Tauromaquia. Cuadros de toros

Anuncio
Revista de Arte, 26 abril 2010
Tauromaquia. Cuadros de toros
María Jesús Burgueño
En los siglos XVI y XVII aparecen con frecuencia obras pictóricas de tema taurino aunque es a
partir de los siglos XVIII y XIX cuando adquieren su mayor gloria. Los cuadros de toros son un
clásico en el mundo del arte en donde se pueden encontrar desde grabados de Goya a escenas de
Picasso pasando por obras de Casas, Fortuny, Sorolla, Regoyos, Lucas, Domingo o Romero de
Torres.
La nobleza y la iglesia han sido las grandes impulsoras de la tauromaquia. Salvando algunas etapas
prohibidas para estos festejos, considerados perversos y malsanos, los nobles y la iglesia han
pagado y fomentado la fiesta taurina. Sólo hay que recordar algunos acontecimientos históricos
como el matrimonio de Juan II con María de Aragón festejando este hecho con una gran fiesta
taurina en la localidad de Medina del Campo el 20 de octubre de 1418. En 1675 el rey Carlos II
celebró su cumpleaños con una corrida en Sevilla y en esta misma ciudad se festejó también con
toros la boda de Carlos III con Mª Amalia de Sajonia. Reyes y nobles pagaban estas fiestas donde
en muchas ocasiones también participaban activamente (la realeza y nobleza a caballo ya que el
toreo a pie era casi siempre de extracción plebeya); así Carlos V mató un toro de una lanzada en la
plaza de Valladolid para celebrar el nacimiento de su hijo Felipe II, el cual también celebró con
fiestas de toros su matrimonio con Isabel de Valois. En el siglo XVIII desaparece paulatinamente la
tauromaquia caballeresca y se populariza el toreo a pie protagonizado por plebeyos, es el principio
del toreo moderno, donde se afianza la figura del torero. Serán los varilargueros, piqueros
profesionales procedentes del mundo agrario, los encargados de perpetuar el toreo a caballo. Los
toros en sus diversas manifestaciones se han convertido a lo largo de los siglos recientes en el
acontecimiento popular más representativo de las fiestas de la geografía española.
Los ingleses grandes admiradores
A lo largo del siglo XIX son muchos los extranjeros que dejan constancia en sus cuadernos de
viajes de estas fiestas nacionales como Taylor, Davillier o Béguin. Durante ese siglo artistas y
escritores peregrinan por tierras españolas y, sobre todo, por Andalucía atraídos por el paisaje, las
gentes, las costumbres y el sol. “En el siglo XIX es muy frecuente la presencia de franceses e
ingleses en las plazas de toros, señala Manuel Alonso, responsable del Museo Taurino de las Ventas
en Madrid, dibujan en sus cuadernos de viajes todo aquello que ven, son los cronistas de su tiempo.
Estos dibujos han servido después para realizar óleos”. El inglés William Lake Price realizó una
serie de dibujos, grabados y acuarelas sobre tauromaquia que después continuaría Richard Ford. El
francés Victor Adam publicó hacia 1830 una serie de dibujos muy interesantes, treinta años
después, hacia 1860, se edita también un álbum de seis láminas de Gustave Doré. En 1846
Francisco van Halen publica una serie de escenas taurinas y también en esos mismos años se edita
la obra del alemán Wilhelm Gaïl. En torno a los años 1860 la fotografía gana terreno al grabado,
editores y libreros orientan sus preferencias hacia esta nueva técnica de reproducción, es entonces
cuando los impresores con el fin de atraer clientela abaratan los costes de impresión utilizando la
cromolitografía que llena de llamativos colores los dibujos.
El comercio de cuadros pintados a lo largo del siglo XIX fue muy intenso entre España y el
extranjero. Algunos pintores trabajaban fundamentalmente para estos clientes extranjeros y,
concretamente, para los británicos. Entre los pintores que más se beneficiaron de este comercio
destaca el sevillano José Domínguez Bécquer, considerado uno de los iniciadores de la pintura
andaluza costumbrista de tipo folclórico dentro de la tradición artística romántica española.
Uno de los cuadros más interesantes del costumbrismo tardío andaluz lo protagoniza José Jiménez
Aranda cuando concluye su obra Un lance en la plaza de toros que fue subastada en Durán en 1995
y que pertenece a la colección privada de Carmen Cervera, baronesa Thyssen-Bornemisza. Junto a
estas obras maestra también aparecieron en esta época un gran número de pinturas de escaso interés
promovidas por un mercado fácil y que garantizaba el sustento de un gran número de pintores.
Ángel Lizcano realizó un gran número de pinturas taurinas, los cuadros de este artista suelen ser de
pequeño formato, muy en la línea de los románticos costumbristas, utiliza los tonos sepias y beiges.
