“Somos espíritus viviendo una experiencia humana”. “La Felicidad es nuestro derecho al nacer”. “Toda experiencia es un aprendizaje del alma”. En momentos de profundo contacto con nuestra totalidad, cuando percibimos lo que ha sido con frescura e inocencia, recordamos que nuestra vida si cumple estas máximas. Cuando no lo sentimos así, nuestra percepción se halla distorsionada por visiones fragmentadas del ser que somos, por emociones y apegos, por ignorancia, por programaciones y prejuicios de nuestra formación que creemos cierta sin ir mas allá a comprobar su veracidad. En el contexto de un tiempo y un espacio cada vez mas sensible, exigente, cambiante y complejo, , el contacto con el núcleo de la propia naturaleza, que es poderosa sabia y gozosa puede y debe ser la base de la vida para enfrentar exitosamente sus desafíos. Yoga es una práctica que nos une a nuestro potencial infinito. Desarrolla una íntima comunicación con el ser real y con las fuerzas que enlazan a todos los seres. Durante miles de años, los sabios yogis, a través de la exploración de su propia naturaleza interior, comprendieron a la vida como un continuo proceso de refinamiento y codificaron las condiciones para dicho contacto. No se trata de completarnos ni de ser mejores, ya lo somos. Al sostener la práctica y el compromiso con dicho proceso, desharemos las barreras que obstaculizan la auténtica y fluida unión con nosotros mismos y con los demás. Como cada aspecto de la vida es una proyección del ser, yoga es una forma de ser, de hacer, de vivir que nutra tu bienestar. No requiere de fe aunque la práctica de sus preceptos nos llevan inevitablemente a las grandes verdades sobre las cuales reposan todas las religiones. No tiene recompensa porque el resultado de su práctica es en si la recompensa. El conocimiento del yoga proviene de la ancestral Filosofía Vedanta. Su visión reconoce los tres sufrimientos humanos, el de la fatalidad o destino, el producido por los desastres naturales y el sufrimiento orgánico atribuido al desequilibrio del sistema psicofísico. Sin morar pesimísticamente en ellos, los reconoce y busca la manera de trascenderlos y transformarlos. Para ello, reconoce la ley de la acción y la reacción de cada acto y palabra, aconseja compromisos éticos de comportamientos, prácticas psicofísicas y enseñanzas para que podamos reconocer y vivir nuestra verdadera naturaleza. Es pluralista e integral - la realidad está en todas partes, todo el universo es familiar y de todo se aprende. Finalmente, postula un Ser Eterno, Origen del Cosmos, Conocedor y Base misma de la Realidad. Como vemos, en el Oriente la filosofía es también metafísica, ciencia, psicología y vida práctica. El Vedanta define un mapa del Ser y del Cosmos en el cual todo sentimiento, pensamiento y acción es el resultado de interacciones complejas y dinámicas entre los diversos aspectos del ser; el cuerpo físico, la energía vital, la mente, las percepciones sutiles y la energía espiritual, todas ellas ubicadas en diferentes dimensiones que se definen como envolturas de la conciencia. El proceso de manifestación es una cascada energética que comienza en el nivel espiritual, la conciencia pura, la semilla del ser, el Alma. Como un poderoso pulso, desciende hacia dimensiones sutiles, mas densas que el alma, que a su vez crea, con la ayuda de las tres energías funadamentales de la naturaleza (las gunas: Tamas – inercia, rajas – movimiento y Satwa – esencia) la dimensión mental. Combinándose esta con el Prana Universal crea la dimensión energética que se materializa, a través de los cinco elementos en la realidad física a través del cuerpo físico. Cada nuevo pulso creativo se funde con los contenidos anteriores (memorias) de las diversas dimensiones de la conciencia creando la fascinante variedad del mundo interior y exterior. Las interacciones interdimencionales suceden a través de los chakras, centros energéticos que conectan las diversas envolturas de la conciencia (Koshas) dentro del ser y este con el Cosmos.. Ellas se enriquecen y se vuelven aún más complejas y maravillosas al encontrarse con otros seres e intercambiar sus contenidos multidimensionales creando las multi -facéticas relaciones de pareja, familia, trabajo, comunidad y ecosistema que tejen la red de la vida en este planeta. Esta visión (Darshana) contrasta con el materialismo científico occidental que postula un universo de interacciones exclusivamente moleculares en la cual el cerebro crea los pensamientos y uno de ellos, tal vez porque no queremos admitir el término definitivo de la existencia material, es que somos espíritu. ¿Está de acuerdo esa concepción con la experiencia subjetiva interior?. Originalmente la ciencia comenzó a estudiar la naturaleza para encontrar los principios divinos que regían tan maravilloso orden de cosas que poseía tal exactitud matemática y astronómica. Halló tal complejidad y adoptó métodos tan exhaustivamente “racionales” que las exploraciones internas y las experiencias y las energías que uno siente pero no puede medir quedaron fuera de su dominio. En la búsqueda de las particularidades y las especializaciones, se perdió la visión global e integradora. El cuerpo, la mente y el espíritu se disociaron y pasaron a cargo de diferentes especialistas; médicos, psicólogos y ministros. Los ritmos y el tiempo de la naturaleza quedaron relegados por un tiempo artificial cuya naturaleza escencial era producir estabilidad y riqueza material. ¿Donde quedó la conciencia?, ¿donde el Ser?. Las leyes de la ciencia descubiertas por el potencial y talento del cerebro humano, más que negar el espíritu lo confirman como una inteligencia creadora sumamente refinada y sofisticada que yace escondida en nosotros y en toda la bella creación. Sin embargo no confirma el prejuicioso concepto de Dios como un ser antropomorfo y externo, capaz de milagros irracionales más allá del milagro de la vida misma. Es así como en las ultimas décadas, gracias al avance de nuevas teorías científicas, experimentos que descubren la poderosa influencia de la mente y la conciencia sobre la Sobre la materia y la maduración de la racionalidad occidental, está surgiendo en muchos un nuevo paradigma de integración entre ciencia y conciencia.