COMENTARIO EL CREPÚSCULO DE LOS ÍDOLOS

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EL CREPÚSCULO DE LOS ÍDOLOS.
Pertenece al último período de su vida. Fue escrita en 1888, junto
con el Anticristo y Ecce Homo. A finales de ese mismo año aparecen en él
signos evidentes de locura y a principios del año siguiente es ingresado
en una clínica de Basilea. Es el tercer escrito contra la moral. El primero
es “Más allá del bien y del mal “, es lo mismo que más allá de lo
verdadero y lo falso, y al revés: el problema gnoseológica se presenta
como el reverso del conocimiento de la problemática moral. El segundo,
también destructivo, es la “Genealogía de la moral” en el que afirma que
el cristianismo es fruto de un resentimiento, la conciencia no es la voz de
Dios en el hombre, sino el instinto de crueldad vuelto hacia atrás, y el
sacerdote es el terrible poder del ideal ascético, el ideal nocivo por
excelencia.
El “Crepúsculo de los ídolos” o la manera de filosofar con el martillo, es
el tercero. Supone una declaración de guerra contra la antigua verdad. El
nombre, tomado de una ópera de Wagner, significa que ya no hay dioses,
sólo hay deidades falsas veneradas por toda la humanidad. Wagner es
para Nietzsche en la música, lo que Schopenhauer en filosofía. De Wagner
se distancia por la aproximación de éste al cristianismo; desde entonces
dirá de él que es un “decadente corrompido y desesperado...”. Cuando
Wagner le envía su obra Parsifal, Nietzsche contesta con su obra
“Humano, demasiado humano”.
Las consecuencias son obvias. Toca a su fin “casi toda la moral que
hasta ahora se ha enseñado, respetado y predicado”. Esa moral iba
contra los instintos de la vida y representa una condena de tales instintos
y toma a Dios como enemigo de la vida. La moral que aquí ofrece
Nietzsche es una moral presidida por el instinto de vivir. A esta obra
seguirá el “Anticristo” cuya tesis será la necesidad de aniquilar la gran
maldición que es el cristianismo, una religión que interpretó mal a su
fundador, empezando por Pablo.
En cuanto obra filosófica, al pertenecer al último año de lucidez, significa
que es una de sus obras más maduras. Se propone destruir toda huella
de idealismo: sólo existe el mundo real, el mundo del espacio y el tiempo,
el mundo de los sentidos.
El género literario que emplea es el aforístico (aforismo es una sentencia
breve y doctrinal). Son sentencias que tienen una relativa unidad lógica.
Se intenta decir con “frases” lo que otros hacen en libros enteros. En la
crítica a la filosofía señala dos graves errores:
- minusvaloración de la realidad, de esa realidad que es devenir, cambio.
Se ha rechazado el mundo real para afirmar un mundo imaginario, al que
los filósofos llaman real.
- Confusión entre lo último y lo primero: los filósofos se han guiado por
conceptos generales (que son vacíos, no son conceptos ni nada) y de
esta manera llegan al supremo concepto, el más general: Dios. Este
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concepto es lo último (lo más vacío, lo más general) y es puesto como lo
primero (como la base de todo).
Conclusión: 4 tesis que se basan en:
a) hay que poner en entredicho la ontología (el concepto del ser).
b) lo que se ha llamado aparente es real.
c) lo que se ha tenido como verdadero (intemporal, eterno, Dios) es
pura invención.
TEXTO COMENTADO. "EL OCASO DE LOS IDOLOS"
LA «RAZÓN» EN LA FILOSOFÍA
“¿Me pregunta usted qué cosas son "idiosincrasia" en los filósofos?...
Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de
devenir, su "egipticismo". Ellos creen otorgar un honor a una cosa
cuando la deshistorizan, sub specie aeterni [desde la perspectiva de lo
eterno], - cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han
venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de
sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos se¬ñores
idólatras de los conceptos, cuando adoran, - se vuelven mortalmente
peligrosos para todo, cuando ado¬ran. La muerte, el cambio, la vejez, así
como la pro¬creación y el crecimiento son para ellos objeciones, - incluso
refutaciones. Lo que es no deviene; lo que deviene no es... “
-El término idiosincrasia lo emplea Nietzsche con su significado habitual
de peculiaridad, pero haciendo hincapié en lo que hay en ella de idiota.
_El egipticismo es la tendencia a la permanencia estática, a la
petrificación y a la intemporalidad. En su obra”Miscelánea de Opiniones y
Sentencias” dice Nietzsche: “Cuando un pueblo tiene muchas cosas fijas,
ello es prueba de que quiere petrificarse y de que le gustaría convertirse
del todo en un monumento: como ocurrió, a partir de un determinado
momento, con el mundo egipcio”.
