Santa Sofía (Aya Sofia)

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Santa Sofía (Aya Sofia)
En el año 326
Constantino, siguiendo el plan
de
embellecimiento
de
Bizancio, decidió levantar una
nueva basílica dedicada a la
Sabiduría
Divina.
Esta
primitiva iglesia sufrió, a lo
largo del tiempo, diversos
percances e incendios porque
al ser de madera era de fácil
combustión. Fue ampliada por
Constancio, restaurada por
Teodosio II y reconstruida de nuevo por Justiniano que, junto con su Código -la base
legal de nuestros días- le hizo famoso.
Cuenta la leyenda que Justiniano estaba empeñado en superar la obra de
Salomón y cuando la iglesia se abrió al público exclamó la siguiente frase "Salomón, te
vencí", refiriéndose al templo de Jerusalem.
Si durante todo el proceso de construcción los habitantes de la ciudad creían que
tanto el emperador como los arquitectos se habían vuelto locos debido a la gran
edificación que estaban levantando -hay que considerar que era una obra grandiosa
comparada con las pequeñas iglesias que se conocían en la urbe-, la apertura al público
de la nueva basílica, la convirtió en un mito.
Justiniano reconstruyó la basílica siguiendo un ingenioso plan ideado por
Anthemio de Trales, uno de los mejores matemáticos de su tiempo, e Isidoro de Mileto,
probado arquitecto, el cual consistía, básicamente, en que la gran cúpula que se iba a
construir se sostuviera merced a cuatro grandes arcos reforzados, para que pudieran
aguantar el peso de la cúpula, por varios contrafuertes y semi-cúpulas que desviaran
todos los empujes eludiendo de esta forma la utilización del hormigón, empleado por
ejemplo en el caso de la cúpula del Panteón de Roma.
La planta, de forma rectangular, mide 77 metros por 71 y en su centro mismo se
erige la majestuosa cúpula que se ha hecho famosa porque solo se apoya en cuatro
puntos y no tiene tambor pero se halla rodeada de cuarenta pequeños contrafuertes
dando la sensación de estar suspendida en el aire, como si flotara.
El
historiador
oficial
de
Justiniano, Procopio que narró de una
forma maravillosa los hechos cortesanos
del emperador, afirmó que la cúpula de
Santa Sofía "parecía estar suspendida del
cielo por una cadena de oro". Después
de está gloriosa frase e irritado con
Teodora escribió su "Historia Secreta",
que no la hizo pública por el peligro que
suponía, puesto que analizaba y
despellejaba a la antigua bailarina
convertida por capricho de la fortuna en
la cabeza del Estado.
La cúpula tiene una altura de 67
metros y un diámetro de 33 metros. Para aligerar su peso se introdujeron piedras de
constitución porosa, ladrillos tubulares y unas tejas muy poco pesadas. El centro de la
cúpula fue decorado con un magnífico mosaico de la Virgen que fue suprimido para
inscribir versículos coránicos.
Los arcos que la aguantan están divididos en dos clases: los del este y del oeste
que sujetan dos medias cúpulas y los del norte y del sur que están cerrados por fuertes
muros que a su vez aguantan una serie de columnatas.
Los pilares de las columnas están decorados con ornamentos de tipo vegetal y
en su centro se puede observar el monograma de la emperatriz Teodora.
Los muros laterales están divididos en dos pisos que reciben la luz por los
numerosos vanos que existen en ellos. El número de estas ventanas es de cuarenta, y
entre ellas existen inscripciones, de color blanco, del calígrafo Mustafá Izzet Efendi.
Desde las tribunas laterales, los emperadores y su séquito podían asistir a los oficios
religiosos que se celebraban en la basílica.
En el hemiciclo hay tres ábsides. El bema, en el ábside principal, estaba
separado del resto de la iglesia por una
docena de columnas forradas de plata. En
esta zona solamente podían entrar los
sacerdotes y el emperador. En el centro
mismo del Bema se erigía el altar, revestido
de oro.
La sabia armonía dada a todos sus
elementos arquitectónicos contribuye a darle
esa sensación de tener un espacio interior
inmenso.
Todos los materiales más nobles se
utilizaron para levantar esta basílica.
Mármoles de todos los colores, esmaltes,
pórfido, oro, plata, brillantes etc.
Constantino pretendió hacer de la Nueva
Roma la ciudad más bella del mundo
trajinando desde todos los rincones del
imperio las obras y materiales más hermosos
-pórfido verde de Laconia, rojo de Egipto,
mármol amarillo de Túnez, onice de Frigia y
Justiniano siguió su ejemplo para la ornamentación de Santa Sofía.
