Todo puede volver a empezar otra vez

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Todo puede volver a empezar otra vez
Tomás Alcoverro
Todos se consideran ganadores –los gobiernos de Israel, de Gaza, de Egipto- olvidando la
carne de cañón de este nuevo enfrentamiento de una guerrilla y uno de los ejércitos más
poderosos del mundo. Al final de la operación del Tsahal del invierno del 2009 escribí
pensando en Hamas: ¨Sí, hay una cultura de la guerra pero tiene sus raíces en las
escandalosas injusticias, en la frustración de palestinos y árabes. ¿Cuando se consumará la
próxima invasión israeli?¨
La tregua, que no alto el fuego, conseguida a los ocho días y no a las tres semanas del anterior
enfrentamiento armado es muy frágil porque hay que empezar a aplicar todo lo estipulado a fin
de mejorar las condiciones de vida de los habitantes de Gaza, postrados por un bloqueo
implacable desde hace años, y preservar la seguridad, gran obsesión de Israel, que con los
desafiantes proyectiles lanzados sobre Tel Aviv y Jerusalén ha sido puesta más en entredicho.
Los árabes, soldados y milicianos, saben convertir sus derrotas en victorias políticas. Cuando
concluyó la guerra del estío del 2006 de Israel y el Hezbollah, con numerosas bajas y
devastaciones libanesas, el jeque Nasrallah, su secretario general, habló de ¨Victoria divina¨.
Su resistencia fue admirada en los pueblos árabes. Las emociones por naturaleza son breves,
e Israel sabe muy bien que los estados de opinión pública hostiles, son pasajeros. ¿Quién se
acuerda de la matanza de refugiados palestinos de 1982 de Sabra y Chatila, de los libaneses
muertos en Caná en 1996 o diez años después, por los ataques aéreos de la aviación
israelí…?
La gran diferencia entre 2009 y ahora es la destacada intervención diplomática de Egipto, como
mediadora, cuya experiencia ha sido elogiada por los gobernantes estadounidenses, por boca
de su secretaria de estado Clinton, presente en El Cairo a la hora de anunciar el acuerdo, y por
los jefes palestinos de Hamas. En El Cairo y Gaza mandan ahora organizaciones de la misma
tendencia islamista. De todas formas no habría que olvidar que en el 2009 el gobierno de
Mubarak, contra viento y marea, trató también de continuar su mediación sobre un alto el fuego
duradero que resolviese en primer lugar la situación de la localidad fronteriza de Rafah.
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El acuerdo de ahora se hizo, a bombo y platillo, en El Cairo mientras que en 2009 solo se pactó
un alto el fuego unilateral israelí, expresado en un memorandum firmado en los EE.UU. tan
solo por la ministra israelí de asuntos exteriores y la secretaria nortemericana de estado. No
hubo ningún acuerdo firmado directamente por los beligerantes.
La diplomacia egipcia ha hecho acrobacias, ya que al mismo tiempo es solidaria con los
palestinos, desempeña una función mediadora y evita poner en peligro sus relaciones con los
EEUU, hasta llegarse a afirmarse que este acuerdo ha sido fruto, ante todo, de una
convergencia de intereses entre ambos gobiernos. Las exigencias de los Hermanos
Musulmanes de anular o revisar el tratado de paz de 1979 con Israel, reivindicadas en sus
años de oposición al Rais Mubarak, no son fáciles de llevar a cabo cuando ya están en el
gobierno.
¿Qué hará Egipto para conseguir la aplicación de este acuerdo embrionario que deja todo en
suspenso, impuesto a Israel y a Gaza? Las negociaciones diplomáticas en Oriente Medio son
extremadamente complejas por la implicación de diversos poderes regionales e internacionales
en los conflictos locales. Esto no solo ocurre en el conflicto palestino-israelí sino que aconteció
antes en El Líbano, ahora en Siria. Si en 1990 se pudo acabar la guerra civil libanesa de quince
años fue porque lo decidieron los EE.UU. y Siria, que dominaban, de una u otra forma, sus
milicias. La actual guerra de Siria solo podrá acabar con la voluntad internacional.
El prestigioso historiador británico, gran especialista en temas del Oriente Medio, Patrik Seale
ha puesto de relieve las contradicciones que perduran entre los intereses de los gobernantes
árabes y las aspiraciones de sus pueblos en la cuestión palestina. La marginalización de
Mahmud Abbas, presidente de la maltrecha Autoridad Nacional Palestina que gobierna en
Cisjordania, ha quedado patente en la negociación de este acuerdo sobe Gaza.
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Hamas explota la ‘ cultura del martirio’ para sus objetivos políticos. El implacable bloqueo
israelí legitimiza su combate, basado en la brutalidad e ilegitimidad de la ocupación. La
supresión de ayudas económicas, el aislamiento internacional han fomentado su actitud
numantina. Gaza se ha convertido en la Masada de los palestinos de la generación de las
mezquitas. Como al final del enfrentamiento del 2009 con mil doscientos palestinos muertos,
trescientos heridos y trece israelíes victimas mortales, todo puede volver a empezar porque no
se consigue abordar a fondo sus problemas.
http://blogs.lavanguardia.com/beirut/?p=1001
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