Apuntes de Ciencia y método. Capítulo 15: El orden en la naturaleza.

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Capítulo 15
El orden en la naturaleza
Otro aspecto de la realidad que no aparece explícitamente en el estudio científico es
la noción de orden natural que, sin embargo, ha vuelto a hacer su aparición en tiempos
recientes de la mano del concepto de adaptación, empleado en el estudio de la evolución
biológica.
15.1. La escala de la naturaleza
Cuando hablamos de orden, podemos referirnos a varias cuestiones. Una primera sería el conjunto de interacciones que existen
entre diversos elementos, que se dan de un
modo coordinado. No existe orden, en este
sentido, cuando las relaciones de unos elementos de un conjunto con otros no tienen
una relación estructurada, sino casual. De hecho, solo se dice que existe un conjunto de
algún tipo cuando se dan esas relaciones estructuradas entre sus elementos. Así, no existe un conjunto que agrupe a una golondrina
volando y la fruta de un puesto del mercado
que tiene bajo ella: no están relacionados de
un modo coordinado.
Estas relaciones estructuradas pueden darse entre seres distintos y también entre los
diversos elementos constitutivos de un ser.
Así, las numerosas interacciones bioquímicas, hormonales o celulares, de admirable
coordinación, que se pueden observar dentro
de un ser vivo, constituyen un conjunto ordenado. Y otro tanto sucede con las interacciones entre seres vivos que observamos en un
ecosistema.
Pero, aparte de este significado, también
cabe considerar otro, que tiene que ver con
el concepto de perfección.
Cuando se habla de perfección, se pueden
entender dos cosas distintas. Por una parte,
se dice perfecto lo que tiene todo lo que debe
de tener, no carece de nada de lo que le corresponde naturalmente; así, sería imperfecto un animal cojo o ciego, porque le corresponde por naturaleza andar o ver. Este sentido se puede aplicar a todos los seres vivientes: una lombriz perfecta, un jilguero perfecto, etc.
Por otra parte, también se puede hablar de
perfección en términos absolutos, como medida de las cosas, independientemente de si
ese ser debería de tenerlas o no. En este sentido se puede afirmar que hay seres más perfectos que otros (los animales son más perfectos que los vegetales, por ejemplo), aunque
cada cual sea perfecto en su especie (tanto el
animal como el vegetal que comparamos son
perfectos, no tienen defectos)1.
La apreciación de que unos seres son más
perfectos que otros, absolutamente hablando, es una apreciación de sentido común, y
nos permite hablar de seres más primitivos o
más avanzados. Esta distinción entre los dis1 Cuestión distinta
es que, en muchos casos, no estemos en condiciones de decidir, al distinguir dos seres
vivos distintos (por ejemplo, un león y un tigre), cuál
de los dos es más perfecto. Pero esas dificultades no
quitan que haya, claramente, unos seres más perfectos
que otros, y que podemos distinguir con facilidad, como sucede al observar un clavel y un gato, o una lombriz y un hombre.
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CAPÍTULO 15. EL ORDEN EN LA NATURALEZA
tintos seres por su perfección establece automáticamente una gradación y, por tanto, una
serie ordenada, un orden.
Toda la taxonomía se apoya en esta distinción entre seres más perfectos y seres más imperfectos, que permite el establecimiento de
un orden o jerarquía de los seres o, como se
llamaba antiguamente, una escala de la naturaleza. Sin este concepto de orden y subordinación o jerarquía, la taxonomía sería imposible. De hecho, hoy sigue en pie bajo la denominación de “seres más evolucionados” o
“seres menos evolucionados”, o de seres superiores o inferiores en la escala filogenética, denominaciones que, analizadas a fondo,
no tienen ninguna conexión con la evolución,
sino con el concepto de perfección.
del adulto del insecto que menciona Gould es
mayor que la de la larva, pues tiene todo el
sistema reproductor, de mucha mayor complejidad orgánica que unas simples glándulas productoras de secreción pegajosa.
