La atención: Alteraciones patológicas - OCW

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Atención: Aspectos patológicos.
BIOPATOLOGÍA DE LOS PROCESOS SUPERIORES
Licenciado en Pedagogía
Documentos para Clase
Dra. María José Martínez Segura
Departamento de Métodos de Investigación
y Diagnóstico en Educación
Facultad de Educación
Universidad de Murcia
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María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
0. Índice.
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1. Estudio de la atención.
1.1. ¿Qué es la atención?
1.1.1. Funciones de la atención en el procesamiento humano de la información.
1.1.2. Determinantes de la orientación atencional.
1.1.3. Orientación abierta o encubierta.
1.1.4. Beneficios de la selección atencional de información.
1.1.5. Automatización y control atencional.
1.1.6. Participación atencional y mantenimiento del nivel de alerta.
1.1.7. Anatomía del sistema atencional.
2. Alteraciones atencionales.
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2.1. Los trastornos atencionales en psicopatología.
2.1.1. Psicopatología de la atención.
2.1.2. Las alteraciones atencionales en esquizofrenia y otros trastornos.
3. Trastornos por déficit de atención en la infancia (TDA).
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3.1. Definición de TDA.
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4. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
4.1. Definición de TDAH.
4.2. Sintomatología / características de los trastornos hiperactivos.
4.3. Historia evolutiva.
4.4. Prevalencia de los TDAH.
4.5. Etiología de los TDAH.
4.6. Diagnóstico y evaluación de los TDAH.
4.7. Problemas escolares y de aprendizaje asociados.
4.8. Problemas sociales y conductuales asociados.
5. Tratamiento.
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5.1. Tratamiento farmacológico.
5.2. Modificación de conducta.
5.3. Autorregulación e intervención conductual-cognitiva.
5.4. Combinación de tratamientos.
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6. Casos prácticos.
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7. Fuentes bibliográficas.
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Atención: Aspectos patológicos.
Atención: Aspectos Patológicos.
1. Estudio de la atención.
En este apartado vamos a introducirnos en el estudio de la atención.
Comenzaremos explicando cuáles son las funciones que desempeña este mecanismo
cognitivo en el procesamiento humano de información, también atenderemos a los
factores que determinan hacia dónde se orienta nuestra atención en un momento
concreto, las ventajas que supone la función selectiva de la atención para el
procesamiento humano de la información, etc. Para finalizar, comentaremos algunas
ideas sobre las funciones de la atención y los mecanismos a través de los cuales las
desempeñan.
1.1. ¿Qué es la atención?
Cuando hablamos de atención, a todos nos viene a nuestra mente la idea de que
implica centrarse en algo concreto (mensaje, situación, realidad…), pero vamos a partir
de las funciones que la atención desempeña en el procesamiento humano de la
información para poder concluir delimitando un concepto para el término de “atención”.
1.1.1. Funciones de la atención en el procesamiento humano de la información.
Si retrocedemos en nuestra memoria, posiblemente recordemos situaciones en
las que algún profesor nos haya amonestado por no estar atendiendo a sus explicaciones
en clase. Tal vez ocurrió de un modo inintencionado, cuando algo distinto a la
explicación docente atrajo nuestra atención, en cualquier caso, el profesor volvió a
captar, de nuevo, nuestra atención con solo decir nuestro nombre.
A través de este ejemplo vamos a tratar de entender algunos significados
relacionados con la atención. Volviendo al ejemplo, el profesor reclama a sus alumnos
que atiendan exclusivamente a lo que el está explicando y, por consiguiente, que
ignoren cualquier otro evento que pueda acontecer. Así, podemos decir que atender
implica seleccionar una parte de la mucha y variada información externa que está
disponible en un momento dado de cualquier situación. En el ejemplo utilizado, las
palabras del profesor contienen información, al igual que los ruidos de dentro y fuera de
la clase, la llamada de un compañero… al dirigir nuestra atención sobre las
explicaciones del profesor, favorecemos la identificación correcta de las palabras y la
comprensión de lo que pretende decirnos. En general, podemos decir que mediante la
atención logramos centrarnos en el análisis de una parte de la información que nos llega
a través de nuestros órganos sensoriales, lo que facilita que las operaciones mentales
necesarias para identificar y reconocer esa información se produzcan eficientemente.
Esto puede conseguirse mediante dos tipos de mecanismos: 1) la existencia de una
información prioritaria con respecto al resto, lo cual facilita que la analicemos con
mayor detalle; 2) el que la información a la que no atendemos quede en determinada
manera bloqueada o inhibida.
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A menudo, la información seleccionada lo es porque se adecua a la que se desea
recibir en ese momento, porque se ajusta a nuestros objetivos, motivaciones, intereses o
expectativas actuales (factores internos, al propio sujeto); así el alumno motivado a
seguir la explicación del profesor orienta fácilmente su atención hacia ella, a pesar de
que sus compañeros más próximos estén hablando. Sin embargo, en ocasiones, nuestra
atención es atraída por eventos externos, prácticamente sin que medie intencionalidad
por nuestra parte (ejem, un coche que frena bruscamente en la calle). En este caso, para
reorientar la atención, el profesor nos puede llamar por nuestro nombre y formularnos
una pregunta sobre el tema estudiado. Ahora, también, la atención ha estado implicada
en la actividad mental y verbal que ha permitido responderla. De aquí, podemos extraer
que la atención también interviene en la selección de la información interna al propio
sistema de procesamiento humano. También, podemos enfatizar que la atención puede
ejercer una importante función para controlar la actividad cognitiva y conductual que
nos permite alcanzar un objetivo; en el ejemplo, el responder correctamente a una
pregunta compleja.
Por otra parte, debemos recordar que una gran parte de procesos implicados en
las actividades cotidianas no requieren este tipo de control, pues pueden desarrollarse
automáticamente, sin la supervisión de la atención. En cambio hay procesos que sólo
pueden desarrollarse con el control atencional.
La selección de información es una de las principales manifestaciones de la
atención, pero también hay otra fundamental: la reducción del tiempo necesario para
responder ante un evento esperado. Cuando tenemos la expectativa de que va a ocurrir
algo ante lo que hemos de dar una respuesta inmediata, respondemos con más rapidez
que cuando no lo esperamos. Esta ventaja temporal se atribuye a la acción preparatoria
de la atención sobre los procesos que llevan a la selección y realización de nuestras
respuestas. Por tanto, atender también significa estar preparados anticipadamente para
responder con rapidez a un evento y manifestarse en estado de alerta de forma
prolongada hasta que este se produce.
Según lo comentado hasta el momento, es posible que pensemos que los
fenómenos relacionados con la atención son demasiado diversos. El funcionamiento
atencional implica la acción coordinada de varios módulos o subsistemas , pues cada
uno de ellos desempeña distintas funciones, pero existe una estrecha relación entre
todos ellos.
En definitiva, la atención es un complejo mecanismo cognitivo, cuyo
funcionamiento puede influir sobre la actividad de los sistemas mediante los que
obtenemos información del mundo exterior (sistemas sensoriales), sobre los sistemas
que realizan operaciones sobre la información procedente del exterior o de la memoria
(sistemas cognitivos) y sobre los sistemas mediante los que ejecutamos conductas
(sistemas motores). Con ello la atención desempeña funciones fundamentales para el
desarrollo organizado de la actividad consciente. Por todo lo cual, la atención puede
definirse como el mecanismo cognitivo mediante el que ejercemos el control voluntario
sobre nuestra actividad perceptiva, cognitiva y conductual, entendiendo por ello que
activa/inhibe y organiza las diferentes operaciones mentales requeridas para llegar a
obtener el objeto que pretendemos y cuya intervención es necesaria cuando y en la
medida que estas operaciones no pueden desarrollarse automáticamente.
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1.1.2. Determinantes de la orientación atencional.
En ocasiones nuestra atención se orienta hacia una estimulación concreta y no
hacia otras guiada fundamentalmente por lo que deseamos obtener en la situación en la
que nos encontramos, mientras que en otros momentos la orientación atencional está
determinada principalmente por las características de los estímulos de la situación.
Así pues, cuando un estímulo tiene alguna característica física que lo destaca
visualmente entre el resto de estímulos presentes, nuestra atención tiende a orientarse
hacia ese estímulo. Por ejemplo, cuando revisamos una factura, pese a que nuestra
intención sea la de conocer el importe que debemos pagar, puede que nuestra atención
se oriente inicialmente hacia estímulos irrelevantes con características destacadas, tales
como un pequeño dibujo coloreado incluido en la factura con fines publicitarios. De
hecho, esta estrategia muy utilizada en la publicidad visual para atraer la atención del
posible usuario.
Por otra parte, nuestra atención también tiende a orientarse hacia los estímulos
visuales que aparecen de forma abrupta. Por ejemplo, cuando estamos concentrados en
la lectura de un capítulo, sí se produce repentinamente un destello luminoso dentro de
nuestra periferia visual, es posible que ésta captara nuestra atención y nuestra lectura se
viera interrumpida.
1.1.3. Orientación abierta o encubierta.
La orientación de la atención suele coincidir abiertamente con los receptores
sensoriales. Así, puede que en un momento concreto quizá en muchas ocasiones un
alumno esté mirando el gráfico que está explicando su profesor, pero que su atención
visual se oriente en realidad hacia lo que está haciendo su compañero de mesa,
encubiertamente. En esta situación, la información visual seleccionada atencionalmente
será la correspondiente a las acciones del compañero y no a la contenida en el gráfico.
De este modo queda indicado que la orientación de la atención visual puede ser distinta
a la de los receptores visuales.
Por otra parte, debemos destacar que somos capaces de detectar el estímulo con
mayor rapidez cuando aparece justo en la posición en la que hemos focalizado nuestra
atención y somos más lentos en detectarlo cuando, contrariamente a lo que se nos ha
informado, aparece en una posición diferente y relativamente alejada de la que
constituye en ese momento el foco de nuestra atención.
En definitiva, la orientación de la atención visual está relacionada con la
orientación de los receptores visuales, pero no depende en exclusiva de estos. Es más, la
orientación que adoptan en un momento concreto nuestros receptores visuales depende
en parte de cuál es la orientación de nuestra atención.
1.1.4. Beneficios de la selección atencional de información.
Ya sea abierta o encubierta, la orientación de la atención hacia una estimulación
concreta consigue favorecer el procesamiento de la información proporcionada por esta
estimulación. Gracias a ello, podemos responder más rápidamente y con mayor
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precisión a la información estimular que está siendo seleccionada atencionalmente que
al resto de la información que recibimos en un momento concreto, lo que resulta
beneficioso en la realización de muchas tareas cotidianas.
La atención también puede orientarse hacia información interna del propio
sistema de procesamiento humano, con lo que cumple una importante función en el
control de la actividad cognitiva y conductual. La selección de información interna
sobre la acción (mental o motora) que pretendemos realizar en un momento concreto
también propicia una realización rápida y precisa de esa acción.
La selección de información sobre una acción es particularmente necesaria
cuando deben coordinarse distintas acciones, como en el caso de la resolución de un
problema difícil, o cuando tenemos que hilvanar varias ideas para responder a la
pregunta que nos acaba de plantear el profesor.
Asimismo, este tipo de selección es importante cuando existen otras posibles
acciones disponibles en la situación, pues tales casos debe evitarse que éstas interfieran
en la realización de la acción pretendida. Por ejemplo, ¿alguna vez se ha encontrado
usted intentando meter la ropa sucia en la nevera en lugar de en la lavadora?, este es un
ejemplo de lo que se denomina acto fallido, una acción que se ejecuta justo cuando se
pretendía llevar a cabo otra diferente.
1.1.5. Automatización y control atencional.
Muchos de los procesos implicados en nuestra actividad cotidiana pueden
desarrollarse sin necesidad del control atencional. Por ejemplo, si se domina una
escritura mecanográfica automatizada, no es necesario prestar atención a muchas de las
operaciones implicadas en la acción de escribir mediante el teclado del ordenador.
Podemos escribir a la vez que centramos nuestra atención sobre la argumentación que se
expone en el texto que estamos copiando. Estos procesos pueden producirse de forma
automática, sin control atencional, ante la mera presencia de la estimulación.
En cambio, hay procesos que sólo pueden desarrollarse bajo el control de la
atención. Los procesos mentales necesarios para comprender una argumentación y los
que se requieren para expresar ideas mediante el lenguaje, son procesos que no pueden
ocurrir sin prestarles atención y, por ello, difícilmente podemos simultanearlos con los
requeridos por otras actividades que también la exigen. Por ejemplo, será prácticamente
imposible comprender el texto estrictamente al mismo tiempo que pensamos en cómo
expresar nuestra idea. Sin embargo, será relativamente fácil realizar cualquiera de ellos
de forma concurrente con alguna actividad que pueda desarrollarse en gran medida
automáticamente, como es la escritura mecanizada.
En general, el control atencional suele ser necesario cuando la tarea es compleja
o novedosa, mientras que no lo es cuando se trata de una tarea bien aprendida o
rutinaria. En términos cognitivos, la atención ha de controlar los procesos necesarios
para alcanzar un objetivo cuando no se dispone en la memoria del plan de acción
específico requerido para alcanzarlo.
