Viernes: ANUNCIA EL TRIUNFO DEL QUE ES FIDELIDAD

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Viernes:
EL AMOR POR LA COMUNIDAD.
«¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos?
¿O es que, como algunos, necesitamos
presentar cartas de recomendación
o
pedirlas? Ustedes son nuestra carta, escrita
en nuestros corazones, conocida y leída
por todos los hombres. Evidentemente son
carta de Cristo, redactada por ministerio
nuestro, escrita no con tinta, sino con el
Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra,
sino en tablas de carne, en los corazones.
Esta es la confianza que tenemos delante
de Dios por Cristo. No que por nosotros
mismos seamos capaces de atribuirnos cosa
alguna, como propia, sino que nuestra
capacidad
viene de Dios, el cual nos
capacitó para ser ministros de una nueva
Alianza, no de la letra, sino del Espíritu. Pues
la letra mata mas el Espíritu da vida» (2Cor
3,1-6).
¿Qué nos ha impactado de lo que
hemos escuchado? ¿Qué nos dice San
Pablo?
Me impresiona la pasión, el amor de
Pablo por su comunidad. Hay que tener
presente que se está dirigiendo a una
comunidad bien ingrata, insolente, que hasta
se ha burlado de él; una comunidad muy
poco acogedora, le ha criticado es más, le
han cuestionado que no es tan coherente…
ni tan buen apóstol… Y sin embargo Pablo
les dice que son su carta viva, escrita en su
propio corazón… Y con que ternura ha de
haber dicho: “No les escribo estas cosas
para avergonzarlos, sino más bien para
amonestarlos como a hijos míos queridos.
Pues
aunque
hayan
tenido
10.000
pedagogos en Cristo, no han tenido muchos
padres. He sido yo quien, por el Evangelio,
los engendré en Cristo Jesús. Les ruego,
pues, que sean mis imitadores ” (1Cor 4,1415). Como el Padre de la parábola del hijo
pródigo, San Pablo, ruega a esta comunidad
que le escuchen, que le imiten, es decir, que
le sigan, es casi el ruego de un papá que
quiere y que está dando la vida por los que
ama (ver Gal 4,19).
Sábado:
LA COMUNIDAD: COLABORADORES
EN CRISTO.
« Les recomiendo a Febe, nuestra hermana,
diaconisa de la Iglesia de Cencreas.
Recíbanla en el Señor de una manera
digna de los santos, y asístanla en
cualquier cosa que necesite de ustedes,
pues ella ha sido protectora de muchos,
incluso de mí mismo. Saluden a Prisca y
Aquila, colaboradores míos en Cristo
Jesús» (Rom 16,1-3).
Ayer contemplamos el amor que
Pablo tiene por su comunidad. ¿Por qué
Pablo se siente orgulloso, contento con sus
comunidades, aunque muchas veces no
respondan bien? ¿Por qué a pesar de los
defectos que puede encontrar en muchas de
ellas, los graves problemas que estás le
ocasionan, sigue insistiendo, las sigue
amando?
Porque él mira a las comunidades y a
cada persona en particular, sea hombre o
mujer, niño o pequeño, rico o pobre… como
sus “colaboradores”. La vivencia que San
Pablo tiene de trato, es familiar… y como en
toda familia, hay amonestaciones, regaños,
pero también hay alegría, comprensión,
entendimiento. Él mismo nos dice: “Ahora
bien,
¿cuál
es
mi
recompensa?
Efectivamente, siendo libre de todos, me
he hecho esclavo de todos para ganar a
los más que pueda. Con los judíos me he
hecho judío para ganar a los judíos; con los
que están bajo la Ley, como quien está bajo
la Ley - aun sin estarlo - para ganar a los
que están bajo ella. Con los que están sin
ley, como quien está sin ley para ganar a los
que están sin ley, no estando yo sin ley de
Dios sino bajo la ley de Cristo. Me he hecho
débil con los débiles para ganar a los
débiles. Me he hecho todo a todos para
salvar a toda costa a algunos. Y todo esto
lo hago por el Evangelio para ser partícipe
del mismo” (1Cor 9,17-24). ¿Quiénes son los
demás para nosotros colaboradores o
simples receptores?
VERBUM DEI DESDE LA FIGURA DE SAN PABLO.
Pautas de
Oración
Verbum Dei desde la
figura de San Pablo.
IV. SAN PABLO EL HOMBRE FRATERNO Y
UNIVERSAL.
“San Pablo estaba seguro de una cosa: el
valor fundamental y fundante de Cristo y de
la "palabra" que lo anunciaba. San Pablo
sabía que no sólo no se llega a ser
cristiano por dominación, sino que en la
configuración interna de la nueva comunidad
el
componente
institucional
estaba
inevitablemente vinculado a la "palabra"
viva, al anuncio del Cristo vivo en el cual
Dios se abre a todos los pueblos y los une
en un único pueblo de Dios” (Catequesis
Benedicto XVI).
