01/1978 - Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

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Núm. 1-78 HD
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LA PODREDUMBRE
GRIS DE LAS UVAS
LUIS HIDALGO
Doctor Ingeniero Agrónomo
MINISTERIO DE AGRICULTURA
LA PODREDUMBRE GRIS DE LAS UVAS
De todas cuantas incidencias afectan directamente al racimo
provocando su desorganización, tales como los gusanos del racimo, mildiu, oidio, « black-rot», antracnosis, excoriasis, « rot
blanc» , podredumbre gris, etc., debe considerarse la última
como la causante de los mayores estragos, especialmente en
años definidos y en situaciones caracteristicas, no solamente por
su acción devastadora, sino por su falta de especificidad, por
la dificultad de disponer de medios directos de defensa y por las
consecuencias a que da lugar en los vinos que de tales racimos
afectados se producen.
ETIOLOGIA
E1 causante de esta enfermedad es el deuteromiceto Botrytis cinerea Pers, forma más frecuente de un hongo que puede
presentarse también en otras formas de menor importancia en
nuestro pais, y con otras características, recibiendo otras denominaciones.
A1 germinar en la superficie de la planta una de las esporas
que produce el hongo, se engendra un micelio interno más o
menos ramificado, como en el caso del mildiu, extendiéndose
por el interior de los órganos atacados. Cuando sale al exterior,
tras haber destruido el tejido que parasita, produce fructificaciones características de forma arborescente, en cuyas extremidades superiores, en forma de racimos, se agrupan unas esporas especiales (conidioesporas), pequeñas y ligeramente elípticas,
que se desprenden al madurar, disponiendo en ocasiones de
garfios que les sirven para adherirse.
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En un principio estas formaciones son totalmente hialinas,
pero sometidas a las condiciones ambientales, entre tres y cinco
días, se vuelven de color pardo grisáceo, especialmente en su
base. La gran acumulación de fructificaciones en una parte
atacada hace que el órgano asi afectado aparezca cubierto de
una vellosidad de tono grisáceo que da el nombre vulgar a la
enfermedad, «podredumbre gris».
A1 llegar el otoño, en las hojas y tallos pueden aparecer
unos pequeños órganos invernantes, llamados esclerocios, cuya
parte interna es blanda y blanca, y la exterior dura y negra.
Estos órganos producen en la primavera siguiente otra vez conidioesporas que son capaces de seguir manteniendo y difundiendo la enfermedad.
Fig. L-Micelio de Bo[ry^is
crnerea en la epidermis de la
uva, muy aumentado.
Fig. 2.-Observación microscópica de las fructificaciones
exteriores de los hongos conidióforos, en forma arborescente perfectamente definida.
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CONDICIONES AMBIENTALES DE DESARROLLO
El hongo B otrytis cinerea se acomoda a las más variadas
condiciones, pero siempre necesita un mínimo de humedad,
evolucionando más o menos rápidamente en función de las temperaturas. A 35° C. no germinan las esporas, muriendo cuando
permanecen dos días a dicha temperatura. El óptimo parece
estar alrededor de los 20-25° C., llegando a germinar a los
13° C. aunque de una manera muy lenta. El micelio tiene su óptimo de actividad aproximadamente a los 20° C., pudiendo continuar su desarrollo hasta los 25° C., deteniéndose cuando las
temperaturas son superiores. La producción de conidioesporas
tiene su óptimo a los 20° C., deteniéndose a los 22° C., siendo
capaz de producirse a los 15° C., aunque en este caso en mucha
menor cuantía.
Las conidioesporas necesitan también para germinar la presencia de gotas de agua de lluvia o de condensación, o bien, en
caso de ataque a los racimos, la presencia de mosto, procedente de uvas destrozadas por el propio parásito o por otros agentes de acción previa.
Simplificando lo dicho, se puede establecer la que llamaríamos regla del 15-15, que especifica que para la evolución del
hongo se requiere humedad en los órganos de la planta durante
un período mínimo de 1 S horas con una temperatura media
minima de 15° C.
