DECÁLOGO DE LA DOCILIDAD AL ESPÍRITU SANTO

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SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA GUADALUPE DE AYQUINA
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DECÁLOGO DE LA DOCILIDAD AL ESPÍRITU SANTO
EL ESPÍRITU HABLA EN VOZ BAJA
El Espíritu es sumamente respetuoso de tu libertad; el amor del Espíritu es fuerte y
discreto, basta un poco de orgullo y de superficialidad y Su voz ya no te llega más. El
Espíritu calla, calla y aguarda.
El Papa en la encíclica sobre el Espíritu Santo dice: «El Espíritu es la suprema guía del
hombre, la luz del espíritu humano».
SI EL ESPÍRITU MARTILLA HAY UN PROBLEMA QUE QUEMA
Cuando el Espíritu insiste, es porque nos señala una llaga, hay que abrir los ojos. Toda
tardanza en acoger Su voz produce un daño grave a tu vida espiritual; toda prontitud para
responder te renueva y te capacita para percibir mejor Su luz. Pero cuántas veces el
Espíritu martilla: «Deja aquella amistad, deja aquella ocasión, deja aquel vicio». Entonces,
cuando el Espíritu martilla, hay que ponerse en camino.
El Papa en la encíclica sobre el Espíritu dice: «Bajo el influjo del Espíritu madura y se
refuerza el hombre interior. El Espíritu construye en nosotros el hombre interior, lo hace
crecer, lo fortalece».
EL SECRETO DE LA ALEGRÍA CONSISTE EN DARLE CONTINUAS ALEGRÍAS AL ESPÍRITU
SANTO
Hay que partir de lo concreto, de las cosas pequeñas. Todo acto de humildad, todo acto
de generosidad alimenta la alegría que el Espíritu Santo siembra en nosotros. Cuando
haces un acto de humildad, si no estás atento, te puede venir la tentación del orgullo.
Cuando hagas un acto de bondad, detente y di: «Gracias, Espíritu Santo». Una oración que
te puede servir cuando hagas un favor o una obra buena puede ser: «Gracias, Espíritu
Santo, una vez más. Sigue inspirándome la bondad, sigue presentándome una ocasión de
hacer algo bueno por ti y por los demás». Eso es, el Espíritu está obrando continuamente,
pero hay que dejarlo actuar. El Papa en la encíclica en el No. 67 dice: «La alegría que
nadie puede quitar es el don del Espíritu».
EL ESPÍRITU NO SE CANSA NUNCA DE HABLARTE, DE INSTRUIRTE, DE FORMARTE
El Espíritu es la fidelidad del amor y usa los medios más simples: inspiraciones, consejos
de personas que te aman, ejemplos, testimonios, lecturas, encuentros, eventos... El Papa
en el No. 58 dice: «El Espíritu Santo es el incesante darse de Dios».
LA PALABRA DE DIOS ES LA PRIMERA ANTENA DEL ESPÍRITU SANTO
Por eso aprende a leer la Palabra de Dios implorando el Espíritu; no leas nunca la Palabra
sin el Espíritu. Nútrete de la Palabra invocando al Espíritu. Ora la Palabra en el Espíritu.
Cuando tomes en las manos la Palabra, primero activa la antena de la escucha del
Espíritu; luego ora, ora al Espíritu. Es con la Palabra y la oración como aprendes a
distinguir la voz del Espíritu. El Papa dice en la encíclica en el No. 25: «Con la fuerza del
Evangelio, el Espíritu Santo renueva constantemente la Iglesia». La Palabra de Dios es la
antena siempre activa que renueva constantemente a la Iglesia; por ella la Iglesia se
conecta con el Espíritu Santo.
NO CESES DE AGRADECER AL ESPÍRITU POR TODO LO QUE HACE POR TI
Tu vida es un tejido misterioso y continuo de dones del Espíritu Santo: desde el Bautismo
hasta la muerte. Desde tu nacimiento hasta tu muerte hay un hilo de oro: los dones del
Espíritu; un hilo de oro que recorre toda tu vida. Tú percibes apenas algunos dones, pero
debes tratar de descubrir muchos más. Y empieza a agradecer por los dones que
descubres en ti.
EL MALIGNO COPIA AL ESPÍRITU Y HACE DE TODO PARA OPONERSE A SU OBRA
Satanás remeda a Dios, imita a Dios. También él manda sus inspiraciones, también manda
sus mensajes, manda sus mensajeros. Algunas veces, cuando usas los medios de
comunicación, ahí está el mensajero que te espera, pero el poder del Espíritu Santo
desbarata con un soplo a Satanás. Basta confiar resuelta y totalmente en Él y venceremos
cualquier seducción de Satanás, si estamos bien unidos al Espíritu Santo.
Hay muchas personas atemorizadas por Satanás: no hay que tener miedo a Satanás
porque tenemos al Espíritu Santo. Cuando nos unimos al Espíritu Santo, Satanás ya no
puede hacer nada. Cuando invocamos al Espíritu Santo, Satanás está bloqueado. Cuando
invocamos sobre nosotros al Espíritu santo, Satanás es ineficaz.
El Papa en la encíclica en el No. 38 escribe: «Satanás, enemigo del hombre, reta al hombre
a convertirse en el adversario de Dios».
UNA OFENSA COMÚN CONTRA EL ESPÍRITU ES NO RELACIONARTE CON ÉL COMO UNA
PERSONA
Con frecuencia no tratamos al Espíritu como una persona. No obstante, Jesús nos ha
confiado a Él y ha dicho que «Él les enseñará todo, y les recordará todo lo que les he
dicho», nos acompañará, nos convencerá de la maldad del pecado, nos arrancará del
pecado. Jesús nos ha encomendado a Él y ha dicho que es nuestro apoyo, nuestro
maestro; sin embargo, muy a menudo no nos relacionamos con Él como una persona
viva, viva que está en medio de nosotros. Lo consideramos una realidad lejana,
impersonal, desvaída, irreal.
El Papa ha dicho estas bellísimas palabras en el número 22 de la encíclica: «El Espíritu es
no sólo un don a la persona, sino que es una Persona-don». La Persona que se hace don,
el darse sin cesar de Dios.
Por eso acostúmbrate a comenzar siempre cada jornada diciendo: «Buenos días, Espíritu
Santo», ya que está cerca de ti, en ti; y a terminar la jornada diciendo: «Buenas noches,
Espíritu Santo»porque está en ti y guía también tu descanso.
JESÚS PROMETIÓ QUE EL PADRE DARÁ EL ESPÍRITU A TODO EL QUE LO PIDA
Jesús no dijo que el Padre dará el Espíritu sólo al que lo merece; dijo que da el Espíritu a
todo el que lo pide. Entonces, hay que pedirlo con fe y con constancia. El Papa en el No.
65 de la Encíclica dice: «El Espíritu Santo es el don que viene al corazón del hombre junto
con la oración».
EL ESPÍRITU ES EL AMOR DE DIOS DERRAMADO EN NUESTROS CORAZONES
Mientras más vivamos en el amor, más viviremos en el Espíritu santo. Mientras más
sigamos a nuestro egoísmo, más nos alejaremos del Espíritu Santo. Pero el Espíritu no se
rinde nunca, continuamente nos estimula a vivir en el amor. El Papa en la encíclica dice:
«El Espíritu Santo es Persona-Amor, en Él la vida íntima de Dios se hace don». Me da sin
cesar Su vida íntima, porque el amor de Dios derramado en nuestros corazones es el
Espíritu Santo.
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