaje local y, especialmente, más allá de la duración
de una vida humana” (Sánchez, 2011). En ese sentido, los esquemas territoriales de
conservación y en particular las UMA pueden ser punta de lanza para explorar medidas
piloto de adaptación, conservación y desarrollo sustentable, siempre y cuando no se
pierda de vista el panorama regional y la perspectiva social.
Siguiendo el argumento anterior, es necesario desarrollar un mecanismo en donde
se coordinen y vinculen de manera eficiente los esfuerzos individuales de las UMA (y
otros instrumentos de política ambiental) bajo una visión común para poder trascender el
espacio local. Es a través de la planeación e impulso de un conjunto articulado
(interconexión-coordinación) de UMA a lo largo de un territorio, enmarcado en y
congruente con los propósitos regionales de conservación, de desarrollo sustentable y
alineado con las estrategias para hacer frente a los riesgos e impactos negativos de las
actuales y futuras variaciones ambientales y climáticas, que se podría tener una mayor
eficiencia en el cumplimiento de los objetivos de conservación de biodiversidad y
desarrollo sustentable.
En ese sentido consideramos que el SUMA, actualmente administrado por la
SEMARNAT, tiene el gran reto de trascender la actividad puramente administrativa y de
cumplimiento de indicadores, para ser un sistema efectivo de planeación territorial
nacional-regional-local. Es un gran reto que requiere fortalecer a los recursos humanos,
técnicos y económicos que tiene la Dirección General de Vida Silvestre, oficina de la
SEMARNAT que se encarga del SUMA; pero también requiere impulsar la sinergia con
otras instituciones que apoyen al SUMA, entre las cuales se podrían mencionar
dependencias federales, como el INECC, CONAFOR, CONANP, entre otras. De
fundamental importancia es el involucramiento de los gobiernos municipales y sus
dependencias (quienes requerirán a su vez recursos humanos, técnicos y económicos),
así como a otras instancias y organizaciones locales, en la planeación, implementación,
seguimiento y evaluación de los instrumentos de política ambiental (como las UMA) para
50
Este documento se encuentra en revisión por pares
que en su territorio se logre la reducción de su vulnerabilidad, el desarrollo sustentable y
la conservación de sus recursos.
51
Este documento se encuentra en revisión por pares
Literatura Citada
Alley, R.B., J. Marotzke, W.D. Nordhaus, J.T. Overpeck, D.M. Peteet, R.A. Pielke Jr., R.T.
Pierrhumbert, P.B. Rhines, T.F. Stocker, L.D. Talley y J.M. Wallace. 2003. Abrupt climate
change. Science 299:2006-2010.
Arellano Ríos, A. 2011. El gobierno al interior del municipio mexicano: reflexiones en torno
a su diseño institucional. Región y Sociedad 23:59-90.
Arriola Padilla, V.J., E. Estrada Martínez, A. Ortega-Rubio, R. Pérez Miranda, A.R. Gijón
Hernández. 2014. Deterioro en áreas naturales protegidas del centro de México y del Rje
Neovolcánico Transversal. Investigación y Ciencia de la Universidad Autónoma de
Aguascalientes 60:37-49.
Avila-Foucat, V.S. y E. Pérez-Campuzano. 2015. Municipality socioeconomic characteristics
and the probability of occurrence of Wildlife Management Units in Mexico. Environmental
Science and Policy 45:146-156.
Bierbaum, R., J.B. Smith, A. Lee, M. Blair, L. Carter, F.S. Chapin III, P. Fleming, S. Ruffo,
M. Stults, S. McNeeley, E. Wasley y L. Verduzco. 2013. A comprehensive review of
climate adaptation in the United States: more than before, but less than needed. Mitigation
and Adaptation Strategies of Global Change 18:361-406.
Bonan, G.B., D. Pollard y S.L. Thompson. 1992. Effects on boreal forest vegetation on
global climate. Nature 359:716-718.
Bonilla-Mohen, M., T. Mutchell Aide y M.L. Clark. 2012. The influence of socioeconomic,
environmental, and demographic factor son municipality-scale land-cover change in
Mexico. Regional Environmental Change 12:543-557.