Por todo ello las lluvias de carácter tormentoso que sobrevienen en la época de la maduración, sin descenso muy
acusado de la temperatura, son especialmente favorables para la
propagación del hongo a partir de los primeros focos existentes.
La evolución de la enfermedad, en estos períodos lluviosos,
depende de las condiciones en que se encuentren los tejidos de
la planta.
Si por el contrario, iniciado el desarrollo del micelio, el
ambiente fuera fresco y seco, puede llegar a producirse un ataque del hongo, sin llegarse a la destrucción de los frutos, dando
lugar a una sobremaduración de los mismos que conduce a lo
que en algunas zonas y circunstancias se denomina «podredumbre noble», pero ello es difícil que ocurra en nuestro país.
Fig. 3.-Forma resistente de invierno: esclerocios sobre los sarmicntos.
Fig. 4.-Forma invernante del hongo, esclerocios, muy abundantes en la madera
muerta.
Fig. 5.-Ataque de
Bo(rytrs a hojas en fase inicial,
generalmente en el borde.
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DESARROLLO
Aún cuando Botrytis cinerea ataca a todos los órganos en
todos sus estados de desarrollo, los daños producidos en hojas,
pámpanos y sarmientos no tienen gran importancia, o la tienen
muy reducida, salvo especiales circunstancias. Donde el ataque
reviste una mayor gravedad es en los racimos.
Las uvas pequeñas y en agraz son poco sensibles, pero cuando empiezan a almacenar azúcar, su sensibilidad, asi como la
del raspón, aumenta bruscamente. Cuando éste se encuentra
afectado, la acumulación de azúcar en las uvas se interrumpe,
con la consiguiente pérdida de las mismas.
El ataque puede realizarse de una manera directa a las uvas
y raspones que las sustentan, germinando las esporas en el exterior y, rompiendo la cutícula, el micelio llega al interior de los
granos, propagándose de unos a otros a partir de los primeros
focos. La penetración se facilita por un fermento que segrega,
el cual ataca y destruye el hollejo de las uvas; pero en todo
caso, si las circunstancias son favorables, se desarrolla mucho
más rápidamente si existen lesiones debidas a otros ataques tales como mildiu, oidio y gusanos del racimo, fundamentalmente.
Puede también penetrar el ataque a través de los pedúnculos, igual que acontece con el mildiu, a veces con coincidencia
de ambos ataques, lo que reviste gran importancia, originándose la desorganización de los elementos constitutivos del
racimo.
Si el hongo encuentra favorables condiciones de humedad
y temperatura, puede desarrollarse a expensas de las uvas todavía verdes, antes del envero, penetrando en la pulpa del
fruto que queda completamente inutilizado.
En los racimos maduros, las primeras manifestaciones externas son manchas circulares de color lila que aumentan en
número y tamaño, hasta llegar a cubrir toda la superficie, que
adquiere una coloración parda en las uvas blancas, y no destaca
bien en las variedades tintas. Continuando el proceso, las uvas
se arrugan por comenzar a desecarse y si las condiciones de humedad y temperatura continúan las uvas se afectan profundamente, sobre todo si se producen además desgarramientos y ex-
-^travasaciones de mosto. Los granos se recubren totalmente o
según meridianos de una capa de moho denso, llegando al marchitamiento y desorganización total, y en última instancia a
la desecación. Se ha llegado así a la «podredumbre gris», también conocida entre los viticultores como «moho gris» o«enmohecido».
FUNGICIDAS UTILIZADOS CONTRA LA
PODREDUMBRE
Entre los productos de contacto preventivos más destacados
se incluyen la familia de las ftalimidas -captan, folpet y catafol- la diclofluanida, el tiram, metiltiram, mancozeb, propineb y el promidione de la familia química de las hidantoinas (1).
El primer producto que se empleó con buenos resultados,
por lo que viene aplicándose satisfactoriamente desde hace años,
ha sido el captan, empleándose en dosis medias de 0,15 por
100 de producto comercial. Es prácticamente inocuo para los
animales de sangre caliente, si bien origina ligera irritación en la
piel, en prolongado contacto. Se admite un residuo tolerable
de 100 p.p.m. (partes por millón) y un periodo límite de seguridad de siete dias. Manifiesta buenos efectos contra el mildiu y
ejerce una reconocida acción estimulante sobre el desarrollo de
la vid.
