RUPTURA Y CONTINUIDAD EN EL PERSONAJE NACIB DE LA NOVELA GABRIELA, CLAVO Y CANELA1, DE JORGE AMADO María Olga Samamé B. Resumen Este artículo analiza la figura de árabe Nacib como sujeto perteneciente a una minoría social y étnica quien, mediante la mezcla, la transformación, la adaptación y la asimilación, logra concretar su proyecto de apoderarse del espacio vital brasileño, del Otro. Sin embargo, permanece en su conciencia la presencia ancestral o, en términos de Edouard Glissant, el pensamiento del rastro, que le permite reconocerse -aunque débilmente- como sujeto con identidad cultural. Palabras claves: inmigrante árabe, adaptación, identidad individual y cultural, pensamiento del rastro. Abstract This article analyzes the figure of the Arab Nacib as a subject belonging to a social and ethnic minority which, through mixture, transformation, adaptation and assimilation, has managed to bring about his project of taking control of the vital Brazilian space, of the Other. Nevertheless, he remains conscious of his ancestral roots, or in terms of Edouard Glissant, the thought of the trace that enables him to recognize himself-although weakly-as a subject with a cultural identity. Key words: Arab immigrant, adaptation, individual and cultural identity, thought of the trace Jorge Amado (1912-2001) publicó su novela Gabriela, clavo y canela en 1958. Esta obra está adscrita a la corriente literaria regionalista del norte de Brasil, que surgió en 1928, y que se caracteriza por ofrecer múltiples posibilidades de acercamiento a temas tradicionales, costumbristas, políticos, económicos, culturales, sociales. En este contexto, Gabriela, clavo y canela ha sido considerada como uno de los más bellos símbolos de la narrativa brasileña, porque su autor le ha agregado una dimensión socio-cultural, con la incorporación de una polifonía de voces imbricadas en un complejo dialogismo con elementos pintorescos, sátira e ironía. En virtud de ella, el autor construye un proyecto escritural, en el cual rehabilita las tradiciones, las formas sociales, las etnias y los valores 1 Amado, Jorge. Gabriela, calvo y canela. Buenos Aires, Seix Barral 1985. culturales del noreste brasileño, utilizando como marco representativo la ciudad de San Jorge de Ilhéus2. La trama de la novela se desarrolla en 1925. La ciudad de Ilheus se halla en un momento de transición y experimenta diferentes cambios en sus estructuras de bases. Así, se asiste a la derrota de la clase política tradicional de los coroneles, y se observan el ascenso al poder de los modernos exportadores del cacao y los proyectos urgentes de dragar la bahía de Ilheus para la exportación del grano; mientras tanto, las tradiciones y costumbres se conservan, aunque la innovación es inevitable como producto de las transformaciones materiales. La novela se inicia con dos acontecimientos cotidianos en el quehacer diario de la ciudad de Ilheus; por un lado, el uso de la violencia de un terrateniente que mata a su esposa y a su amante; por otro, un dilema laboral: Nacib3, el dueño del bar “Vesubio”, se ha quedado sin cocinera. En la búsqueda de quien la reemplace, la narración se abre a la representación de un abigarrado mundo, donde los problemas sociales y políticos, la ilegalidad y el machismo se entremezclan con un trasfondo de costumbres arraigadas de origen afro-brasileño y valores a veces censurados. Ilheus es una ciudad donde todos se conocen; no hay vida privada, y el chisme y el rumor reinan por doquier. Está habitada, además de los coroneles y sus familias, por una heterogénea población que ejerce diversos oficios y trabajos. A esto se le suma la masa flotante, procedente del sertão, constituida por los indios bravos, los marginales y los desplazados que buscan trabajo. Ellos son depositarios de la tradición cultural, fundamentan una parte de la identidad nacional, y marcan una frontera entre el mundo atrasado y el civilizado. Piénsese en el caso de Gabriela que proviene del sertão con su enraizado proceder en la perpetuación de las costumbres ancestrales, el cultivo del amor libre y su rebeldía y resistencia ante el progreso. Junto a los del sertão están los inmigrantes, otro grupo