Hay procesos que están totalmente automatizados y otros que se producen
exclusivamente bajo el control atencional, pero también los hay que son sólo
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parcialmente automáticos, en mayor o en menor medida. Asimismo, hay procesos que
ocurren siempre de forma automática porque así lo permiten las características propias
del sistema de procesamiento humano (por ejem. Los que subyacen a la acción de andar
a lo largo de un camino), mientras que en otros casos es la práctica consistente y
reiterada de una tarea o de una combinación de tareas la que puede llevar de forma
gradual a la automatización de los procesos implicados en tales tareas; por tanto, un
proceso que inicialmente sólo podía desarrollarse bajo el control atencional puede
acabar produciéndose automáticamente con la práctica (como ejemplo encontramos la
conducción de un coche).
1.1.6. Participación atencional y mantenimiento del nivel de alerta.
Nuestra atención puede cambiar su orientación rápidamente, pasando de estar
centrada en una información a estarlo en otra en un tiempo muy breve. Veamos un
ejemplo concreto, si advertimos una señal de tráfico triangular en la que se representan
las siluetas de unos niños corriendo, nos esforzamos por mantener nuestra atención en la
calzada durante todo el tiempo en que circulemos por ese tramo. Con ello, nos
preparamos para reaccionar con rapidez en el caso de que algún pequeño la invada
repentinamente.
Se considera que la mayor rapidez a la hora de detectar el evento es posible
gracias a la acción de la atención sobre las estructuras específicamente encargadas del
procesamiento de la información requerida para responder al evento que esperamos que
ocurra.
1.1.7. Anatomía del sistema atencional.
Existen áreas del sistema nervioso central que están implicadas específicamente
en distintas funciones atencionales. Así, el lóbulo parietal posterior (en la corteza
cerbral), el colículo superior (en el troncoencéfalo) y el núcleo pulvinar (en el tálamo)
forman parte de una red posterior de áreas cerebrales que sustenta nuestra capacidad de
orientar la atención desde una posición a otra del campo visual. Cada una de estas áreas
podría ser la base de una operación distinta de las que intervienen en la orientación: el
desenganche de la atención respecto a la posición inicial estaría relacionado con el
lóbulo parietal posterior; el desplazamiento de la atención desde la posición inicial hasta
la nueva posición focalizada lo estaría con el colículo superior, y la focalización
atencional sobre la nueva posición lo estaría con el núcleo pulvinar.
Por otra parte, las zonas anteriores y de alrededor del giro singular (en el lóbulo
frontal medio de la corteza cerebral) forman la red anterior, que se relaciona con la
detección de estímulos y con el control atencional de nuestras acciones.
Finalmente, podemos hablar de la existencia de una tercera red: la llamada red
de vigilancia en la que intervienen especialmente, entre otras regiones del hemisferio
derecho, un área del lóbulo frontal derecho, que propicia el mantenimiento del estado
de alerta posiblemente gracias a la implicación de las vías noradrenérgicas que se
originan a nivel del locus coeruleus, en el tronco encefálico. Así pues, la base neural de
la alerta responde a una asimetría interhemisférica, siendo mayor la implicación del
hemisferio derecho.
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2.
Alteraciones atencionales.
En este apartado vamos a realizar una breve revisión de las alteraciones
atencionales en la infancia y en la psicopatología del adulto.
Comenzaremos abordando una visión actual de las disfunciones atencionales
partir de la psicopatología cognitiva y analizaremos las alteraciones atencionales en
algunos trastornos mentales, especialmente la esquizofrenia.
En relación con las alteraciones atencionales en la infancia partiremos de la
descripción clínica de trastorno, para pasar a los factores implicados en su instauración
y, por último, exponer referencias a la evaluación y al tratamiento de las mismas.
2.1. Los trastornos atencionales en psicopatología.
Las alteraciones atencionales están presentes en el ámbito de la Psicopatología.
Para facilitar su estudio, vamos a agrupar los trastornos clásicos de la atención en las
siguientes categorías:
ƒ
Falta de atención, elevación del umbral de atención, trastorno de concentración
hipoproxexia. Existe una capacidad disminuida para enfocar, concentrarse y
orientarse hacia un objeto. También hace referencia a la presencia de umbrales
estimulares demasiado elevados para conseguir la orientación del sujeto. Es
propia de la esquizofrenia, estados depresivos de agitación y de las demencias.
ƒ
Inestabilidad atencional, distraibilidad, oscilaciones hiperprosexia. La atención
se dirige superficialmente a los estímulos de cada momento, cambiando
rápidamente, mostrándose una incapacidad para mantenerla sobre los estímulos
relevantes de la situación. Es propia de los trastornos maníacos o de la acción de
determinadas sustancias psicotrópicas, y también puede darse en la
esquizofrenia.
ƒ
Fatigabilidad, incapacidad para mantener la atención. Aparece una fatiga
prematura centrada en un aumento del tiempo de reacción y en el número de
errores sobre tareas repetidas que exigen una atención sostenida durante cierto
tiempo. Observable en la esquizofrenia y en muchos otros trastornos mentales.
ƒ
Estrechamiento de la atención. La concentración se focaliza sobre unos pocos
estímulos y en muchos casos también se internaliza. En la esquizofrenia el
sujeto se fija en sus alucinaciones o en sus delirios de un modo constante, siendo
incapaz de atender a otros estímulos del ambiente.
2.1.1. Psicopatología de la atención.
Vamos a analizar las alteraciones atencionales en función de las siguientes
propiedades de esta actividad: concentración, selección, activación, vigilancia y
expectativa. Una característica común de los distintos fenómenos que ocurren en cada
propiedad es que no necesariamente implica morbidez. Pueden estar asociados a
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muchos trastornos mentales (esquizofrenia, paranoia, depresión, estados de ansiedad),
pero también los pueden experimentar personas normales.
-
Las alteraciones de la atención como concentración se refieren a una
alteración en la fijación. El foco atencional es disfuncional o actúa de
modo inadaptativo sobre los objetos estimulares en los que debería
centrarse. Es típico de muchas alteraciones psicóticas, especialmente
en la esquizofrenia. Otros fenómenos relacionados con esta propiedad
de la atención son la ausencia mental y la laguna mental. En la
ausencia mental el sujeto está totalmente focalizado en algún
pensamiento o preocupación que provoca una desatención respecto al
resto de estímulos, excepto aquellos muy mecánicos y habituales. En
este caso se produce una elevación del umbral de activación
atencional para todos aquellos estímulos distractores que no sean el
pensamiento o la tarea que absorbe todos los recursos. En cambio, en
la laguna mental, se presenta la experiencia de no recordar nada de lo
realizado en un intervalo de tiempo dado, pese a que se estaba
realizando una actividad determinada. La paradoja se explica porque
la ejecución de dicha actividad dependía en gran parte de procesos
automáticos (no atencionales), y al no ocurrir nada que demandase
mayores niveles de esfuerzo o flexibilidad no ha sido necesario
recurrir al procesamiento controlado (atencional).
-
La atención selectiva podría concebirse como la capacidad para
separar lo relevante de lo irrelevante. El funcionamiento correcto de
esta habilidad permite, por ejemplo, atender a lo que nos cuenta un
amigo en una fiesta durante cierto tiempo, pero también atender
instantáneamente a la conversación que mantiene un grupo cercano si
se pronuncia en ella nuestro nombre. Desde el punto de vista
psicopatológico, la incapacidad del filtraje y la distraibilidad están
presentes en muchos trastornos, sin embargo, en la esquizofrenia
resultan especialmente relevantes.
-
La atención como activación (arousal) expresa los fenómenos
atencionales asociados a situaciones de estrés. En condiciones
normales, cuando un sujeto experimenta un estado de estrés tiende a
reducir mucho el foco atencional sobre el estresor, desatendiendo a
los estímulos periféricos. A medida que cambia la activación también
cambia la capacidad atencional. El nivel óptimo de activación cambia
con la dificultad de la conducta a realizar en cada situación. El grado
óptimo de activación es inversamente proporcional a esa dificultad: la
ejecución correcta ante tareas difíciles requiere de un nivel menor de
activación que la ejecución de tareas fáciles. Los sujetos que padecen
un estrés patológico pueden llegar a reducir demasiado la
focalización atencional, y esa excesiva selectividad con la que acaban
funcionando provoca un tipo de conducta claramente desadaptativo,
dado que el foco atencional se estrecha tanto que obvia información
relevante para afrontar la situación con éxito.
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La atención como vigilancia se define como la habilidad para
detectar o identificar un estímulo objetivo de aparición infrecuente o
imprevista en tareas o situaciones de larga duración y relativamente
repetitivas. El nivel de vigilancia de todas las personas puede estar
afectado por su nivel de activación tónica, la personalidad, los
incentivos, la probabilidad de aparición de una señal, etc. Pero en
pacientes adultos con trastornos psicopatológicos se han detectado
niveles inadecuados de vigilancia especialmente bajos (en
esquizofrenia), aunque también se puede dar hipervigilancia,
especialmente en casos de ansiedad generalizada o en personas
especialmente vulnerables a trastornos por ansiedad.
-
Finalmente, la atención como expectativa o anticipación
(preparación atencional) se refiere al hecho de que las personas nos
beneficiamos claramente de la información previa a la hora de
mejorar nuestra disposición atencional, y, consecuentemente,
aumentar nuestro rendimiento. Los pacientes esquizofrénicos, no se
suelen beneficiar de la información previa. Es como si mantuvieran
una disposición fragmentada que les impidiese atender a la
información relevante que previamente se les suministra, y por tanto
su respuesta no es lo rápida y efectiva que cabría esperar.
2.1.2. Las alteraciones atencionales en esquizofrenia y otros trastornos.
Las alteraciones atencionales están presentes en múltiples trastornos, sin
embargo es en la esquizofrenia donde adquieren un papel más relevante. La alteración
de las funciones selectivas e inhibitorias de la atención son un déficit primario a la
esquizofrenia.
Una gran parte de los estudios de la atención en la esquizofrenia se centran en
los efectos de la distracción. En general estas personas tienen problemas serios para
organizar selectivamente la información entrante y se ven más afectados por los
estímulos distractores.
La desorganización de los esquizofrénicos es mucho más significativa cuando
deben procesar simultáneamente material en más de una modalidad sensorial y su
rendimiento es más bajo en la modalidad visual que en la auditiva. Los problemas de
procesamiento de la información en este trastorno son proporcionales al aumento de la
carga cognitiva que requieren las tareas.
En las tareas de vigilancia o de atención sostenida también se hallan de modo
más sistemático problemas de rendimiento en las personas con esquizofrenia. En
general, los problemas en atención sostenida y selectiva se dan en mayor medida
siempre que la tarea requiera una carga cognitiva elevada.
La habilidad de filtrar información sobre la base física de los estímulos, aunque
es algo más lenta en los esquizofrénicos no esta afectada.
Por otra parte, los esquizofrénicos no se benefician de la información
anticipatoria.
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En definitiva el déficit atencional de la esquizofrenia puede deberse a tres
factores: un fallo a la hora de poner en marcha los recursos atencionales, una
disminución de procesamiento de la información y una deficitaria política de
distribución de los recursos cognitivos.
En relación con otros trastornos, en el caso de la depresión, se han presentado
datos de peor rendimiento en tareas de vigilancia, tareas de enmascaramiento y tareas
relacionadas con la información anticipatoria (que no hacen uso de ella).
Por su parte, la presencia de las alteraciones atencionales en caso de ansiedad es
también muy relevante. En estos casos se centran en las relaciones entre atención y
activación. El excesivo estrechamiento del foco atencional en la ansiedad provoca un
procesamiento distorsionado de la información que influye en el mantenimiento de las
respuestas desadaptativas de miedo y malestar.
En general, también puede encontrarse alteraciones atencionales en los
trastornos obsesivos, la enfermedad de Alzheimer y las demencias seniles en general.
3.
Trastornos por déficit de atención en la infancia (TDA).
Los problemas de falta de atención en el ámbito escolar son los más frecuentes.
En estudios epidemiológicos con población normal, los maestros describen como
inatentes casi a la mitad de niños y algo más de una cuarta parte de las niñas. En el
ámbito clínico los problemas atencionales presentan una prevalecía entre el 3 y el 5 por
ciento, e incluso en algunos casos la mitad de los niños que son remitidos para
evaluación o tratamiento clínico presentan algún tipo de disfunción atencional. Todo
esto nos lleva a afirmar que las repercusiones educativas y sociales de este tipo de
problemas justifican sobradamente los esfuerzos actuales para su definición, explicación
evaluación y tratamiento.
3.1. Definición de TDA.
El trastorno por déficit atencional (TDA), como entidad clínica independiente,
aparece a principios de los años ochenta (Asociación Americana de Psiquiatría, APA,
1980). Por otra parte, cuando hablamos del trastorno por déficit de atención en la
infancia, mezclamos este concepto con otro más amplio de hiperactividad, esto nos lleva
a plantearnos una cuestión clave. Esta cuestión clave está en determinar si se trata de un
único síndrome, cuyas manifestaciones básicas centradas en conductas de falta de
atención, impulsividad y sobreactividad están interrelacionadas, o si es posible
diferenciar dos trastornos específicos: el trastorno por déficit atencional con y sin
hiperactividad. Desde 1994, y hasta el momento, la APA sigue manteniendo una única
entidad clínica (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) pero con tres
subtipos: con predominio atencional, con predominio de hiperactividad/impulsividad y
combinado.