Según la leyenda, Justiniano siguiendo el ejemplo de Constantino, trasladó a
Santa Sofía ocho columnas de pórfido de Baalbech y ocho de mármol verde del templo
de Artemisa en Efeso. Esto no es cierto, pero como se había perdido la costumbre de
realizar columnas grandes los contemporáneos de Santa Sofía pensaron que aquellas
que se estaban instalando debían proceder del saqueo, es decir, de los tiempos clásicos
puesto que en aquella época nadie era capaz de realizar algo semejante. Sin embargo,
las columnas fueron realizadas ex-profeso para la basílica de Justiniano. Incluso las
fachadas, especialmente la occidental, fueron revestidas con mármoles de los que aún se
pueden observar algunos fragmentos.
Pero hoy en día ya no quedan restos de la gloria pasada de Santa Sofía. Casi
todos los revestimientos y objetos valiosos fueron expoliados por los componentes de la
cuarta cruzada y los pocos restos que quedaban se perdieron en el saqueo que realizaron
los jenízaros de Mehmed II.
Al ser la basílica convertida en mezquita islámica, los doctores de la ley no
tuvieron más remedio que cubrir todos los mosaicos de la iglesia puesto que su religión
condenaba el naturalismo. Algunos de estos mosaicos fueron cubiertos con escudos que
portaban inscripciones islámicas. El nombre de Alá, de Mahoma y de los cuatro
primeros califas fueron escritos por el calígrafo Bichadi Sadi Mustafá en grandes letras,
algunas de ellas de nueve metros de altura. Estos grandes paneles redondos, todavía
están colgados en el centro de la basílica.
Para llegar a su fisonomía actual, Santa Sofía tuvo que pasar por las obras que
realizaron varios sultanes. Mehmed lI le añadió un alminar; Selim II añadió otro más y
Amurat II los dos restantes y
la enorme media luna de la
cúpula.
Santa
Sofía
se
convirtió, de este modo, en el
modelo a seguir para las
mezquitas del Estambul
otomano y que hoy en día
compiten con ella misma. En
el año 1935 fue declarada
museo.
De todos los mosaicos
-hemos de mencionar que los
mosaicos se realizaban con
esmaltes y vidrios coloreados
mediante óxidos metálicos
combinados, en algunas ocasiones, con láminas de plata y oro- que se han podido
recuperar pertenecientes al más puro estilo bizantino caben destacar los realizados en
fondo de oro y personajes en azul. Entre ellos los de la galería de Juan II Comneno y su
esposa, que están en postura oferente alrededor de la Virgen; el de Constantino XI
Monómaco y la emperatriz Zoe, cada uno a un lado de Cristo en Majestad. Estos dos
últimos personajes fueron famosos porque al enviudar Zoe a los 64 años casó con
Constantino, un simple senador. Sin embargo éste, siguiendo la vida licenciosa y
disoluta de la corte, formó un perfecto triángulo con su esposa y su amante Esileria, con
las que acudía, para escándalo de los cortesanos, a todas partes.
También en el tímpano norte, en el nártex, se observan los mosaicos más
representativos del estilo bizantino, entre ellos la imagen del emperador León VI (886912) postrado a los pies de Cristo.
En el vestíbulo noroeste de la galería, y siguiendo con los mosaicos,
encontramos la Virgen a cuyos lados se encuentran los emperadores Constantino y
Justiniano los cuales le ofrecen la ciudad y Santa Sofía, respectivamente.
En la parte sur, sobre fondo de oro, el Pantócrator, mosaico que se ha hecho
famoso en el mundo entero por su belleza, colorido y expresión, parece presidir toda la
basílica.
También llama la atención la existencia de una gran cantidad de candelabros y
lámparas.
Uno de los mosaicos más extraños de Santa Sofía es la Deisis del púlpito, no
porque tenga algún elemento extravagante, sino porque fue realizado en el siglo XIII
cuando la pintura mural bizantina estaba de moda y arrasaba en todas las representaciones eclesiásticas.
Entrando y a mano izquierda de la puerta principal hallaréis la famosa "columna
que suda". De ella se dice que cura el dolor de cabeza o que satisface los deseos, basta
con introducir un dedo y verificar si sale mojado o bien dando una vuelta completa de la
mano con el dedo metido en el agujero.
Finalmente, en el lapidario hay un sarcófago bizantino, probablemente del siglo
VI en el que se puede observar uno de los motivos más típicos de la decoración
medieval: una cruz enmarcada en una corona.
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