Juan María Parent Jacquemin* Intro;ducción El Premio Nobel de la Paz fue entregado este año para dignificar una lucha a favor de las personas afectadas por una práctica táctica condenable. Esto nos hace reflexionar y, en la medida de nuestras posibilidades, actuar. En varios de los conflictos armados que han azotado al mundo después de la Segunda Guerra Mundial, los enemigos han extendido injustamente su rayo de , acción hacia los civiles; debe entenderse que asi ha sido porque las formas que han tomado las guerras implican la presencia de civiles activos. La lucha de Argelia, y luego las últimas etapas de la guerra de-Vietnam, son \m ejemplo significativo de esta situación. ¿Cómo luchar a la vez en un frente militar declarado y contra un frente civil de difícil delimitación? Esta pregunta rio justifica las ácciones que indiscrirninadamente asesinan o dañan irremediablemente a los civües no com prometidos con la guerra de manera directa. El Premio Nobel de este año fue otorgado a una luchadora social que ha logra do felizmente que se dejen de producir y de utilizar las minas antipersoñales, que hieren .gravemente a las personas al mutilarlas de por vida. Esta lucha por obtener un reconocimiento internacional en contra de un ar-. mamento que no puede considerarse propio de la guerra^ merece indudable mente el aplauso de todos. El Premio Nobel de la Paz, a mi parecer, tiene una historia de mayor profundi dad en el sentido de que los premiados han sido, en muchas ocasiones, perso^ ñas que han pensado la paz y han actuado directamente para conquistarla en los lugares donde reina.la guerra. Esta situación nos obliga a pensar de nuevo el sentido de la paz que- debería ser el sostén ideológico en el otorgamiento de tai premio. Para afirmar que una persona o una institución merece ser premiada por su aporte a la paz mundial se requiere de criterios renovables continuamente amédidaque el estudio y la prác tica social o pofitica nos invitan a revisar nuestros modos de pensar y de actuar. A partir de la existencia de un premio parala paz, de la importancia dél Nobel y de que en la Universidad Autónoma del Estado de México existe ya una maes tría que forma promotores de la paz, quiero aportar elementos de reflexión so bre otras dimensiones dé este proceso. Otra razón que justifica esta disertación . es la situación de guerra que vivimos en México, desde que la guerrilla se ha instalado en Chiapas, a pesar de la negativa por parte del gobierno a reconocer esta situación y tratar de limitar su extensión y sus efectos en un solo estado. La presencia del ejército mexicano en todo el territorio nacional y los reténes ocasionales o permanentes en muchos puntos de nuestras carreteras; en una palabra, ,1amilitarización de muchas esferas sociales (con la policía en la ciudad de México) son señales de un estado de guerra, es decir, de ausencia de paz. ' Coordinador del Centro de Estudios de la Universidad, UAEM. Teléfono: (72) 14 53 SI. Correo electrónico: [email protected] Estas reflexiones se inspiran en el contenido de dos números de ZareuLsta Alternatives Non Violentes, verano 1994 e invierno 1995-1996, y tienen como tela de fondo la guerra de Chiapas. La paz se conquista, esta es la tesis y la convicción qufe da sentido alasHneas que siguen. Paz I. La lucha por la paz La paz se encuentra al final de una lucha. Esta síntesis de una filosofía de la' paz y de la guerra no ha sido aceptada por los pacifistas de todas las épocas, tal vez porque no pocos de ellos son personas temerosas que no soportan el con flicto. Por estarazónelpacifismohamuerto,no tiene futuro, esunahuida, es la falta de compromiso consigo ipismo y con sus congéneres. La paz se logra cuando las partes en conflicto quieren la paz. Este requisito inicial define todo un proceso social, pues la paz no puede imponerse y encada caso las condiciones son distintas. La búsqueda de la paz es un proceso de imaginación que empieza desde el origen de la guerra declarada u oculta. Algu na vez se ha intentado imponer la paz con las armas, lo que es a todas luces "un modelo arriesgado. Después de las armas y las muertes que llevan consigo, ¿quién se atreve aún a hablar de paz? Sin embargo, en el medio político, entre quienes sigan estas acciones, algunos sabrán comunicar su fe en el futuro con el cinismo que les es frecuente. Una de las dificultades que encuentran los luchadores por la paz es resolver los elementos del conílicto, entre ellos los males que sufre la población, los miedos y las angustias en cada campo. Frecuentemente se obvia este requerimiento ético. Saber reconocer los males que sufren las partes es el primer paso por darse, sin el cual será imposible avanzar hacia una resolución satisfactoria. Podrán impo