Echa fuera a la esclava ya su hijo

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ESTUDIO DE GALATAS
Por: Rubén Álvarez
“Echa fuera a la esclava y a su hijo”
Introducción
Gálatas 4: 21 “Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no
habéis oído la ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos;
uno de la esclava, el otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació
según la carne; mas el de la libre, por la promesa. 24 Lo cual es una
alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del
monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. 25 Porque
Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual,
pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 26 Mas la Jerusalén
de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. 27 Porque está
escrito:
Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;
Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;
Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.
28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la
promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne
perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30
Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque
no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 De manera,
hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.”
La ley o la gracia es el dilema en que estaban encerrados los primeros cristianos
de la región de Galacia. Ellos, como hemos visto, empezaron bien, en el Espíritu, pero
de pronto, después de escuchar a los judíos que habían llegado allí enseñándoles a
cumplir con la ley de Moisés, ya estaban en la carne.
Como hemos visto, muchos de ellos ya se habían circuncidado a fin de llevar el
pacto de Dios con ellos, también ya habían sido enseñados en cuanto a las reglas y
mandamientos e intentaban seguirlas, al mismo tiempo ya guardaban los días de
reposo, las nuevas lunas y hasta las fiestas solemnes de los judíos. Después de haber
empezado por la fe una vida en el Espíritu, habían cambiado todo ello por una vida
religiosa como la que antes habían llevado pero sirviendo a sus propios dioses; es
decir, habían cambiado una religión para seguir otra religión.
Así que, ya enseñados en la ley de Moisés, el apóstol Pablo les habla de los
hijos de Abraham, el patriarca judío, quien ya les expuso, alcanzó las promesas de Dios
por la fe y no por seguir leyes ya que ni siquiera existían en ese momento.
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DESARROLLO
1. El error de Abram y Saraí.
Así que el Espíritu Santo, a través del apóstol Pablo, les escribe a los Gálatas y
a nosotros también, acerca del grave error que cometieron Abram y Saraí. Leámoslo
de nuestras propias biblias:
Génesis 16: 1 “Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una
sierva egipcia, que se llamaba Agar. 2Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que
Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá
tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. 3Y Sarai mujer de
Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado
Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido. 4Y él se
llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con
desprecio a su señora. 5Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti;
yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio;
juzgue Jehová entre tú y yo. 6Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu sierva
está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la afligía,
ella huyó de su presencia.
7
Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto,
junto a la fuente que está en el camino de Shur. 8Y le dijo: Agar, sierva de
Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante
de Sarai mi señora. 9Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y
ponte sumisa bajo su mano. 10Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré
tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud.
11
Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz
un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. 12Y
él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra
él, y delante de todos sus hermanos habitará.
15
Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo
que le dio Agar, Ismael. 16Era Abram de edad de ochenta y seis años, cuando
Agar dio a luz a Ismael”
Los pensamientos de Sarai culpaban a Dios de no poder tener hijos: “Dios me
ha hecho estéril”, decía. Así que si Dios la había hecho estéril, entonces debía
encontrar una solución a ese problema. Abram había esperado durante ya muchos
años el cumplimiento de la promesa de Dios de tener descendencia, pero esto no
ocurría.
Dios le había prometido las tierras de Canaán y Abram ya las ocupaba, le había
hecho riquísimo, tanto así que sus tiendas y las de sus siervos se extendían sobre toda
aquella tierra. Tenía ganados y mucho oro.
Sin embargo, la promesa de una
descendencia no se había cumplido así que eso lo tenía descontento.
Y Sarai entonces buscó la forma de resolver el problema y dijo: “Quizá Jehová
me dará hijos a través de mi sierva”, así que dio a su sierva por mujer a Abram para
que se llegara a ella.
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Y Abram, siguiendo la petición de su esposa, se llegó a Agar y ésta quedó
embarazada de Abram. Desde entonces empezaron los problemas para Sarai, pues su
sierva ya la veía altivamente pues ella llevaba en su vientre al hijo que tanto había
esperado Abram, mientras que Sarai no tenía nada.
Los problemas crecieron, Sarai entonces empezó a tratar rudamente a su sierva
Agar, hasta que ésta decidió huir de la casa de sus amos, pero un ángel le hizo
regresar y ponerse sumisa delante de Sarai, prometiéndole que su hijo sería el
patriarca de una gran nación y que sería valeroso y fiero.
