1 La masculinidad como cebolla: los hombres y el género Fuente: http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es/ "La masculinidad es como una cebolla: no hay nada debajo y hace llorar." Oscar Guasch, sociólogo. "El modelo de género de los hombres coacciona mucho. Según los modelos tradicionales, tanto hombres como mujeres tienen que limitarse y tienen que renunciar a la mitad de sí mismo, pero en el caso de los hombres, esto tenía premio. Es decir, renunciar a la parte de la sensibilidad, la ternura... se compensaba económicamente y con prestigio social, y en el caso de las mujeres no se compensaba con nada. Esto ha hecho que el modelo de género masculino sea más rígido que el modelo de género femenino. En la actualidad, nosotras podemos ponernos falda o pantalón, ¿pueden ellos ponerse faldas? Nosotras podemos pintarnos o no pintarnos, ¿puede cualquiera de nuestros compañeros pintarse una sombra sobre los párpados, que hace bonita cualquier mirada? O el niño que le gusta jugar con las muñecas, o las danzas clásicas... ¿Lo tienen igual de fácil ellos transgredir el modelo de género? No." afirma Dolores Juliano, antropóloga. "Si nos atrevemos a movernos del guion dominante de “qué debe hacer” y “cómo debe comportarse un hombre”"- advierte el también antropólogo Eduardo Liendro Zingoni ",estamos expuestos a recibir fuertes críticas de desvalorización y nos enfrentamos a nuestros propios temores al qué dirán; esto muchas veces puede más que nuestras ganas de innovar y explorar más allá del campo seguro de nuestra supuesta hombría." "A diferencia de las mujeres, que llevan siglos cuestionando su lugar en la sociedad y el pacto social que las ha mantenido históricamente discriminadas, los hombres no hemos tenido la necesidad de mirarnos en el espejo y mucho menos de analizar críticamente una estructura que nos beneficiaba."- confiesa Octavio Salazar Benítez, autor de "Masculinidades y ciudadanía." -"Como bien sentenció John Stuart Mill, hemos sido educados en la “pedagogía del privilegio” y, por tanto, nos hemos limitado a ejercer el poder en unas estructuras binarias basadas en la supremacía de lo masculino sobre lo femenino. Todo ello, además, con el respaldo garantista de los ordenamientos jurídicos y desde la identificación de lo universal con lo masculino.". Incluso la Historia Universal (o de Europa) se construye y enseña reiterando los relatos de las grandes guerras, de las invasiones y sangrientas revoluciones llevadas 2 únicamente por grandes hombres conquistadores, dictadores, héroes revolucionarios y pensadores. Esto, en casos extremos, produce que los hombres estén acostumbrados a que sean cubiertas todas sus necesidades y deseos, y puede causar inmadurez para afrontar los retos de la vida, escapando de ellos e incluso, en algunos casos, exigiendo a su compañera un papel maternal. "La masculinidad es como una cebolla: no hay nada debajo y hace llorar" afirma Oscar Guasch, sociólogo, y explica: "La masculinidad está hecha de capas y capas (de ritos, palabras, y significados) que no esconden ningún núcleo ni ningún corazón. La masculinidad es volátil y es sutil, incluso cuando no lo son algunas de sus manifestaciones sociales visibles: violencia, competitividad, e individualismo." Desde pequeños los varones son inducidos a competir antes que compartir. Juegos como policías y ladrones, soldaditos, armas de juguete y videojuegos violentos y de acción, son el mismo modelo de masculinidad. “Compórtate como un hombre”, “está hecho todo un hombre”, “pelea como hombre”, “hablemos de hombre a hombre”... Aprender a ser valientes, agresivos, activos, competitivos y exitosos en su trabajo; promiscuos, fértiles y potentes en el ámbito de la sexualidad. Aprenderlo y demostrarlo y certificarlo, porque no es algo que venga natural, como a las mujeres, que se definen naturales funciones sociales como la maternidad o el cuidado. La masculinidad, como constructo social y, se cree, muy alejado de la naturaleza, siempre puede cuestionarse. LOS HOMBRES NO LLORAN. Educados para reprimir sus emociones. El género dicta que hay que ser duros, fuertes, inquebrantables. SEXUALMENTE AUTOEXIGENTES Promiscuos, fértiles y potentes en el ámbito de la sexualidad. La masculinidad tradicional exige que los hombres sean estoicos con respecto a sus conflictos emocionales y se arriesgan a que les cuestionen la virilidad cuando se sienten acomplejados. Ellos se enfrentan a una