¿Cuál es la diferencia entre un TDA+H y un TDA-H? Esta diferencia puede
establecerse, desde el punto de vista clínico, sobre una base comportamental y sobre el
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tipo de déficit atencional. En el primer caso, los niños con TDA+H presentan una
sobreactividad motora o, si se prefiere, una actividad motora desadaptativa. Realmente
les cuesta controlar su conducta motora especialmente en situaciones que exigen
esfuerzo cognitivo y atención. Pero, además, en su mayoría también presentan
conductas disruptivas e incluso antisociales, claramente implicados en sus problemas
académicos y de adaptación familiar y escolar.
En cuanto al déficit atencional (TDA-H) pueden tener más problemas con la
atención focalizada o velocidad de procesamiento de la información. Por su parte, los
niños con TDA+H pueden tener más dificultades con la atención sostenida y el control
de la impulsividad, y con los parámetros motivacionales implicados en la tarea.
Para finalizar, podemos decir que el diagnóstico de trastorno por déficit de
atención hace referencia a un niño con una capacidad cognitiva general dentro de la
normalidad, pero que tiene problemas para detectar los estímulos relevantes, comete
errores por descuido, se distrae fácilmente, parece no escuchar , tiene dificultades para
seguir instrucciones y también (aunque tal vez en menor grado comparando con el
TDA+H) tiene problemas para mantener la atención durante cierto periodo de tiempo.
No tiene por qué presentar conductas problema importantes ni en casa ni en la escuela,
pero desde un punto de vista estricto, para su diagnóstico la APA exige actualmente que
las disfunciones atencionales sean perceptibles en ambos ambientes (o más) y que
supongan un deterioro clínicamente significativo de la actividad social, académica o
laboral.
4. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad
(TDAH).
El patrón de conducta habitualmente
generado enormes esfuerzos de investigación.
desarrollo ha llevado a una nueva comprensión
biológicas y medioambientales que intervienen
como a problemas asociados a ella.
descrito como “hiperactividad” ha
Este esfuerzo de casi un siglo de
del problema, tanto en sus variables
en la expresión de la hiperactividad
También se argumenta que el síndrome es poco específico, y simplemente está
describiendo conductas que se ven en la mayoría de los niños. ¿Qué niveles de actividad
motora o falta de atención son suficientes para considerarlas anormales? Esta aparente
subjetividad y falta de especificidad en el diagnóstico es debida a la ausencia de
marcadores biológicos. El diagnóstico es un diagnóstico clínico basado en los síntomas
que el niño presenta. Aunque en muchos casos puede llegar a ser difícil diferenciar a un
niño normal de otro con TDAH, ya que las diferencias son cuantitativas y no
cualitativas. Las conductas que niños normales presentan a veces, el niño con TDAH las
presenta la mayor parte del tiempo.
Muchos padres definen a sus hijos como muy inquietos o activos. En algunos
casos el término está referido a un movimiento constante de acomodación al asiento; en
otros, a la imposibilidad de mantenerse sentado. En casos severos, a una conducta
errática, descontrolada e impredecible que hace imposible la adaptación del niño al
medio escolar, y dificulta enormemente la vida familiar.
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Estos niños no piensan demasiado antes de actuar, ni tampoco parecen reconocer
el peligro. Las intoxicaciones y las fracturas son uno de los principales motivos de
consulta en los servicios de urgencia pediátrica. A estos dos síntomas, hiperactividad e
impulsividad, se le agrega un tercero que es la falta de atención. En edad temprana, los
padres característicamente refieren que el niño salta de juguete en juguete o de juego en
juego, si poder focalizar su atención en ninguno. Más tarde, las rutinas diarias (como
lavarse los dientes, vestirse o hacer los deberes) son motivo de fricción. La desatención
se manifiesta también en la escuela, donde no termina las tareas que se le encomiendan,
o comete errores.
Un rasgo frecuente pero poco estudiado es su labilidad emocional. Por lo
general, estos niños se frustran ante la primera dificultad que encuentran, o cuando no
obtienen lo que quieren. Esta frustración se manifiesta por rabietas explosivas de
comienzo súbito y final abrupto, de la que parece no quedar memoria alguna momentos
más tarde.
El síndrome de Déficit de la Atención con Hiperactividad es la psicopatología
más frecuente en la infancia. Es más frecuente en varones que en mujeres, en una
proporción de 6:1.
4.1. Definición de TDAH.
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad, o TDAH, es un trastorno
del desarrollo del autocontrol. Engloba problemas para mantener la atención y para
controlar los impulsos y el nivel de actividad. Pero es mucho más. Estos problemas se
reflejan en el deterioro de la voluntad del niño o de su capacidad para controlar su
conducta a lo largo del tiempo, y para mantener en su mente las metas o consecuencias
futuras. No es únicamente ser desatento o hiperactivo, no es un estado temporal que se
curará con el tiempo, pero sí es normal durante una fase de la infancia. Tampoco se
debe a un fracaso de los padres por controlar o enseñar a su hijo a ser disciplinado, ni es
un signo de malicia inherente en el niño. El TDAH es real, un auténtico trastorno, un
verdadero problema y, a menudo es un obstáculo para aprender o relacionarse con los
demás.
Un niño hiperactivo tiene dificultades para concentrarse, se distrae con facilidad,
es impulsivo, no resuelve de forma eficaz ni organiza sus problemas, es poco hábil en
situaciones sociales, etc.
Dejando a un lado la excesiva actividad motriz y centrándonos en los aspectos
cognitivos, podemos concebir al TDAH como un trastorno en la respuesta de inhibición
que afecta a las funciones ejecutivas durante el periodo entre la aparición del estímulo y
la emisión de la respuesta y que hace posible la autorregulación. No es que el sujeto no
sepa lo que hace, sino que no hace lo que sabe. Por tanto, afecta al funcionamiento
adaptativo; al complejo conjunto de conductas autorregulatorias que debemos organizar
para responder a las exigencias de la vida diaria, tanto sociales como académicas y de
acuerdo con el progreso evolutivo normal. De este modo, aparece como una
discrepancia entre potencial y ejecución: aunque el niño posee una capacidad intelectual
normal, no alcanza el nivel de logro esperable si pudiera controlar su impulsividad y
mantener la atención. La falta de atención parece ser el eje central del trastorno y los
13
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
principales problemas con que se encuentran estos niños se refieren a centrar la atención
e inhibir las conductas inadecuadas.
4.2. Sintomatología / características de los trastornos
hiperactivos.
La característica esencial del trastorno por déficit de atención con hiperactividad
es un patrón persistente de desatención y/o hiperactividad-impulsividad, que es más
frecuente y grave que el observado habitualmente en sujetos de un nivel de desarrollo
similar.
Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o de desatención causantes de
problemas pueden haber aparecido antes de los 7 años de edad. Sin embargo, bastantes
sujetos son diagnosticados habiendo estado presentes los síntomas durante varios años.
Algún problema relacionado con los síntomas debe producirse en dos
situaciones por lo menos (p. ej., en casa y en la escuela o en el trabajo). Debe haber
pruebas claras de interferencia en la actividad social, académica o laboral propia del
nivel de desarrollo.
El trastorno no aparece exclusivamente en el transcurso de un trastorno
generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se explica
mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno del estado de ánimo,
trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o trastorno de la personalidad).
Las deficiencias de la atención pueden manifestarse en situaciones académicas,
laborales o sociales. Los sujetos afectos de este trastorno pueden no prestar atención
suficiente a los detalles o cometer errores por descuido en las tareas escolares o en otros
trabajos. El trabajo suele ser sucio y descuidado y realizado sin reflexión. Los sujetos
suelen experimentar dificultades para mantener la atención en actividades laborales o
lúdicas, resultándoles difícil persistir en una tarea hasta finalizarla.
A menudo parecen tener la mente en otro lugar, como si no escucharan o no
oyeran lo que se está diciendo.
Pueden proceder a cambios frecuentes de una actividad no finalizada la otra. Los
sujetos diagnosticados con este trastorno pueden iniciar una tarea, pasar a otra, entonces
dedicarse a una tercera, sin llegar a completar ninguna de ellas. A menudo no siguen
instrucciones ni órdenes, y no llegan a completar tareas escolares, encargos u otros
deberes. Para establecer este diagnóstico, la incapacidad para completar tareas sólo debe
tenerse en cuenta si se debe a problemas de atención y no a otras posibles razones (p.
ej., incapacidad para comprender instrucciones).
Estos sujetos suelen tener dificultades para organizar tareas y actividades. Las
tareas que exigen un esfuerzo mental sostenido son experimentadas como desagradables
y sensiblemente aversivas. En consecuencia, estos sujetos evitan o experimentan un
fuerte disgusto hacia actividades que exigen una dedicación personal y un esfuerzo
mental sostenidos o que implican exigencias organizativas o una notable concentración
(p. ej., tareas domésticas o tareas de papel y lápiz). Esta evitación debe estar causada
14
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
por las deficiencias del sujeto relativas a la atención y no por una actitud negativista
primaria, aunque también puede existir un negativismo secundario.
Los hábitos de trabajo suelen estar desorganizados y los materiales necesarios
para realizar una tarea acostumbran a estar dispersos, perdidos o tratados sin cuidado y
deteriorados.
Los sujetos que sufren este trastorno se distraen con facilidad ante estímulos
irrelevantes e interrumpen frecuentemente las tareas que están realizando para atender a
ruidos o hechos triviales que usualmente son ignorados sin problemas por los demás (p.
ej., el ruido de un automóvil, una conversación lejana).
Suelen ser olvidadizos en lo que concierne a actividades cotidianas (p. ej.,
olvidan citas, olvidan llevarse el bocadillo).
En situaciones sociales, los déficits de atención pueden expresarse por cambios
frecuentes en la conversación, no escuchar a los demás, no atender las conversaciones y
no seguir los detalles o normas de juegos o actividades.
La hiperactividad puede manifestarse por estar inquieto o retorciéndose en el
asiento (no permaneciendo sentado cuando se espera que lo haga así), por un exceso de
correr o saltar en situaciones en que resulta inadecuado hacerlo, experimentando
dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio, aparentando
estar a menudo «en marcha» o como si «tuviera un motor», o hablando excesivamente.
La hiperactividad puede variar en función de la edad y el nivel de desarrollo del
sujeto; el diagnóstico debe establecerse con cautela en niños pequeños. Los niños
pequeños y preescolares con este trastorno difieren de los niños pequeños normalmente
activos por estar constantemente en marcha y tocarlo todo; se precipitan a cualquier
sitio, salen de casa antes de ponerse el abrigo, se suben o saltan sobre un mueble, corren
por toda la casa y experimentan dificultades para participar en actividades sedentarias
de grupo en las clases preescolares (p. ej., para escuchar un cuento). Los niños de edad
escolar despliegan comportamientos similares, pero usualmente con menos frecuencia
que los más pequeños. Tienen dificultades para permanecer sentados, se levantan a
menudo, se retuercen en el asiento o permanecen sentados en su borde. Trajinan objetos,
dan palmadas y mueven sus pies o piernas excesivamente. A menudo se levantan de la
mesa durante las comidas, mientras miran la televisión o durante la realización de tareas
escolares. Hablan en exceso y producen demasiado ruido durante actividades tranquilas.
En los adolescentes y adultos, los síntomas de hiperactividad adoptan la forma de
sentimientos de inquietud y dificultades para dedicarse a actividades sedentarias
tranquilas.
La impulsividad se manifiesta por impaciencia, dificultad para aplazar
respuestas, dar respuestas precipitadas antes de que las preguntas hayan sido
completadas, dificultad para esperar un turno, e interrumpir o interferir frecuentemente
a otros hasta el punto de provocar problemas en situaciones sociales, académicas o
laborales.
Los sujetos afectados de este trastorno típicamente hacen comentarios fuera de
lugar, no atienden las normas que se les dan, inician conversaciones en momentos
15
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
inadecuados, interrumpen a los demás excesivamente, se inmiscuyen en los asuntos de
los demás, se apropian objetos de otros, tocan cosas que no debieran, hacen payasadas.
La impulsividad puede dar lugar a accidentes (p. ej., golpearse con objetos,
golpear a otras personas, agarrar una cazuela caliente) y a incurrir en actividades
potencialmente peligrosas sin considerar sus posibles consecuencias (p. ej., patinar en
un terreno abrupto).
Las manifestaciones comportamentales suelen producirse en múltiples
contextos, que incluyen el hogar, la escuela, el trabajo y las situaciones sociales. Para
establecer el diagnóstico, se precisa que exista alguna alteración en por lo menos dos de
tales situaciones. Es muy poco frecuente que un sujeto despliegue el mismo nivel de
disfunción en todas partes o permanentemente en una misma situación.
Habitualmente, los síntomas empeoran en las situaciones que exigen una
atención o un esfuerzo mental sostenidos o que carecen de atractivo o novedad
intrínsecos (p. ej., escuchar al maestro en clase, hacer los deberes, escuchar o leer textos
largos, o trabajar en tareas monótonas o repetitivas).
Los signos del trastorno pueden ser mínimos o nulos cuando la persona en
cuestión se halla bajo un control muy estricto, en una situación nueva, dedicada a
actividades especialmente interesantes, en una situación de relación personal de uno a
uno (p. ej., en el despacho del clínico) o mientras experimenta gratificaciones frecuentes
por el comportamiento adecuado. Los síntomas tienden a producirse con más frecuencia
en situaciones de grupo (p. ej., en grupos de juego, clases o ambientes laborales). Por
consiguiente, el clínico debe investigar el comportamiento del sujeto en distintas
circunstancias dentro de cada situación.