_Nietzsche califica lo peculiar de los filósofos con las notas de falta de
sentido histórico, su odio a la noción del devenir y su tendencia al
estatismo y la petrificación. Se está refiriendo a los filósofos dogmáticos,
idealistas y de corte platónico que manifiestan una concepción de las
cosas como si fueran definitivamente como ya son, en vez de
considerarlas como en continua creación, en permanente desarrollo
creativo. Cualquier elemento que afecte a la estabilidad de las cosas no
son más que aspectos que no deben ser considerados. Su estatismo les
lleva a considerar que sólo es lo que está quieto, lo que no cambia ni
deviene. Lo que deviene, no es. Se trata, en definitiva, de la negación del
tiempo, la separación del ser y el tiempo, del mundo de los fenómenos y
de un mundo en sí no sujeto al cambio.
“Ahora bien, todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es.
Mas como no pueden apoderarse de ello, buscan razones de por qué se
les retiene. «Tiene que haber una ilusión, un engaño en el hecho de que
no percibamos lo que es: ¿dónde se esconde el engañador? - «Lo
tenemos, gritan dichosos, ¡es la sensibilidad! Estos sentidos, que
también en otros aspectos son tan immorales, nos engañan acerca del
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mundo verdadero. Moraleja: deshacerse del engaño de los sentidos, del
devenir, de la historia [Historie], de la mentira, - la historia no es más que
fe en los sentidos, fe en la mentira. Moraleja: decir no a todo lo que otorga
fe a los sentidos, a todo el resto de la humanidad: todo él es «pueblo».
¡Ser filósofo, ser momia, representar el monótono-teísmo con una mímica
de sepulturero! - y, sobre todo, fuera el cuerpo, esa lamentable idée fixe
(idea fija) de los sentidos! , ¡sujeto a todos los errores de la lógica que
existen, refutado, incluso imposible, aun cuando es lo bastante insolente
para comportarse como si fuera real! ... »
COMENTARIO: Los filósofos creen sólo en los que es, pero, como
no pueden captarlo en su totalidad, tienen que admitir que hay algo que
los engaña. Es decir, no dudan del punto de partida, de la toma de
postura previa, sino de algún elemento intermedio de los que intervienen
en el intento de percibir eso que es. Así, encuentran ese elemento de
duda en los sentidos que son los que nos engañan dándonos una falsa
información sobre el mundo que consideran verdadero, un mundo en sí.
Como consecuencia tienden a no considerar los sentidos ni todo aquello
que se deriva de ellos, como es, por ejemplo, la historia en tanto que
conocimiento directo de los hechos. Todo lo que está teñido por los
sentidos es propio del pueblo, de quienes no tienen el conocimiento
elevado, pero irreal, de los filósofos.
El “monótono-teísmo” es una expresión burlesca con la que Nietzsche se
refiere a la concepción estática cristiana del monoteísmo.
La exclusión de los sentidos afecta no sólo al conocimiento, sino también
a todo lo que afecta al cuerpo, el elemento tan alejado del alma capaz de
conseguir un conocimiento de lo que las cosas son, a juicio de los
filósofos.
“Pongo a un lado, con gran reverencia, el nombre de Heráclito. Mientras
que el resto del pueblo de los filó-sofos rechazaba el testimonio de los
sentidos porque éstos mostraban pluralidad y modificación, él rechazó su
testimonio porque mostraban las cosas como si tu¬viesen duración y
unidad. También Heráclito fue injusto con los sentidos. Estos no mienten
ni del modo como creen los eleatas ni del modo como creía él, - ¡no
mienten de ninguna manera. Lo que nosotros hacemos de su testimonio,
eso es lo que introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la
mentira de la coseidad, de la sustancia, de la duración... La «razón» es la
causa de que nosotros falseemos el testimonio de los sentidos.
Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos no mienten...
Pero Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una ficción
vacía. El mundo «apa¬rente» es el único: el «mundo verdadero» no es
más que un añadido mentiroso... “
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COMENTARIO: En toda su obra manifiesta Nietzsche un gran
respeto a la figura de Heráclito. Su rechazo de los sentidos no se basaba
en que mostraran el cambio y la pluralidad, sino justamente por lo
contrario, porque mostraban la duración y la unidad de las cosas. Pero,
en definitiva, también rechazaba los sentidos como elementos
engañadores.
La mentira de los sentidos no está en lo que los sentidos hacen, sino en
lo que nosotros hacemos con lo que ellos nos ofrecen, porque su
testimonio lo pasamos por el filtro de la razón, a la que se considera
como el criterio más elevado para conocer la realidad.
