TEATRO "Carlismo y música celestial"

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TEATRO
"Carlismo y música celestial"
~~ v cÚ.
eomparecl6 de nut!'Vo el Lebrel con una apabullante carpeta de recortes erítieos tan
elogiosos. QUe casi condicio.
n.an el juicio. El estreno de
ayer en E.<Jpafia. la obra del
aaoordote navarro Fra~isco
Larráinzar fina lista del primer
premio literario "Lebrel Blaneo" constituyó un ex.ito porque sirve al propósito del grupo de otrecer un diálogo abier
to, de comunicación, próximQ
a los m-oblemas de las gentes.
Y es atd, no preCisamente
cerca de la estructura dramá·
tlca tradicional, mediante un
lenguaje directo, como el Lebrel sigue ganando público.
ajenos al fenómeno escénico.
La propuesta de Larráinzar,
que no es· earllsta --explit>apero informada del amor que
ped[a Unamuno para estudiar
el carlismo, presenta "la doble silueta del Carlismo desde
················~······························ 4
naefmfento bHta baae pocos dlas" Es, pues un teatro,
de hoy que se vale, y a su vez
sl.rve, al momento presente.
1!11.1
LA OBRA
Comienza con una critica
grotesca de la Corte de Fernando VII. Es a veces una caricatura propicia a la risa. Pero cuidado, aqui, reirse de al·
go no conlleva un tinte de
crueldad; por ero quizá sea
una risa entendida como dis-tanciamiento porque el awnto
es tri~ y serlo.
Sigue luego con un auténtl·
eo canto al fuero. El tina! de
la primera parte es una proclamación absoluta y emoclo.
nante del lema de los lnfanzones de Obanos. Como queriendo reafinnar la historia
de que los navarros que han
visto desfilar la tira de pt>rsonal, han sabido convivir con
quienes venían a eso, a con·
vivir. Si los liberales llegan
a r r a s a n d o --como en la
obra- la consecuencia es lógica. El pueblo se levanta.
Y tal romo sueedla en el
"Retablo del Flautista", el artilugio sociat --en aquel caso, las :atas- es manejado
a su antojo por los poderosos
para engrosar sus bolsas; sólo
que aqui, lo que aumenta, es
la bolsa del infiltrado -primero con levita, más tarde
Con gabardina- o la del caci·
que. O sea, dos carlismos y
una constante: el fuero.
EL ESPECTACULO Y
POLEMICA
A
/.lt v:.vn,
mecttcra que Avann e1 se-
gundo acto la obra gana en
tensión emocional gracias a la
valentía ereadora que poten..
da y eleva un texto que le
viene al grupO como anUlo al
dedo.
Uno se sorprende oon bell(·
simos momentos plásticos. LOs
cambios de acción, tlempa y
lugar, se sueeden un poco al
modo de "1789", corno único
mOdo de dar salida al guión.
Rapide-z, ritmo, coros, baladas
que es preciSo escuchar, extenuante cambio de trajes.••
Lo peor del Lebrel es que
hay que venir a Pamplona para verlo. (Hubo eritica que se
desplaZÓ desde Madrid.)
Habrá, pues. obra para rato.
El público interrumpió en nueve ocasiones. Quizá porque la
eficacia de la obra sea clrcuns
tancial. Pero no por tanto, su
trascendencia menor. ¿Que el
Carlismo es una realidad que
reclama un análisis más protundo? De acuerdo. Se echan
en falta cosas pero puede que
bayan qlU:dndo tuera por la
necesaria selección argumental o por apartamiento del sen..
tldo que el espectador ha dado
al carlismo, que eso es lo bueno. Que el público no va como al Gayarre, ni muC"ho menos. Es algo que le afecta.
En suma, texto más débll
que 1789 pero que batirá su
record. El público Interrumpió
en nueve ocasiones y aplaudió
al final p0r espaCio de máa
de tres minutos.
Que el Teatro supera al verbo ,quedó claro ayer.
Gabriel ASENJO
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