presión similar a las mujeres de cómo ven su cuerpo, pero sobre todo, a dar la talla con su mayor símbolo de virilidad: el pene. LLEVAR EL PAN A CASA. Basar su autoestima en el éxito profesional, o en lo que el sistema dicta que es el éxito, porque son los que llevan el sustento a casa. Esto acarrea miedo a cambiar de giro laboral, cometer errores o probar cosas nuevas, de elegir una actividad profesional donde poder divertirse y sentirse motivados antes de vender su alma por un suculento pero esclavizante salario. PADRE NO HAY MÁS UNO. Esta visión del trabajo ayuda a poner en orden prioridades, dando más espacio para una paternidad compartida al comprender que ser padre no es un papel de apoyo ni rol secundario. Participar de manera activa y presente en la crianza y educación, 3 sustituyendo la idea de protección por el cuidado y la de ayuda por responsabilidad compartida. La autoridad del pater familias ya no es sagrada. Ya no se trata de ser "el que lleva los pantalones". Ahora todo es negociable y las familias son democráticas. Ahora el respeto y el cariño hay que ganárselo, y muchos no saben por dónde empezar. Rawelyn Connell, socióloga experta en masculinidad, advierte que "El género es la manera en que la sociedad maneja las diferencias sexuales, pero sabemos, hay gran cantidad de investigación que lo demuestra, que no existen diferencias psicológicas tan significativas. Los libros del tipo "Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus están totalmente errados."" "Esa es mi contribución a la sociología, demostrar que nuestro destino como seres humanos no está determinado por la química cerebral ni por nuestros órganos reproductivos, sino por las estructuras sociales, y es ahí donde empiezan los problemas entre hombres y mujeres, las que permiten el abuso, la falta de respeto entre géneros, la violencia. Pero se puede cambiar: los problemas sociales son sociales, no biológicos." "Los niveles de desigualdad cambian a través del tiempo, así que no hay un patrón fijo a través de la historia, y eso me da cierto optimismo." De hecho, según Guasch "El hombre que creció durante el industrialismo ha muerto. El músculo ya no tiene sentido en la sociedad pos-industrial. Ahora es necesaria la intuición y la adaptabilidad. La mina, la fábrica, e incluso el cuartel, ya no tienen sentido en la nueva sociedad. Y por eso los hombres que se educaron en esos ámbitos, son hoy en día hombres fuera de contexto. Los hombres están cambiando porque ha cambiado la sociedad y tienen que adaptarse al nuevo paradigma socioeconómico. No es algo bueno ni tampoco es algo malo: simplemente es algo inevitable." "No existe un movimiento social amplio e interclasista (análogo al movimiento feminista) que se ocupe de ello. Por eso, la noción de masculinidad aún está en construcción." "Nuestra sociedad se empeña en hablar del patriarcado como si este fuera un producto creado por los varones con el que las mujeres no tuvieran nada que ver (excepto como víctimas). Hay que desarrollar nuevos puntos de vista sobre todo esto. La transfobia, la homofobia, y las agresiones contra los hombres que no dan la talla, también son formas de violencia de género." "Pero, en definitiva, la violencia de género tiene que ver con el miedo y con la inseguridad que tienen algunos varones ante la posibilidad de perder sus privilegios. Viven como una amenaza y como una pérdida de poder el que la humanidad deje de definirse a su imagen y semejanza. Más o menos lo mismo les pasa a los blancos racistas y a la gente heterocentrista." "Los hombres no somos machistas por naturaleza, por más que se empeñen algunos en buscar justificaciones biológicas e históricas, el machismo se produce y reproduce por una organización social y un contexto, es decir se aprende. Y si eso ocurre así, entonces podemos desaprenderlo" recuerda también el antropólogo Eduardo Liendro Zingoni. 