Actitudes educativas

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Dr. Francesc Rovira Toda
ACTITUDES
EDUCATIVAS
ZÜRICH SCHULE BARCELONA - FEBRERO 2010
ACTITUDES
EDUCACTIVAS
Un buen profesional ha de reunir dos condiciones esenciales: Aptitudes para la
profesión que ejerce y determinadas actitudes para que aquellas alcancen un buen
nivel.
Las aptitudes expresan técnicas y conocimientos y las actitudes se refieren a los
valores que las animan y hacen eficaces.
De unas actitudes estaremos más cerca y de otras, más lejos. La propia madurez es
un camino en constante revisión. Incluso los educadores podemos sufrir
regresiones y crisis de crecimiento, que, bien resueltas, pueden conducirnos a una
mayor fortaleza interior.
Son unas actitudes válidas para cualquier persona que esté en contacto con niños
y con adolescentes. Desde padres y maestros hasta monitores y personal de
servicio.
También lo son para todo el profesorado entre si, para la dirección – profesores,
en un camino de ida y vuelta. En fin, para todo el personal que convive en Zürich
Schule Barcelona.
Son las actitudes propias de la Psicología Humanista, de la Inteligencia Emocional
y de la Psicología Positiva. Para ser eficaces, han de ser íntimamente vividas, han
de convertirse en unas auténticas maneras de ser.
1. VALORAR. ELOGIAR. ANIMAR
2. CONFIAR
Valorar a una persona es darle algún valor, es hacerla sentir
importante en algún aspecto.
Confiar en un alumno gratificante, que responde a nuestras
expectativas, es fácil. Puede hacerlo cualquier profesor. Seguir confiando en un alumno cuando ahora no nos da motivos para confiar en él, sólo puede hacerlo un buen profesional de la educación, que no pierde fácilmente la esperanza y
que lucha para sacarlo adelante en medio de las dificultades
presentes.
Elogiar es decirle una buena palabra a alguien.
Del griego eulogos. Eu= buena y logos= palabra.
Animar, del latín anima, que significa dar vida.
Son tres palabras, tres actitudes sinónimas. Dar importancia
a una persona, elogiar de ella aspectos positivos y darle ánimo le confieren mucha seguridad y aumento de la autoestima. Le dan vida.
Los que hace tiempo nos dedicamos a la enseñanza conocemos casos de alumnos que dábamos por imposibles y que luego se han superado. Esto sólo ha sido posible si han recibido
la ayuda necesaria de sus padres y de algún profesor que ha
creído sinceramente en ellos.
Hay quienes justifican su actitud contraria a la valoración positiva y al elogio de la manera siguiente: tu obligación es hacer las cosas bien y cumplir con tu deber; cuando no lo hagas, ya te lo haré saber.
Deberíamos evitar todas aquellas predicciones negativas, que,
como ha demostrado Robert Rosenthal (Efecto Pygmalion),
son profecías que acaban cumpliéndose: Así, nunca lo conseguirás; es imposible que apruebes, etc. Estas expresiones se
hacen con la buena intención
de que el alumno o hijo se supere, pero el resultado suele
ser negativo.
Esta actitud esconde un grave error psicológico, principalmente por dos razones: en primer lugar, el elogio sincero de
nuestros significativos nos da seguridad en lo que hacemos,
aumenta nuestra autoestima y, en segundo lugar, nos alegra
comprobar que causamos satisfacción a las personas que nos
quieren y valoran.
El elogio, para ser eficaz, ha de ser sincero. Para animar a un
alumno desmotivado, no puedo inventarme una cualidad que
no existe. Probablemente, si afino mi sensibilidad, sabré encontrar alguna cualidad o valor en cada uno de mis alumnos.
En todo caso, que nuestras predicciones sean positivas: ánimo, estoy a tu lado, otras veces lo has conseguido, etc. Predicciones que, si se expresan con plena confianza y convicción,
así serán recibidas por el propio alumno, tal como se demues-
2
tra en el importante descubrimiento de las neuronas espejo
(ver anexo pág.).
3. VALORES ALTERNATIVOS. PUNTOS FUERTES
siete asignaturas en la segunda evaluación de octavo curso. Y,
luego, por Sant Jordi, en la representación teatral, maravilló
a todos los asistentes y causó una muy grata impresión. Al final, otros padres la felicitaron a ella y a su madre. Y como,
para entrar al Instituto del Teatro, era imprescindible tener el
COU, aquella cualidad descubierta y valorada representó para ella un gran estímulo para superarse en los estudios, como
así fue.
Todos tenemos cualidades y puntos fuertes, aunque, a veces,
no nos damos cuenta. Es necesario que alguien nos los haga
ver, nos los valore. No todos servimos para todo, pero sí todos
tenemos alguna cualidad en la que podemos destacar. Los
buenos educadores deben descubrirla y fomentarla en sus hijos o alumnos. La naturaleza es muy sabia y, tanto en el cuerpo como en lo psicológico, los defectos, a menudo, se ven
compensados con otras predisposiciones favorables. Es necesario descubrirlas y potenciarlas.
En las orientaciones a los padres, deberíamos tener en cuenta
un aspecto muy importante. Algunas veces, como castigo por
las malas notas se le saca al hijo su punto fuerte. Es un grave
error. Es muy difícil que un alumno mejore si se le saca el tenis, el fútbol, la música, la danza, etc. Lo que suele suceder es
que empeora.