Cuando hablamos de San Pablo, no
podemos dejar de ver en él su amor y su
pasión por la Iglesia (Ef 5). Y al hablar de
este amor, no es un amor excluyente sino
universal, por eso en esta semana sería muy
bueno reflexionar y profundizar: ¿Qué
significado tiene proclamar la belleza de la
Iglesia cuando la experiencia histórica que
hacemos de ella es distinta? Esta verdad
teológica expresada por Pablo, contrasta con
nuestra vivencia cotidiana. ¿De qué manera,
entonces, Cristo ama no sólo a esta Iglesia
ideal, sino a la Iglesia real, tal como es? ¿Y
qué relación tiene esta Iglesia histórica con
el proyecto de Cristo?
IV. San Pablo el Hombre
fraterno y universal.
Fraternidad Católica Misionera
Verbum Dei
Medrano No. 917 Tel. 36 17 86 63
20 de enero 2013.
“Sean, pues, imitadores de Dios, como
hijos queridos, y vivan en el amor como
Cristo nos amó y se entregó por nosotros
como oblación y víctima de suave aroma” (Ef
5,1-2). Vivir en el amor, es un deseo muy
fuerte que existe y que le has dado a nuestro
corazón Señor, desafortunadamente, en
muchos momentos se siente la herida, la
llaga del egoísmo, del reclamo, de la queja,
de la incomprensión… Danos Señor, un
corazón muy sencillo para entrar por estos
caminos, llenos de amor, de comprensión y
de perdón. Enséñanos a dejarnos amar por ti
para poder amar a nuestros hermanos de la
misma manera.
Lunes:
LA RAIZ DE LA CARIDAD.
« Aunque hablara las lenguas de los hombres
y de los ángeles, si no tengo caridad, soy
como bronce que suena o címbalo que
retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y
conociera todos los misterios y toda la
ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como
para trasladar montañas, si no tengo
caridad, nada soy.
Aunque repartiera
todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a
las llamas, si no tengo caridad, nada me
aprovecha. La caridad es paciente, es
servicial; la caridad no es envidiosa, no es
jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no
busca su interés; no se irrita; no toma en
cuenta el mal; no se alegra de la injusticia;
se alegra con la verdad. Todo lo excusa.
Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo
soporta. La caridad no acaba nunca» (1Co
13,1-8).
La fraternidad, la comunión, la
eclesialidad son deseos que están escritos en
nuestro corazón, por eso, necesitamos
preguntarnos: ¿Cuál es la fuente de la que
brotan todas mis acciones, es el amor de
Dios y el amor de mis hermanos o es la
búsqueda de mí mismo y un deseo de
ensalzarme a mí mismo? ¿He llegado a
confundir el amor con un mero sentimiento,
con un actuar movido por mis pulsiones, o
verdaderamente he aprendido el amor
auténtico de Cristo, el que se manifiesta en
la entrega generosa de la propia vida,
muriendo para dar vida, la proyecto de Dios a
favor de mis hermanos?
Nos comparte San Agustín acerca de
esta cita: “No es que estas cosas sean nada;
soy yo quien aunque tenga tales cosas, si
no tengo amor, nada soy. ¡Cuántos son los
bienes que nada aprovechan por faltar el
único bien!” San Pablo, fue capaz de
construir, de levantar los castillos de una
comunidad en medio de muchas dificultades,
caídas, incomprensiones, porque supo
enraizar su vida y su compartir fraterno en el
Amor de Cristo. Éste es la raíz de la caridad.
Martes:
EL SEÑOR ES QUIEN NOS
CONVOCA EN FAMILIA.
« Es importante observar que casi siempre la
palabra "Iglesia" aparece con el añadido de la
calificación "de Dios": no es una asociación
humana, nacida de ideas o intereses
comunes, sino de una convocación de
Dios. Él la ha convocado y por eso es una en
todas sus realizaciones. La unidad de Dios
crea la unidad de la Iglesia en todos los
lugares donde se encuentra. Más tarde, en la
carta a los Efesios, san Pablo elaborará
abundantemente el concepto de unidad de
la Iglesia, en continuidad con el concepto de
pueblo de Dios, Israel, considerado por los
profetas como "esposa de Dios", llamada a
vivir una relación esponsalicia con él»
(Catequesis Benedicto XVI).
¿Cuál es el mayor deseo que un
papá y una mamá tienen al formar un hogar?
Si nosotros deseamos un hogar, con
calor, con vida, mucho más nuestro Dios. San
Pablo en su encuentro con Cristo, lo primero
que retoma en su corazón es esa
convocación. “¿Por qué me persigues?”
Fueron las primeras palabras que escucho de
boca de Jesús. San Pablo no iba detrás de
Cristo sino de los cristianos; y es enviado a
Ananías quien es el que le devuelve la vista.
