La pregunta de Bleger. El análisis del encuadre dentro del encuadre

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La pregunta de Bleger.
El análisis del encuadre dentro del encuadre
Carlos Basch / Ricardo Bruno1
El abordaje por José Bleger (1967) del problema del encuadre psicoanalítico se enlaza a su interés en una fase del desarrollo o posición sustraída al principio de contradicción, que se pone de relieve por el predominio del par simbiosis/ambigüedad
en distintos tipos de situaciones clínicas. En esa perspectiva, tras ubicar en principio
al encuadre en relación a lo variable del proceso analítico como eso constante que habitualmente no trae problemas −parangonable, en eso, al amor y al niño “que se sabe
que existen cuando lloran”−, se pregunta por aquello que se mantiene inmovilizado
en el encuadre precisamente cuando no llora. Y surge allí la paradoja: eso indiferenciado,
vago e indeterminado, que ubica como anterior a la oposición frustración/gratificación
y a la organización del yo y el mundo interno en torno a lo que puede faltar, propio
de los más primitivos vínculos simbióticos, sólo puede darse a conocer por alguna
discontinuidad ocasional del encuadre.
resulta así que la perspectiva del encuadre cobra para Bleger valor de institución,
por su función depositaria de la parte psicótica de la personalidad, lo más primitivo e
irresuelto de los vínculos simbióticos, un no-yo (o meta-yo) inaparente por más que
dotado de existencia real, de cuya inmovilización depende el desarrollo del yo. una
condición enlazada a la persistencia de una fase que él designa como glischcocárica,
previa a la posición esquizo-paranoide de M. Klein que estaría sustraída al principio
de contradicción, a predominio de la ambigüedad, en relación no de disociación (término que asimila a la represión freudiana ) sino de clivaje respecto al yo.
Desde ese punto de vista, toda variación del encuadre pone necesariamente en
crisis su condición de baluarte respecto al par simbiosis/ambigüedad, y con ello al
no-yo, cuya mera puesta de relieve fuerza al yo a “reintroyectar” la parte psicótica de
la personalidad, obligando a activar mecanismos defensivos para “inmovilizarla y reproyectarla”. Algo que acontece también −señala Bleger− en las típicas situaciones de
turbulencia sintomática hacia la finalización de los análisis, cuando el no-yo es movilizado por la alteración y regresión del yo “y el fondo de la gestalt se torna figura”.
El punto nodular del texto, sin duda, es la afirmación de que la de-simbiotización
de la relación analista-paciente sólo puede alcanzarse con el análisis sistemático del
encuadre. Esto es, sostiene Bleger, que en todo análisis, “aún si idealmente mantenido”,
el encuadre debe transformarse en objeto de análisis, en condiciones −agrega− que
por concernientes a algo no reprimido (que “no se interpreta sobre las lagunas mné1. [email protected] / Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. / [email protected]
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sicas”) sino clivado y −por ende− nunca discriminado, en tanto “que nunca fue parte
de la memoria”, conmueven inexorablemente al yo y la identidad más “madura” alcanzada por el paciente, generando las más tenaces resistencias.
“Deseo ahora ilustrar esta descripción que hice del encuadre con el ejemplo breve
de un paciente con carácter fóbico (A.A.) con intensa dependencia encubierta con una
independencia reactiva; quien durante mucho tiempo vacilaba, deseaba y temía comprar
un departamento; compra que nunca realizaba. En un momento dado se entera accidentalmente de que yo había comprado un departamento que todavía se hallaba en
construcción, y a partir de ahí comenzó un período de ansiedad y distintas actuaciones.”
se advierte la aporía: pese a que su posibilidad es azarosa, el análisis del encuadre
es indipensable para resolver la más primitiva fusión simbiótica.
La paradoja se entreabre en el desglose que el texto propone entre dos modalidades del encuadre. El “encuadre del paciente”, referido a las más primitivas relaciones de objeto −las mismas que vehiculiza la transferencia psicótica− conforma
“una compulsión a la repetición tan perfecta que pasa inadvertida”, manteniéndose
inmovilizado mientras se mantiene de algún modo proyectado en “el encuadre que
propone y mantiene el analista”.
resulta así, en definitiva, que “el encuadre (del paciente) sólo puede ser analizado
dentro del encuadre (del analista)”. O en otros términos, que este último es condición
necesaria para apuntar a la modificación de la simbiosis originaria como meta última
de la cura.
surge naturalmente el problema respecto a cómo se hace accesible al análisis aquello que, sustraído a toda emergencia analizable, tiende a mantenerse inmovilizado y
mudo. La dificultad puede abordarse a partir de abrir a la lectura la afirmación de
Bleger sobre la necesidad de analizar el encuadre en todos los casos, aún si está “idealmente mantenido”. Esto es, que si la pretensión de su mantenimiento sin fisuras
admite el calificativo de “ideal”, el “accidente fortuito” que convierte al fondo simbiótico en figura se hace de algún modo inexorable: lo que hoy llamamos una condición de estructura.