Bradshaw, C.J.A., N.S. Sodhi, K.S.H. Peh y B.W. Brook. 2007. Global evidence that
deforestation amplifies flood risk and severity in the developing world. Global Change
Biology 13:2379-2395.
Buda Arango, G., T. Trench y L. Durand. 2014. El aprovechamiento de palma camedor en
la selva Lacandona, Chiapas, México ¿conservación con desarrollo? Estudios Sociales
21:2001-223.
Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 1988. Ley General del Equilibrio
Ecológico y la Protección al Ambiente. Diario Oficial de la Federación (última reforma DOF
07-06-2013). México, 44 pp.
Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2000. Ley General de Vida Silvestre.
Diario Oficial de la Federación (última reforma DOF 7-06-2013). México, 61 pp.
Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2003. Ley General de Desarrollo
Forestal Sustentable, Diario Oficial de la Federación (última reforma DOF 7-06-2013).
México, 79 pp.
Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2012. Ley General de Cambio
Climático. Diario Oficial de la Federación (DOF 06-06-2012). México, 44 pp.
Cantú Ayala, C., F. González Saldívar, P. Koleff Osorio, J. Uvalle Sauceda, J.G. Marmolejo
Monsiváis, J. García Hernández, L. Rentería Arrieta, J. Delgadillo Villalobos, C. Reséndiz
Infante y E. Ortiz Hernández. 2011. El papel de las unidades de manejo ambiental en la
52
Este documento se encuentra en revisión por pares
conservación de los tipos de vegetación de Coahuila. Revista Mexicana de Ciencias
Forestales 2:113-124.
Cavazos, T., J.A. Salinas, B. Martínez, G. Colorado, P. de Grau, R. Prieto González, A.C.
Conde Álvarez, A. Quintanar Isaías, J.S. Santana Sepúlveda, R. Romero Centeno, M.E.
Maya Magaña, J.G. Rosario de La Cruz, M.R.. Ayala Enríquez, H. Carrillo Tlazazanatza,
O. Santiesteban y M.E. Bravo. 2013. Actualización de escenarios de cambio climático
para México como parte de los productos de la Quinta Comunicación Nacional. Informe
Final del Proyecto al INECC, 150 pp.
CONABIO. 2012. Proyecto de Evaluación de las Unidades de Manejo para la Conservación
de la Vida Silvestre (UMA) (1997-2008). Resultados de la Fase I: Gestión y
Administración. Proyectos CONABIO: HV003, HV004, HV007, HV012 y HV019. México,
46 pp.
CONAPO. 2010. Índice de marginación por entidad federativa y municipio 2010. CONAPO,
México.
Conde, C. 2006. Vulnerabilidad y Adaptación al Cambio Climático: Descripción de un
estudio de caso. En: Urbina, J. y J. Martínez, compiladores. Más allá del cambio climático.
Las dimensiones psicosociales del cambio ambiental global. 2006. INE-SEMARNAT.
México. p. 157.
CONEVAL. 2013. Medición de la pobreza en México y en las Entidades Federativas 2012.
CONEVAL, México.
De la Chapa Ladrón de Guevara y García González 2007. El municipio, palanca del
desarrollo ¿un intento frustrado? Tesis de Licenciatura, Universidad Autónoma del Estado
de Hidalgo, 180 pp.
Devictor, J., R. Julliard, D. Couvet y F. Jiguet. 2008. Birds are tracking climate warming, but
not fast enough. Proceedings of the Royal Society B: Biological Science 275:2743-2748.
Díaz-Gallegos, J.R., J.F. Mas y A. Velázquez Montes. 2008. Monitoreo de los patrones de
deforestación en el Corredor Biológico Mesoamericano, México. Interciencia.33: 882-890.
Donnelly, A., R. Yu y L. Liu. 2014. Trophic level responses differ as climate warms in
Ireland. International Journal of Biometeorology. DOI: 10.1007/s00484-014-0914-5
Drever, M.C., R.G. Clark, C. Darksen, S.M. Slattery, P. Toose y T.D. Nudds. Population
vulnerability to climate change linked to timing of breeding in boreal ducks. Global Change
Biology 18:480-492.
Eccardi, F. 2003. El Corredor Biológico Mesoamericano en México. Biodiveristas 47:4-7.