humano significativo en la novela. En rigor, todos son migrantes, pues los personajes han llegado a Ilheus en uno u otro momento, en el pasado o en el presente, incluidos los conspicuos coroneles que han detentado desde siempre el poder. Los inmigrantes conllevan un sentimiento de pertenencia a una comunidad cultural determinada, pero también transan una parte de sus rasgos identitarios cuando logran insertarse en el espacio de acogida. Tanto los del sertão como los de la migrancia son, en su conjunto, elementos dinamizadores en la construcción de la identidad brasileña. Esta se caracteriza por ser pluridimensional, pues le ha dado espacio a los demás grupos humanos que, en diversos momentos históricos, se han yuxtapuesto, han formado un mosaico de identidades y han actuando en pro de la relación y la construcción de la identidad nacional, sin excluir al Otro. En esta novela se observa, en particular, que hay además una conciencia de la necesidad del Otro, de Nacib, el árabe brasileño, que ha obtenido con esfuerzo su territorio -el bar “Vesubio”- y ahora anhela ser reconocido como 2 El autor publicó la novela San Jorge de los Ilheus. Buenos Aires, Editorial Futuro, 1956, (en 1944 es la primera edición en portugués) y está ambientada alrededor de 1930. Los personajes árabes que arriban a este espacio en busca de prosperidad son destacados -someramente- por su esfuerzo y perseverancia, como el sirio vendedor de bisutería barata (p. 21); o el otro sirio, Safra, que se convirtió en hacendado y se preocupó de casar una hija con otro similar y, más tarde, enriquecido, regresó a Siria, pero volvió nuevamente a causa de la “saudade”(p. 37); otros sirios venden objetos de segunda mano, o viajan atraídos por el auge del cacao y sucumben ante la baja del mismo, y se los ve vagando por los muelles y durmiendo bajo los puentes (p. 266). La forma correcta en árabe es Naṣīb y se usa mucho entre los hombres con el significado de “suerte”, “fortuna”. 3 un brasileño más, a través de la compra de tierras, para convertirse en hacendado. Esta aspiración de Nacib obedece al proceso de asimilación que ha experimentado casi por completo y, por ende, tiene más comprensión de la cultura de la patria adoptiva. Desde esta perspectiva, constituyen un grupo importante los inmigrantes procedentes de distintas latitudes y, en particular, los árabes no solo en esta novela, también en otras novelas de Jorge Amado, en las cuales se encuentran personajes como Chalita, de Tieta de los Agrestes o Chalub de Doña Flor y sus dos maridos, entre otros4. La emigración árabe en Brasil5, con predominio sirio-libanés, se inició en la década de 1880 -data que coincide en líneas generales con la emigración masiva de árabes a las tres Américas- y, desde su llegada, ha transitado dentro de la tradición y el cambio. El incentivo de una Tierra Prometida estimuló un nuevo proyecto de vida para aquellos árabes que superaron la etapa de la inserción, adaptación e integración, en un medio a veces adverso, pero, en general, acogedor. En un comienzo la tierra exigió a los árabes fortaleza y unión ante la agresión y el aislamiento en el vasto territorio brasileño. Los pioneros optaron por el comercio ambulante, llevando una canasta cargada de peines, botones, hilos, alfileres, telas, etc., y transportándola ya sea a lomo de jumentos o en canoas. Así, en la Región Amazónica se les conoció como el “o regatão” (el regatón) que se desplazaba en su pequeña canoa-habitación; mientras que en el Estado de Río Grande do Sul era denominado como “o matraca” (el matraca), debido a que usaba este instrumento para hacerse oír cuando caminaba en dirección a las casas y luego lo empleaba como medida métrica, pues se trataba de un metro doblado en dos partes y unido por bisagras. En el Estado de Ceará -nordeste del Brasil- se le llamaba “galego” (gallego), para indicar que era extranjero; en Río de Janeiro se le decía “el cometa”, porque tardaba en regresar con sus ventas. Otras denominaciones eran “paño de lino”, “mascate” (vendedor ambulante), “cameló” (del francés camelot, también vendedor ambulante, “bufarinheiro” (buhonero), “ambulante das serras”, “teque-teque”, “turco ambulante”, etc. El