nerse las condiciones de aparente paz, que pueden ser desde el silencio por temor hasta el juego de la comicidad por evasión, pero los miedos son inherentes al ser humano, y rara vez podemos afirmar que hemos vencido este rasgo común. Lo novedoso e insólito se encuentra en el principio del temor. El cambio de orienta ción en un proceso social o político es otra causa del mismo mal. Se aprende en la lucha no violenta que la primera exigencia es el vencimiento del miedo, que con siste en aceptar el rie^o que cualquier acción lleva consigo, no en esconder la cabeza ante tales riesgos. ¿Cuándo hemos aprendido siquiera a reconocer nues tros miedos? La lucha por la paz empieza en este primer esfuerzo educativo. La angustia es otra limitante que nos es intrínseca, no la podemos evitar cuando nos encontramos ante una situación de conílicto. Negarlo es alejarse de cualquier solución, es poco humano. Dejarse encerrar en ella puede ser enfermizo, ciertamente es una señal de falta de madurez. La simple exhortación a la paz no es suficiente. Es \m paso útil porque puede crear conciencia y despertar los compromisos; pero la lucha por la paz exige la acción de los que han entendido la proyección del fenómeno guerra. Es más fácil resignarse ante la situación, sobre todo si nos sentimos o nos creemos impotentes ante el hecho que nos afecta. Para caminar hacia la paz, la acción no violenta es el modo más idóneo. Gra cias a ella- el conflicto puede detenerse antes de que se pervierta en violencia bélica. Es el medio preciso para prevenir la violencia. Si los campos en conflicto creen solamente en las armas, estamos ante la impo tencia tanto de laño violencia como de la acción diplomática. La venganza condu ce a la muerte masiva o selectiva Es el caso de quienes al hacer laguerra quieren someter al enemigo e imponer sus condiciones. El ejemplo mexicano de la autén tica guerra (de baja intensidad, se repite) responde a este modo de ver las cosas. II. La paz de los valientes Existe una tercera situación. Cuando la lógica de las armas no hadado resulta do ni ha logrado determinar la salida del conflicto, se da una especie de agota- miento que conduce a los adversarios a acercarse el uno ai otro. Cuando han observado que con las armas no podrán lograr sus objetivos, consideran hones tamente una negociación. En algunos casos, esta situación se ha llamado "paz de los valientes". De ella no sabemos gran cosa, pero debería ser explorada. Es útil apuntar que en la expresión "paz de los valientes" se reconoce el valor tanto de un campo como del otro. Todos los guerreros son valientes porque han tenido la energía y la convicción de su fe en la grandeza de sus ideales. Que nadie sea hiunillado, afirmaría el teórico de la no violencia. Es exactamente lo que ocurre en esta fase del proceso de paz. Nos acercamos los unos a los otros sin que exista de hecho ningún vencedor que destruiría al vencido. Ante esta situación, la pregunta es: ¿cómo es posible que grupos de personas que se odian y se matan entre sí, en un momento dado acepten buscar la paz? El reconocimiento de que no sacamos provecho alguno de la situación bélica nace de un gran realismo que no va en el sentido de la guerra. Como ha ocurrido a veces en la llamada real politics. El caso de lá África del apartheid es paradig mático de esta situación. Los blancos no podían seguir imponiéndose cuando el rechazo universal y la restricción del comercio ponía en tela de juicio el mis mo futuro de sus intereses. Por otra parte, los negros sufrían una descomporíción en su acercamiento a la anarquía y la desesperanza. Conciliar los intere ses de ambos grupos apareció como imperativo y había que sentarse a la mesa de negociación. Así se ^lica la expresión "paz de los valientes". Se reconoce la dignidad de la persona aun cuando cada quien guarda cierta reserva y a^o de desconfianza ante el enemigo de ayer. La prudencia y una viva atención son condiciones requeridas para el éxito de este proceso. El guerrero que emprende el camino de esta paz es un hombre lúcido, quien ve que el país o la región afectada se ha vuelto un callejón sin salida. Construir xm nuevo porvenir aparece como un ideal por perseguirse. Este líder social es un hombre valiente, porque deberá avanzar a la mesa de negociación ai descubier to, sin balizaje que lo proteja. Su valor está en el abandono de la lucha armada, de la violencia, a favor de la búsqueda de la paz. Es de notarse que a veces este valor se hará sentir más frente a los propios fanáticos de su campo que no aceptan los términos de la negociación, ni aceptan el acercamiento al enemigo de ayer. III. La intermediaGÍón civil La paz no proviene de fuera, siempre se restablecerá desde el interior mediante la acción de