Ellis, E.C. 2011. Anthropogenic transformation of the terrestrial biosphere. Philosophical
Transactions of the Royal Society A: Mathematical, Physical and Engineering Sciences
369:1010-1035
Feddema J.J., K.W. Oleson, G.B. Bonan, L.O. Mearns, L.E. Buja, G.A. Meehl y W.M.
Washington. 2005. The importance of land-cover change in simulating future climates.
Science 9:1674-1678.
Figueroa F. y V. Sánchez Cordero. 2008. Effectiveness of natural protected áreas to
prevent land use and land cover change in Mexico. Biodiversity Conservation 17:32233240.
53
Este documento se encuentra en revisión por pares
Fischer J. y D.B. Lindenmayer. 2007. Landscape modification and habitat fragmentation: a
synthesis. Global Ecology and Biography 16:265-280.
Foley, J.A., R. DeFries, G.P. Asner, C. Barford, G. Bonan, S.R. Carpenter, F.S. Chapin,
M.T. Coe, G.C. Daily, H.K- Gibbs, J.H. Helkowski, T. Holloway, E.A. Howard, C.J.
Kucharik, C. Monfreda, J.A. Patz, I.C. Prentice, N. Ramankutty y P.K. Snyder. 2005.
Global consequences of land use. Science 309:570-574.
Forero Díaz, D.C. 2013. Eficiencia del marco normative de las unidades de manejo para la
conservación de la vida silvestre (UMA). Tesis de Maestría, Colegio de la Frontera Sur.
Gallina-Tessaro, S.A., A. Hernández-Huerta, C.A., Delfín-Alfonso y A. González-Gallina.
2009. Unidades para la conservación, manejo y aprovechamiento sustentable de la vida
silvestre en México (UMA). Retos para su correcto funcionamiento. Investigación
Ambiental 1:143-152.
Gallina S. y L.A. Escobedo-Morales. 2009. Análisis sobre las Unidades de Manejo (UMAs)
de ciervo rojo (Cervus elaphus Linneaus, 1758) y wapití (Cervus canadensis (Erxleben,
1777) en México: problemática para la conservación de los ungulados nativos. Tropical
Conservation Science 2: 251-265.
García-Marmolejo, G., G. Escalona-Segura, y H. Van der Wal. 2008. Multicriteria Evaluation
of Wildlife Management Units in Campeche, Mexico. The Journal of Wildlife Management
72:1194-1202.
Gay-García, C., F. Estrada y A. Sánchez. 2009. Global and hemispheric temperatures
revised. Climate Change 94:333-349.
Ibarra Salazar, J. H. González y L. Sotres Cervantes. 2013. Aspectos políticos de la
dependencia finaciera en los municipios mexicanos. Revista Mexicana de Ciencias
Pilíticas y Sociales 58:139-170.
INECC-SEMARNAT. 2014. Estatuto Orgánico del Instituto Nacional de Ecología y Cambio
Climático. INECC-SEMARNAT, México, 32 pp.
INECC-SEMARNAT. 2015. Primer Informe Bienal de Actualización de México ante la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. México, D.F.
INEGI. 2005. Conjunto de datos vectoriales de la carta de Uso de Suelo y Vegetación,
escala 1:250000, Serie III (contínuo nacional). Instituto Nacional de Estadística y
Geografía. Aguascalientes, México.
INEGI. 2010. Conjunto de datos vectoriales del Marco Geoestadístico Municipal, escala
1:250000. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Aguascalientes, México.
INEGI. 2010b. Conjunto de datos vectoriales del Marco Geoestadístico Estatal, escala
1:250000. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Aguascalientes, México.
INEGI. 2012. Conjunto de datos vectoriales de la carta de Uso de Suelo y Vegetación,
escala 1:250000, Serie V (contínuo nacional). Instituto Nacional de Estadística y
Geografía. Aguascalientes, México.
IPCC. 2007. Summary for Policymakers. En: Parry, M.L., O.F. Canziani, J.P. Palutikof, P.J.
Linden y C.E. Hanson (Eds.), Climate Change 2007: impacts, adaptation and Vulnerability.
contribution of working group II to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental
Panel on Climate Change. Cambridge University Press, Cambridge, UK.
54
Este documento se encuentra en revisión por pares
IPCC. 2013. Cambio climático 2013: bases físicas, resumen para responsables de políticas.