4 Las nuevas masculinidades y la igualdad Fuente: http://equidaem.blogspot.com.es/ Foto extraída del curso “Género y masculinidades” de Omlem El significado de “ser hombre” y “ser mujer” es diferente para cada persona, situación que se explica a partir del proceso de socialización al que todas las personas están expuestas desde temprana edad. La socialización de los niños en las sociedades patriarcales, proceso por el cual aprenden la forma de relacionarse con los demás y las normas que permiten adaptarse a la sociedad, hace que se les asigne un rol masculino, un rol prestigiado socialmente y relacio­nado con el ámbito público. Así, la masculinidad como un estereotipo va asociada a ciertas características como el poder, la fuerza, la agresividad, la violencia, la competición, la virilidad, a soportar el dolor. Estas características no son innatas, son social y culturalmente aprendidas. La masculinidad sólo existe en contraste con la feminidad, y las relaciones entre los géneros se han dado y se dan en un contexto de jerarquía donde, las personas que poseen el género masculino se sitúan por encima de las que tienen el género femenino, quedando fuera otras categorías que no se corresponden con la dicotonomía masculino/femenino. Al varón se le desafía a que constantemente debe demostrar que es “un hombre”. Prácticamente todas las investigaciones sobre el género masculino insisten en la mayor necesidad de los varones de demostrar públicamente su masculinidad, y en la amplia variedad de contextos y situaciones en que lo hacen. En el proceso de constitución de la masculinidad predomina el código negativo sobre el positivo: Los varones aprenden antes lo que no deben hacer o ser para lograr la masculinidad, que lo que deben hacer o ser. Se les enseña a no mostrar sus emociones: Un hombre no llora, no tiene miedo. De esta manera se le desconecta de su sensibilidad. Se espera también que tengan una vida sexual muy activa y aprenden que deben separar sus emociones del plano sexual, y que cuantas más relaciones sexuales tengan con un mayor número de personas, más hombres serán. 5 La mayor mortalidad masculina no es causal sino “masculina”. Las consecuencias de la educación masculina tradicional, refuerza la idea de que el cuidado propio y de otras personas, es femenino. Las estadísticas dicen que se suicidan más hombres que mujeres en todo el mundo, porque no tienen herramientas adecuadas para gestionar sus emociones. La dejadez en la protección en las relaciones sexuales (vanagloriarse de hacerlo “a pelo”), el exponerse a situaciones peligrosas en el trabajo y a largas jornadas en él, a no decir que se está enfermo hasta que es demasiado tarde, son trampas mortales para ellos. Principalmente, los jóvenes, tienen a exponerse más a situaciones de riesgo, para demostrar que se tiene el arrojo de un hombre mediante prácticas temerarias en la conducción de vehículos y motocicletas, así como conducir bajo los efectos del alcohol. Se puede decir que una determinada forma de masculinidad, puede en un determinado momento cultural e histórico, constituir la forma aceptada y utilizada de ser hombre, por encima de otros modelos existentes, el cual se busca imponer de forma hegemónica a todos los varones pertenecientes al grupo. De igual manera existirían otras masculinidades subordinadas u otras formas de ser “hombre” que se alejarían de este modelo aceptado, y que se marcarían como inadecuados o inferiores. El discóbolo de Mirón “Cuando un hombre es sensible, empático, se muestra vulnerable, sabe consolar y busca consuelo, expresa sus emociones y no es competitivo, automáticamente se aleja del modelo tradicional”. Numerosos estudios confirman la existencia en diferentes sociedades de "múltiples masculinidades" y que no existe una sola masculinidad. Aunque haya pocos hombres que sigan rigurosamente las formas exaltadas de patrones masculinos tradicionales, sí que se beneficiarían de la ventaja que sacan los hombres de la subordinación de las mujeres, es decir del mantenimiento del modelo, o por el contrario, no se beneficiarían en absoluto. En los países occidentales patriarcales, basados en el predominio de la raza blanca y la heterosexualidad, cuando los grupos marginados – mujeres, grupos étnicos y homosexuales, reclamaron su derecho a la igualdad en los años sesenta, al obtener más visibilidad y derechos, no sabían que también iban a tambalear las bases donde se asentaban la construcción de la masculinidad del hombre blanco y heterosexual. Desde los años 90, los medios de comunicación y muchas investigaciones se hicieron eco de un hecho sociológico: el varón y la masculinidad estaban en crisis. Buen exponente de ello fue, la gran cantidad de estudios sobre esta temática que se han venido realizando. Al hombre postmoderno, ya no le sirven los modelos tradicionales masculinos, se sienten inseguros en cuanto a “cual” es su papel a medida que las mujeres cuestionan los roles que tradicionalmente se le han asignado, reclamando la igualdad a todos los niveles. Pero en otro plano, estamos asistiendo a un alarmante crecimiento de la violencia de género, y que es indicativo que a nivel social algo no funciona bien. Angels Carabí se pregunta ¿Qué es lo que se le está escapando al varón de las manos que necesita recurrir a fármacos especiales o a la fuerza bruta para afirmarse?