los miembros de las comimidades en guerra. En efecto, sólo los actores del conflicto pueden aportar la solución. No nos dejemos llevar por formulaciones humanitarias que son muchas veces una coartada para no com prometerse y no actuar. No menospreciamos por eso las acciones de apoyo urgente que en el conflicto deben ser atendidas: medicinas, alimentos, ropa, etcétera. Es importante proponer por todas partes donde el uso de las armas es contraproducente o insuficiente (es el caso que nos ocupa como referencia de estudio), una investigación sobre lo que los civiles podrían hacer, sin armas, para prevenir los conflictos o ayudar a su resolución. Hablamos de la media ción, tema en estudio en muchas partes del mundo. Las conclusiones a las que se ha llegado empiezan a instalarse como modo de resolución de los conflictos. Analicemos la acción civil que debe desarrollarse en vista alaresolución de la guerra sorda o explosiva a la que estamos expuestos. Una primera posición consiste en liberarse de una visión en la que existen víctimas sin responsabilidad. No podemos reducirlas a asistidas sin autono mía. Por consiguiente, la acción de la población civil no es solamente una ayu da, una obra de asistencia (enviar víveres o ropa a los indígenas afectados por la guerra de los Altos de Chiapas) sino que debe considerarse como cooperación. Para ello deben reclutarse aquellos que no aceptan la lógica de la guerra y Paz están dispuestos a comprometerse en una dinámica de paz. Hay aquí una limitante o un factor de selección que no puede obviarse. Creamos una red de ciudadanos que están de acuerdo con la íónalidad y las modalidades de esta í- •• Paz • ' •' ; » • Tt' • ' . *. * l" • ... • -•'f ,; intervención civil a favor de la paz. En esta categoría de personas sé encuen- . tran las organizaciones dedicadas a la promoción de los derechos humanos. La obvia limitante es la selección natural de estas personas que no son muchas en ningún lugar. Para obtener el apoyo de la población ciyil a una intervención de esta clase se requiere que sea pubEcitado con toda claridad el carácter no violento de esta ' acción. En particular permitirá desenganchar reacciones de desconfianzay de rechazo por parte de esta población. Esta nota es particularmente importante para nosotros, pues las propagandas de todo tipo se ensañan en calificar y polarizar a los enemigos en categorías extremas. Los guerrilleros son malos al grado de ser condenados a muerte violenta por una parte y la autoridad guber namental es la benefactora y lá encamación de la justicia. Para otro extremo la posición es exactamente contraria: guerrilleros igual ajusticia, gobiemo igual a violencia. Üna acción de la sociedad civil implica inicialmente colocarse en una 'Í. .• situación que no crea dudas y que sea identificable como esencial y táctica. mente no violenta. Es oportuno citar a Raiíl Jennar en su libro sobre Camboya: "Las poblaciones .- .1.. I-- -- . 'í locales deben ser tomadas en consideración y respetadas. Los 'soldados de lapaz' no somos tropas de ocupación. La QNU debe manifestar la preocupación de no marginar a la población, ni a sus Hderes en su propio país. Muchos erro res se evitarían y muchos objetivos se alcanzarían fácilmente si la ONU se es forzara por comprometer al máximo a los actores locales en la operación en marcha".' Y precisamente esta intervención será de mejor calidad si es llevada a cabo por los civiles y no por los militares. La simple vestimenta de los solda dos y su párafemalia son un obstáculo psicológico al encuentro paciQcador: son extraños, forasteros y hasta extranjeros para la población civñ. Otro factor relevante en la intervención civü es la presencia de las mujeres, que eri grandes números pueden participar en las acciones que se, realizarán. En particular, su presencia en la población femenina de las comunidades en conflicto puede jugar un papel preponderante para conducir el proceso de paz y la reconciliación. En la lucha no violenta se contempla siempre la reconcilia ción, ausente en los procesos violentos:los seres humanos se reconcilian, nunca ' -s. • - son enemigos para siempre cuando se han encontrado las causas del conflicto y se ha resuelto la injusticia. - Tácticamente es necesario que los actores civiles se distingan claramente tanto para la población del lugar como para los combatientes. En algunos casos, su acción deberá ser discreta y esta dimensión táctica cambiará de forma. Esta visión pragmática debe ser bien precisada. No se trata de instalar una solución alternativa a la acción rnilitar sino de pensar y actuar, de tal forma que eh un análisis de cada situación concreta puedan estudiarse las posibilidades de iritervenir en los lugares de conflictos con otros medios