La tauromaquia en el arte alcanza su esplendor en el siglo XIX, especializándose algunos
autores en obras por encargo como José Domínguez Bécquer
Es indiscutible el riquísimo intercambio prestado por la tauromaquia a las bellas artes. Retratos,
escenas de lidia cuya tensión creada por el toro envuelve al torero y al público. Eugenio Lucas
realizó más pinturas sobre el tema que el mismo Goya, con una pincelada vivaz y decisiva. Copió
de Goya los tipos, tonos y pinceladas para componer sus obras, esto en alguna ocasión ha causado
conflictos a la hora de su catalogación, resueltos por los expertos más prestigiosos. También la
paleta de Domínguez Bécquer o la de los artistas románticos Cabral Bejarano, Rodríguez Guzmán,
Gutiérrez de la Vega y José María Cortellini se tiñen de color taurino, dramático y festivo. Tras
estos pintores llegará al mundo del toro el realismo de Manuel Castellano o el cubismo de Picasso.
En este largo recorrido se encuentran firmas como Ramón Casas, Mariano Fortuny, Sorolla,
Roberto Domingo, Darío de Regoyos y Gutiérrez Solana que pintan de una manera inteligente y
personal al toro, torero, cuadrillas, plazas y tendidos, pueblos y encierros y, entre ellos, las mujeres
sensuales de Julio Romero de Torres.
Ideas encontradas
El espíritu moralizante católico rechazó en diversas épocas los festejos taurinos considerándolos
perjudiciales para el desarrollo de su doctrina ya que el vínculo con las ceremonias paganas era
evidente. La sangre de toro se ha utilizado en algunas ceremonias paganas rociando con ella a los
iniciados en el culto a los dioses. Este fue el caso de un templo dedicado a la diosa Munda en el
pueblo de Talavera de la Reina (Toledo), en el siglo VII se alzó en su lugar la ermita de Nuestra
Señora del Prado, uno de sus muros estuvo durante varios años compartiendo la función con los de
la plaza de toros de la localidad. Tal fue la confraternización de la Iglesia Católica con la fiesta
taurina que varias plazas compartieron sus muros armónicamente este es el caso, por ejemplo, del
Santuario de Nuestra Señora de las Nieves en Almagro, recinto erigido por D. Álvaro de Bazán, o el
de Nuestra Señora de las Virtudes en Santa Cruz de Mudela, ambos en Ciudad Real.
Pintores y toreros
Los pintores suelen tener una íntima simpatía hacia el torero que o bien por encargo o por iniciativa
propia retratan en numerosas ocasiones. Generalmente el retratista de toreros suele trasmitir mucho
más de lo que es simplemente la pintura. Suele pasar muchas horas viendo al maestro, le sigue,
conoce su vida y su arte, ponen en las pinturas el espíritu del matador de toros.
Las capeas atraen la atención del artista centrando su interés en el público y en el ambiente que les
rodea más cercano al mundo rural. A esta realidad costumbrista no escapó ni el propio Sorrolla
cuando pintó Una capea fechado en 1879. Para la realización de este cuadro hizo el boceto Capea en
Torrente que regaló a su amigo Pedro Gil. Ciento veinticuatro años después salió a subasta en Segre
con un precio de 6.000€ que obtuvo una vertiginosa subida alcanzando los 24.000€. Otro de los
grandes de la pintura española, Rafael Durancamps, también se adentró en el mundo taurino y
realizó una espléndida Capea que se vendió por 18.000€. Joaquín Terruella Matilla fue discípulo de
Santiago Rusiñol y de su tío Segundo Matilla, era un gran aficionado a los toros, es muy frecuente
encontrar obra de este artista, sus pinturas se pueden encontrar con precios que van desde los 1.600
a 6.000€.
El grabado de escenas taurinas adquiere su mejor momento en el siglo XIX cuando Antonio
Carnicero realiza la serie Colección de las principales suertes de una corrida de toros que se publicó
en 1790. En el arte de reflejar en un grabado la lidia de toros nadie mejor que Goya y Picasso han
sabido plasmar y trasmitir la esencia tanto del sentimiento como de la crónica de cada lance. La
técnica para la estampación de las láminas más usuales a lo largo del siglo XIX fueron las de
aguafuerte, aguatinta y aguada. La Tauromaquia de Goya compuesta por una serie de 33 láminas
publicadas en 1816 y otras 11 inéditas son de una sublime maestría técnica, supone lo más logrado
que se ha realizado. En el año 2004 se vendió un lote de 27 grabados al aguafuerte en Ansorena por
12.000€ pertenecientes a la cuarta edición realizada para Pérez Agua en la Calcografía Nacional por
Ricardo de los Ríos en 1905.