Sintomatología del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH)
(en el DSM-IV)
Desatención
-
No presenta suficiente
atención a los detalles.
Tiene dificultades para
mantener la atención.
Parece no escuchar.
No finaliza las tareas.
Tiene dificultades para
organizar las tareas.
Evita el esfuerzo mental
sostenido.
Pierde objetos.
Se distrae por estímulos
irrelevantes.
Es olvidadizo.
Hiperactividad
-
Mueve en exceso manos
y pies.
Abandona su asiento en
clase.
Corre o salta.
Tiene dificultades para
jugar tranquilamente.
Excesivo movimiento.
Habla en exceso.
16
Impulsividad
-
-
Habla en exceso.
Responde de forma
precipitada a las
preguntas.
Tiene dificultades para
guardar turno.
Interrumpe a otros.
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
Subtipos de TDAH:
Aunque la mayor parte de los individuos tienen síntomas tanto de desatención
como de hiperactividad-impulsividad, en algunos predomina uno u otro de estos
patrones. El subtipo apropiado debe indicarse en función del patrón sintomático
predominante durante los últimos 6 meses. De este modo podemos difernciar:
ƒ
ƒ
ƒ
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo combinado. Este
subtipo debe utilizarse si han persistido por lo menos durante 6 meses 6 (o más)
síntomas de desatención y 6 (o más) síntomas de hiperactividad-impulsividad.
La mayor parte de los niños y adolescentes con este trastorno se incluyen en el
tipo combinado. No se sabe si ocurre lo mismo con los adultos afectos de este
trastorno.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio del
déficit de atención. Este subtipo debe utilizarse si han persistido por lo menos
durante 6 meses 6 (o más) síntomas de desatención (pero menos de 6 síntomas
de hiperactividad- impulsividad).
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio
hiperactivo-impulsivo. Este subtipo debe utilizarse si han persistido por lo
menos durante 6 meses 6 (o más) síntomas de hiperactividad-impulsividad (pero
menos de 6 síntomas de desatención).
4.3. Historia evolutiva.
Existe hoy consenso de que la hiperactividad se manifiesta en los primeros años
de vida. Sin embargo, muchas veces no es hasta más tarde cuando los padres buscan
ayuda profesional. En otros casos, aquellos padres que acuden a la consulta temprano,
alarmados por el alto nivel de actividad e impulsividad de sus hijos, son tranquilizados
con el argumento de “ya va a madurar”. Es cierto que la hiperactividad disminuye con la
edad, pero también lo es, que el TDAH no es sinónimo de hiperactividad. Así, que
aunque ésta disminuya con la edad, la falta de atención sostenida y la impulsividad
permanecen relativamente estables en cantidad importante de casos, y se expresan e
impactan de manera diferente de acuerdo con la edad del niño. Es por lo tanto
fundamental evaluar la conducta de un niño con un criterio madurativo.
A continuación vamos a describir las conductas habituales de niños con TDAH a
diferentes edades, teniendo en cuenta que no necesariamente todas van a estar presentes
en un niño en particular.
Desde el nacimiento hasta los cinco años. Es frecuente que las madres refieran
que sus hijos ya eran más movedizos que sus hermanos durante el embarazo. Algunos
estudios indican que suelen nacer fuera de término (pre o postérmino), y suelen ser más
erráticos en la adquisición de hábitos de alimentación, sueño y control de esfínteres. En
general, son bebés de temperamento extremo o difícil, con baja adaptabilidad, rechazo
de estímulos nuevos, humor negativo y problemas de conducta.
Es común que estos niños presenten un desarrollo motor precoz, empezando a
caminar, en muchos casos, antes del año de vida, y son descritos por los padres como
inquietos y trepadores. La curiosidad insaciable, la excesiva actividad motora y la falta
17
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
de noción de peligro hacen que sean comunes las heridas y accidentes. Son persistentes
en sus demandas de atención y desobedientes. Alrededor de un 40% son desafiantes y
oposicionistas. Las rabietas son frecuentes e intensas, ya que reaccionan en forma
desmedida cuando no consiguen lo que quieren. Esto suele generar muchas dificultades
cuando los padres van con ellos a sitios públicos. La negativa constante a cumplir con
los pedidos de los mayores, los cambios bruscos de humor, la extrema impaciencia e
insistencia, son datos a tener en cuenta para el diagnóstico. Su forma de interactuar con
otros niños puede parecer hostil o agresiva, aunque muchas veces es reflejo de una
impulsividad que impide medir las consecuencias de lo que van a hacer.
La entrada en guarderías y en escuelas infantiles, plantea un problema para los
profesionales docentes, ya que no siguen las consignas, molestan e interrumpen a sus
compañeros, y les cuesta permanecer sentados. En su interacción social son
generalmente demandantes, les cuesta esperar su turno y compartir, y a veces son
agresivos. Esto último ocasiona rechazo por parte de sus iguales, quienes lo aislan, y de
los padres de sus compañeros, que evitan que sus hijos se relacionen con ellos fuera del
ámbito escolar.
En cambio, los niños con TDAH predominantemente desatentos no presentan
todas estas características y pueden llegar a pasar desapercibidos a esta edad. Pueden
mostrar poca persistencia en el juego, y los padres notan que pasan de una actividad a
otra con frecuencia. En el aula de infantil suelen informar que el niño no sigue las
consignas dadas o que no se adapta al juego del grupo. Si además es tímido en
situaciones grupales, puede presentar una conducta hiperactiva en casa y marcadamente
inhibida en el colegio.
Edad escolar: a partir de los seis años, la entrada en la institución escolar
impone al niño una serie de exigencias atencionales y conductuales que se encuentran
especialmente difíciles de cumplir. La excesiva actividad motora es especialmente
notable en clase, puesto que el contexto es más estructurado que en preescolar, y las
exigencias, para la edad del niño, incluyen permanecer sentado realizando el trabajo
como el resto del grupo. Cuando el niño se levanta, deambula, golpetea en el asiento o
canturrea mirando por la ventana, suele desaprovechar lo que se está explicando,
distraer a otros niños y alterar la actividad académica. Pedir permiso con frecuencia para
ir al baño es una manera de conseguir el cambio y el movimiento que necesitan. Durante
el recreo, en cambio, su conducta puede ser indistinguible de la del resto de sus
compañeros.
Una característica del TDAH es su extrema variabilidad frente a distintas
personas y actividades, lo que produce grandes oscilaciones en el rendimiento
académico y en el control de la conducta. Cuando la situación es novedosa, los
estímulos atractivos, en una relación uno a uno con el adulto que le dedica la atención
exclusiva, o en una situación de incertidumbre (por ejemplo la primera visita al
consultorio médico), los problemas suelen ser menores o no existir.
La desinhibición en la conducta o la impulsividad es la característica central del
TDAH, y a lo largo de líneas temperamentales se ubica en el extremo opuesto a la
reflexión. Muchos padres la describen así: “a mi hijo le cuesta frenarse, pensar y planear
lo que va a hacer”. Desde un punto de vista cognitivo aumenta la posibilidad de error,
ya que la rapidez va en detrimento de la precisión. En clase suele responder sin haber
18
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
terminado de escuchar la pregunta, o contestar por escrito sin haber leído el enunciado.
A veces dicen lo primero que se les ocurre fuera de contexto, lo cual, unido a la
necesidad de llamar la atención, les convierte en los payasos oficiales de la clase. A
nivel conductual, se manifiestan en interrupciones o invasión del juego de los demás
niños sin tener en cuenta las reglas, en dificultad para esperar e turno o en respuestas
agresivas, tanto físicas como verbales. La falta de reflexión hace que no aprendan de sus
errores, ni piensen en las consecuencias de sus actos. La impresión de quién los observa,
es que son irresponsables, inmaduros o malcriados.
La falta de atención se traduce en tareas escolares incompletas, falta de
organización, método y hábito de estudio. Realizar los deberes o cumplir con las rutinas
diarias en casa, como lavarse los dientes, bañarse u ordenar sus pertenencias, son otra
causa de conflicto con sus padres.
Es bastante común que en la infancia tardía o preadolescencia, por las
dificultades mencionadas, los niños con TDAH presenten inseguridad y baja
autoestima, tanto en la esfera social como académica. Raramente reconocen sus
equivocaciones, sino que la falta de introspección hace que culpen de sus problemas a
padres, maestros o amigos.
Adolescencia: En esta etapa, la hiperactividad suele disminuir
significativamente y puede ser reemplazada por la sensación interna de inquietud. Pero
alrededor del 70 % siguen presentando problemas de atención e impulsividad.
Dependiendo de que hayan recibido o no tratamiento y de su efectividad, el desgaste y
la desmoralización que el adolescente sufre después de muchos años de dificultades
lleva a un incremento de los trastornos del estado anímico.
Es común en incremento de problemas sociales en niños con TDAH y problemas
de conducta y agresión asociados. La relación con los adultos es conflictiva a esta edad,
y se manifiesta mediante rebelión, desafío a la autoridad y violación de las reglas de la
casa, mostrando una conducta irresponsable e inmadura.
Desde el punto de vista académico. Los problemas son mayores, ya que aumenta
el número de profesores y materias así como la necesidad de planeamiento y
organización. La supervisión que el niño tenía en la escuela desaparece, el trato es más
impersonal, y se demanda mayor independencia y responsabilidad, aspectos todavía no
desarrollados en un adolescente con TDAH.
Para finalizar, retomamos algunas de las ideas antes expresadas y aportamos, a
modo de síntesis, la siguiente tabla, en la que se ponen de manifiesto la evolución de las
relaciones entre hiperactividad y adaptación social:
19
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
Evolución de las relaciones hiperactividad y adaptación social
Comportamiento
del sujeto
♦ Actividad motriz
excesiva.
Respuesta
del ambiente
Consecuencias
en el sujeto
♦ Aislamiento social de
la familia.
♦ Impulsividad.
♦ Agresividad.
♦ Rechazo social por
parte de los iguales.
♦ Falta de autocontrol.
♦ Déficit atencional.
♦ Exigencias de
rendimiento en la
escuela.
♦ Responsabilidad
inadecuada a las
necesidades del sujeto.
♦ Bajos autoconcepto y
autoestima.
♦ Dificultades en el
desarrollo social.
♦ Fracaso.
♦ Desmotivación.
♦ Posibles conductas
antisociales.
4.4. Prevalencia de los TDAH.
La prevalencia del trastorno del déficit de atención por hiperactividad suele
estimarse alrededor del 3 al 5 por ciento en poblaciones en edad escolar. Esta cifra se
basa en casos clínicos. Cuando son los padres o los profesores los que proporcionan la
información en los estudios de población, la prevalencia es variable y llega hasta el 20
por ciento. Las variaciones en los datos pueden explicarse mediante diferencias de
poblaciones, en los criterios y en los instrumentos de medida. Así, cuando los criterios
requieren solamente TDAH situacional la prevalencia es más alta que cuando se
requiere generalización a otras situaciones.
Los datos sobre prevalencia general en adolescencia son escasos. No obstante, se
aprecia un claro descenso con respecto a los índices en la niñez, especialmente en los
varones.
De forma consistente, muchos más niños que niñas son diagnósticados con
TDAH, con una proporción de cuatro a nueve niños por cada niña.
Existen pruebas que ponen en evidencia que el TDAH está asociado a una clase
social baja o a una situación psicosocial adversa.
20
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
4.5. Etiología de los TDAH.
La búsqueda de las causas del TDAH implica el estudio de diversas variables,
muchas de las cuales son biológicas o se piensa que afectan al funcionamiento
biológico. No existe un factor único que explique totalmente el TDAH. A continuación
pasamos a comentar la incidencia que ciertos factores pueden tener sobre el TDAH:
1. Funcionamiento Biológico. Hubo un tiempo en que se consideró que la
causa principal de la hiperactividad era un daño o una lesión cerebral. Pero
cuando se hizo evidente que no podía identificarse daño cerebral alguno en
la mayoría de los niños que mostraban estos problemas, se asumió que
existía algún tipo de “disfunción cerebral mínima” indetectable. A lo largo
del tiempo se han propuesto varias hipótesis sobre la disfunción cerebral, si
bien ninguna de ellas cuenta con el suficiente apoyo.
Estructuras cerebrales y funcionamiento: Se han propuesto
diferentes estructuras del encéfalo como asiento de disfunciones
en el TDAH. Entre estas se incluyen el hipotálamo, el sistema de
activación reticular, el sistema límbico, el cuerpo calloso y los
lóbulos frontales. Pero, resulta difícil delimitar las áreas
cerebrales concretas que podrían estar implicadas ya que el
sistema de atención, en sí mismo, abarca varias áreas, y bien
podrían estar implicadas las zonas responsables de la actividad y
de las respuestas motoras. De todas las estructuras cerebrales, han
suscitado interés especial las áreas frontal y fronto-límbica. Se ha
hallado que los niños con TDAH tienen menores niveles de flujo
sanguíneo, de consumo de glucosa y de actividad
electroencefalográfica en los lóbulos frontales.