perfil de los emigrantes sirio-libaneses se caracterizó por tres aspectos: determinación, espíritu de iniciativa y confianza en sí mismo, los cuales, a su vez, definieron su carácter dinámico, capacidad y laboriosidad. Se desplazaron por todo el Brasil en busca de fortuna y se convirtieron, indirectamente, en agentes de la economía urbana, que influirá, en el futuro, en el desarrollo del capitalismo comercial. En efecto, una vez conquistado un espacio, sin dejar de enviar remesas a sus familias lejanas y ayudando a parientes y amigos a compartir su proyecto de vida, decidieron establecerse los más prósperos en el comercio mayorista y, luego, en la industria textil; los menos afortunados, en cambio, en negocios ya sea de telas, o el almacén y en lugares estratégicos. Al respecto, piénsese en Nacib, dueño del bar “Vesubio”, situado lejos de la iglesia, la intendencia y otros lugares comprometedores para la comunidad aristocrática de la ciudad de Ilheus. Por ende, los árabes inmigrantes evolucionaron económicamente pasando de vendedores 4 En otra novela de Jorge Amado Tienda de los milagros. Buenos Aires, Editorial Losada, 1971 (Tendas dos milagros, 1969) los personajes árabes que aparecen junto a otros emigrantes fundamentan la tesis que la sustenta, esto es, que Brasil es producto de una “miscigenación” o mezcla de razas, que construye la cultura mestiza del país, poderosa e inherente a cada brasileño, además de la conciencia nacional de sus descendientes de ser culturalmente mestizos. 5 Neuza Neif Nabhan. “La comunidad árabe en Brasil: tradición y cambio. En Lorenzo Agar et al. El mundo árabe y América Latina. Madrid, Ediciones UNESCO/ Libertarias/ Prodhufi, 1997, pp. 199-234, entre otros estudios. ambulantes, a dueños de tiendas, a empresarios, a industriales o a las actividades bancarias y financieras. Cabe destacar, asimismo, las alianzas matrimoniales de carácter endogámico destinadas a fortalecer el prestigio económico y ampliar el potencial de las finanzas de los boyantes árabes pioneros y de las primeras generaciones descendientes, puesto que la exogamia fue inevitable, producto del mestizaje. No obstante, el nuevo estatus social adquirido favoreció en muchos su incorporación a la sociedad aristocrática brasileña. Se construyeron residencias en los barrios más elegantes y confortables. Al respecto, nótese que Nacib se casa con Gabriela y se esfuerza por enriquecerse para que ambos sean aceptados en la sociedad de Ilheus. El ascenso socioeconómico transformó el perfil de los sirio-libaneses, ya sean comerciantes o industriales. Los cambios se perciben en la pérdida de algunos valores tradicionales, como el desuso de la lengua árabe en los descendientes. Así se les facilitó a los hijos varones en particular la escolaridad y las profesiones liberales, como las de médico, abogado o ingeniero, aunque la mayoría realizaba paralelamente la actividad económica. También se destacan las organizaciones de vida comunitaria creadas por los pioneros y las primeras generaciones descendientes, para conservar los patrones culturales que pervivían en la memoria ancestral, los cuales coexistían con el desarrollo y práctica de los valores de la cultura brasileña dominante Esta interacción favoreció la convivencia de árabes y no árabes en el país. Desde otra perspectiva, la creación de movimientos recreativos, la construcción de templos para cristianos (de rito ortodoxo, maronita), y mezquitas para los musulmanes, alentó también los espacios comunitarios sociales, culturales y tradicionales. A esto es necesario agregar el florecimiento de la prensa escrita, iniciada por la emigración de intelectuales sirio-libaneses a principios del siglo XX, cuya labor literaria repercutió en el mundo árabe, conociéndosela como Adab Al-Mahyar6 (Literatura de la Emigración [en América]). Cabe enfatizar que el uso de la lengua árabe definía la casa y el medio familiar; el portugués la calle, el negocio. Posteriormente se construyeron escuelas bilingües, pero se cerraron entre 1940 y 1960 por el desinterés de aprender el árabe y por las exigencias de conocer bien la lengua nacional. Este dato es importante para entender el comportamiento