Fig. 6.-Ataque en hojas con gran aumento, pudiéndose observar cdmo se
van secando los tejidos por la parte
del haz y no por el envés. De ahi deriva
su nombre de apodredumbre seca» , con
que se la conoce en algunos lugares.
(1) Los productos metiltiram y promidione no están incluidos en el Registro de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura en el momento
de editarse esta publicación.
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Da muy buenos resultados, uno de los mejores entre todos
los productos anteriormente citados, la diclofluanida, empleada
en dosis de 0,10 a 0,15 por 100 de producto activo comercializado. Es producto poco tóxico, con un residuo tolerable de
1 p.p.m. en uvas, y un tiempo prudencial de espera de siete
a veintiún días. Defiende el racimo muy bien, manifestando
además buenos efectos contra el mildiu, el oidio y los ácaros.
Otro producto destacado, que también actúa por contacto,
es el promidione, de reciente aparición en el mercado. Inhibe
la germinación de las esporas del hongo y bloquea el desarrollo de su micelio. Prácticamente no es absorbido por las hojas de las plantas, e incorporado al suelo o tomado por las
raíces, es rápidamente metabolizado. Se presenta con una riqueza del 50 por 100 de materia activa, siendo de muy baja toxicidad. Se utiliza en la proporción de 750 gramos/ha., debiendo suspenderse su aplicación quince dias antes de la vendimia.
En orden de efectividad, después del promidione y de la diclofluanida hay que situar las ftalimidas y en tercer lugar, los
restantes productos citados: folpet, captan, captafol, tiram,
metiltiram, mancozeb y propineb.
Entre los productos sistémicos empleados contra Botrytis,
destacan los bencimidazoles, entre ellos: tiabendazol, benomilo,
etil y metil-tiofanato y sus productos de degradación los bencimidazoles carbamatos de etilo (BCE) o de metilo (BCM).
E1 tiabendazol es la más antigua materia activa del grupo.
El benomilo es de una mayor eficacia, presentándose bajo
la forma de polvo mojable con el 50 por 100 de materia activa.
La dosis de empleo oscila de 1 kg. a 1,2 kg. de producto comercial por hectárea, utilizando unos 2.000 litros de solución
para el tratamiento de la citada superficie.
El etil-tiofanato es comercializado como polvo mojable con
el 50 por 100 de materia activa. El metil-tiofanato, comercializado también como polvo mojable, tiene una riqueza del 70
por 100 de materia activa. La dosis de empleo es de 1,6 a
2 kg. de producto comercial por hectárea, con aplicación de
unos 2.000 litros de caldo.
Los BCM han sido sintetizados directamente y comercializados
como polvo mojable con un 50 ó 60 por 100 de materia activa.
Fig. 7.-Ataque
de
Botrytis a un brote
antes de la floración,
desarrollándose el propio micelio.
Fig. 8.-Los restos
florales constituyen
un importante foco
de infección del Botrytis cinerea.
Fig. 9.-Ataque de
Botrytis al pedúnculo
del racimo de flores
que aún no ha abierto. Los capuchones están cerrados, pero ya
existe el ataque en el
raspón, y la invasión
está dentro del viñedo.
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La dosis media de empleo corresponde a 1,0-1,4 kg. de producto
comercial por hectárea, utilizando también unos 2.000 litros para su tratamiento.
Los fungicidas sistémicos del grupo de los bencimidazoles
utilizados contra la «podredumbre gris» ejercen igualmente una
acción efectiva contra el oidio, black rot y ácaros siendo considerados como muy poco tóxicos para el hombre y los animales de sangre caliente. Se les sitúa entre los de menor toxicidad, y la tolerancia sobre las uvas se fija en 3 p.p.m. de residuos.