La reivindicación de los sentidos lleva a Nietzsche a decir que los
sentidos no mienten nunca. Lo que la razón pretende buscar es una
ficción vacía. El único mundo existente es el que nos muestran los
sentidos. El mundo “verdadero” de la razón es la mentira que se añade a
lo que captamos con los sentidos
“ ¡Y qué sutiles instrumentos de observación tenemos en nuestros
sentidos! Esa nariz, por ejemplo, de la que ningún filósofo ha hablado
todavía con veneración y gratitud, es hasta este momento incluso el más
delicado de los instrumentos que están a nuestra disposición: es capaz
de registrar incluso diferencias mínimas de mo¬vimiento que ni siquiera
el espectroscopio registra. Hoy nosotros poseemos ciencia exactamente
en la medida en que nos hemos decidido a aceptar el testimonio de los
sentidos, - en que hemos aprendido a seguir aguzándolos, armándolos,
pensándolos hasta el final. El resto es un aborto y todavía-no-ciencia:
quiero decir, metafísica, teología, psicología, teoría del conocimiento. O
ciencia formal, teoría de los signos: como la lógica, y esa lógica aplicada,
la matemática. En ellas la realidad no llega a aparecer, ni siquiera como
problema; y tampoco como la cuestión de qué valor tiene en general ese
convencionalismo de signos que es la lógica. “
COMENTARIO: Hace Nietzsche una reivindicación del olfato como
uno de los sentidos menos considerados, pero con mayor poder de
captación. En “Ecce Homo” dice en relación con su nariz:”Yo soy el
primero que ha descubierto la verdad, debido a que he sido el primero en
sentir- en oler- la mentira como mentira...Mi genio está en mi nariz”.
El arma más eficaz que encuentra Nietzsche para combatir las
lucubraciones alejadas de la realidad que lleva a cabo la metafísica es la
que viene representada por los sentidos. Ellos nos ponen en contacto con
la realidad y, gracias a que hemos aceptado su testimonio, hemos podido
hacer ciencia. Lo que no cuenta con los sentidos o no es todavía ciencia
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o es ciencia formal, en donde, por su propio carácter, la realidad no tiene
por qué aparecer.
“La otra idiosincrasia de los filósofos no es menos peligrosa: consiste en
confundir lo último y lo primero. Ponen al comienzo, como comienzo, lo
que viene al final - ¡por desgracia! , ¡pues no debería siquiera venir! - los
«conceptos supremos», es decir, los conceptos más generales, los más
vacíos, el último humo de la realidad que se evapora. Esto es, una vez
más, sólo expresión de su modo de venerar: a lo superior no le es lícito
provenir de lo inferior, no le es lícito provenir de nada... Moraleja: todo lo
que es de primer rango tiene que ser causa sui (causa de sí mismo). El
proceder de algo distinto es considerado como una objeción, como algo
que pone en entredicho el valor. Todos los valores supremos son de
primer rango, ninguno de los conceptos supremos, lo existente, lo
incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto - ninguno de ellos
puede haber devenido, por consiguiente tiene que ser causa sui . Mas
ninguna de esas cosas puede ser tampoco desigual una de otra, no puede
estar en contradicción consigo misma... Con esto tienen los filósofos su
estupendo concepto «Dios»... Lo último, lo más tenue, lo más vacío es
puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimum (ente
realísimo) ... ¡Que la humanidad haya tenido que tomar en serio las
dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de telarañas! - y lo ha
pagado caro! ... “
COMENTARIO: Además del vicio de eliminar el tiempo, los filósofos
tienen el del confundir lo primero con lo último. Quiere esto decir que la
metafísica se deja guiar por los conceptos supremos y más generales, los
cuales no sólo no deberían estar al principio, sino que ni siquiera
deberían existir, porque lo que debe hacer el filósofo es atenerse al dato,
a lo que se muestra a los sentidos sin perderlo nunca de vista.
Los conceptos metafísicos son para Nietzsche imágenes que se han
quedado vacías, abstracciones que ocupan el lugar en el que antes había
intuiciones.
El proceder de los filósofos responde, no a un modo de mostrar la
realidad tal como aparece, sino a un modo de venerar, esto es, de dar
culto a una serie de normas a las que tiene que atenerse cualquier
proceso de conocimiento de la realidad. Por eso dice que a lo superior no
le es lícito provenir de lo inferior ni de nada. El conocimiento de la
realidad no debe ser fiel a esta misma realidad, sino a las leyes que
regulan ese conocimiento.
Como consecuencia, lo superior, los conceptos supremos, tienen que ser
causa de sí mismos, porque no deben estar contaminados con la realidad
sensible, cosa que pondría en entredicho su valor. El concepto más alto
de todos y, por tanto, el más vacío, es puesto por los filósofos como el
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ente más real; y las conse-cuencias para la filosofía son catalogadas por
nuestro autor como dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de
telarañas.
“Contrapongamos a esto, por fin, el modo tan dis¬tinto como nosotros (digo nosotros por cortesía ... ) vemos el problema del error y de la
apariencia. En otro tiempo se tomaba la modificación, el cambio, el
devenir en general como prueba de apariencia, como signo de que ahí
tiene que haber algo que nos induce a error. Hoy, a la inversa, en la
exacta medida en que el prejuicio de la razón nos fuerza a asignar unidad,
identidad, duración, sustancia, causa, coseidad, ser, nos ve¬mos en
cierto modo cogidos en el error, necesitados al error; aun cuando,
basándonos en una verificación rigurosa, dentro de nosotros estemos
muy seguros de que es ahí donde está el error. “
COMENTARIO: El saber que su postura no es compartida por la
generalidad de los filósofos lleva a Nietzsche a emplear con ironía
“nosotros” para designar a los que piensan como él.