¿Por qué el hombre necesita tener el control en sociedades encaminadas a una clara política de igualdad de derechos? Lo más probable es que el varón contemple el proceso hacia la igualdad como una pérdida de poder y su virilidad. 6 Se hace indispensable el cuestionamiento por parte de los hombres del tradicional modelo de masculinidad. La masculinidad tradicional no es un valor esencialista sino culturalmente construido, y porque es un constructo social, es susceptible de ser modificada. Siguiendo a Angels Carabí, la mejor manera de actuar en un panorama así es empezar con que el hombre reconozca su situación real. Es decir, se haga consciente de hasta qué punto ha sido configurado por la construcción tradicional de la masculinidad y cómo ésta ha supuesto una prisión incluso para él. La evolución del varón es crucial para la transformación de la sociedad pues si el sujeto del patriarcado, el hombre y su construcción de la masculinidad no varía, no cambia casi nada. No se trataría de victimizar a los hombres, sino de dotarles de que tomen conciencia de los peligros que también entraña la educación sexista para ellos. Nombrar los inconvenientes sería una estrategia para que valoren positivamente el cambio hacia la igualdad. Cuestionar y deconstruir el modelo masculino hegemónico y la forma en que se reproduce, de manera individual y colectiva, puede ser un buen punto de partida para corregir los daños que el sexismo genera en hombres y mujeres. Es fundamental que los varones tengan una posición activa y de denuncia, sobre la violencia contra las mujeres; que entiendan y asuman que la realización de los trabajos domésticos y de cuidado son también responsabilidad masculina y que puedan superar el tradicional aislamiento de los hombres en el ámbito de las emociones. Un compromiso con este cambio puede comenzar por utilizar los permisos de paternidad, reducciones de jornada y excedencias. Una apuesta por la igualdad también conllevaría un cambio de actitud hacia otros hombres, a través del reconocimiento de la pluralidad masculina, y de la diversidad de opciones sexuales, manteniendo un compromiso firme contra la homofobia y la transfobia. Trabajar otra forma de entender lo que significa “ser hombre” no es un trabajo sencillo, pues requiere deconstruir en poco tiempo lo que durante siglos nos han venido contando. Una nueva masculinidad, un nuevo feminismo Fuente: http://www.elblogintegral.com/ Con la Nueva Era, lo femenino ha encontrado, por fin, su expresión más plena. Aunque el camino no ha hecho más que comenzar, la huella que está dejando en la Historia será, espero, profunda y aleccionadora. 7 De forma simultánea está surgiendo una nueva masculinidad. Los papeles se redefinen, pero creo que en algunos sectores ecofeministas más radicales se pretende simplemente feminizar al hombre, un error tan absurdo como el que se ha vivido hasta hoy, que es el de masculinizar a las mujeres. Está muy bien que los hombres sepan que pueden cuidar a sus bebés, cocinar y limpiar la casa, de la misma forma que estuvo bien que las mujeres supieran que pueden pilotar aviones, practicar boxeo o ser soldados. Eso son reacciones primarias e imprescindibles, pero parece que grupos enteros de hombres y mujeres han quedado instalados en ellas. Pero ser mujer no consiste en vestir como un hombre, adoptar actitudes competitivas o trabajar en la empresa mientras se deja al bebé en una guardería. Esa postura de hecho apoya la tesis de que lo femenino es algo inferior a lo masculino. Igualmente, ser hombre no consiste en atender a los hijos ocho horas diarias, ni cambiar el trabajo de ingeniero por el cuidado del hogar.Esta postura considera que lo masculino es inferior a lo femenino. ¿No ha llegado la hora de re-integrar lo femenino y lo masculino en todas las áreas? Afortunadamente, un número creciente de mujeres simplemente ha aceptado su deseo de criar bebés, y de abandonar su trabajo para ceñirse a las demandas de su instinto maternal. Pueden hacer eso, porque, por primera vez en la Historia, no consideran su feminidad