Neurotransmisores: A través de diferentes estudios se ha llegado
a la conclusión de que los neurotransmisores con mayor
implicación son la norepirefrina, la dopamina y la serotonina, ya
que dichos neurotrasmisores desempeñan un papel importante
para el funcionamiento de las áreas frontales y límbicas del
cerebro. No obstante, los resultados de las investigaciones no son
definitivos. Aún estableciendo un vínculo entre TDAH y las
anomalías en los neurotransmisores todavía quedaría sin respuesta
la cuestión de la causa y el efecto. Los neurotransmisores pueden
afectar de alguna forma al comportamiento, pero también puede
suceder lo contrario.
Aspectos electrofisiológicos: Existen pruebas de que los niños con
hiperactividad muestran anomalías en las respuestas
electrofisiológicas. Una minoría considerable muestra un EEG
anormal, lo cual se ha interpretado a veces como un retraso en la
maduración del sistema nervioso. El TDAH se caracteriza por una
activación por debajo de lo normal. Si esto es cierto, los niños con
TDAH podrían ser excesivamente activos con el fin de conseguir
esta estimulación.
2. Complicaciones durante el embarazo y el nacimiento: La noción de que la
mayor parte de los TDAH están causados por lesiones cerebrales prenatales
o perinatales con toda certeza no tiene ningún apoyo. Al mismo tiempo, la
21
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
investigación sigue poniendo de manifiesto correlaciones interesantes. El
consumo de alcohol por parte de la madre en el periodo prenatal es de
especial importancia. En un amplio estudio, se relacionó el consumo prenatal
de alcohol por parte de la madre con el nivel de actividad, déficit de atención
y problemas en la organización de tareas de los niños.
3. Genética: Los padres y hermanos de los niños con TDAH a menudo tienen
más trastornos psicopatológicos, incluyendo la hiperactividad de lo que
podría esperarse. Parece probable que la transmisión genética tenga algún
papel el TDAH, pero se necesita continuar con las investigaciones para
confirmar y comprender tal influencia
.
4. La dieta: La gente La gente suele tener la creencia de que la dieta provoca
hiperactividad, pero la comunidad profesional no acepta esto de forma
invariable. La conclusión más general de que algunos alimentos (tales como
el trigo, la leche de vaca o los colorantes alimentarios) podrían empeorar el
comportamiento de los niños que no los toleran, es coherente con la
existencia de alergias alimentarías. En síntesis, se puede decir, que las
pruebas que existen sugieren que la dieta no desempeña un papel importante
ni en la etiología ni en el tratamiento del TDAH, si bien podría afectar a un
número pequeño de niños.
5. El plomo ambiental: Está ampliamente reconocido que la exposición al
plomo es dañina para los seres humanos. Se han asociado altos niveles de
plomo con déficits graves en el funcionamiento biológico en la cognición y
el comportamiento. También, los bajos niveles de exposición durante
periodos prolongados afectan negativamente a los niños.
6. Factores psicosociales: A pesar de que las variables psicosociales no se
consideran críticas en la etiología del trastorno por déficit de atención con
hiperactividad, sí que parecen desempeñar un papel en el mismo. El centro
de interés de los estudios ha sido la familia, habiéndose examinado los
factores contextuales (tales como el estrés, las desavenencias matrimoniales
o los trastornos psicopatológicos de los padres) y la interacción entre padres
e hijos. Los estudios realizados sobre niños en edad escolar indican que sus
madres son menos coherentes y más impacientes, y más asertivas con el
poder. Del mismo modo, las familias de adolescentes con TDAH informan
de una mayor cantidad de conflictos y exiben un mayor número de
interacciones negativas, las cuales se agravan cuando los adolescentes son
también desafiantes. Por tanto las variables familiares están involucradas sin
que importe la edad de los hijos. Debe destacarse que el sentido direccional
de la causalidad, si es que existe alguno, entre las variables familiares y el
comportamiento del niño no está claro. Unas rutinas regulares y organizadas,
unas reglas hechas cumplir de forma autoritaria, las actividades silenciosas,
etc., pueden ser especialmente cruciales para los niños vulnerables al TDAH.
El estilo de crianza controlador e intrusito asociado al TDAH puede provocar
o agravar el comportamiento del niño. Además, el comportamiento de los
profesores bien podría desempeñar un papel en la formación de la capacidad
de atención y de reflexión. La forma en la que está organizada el aula y en la
22
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
que se estructuraron las actividades puede influir en el logro escolar, quizá
de forma especial en los niños predispuestos a conductas relacionadas con el
TDAH.
En general, resulta bastante sorprendente que después de muchas investigaciones
la etiología del TDAH no se conozca con certeza. Existen varios factores que pueden
subyacer a la dificultad de establecer una relación causal. Esta heterogeneidad nos lleva
a que el TDAH está causado, probablemente por varios factores diferentes, y las
relaciones causales pueden variar según los subtipos. Mientras la etiología biológica se
piensa que es central en el TDAH, las variables psicosociales no pueden excluirse, ya
que están implicadas en la formación de las conductas problemáticas y en su
mantenimiento a lo largo del tiempo.
4.6. Diagnóstico y evaluación de los TDAH.
La compleja naturaleza y el carácter multifacético que tiene el TDAH implica
una necesidad de enfocar el problema desde una visión multimetodológica y
multidisciplinar.
El diagnóstico del TDAH exige una aproximación especialmente clínica,
haciéndose uso de diferentes procedimientos de evaluación. Para obtener un diagnóstico
adecuado es apropiado realizar una evaluación comprensiva, que incluya, además del
examen médico, una minuciosa historia de los síntomas específicos del TDAH, los
criterios diagnósticos del DSM IV, la utilización de escalas de estimación conductual, la
evaluación psicoeducativa y las observaciones en la escuela.
De cara a confirmar el diagnóstico resulta necesario llevar a cabo observaciones
directas del niño en contextos naturales, como la casa o la escuela.
El papel que juegan en el proceso evaluador las medidas neurológicas (El EEG
computerizado,, los potenciales evocados o las técnicas de neuroimagen) y la utilidad de
los tests neuropsicológicos o las pruebas computerizadas de atención y vigilancia (los
tests de ejecución continua) siguen suscitando opiniones controvertidas.
A finales de los años ochenta la mayoría de los médicos basaban el diagnóstico
del trastorno en observaciones del niño en la clínica y en la respuesta positiva a la
medicación psicoestimulante, actualmente la tendencia es a realizar una evaluación más
comprensiva, que incluye la remisión del niño al psicólogo.
En síntesis, el proceso de evaluación del TDAH pasa por una serie de estadios
que a continuación exponemos:
1º) Se inicia con el diagnóstico del trastorno con base a los criterios
diagnósticos que se establecen en el DSM-IV en virtud de la información
ofrecida por los padres y profesores.
2º) En una segunda fase procedería la realización de entrevistas, la
cumplimentación de escalas de estimación conductual y el registro
23
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
observacional de las conductas manifestadas por el niño, así como la
obtención de datos de su desempeño cognitivo, académico y social.
3º) En un tercer momento se procederá a la interpretación de los
resultados obtenidos, prestando especial atención a la edad de inicio y a
la cronicidad, persistencia a través de las situaciones y posibles
situaciones comórbidas. Esta información, junto con la relativa a las
circustancias socioambientales de cada sujeto, permitirá estructurar
razonablemente la intervención a desarrollar.
Los procedimientos de evaluación que pueden utilizarse se agrupan en tres
grandes bloques y se refieren a los instrumentos cumplimentados por el sujeto; los
cumplimentados por otras personas, como son padres o profesores; y las técnicas para la
observación directa del comportamiento. A continuación desarrollamos la información
sobre estos procedimientos de evaluación:
I. Evaluación desarrollada con el propio sujeto: en cuanto al funcionamiento
cognitivo, los dos aspectos esenciales a valorar son la atención y el estilo
cognitivo. En la valoración de los recursos atencionales no se debe
menospreciar los datos que puede aportar la observación del niño a lo largo
de las sesiones de observación. Asimismo, deberán recogerse datos
procedentes de tests psicométricos. En relación al funcionamiento
sociopersonal varios son los procedimientos que podemos utilizar, entre
ellos la evaluación de la competencia social, el cuestionario sobre
conocimientos y estrategias de interés y el cuestionario de solución de
problemas medios-fines.
II. Instrumentos de evaluación cumplimentados por los padres y profesores:
Es necesario recoger la percepción que tienen del comportamiento del niño
las personas significativas con los que está interactuando a diario, es decir,
sus padres y profesores. En este sentido, las escalas de estimación que suelen
utilizarse con más frecuencia en la evaluación del niño con TDAH se
agrupan en tres categorías: listas generales de problemas, escalas específicas
de hiperactividad y escalas para evaluar la variación situacional.
III. Técnicas para la observación directa del comportamiento: Las
observaciones del comportamiento se suelen utilizar para confirmar un
diagnóstico de TDAH, pero también suministran datos sobre conductas
específicas y permiten objetivamente conocer las variaciones situacionales y
temporales en la expresión de los síntomas de los niños con hiperactividad
ante diferentes actividades que se desarrollan en el aula o el hogar. Por
consiguiente, aportan datos inestimables de cara a planificar las adaptaciones
instruccionales, los cambios ambientales físicos y las modificaciones
necesarias a realizar en las interacciones padres-hijo o profesor-alumno. Por
otra parte, también permiten contrastar la eficacia de una intervención
mediante la comparación de los datos obtenidos en las observaciones de la
línea base en el pre-tratamiento con los datos provenientes de las
observaciones del post-tratamiento. No obstante, este procedimiento no está
exento de problemas, entre los que podemos destacar el considerable tiempo
que requiere la recogida de datos y la reacción que puede producirse en el
24
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
sujeto observado. El profesional puede optar por la utilización de distintos
tipos de registro, elección que va a depender de la disponibilidad del
observador y de las características propias de la conducta a observar.
Posiblemente, el registro más significativo, aunque también el más costoso
en cuanto a tiempo de observación, sea el registro contínuo de frecuencias,
que informa sobre el número de veces que se produce un comportamiento en
un periodo amplio de tiempo. Otras variables de registros serían el registro
de intervalo temporal y el registro de análisis de tareas.
En resumen, en el proceso de evaluación del TDAH será conveniente incluir
múltiples medidas que recojan la variedad de síntomas presentes en el trastorno y
aporten información útil sobre la variedad de problemas que suelen aparecer asociados.
Se trata en cualquier caso de adoptar una perspectiva funcional, centrándose en los
déficits o excesos del funcionamiento y analizando la naturaleza de esos problemas de
cara a seleccionar las técnicas de intervención más adecuadas de acuerdo con la
información que se obtenga.
25
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
Criterios para el diagnóstico de trastorno por déficit de atención con hiperactividad
A. (1) o (2):
(1) seis (o más) de los siguientes síntomas de desatención han persistido por lo menos durante 6 meses
con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo:
a) A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido en
las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades.
b) A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas.
c) A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente.
d) A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos, u obligaciones en
el centro de trabajo (no se debe a comportamiento negativista o a incapacidad para
comprender instrucciones).
e) A menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades.
f) A menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas que requieren un
esfuerzo mental sostenido (como trabajos escolares o domésticos).
g) A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades (p. ej., juguetes, ejercicios
escolares, lápices, libros o herramientas).
h) A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
i) A menudo es descuidado en las actividades diarias.
(2) seis (o más) de los siguientes síntomas de hiperactividad-impulsividad han persistido por lo menos
durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de
desarrollo:
Hiperactividad
a) A menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento.
b) A menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que
permanezca sentado.
c) A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo (en
adolescentes o adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud).
d) A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio.
e) A menudo «está en marcha» o suele actuar como si tuviera un motor.
f) A menudo habla en exceso.
Impulsividad
g) A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas.
h) A menudo tiene dificultades para guardar turno.
i) A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros (p. ej., se entromete en
conversaciones o juegos).
B. Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desatención que causaban alteraciones estaban
presentes antes de los 7 años de edad.
C. Algunas alteraciones provocadas por los síntomas se presentan en dos o más ambientes (p. ej., en la
escuela [o en el trabajo] y en casa).
D. Deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la actividad social,
académica o laboral.
E. Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo,
esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental
(p. ej., trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o un trastorno de la
personalidad).
______________________________
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo combinado: si se satisfacen los Criterios A1 y
A2 durante los últimos 6 meses.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio del déficit de atención: si se
satisface el Criterio A1, pero no el Criterio A2 durante los últimos 6 meses.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio hiperactivo-impulsivo: si se
satisface el Criterio A2, pero no el Criterio A1 durante los últimos 6 meses
26
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
4.7. Problemas escolares y de aprendizaje asociados.
Como grupo, los niños con TDAH tienen un rendimiento ligeramente menor en
los tests de inteligencia general, comparados con los sujetos normales de un grupo
control. Muchos se hallan dentro del intervalo normal. El deterioro intelectual se ha
vinculado a la hiperactividad en niños de edades tan tempranas como tres años. No
obstante, se ha encontrado todo el intervalo de inteligencia en el TDAH, incluyendo los
superdotados.
Los niños con TDAH, a menudo, no suelen alcanzar lo que parece que son
capaces de aprender. Debido al fracaso escolar, así como a un rendimiento peor de lo
que podría predecirse a partir de la inteligencia general, se considera que muchos niños
con TDAH tienen discapacidades de aprendizaje.