La pregunta por cómo se analiza el encuadre dentro del encuadre podría encontrar así un esbozo de respuesta en la operatoria del encuadre “del analista” sobre el
“del paciente”. Pero lo cierto es que si bien Bleger caracteriza a este último en la antedicha perspectiva de fusión simbiótica, respecto al del analista el texto −no obstante
el papel clave que le adjudica− aporta apenas la afirmación de su existencia. No es
de extrañar por eso que años después, con el comienzo de la transmisión lacaniana
en nuestro medio, el “encuadre del analista” de Bleger fuera rebajado a un mero
conjunto de reglas formales en relación a frecuencia, horarios, duración de las sesiones, etcétera.
Ese menosprecio subtiende un texto de J. c. Indart (1984) que cobrara cierta notoriedad por esos años. si bien distingue los desarrollos de Bleger como lo más destacado de la “doctrina argentina ortodoxa” sobre el encuadre, Indart −que describe
con agudeza el callejón sin salida por el que una vez adoptadas las reglas del encuadre
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no quedaría sino esperar “un accidente afortunado” para poder analizarlo− ubica el
desdoblamiento entre encuadre del analista y del paciente en perspectiva de “un
recurso de los analistas posfreudianos ante la falta de garantía del Otro”. Tiende en
definitiva a subestimar de algún modo la problemática puesta de relieve por Bleger,
contraponiéndole la perspectiva lacaniana del posicionamiento del analista en relación
de semblante del objeto a.2 Pasa así por alto algo que sin duda conoce bien: que el
mismo Lacan no se privó de incurrir en desdoblamientos de esa índole (sin descuidar
por cierto la asimetría en juego en ellos) en lo que concierne al deseo, la resistencia,
incluso la angustia.
Así pues, si en efecto el deseo del analista resulta de su posicionamiento en relación
a la falta de garantía del Otro como marca de pasaje por su propia experiencia del inconsciente (el análisis del analista); y la resistencia del analista suele poner de relieve
−en dirección contraria− la impregnación imaginaria que ocasionalmente lo captura
(obturando poco o mucho dicha relación a la falta), nada impide abordar los modos
singulares en que el analista −por su escucha− juega esa falta que le fuera transmitida
como “encuadre del analista”, que podríamos definir como la puesta en acto por éste
de aquello proveniente del franqueamiento (en su condición de analizante) de una
experiencia que no por trascender toda regulación de tiempo, frecuencia, etc., deja
de influir en el modo en que ha de vérselas (una vez situado en posición de analista)
con tales variables.
Lacan (1967) abordó en su momento los problemas relativos al final de análisis en
perspectiva de lo que él designó como pase de analizante a analista, fundamentalmente
en relación al cambio de posición del sujeto en su relación al fantasma,3 concomitante
a la “destitución subjetiva” una vez caída la transferencia en su aspecto de saber supuesto. Ahora bien, si en efecto cabe afirmar desde ese sesgo que sólo por vía de tal
trasposición subjetiva el analizante (sea cual fuere su profesión u ocupación) adquiere
al cabo de la experiencia eso esencial que permite a un analista ocupar su posición
en el campo de transferencia, ello sólo acontece en tanto que la diferencia entre analista
y analizante, en lo que hace a la relación con la falta, pasa al segundo de ellos al final
de la experiencia, como efecto de transmisión concomitante a dicha caída de saber
supuesto y su correlato de destitución subjetiva.
Al encuentro de ese horizonte problemático, nuestra lectura apunta a interrogar
la indistinción propuesta por Bleger del encuadre “del paciente” por el “del analista”
hacia el fin de la cura, como punto de fuga hacia el que −al caer, acorde al franqueamiento de la experiencia, el objeto que el sujeto no era− tiende la cura.
2. Propone dejar de lado la consideración del encuadre como conjunto de reglas para abrir “un renovado debate teórico-clínico sobre la represión originaria” y tomar “la vía de Lacan”, que refiere a la
relación del analista con el objeto a, “no por cumplir o no cumplir con reglas, sino por presentificar
ese objeto mismo”.
3. Dejamos aquí de lado, en la medida en que excede el marco problemático a que apuntamos, lo que
hace al dispositivo de promoción institucional que Lacan designara con el mismo nombre.