ni su maternidad como inferiores a los valores masculinos. Este grupo avanzado de mujeres supone un verdadero hito histórico, y es el paso que augura una verdadera Nueva Era. Ahora nos toca a los hombres. ¿Podemos re-encontrarnos con los valores masculinos en un nuevo nivel de conciencia? Si realmente sabemos que podemos ser tiernos y afectuosos, ¿acaso tenemos que avergonzarnos de la fuerza, de la ambición o del espíritu de conquista de nuevos territorios? No es un regreso a los llamados “valores tradicionales”, sino una integración de esos valores en un nuevo paradigma. Los hombres hemos de recuperar nuestro propio espacio masculino. Salgamos de caza unos días, pero que sea capturando vislumbres en un retiro de meditación. Gocemos con nuestro anhelo de conquistar la naturaleza, pero elevémoslo a crear maquinaria respetuosa con el medio ambiente. Usemos nuestra fuerza física construyendo y manteniendo un hogar saludable para nuestros hijos. Creemos encuentros con otros hombres conscientes, con la finalidad de fortalecer y compartir nuestros descubrimientos. Expandamos nuestra inteligencia analítica para crear un mundo sostenible. Lo masculino, al igual que lo femenino, es esencial para el armonioso funcionamiento del planeta. No se trata de eliminar uno de los polos, ni tampoco de acentuar sus rasgos más superficiales. La tarea es más bien conseguir que ambos brillen en toda su plenitud. En este mundo dual, la correcta tensión entre los opuestos es lo que garantiza no sólo nuestra supervivencia, sino también nuestro avance hacia nuevas cotas de conciencia. - Gunther Emde 8 Una nueva mirada a la masculinidad para reducir la violencia Por Jennifer Peirce Fuente: http://blogs.iadb.org/ Flickr/Creative Commons ¿Qué tiene que ver el machismo con la violencia contra las mujeres? La mayoría diría que un hombre más agresivo tiene más probabilidades de cometer actos de violencia – en contra de las mujeres y en contra de otros hombres. Hay mucha evidencia que sugiere que es así. Pero sabemos que no basta únicamente con decirles a los hombres que dejen de ser machistas. Necesitamos entender cómo se forman las identidades de los hombres en una comunidad para después comenzar a construir – juntos – conceptos alternativos y más sanos de lo que significa ser un hombre. Esto es un campo que está emergiendo en la prevención de la violencia: creando identidades masculinas que sean saludables y no violentas. Estas nuevas identidades producen actitudes más equitativas sobre las relaciones entre hombres y mujeres sin la violencia de por medio, y entre hombres y sus comunidades. Este cambio es crucial para reducir la violencia, y la aceptación de la violencia, y es un tema que va a ser discutido en nuestra Sexta Clínica de Seguridad Ciudadana, que se realiza en Ciudad de México el 6 y 7 de mayo. Según un informe especial sobre género y violencia, la lección clave es que la “violencia es en última instancia aprendida y alentada en el ambiente social – lo que sugiere que también puede ser desaprendida”. Esto complementa el abordaje de la prevención de la violencia desde una perspectiva de la salud pública, que considera la violencia como un comportamiento aprendido en parte por las normas sociales – es decir, “transmitido” como una enfermedad, como lo expresa el programa de intervención en la violencia pandillera, Cure Violence. Sabemos que la gran mayoría de la violencia y la violencia criminal es perpetrada por y en contra de hombres jóvenes – a nivel de homicidios global, un 79 por ciento de las víctimas y 95 por ciento de los responsables son hombres. Gran parte de esta violencia está atada a organizaciones criminales y pandillas callejeras, que celebran la imagen y el estatus social de un hombre tipo híper-agresivo. 9 Por ejemplo, una expresión común en los vecindarios urbanos en Jamaica con presencia de pandillas es “falta pistola, falta mujer”. La cultura intra-pandillera en Centroamérica hace cumplir reglas que recompensan la violencia extrema por parte de los hombres y el estatus servicial de las mujeres. Las investigaciones revelan que en muchas zonas marginadas el comportamiento “masculino” híper-agresivo – incluyendo el uso de la violencia – es considerado una manera más segura de acceder al dinero, al poder, y a la protección. Interrupciones en la capacidad del hombre para proveer y proteger a su familia — por culpa de un conflicto armado o una crisis económica — puede poner una mayor presión en los hombres a utilizar la violencia para ejercer esos roles. Con demasiada frecuencia, las respuestas de las policías al aumento de la violencia pandillera es altamente militarizada, lo que refuerza la noción de la masculinidad híperagresiva. Estos mismos efectos en la masculinidad agresiva también influencia la violencia ejercida por hombres en contra de las mujeres en sus propias casas. Programas con frecuencia enseñan las mujeres que no necesitan ser sumisas, avergonzadas o silenciosas cuando se enfrentan con violencia o el abuso por parte de su pareja – pero muchas veces no ofrecen alternativas a los hombres que aprendieron que debían demostrar debilidad. Los chicos aprenden estos conceptos de la masculinidad a una edad temprana – y los niños que son víctimas de la violencia en su hogar tienen mucha más probabilidad de cometer actos de violencia como adultos. Es esencial proveer servicios de apoyo para hombres que han experimentado el trauma y la violencia, ya sea en su niñez o como adultos, en sus familias o en las calles. También necesitamos progamas que enseñen que hablar de sus emociones, el ser un padre comprometido, y la solución de conflictos de manera no violenta, son características centrales de ser un hombre. Hay algunos ejemplos que prometen en América Latina y el Caribe. Por ejemplo, la paternidad positiva del Programa H la ONG brasileña Promundo (parcialmente fondeado por el BID), que involucra a los hombres por medio del deporte y talleres interactivos, tiene resultados positivos en lo que se refiere a un cambio de actitudes sobre normas de género, incluso tras una intervención breve de seis meses, utilizando la herramienta de estudio IMAGES. Los hombres con punto de vista más equitativos en términos de género tienen menos riesgos de contraer el SIDA y de ser violentos. En Brasil el programa significó una baja en 10 puntos porcentuales entre hombres que dijeron estar de acuerdo con la declaración, “A veces una mujer merece una golpiza”. Más de la mitad del grupo intervenido ahora dicen que interactúan con mujeres de manera diferente. Un programa similar con hombres jóvenes en Chicago (Becoming a Man) produjo una baja de 44 por ciento en delitos cometidos por los participantes en situación de riesgo. Estos descubrimientos están produciendo investigaciones comparativas intrarregionales sobre la socialización de género y la violencia, con un enfoque especial en los centros urbanos. Abordando temas de masculinidad, entonces, no solo protege más a las mujeres. Ayuda a los hombres. 10 HOMBRES EN CANARIAS Fuente: http://hombresencanarias.blogspot.com.es/ Maresía atlántica de hombres igualitarios, antisexistas, profeministas y aquellos con quienes compartir coincidencias y discrepancias (desnudos de etiquetas). "Hombres en Canarias" está aquí para reflexionar sobre la construcción y la evolución de las masculinidades en Canarias. Un espacio para hombres que buscan cambios saludables. Un lugar de encuentro donde la perspectiva y participación de las mujeres también es bienvenida. Feminismos y "Nuevas Masculinidades" (en palabras de mujeres) Como por causalidad (¿causalidad?) llegó esta semana a mi conocimiento un texto en la página de Mujeres Libres Yazirat (colectivo de mujeres que se mueve por Las Palmas de Gran Canaria). Ellas son un ejemplo más de las posibilidades que tenemos mujeres y hombres para compartir espacios de libertad. Entresaco del texto de Mujeres Libres Yazirat algunas ideas: - "Está claro que siempre ha habido hombres feministas". - "En forma de grupos, encuentros, charlas de sensibilización o talleres de formación (presenciales y on line), los hombres se plantean la deconstrucción de los modelos de género tradicionales, la revisión en su cotidianidad de la construcción de la masculinidad y los retos que esto plantea en los diferentes ámbitos de su vida (personal, familiar, laboral, social)." - "Nos une el cuestionamiento de los modelos tradicionales, de los mandatos de género impuestos a lo largo de los siglos y la intención de construir nuevas formas desde la libertad personal y el reconocimiento de nuestras diferencias y semejanzas". Concluyen las mujeres de Yazirat diciendo que: - "...nos gustaría seguir compartiendo este proceso con los grupos de hombres por la igualdad y todos aquellos hombres que se sientan dispuestos a aportar su esfuerzo para erradicar la desigualdad, en un panorama lleno de retos feministas tanto en el ámbito privado como público". 