Considera el tema de la diferenciación entre apariencia y realidad. En su
opinión, antes se consideraba el devenir como prueba de una apariencia
que nos induce a error. Pero la razón necesita que las cosas no cambien,
sino que sean, por lo que se ve abocada a admitir el error procedente de
no considerar las cosas tal como nos aparecen.
“Ocurre con esto lo mismo que con los movimientos de una gran
constelación: en éstos el error tiene como abogado permanente a nuestro
ojo, allí a nuestro lenguaje. Por su génesis el lenguaje pertenece a la
época de la forma más rudimentaria de psicología: penetramos en un
fetichismo grosero cuando adquirimos consciencia de los presupuestos
básicos de la metafísica del lenguaje, dicho con claridad: de la razón. Ese
fetichismo ve en todas partes agentes y accio¬nes: cree que la voluntad
es la causa en general; cree en el «yo», cree que el yo es un ser, que el yo
es una sustancia, y proyecta sobre todas las cosas la creencia en la
sustancia -yo- así es como crea el concepto «cosa»... El ser es añadido
con el pensamiento, es introducido subrepticiamente en todas partes
como causa; del concepto «yo» es del que se sigue, como derivado, el
concepto «ser»... Al comienzo está ese grande y funesto error de que la
voluntad es algo que produce efectos, ¬de que la voluntad es una
facultad... Hoy sabemos que no es más que una palabra "...
Una vez embarcados en la razón nos vemos necesitados de utilizar su
lenguaje. Las palabras actúan como fetiches, como elementos mágicos
que nos introducen en un ámbito del que no podemos salir sin aceptar
sus reglas. De esta forma el lenguaje metafísico racional nos hace ver
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causas, sustancias, etc. Las cosas ya no son, sino que su ser es añadido
con el pensamiento. Y, por otra parte, se dota de ser a entidades que no
son sino palabras.
“Mucho más tarde, en un mundo mil veces más ilustrado, llegó a la
consciencia de los filósofos, para su sorpresa, la seguridad, la certeza
subjetiva en el manejo de las categorías de la razón: ellos sacaron la
conclusión de que esas categorías no podían proceder de la empiria, - la
empiria entera, decían, está, en efecto, en contradicción con ellas. ¿De
dónde proceden, pues? - Y tanto en India como en Grecia se cometió el
mismo error: «nosotros tenemos que haber habitado ya alguna vez en un
mundo más alto ( - en lugar de en un mundo mucho más bajo: ¡lo cual
habría sido la verdad! ), nosotros tenemos que haber sido divi¬nos, ¡pues
poseemos la razón! »... De hecho, hasta ahora nada ha tenido una fuerza
persuasiva más ingenua que el error acerca del ser, tal como fue
formulado, por ejemplo, por los eleatas: ¡ese error tiene en favor suyo, en
efecto, cada palabra, cada frase que nosotros pro¬nunciamos! -También
los adversarios de los eleatas sucumbieron a la seducción de su
concepto de ser: entre otros Demócrito, cuando inventó su átomo... La
«ra¬zón» en el lenguaje: ¡oh, qué vieja hembra engañadora! Temo que no
vamos a desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la
gramática... “
COMENTARIO: Con el tiempo los filósofos fueron adquiriendo
seguridad en el manejo de las categorías de la razón, llegando a la
conclusión de que éstas no podían proceder de la experiencia, sino que el
hombre tenía que haber habitado, antes de hacerlo en este mundo, en
otro más alto en el que imperara la razón.
Mientras el lenguaje esté teñido de las categorías de la razón
permanecerán los instrumentos útiles para engañarnos respecto a la
realidad. Por eso va a ser difícil que nos deshagamos del concepto de
Dios, porque continuaremos creyendo en la gramática, que es
considerada por Nietzsche como “la metafísica del pueblo”.
“Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan
nuevo, en cuatro tesis: así facilito la comprensión, así provoco la
contradicción.
Primera tesis. Las razones por las que «este» mundo ha sido calificado de
aparente fundamentan, antes bien, su realidad, - otra especie distinta de
realidad es absolutamente indemostrable.
Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al «ser
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verdadero» de las cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada,
- a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es como se ha
construido el «mundo verdadero»: un mundo aparente de hecho, en
cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.
Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de «otro» mundo distinto de éste no
tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de
calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este
último caso tomamos venganza de la vida con la fantasmagoría de «otra»
vida distinta de ésta, «mejor» que ésta.
Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo «verdadero» y en un mundo
«aparente», ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en
última instancia, un cristiano alevoso), es únicamente una sugestión de la
décadence, -un síntoma de vida descendente... El hecho de que el artista
estime más la apariencia que la realidad no constituye una objeción
contra esta tesis. Pues «la apariencia» significa aquí la realidad una vez
más, sólo que seleccionada, reforzada, corregida... El artista trágico no es
un pesimista, - dice precisamente sí incluso a todo lo problemático y
terrible, es dionisíaco... “
COMENTARIO: El último apartado de este capítulo es empleado por
Nietzsche para hacer un resumen en cuatro tesis de su pensamiento
sobre el papel de la razón en la filosofía. Tales tesis son las siguientes.