A excepción del tiabendazol, no hay comprobadas diferencias significativas entre la eficacia contra Botrytis de los bencimidazoles considerados, y su acción, cuando no se presentan
cepas resistentes del hongo, es superior o por lo menos igual a
la de diclofluanida y de folpet.
Desgraciadamente la aplicación reiterada de este grupo de
productos sistémicos ha venido demostrando un progresivo debilitamiento de su eficacia durante los últimos años, fenómeno
que ha llegado a explicarse por una selección natural y extensión
consecuente de cepas de Botrytis cinerea resistentes a los bencimidazoles.
Fig. 10.-Vides en el
momento aproximado
de aplicar un sc^undo
tratamiento.
Los fungicidas sistémicos actúan de una manera específica
y localizada sobre el parásito alterando su metabolismo, pero
es suficiente una mutación para que aparezca una cepa tolerante o resistente, lo que acontece fácilmente en la naturaleza,
máxime teniendo en cuanta la enorme capacidad de multiplicación de los hongos. Sobre un solo racimo de uvas se ha encontrado más de un millón de esporas de Botrytis cinerea, y
en un metro cúbico de aire, al nivel de una cepa próxima a
vendimiarse, se ha comprobado la existencia de más de 12.000
conidiosporas. En tales condiciones no es de estrañar el limitado
período de eficacia, reducido a unos pocos años, de cada nuevo
producto.
Con los productos corrientes de contacto, no sistémicos,
es prácticamente inexistente la creación de cepas resistentes,
debido a que su acción se centra en una inhibición del crecimiento y una sola mutación no es suficiente para provocarlo.
Recientemente ha aparecido en el mercado un producto curativo cuya materia activa es la vinclozolina, que ha dado muy
buenos resultados empleado a base de 500 gramos de materia
activa por hectárea.
PROGRAMACION DE TRATAMIENTOS
La aplicación de los tratamientos de contacto específicos
para la «podredumbre gris» , deben ser efectuados con aparatos
de intensa penetración, y reiterados desde época temprana, concentrando los tratamientos especialmente sobre los racimos por
ambos costados de la línea de cepas.
El programa tipo de aplicación consiste en cuatro tratamientos:
- Primer tratamiento: A1 terminar la floración, principio de la
granazón.
- Segundo tratamiento: Antes del cierre de los racimos, aproximadamente un mes más tarde.
- Tercer tratamiento: A1 principio del envero.
- Cuarto tratamiento: Unas tres o cuatro semanas antes de la
probable vendimia.
Fig. 11.-Ataque de Botrylis, en
estado muy avanzado, a los pedúnculos del racimo de frutos.
Las uvas son aún pequeñas, pero el ataque al raspón es mucho más importante.
Fig. 12.-Período inicial de ataque al racimo.
Fig. 13.-Ataq_ ue de
« podredumbre noble»,
observándose cómo
las bayas mantienen
su integridad.
El primer tratamiento al final de la floración y comienzo
de la granazón, es realizado en un período crítico en que los
restos de las piezas florales pueden llegar a constituir un ^1bergue para el hongo.
El segundo tratamiento se realiza antes de que las uvas, al
aumentar de tamaño, se aprieten las unas con las otras, impidiendo la penetración del fungicida hasta la parte más sensible, situada en el interior del racimo.
EI tercer tratamiento, al principio del envero, se hace coincidir con un estado de gran sensibilidad de las uvas a la
«podredumbre gris».
El cuarto tratamiento tiene por finalidad renovar la protección del racimo antes de llegar al período de mayor peligro de
evolución del parásito, que esta relacionado con la fecha de
la vendimia. Esto se debe a que algunos productos, entre ellos
los más activos, pueden, o bien dejar residuos tóxicos, o bien
inhibir o dificultar la fermentación, y, por otro lado, a que todo
tratamiento posterior no daría ya lugar a una protección suplementaria efectiva.
Es también interesante considerar el llamado programa de
aplicación 15-15, basado sobre las condiciones ambientales de
desarrollo que presiden la contaminación de Botrytis cinerea
en la vid expuestas anteriormente. Los tratamientos se realizan
cuando un aparato denominado termohumectógrafo, instalado
en el viñedo, registra un período de quince horas durante el
cual la vegetación de la viña permanece mojada con una temperatura media de 15° a 20° C.