Lo lleva tan grabado en su corazón que es lo
que nos comparte en su carta de Efesios 5,133. La ética familiar que ahí describe la ve a
la luz de la relación con Cristo. Toda su carta
hace referencia a Cristo, a como Cristo amó a
la Iglesia. Y marca muy fuerte la imagen
esponsalicia. ¿Por qué? Porque San Pablo,
mira nuestra vida a la luz de alianza, a la luz
de un “amor que es eterno” (Jr 31,3). Un
amor que no se vuelve a tras jamás, y un
amor que se consume buscando la unidad
entre los suyos. San Pablo habla de una
alianza que no se rompe por nada, ni por
nadie. Que tiene el precio de la redención
(cfr. Gal 2,1--20). Por eso, el amor se vuelve
no sumisión tonta, sino obediencia llena de
amor, de entrega, de comprensión. De una
humildad que reconoce en el otro el mismo
amor y la misma entrega de Dios.
Miércoles:
LA IGLESIA COMO CUERPO DE
CRISTO.
«El
original
concepto,
exclusivamente
paulino, de la Iglesia como "Cuerpo de
Cristo". Al respecto, conviene tener presente
las dos dimensiones de este concepto.
Una es de carácter sociológico, según la
cual el cuerpo está formado por sus
componentes y no existiría sin ellos. Esta
interpretación aparece en la carta a los
Romanos y en la primera carta a los
Corintios, donde san Pablo asume una
imagen que ya existía en la sociología
romana: dice que un pueblo es como un
cuerpo con distintos miembros, cada uno de
los cuales tiene su función, pero todos,
incluso los más pequeños y aparentemente
insignificantes, son necesarios para que el
cuerpo pueda vivir y realizar sus funciones.
La otra interpretación hace referencia al
Cuerpo mismo de Cristo. San Pablo sostiene
que la Iglesia no es sólo un organismo, sino
que se convierte realmente en cuerpo de
Cristo en el sacramento de la Eucaristía,
donde todos recibimos su Cuerpo y llegamos
a ser realmente su Cuerpo. Así se realiza el
misterio esponsal: todos son un solo
cuerpo y un solo espíritu en Cristo. De
este modo la realidad va mucho más allá de
la imaginación sociológica, expresando su
verdadera esencia profunda, es decir, la
unidad de todos los bautizados en Cristo, a
los que el Apóstol considera "uno" en Cristo,
conformados al sacramento de su Cuerpo »
(Catequesis Benedicto XVI).
¿Qué le aportan a nuestra vida
estas dos interpretaciones? Podríamos hoy
leer y orar despacio 1Co 12 y descubrir
detrás de las palabras de Pablo, que quizás
en muchos momentos nos relacionamos con
la Iglesia desde nuestra subjetividad, es
decir, nos pesa más lo institucional, y por eso
no logramos verla como nuestro hogar, como
parte nuestra. Pero cuando maduramos en la
fe, y comenzamos a amar a nuestra Iglesia y
dejarnos amar por ella, entramos en ese
dinamismo que a Pablo le llevo a dar hasta la
vida misma (ver 1Tes 2,7).
Jueves:
SOMOS TEMPLO DE DIOS
EN EL MUNDO.
«San Pablo muestra que sabe bien y nos da
a entender a todos que la Iglesia no es suya
y no es nuestra: la Iglesia es el Cuerpo de
Cristo, es "Iglesia de Dios", "campo de
Dios, edificación de Dios, (...) templo de Dios"
(1 Co 3, 9.16). En la carta a Timoteo san
Pablo califica a la Iglesia como "casa de
Dios" (1Tm 3, 15); se trata de una definición
realmente original, porque se refiere a la
Iglesia como estructura comunitaria en la que
se viven cordiales relaciones interpersonales
de carácter familiar. El Apóstol nos ayuda a
comprender cada vez más a fondo el
misterio de la Iglesia en sus distintas
dimensiones de asamblea de Dios en el
mundo. Esta es la grandeza de la Iglesia y la
grandeza de nuestra llamada: somos templo
de Dios en el mundo, lugar donde Dios
habita realmente; y, al mismo tiempo, somos
comunidad, familia de Dios, que es caridad.
Como familia y casa de Dios debemos
realizar en el mundo la caridad de Dios y ser
así, con la fuerza que viene de la fe, lugar y
signo de su presencia)» (Catequesis
Benedicto XVI).
¿Considero mi vida ese templo donde
Dios habita y desde donde se puede
manifestar?
Regálanos en este tiempo Señor, ser
cada vez más tu Iglesia, tu Cuerpo, el lugar
de la presencia de tu caridad en nuestro
mundo y en nuestra historia. ¡Cuánta falta
haces Señor, en nuestros ambientes!
Ser casa de Dios no es algo
complicado no para los santos, sencillamente
es dejar a Dios que sea Dios en nuestras vidas,
que nos pueda amar, y que ese amor pueda
darse a los demás, en detalles tan sencillos
como aprender a estar con los demás, de
manera gratuita, sin querer que hagan o se
comporten como nosotros esperamos... Como
un día le dijo un anciano a Madre Teresa de
Calculta: “Yo no creo en Dios, pero si Dios
existe, ha de ser como usted”. ¡Qué grande que
nuestra vida pueda ser esa tienda de encuentro
para el que está triste, para el que está solo.
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