1. Las razones por las que este mundo es considerado como aparente,
esto es, el que sea captado a través de los sentidos, son precisamente las
que nos hacen ver que es real, pues no hay otra realidad posible que la
que nos viene por ese medio.
2. Las características que se le atribuyen al “ser verdadero” no son más
que características de la nada. El llamado mundo verdadero no es más
que algo ilusorio, creado por las necesidades de mantener una moral que
necesita que se cumplan sus leyes.
3.No tiene sentido inventar fábulas acerca de otro mundo, a menos que
queramos mentir o que estemos poseídos de un recelo frente a la vida
que nos lleve a vengarnos de ella.
4. Distinguir un mundo real y otro aparente no es más que un síntoma de
decadencia, de alejamiento de la vida real, de pesimismo ante las
posibilidades de la vida. El artista, en cambio, estima más la apariencia de
este mundo que la realidad del otro, porque es dionisíaco.
_ Repárese en la distinción entre apolíneo y dionisíaco, tan empleada por
Nietzsche. El símbolo de Apolo se refiere a lo aparente- lo que los
filósofos consideran real-, lo perfectamente formado, lo armónico y lo
bien expresado. Dionisos, por el contrario, denota lo que está en camino
de ser, lo que aún no tiene forma, pero posee la fuerza arrolladora de la
vida, del deseo de ser.
Según las cuatro tesis, la tarea que propone Nietzsche es la de invertir la
ontología, y poner en entredicho la valoración que se ha hecho hasta
ahora del ser; lo que la Filosofía había considerado como apariencia, es
decir, lo sensible, lo temporal, es lo verdaderamente real para Nietzsche;
y, en cambio, lo que hasta ahora se creía verdadero Ser- lo intemporal, lo
eterno, Dios-_ es pura invención del pensamiento.
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Con la alusión que hace al “artista trágico” en los últimos renglones,
parece indicar que la apariencia del artista es más real que la apariencia
del pensar conceptual, propio de los filósofos, porque en la apariencia del
arte la vida misma se transfigura.
CÓMO EL «MUNDO VERDADERO» ACABÓ CONVIRTIÉNDOSE EN UNA
FÁBULA
Historia de un error
1. El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, -él vive
en ese mundo, es ese mundo.
(La forma más antigua de la Idea, relativamente inteligente, simple,
convincente. Trascripción de la tesis «yo, Platón, soy la verdad».)
2. El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al
piadoso, al virtuoso («al pecador que hace penitencia»).
(Progreso de la Idea: ésta se vuelve más sutil, más capciosa, más
inaprensible, - se convierte en una mujer, se hace cristiana ... )
3. El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero,
ya en cuanto pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo.
(En el fondo, el viejo sol, pero visto a través de la niebla y el
escepticismo; la Idea, sublimizada, pálida, nórdica, konigsberguense ).
4. El mundo verdadero - ¿inasequible? En todo caso, inalcanzado. Y en
cuanto inalcanzado, también desconocido. Por consiguiente, tampoco
consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría obligarnos algo
desconocido?...
(Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del
positivismo.)
5. El «mundo verdadero» -una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni
siquiera obliga,-una Idea que se ha vuelto inútil, superflua, por
consiguiente una Idea refutada: ¡eliminémosla!
(Día claro; desayuno; retorno del bon sens [buen sentido] y de la
jovialidad; rubor avergonzado de Platón; ruido endiablado de todos los
espíritus libres.)
6. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?,
¿acaso el aparente?... ¡No!, ¡al eliminar el mundo verdadero hemos
eliminado también el aparente!
(Mediodía; instante de la sombra más corta; final del error más largo;
punto culminante de la humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA [comienza
Zaratustra].)
COMENTARIO: En este párrafo se recogen cinco momentos en la
evolución del pensamiento respecto a la verdad y a la apariencia:
1) platonismo : la verdad es accesible al sabio;
2) cristianismo: el mundo verdadero, el cielo, es alcanzable por el sabio
en la otra vida;
3) Kant: referencia a la creencia de Kant en los postulados de la razón
práctica- existencia de Dios, del premio en la vida futura, etc;
4) Positivismo: doctrina formulada por August Comte ( 1798-1857), que
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fue la ideología dominante en el pensamiento científico de finales del
siglo XIX. El positivismo no concede valor más que a las verdades
positivas( por positivo entendía Comte a lo real, frente a lo imaginario: lo
demostrable frente a lo indemostrable). Consideraba que las verdades
positivas sólo pueden hallarse en cinco ciencias: astronomía, física,
química, fisiología y física social ( sociología). Fuera de ellas, sólo reina el
subjetivismo, la incertidumbre y el error. El positivismo renuncia a lo a
priori y a la “cosa en sí”, valorando únicamente lo que es experimental y
se expresa mediante leyes científicas.Una tesis central en la teoría del
conocimiento de Comte y los positivistas es la de que hay que atenerse a
los puros hechos. Frente a esto Nietzsche sostiene que no hay puros
hechos, que todo hecho es siempre fruto de una interpretación. Es decir,
los hechos se dan siempre dentro de una previa concepción del mundo,
de una teoría, o de una manera afectiva de relacionarse con el mundo.