que tiene Nacib con respecto al uso restringido de su seña de identidad, que fluye espontáneo en determinadas circunstancias. Sin embargo, a partir de 1970 se inicia una fase de autoafirmación -aunque los sirio-libaneses estaban vinculados con las otras comunidades del Brasil-; son los nietos y biznietos quienes fomentan una revisión de la memoria ancestral cultural, sin descuidar los vínculos de amistad ya asimilados en el modelo dominante. Así, algunos rasgos de la cultura árabe son reconocidos por el brasileño, como la hospitalidad, ciertos gustos gastronómicos, el uso de antropónimos de inmigrantes notables, y un modelo a imitar por la perseverancia, el espíritu emprendedor y la laboriosidad de la comunidad árabe. Se sabe que la historia es insuficiente para renombrar una realidad particular, en este caso la presencia árabe en Brasil, pero es el imaginario, -que imagina lo no dicho- el que puede reconstruir este proceso. Se puede establecer, entonces, que el autor de la novela Gabriela, clavo y canela, recrea y reconstruye, a partir de fragmentos de la vida cotidiana de la figura de Nacib, la inmigración árabe a Brasil. Esta ponencia lo analiza entonces Martínez Montávez, Pedro. “La literatura del Mahyar”. En Introducción a la literatura árabe moderna. Madrid, almenara, 1974, pp. 65-81. 6 como sujeto perteneciente a una minoría social y étnica que mediante la mezcla, la transformación, la adaptación y la asimilación, logra concretar su proyecto de apoderarse del espacio vital brasileño, del Otro. Sin embargo, permanece en su conciencia la presencia ancestral que le permite reconocerse -aunque débilmente- como sujeto con identidad cultural. En efecto, Nacib posee una identidad individual y cultural y se ha posesionado de un espacio vital, al abandonar a veces su yo individual para incorporarse a un nosotros colectivo de la identidad nacional brasileña, esto es, la sociedad de Ilheus, la que se ha construido a base de la errancia de múltiples grupos humanos y ha conformado una identidad nacional, sin excluir al Otro. Cabe preguntarse cuánto de su identidad cultural atesora Nacib y en qué medida introduce en ella ruptura, mientras lleva a cabo su proyecto de lucha para obtener un lugar dentro de la comunidad abstracta llamada identidad nacional. Según Subercaseaux, la identidad cultural “… implicaría siempre continuidad y preservación de ciertos rasgos acrisolados en el pasado…” y, por ende, “se verá continuamente amenazada por aquello que implica ruptura, perdida de raíces, vale decir, por el cambio y la modernidad…”7. La narración desde un comienzo muestra a un sujeto asimilado a la sociedad pluriétnica y pluricultural de Ilheus, porque “era común que Nacib fuera llamado árabe, y hasta turco, pero es necesario dejar establecido y fuera de cualquier duda su condición de brasileño, nato, no naturalizado”8 . Efectivamente, Nacib descendió de un barco francés, junto a su madre y hermana, cuanto tenía cuatro años. Era la época en que, “… siguiendo el rastro del cacao… llegaban diariamente… centenas y centenas de brasileños y extranjeros oriundos de todas partes: de Sergipe y de Ceará, de Alagoas y de Bahía, de Recife y de Río de Janeiro, de Siria y de Italia, del Líbano y de Portugal, de España y de los más variados ghettos…”9. De Bahía se dirigió donde su padre y sus tíos, que lo esperaban en Ilheus, reconstruyéndose así la familia Achcar, cuya fama estaba registrada en el tribunal de la ciudad, pues varios de sus tíos habían participado “…en las luchas por las conquista de la tierra…”, antecedente que introduce una ruptura en relación con la odisea de la emigración árabe a Brasil, que se caracterizó, en general, por la voluntaria decisión de mercadear. Nacib, siendo un adulto, reflexionaba que no recordaba a la Siria natal; su conciencia le indicaba que su verdadera identidad nació cuando llegó a Ilheus. Por lo demás, el padre registró a los hermanos como nacidos en esta ciudad y ello fue refrendado más tarde por los personajes más importantes de ella. Así, la familia Achcar produjo en Nacib, en términos todorovianos10, una relación praxeológica de acercamiento con el otro de primer tipo, fomentándole una