Junto a Goya y Picasso destacan los cuadros taurinos de Jiménez Aranda, Casas, Fortuny,
Roberto Domíngo, Regoyos y Barjola
La litografía fue inventada por Aloys Senefelder en 1796, es una técnica que permite la impresión
de una imagen dibujada sobre una piedra, es una impresión plana de una imagen que a diferencia de
las técnicas anteriores no ha sido incidida ni tallada en la matriz. Picasso utilizaba indistintamente
todas las técnicas a su alcance y según Mourlot, su impresor y litógrafo, “La manera que tenía de
trabajar la litografía no sólo era contraria a las costumbres, sino que también era contraria a las
reglas más elementales de la profesión”. Todo era posible en la imaginación de Picasso y a ella no
escapó el mundo del toro. La Fundación Pablo Ruiz Picasso de Málaga cuenta con una de las
mejores colecciones y entre las obras más interesantes destacan La gran corrida realizada a lápiz
litográfico, aguada, guache y pluma sobre papel litográfico transferido a la piedra y Las tres mujeres
y el torero para la que el artista utilizó lápiz litográfico sobre papel transfer llevado a la piedra.
También destaca la obra taurina de los pintores Juan Barjola, Oscar Domínguez o Roberto Domingo
y Fallola. Sus obras se encuentran en numerosos museos y colecciones de España y del extranjero.
En el Museo Taurino se puede conocer la historia de la tauromaquia a través de objetos personales
de los toreros, indumentaria e instrumentos. El museo posee una importante colección de retratos,
estas piezas suelen ser donaciones de los propios pintores, familiares o aficionados al mundo
taurino que desean que estos objetos se conserven en un museo.
Los carteles
Son muy interesantes las obras que han realizado para los carteles artistas como Pereyon, Arroyo o
Antonio Casero, entre otros. Algunos como un Barceló se puede ver en la entrada del museo es una
pintura que se encargó al pintor para el cartel de la Gran corrida de Beneficencia del año 1990 por
la que el museo pagó unos ocho millones de pesetas. Precisamente Barceló, el autor español vivo
más cotizado internacionalmente, alcanzó un récord multimillonario con su obra “Pase de Pecho”
(1990 67x101cm.) subastado en Christie´s en el año 2004 que alcanzó un precio de remate de
771.591€. Algunos de los carteles más novedosos e innovadores han salido de la paleta de pintores
como Martín de Vidales, Sánchez Bayo, Velasco, Blasco, Canito, Rubio, Sánchez Jordán,
Constante Rodríguez, Peña Jara, Diego Rafael, Pastor, Cesáreo y Carretero
Mirar un cuadro taurino
-La pintura taurina suele ser muy realista.
-Las obras más vanguardistas llegan de Valencia, Bilbao y Francia.
-Los temas más repetidos son los de la plaza. El enfrentamiento entre el hombre y el toro que
termina con la muerte digna y sin sufrimiento del toro; Después el paseíllo y las capeas.
-Los toreros suelen hacerse retratar por sus pintores preferidos.
-Existe una atracción entre el pintor y el torero que les hace cómplices, los dos son creadores de
arte.
-El retratista saben plasmar el espíritu del matador de toros.
Los pintores más taurinos del siglo XX
-El más destacado es sin duda Picasso. En sus obras aparece el toro como elemento indispensable.
-Vázquez Díaz, intuitivo. Sus retratos son biografías del torero.
-Gutiérrez Solana, el color de sus cuadros ayudan a trasmitir patetismo.
-Roberto Domingo, exuberante cromatismo. Tiene un gran número de obra gráfica.
-Ignacio Zuloaga, la tragedia del color. Los retratos, aunque magníficos, no trasmiten el alma del
torero.
-De la vanguardia a la Escuela de París o a la de Vallecas se puede pasar sin que se rompa el hilo
conductor.
Así aparecen nombres como: José Caballero, Rafael Durancamps, Oscar Domínguez, Antoni Clavé,
Pedro Flores, Benjamín Palencia, Juan Barjola, Eduardo Vicente, Juan Antonio Morales, Pedro
Bueno, Redondela, Francisco Arias, Javier Clavo, Constantino Grandío, Álvaro Delgado, Sofía
Morales, José Lapayese del Río, Luis Caruncho, Federico Echevarría, Pepi Sánchez, Ricardo
Macarrón, Adolfo Estrada, Antonio Casero, Ángel González Marcos, Cristino Vera, Francisco de
Paula Hohemleiter, Rafael Botí, Nicolás Martínez Ortiz, Antonio Cano y Fermín Vázquez.
Descargar