Esto le lleva a Nietzsche a sostener que la psicología del propio
observador también cuenta.
5) Zaratustra: sacerdote persa al que Nietzsche usa como protagonista en
su principal libro”Así habló Zaratustra” en el que expone sus tesis
fundamentales
6) Al eliminar el mundo verdadero, se elimina también el aparente.
ANÁLISIS DE TÉRMINOS
DIONISÍACO.
Aunque el término de la Pau es Dionisíaco se trata de explica el término y
contraponerlo a Apolíneo Por ello vamos a hablar de ambos términos.
La primera obra de Nietzsche “ el origen de la tragedia” , contiene el núcleo de su
filosofía: el reconocimiento de la vida como valor fundamental y la convicción de
que la cultura occidental ha rechazado la vida o le ha tenido miedo.
En esta primera formulación de su pensamiento, Nietzsche afirma que la tragedia
griega clásica nos muestra los dos principios que componen la realidad; el espíritu
dionisíaco ( del dios Dionisos), que contiene los valores de la vida, y el espíritu
apolíneo ( del dios Apolo), que contiene los valores de la razón.
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Espíritu dionisíaco
Espíritu apolíneo
En la tragedia griega, el dios Apolo
En la tragedia griega, el dios Dionisio
representa los valores de la razón.
representa los valores de la vida. Dionisio Apolo es la divinidad de la luz, la
es la divinidad del vino, la fecundidad, la proporción y la justa medida, del
salud; es la imagen de la fuerza instintiva equilibrio y la serenidad; encontramos
y pasional, de la corriente vital
su espíritu en la obra bella, equilibrada
efervescente. El hombre dionisíaco vive y perfecta. El hombre apolíneo quiere
en plena armonía con la naturaleza.
dormir y enmascarar la realidad, ya
que en él predomina la razón.
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Nietzcshe considera que la Grecia presocrática no ha olvidado a ninguno de los
dos dioses: en el equilibrio griego apolíneo podemos encontrar la pasión
dionisíaca. Así, el arte de la tragedia clásica griega manifiesta lo más profundo de
la existencia humana: muestra y mantiene la oposición inconciliable entre los dos
órdenes de valores: los de la vida y los de la razón, entre el espíritu dionisíaco y el
espíritu apolíneo. El arte trágico es una valiente y sublime aceptación de la vida, un
sí a la vida, a pesar del dolor que ésta comporta.
Según Nietzsche, con la irrupción de Sócrates y Platón comenzaron la decadencia
y el error; los elementos morales e intelectuales se impusieron y se inició el
predominio histórico de todo aquello que es lógico y racional, es decir, de los
valores apolíneos por encima de los valores dionisíacos. Sócrates prefirió la
muerte a la lucha.
Nietzsche se convirtió en el gran defensor de la actitud dionisíaca de aceptación
de la vida, de la vida tal como es, con el dolor y la muerte que comporta. Fue el
gran crítico de la actitud de renuncia a la vida, de huida ante la vida; consideraba
que esta actitud fue iniciada por Sócrates y asumida por el pensamiento cristiano.
En la realidad hay dolor y destrucción; ahora bien, el camino superior para
enfrentarse a esta realidad no es la renuncia ni el ascetismo, sino el arte, un arte
que afirme la vida en su plenitud. Ya hemos visto que este arte se había
manifestado en la tragedia griega; pues bien, el drama musical de Wagner ocupa,
según Nietzsche, el lugar que la tragedia clásica ocupaba en el mundo griego
presocrático: expresa el sí a la vida del espíritu dionisíaco. Wagner es el prototipo
de artista trágico.
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INOCENCIA DEL DEVENIR.
En opinión de Nietzsche, la filosofía tradicional ha sentido siempre rechazo al
devenir, al carácter cambiante y fluyente de las cosas, persiguiendo ilusoriamente
el ideal de una realidad superior que poseyera los caracteres contrarios a los de
este mundo cambiante en el que habitamos. Para estos filósofos el carácter
fluyente de la realidad, el incesante cambio de todas las cosas, el devenir, en
suma, ha sido algo molesto que no coincidía con las características que, según
ellos, debería tener la verdadera realidad: inmutabilidad, eternidad, universalidad,
etc. Frente a esta actitud de rechazo al devenir y de minusvaloración del mundo
sensible, Nietzsche afirma la sola existencia del mundo del devenir y de las
apariencias, considerando que no existe más que este mundo, perpetuamente
móvil y cambiante, sin que exista ninguna realidad superior a esta, ni ninguna
meta ni estado último que sea la culminación del devenir.