Los déficits principales del TDAH pueden dificultar el aprendizaje hasta el
punto de justificar un diagnóstico de trastorno del aprendizaje. O puede ser que los
problemas de aprendizaje produzcan un estilo conductual de desatención e impulsividad
que se diagnostique como TDAH. Por otra parte, puede ser que algunos factores
biológicos y/o ambientales comunes causen de forma independiente pero simultánea el
TDAH y los trastornos de aprendizaje. Otra explicación alternativa sería que el TDAH y
los trastornos del aprendizaje estuvieran producidos por causas diferentes que
correlacionan entre estos trastornos. La relación entre estos trastornos podría ser
también recíproca, en el sentido de que una contribuye a la formación de la otra
27
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
4.8. Problemas sociales y conductuales asociados.
Suele informarse de la existencia de mal comportamiento y de problemas
sociales en un alto porcentaje de casos de TDAH. A continuación vamos a comentar
algunos tipos de conductas molestas (para los demás) que estos niños manifiestan:
En primer lugar, los niños son molestos, intratables, difíciles, perturbadores,
desobedientes y antipáticos. La cualidad molesta e inoportuna de sus acciones
puede parecer no intencionada, y las reacciones negativas de los demás toman a
veces al niño por sorpresa. Todos los niños con TDAH se meten en problemas
en situaciones que deberían ser capaces de manejar.
En segundo lugar, estos niños tienen un gran efecto social. Son habladores y
socialmente activos; a menudo inician intercambios sociales. Sin embargo, una
gran actividad social puede aumentar el riesgo de sufrir experiencias
interpersonales negativas.
En tercer lugar, los niños con TDAH tienden a ser más ruidosos, rápidos y
enérgicos que sus iguales. Con frecuencia, su vigor e insistencia no están muy en
armonía con la situación social, con las expectativas sociales y con las
necesidades de los demás.
En cuarto lugar, muchos niños y adolescentes son muy agresivos, tanto física
como verbalmente. Esto les pone en una situación de riesgo de resultar
antipáticos y ser excluidos del grupo, teniendo menos oportunidades de
aprendizaje social.
Los problemas sociales de los niños con TDAH están relacionados con la forma
en que otras personas los juzgan e interactúan con ellos. Otros niños y adolescentes
pueden ver a estos niños como molestos, ruidosos e infelices; tienden a resultarles
antipáticos y a rechazarles.
Dadas todas estas consideraciones, no es sorprendente que los niños con TDAH
se describan como perturbadores y con comportamientos disociales.
5.
Tratamiento
Se ha aplicado diferentes tratamientos al trastorno por déficit de atención con
hiperactividad. La psicoterapia tradicional no se considera de gran ayuda. Hoy en día
tienen más interés la medicación con estimulantes, las técnicas conductuales y los
métodos conductuales cognitivos.
5.1. Tratamiento farmacológico.
Han sido utilizados muchos agentes farmacológicos para el TDAH, pero
ninguno con tanto éxito como los estimulantes. Los estimulantes más utilizados
habitualmente son el metilfenidato (Ritalín), la dextroanfetamina (Dexidrina) y la
28
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
remolina (Cylert). Se estima que más del dos por cien de todos los niños en edad escolar
reciben estas medicaciones.
A pesar de que el uso de estimulantes está rodeado de una gran controversia,
desde el punto de vista de la mayoría de los profesionales no se debe a su fracaso en
aliviar de forma rápida los principales déficit del TDAH. Los fármacos estimulantes
también reducen las conductas agresivas, la desobediencia y desafiantes.
Sólo desde que se hizo evidente que muchos niños no se “curaban” del TDAH
“con la edad”, se está tratando a los adolescentes con medicación. Se ha mostrado en
esta población la reducción de la desatención y la impulsividada y de la desobediencia,
así como la mejora del funcionamiento cognitivo.
Se considera que los estimulantes utilizados para tratar el TDAH actúan sobre el
sistema nervioso central, influyendo sobre la dopamina, norepinefrina y epinefrina.
A primera vista, antes parecía extraño que el aumento de la activación mediante
estimulantes pudiera beneficiar al TDAH. Esta extrañeza se disipa si se tiene en cuenta
que los estimulantes influyen en los niños normales y en los adultos, así como en los
que tienen un TDAH, centrando la atención y otros efectos similares.
Los padres y los profesores que interactúen de forma más positiva y utilicen
menos conductas de control con los niños con TDAH, están aprovechando de la
medicación. Así pues, el tratamiento farmacológico no solo podría beneficiar a los niños
de forma directa, sino también a través de la mejora de las relaciones sociales.
Los efectos de la mayoría de los estimulantes son rápidos, pero desaparecen al
cabo de unas pocas horas; por lo tanto, suelen tomarse dos o tres veces al día. También
hay disponibles medicamentos de acción prolongada que pueden tomarse con menos
frecuencia.
Es importante realizar un seguimiento del medicamento del tratamiento, en
especial porque los individuos responden de forma diferente a la medicación y a las
dosis concretas.
Preocupaciones acerca de la medicación.
A pesar de los beneficios de la medicación con estimulantes, se han expresado
varias preocupaciones y críticas, que pueden clasificarse de forma aproximada en tres
áreas principales:
a) El fracaso de la medicación, es una de las preocupaciones que suelen
aparecer. Con total certeza, no todos los niños se benefician de estos
tratamientos. Los niños con menos de cuatro años de edad pueden ser los
menos beneficiados y los que más efectos secundarios adversos sufran. Por
tanto, el tratamiento que debe elegirse para esta población no son los
estimulantes.
Las pruebas sobre la mejora escolar han sido confusas y menos
satisfactorias. A pesar de que algunos estudios indican una mejora a corto
29
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
plazo en tareas cognitivas complejas y en tareas escolares, no se ha
establecido efectos a largo plazo.
b) Efectos biológicos secundarios adversos; los más comunes son el insomnio
y la anorexia, pero también se producen dolores de estómago, dolores de
cabeza, irritabilidad, erupciones cutáneas y movimientos musculares
involuntarios. Estos suelen disminuir a las dos o tres semanas, o si se reduce
la dosis. No obstante, cuando se interrumpe el tratamiento farmacológico se
recobra el proceso de desarrollo. A fin de minimizar los efectos secundarios
debe interrumpirse la medicación durante los fines de semana y las
vacaciones escolares.
c) Los niños experimentan preocupaciones innecesarias y pensamientos
perjudiciales. Todos los tratamientos conllevan mensajes implícitos e
inintencionados a la persona tratada y a los que le rodean. De hecho, se
produce una ambivalencia en los niños con respecto a la medicación. .
Hablan de mejoras en su conducta, pero se preocupan por volverse adictos,
porque les tomen el pelo, por desagradar a sus padres, por tener que tomar
medicación, por perder fuerza o velocidad, o por volverse “hiper” cuando se
interrumpa la medicación. El uso de fármacos va de la mano de la atribución
de problemas de comportamiento a causas biológicas.
Los críticos creen que se utiliza excesivamente la medicación porque supone un
“arreglo rápido” para los colegios y para algunos padres. Temen que la medicación
pueda excluir el empleo de otros tratamientos beneficiosos que eviten los
inconvenientes de los tratamientos estimulantes.
5.2. Modificación de conducta.
La base lógica de la modificación de conducta es que, con independencia de la
etiología, la manipulación de la conducta podría aliviar tanto las manifestaciones
principales del TDAH como las secundarias.
La mayoría de los programas de modificación de conducta se llevan a cabo en el
hogar y en el colegio, siendo esencial formar a los padres y a los profesores.
Este enfoque hace hincapié en la importancia de las consecuencias de la
conducta al controlar la atención, la impulsividad, la observación de las normas, la
actividad escolar y las interacciones sociales. Entre los reforzadores habituales suelen
encontrarse las recompensas tangibles, en especial monedas o puntos que pueden
cambiarse por diversas recompensas, al igual que consecuencias sociales como los
elogios.
Las consecuencias negativas suelen aplicarse en forma de tiempos muertos o de
coste de respuesta, es decir, que el niño pierde la oportunidad de obtener reforzadores o
debe entregar una parte de las fichas o puntos que previamente hubiera ganado.
Un programa de formación a padres. El programa hace hincapié en el manejo de la
desobediencia y de la conducta desafiante en niños de tres a once años de edad. Consta
30
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
de diez pasos que se van desarrollando semanalmente en diez sesiones de formación a
padres. Tanto los aspectos conductuales como los cognitivos son evidentes en el
programa. A continuación describiremos brevemente los diez pasos:
1º. Se proporciona a los padres información sobre el TDAH.
2º. Se estudian las causas del comportamiento negativista desafiante,
particularmente en cuanto a características del niño, características de los
padres, consecuencias situacionales y acontecimientos estresantes familiares.
3º. Se forma a los padres para que atiendan a la conducta de sus hijos, y se les
aconseja que aumenten la atención a las conductas adecuadas y que ignoren
las inadecuadas.
4º. La atención positiva de los padres se amplía a situaciones de juego
independientes y a la obediencia por parte del niño de peticiones simples.
5º. Se pide a los padres que establezcan en casa una economía de fichas para
reforzar al niño cuando lleve a cabo sus responsabilidades domésticas.
6º. Se realiza un seguimiento de la economía doméstica de fichas, y se enseña
asimismo a los padres a utilizar los tiempos muertos y el coste de respuesta
cuando se desobedecen las normas o peticiones.
7º. Se revisan las técnicas de gestión que están utilizando los padres,
especialmente las técnicas de castigo. También se anima a los padres a
ampliar los tiempos muertos a otras situaciones domésticas si fuera
necesario.
8º. Los procedimientos de gestión se amplían ahora al mal comportamiento en
lugares públicos como tiendas y restaurantes.
9º. Se hace una revisión general y se estudia la forma en que los padres podrían
utilizar sus habilidades en el futuro.
10º. Entre cuatro y seis semanas después suele tenerse una sesión de
“empuje” para evaluar el progreso y revisar y refinar los procedimientos de
intervención.
El programa de formación y consejo suele ser, a menudo, una parte integral de
un enfoque clínico más amplio del TDAH. El que sea o no recomendable depende de lo
adecuado que sea para el caso concreto.
Gestión del aula. Se ha dedicado una gran cantidad de la investigación a la gestión del
TDAH en el aula. Se ha hallado mejoras en lo que respecta a la atención, al
comportamiento perturbador y al rendimiento escolar. Entre las técnicas que se han
empleado están el reforzamiento mediante fichas, el castigo y el contrato de
contingencias. En esta última técnica, el niño y el profesor firman un acuerdo escrito
especificando la forma en que se comportará el niño y las contingencias que se
producirán.
31
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
Los estudios empíricos muestran que se pueden modelar conductas de
centramiento en la tarea, de atención y conductas adecuadas, pero que éstas no mejoran
necesariamente el rendimiento escolar. Por otro lado, cuando el objetivo consiste en
mejorar el rendimiento escolar, también puede que aumente la atención y las conductas
adecuadas. Por tanto, los objetivos que suelen favorecerse son los resultados escolares.
El aumento de la estimulación dentro de la tarea (por ejemplo, mediante el
empleo de colores, formas o cintas grabadas) podría aumentar la atención sobre la
misma. Podría ser beneficioso también mantener la duración de la tarea dentro de los
límites de la amplitud de atención del niño y utilizar temporizadores para mantener el
ritmo de trabajo. Asimismo, si las normas están escritas y se pueden ver claramente
también sirven de ayuda para orientar al niño. Además, si se sitúa el pupitre del niño
lejos de los de sus compañeros y cerca de la mesa del profesor puede reducirse el
reforzamiento de conductas inadecuadas por parte de los iguales y facilitar a la vez el
seguimiento y retroalimentación por parte del profesor.
Parece existir pocas dudas acerca de que los métodos conductuales pueden
ayudar a corto plazo a los niños con TDAH. Sin embargo, siguen quedando preguntas
sin resolver, como por ejemplo si la formación en una situación se mantiene para otras.
Probablemente son más efectivos los programas amplios que van eliminándose
gradualmente. Con toda certeza, no puede suponerse automáticamente la generalización
del tratamiento conductual a diferentes situaciones y a diferentes momentos. Además,
los programas conductuales a menudo requieren mucho esfuerzo y tiempo, algunas
veces más allá de lo factible para los profesores y padres.
Por último, la mejora de los programas conductuales puede ser menor de la que
se ha hallado en los tratamientos con medicación.
5.3. Autorregulación e intervención conductual-cognitiva.
Conseguir la autorregulación en el niño podría parecer un objetivo natural del
tratamiento del TDAH, ya que el déficit de auto control se considera que es central en el
trastorno. Asimismo, el autocontrol puede aumentar la generalización y el
mantenimiento de un comportamiento adecuado, ya que la conducta no sólo depende de
las señales externas y de las contingencias en las situaciones nuevas.
Se han empleado varias técnicas para aumentar la autorregulación, a
continuación comentamos algunas de ellas:
La autoobservación supone que los sujetos aprenden a observar y registrar sus
propios comportamientos. Esto suele ir seguido del autorreforzamiento de la conducta
deseada. Normalmente los niños se recompensan a sí mismos con puntos que podrían
cambiarse por reforzadores. Ciertos estudios han demostrado que la autoobservación y
el autorreforzamiento podrían ser efectivos.