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Resumen
se aborda la perspectiva del encuadre psicoanalítico desarrollada por Bleger, interrogándose en particular la aporía resultante de que la desimbiotización entre analista y paciente
−necesaria para considerar finalizado el análisis− sólo pueda alcanzarse por el análisis sistemático del encuadre, por más que esa posibilidad fuera caracterizada por el mismo Bleger
como azarosa.
si bien la paradoja parece resolverse en principio por el desglose entre encuadre “del paciente” y “del analista” −el primero de los cuales (una compulsión a la repetición tan perfecta
que pasa inadvertida por estar inmovilizada por su proyección en el segundo) sólo podría ser
analizado en el marco de este último− se pone de relieve que de éste, pese al papel clave que
le adjudica, Bleger no va más allá de la afirmación de su existencia.
Al considerar la cuestión abierta por Bleger como condición de finalización del análisis en
perspectiva del pase de analizante a analista −propuesta hacia la misma época por Lacan para
pensar dicha problemática− se propone que el “encuadre del analista” resulta de la puesta en
acto, por parte de éste, de todo aquello proveniente del franqueamiento −acaecido en su condición
de analizante− de una experiencia que no por trascender toda regulación de tiempo, frecuencia,
etc. deja de influir en los modos en que −una vez situado en posición de analista− habrá de manejar tales variables.
Traducción: Lic. susana Vinocur-Fischbein
DESCRIPTORES: ENcuADrE / PsIcOANALIsTA / PAcIENTE / sIMBIOsIs / FIN DE ANÁLIsIs / PAsE
Summary
The question of Bleger
The perspective of psychoanalytic framing developed by Bleger is approached,
interrogating in particular the reasoning resulting from that the desymbiotization between
analyst and patient –necessary to consider the analysis ended– can only be achieved through
the systematic analysis of the framing, beyond the fact that this possibility was considered by
the same Blenger as eventful.
Although the paradox seems to resolve in principle by the separation between “analyst”
and “patient” –the first of which (a compulsion to the so perfect repetition that is inadvertent
for being immobilized by its projection on the second) can only be analyzed within the
framework of the last– it is highlighted from this, despite of the key role that it is awarded,
that Bleger does not go beyond the affirmation of its existence.
when considering the issue discussed by Bleger as condition for analysis ending under the
perspective of “move from” analysand to analyst –approached at the same time as Lacan to
consider the same problem– it is proposed that the “analyst framing” comes as a result of the
enactment, of all that comes from the clearance –in his condition of analysand– of an experience
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that not because it transcends all regulation of time, frequency, etc. does not stop being an
influence in the way in which –once situated in the analyst position– will handle such variables.
KEYWORDS: FrAMING / PsIcOANALIsTA / PATIENT / sYMBIOsIs / FINAL ANALYsIs / PAss
Resumo
A pergunta de Bleger.
A análise do enquadramento dentro do enquadramento
Trata-se da perspectiva do enquadramento psicanalítico desenvolvida por Bleger,
questionando-se, especialmente, a aporia resultado da desimbiotização entre o analista e
paciente –necessária para que a análise seja considerada finalizada– só pode ser alcançada
pela análise sistemática do enquadramento, embora essa possibilidade tenha sido
caracterizada pelo próprio Bleger como fortuita.
Apesar de parecer que o paradoxo foi resolvido, em princípio, pela divisão entre o
enquadramento “do paciente” e “do analista” –o primeiro dos quais (uma compulsão à
repetição tão perfeita que passa inadvertida por estar imobilizada pela sua projeção no
segundo) só poderia ser analisado no marco deste último– destaca-se que este, apesar do
papel-chave que lhe é atribuído, Bleger não vai além da afirmação de sua existência.
Ao considerar a questão aberta por Bleger como condição de finalização da análise em
perspectiva da “passagem” de analisado a analista –proposta feita na mesma época por Lacan
para pensar dita problemática– propõe-se que o “enquadramento do analista” é resultado da
posta em ato, por parte deste, de tudo aquilo proveniente do franqueamento –acontecido na
sua condição de analisado– de uma experiência que, não por transcender toda a regulação
do tempo, frequência, etc., deixa de influir nos modos em que –uma vez situado em posição
de analista– terá que manejar tais variáveis.
PALAVRAS-CHAVES: ENQuADrAMENTO / PsIcANALIsTA / PAcIENTE / sIMBIOsE /
FINALIZAçãO DA ANÁLIsE
Bibliografía
Bleger, J. (1967). Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico. Simbiosis y ambigüedad, Buenos
Aires, Paidós.
Indart, J. c. (1984). Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico. ¿Cómo se analiza hoy? Tercer
Encuentro Internacional del Campo Freudiano, Buenos Aires, Manantial.
Lacan, J. (1967). Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela. Lacan,
J. y otros, Momentos cruciales de la experiencia analítica, Buenos Aires, Manantial, 1987.
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