distintos a las armas para eliminar o por lo menos reducir laviolenciay crearlas condiciones de una solución política del conflicto. Esta búsqueda nace de una observación que . todos hemos hecho. Hoy por ho3', los Estados solamente cuentan con los ejér citos para cofnbatir. La violencia está organizada, pero no así la no violencia que es desorganizada. , La alternativa no violenta consiste en planear la creación de un cuerpo forma do por civües, preparados para actuar en el lugar del conflicto y llevar a cabo acciones de paz mediante la estrategia de la no violencia activa. Esta acción 1. Citado por Jean-Maj-icMüIler. "Unenouvelle foi-ce; rintéiveiitíoncivUencui-aj-mée", en/litematíves Non Violentes, No. 97, invierno 1995-96, p. 7. alcanza su éxito sólo cuando los que se comprometen en ella saben y asu men los riesgos que implica. Su vulnerabilidad es uno de los factores de su eficacia. Podemos contemplar en el caso que nos ocupa, detrás de estas reflexiones teóricas, que la intervención civü vigüe que el cese al fuego sea real y se cum pla. Por otra parte, estar presente para evitar que se encienda de nuevo el con flicto armado, luego habrá que crear las condiciones de la negociación que per mitan llegar aun acuerdo de paz. Habría que estudiar la posibilidad de estable cer zonas desmilitarizadas. Cuando la paz ha sido alcanzada, la intervención civil consistirá en vigilar que los acuerdos se cumplan, tramitar la reubicación de los desplazados y de los refugiados. Habrá que reconstruir las instituciones sociales y políticas; educa ción para la paz, donde el valor de la democracia aparecerá en el centro de las reflexiones y de los estudios; salud en lareconstruccióu de centros de atención pübbca; politica, si es necesario recurrir a nuevas elecciones. Como vemos, la acción para la paz exige participación y no sólo el discurso. La presencia de los actores de paz es esencial, pues son inicialmente observadores que alcanzarán mayor impacto si son enviados por las autoridades regionales, nacionales y hasta internacionales. La misión de observación busca la informa ción más exacta posible sobre las condiciones que prevalecen en el lugar conflictivo. Historiadores y antropólogos son más importantes desde este punto de vista que los politices, los militares o los diplomáticos. Es toda una estrategia de prevención, de conocimiento, de identificación de las causas, de análisis de los factores de tensión, de detección de los factores culturales, étnicos y políticos. A veces se ha hablado de neutralidad de la intervención, es decir, ni el uno ni el otro. La acción no violenta no opta por uno o por otro, tampoco es ajena a los dos, sino que toma partido por ambos porque existe parte de la verdad en cada uno de ellos. No es tomar partido ingenuamente sino que se condiciona al dis cernimiento y ala equidad. De este modo gana la confianza de los adversarios y favorece el diálogo entre ellos. Rara vez la responsabilidad es igualmente repartida. Habrá que estudiar con mucho rigor estas responsabilidades de cada una de las partes y de otros facto res cuando los hay. Poner en evidencia los derechos de cada quien es otra dimensión del mismo proceso, por lo que se deben mostrar las violaciones a éstos y proponer medidas concretas para que estos derechos sean garantiza dos. La observación es activa, no se trata de ir a tomar nota de lo que aparece en el conflicto sino de intervenir a favor de la justicia. Esta acción alcanza a las autoridades que desconocen u ocultan estas situaciones y busca que también ellas se comprometein en la solución del conflicto. Ante la presencia de los observadores civiles las acciones violentas se verán limitadas o totalmente eliminadas porque los actores se verían desacreditados ante la opinión púbbca. Todos sabemos que muchas violaciones a los derechos humanos siguen dándose porque sus responsables actúan fuera de la opinión nacional o internacional y su impunidad es total. Otra dimensión que deberá ser atendida por estos observadores es la situa ción de violación del derecho común. Ocurre frecuentemente que las guerras no son el enfrentamiento de dos ejércitos plenamente identilicables, sino que las fuerzas en conflicto actúan fuera de todas las leyes: roban y violan impune mente porque se encuentran fuera del contexto de derecho. A la violencia mili tar se suma una violencia criminal que provoca el terror de la población. La intervención civil es, además de lo indicado, una presencia que actúa so bre los gobiernos: los que deciden la politica son impulsados por esta corriente democrática animada por personas de la base bien forrnadasy que saben lo que quieren. Es tal vez ésta la lección más importante de este proceso de creación de la paz. Paz