¿Hasta cuándo las drogas ilícitas serán objeto de discusión? Por

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¿Hasta cuándo las drogas ilícitas
serán objeto de discusión?
Por: María Isabel Loaiza Cordero1
La discusión respecto a las drogas ilícitas ha
cambiado conforme a la magnitud con que es
visto el problema a nivel mundial, es preciso
encontrar soluciones al problema que desde
hace tanto tiempo continúa vigente. Un
cambio en la perspectiva frente a la lucha
contra las drogas ilícitas más allá de la
prohibición y la legalización es necesario,
ahora más que nunca que el problema
representa una amenaza para todos los
países del hemisferio. La responsabilidad
común frente a este problema permite que
desde varias perspectivas se pueda analizar
y tomar medidas contundentes al respecto.
Desde hace más de cuarenta años, varios
países junto con la Organización de las
Naciones Unidas –ONU, por medio de las
Convenciones Internacionales en materia de
estupefacientes,
han
establecido
los
parámetros de acción que los países pueden
seguir para hacer frente al problema de las
drogas ilícitas, pero a pesar de los controles
y del estricto prohibicionismo impulsado por
Estados Unidos, la solución al incremento del
consumo mundial, actualmente está más allá
del debate entre prohibición o legalización.
Desde los años sesenta, la Organización de
las Naciones Unidas -ONU por medio de la
Convención sobre Estupefacientes de 1961,
destinó
el
uso
y
producción
de
estupefacientes, única y exclusivamente para
la investigación médica y con fines
científicos, además, se prohibía el cultivo de
las plantas de adormidera y de coca, con
esto se buscaba controlar el consumo de
drogas naturales especialmente el opio, la
heroína y en menor medida, la cocaína; pero
esta Convención al no tener en cuenta las
sustancias elaboradas a partir de diferentes
compuestos químicos, el consumo de ácidos
1
Joven Investigadora. Centro de Estudios Políticos e
Internacionales –CEPI. Universidad del Rosario.
y anfetaminas en los años setenta se
incrementó considerablemente, razón por la
cual, la ONU por medio del Convenio sobre
Sustancias Psicotrópicas de 1971, buscaba
regular el consumo de dichas sustancias y
destinar una mínima cantidad de éstas para
uso médico y científico. Sin embargo, la
producción y el consumo de drogas ilícitas
continuaron en aumento.
En los años ochenta, los controles a la
marihuana, a la heroína y a las sustancias
psicotrópicas, facilitaron el auge de la
producción y consumo de cocaína que era
considerada como la “droga de los artistas”, y
detrás de este aumento del consumo se
impulsa toda una dinámica criminal que hasta
hoy, no se ha podido controlar en mayor
medida. La Convención de la ONU de 1988
contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y
Sustancias Psicotrópicas, estipula una serie
de medidas para el control de las drogas en
cada una de sus etapas, desde el cultivo,
producción,
comercialización
hasta
el
proceso de distribución, y a su vez se
impulsaba la estrategia de sustitución de
cultivos, que buscaba brindarles a los
campesinos opciones lícitas de sustento a
cambio de la erradicación voluntaria de
cultivos ilícitos. En los años noventa, a pesar
de los esfuerzos de los diferentes países
para controlar las drogas ilícitas, y ante la
necesidad de implementar alternativas con
respecto a esta problemática, se lleva a cabo
la Sesión Extraordinaria de la Asamblea
General de las Naciones Unidas dedicada al
problema de las drogas ilícitas en 1998, y se
tiene en cuenta por primera vez el concepto
de desarrollo alternativo, en el que las
personas que están vinculadas a los cultivos
ilícitos, además de erradicar dichos cultivos,
participan en la seguridad alimentaria de sus
comunidades.
En la medida en que ha crecido la magnitud y
ha cambiado la concepción del problema de
las drogas ilícitas, se han desarrollado
diferentes estrategias con el fin de evitar que
éstas lleguen al consumidor final, pero las
políticas que judicializan a las personas
vinculadas especialmente con el cultivo –
etapa que ofrece las menores ganancias ya
que los mayores ingresos se obtienen en la
etapa de comercialización- no han ofrecido
resultados significativos con respecto a la
disminución de la oferta de estupefacientes,
además con la política prohibicionista, el
consumo ha aumentado con respecto a
sustancias químicas, especialmente en
Estados Unidos de “metanfetaminas” cuyos
compuestos son relativamente fáciles de
conseguir –antigripales y limpiadores- y cuya
producción se puede llevar a cabo en
cualquier garaje ya que no tiene mayores
procesos de refinación y mucho menos de
extracción.
Actualmente se ha buscado balancear la
ecuación entre el control de la oferta, y el
control de la demanda, pero todavía continúa
la fuerte criminalización de las personas
vinculadas con los cultivos, los consumidores
y
las
personas
que
comercializan
estupefacientes al menudeo
microtráfico-. La solución a esta complicada
ecuación se encuentra mucho más allá de
judicializar especialmente a las personas
vinculadas en estas etapas.
Además, frente a este problema de diferentes
dimensiones no existe una única solución,
por lo que el prohibicionismo o la legalización
no son las alternativas más eficaces. Las
soluciones a este problema deberían
enfocarse aún más en el control, tanto de las
rutas de comercialización del producto final
como de los canales de distribución de éste,
ya que los diferentes carteles siempre hallan
la forma de llevar el producto hacia otros
países y los controles aduaneros no han sido
suficientes para evitar la exportación e
importación de drogas ilícitas.
La política para el control de las drogas, así
como las Convenciones Internacionales
contra las drogas ilícitas están algo
desgastadas, se debe incitar el debate, pero
no entre la prohibición y la legalización, sino
el debate para que los diferentes países y la
Organización de las Naciones Unidas
establezcan una nueva Convención que siga
fortaleciendo el Régimen Internacional contra
las drogas ilícitas, para implementar un mapa
de ruta que sirva a la situación actual del
problema y que responda a las necesidades
de controlar la oferta y la demanda.
El negocio debe dejar de ser rentable para
los carteles, que cada vez aumentan más su
poderío y extienden sus tentáculos hacia
otros países incrementado la violencia, la
corrupción y vinculando cada vez más a los
jóvenes en el negocio. Los países del
hemisferio que se han visto mayormente
afectados con el problema de las drogas
ilícitas,
deben
incentivar
el
debate
intergubernamental e interinstitucional y
desde allí encontrar y proponer diferentes
soluciones
al problema y alejar el
prohibicionismo irrestricto, que ha dejado
muchos capturados y pocos resultados
significativos.
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