OMM-PNUMA. 34 pp.
IPCC. 2014. Climate change: approved summary for policymakers. OMM-PNUMA. 40 pp.
Laurence, W.F. y G.B. Williamson. 2001. Positive feedbacks among forest fragmentation,
drought, and climate change in the Amazon. Conservation Biology 15:1529-1535.
Laurence, W.F. 2004.Forest-climate interactions in fragmented tropical landscapes.
Philosophical Transactions of the Royal Society of London. Series B: Biological Sciences
359: 345-352.
Lim B. y E. Spanger-Siegfried. 2004. Adaptation policy frameworks for climate change:
developing strategies policies and measures. Cambridge University Press
Masera, O. 1996. Deforestación y degradación forestal en México. Documentos de trabajo,
19. Grupos Ambientalistas IAP.
Martínez, J. y A. Fernández Bremauntz (compiladores). 2004. Cambio climático: una visión
desde México. INE-SEMARNAT. México, 525 pp.
Mendoza, E., T.L. Fuller, H.A. Thomassen, W. Buermann, D. Ramírez-Mejía y T.B. Smith.
2013. A preliminary assessment of the effectiveness of the Mesoamerican Biological
Corridor for protecting potential Baird´s tapir (Tapirus bairdii) habitat in southern Mexico.
Integrative Zoology 8:35-47.
Mendoza, E.C. y D. Arellano Gault (Editores). 2014. Los gobiernos municipales a debate:
un análisis de la institución municipal a través de la Encuesta INEGI 2009. CIDECoyuntura y Ensayo. México,
Mittelbach, G.G., D.W. Schemske, H.V. Cornell, A.P. Allen, J.M. Brown, M.B. Bush, S.P.
Harrison, A.H. Hurlbert, N. Knowlton. H.A. Lessios, C.M. McCain, A.R. McCune, L.A.
McDade, M.A. McPeek, T.J. Near, T.D. Price, R.E. Ricklefs, K. Roy, D.F. Sax, D. Schluter,
J.M. Sobel y M. Turelli. 2007. Evolution and the latitudinal diversity gradient: speciation,
extinction and biogeography. Ecology Letters10:315-331.
Montesino Pouzols, F., T. Toivonen, E. Di Minin, A.S. Kukkala, P. Kullberg, J. Kuusterä, J.
Lehtomäki, H. Tenkanen, P.H. Verbug y A. Moilanen. 2014. Global protected área
expansión is compromised by projected land-use and parochialism. Nature 516:383-386.
Naciones Unidas. 1992a. Convención Macro de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático. UN, 25 pp.
Naciones Unidas. 1992b. Convenio sobre la diversidad biológica. UN, 30 pp.
Naciones Unidas. 1994. Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la
desertificación en los países afectados por sequía grave o desertificación, en particular en
África. UN, 44 pp.
Naciones Unidas. 1988. Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el cambio climático. UN, 25 pp.
Nobre, C.A., P.J. Sellers y J. Shukla. 1991. Amazonian deforestation and regional climate
change. Journal of Climate 4:957-988.
OʼBrein, K., R. Leichenko, U. Kelkar, H. Venema, G. Aandahl, H. Tompkins, A. Javed, S.
Bhadwal, S. Barg, L. Nygaard y J. West. 2004. Mapping vulnerability to multiple stressors:
climate change and globalization in India. Global Environmental Change 14:303-313.
55
Este documento se encuentra en revisión por pares
Ockendon, N., D. Baker, J.A. Carr, E.C. White, R.E.A. Almond, T. Amano, E. Bertram, R.B.
Bradbury, C.Bradley, S.H.M. Burchart, N. Doswald, W. Foden, D.J.C. Gill, R.E. Green,
W.J. Sutherland, E.V.J. Tanner y J.W. Pearce-Higgins. 2014. Mechanisms underpinning
climatic impacts on natural populations: altered species interactions are more important
than direct effects. Global Change Biology 20:2221-2229.
Oreskes, N. 2004.The scientific consensus on climate change. Science 306(5702):16861686.
Ortiz-Monasterio Quintana, A. 2011. La administración descentralizada de algunos
aspectos del manejo de la vida silvestre en México: síntesis del proceso y marco jurídico.