Otra técnica, la autoinstrucción, supone formar a los niños para que se hagan
afirmaciones a sí mismos con el fin de ayudarles a que se centren y guiar su conducta
32
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
durante la tarea. Las autoafirmaciones pueden incluir preguntas que ayuden a aclarar la
tarea, respuestas a las preguntas y autoconsejo (por ejemplo, “más despacio” o “el
siguiente paso es…”). Las verbalizaciones suelen combinarse con modelado,
reforzamiento y otros procedimientos, siendo difícil valorar la eficacia de las
autoafirmaciones. La autoinstrucción reduce los déficits principales del TDAH, aunque
sólo de forma modesta e inconsciente.
Las intervenciones conductuales-cognitivas, en su conjunto, tienen un resultado
mixto como mucho. Si puede aliviar algo es la impulsividad, pero no otros problemas.
La autoinstrucción suele requerir reforzamiento, de forma que el niño no se quede sin
un control externo. Además, existen pocas pruebas sobre la generalización a otros
ambientes o tareas, o a lo largo del tiempo.
5.4. Combinación de tratamientos.
El enfoque basado en diferentes tratamientos ha mostrado tener algún éxito, pero
cada uno de ellos tienen sus limitaciones. Los fármacos estimulantes, los cuales no
suponen muchas exigencias a las personas que cuidan a los niños, pueden ser de ayuda,
aunque no para todos los niños, pero tienen sus inconvenientes.
El enfoque conductual ha tenido sus éxitos, pero no es los suficientemente
eficaz, y es exigente con las personas que cuidan a los niños.
En general, el problema no está tanto en conseguir una mejora como en
mantenerla. Dado que ninguno de los enfoques “cura” el trastorno por TDAH, su
tratamiento suele implicar el uso de diferentes combinaciones de perspectivas.
¿Son eficaces las combinaciones de tratamientos? Algunos estudios no han
conseguido encontrar resultados positivos a partir de tratamientos combinados
comparándolo con tratamientos aislados.
En general, hay muchas variables que pueden influir en el resultado de diferentes
intervenciones; entre estas variables están las conductas diana, las técnicas específicas
utilizadas, el tipo y la dosis de medicamento, la gravedad del trastorno, su comorbilidad
y la edad del niño.
Es difícil anticipar qué intervención podría servir mejor para un niño en un
momento particular. Algunos clínicos prefieren probar primero técnicas conductuales
para ver si se podría evitar el uso de medicación. Otros piensan que el mejor método
para muchos niños sería una combinación de tratamientos, ya que los diferentes
tratamientos podrían ocuparse de los diferentes déficits. Además, la gestión de los hijos
con TDAH por parte de los padres resulta importante cuando los niños tienen que
descansar de la medicación a fin de controlar los efectos secundarios posibles.
Asimismo, la formación en autorregulación podría ser adecuada para adolescentes con
TDAH, aunque se sabe relativamente muy poco acerca de intervenciones psicológicas
para esta población. Lo que está claro es que la mejor forma de establecer un
tratamiento es que se ajuste a las necesidades del individuo, incluso a medida que estas
vayan cambiando con el tiempo.
33
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
6.
Casos prácticos.
En este apartado se van a describir unos casos reales, cuyas historias ofrecen
unas ideas sobre las circunstancias con las que comúnmente se encuentran hoy en día
los niños con TDAH. A través de la lectura y análisis de estos cuadros esperamos que se
pueda poner en práctica la información trabajada a lo argo de este tema.
Caso 1: Amy, una lucha constante.
Amy es una preciosa niña de siete años cuyos padres, Rose y Michael, están
bastante preocupados por ella. Dicen que le tienen que repetir las órdenes muchas más
veces que a sus hermanos o hermanas; algunas veces tienen que guiarla físicamente
con tareas, como vestirse y desvestirse o recoger sus juguetes. Parece prestar poca
atención a sus deberes escolares, de casa o a lo que otros le dicen, a menos que esté
interesada en la actividad. Tiene gran dificultad para estar sentada durante la comida,
o incluso cuando la familia ve la televisión, todos juntos, y para estarse en la cama
cuando va a dormir. Va por todos los sitios corriendo, más que andando y, a menudo,
se sube a los muebles o se precipita hacia su habitación.
En las comidas familiares Amy parece incapaz de dejar que los demás acaben lo
que están diciendo, antes deja escapar impulsivamente sus ideas y entonces cambia de
tema. Su incesante parloteo ha llevado a sus hermanos a apodarla “Boca motora”.
Cuando sus padres le dicen que haga algo, Amy, a menudo, se enfada, se vuelve
resentida y agresiva. Dice: “Pero no me importa, yo quiero esto”, repitiendo sus
demandas y cogiendo una rabieta. Cuando se le dice que recoja sus juguetes, que
ponga la ropa sucia para lavar, o que esté preparada para el baño, pone mala cara o
se cruza de brazos y dice: “no, no quiero hacer eso”.
Sus padres han notado que no parece que ella piense antes de actuar. Se
abalanza sobre los juegos de otros niños sin tomar en consideración qué es lo que está
haciendo y si es bienvenida. Llega a dominar la actividad, da órdenes a los demás, y se
frustra, o se enfada, cuando los demás no la obedecen. Sus emociones parecen sacar lo
mejor de ella durante muchas actividades sociales. En las fiestas se excita mucho, está
atolondrada y grita, a menudo está más eufórica que el niño del cumpleaños. Se excita
incluso durante los juegos y no puede esperar hasta que llega su turno. Una vez que el
juego ha terminado, tiene serios problemas para adaptarse a una actividad más
tranquila, como tomar un trozo de pastel de cumpleaños. Incluso se la ha conocido
como la que empieza a abrir los regalos de cumpleaños del otro niño.
Amy muestra envidia de otros niños y, en alguna ocasión, se ha llevado a casa
algún juguete nuevo de otro niño, que ella no tenía. Fanfarronea sobre sus hazañas,
inventándose cosas. Sus padres y compañeros encuentran sus comentarios directos,
groseros y su conducta egoísta. Amy ha ido perdiendo amigos y ahora apenas la invitan
a casa de otros chicos. Los niños vecinos han comenzado a llamarla la rara e
hiperactiva. Sus padres están preocupados de que se quede sin amigos y que pueda
desarrollar una pobre imagen de sí misma.
A pesar de su despreocupada actitud sobre la mayoría de las cosas, Amy
depende excesivamente de sus padres o profesores que la ayudan en sus deberes,
34
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
aunque protesta constantemente, gritando: “¡Estoy aburrida!”, o “¡Odio esto!”. El
trabajo escolar de Amy es inferior a su habilidad y está comenzando a quedarse
retrasada respecto a sus compañeros de clase. Encuentra difícil concentrarse en lo que
el profesor dice. En lugar de esto, habla a sus compañeros, hace garabatos para
distraerse, o se levanta y se mueve, Explora el acuario que hay al final del aula y hace
viajes frecuentes a la papelera y al sacapuntas.
El psicólogo de la escuela evaluó a Amy y encontró que tenía una inteligencia
normal. Sus primeras destrezas académicas son normales o buenas, sus pobres
conocimientos escolares no se deben a un trastorno de aprendizaje. De todas formas,
tendrá que repetir segundo curso de Primaria.
Cuando Amy nació, fue prematura y con bajo peso. No tuvo ningún otro
problema, pero aumentó de peso lentamente. Fue un poco lenta para aprender a andar,
pero dijo sus primeras palabras más pronto que otros niños. Sus padres no recuerdan
ningún problema médico serio durante su desarrollo. A los cuatro años, la profesora de
preescolar de Amy informó de que era salvaje, siempre corriendo por todas partes,
subiéndose a los muebles, cogiendo los juguetes de otros niños, tirando cosas y
moviéndose durante la explicación de un cuento. Todos los problemas de conducta que
tiene ahora aparecieron durante el parvulario.
Texto de Barkley, R.A. (1999). Niños hiperactivos.
Como comprender y atender sus necesidades especiales. (p. 36-38)
Caso 2: Ricky, una autoimagen dañada.
Ricky es un niño de ocho años de edad que hace segundo curso cuyos padres,
Richard y Danielle, lo han intentado todo para que Ricky vaya mejor en la escuela.
Repitió el primer curso, y ellos tenían miedo de que pudiera volver a repetir antes de
alcanzar la educación secundaria. Ricky es ruidoso, revolotea como un tábano
inquieto, en casa o en clase, hace muchas cosas al mismo tiempo pero sin actuar el
tiempos suficiente como para acabar con ellas. La mayoría de días lleva a casa notas
de su profesora, diciendo a sus padres que no ha hecho sus deberes, es agresivo y
molesta a otros niños en el trabajo y el juego. Por poca cosa, empieza a empujar a
otros niños, cogerles cosas, intimidar a sus compañeros durante el recreo y sabotear el
trabajo de otros cuando no se le controla directamente. Su madre cree que la profesora
confía demasiado en el castigo y poco en el refuerzo positivo, la atención, la ayuda
individualizada y en educar a Eicky en lo que necesita. Por primera vez, sus padres
están teniendo dificultades para llevar a su hijo a la escuela. Se queja de malestar y
dolores poco reales, que son claramente un intento para quedarse en casa.
Recientemente ha comentado que se odia a sí mismo y que deseaba estar muerto, y
empezó a referirse a sí mismo como un estúpido.
Los padres de Ricky siempre han tomado sus diferencias como parte de su
singular carácter diferente de su hermano mayor y de su hermana. Normalmente
responde bien a los elogios que se le dan, y se le ve como un niño cariñoso y afectuoso
con todos los miembros de la familia. En este año, su autoestima está decayendo, se
irrita con facilidad y, algunas veces, cuando se frustra por cosas pequeñas, rompe a
llorar. Sus padres le ven como un chico que está herido interiormente, todavía parece
35
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
que no pueden darle más que una ayuda provisional. Han empezado a enfrentarse con
su profesora, observando la severa disciplina que aplica y la falta de perdón como el
factor más influyente en la deteriorada imagen de Ricky.
Ricky alcanzó todos los hitos típicos del desarrollo a la edad adecuada, aunque
como cualquier niño estaba siempre en movimiento. Sus padres se vieron obligados a
poner una red sobre su cuna para impedirle que corriera por la casa, mientras los
demás estaban durmiendo. Cuando fue un poco mayor, se le encontró una mañana
montado en su triciclo a la entrada de la casa, a las cuatro de la mañana, y con la luz
del garaje como guía. Ricky parecía tan propenso a los accidentes como un niño que va
a gatas y se le veía como un charlatán, porque incluso iniciaba conversaciones con
gente extraña con facilidad. La abuela de Ricky comentaba a menudo la semejanza
entre Ricky y su padre cuando tenía la misma edad.
Texto de Barkley, R.A. (1999). Niños hiperactivos.
Como comprender y atender sus necesidades especiales. (p.39-40)
Caso 3: Sandy, un buen resultado con mucha ayuda.
Sandy es una niña de quince años de edad, que está en décimo curso en una
pequeña escuela privada para niños con dificultades de aprendizaje. Sus padres,
Frances y John, la matricularon allí cuando empezó a sus pender en la escuela pública
hace unos años, a pesar de tener una inteligencia normal y no tener ningún indicio de
trastorno del aprendizaje. Sus mayores problemas siempre han sido la dificultad para
concentrarse en las tareas de la escuela y hacer un esfuerzo persistente en las tareas
que són aburridas pero necesarias. Pocas veces puede acabar las tareas que le
encargan en el instituto sin ayuda, aunque se sabe las respuestas o los pasos concretos
para solucionar el problema. Aunque es impulsiva, su nivel de actividad ha mejorado
considerablemente desde que era niña pequeña y ahora se limita, fundamentalmente, a
mover los pies y balancearlos mientras está sentada, mover los dedos o el lápiz
mientras trabaja, y cambiar de postura todo el tiempo.
El trabajo escolar de Sandy está a menudo poco organizado, y la organización
de su agenda es un desastre.A menudo va a clase sin algo que es necesario para el
trabajo de la escuela, como lápices, libros de texto, o su equipo de laboratorio. Cuando
se le señalan los muchos errores que tiene en los deberes, es capaz de decir
rápidamente que es lo que está mal. Sus padres y profesores han intentado reforzar su
rendimiento escolar utilizando diariamente cuadernos y un sistema de fichas para su
comportamiento, aunque con un éxito limitado temporal. Es típico que levante la mano
en clase y conteste de forma errónea, sin pensar. No obstante, a sus profesores les
gusta su espontaneidad y la ven como un poco inmadura, dispersa y descentrada.
Los problemas de Sandy han existido por lo menos desde el parvulario y,
probablemente, mucho antes. A lo largo de su escolaridad, sus profesores se han
quejado de su falta de atención, impulsividad y poca continuidad en lo que se le
mandaba. Todavía tiene los amigos de siempre, se ha incluido bien en actividades con
otros niños, y no ha tenido problemas de disciplina. Ha sido evaluada tres veces por
varios psicólogos y especialistas en aprendizaje del centro y encontraron que estaba en
el percentil setenta y cinco de inteligencia y se situaba en la media o por encima en
36
María José Martínez Segura
Atención: Aspectos patológicos.
cuanto a habilidades académicas. Se ha observado que su escritura es pobre y lenta y
que su coordinación motora fina está algo retrasada, comparada con otros niños.
Aunque Sandy se lleva bien con sus padres y hermanos, todos ellos han
mostrado un logro académico superior al suyo, todos sus hermanos, además de sus
padres, han cursado estudios universitarios y ven esto como algo también necesario
para Sandy. Ella tiene una autoestima algo baja y, de vez en cuando, se desmoraliza
por sus dificultades. Tiene miedo a continuar defraudando a su familia y está muy
frustrada porque no sabe qué puede hacer para mejorar.