suerte de identificación con el brasileño y haciendo suyos sus valores y principios, para su asimilación. No obstante esta identidad nacional de que goza Nacib cede el paso a su adormecida identidad cultural árabe cuando es motejado, en tono sarcástico, de turco. Molestias y disgustos acentúan el sentimiento de dolor que sobrellevaba todo árabe en América: “… Verdad es que muchos eran los que lo llamaban árabe o turco. Pero quienes lo hacían, eran exactamente sus mejores amigos, y en expresión de afecto, de intimidad. Pero le disgustaba que le llamasen turco, y cuando así lo hacían, repelía irritado el apodo, llegando a veces a 7 Subercaseaux, Bernardo. Caminos interferidos: de lo político a lo cultural. Reflexiones sobre identidad cultural. En Estudios Públicos 73 (1999), 149-163. 8 Amado, Jorge. Gabriela, calvo y canela. Buenos Aires, Seix Barral 1985, p. 38. 9 Amado, Jorge. Op. cit., p. 39. 10 Todorov, Tzvetan. La conquista de América. El problema del otro. México, Siglo Veintiuno Editores, 1987. enojarse: ¡Turco será tu madre! …Todo lo que quiera, menos turco. Brasileño…Los turcos son unos bandidos. La raza más desgraciada que existe. No puede haber insulto mayor para un sirio que ser llamado turco…”11. En relación con el ámbito laboral, el caso de Nacib presenta otra ruptura, al abandonar la venta de telas del negocio familiar, actividad que realizó la mayoría de los árabes instalados en tierras brasileñas. De esta manera, una vez muerto el padre y cuando se percató de que su tío paterno, a cargo del establecimiento, “…marcaba el paso, temeroso, contentándose con poco…”12, le vendió su parte porque “…no quería continuar midiendo telas en el mostrador de la tienda…”13. Su proyecto de vida le instaba a aventurarse en otras actividades. Finalmente se decidió y le compró a un italiano un arruinado bar, alejado del centro comercial, pero estratégicamente ubicado. Esta acción revive su carácter siriolibanés, pues muestra su espíritu de iniciativa, confianza en sí mismo y determinación, pues el bar “Vesubio” se convertirá en el núcleo central de la ciudad de Ilheus, en la mostración de una galería de personajes, entre los cuales están los conspicuos coroneles que acuden para comer, beber y politizar, las familias que se van a deleitar con los helados y dulces. Pero también el bar tiene un “reservado” para los jugadores de póquer y para las citas clandestinas. Así, con las ganancias que le proporcionaba este negocio, Nacib esperaba comprar tierras y convertirse en un hacendado cacaotero y, con ello, fortalecer el sentimiento de pertenencia a un “nosotros”, compenetrado con el territorio en una identidad nacional. En este sentido, la novela se inscribe dentro de la llamada literatura emergente porque la presencia de Nacib confirma un proyecto identitario de un sujeto perteneciente a una minoría social y étnica que pretende apoderarse de un espacio existencial y vital para el desarrollo y la modernización de las nuevas ciudades. Pero la compra del bar “Vesubio” también genera otra ruptura en la identidad cultural religiosa de Nacib: este sirio es musulmán y hace caso omiso de la prohibición coránica del consumo de vino14, los excesos del comer, la práctica de los juegos de azar15y el placer con féminas de dudosa reputación, porque Nacib vive una vida hedonista y, además, se complace con los favores de sus numerosas amantes16. Tal vez su modus vivendi está en relación con el significado de su nombre: Nacib (en rigor, Naṣīb, significa Suerte). 11 Amado, Jorge. Op. cit., pp. 39-40. Amado, Jorge. Op. cit., p. 49. 13 Amado, Jorge. Op. cit., p. 49. 12 14 En rigor, la costumbre de beber estaba arraigada desde antiguo y aparece documentada en la literatura con el cultivo del tema báquico. Véase Gabrieli, Francesco. La literatura árabe. Buenos Aires, Editorial Losada, 1971; Vernet, Juan. Literatura árabe. Barcelona, Editorial Gabor, 1968. 15 Por ejemplo en El Corán, Sura II “La Vaca”, aleya 216; Sura V “La Mesa”, aleya 92 y ss., Sura XLVII “Muhammad”, aleya 16, entre otras. En general dice que los bebedores serán azotados y que les espera un infierno con ríos de vino. También prohíbe el juego de azar. (Sura significa Capítulo, aleya es la españolización de aya o versículo). Véase El Corán. Introducción, traducción y notas de Juan Vernet, Barcelona, Editorial Planeta, 2005. 