Del mismo modo, a Nietzsche le parecen errados y falaces los intentos de
encontrarle un sentido al devenir, una interpretación verdadera y exclusiva, un
modo único de valorar a una realidad que, por esencia, es fluyente y cambiante,
multiforme e inabarcable, en nada parecida a esa supuesta “verdadera realidad”,
de la que desde siempre han hablado los metafísicos y los creyentes. Aceptar que
el mundo es tal como se nos aparece y no como a la Razón le gustaría que fuera
implica comprender la inocencia del devenir y la vanidad de las pretensiones
humanas de hallar verdades y valores absolutos.
MORAL CONTRANATURAL.
Nietzsche critica de la moral tradicional su dogmatismo moral y su carácter
antivital.
1) El dogmatismo moral. El dogmatismo moral presenta las dos características
siguientes: consideración de los valores morales como valores objetivos y
universalidad de los valores morales:
crítica a la consideración objetiva de la moral: Platón situó los valores en el mundo
eterno e inmutable de las Ideas, el cristianismo los sitúa en el ámbito eterno e
inmutable de la mente de Dios. Pero la moral tradicional, dice Nietzsche, se
equivoca totalmente: los valores morales no tienen una existencia objetiva, no
existe un ámbito en el que se encuentren los valores como realidades
independientes de las personas, no existen los valores como una de las
dimensiones de las cosas, ni como realidades que estén más allá de éstas, en un
supuesto mundo objetivo. Los valores los crean las personas, son proyecciones
de nuestra subjetividad, de nuestras pasiones, sentimientos e intereses, los
inventamos, existen porque nosotros los hemos creado. Sin embargo, es frecuente
olvidar este hecho, de ahí que habitualmente los vivamos como objetivos y los
sintamos como mandatos, como exigencias que vienen de fuera (de la ley de Dios,
de la Naturaleza o de la conciencia moral). El dogmatismo moral consiste
precisamente en olvidar que los valores dependen de noso¬tros, consiste en
mantener que tienen una existencia objetiva;
universalidad de los valores: como consecuencia de la creencia en el carácter
independiente de los valores, la moral tradicional creyó también que las leyes
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morales valen para todos los hombres: si algo es bueno es bueno para todos, si
algo no se debe hacer no es correcto que lo haga nadie. Esto es, precisamente, lo
que indicaba el imperativo categórico kantiano y la conclusión a la que se podía
llegar también a partir de la consideración tomista de la ley moral como
consecuencia de la ley natural, y ésta de la ley eterna. Nietzsche niega este
segundo rasgo del dogmatismo moral: si realmente los valores existiesen en un
Mundo Verdadero y Objetivo podríamos pensar en su universidad, pero no existe
dicho Mundo, por lo que en realidad los valores se crean, y por ello cambian y son
distintos a lo largo del tiempo y en cada cultura. Una vez criticado el fundamento
absoluto que sirve de soporte a la validez de la moral, no se puede pensar en su
universalidad.
2) La moral tradicional es antivital: podría parecer que con la descripción anterior
Nietzsche está justificando toda apreciación moral, sea cual sea, ya que todas en
el fondo valen lo mismo: nada. Pero esto no es así: aunque la defensa de un
criterio de verdad moral puede parecer algo paradójico desde su punto de vista,
Nietzsche nos propone uno pues todas las tablas de valores son inventadas, pero
hay algunas mejores que otras; el criterio utilizado para esta apreciación es el de
la fidelidad a la vida: los valores de la moral tradicional son valores contrarios a la
vida, contrarios a la categorías básicas que parecen estar involucradas en la vida.
La moral tradicional (la moral cristiana) es “antinatural” pues presenta leyes que
van en contra de las tendencias primordiales de la vida, es una moral de
resentimiento contra los instintos y el mundo biológico y natural. Esto se ve
claramente en la obsesión de la moral occidental por limitar el papel del cuerpo y
la sexualidad.
El dogmatismo moral tiene varias implicaciones (para Nietzsche “patológicas”): la
idea de pecado y de culpa, y la de la libertad. La idea de pecado es una de las ideas
más enfermizas inventadas por la cultura occidental: con ella el sujeto sufre y se
aniquila a partir, sin embargo, de algo ficticio; no existe ningún Dios al que
tengamos que rendir cuentas por nuestra conducta, sin embargo el cristiano se
siente culpable ante los ojos de Dios, se siente observado, cuestionado, valorado
por un Dios inexistente, del que incluso espera un castigo; situación paradójica
por cuanto este Dios y los propios valores morales son una creación de él mismo.
El cristianismo (y todo el moralismo occidental) tiene necesidad de la noción de
libertad: para poder hacer culpables a las personas es necesario antes hacerlas
responsables de sus acciones. El cristianismo cree en la libertad de las personas
para poder castigarlas. “No puede negarse que el error más grave, más pertinaz y
peligroso, que jamás fue cometido, ha sido un error dogmático, es decir, la
invención de un espíritu puro y del bien en sí de parte de Platón” (“Más allá del
bien y del mal”).