Texto de Barkley, R.A. (1999). Niños hiperactivos.
Como comprender y atender sus necesidades especiales. (p.40-42)
Caso 4: Brad, un rompecabezas para los padres.
Brad es un niño de doce años que está en sexto curso y que empieza el año
escolar con notas excelentes y un comportamiento aceptable en las clases;
gradualmente descienden sus notas, en otoño o invierno, a aprobados e insuficientes, y
aumenta su comportamiento disruptivo en clase. Muchas veces ha estado cerca de
repetir curso, pero sus profesores le han dado el beneficio de la duda porque su
inteligencia y sus habilidades académicas están por encima de la media. En la escuela,
Brad es intranquilo e hiperactivo, se concentra muy poco en el trabajo y habla en
exceso. Es descuidado en su trabajo escolar y causa problemas desde el pupitre. En
consecuencia, exige mucho tiempo y atención del profesor, y se le manda una vez cada
pocas semanas al despacho del director. Se queja a sus padres y profesores de que el
trabajo escolar es aburrido, y a menudo cuestiona su importancia para lo que él quiere
hacer cuando sea adulto, ser un detective de policía.
Los padres de Brad notaron, cuando tenía entre tres y cuatro años, que su nivel
de actividad y atención eran diferentes de los de los otros niños. Siempre iba corrriendo
hacia todo aquello que despertaba su curiosidad y pasaba de una actividad a otra. Sus
travesuras incluyeron poner detergente del lavaplatos en la rejilla de ventilación del
nuevo amplificador estéreo de su padre y decorar el sofá nuevo de la familia con crema
de chocolate. También era conocido por desmontar cualquier cosa con el único
propósito de ver como funcionaba, relojes, pequeños electrodomésticos y muchos
juguetes. Perdía piezas en el proceso, de modo que la gran mayoría de cosas nunca
podían volver a funcionar.
A la edad de cinco años, Brad empezó a discutir con sus padres cuando se le pedía que
ordenase sus juguetes, se bañase, fuera a la iglesia, o no se metiera en la habitación de
su hermana. Cuando se hizo mayor empezó a burlarse de otros niños y, poco a poco,
ellos dejaron de jugar con el y de invitarle a sus casas. A pesar de que se le recordara
inmediatamente, antes de empezar a jugar con otros niños, que no debía burlarse de los
demás y que controlase su temperamento, no pasaba mucho tiempo antes de que Brad
empezara a gimotear a sus padres que lo que el otro niño estaba haciendo era injusto o
que el otro niño se iba de forma repentina a su casa sin dar explicaciones. Hubo un
momento en que los padres de Brad lo llevaron a un campamento de verano para
mejorar sus habilidades sociales, pero no parecía aplicarlas a la vida familiar.
Texto de Barkley, R.A. (1999). Niños hiperactivos.
Como comprender y atender sus necesidades especiales. (p. 42-43)
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Atención: Aspectos patológicos.
Caso 5: Una mente errática.
Noreen Hamilton, una dependienta de 35 años de edad, madre de tres niños
pequeños, solicitó tratamiento psiquiátrico en la clínica de salud mental de Montana
aduciendo que “Mi cabeza no para. Me resulta difícil mantener la atención en una
tarea, y me distraigo con mucha facílidad”.
Se describía a sí misma como desorganizada, inquieta, irritable y de mal humor.
Tendía a reaccionar emocionalmente de forma exagerada y se deprimía con frecuencia
durante algunos días. La relación sentimental actual, la que había durado, empezaba a
desmoronarse. La pareja mantenía frecuentes discusiones, exacerbadas por el
temperamento de Noreen. Su compañero se quejaba de que “nunca podemos resolver
los problemas”. Ella también refería dificultades para tratar a sus dos hijos, a los que
calificaba de “hiperactivos”.
El psiquiatra solicitó a la madre de la paciente que completara un cuestionario
donde se le preguntaba sobre diversos aspectos del comportamiento de Noreen durante
la infancia. Los resultados revelaron que Noreen se encontraba en el percentil 95 de
hiperactividad infantil. Aunque los recuerdos que Noreen conservaba sobre su propia
infancia eran parciales, se acordaba de frecuentes problemas disciplinarios que
desembocaban en visitas al despacho del director de su colegio.
De niña no recibió ningún tratamiento, pero a la edad de 20 años y de nuevo a
los 23 acudió a un psicólogo debido a sus dificultades de “adaptación”. Su matrimonio,
que había sido muy tormentoso, terminó después del nacimiento de su tercer hijo,
cuando ella tenía 25 años, teniendo que someterse de nuevo a un breve tratamiento.
Finalmente, hace ahora dos años, acudió a la clínica de salud mental de su comunidad
donde le fue prescrito un fármaco antidepresivo, que tomó durante varios meses sin
ninguna mejoría constatable.
Texto de DSM-IV-TR. Libro de casos (2003). (p. 76)
Caso 6: El soñador.
Los padres de Marck, un niño de 11 años de edad, llevan a su hijo a la consulta
del psiquiatra ya que tiene problemas “desde que nació”. Le definen como un niño
inmaduro que siempre ha tenido dificultad para hacer amigos. Su madre se da cuenta
de que no es feliz; su padre le ve como una persona despistada y vaga. Este año escolar
ha sido particularmente duro para él. Parece que siempre hace y dice aquello que no es
lo realmente adecuado.
Mark fue un muchacho que necesitaba muchos cuidados. Daba la sensación de
que nunca dormía, y además, lloraba mucho. Su desarrollo fue totalmente normal.
Como bebé, no ocasionó ningún tipo de problema.
En los primeros años de la escuela tenía problemas para ponerse en fila junto a
sus compañeros, y se sentía muy atraído por determinados juguetes en particular,
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Atención: Aspectos patológicos.
prefiriendo siempre los mismos juegos. Ha presentado siempre dificultades en los
cambios y las transiciones (p. ej., cambiar de sitio en la mesa a la hora de cenar puede
irritarle mucho).
Académicamente, sus primeros años en el jardín de infancia transcurrieron sin
ningún tipo de problema. Mark mantuvo en las notas un promedio de notable, pero sus
calificaciones bajaron en el séptimo año escolar. Su padre era muy exigente y
consideró que, a la hora de estudiar, Mark perdía el tiempo constantemente, soñando y
pensando en otras cosas, en vez de centrarse en los deberes. Su conducta “ausente” se
hizo evidente cuando se convirtió en un miembro del equipo de baloncesto en sexto
curso. Su padre era entrenador y se dio cuenta de que “se perdía en la cancha” y era
socialmente menos maduro que los otros compañeros. Miraba poco a la gente y sus
habilidades para tratar con las personas eran mínimas. No entendía los chistes y no
acababa de adaptarse al equipo.
La madre de Mark refiere que generalmente empieza la escuela con buenas
notas, pero a medida que el trabajo va haciéndose cada vez más difícil y complejo el
niño lo pasa muy mal. Durante las comidas, Mark tiene dificultades para seguir la
conversación. En verano tiene menos problemas ya que es un buen atleta y pasa la
mayor parte de su tiempo realizando deporte. Sin embargo, en las excursiones sólo ha
conseguido hacer un amigo, y cuando fueron a acampadas en las que tenía que
pernoctar a la edad de ocho años, nunca fue capaz de desarrollar habilidades de tipo
social. El profesor que llevaba a los alumnos de excursión comunicó que Mark era
inflexible, decía tonterías y tenía dificultades para seguir las instrucciones que se le
daban.
La madre de Mark, de cuarenta años de edad, tiene un título de audiología. Su
padre, de cuarenta y un años de edad, dirige una liga escolar de baloncesto y es
banquero con éxito. Describe su situación matrimonial como excelente y Mark parece
ser el único foco de conflicto. El padre está decepcionado e irritado con él; su madre,
en cambio, aunque también está preocupada, le protege. Existen, asimismo, dos
hermanos más jóvenes, de nueve y siete años de edad, que no padecen ningún tipo de
problema emocional.
La madre de Mark obligó a éste a someterse a examen. Él refiere tener
problemas y dificultades para hacer amigos y que en la escuela no lo hace todo lo bien
que debería. Sus asignaturas favoritas son las matemáticas y el inglés, a pesar que en
las dos no es muy brillante. Explica que se pelea con sus padres y que las críticas de su
padre pueden hacerle llorar muchas veces. Tiene miedo de que el hecho de ir a ver a un
psiquiatra signifique que está loco. Refiere, asimismo, que no tiene ningún tipo de
problema para dormir, que su apetito es excelente y que le gusta mucho mirar la
televisión durante largo rato, especialmente si se trata de acontecimientos deportivos.
No tiene amigos y pasa los fines de semana solo. No puede entender por qué no gusta a
la gente. En la escuela reconoce tener problemas para mantener la atención en lo que
hace, y admite que se despista y empieza a soñar mientras el profesor explica la
lección. Fuera de la escuela, las cosas van bien cuando práctica deporte pero no tiene
ningún amigo de verdad. Prefiere el tenis a los deportes de equipo porque “es mucho
más fácil prestar atención cuando sabes que la pelota te viene siempre a ti”. Desearía
que fuese más fácil mantener amigos, no pelearse más con su padre y poder convertirse
en un jugador de baloncesto profesional.
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Atención: Aspectos patológicos.
Todos los informes que vienen de la escuela afirman que las habilidades de
Mark son pobres y mínimas. Es capaz de estar sentado durante 10-15 minutos, pero
frecuentemente bebe o acude al servicio. Le cuesta mucho concentrarse. Cuando se está
con una atención muy directa sobre él suele ser cumplidor, y su tutor le define como
una persona muy brillante. No tiene problemas disciplinarios en la escuela. Varios de
sus profesores le pasaron la Escala de puntuación Conners (1990), una escala que
valora la hiperactividad, la impulsividad y la atención. Indicaron que su nivel de
atención es muy pobre, se distrae con mucha facilidad, sueña la mayor parte del tiempo
y no logra acabar nada de la que empieza. Los tests neuropsicológicos indican que
padece problemas de atención y de velocidad de integración y de procesamiento de la
información. El rendimiento en los tests de relación espacial, pruebas complejas que
requieren un rápido procesamiento de la información, no es muy bueno. Asimismo, el
rendimiento es bajo a la hora de seguir y obedecer órdenes orales que precisan
atención tanto visual como verbal. En un test de memoria y aprendizaje, el rendimiento
fue sobresaliente en todo aquello que hizo relación con las pruebas de memoria de
importancia, pero fue malo en los tests de memoria de información relacionada
aleatoriamente.
Texto de DSM-IV-TR. Libro de casos (2003). (p. 319-321)
Caso 7: Metiéndose en todo.
Eddie, un niño de nueve años de edad es visitado por un psiquiatra infantil, a
petición de los profesores de la escuela, por los problemas que crea en clase. Su
profesor comunica que es un niño tan intranquilo y tan nervioso que sus compañeros no
pueden concentrarse. Apenas puede permanecer sentado en su silla un rato; se levanta,
deambula por la clase y habla con los otros niños mientras están trabajando. Cuando el
profesor consigue que se siente, Eddie agita sus pies y sus manos y tira las cosas al
suelo. No parece saber qué es lo que va a hacer a continuación y puede repentinamente
hacer cosas escandalosas. Su expulsión más reciente fue por balancearse en el lugar de
fijación de un fluorescente de la clase. Como no podía bajar, la clase se convirtió en un
verdadero gallinero.
La madre de Eddie comunica que la conducta de su hijo ha sido problemática
desde que era un bebé y que a los tres años de edad era un torbellino. Siempre ha
dormido poco y ha sido el primero en levantarse. De pequeño lo rastreaba y husmeaba
todo, especialmente por la mañana cuando se levantaba a las 4:30 o a las 5 de la
madrugada y bajaba las escaleras de casa solo. Los padres se levantaban y
encontraban el salón y la cocina hechos un desastre. A la edad de cuatro años,
consiguió abrir la puerta de la casa, salió a la calle y anduvo por una avenida muy
transitada, pero, afortunadamente, un peatón que pasaba le cogió. No fue aceptado en
una guardería por su mal comportamiento; después de pasar un año muy problemático
en el jardín de infancia, se le colocó en un programa especial de conducta para niños
de primer y segundo curso. Actualmente está en una clase normal, pero pasa mucho
tiempo con un profesor especial. Cuando está en clase con los otros compañeros, es
incapaz de participar en los juegos, ya que no puede esperar su turno, debido a su
impaciencia.
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Atención: Aspectos patológicos.
Los tests psicológicos han mostrado que Eddie tiene unas capacidades iguales
al promedio de la clase, pero su rendimiento es algo inferior al que cabría esperar. Su
nivel de atención es, según el psicólogo, virtualmente inexistente. No tiene interés en
ver la televisión y no le gustan los juegos que requieren concentración y paciencia. No
es persona popular entre los compañeros; prefiere estar fuera de su casa y jugar con su
perro o ir en bicicleta. Sus juguetes están prácticamente destrozados, y su madre no
logra que Eddie tenga las cosas en orden.
Eddie ha sido tratado con un estimulante, metilfenidato, a dosis bajas. Con el
tratamiento, su conducta ha mejorado mucho y se encuentra muy tranquilo y
probablemente más atento.
Texto de DSM-IV-TR. Libro de casos (2003). (p. 359-360)
7.
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