11 - "... queremos compartir con ellos el feminismo y el mundo en equidad, porque entendemos que, por mucho que las mujeres nos agrupemos y nos empoderemos, si los hombres no hacen su parte del trabajo, desde la revisión y deconstrucción de los modelos tradicionales, el cambio no será del todo posible". Si quieres leer el texto completo y contactar con el Colectivo de Mujeres Libres Yazirat: - mujereslibresyazirat.wordpress.com - mujereslibresyazirat.org (aquí encontré el texto) - también en Facebook: Mujeres-Libres-Yazirat - [email protected] “EL DISCURSO NEOMACHISTA HA HECHO CREER QUE LAS POLÍTICAS DE IGUALDAD VAN EN CONTRA DE LOS HOMBRES” Fuente: gizonduz.blog | Laura Murillo Rubio. Diario.es “Una parte de la sociedad observa que las políticas de igualdad no solo benefician a la mujer, sino que van en contra de los hombres”, afirma en relación a las consecuencias del discurso machista en la actualidad. José Ángel Lozoya, fundador de la Red de hombres por la igualdad, asegura que los hombres continúan teniendo miedo a que las mujeres quieran darle “la vuelta a la tortilla”. Puede que en España se creara el primer grupo de hombres por la igualdad en el mundo. Eso es lo que dice, al menos, su fundador José Ángel Lozoya, quien hace ya más de 26 años puso en marcha una serie de programas de trabajo con hombres y masculinidades en Jerez de la Frontera (Cádiz). Desde allí, colaboró para que este movimiento que, según afirma, “en los años 80 cabía en un taxi”, hoy necesite de un “microbús”. “Somos pocos sí, pero no somos anecdóticos”, asegura sobre una labor que en Euskadi tuvo como fruto el programa ‘Gizonduz’, una iniciativa apoyada por el Gobierno vasco y Emakunde (Instituto Vasco de la Mujer) que trabaja desde 2007 promoviendo la implicación de los hombres en pro de la igualdad. En defensa de ello, el precursor ha participado como ponente en el primer encuentro ‘Norte-Sur de masculinidades y desarrollo humano’ celebrado en Bilbao. Lozoya fue uno de los impulsores de la clínica ‘Los Naranjos’ en Sevilla, donde en 1980 se practicaron 432 abortos clandestinos, hasta que una operación policial provocó su cierre y la detención de 25 personas. Se abrió un proceso judicial que duró 12 13 años y acabó con 5 condenados que finalmente fueron indultados por el Gobierno de Felipe González. Tras las idas y venidas actuales de la ley del aborto del ya ex ministro Gallardón, el precursor del movimiento tiene clara una cosa: “El choque eléctrico que ha supuesto la propuesta del Gobierno de modificar la ley del aborto ha hecho que el movimiento feminista autónomo recupere un vigor que no se conocía desde los años 80”. Muchos hombres son conscientes ante el cambio de las mujeres en la sociedad. Sin embargo, parece que sigue habiendo miedo a que se inviertan las relaciones de poder entre sexos… Cada vez más. Recuerdo un estudio que hicimos en Sevilla con grupos de hombres en el 93 en el que ya decían que el miedo era que las mujeres quisieran darle la vuelta a la tortilla. Ese miedo desapareció o fue tremendamente residual durante un tiempo, pero hasta el punto que hace 10 o 15 años en los debates de televisión sobre temas relacionados con el machismo era poco menos que imposible encontrar hombres que ocuparan el asiento del machista. Y las cadenas de TV tenían que contratar actores que sobreactuaran. En este momento, si montas un debate de esos, padres despechados y gente que te habla de denuncias falsas hay a patadas. Eso quiere decir que en la medida en que las políticas de igualdad se han olvidado de los hombres, el discurso neomachista ha hecho creer a buena parte de la población que las políticas de igualdad eran no solo a favor de las mujeres sino en contra de los hombres. Y apoyándose en 2 o 3 temas como puede ser el de las denuncias falsas que luego en realidad no existen, pero que todo el mundo tiene una sensación de que la justicia no ha tratado bien a algún pariente o conocido en el tema de las separaciones, reparto de bienes o custodias… son elementos en los que este discurso se apoya y ha conseguido hacer creer a una buena parte de la población que la igualdad va en contra de los hombres y lo que busca es darle la vuelta a la tortilla. Con lo cual, estamos en un momento en el que es importante cuál de los dos discursos gana la batalla: si el neomachista o el igualitario. Leer entrevista completa.