16 Infringe en El Corán, la Sura CII “La Concupiscencia”, que castiga la vida disipada. También véase Mobarec Asfura, Norma. Las Mil y Una Noches como fuente de conocimiento histórico jurídico. Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1958. Pero en medio de esta vida licenciosa, este personaje conserva el respeto por su cultura alcoránica cuando rehúsa el casamiento religioso con Gabriela 17. De esta manera aflora a su conciencia su pertenencia al Islam y el incumplimiento del precepto de convertir a la fe a su futura esposa. Este “amante de la buena mesa” es un musulmán trasplantado que mantiene un discurso de resistencia, ironizando, en parte, lo sistémico de su cultura religiosa. Permanece en él, en términos de Édouard Glissant18, el pensamiento del rastro, el cual se basa en la intuición, en la ambigüedad y en los fragmentos de memoria que sobreviven en medio de la existencia de otras identidades culturales. El pensamiento del rastro se filtra y se manifiesta en la cotidianeidad, en el estar, y lo caracteriza lo frágil, lo asistemático, lo no atávico y lo no autoritario; de allí que contenga fragmentos de memoria y se materialice en imágenes antiguas que convierten a Nacib en un personaje opaco, puesto que los modelos ancestrales y familiares tienden a desvanecerse. En efecto, Nacib es un personaje que rechaza la posesión, lo único de su cultura árabe musulmana, porque tiene más comprensión por la cultura brasileña en la cual está inserto. Trata de establecer una situación definida ante la sociedad de Ilheus y, al mismo tiempo, se siente coartado por la presencia patriarcal árabe de su familia, los Achcar, enraizados en la tradición. Su opacidad queda de manifiesto en su reflexión previa al casamiento: “¿Y el casorio, árabe? ¿Ya se decidió? En el fondo ya estaba decidido; se había resuelto. Lo retrasaba sólo por miedo de lo que irían a decir. ¿Serían capaces ellos, sus amigos, de comprender? ¿Su tío, su tía, su hermana, el cuñado, los parientes ricos de Itabuna, esos orgullosos Achcar? Por último, ¿qué le importaba? Los parientes de Itabuna ni se acordaban de él, sólo preocupados por su cacao. Al tío nada le debía, y en cuanto al cuñado, ¡qué se aguantase!...”19 Para compensar esta carencia de una esposa musulmana, intenta educar entonces a Gabriela -personaje que encarna la perpetuación de las costumbres ancestrales de la etnia afrobrasileña- e insertarla en la alta sociedad de Ilheus, pues aquello conviene a sus proyectos de convertirse en un hacendado cacaotero. Sin embargo, ella también posee pensamiento del rastro, pues se resiste inflexiblemente a los cambios. Gabriela es la representación del pueblo y su ambigüedad reside en la actitud sumisa y rebelde, la sensualidad y la devoción, entre otras. Desde otra perspectiva, cabe hacer notar la figura de Gabriela y sus características físicas que despiertan, desde un principio, el amor apasionado de Nacib. En efecto, la descripción de su cuerpo y sus efluvios le provocan placeres paradisíacos que responden a modelos arraigados en el pasado ancestral, quizás de relatos de mujeres hermosas creadas para satisfacer el placer sensual masculino. La cocinera Gabriela se convierte en el prototipo de la mujer que satisface los sentidos primarios: comer, amar y cohabitar. Así, ante el cuerpo de Gabriela “…el deseo subía por el pecho de Nacib, le apretaba la garganta. Sus ojos se oscurecían, el perfume a clavo lo mareaba, ella tomaba el vestido para verlo mejor, resurgía su desnudez cándida… el perfume de clavo llenaba la habitación, el calor que venía del cuerpo de Gabriela envolvió a Nacib, quemaba su piel, y el rayo lunar moría 17 El derecho canónico islámico establece prohibición de casarse con mujer de religión pagana, diferente, a menos que la convierta. Se aceptan -eso sí- las mujeres cristianas o judías, esto es, las mujeres del Libro, por extensión, las que profesan el monoteísmo en La Biblia. Véase también Sura IV “Los Omeyas”; Sura XXIV “La Luz”, entre otras. 