En: Sánchez, O., P. Zambrano, E. Peters y H. Moya. Temas sobre conservación de
vertebrados silvestres en México. SEMARTAN-INE-USF&WS-UPC-UAT-UAEM, México.
Pérez, J.L., M.A. Villalobos, F. Rosete, E. Navarro, E. Salinas y R. Remon. 2013. Cambio
de la vegetación y del uso del suelo, 1976-2008. D.R. INE-SEMARNAT, México, D.F.
Perón, G. y D.N. Koons. 2013. Intra-guild interactions and projected impact of climate and
land use changes on North American pochard ducks. Oecologia 172:1159-1165.
Pielke R.A., R. Avissar, M. Raupach, A.J. Dolman, X. Zeng y S. Denning. 1998. Interactions
between the atmosphere and terrestrial ecosystems: influence on wether and climate.
Global Change Biology 4:461-475.
Pitman, A.J. 2003. The evolution of, and revolution in, land surface schemes designed for
climate models. International Journal of Climatology 23: 479-510.
Ponce Adame, E., 2005. Dificultades del desarrollo y vinculación externa de los municipios
mexicanos: competitividad y cooperación. Ponencia presentada en la Tercera Semana de
Economía en Memoria del Dr. Jaime Puyana Ferreira: Políticas Públicas Alternativas,
UAM-Iztapalapa.
Retes López, R., M.I. Cuevas González, S. Moreno Medina, F.G. Denogean Ballesteros, F.
Ibarra Flores y M. Martín Rivera. 2010. Unidad de manejo para la conservación de la vida
silvestre como alternativa para “los nuevos agronegocios”. Revista Mexicana de
Agronegocios 27:336-346.
Robles de Benito, R. 2009. Las unidades de manejo para la conservación de la vida
silvestre y el Corredor Biológico Mesoamericano Mexicano. CONABIO Serie Acciones/
Número 2. México. CONABIO, SEMARNAT, CBMM, GEF. 134 pp.
Rodríguez P., J. Soberón y H.T. Arita. 2003. El componente beta de la diversidad de
mamíferos de mëxico. Acta Zoológica Mexicana (n.s.): 89:241-259.
Rosete_Vergés, F., J.L. Pérez-Damián, M. Villalobos, E.N. Navarro-Salas. E. SalinasChávez y R. Remond-Noa. 2014. El avance de la deforestación en México, 1976-2007.
Madera y Bosques 20:21-35.
Salinas-Pulido, M.G. 2005. Aprovechamiento sustentable de la vida silvestre. En: MorenoCasasola, P., E. Perezbarbosa Rojas y A.C. Travieso-Bello. 2005. Estrategia para el
desarrollo costero integral; el enfoque municipal. Instituto de Ecología A.C. y Gobierno del
Estado de Veracruz. México.
Sánchez, O. 2011. La importancia de las escalas de espacio y de tiempo en la
conservación de vida silvestre. En: Sánchez, O., P. Zambrano, E. Peters y H. Moya.
56
Este documento se encuentra en revisión por pares
Temas sobre conservación de vertebrados silvestres en México. SEMARTAN-INEUSF&WS-UPC-UAT-UAEM, México.
Schroeder, R.L., R.A. Medellín, O. Ramírez Flores y A. Rojo Curiel. 2009. La importancia de
los objetivos de hábitat en los planes de manejo de las unidades de manejo para la
conservación de la vida silvestre (UMA). Investigación Ambiental Ciencia y Política
Pública 1:136-142.
Schröter, D., C. Polsky and A. Patt, A. 2003. Assessing vulnerabilities to the effects of
global change: An eight step approach. Belfer Center for Science and International Affairs
Working Paper, Environment and Natural Resources Program, John F. Kennedy School of
Government, Harvard University, Cambridge, Massachusetts.
SEDESPA. 2006. Programa de ordenamiento ecológico del estado de Tabasco. Secretaría
de Desarrollo Social y Protección al Ambiente, Gobierno de Tabasco, México.
SEMARNAT. 2001. Proyecto Escalera Náutica del Mar de Cortés. Documento básico.
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, México. Online
http://ccds.semarnat.gob.mx/regiones/r-no/2002-2004/sesiones_ordinarias/18_sesion_2001/escnau-18so-no.pdf
SEMARNAT. 2006. El medio ambiente en México 2005, en resumen. México.