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La aplicación de este programa 15-15 es de menor efectividad que la del programa tipo, como consecuencia de que los
tratamientos se realizan cuando ya están establecidas las condiciones ambientales de desarrollo, y los productos utilizados actúan, esencialmente de una manera preventiva.
La penetración de los productos sistémicos puede realizarse
a nivel de las raíces, tallos, hojas, flores y frutos jóvenes. Cualquiera que sea su lugar de aplicación y penetración, se desplazan a nivel de las paredes celulares, hasta ser incorporados a
la corriente de savia bruta, marchando hacia las zonas de fuerte transpiración, a excepción de la epidermis de los frutos. Consecuentemente la protección se limita a las hojas, a las inflorescencias y a los raspones y pedúnculos de los racimos. La protección de las uvas con los productos sistémicos queda pues reducida exclusivamente a su posible acción por contacto, y consecuentemente deben seguirse, para la protección de las uvas, las
mismas normas establecidas para los fungicidas de contacto.
Con fungicidas sistémicos la experiencia ha demostrado que
también hace falta comenzar la lucha tan pronto como haya
terminado la floración, repitiendo los tratamientos, una o dos
veces, hasta el envero, según las condiciones meteorológicas.
Los tratamientos tardíos no mejoran apreciablemente la protección de los racimos, mientras que por el contrario aumentan
sensiblemente los residuos de fungicida en la vendimia.
Consideramos también los llamados programas de aplicación
polivalente que esencialmente consisten en la lucha simultánea
contra el mildiu y la «podredumbre gris», con la aplicación de
asociaciones o mezclas de materias activas eficaces para los dos
parásitos. La falta de coincidencia de número y fechas de tratamiento necesarios, que obligan en todo caso a aplicaciones
específicas extraordinarias, así como la diferente forma de dirigir los tratamientos, hace que sea un programa de poca efectividad y escasa aplicación.
Como medidas complementarias de los tratamientos contra
Botrytis, establecemos las siguientes medidas preventivas:
- No cultivar variedades de racimo apretado, ni portainjertos
que induzcan a ello.
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Limitar el cultivo de variedades de porte rastrero y de ciclo
largo en situaciones de otoño lluvioso y portainjertos que
retrasen la maduración.
No utilizar portainjertos excesivamente vigorosos.
Realizar plantaciones de amplio marco, con formas de ^ poda
y conducción que den la máxima aireación a los racimos.
Restringir los riegos, en cuantía y duración, suprimiendo
todos después del envero.
Limitar el uso de abonos nitrogenados, acomodándolos estrictamente a las necesidades que las plantas exijan.
Intensificar por el contrario los abonos potásicos.
Deshojar la parte basal de los pámpanos después del «envero», no en demasía, evitando el exceso de follaje y humedad
al facilitar la ventilación de los racimos.
Combatir eficazmente todas las plagas y enfermedades que
puedan coadyuvar el desarrollo de la «podredumbre gris» ,
luchando con especial énfasis contra las orugas de la segunda
generación de los lepidópteros que atacan a los racimos.
Evitar avispas y pájaros.
Efectuar los tratamientos anticriptogámicos contra el mildiu
a base de productos cúpricos, realizando una correcta preparación y aplicación de los caldos, evitando la producción de
quemaduras.
Recoger y destruir los racimos que presenten daños de la
enfermedad, antes de la vendimia, lo más temprano posible.
Quemar todos los restos vegetales habidos en los viñedos, y
de poda en las plantaciones atacadas.
PUBLICACIONES DE EXTENSION AGRARIA
Bravo Murillo, 101 - Madrid-20
Se autoriza la reproducción íntegra
de esta publicación mencionando
su origen: «Hojas Divulgadoras del
Ministerio de Agricultura».
LS.B.N. 84-341-0151-3 - Depósito legal: M. 6.980-1978 (I 1.000 ejemplares).
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