18 Glissant. Édouard. Introducción a una poética de lo diverso. Barcelona, Ediciones del Bronce, 2002. 19 Amado, Jorge, op. cit., p. 231. en la cama…”20. Si a la postre fracasó su matrimonio, debido a la infidelidad de ella, al final la convierte nuevamente en su cocinera y, a la vez, en su concubina21, junto a otras amantes esporádicas, con lo cual y, de alguna manera, no quebranta el derecho canónico de poseer mujeres en un haram muy particular. El tema del asesinato de las esposas y amantes a manos de los coroneles engañados permite mostrar otro aspecto de la opacidad de Nacib. En una reunión con sus amigos de Ilheus presumió diciendo que allá en Siria “…la mujer [es] picadita con el cuchillo, el amante capado a navaja”, pero, estando a solas reconocía que lo había dicho solo “de boca para afuera”22 . Aquí es el pensamiento del rastro el que opera en su conciencia, pues su fragmento de educación sociocultural islámica le recordaba que un caso de adulterio requiere la presencia del testimonio de terceros e, incluso, se puede aplicar el perdón en caso de arrepentimiento de los inculpados. En rigor, su pensamiento del rastro le exige reconocer y valorar la cultura religiosa musulmana, comparándola con la experiencia brutal aplicada en Ilheus. Es esta identidad cultural islámica la que le lleva a justificar el comportamiento y luego la infidelidad de Gabriela. Su ambición por ascender a la aristocracia de la ciudad la había desarraigado de sus tradiciones, obligándola a asumir modelos ajenos europeizantes. La novela de Amado muestra a Nacib como sujeto perteneciente a un nosotros colectivo, que ha superado las barreras de la alteridad, que se debate entre las transformaciones modernas y una parte de las tradiciones heredadas. En definitiva, el reconocimiento de Nacib como sujeto aceptado y respetado se comprueba en las expresiones de afecto en situaciones de la vida cotidiana, como por ejemplo cuando se decía de él que “Este turco es el maestro del saber vivir”, o cuando se le invita a pronunciar un discurso “… Fue un éxito sin precedente, sobretodo porque habiendo empezado en portugués y faltándole las palabra bonitas, terminó en árabe…Los aplausos no acababan nunca…”23y porque -en términos de Jean Baudrillard- la misma sociedad ha eliminado las alteridades radicales que fundamentaban la existencia de Nacib y ha aprendido también a asimilar y a comprender que este árabe es “… el hombre más civilizado de Ilheus” y, según Édouard Glissant, también es una poética de lo diverso y lo moderno dentro del territorio brasileño. Universidad de Chile Santiago, Chile [email protected] BIBLIOGRAFÍA AGAR et al. 1997. El mundo árabe y América Latina. Madrid, Ediciones UNESCO/ Libertarias/ Prodhufi. AMADO, Jorge. 1985. Gabriela, calvo y canela. Buenos Aires, Seix Barral. 20 Amado, Jorge. Op. cit., pp. 147-148. Está prohibido al musulmán casarse con adúltera. Sí puede tener hasta cuatro esposas y las concubinas que pueda. En la práctica, y por razones económicas, se contenta el musulmán con una sola esposa. (El Corán, Sura IV “Las mujeres”, aleya 3). 22 Amado, Jorge. Op. cit., p. 115. 23 Amado, Jorge. op. cit., 327. 21 El Corán. 2005. Introducción, traducción y notas de Juan Vernet, Barcelona, Editorial Planeta. GABRIELI, Francesco. 1971. La literatura árabe. Buenos Aires, Editorial Losada. GLISSANTt. Édouard. 2002. Introducción a una poética de lo diverso. Barcelona, Ediciones del Bronce. MARTÍNEZ MONTÁVEZ, Pedro. 1974. “La literatura del Mahyar”. En Introducción a la literatura árabe moderna. Madrid, almenara. pp. 65-81. MOBAREC ASFURA, Norma. 1958. Las Mil y Una Noches como fuente de conocimiento histórico jurídico. Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile. NEUZA NEIF NABHAN. 1997. “La comunidad árabe en Brasil: tradición y cambio. En Lorenzo Agar et al. El mundo árabe y América Latina. Madrid, Ediciones UNESCO/ Libertarias/ Prodhufi. SUBERCASEUX, Bernardo. 1999. Caminos interferidos: de lo político a lo cultural. Reflexiones sobre identidad cultural. En Estudios Públicos 73. 149-163 TODOROV, Tzvetan. 1987. La conquista de América. El problema del otro. México, Siglo Veintiuno Editores. VERNET, Juan. 1968. Literatura árabe. Barcelona, Editorial Gabor.