SEMARNAT. 2012. Informe de la situación del medio ambiente en México: compendio de
estadísticas ambientales, indicadores clave y de desempeño ambiental.
Smit, B. y O. Pilifosova. 2003. Adaptation to climate change in the context of sustainable
development and equity. Sustainable Development 8: 879-912.
Sisk, T.D., A.E. Castellanos y G. W. Koch. 2007. Ecological impacts of wildlife conservation
units policy in Mexico. Frontiers in Ecology and the Environment 5: 209-212.
Shitangsu Humar, P. 2013. Vulnerability concepts and its application in various fields: a
review on geographical perspective. Journal of Life Earth Science 8:63-81.
Stein, B.A., P. Glick, N. Edelson y A. Staudt (eds.). 2014. Climate-smart conservation:
putting adaptation principles into practice. National Wildlife Federation, Washington D.C.
262 pp.
Suárez-Mota, A. y O. Téllez-Valdés. 2014. Red de áreas prioritarias para la conservación
de la biodiversidad del Eje Neovolcánico Transmexicano analizando su riqueza florística y
variabilidad climática. Polibotánica 38:67-93.
Swart, R., R. Biesbroek y T. Capela Lourenço. 2014. Science of adaptation to climate
change and science for adaptation. Frontiers in Environmental Science 2:1-8.
Thomas, C.D. y P.K- Gillingham. 2015. The performance of protected areas for biodiversity
under climate change. Biological Journal of the Linnean Society DOI: 10.1111/bij.12510
Thomas, C.D., A. Cameron, R.E. Green, M. Bakkenes, L.J. Beaumont, Y.C. Collingham,
B.F.N. Erasmus, M. Ferreira de Siqueira, A. Grainger, L. Hannah, L. Hughes, B. Huntley,
A.S. van Jaarsveld, G.F. Mifgley, L. Miles, M. Ortega-Huerta, A.T. Peterson, O.L. Phillips y
S.E. Williams. 2004. Extinction risk from climate change. Nature 427:145-148.
Turner, B.L., R.E.Kasperson, P. Matson, J.J. Mc Carthy, R.W. Corell, L. Christensen, N.
Eckley, J.X. Kasperson, A. Luers, M.L. Martello, C. Polsky, A. Pulsipher, y A. Schiller.
2003. A framework for vulnerability analysis in sustainability science. Proceedings of the
National Academy of Sciences, USA 100:8074-8079.
57
Este documento se encuentra en revisión por pares
Valdez, R., J.C. Guzmán-Aranda, F.J. Abarca, L.A. Tarango-Arámbula y F.C. Sánchez.
2006. Wildlife conservation and management in Mexico. Wildlife Society Bulletin 34:270282.
Velázquez, A., J.F. Mas, J.R. Díaz-Gallegos, R. Mayorga-Saucedo, P.C. Alcántara, R.
Castro, T. Fernández, G. Bocco, E. Ezcurra y J.L. Palacio. Patrones y tasas de cambio de
uso del suelo en México. Gaceta Ecológica 62:21-37.
Virkkala R., J. Pöyry, R.K. Heikkinen, A. Lehikoinen y J. Valkama. 2014. Protected areas
alleviate climate change effects on northern bird species of conservation concern. Ecology
and Evolution 4:2991-3003.
Watson J.E.M., T. Iwamura y N. Vutt. 2013. Mapping vulnerability and conservation
adaptation strategies under climate change. Nature Climate Change 3:989-994.
Weber, M., G. García Marmolejo y R. Reyna-Hurtado.2006. The tragedy of the commons:
wildlife management units in southeastern Mexico. Wildlife Society Bulletin 34:1480-1488.
Wilbanks T.J. y R.W. Kates. 1999. Global change in local places: how scale matters.
Climate Change 43:601-628.
Zarco, A. 2010. Análisis preliminar de las Unidades de Manejo como instrumentos de
conservación del hábitat para la conservación de la vida Silvestre. Informe Interno,
Instituto Nacional de Ecología, México, 25 pp.
Zhang, D.D., P. Brecker, H. F. Lee, Y.Q. He y J. Zhang. 2007. Global climate change, war,
and population decline in recent human history. PNAS 4:19214-19219.
58
Descargar