Podemos ver que Abram tenía ochenta y seis años cuando todo esto ocurrió.
Pero Dios no iba a dejar de cumplir Su promesa a Abram. Dios jamás dijo que
buscaran una alternativa de solución a la demora del cumplimiento de la promesa. Así
que llegó el tiempo del cumplimiento de la promesa.
Abram tenía noventa y nueve años cuando Dios apareció nuevamente delante
de él para decirle era tiempo del cumplimiento de la promesa. El nombre de Abram
cambiaría por Abraham pues empezaría a ser padre de multitudes, y el nombre de
Sarai pasaría a ser Sara. A causa de su fe persistente Dios hacía pacto con Abraham,
y le daba el pacto de la circuncisión. Dios le dijo a Abraham que de Sara le daría un
hijo, a quien nombraría Isaac y establecería Su pacto con Isaac y sus generaciones.
Era totalmente imposible que Abraham y Sara fueran padres a esa edad
avanzada. Abraham, dice la escritura ya era débil y Sara no solo era estéril sino que
hacía ya mucho tiempo que ya tenía menstruaciones. Así que no había forma de
lograrlo; pero Dios dio fuerzas nuevas a Abraham y a Sara a través de su fe.
Hebreos 11: 11 “ Por la fe también la misma Sara, siendo estéril,
recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la
edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12 Por lo
cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas
del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla
del mar”
Así que Ismael, el hijo de Agar, tenía trece años cuando Isaac, el hijo de Sara,
nació. Pero sucedió que tanto Ismael como Sara se burlaban de Isaac, pensando en
que la herencia de la bendición de Abraham le correspondería a Ismael como el
primogénito que era.
Génesis 21: 8 “Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham
gran banquete el día que fue destetado Isaac. 9 Y vio Sara que el hijo
de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se
burlaba de su hijo Isaac. 10 Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta
sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con
Isaac mi hijo. 11 Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a
causa de su hijo. 12 Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca
grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere
Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia. 13 Y
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también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu
descendiente”
Las burlas le salieron muy caras a Ismael y a Agar, pues Sara pidió a Abraham
que los echara de su casa pues dijo: Mi hijo no heredará junto con el hijo de la sierva.
Se trataba de una decisión terriblemente fuerte, pero correcta, de acuerdo con la
opinión más importante, la de Dios.
Ese hijo de Abraham, Ismael, aún hasta en nuestros días sigue siendo una
piedra en el zapato para Isaac. De Isaac salió una gran nación, los judíos; pero de
Ismael también se formó una gran nación: los islamitas y árabes. Como lo dice la
escritura desde ese entonces, ellos han sido una nación fiera, que todo lo ganan por
medio de la fuerza y la guerra; no así la nación judía, que todo lo que conquistó lo hizo
por la fe y el poder sobrenatural de Dios a Su favor.
Desde entonces la gran enemistad entre judíos y árabes islamitas sigue siendo
la misma: Quien es el legítimo heredero de la bendición de Abraham. Es por ello que
los islamitas no quieren a los judíos en aquellas tierras que Dios le dio a Abraham, y es
por eso que los judíos las reclaman como suyas, pues son los legítimos herederos de
ellas.
En menudo problemas fueron a poner a su descendencia Abraham y Sara
habiendo cometido un error de tales dimensiones.
2. Figura y sombra de las cosas venideras y espirituales
Pero como ya hemos dicho en reiteradas ocasiones, todo lo que dice la Palabra
de Dios en el Antiguo Testamento es figura y sombra de las cosas que hoy nosotros
vivimos en el Espíritu.
Las historias son perfectamente reales, pero en todas ellas se habla de
nosotros, en estos tiempos.
Pues bien, el Espíritu de Dios nos deja ver que en Abraham pueden verse los
dos pactos claramente: El primero corresponde a la ley, un pacto en la carne que no
puede cumplir con la Voluntad de Dios; el segundo es el nuevo pacto en la fe de Cristo
Jesús, es el pacto de la promesa de Dios.
Ismael, entonces, dice la Palabra de Dios corresponde a un fruto de la carne; en
tanto que Isaac corresponde a un fruto de la fe.
La religión es entonces un fruto de la carne, es el intentar agradar a Dios por el
propio esfuerzo, intentar tomar las promesas de Dios siguiendo reglas con base en el
carácter y la fuerza de la voluntad. No es que sea malo, pero si es un error terrible.