El punto de vista cientifista, que interpreta
la perfección como complejidad, fue adoptado expresamente por Darwin: en uno de sus
cuadernos de campo tiene una anotación en
que afirma el propósito de procurar no hacer
referencia al concepto de perfección. En el caso de Darwin, aunque no entramos a juzgar
su conciencia, el cientifismo parece tener raíces ideológicas: después de su abandono de
la práctica religiosa, estaba muy interesado
en encontrar una explicación exclusivamente científica de la evolución, que no incluyera
elementos filosóficos (como sucedía con todas las otras explicaciones de su época) que
15.2. Perfección y complejidad ligaban el evolucionismo, aunque fuera indirectamente, a la idea de Dios y de creación
Sin embargo, esta distinción de seres más o por medio de los grados de perfección y de
menos perfectos es de sentido común, no de la finalidad natural consiguiente.
apreciación mediante un experimento científico. Por esto, es equivocado pensar que son
más perfectos los seres vivos que poseen ma- 15.3. Ambigüedad del término
yor complejidad de operaciones; puede haadaptación
ber larvas de insectos que se dediquen a formas sofisticadas de caza mientras que los
Dentro de este rechazo cientifista contemejemplares adultos se ocupen solamente de poráneo del concepto de perfección (con el
la reproducción, y no tengan siquiera posi- consiguiente orden natural) se encuentra el
bilidad de alimentarse. Ha habido autores término “adaptación”, tal como lo emplean
(Gould) que han planteado que los insectos casi todos los autores al hablar de evolución.
adultos que acabamos de mencionar son más
Así, Ayala, autor de sobra conocido en el
imperfectos que las larvas porque tienen fun- campo de la evolución y nada extremista en
ciones más complicadas. Este punto de vis- sus planteamientos, cuando habla de adaptata es sesgado, pues deja fuera de la escena la ción, dice que no debe confundirse con eficaverdadera escala de perfección en la natura- cia biológica de un ser. Mientras que la adapleza: el adulto es capaz de la reproducción, tación se refiere a la interacción ordenada con
indispensable para el mantenimiento de la los demás seres, de modo que el ser vivo se
especie, y la larva no es capaz de reprodu- integre en un sistema con ellos, el concepto
cirse. Por tanto, aunque el adulto no pueda de eficacia tiene que ver con las estrategias
comer siquiera, es más perfecto que la larva. que hacen que una especie tenga más posiDe todos modos, sí que se puede establecer bilidades de sobrevivir en un cierto entorno.
un cierto paralelismo entre grado de perfec- Indudablemente, afirma, adaptación y eficación y complejidad. Siguiendo con el ejem- cia biológica deben estar relacionados, pues,
plo anterior, es indudable que la complejidad de lo contrario, no tendría sentido hablar de
15.4. REPERCUSIONES PRÁCTICAS
adaptación en evolución.
El problema de este modo de entender
el orden natural radica en que, si una especie fuera auténticamente eficaz, sería algo incomestible, venenoso, y se reproduciría
con una facilidad pasmosa. La cuestión de la
adaptación queda fuera de juego. Y lo que se
ve es orden, adaptación en terminología neodarwinista, con lo que atribuir la adaptación
a la eficacia biológica no es coherente.
15.4. Repercusiones prácticas
La cuestión de los grados de perfección y
del orden o subordinación en la naturaleza
es decisiva a la hora de entender los ecosistemas y el papel del hombre en ellos. Si no hay
una gradación de perfección entre unos seres
y otros, todos valdrán lo mismo, y la intromisión del hombre, para cazar, por ejemplo,
no pasa de ser una explotación de la naturaleza. Que se prefiera respetar un bien humano a costa de un bien de otro ser viviente
es tachado de especiecismo, preferencia injustificada por la especie homo sapiens sobre las
demás. Desde el punto de vista cientifista, todos los seres vivos son meros agregados biológicos, que no pueden reclamar supremacía
unos sobre otros.
Las consecuencias de esta actitud cientifista son enormes a la hora de plantear la gravedad de los atentados contra la naturaleza: si
todos los seres vivos tienen el mismo rango,
antes habrá que respetar un ecosistema con
problemas o una especie en peligro de extinción que servir a las necesidades del hombre, pues hay muchos hombres, y no hay ningún argumento que permita decir que la “calidad” del hombre es superior; y hay autores que han expresado abiertamente esta opinión. Y, en segundo lugar, y quizá más grave, si no existen razones científicas para preferir una especie a otra, la protección de la naturaleza queda reducida a una cuestión sentimental: se decide proteger los ecosistemas
naturales o las especies en peligro de extin-
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ción porque es agradable o estético, no por
razones sólidas que nos lleven a ello, pues no
serían más ni menos perfectos o valiosos que
las piedras. Sólo manteniendo clara la gradación de los seres vivos según su perfección,
se está en condiciones de saber qué bienes
estamos protegiendo o destruyendo cuando
actuamos sobre la naturaleza. Y se está así en
condiciones de poder dar cierto fundamento
a la actividad práctica del científico.
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CAPÍTULO 15. EL ORDEN EN LA NATURALEZA
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