Los valores tradicionales son los de la moral de esclavos y frente a ellos
Nietzsche propone la moral de los señores, los valores del superhombre y de
afirmación de la vida.
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MUNDO APARENTE/ MUNDO VERDADERO.
En el examen de Pau aparecerá sólo el término “mundo aparente” pero hay que
compararlo con el concepto de “mundo verdadero”. Por ello hablaremos de
ambos.
Para Nietzsche los sentidos no mienten nunca, por ello, considerará a la razón una
invención vacía de contenido. En consecuencia el único mundo que puede existir
es el que nos muestran los sentidos. Esto lleva al autor a afirmar que el mundo
aparente es el verdadero, mientras que el mundo verdadero sólo es una mentira
que se completa con todo aquello que percibimos con los sentidos.
Por eso manifiesta continuamente sus dudas sobre la correspondencia de la
verdad conocida con la realidad. Nietzsche crítica a Platón por defender el mundo
verdadero de la Idea frente a la Cosa, ya que como es sabido, Platón defendió el
dualismo ontológico, dividió la realidad en dos mundos opuestos a los que
atribuyó las siguientes características:
DUALISMO ONTOLÓGICO EN PLATÓN
se alcanza mediante Es le corresponde se relaciona con
MUNDO VERDADERO la razón objetivo inmutable la eternidad el bien el alma
MUNDO APARENTE los sentidos subjetivo cambiante el nacimiento, la duración y
la muerte el mal el cuerpo
Nietzsche también criticará a Kant porque defendía como verdadero el mundo del
noúmeno frente al fenómeno.
PLATONISMOS
En Platón
En el cristianismo En Kant
MUNDO VERDADERO Mundo de las Ideas Mundo Sobrenatural, particularmente
Dios Realidad Nouménica o Cosa en Sí
MUNDO APARENTE Mundo Sensible Mundo terrenal o finito Realidad Fenoménica
En definitiva, para Nietzsche el único mundo que existe es el nuestro, el mundo
terrenal, el del espacio y el tiempo. Y eso le lleva a considerar como el gran error
de la metafísica, desde Sócrates, el inventarse un mundo racional que además
resta valor al mundo que le es opuesto, es decir, el que se ofrece a los sentidos, el
mundo del devenir. Esta situación confunde a los filósofos que terminan
defendiendo la existencia de dos mundos: uno aparente e irreal (el mundo de los
sentidos) y otro racional y horizonte último de nuestra existencia
(el mundo verdadero). A esto Nietzsche lo denomina platonismo.
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TRANSMUTACIÓN DE LOS VALORES.
Momento necesario para el final de la moral tradicional (o moral de esclavos) y la
aparición del superhombre.
Nietzsche no propone vivir sin valores (llega a considerar incluso que esto es
imposible); propone más bien invertir la tabla de valores: superar la moral
occidental, moral de renuncia y resentimiento hacia la vida, mediante una nueva
tabla en la que estén situados los valores que supongan un sí radical a la vida.
Con una expresión excesivamente retórica Nietzsche llama “rebelión de los
esclavos” a la situación que se crea con el triunfo del cristianismo: el cristianismo
y el judaísmo sustituyen la moral aristocrática (que Nietzsche cree encontrar en el
mundo griego antiguo) por la moral de los esclavos. Con el cristianismo prospera
la moral de los débiles, de los que quieren huir del rigor de la vida inventándose un
mundo objetivo, de reposo, de justicia. Nietzsche nos dice que los judíos invierten
el código moral aristócrata: “Han sido los judíos los que, con una consecuencia
lógica aterradora, se han atrevido a invertir la identificación aristocrática de los
valores (bueno = noble = poderoso = bello = feliz = amado de Dios) y han
mantenido con los dientes del odio más abismal (el odio de la impotencia) esa
inversión, a saber, “los miserables son los buenos; los pobres, los impotentes, los
bajos son los únicos buenos; los que sufren, los indigentes, los enfermos, los
deformes, son también los únicos piadosos, los únicos benditos de Dios,
únicamente para ellos existe la bienaventuranza.” (“La genealogía de la moral”).
MORAL DE SEÑORES MORAL DE ESCLAVOS
voluntad de jerarquía, de excelencia
voluntad de igualdad
ama lo que eleva, lo noble
resentimiento contra la vida superior
quiere la diferencia
iguala, censura la excepción
es la moral del héroe, del guerrero, del que no teme el dolor ni el sufrimiento
glorifica lo que hace soportable la vida a los pobres, los enfermos y débiles de
espíritu, la concordia
• altruismo, hermandad entre los hombres es la moral de la persona que crea
valores se encuentra con los valores dados ama la muerte de Dios ama y teme a
Dios.
La transmutación de los valores es la superación de esta moral de esclavos para
recuperar de nuevo la moral aristócrata, y permite el triunfo del código moral del
superhombre
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