Creo que Sarai, al proponer a Abram que tuviera un hijo a partir de Agar, no tenía
malas intenciones, por el contrario, sabiéndose totalmente imposibilitada de lograr darle
un hijo a Abram, buscó la alternativa por la cual Abram alcanzase la promesa de Dios.
Como vez, es la religión el resultado del esfuerzo del hombre por llegar a Dios y
agradarle.
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Pero podemos también encontrar que las promesas cumplidas son el fruto de la
fe, que llegan a nuestras vidas no por nuestro esfuerzo sino por el poder y la fidelidad
de Dios.
Es por ello que el Espíritu les decía a los Gálatas y nos dice a nosotros que
debemos elegir entre dos pactos: Uno de ellos basado en la carne, el otro en la fe. Uno
de ellos es solo una religión, pero en el otro hay una herencia grandiosa: El Reino de
Dios.
Como hemos visto, jamás el hijo de la sierva podrá heredar junto con el hijo de
la promesa. Nosotros, por la fe en Cristo Jesús, somos hijos de la promesa y
herederos juntamente con Cristo.
3. La carne contra el Espíritu.
Pero como entonces el que había nacido según la carne
perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora
Desde entonces, dice el apóstol Pablo, el que había nacido de la carne
perseguía al que había nacido del Espíritu, y eso sigue ocurriendo y continuará
ocurriendo.
La gente religiosa siempre perseguirá al que ha nacido del Espíritu, pues quien
ha nacido del Espíritu no está preocupado por seguir leyes ni reglas algunas, sino
únicamente por tener una relación con Dios mediante el Espíritu y esto por la fe en
Jesucristo.
El religioso siempre intentará descalificar al nacido del Espíritu, lo observará y
atacará fieramente declarando que tiene grandes errores y que no está basado en la
ley, que no obedece y por lo tanto no puede ser heredero del Reino.
¡Qué le vamos a hacer!, así son las cosas. Lo que si podemos es decidir
sabiamente. Elige vivir en el Espíritu, por la fe, en la gracia de Dios en Cristo Jesús y
no intentando agradar a Dios por la fuerza de tu voluntad y tu férreo carácter para
seguir reglas, fiestas o días.
4. Hay que echar fuera los frutos de la carne.
Ahora bien, quizá la enseñanza más profunda de este pasaje bíblico es esta:
Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque
no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.
Muchos son los frutos que nosotros llevamos en nuestra vida, algunos de ellos
son evidentemente frutos de la carne, mientras que otros claramente son frutos del
Espíritu por la fe.
Algunas de nuestras obras en la vida tienen que ver con la carne, errores
terribles que hemos cometido que nos han costado muy caro y sin embargo, queremos
seguir alimentando viendo si acaso en algún momento se convierte en algo bueno.
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Las obras que son producto de nuestra fe siempre alcanzarán las promesas de
Dios y por lo tanto serán de grande bendición, aunque para haberlas alcanzado hay
significado espera, paciencia y mucha fe. Pero son resultado, como hemos visto, del
Poder sobrenatural y fidelidad de nuestro Dios.
Cada cosa que tu has alcanzado por tu fuerza de voluntad, por tu carácter
férreo, por tus capacidades y virtudes; y que te llenan de satisfacción por que las
lograste tu solito, pues son clara evidencia de tu carne. Esos frutos, esas obras, jamás
podrán heredar junto con los frutos resultantes de la fe.
¿Qué hacer con esos frutos? Aquí bien lo difícil. Y quiero decir que al mismo
Abraham le resultó terrible lo que su esposa Sara le decía que hiciera, mismas palabras
respaldadas por Dios mismo: Echa fuera a la esclava y a su hijo.
No se trata solamente de echar fuera a la carne, sino también los hijos que ya
ha producido; por que si continuas tu vida con ellos serán de gran dolor. Es necesario
dejar atrás ministerios producidos en la carne, aún negocios producidos en la carne.
5. Ministración
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Somos herederos en la fe de Cristo
Rechazo todo tipo de logro a través de mi carne
No buscaré ayudar a Dios para alcanzar ninguna promesa
Esperaré, creeré, seré paciente; pero por la fe alcanzaré las promesas.
Por Rubén Álvarez- Alcance Izcalli.
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