Las cualidades o puntos fuertes tienen dos finalidades muy
importantes para conseguir un buen equilibrio emocional:
primero, asegurar un cierto grado de seguridad y autoestima
y, en consecuencia, tener suficiente fuerza interior para superar incluso los puntos débiles en otro terreno.
Otra cosa es que, cuando el alumno saca malas notas, porque
quizás dedica demasiado tiempo a determinada actividad, se
hable con él y con sus padres: plantear la posibilidad de reducirla algo o de planificar el fin de semana para compensar
aquella dedicación. Además, de esta forma, se le puede educar en la toma de decisiones.
Seguramente, todos conocemos ejemplos de cómo estas cualidades o actividades alternativas pueden ayudar. Un alumno
con serias dificultades en mates puede ser creativo en su expresión escrita o presentar los deberes de manera muy cuidada o ser muy buen compañero etc.
4. SER POSITIVO. MÉTODO DE LAS APROXIMACIONES SUCESIVAS
Así como un alumno flojo en los estudios puede destacar en
el deporte, el teatro o la danza. Y, así, rehacer en parte su autoestima, especialmente delante de sus compañeros.
Esta actitud distingue claramente a los educadores positivos
de los negativos. De acuerdo con la Psicología Humanista y
la Psicología Positiva, la persona suficientemente madura
acostumbra a ser más sensible a los aspectos positivos que a
los negativos de los demás:
Los que hace tiempo estamos en Zürich Schule Barcelona podemos recordar el caso de una alumna que suspendió seis o
3
Valora más los aciertos que los errores, más las cualidades
que los defectos, más lo que ya se ha conseguido que lo que
aún falta.
darse cuenta de que no lo son y será más fácil su colaboración.
Esta actitud de escucha comprensiva no es nada fácil. Se ha
de tener un alto grado de madurez emocional.
Son conscientes de los fallos o defectos de los demás, pero basan la relación más en lo positivo que en lo negativo.
El profesor positivo acostumbra a aplicar el excelente método
de las aproximaciones sucesivas, cuyos principios básicos son
los siguientes:
•
Valorar cualquier aproximación a un resultado final.
•
Valorar cualquier éxito por pequeño que sea.
5. FAVORECER LA INTEGRACIÓN DEL GRUPO CLASE
El sentimiento de pertenecer al grupo es esencial para la
adaptación y bienestar de la persona. La necesidad de pertenencia es genética, innata.
El alumno que se siente marginado por sus compañeros no
puede ser feliz y, desde luego, su rendimiento escolar bajará.
El profesor, especialmente el tutor, ha de intentar la integración de todo el grupo clase.
Todos necesitamos la valoración de nuestros éxitos parciales,
que nos animarán a conseguir la meta deseada. Muchos
alumnos pueden quedarse por el camino, si sus educadores,
excesivamente preocupados por el resultado final, no dan importancia a los éxitos parciales obtenidos.
No es tarea fácil, porque el alumno marginado da pie, a menudo, a que sus compañeros no lo integren. Su carácter, su
manera de ser (a veces conflictivo, egoísta, agresivo, infantil,
etc.) puede facilitar la no integración al grupo. El proceso integrador, coordinado por el tutor y el Departamento Psicopedagógico, debería comprender tres ámbitos:
En las entrevistas con los padres, siempre deberíamos manifestar algún punto positivo de su hijo. Difícilmente colaborarán, si sólo insistimos en sus limitaciones o problemas.
Los padres de un alumno conflictivo y/o con problemas de
aprendizaje, casi siempre acudirán angustiados y, probablemente, a la defensiva. Primero escuchemos con comprensión.
Así, facilitaremos la expresión de sus angustias o de sus quejas, aunque éstas no sean del todo objetivas. Sólo así podrán
•
Los compañeros de curso
•
El alumno implicado
•
Sus padres
Asistencia a convivencias: es una gran oportunidad para favorecer la integración de niños socialmente inadaptados. Es
4
muy conocido que los que no van a colonias o convivencias
suelen ser los que más lo necesitan.
• El mejor castigo es el natural, es decir, el que está relacionado con la falta.
Desde la Dirección, Dep. Psicopedagógico y Tutores, se ha
de insistir en estas familias para que su hijo pueda ir a convivencias. Se puede ejercer una presión sana, con el argumento
de que se le dificulta a su hijo la buena adaptación con sus
compañeros.
• Las faltas de respeto a compañeros, profesores o personal no docente siempre se han de castigar
• Después del castigo, pasado un tiempo prudencial, siempre se debería hablar con el alumno castigado. Escucharle primero. Que nos de su versión y pueda expresar sus sentimientos.
Está demostrado que, después de unas convivencias, el grupo
clase está más cohesionado. Por esto, en el Zürich, se realizan
a principio de curso.
• En faltas de un mayor relieve se ha de seguir un determinado protocolo (anexo pág.)
6. SANCIONAR PARA MEJORAR
7. ESCUCHAR
Esta actitud se desarrolla más ampliamente en otro documento (anexo pág.). Haremos un breve resumen.
Se puede ayudar más escuchando que hablando. Pero, escuchar de verdad es difícil.
• Una sanción, un castigo siempre ha de ir dirigido a mejorar una conducta negativa.
A menudo, los educadores pensamos que una ayuda eficaz
depende del acierto de nuestras orientaciones y consejos. No
siempre, ni sobre todo, es así.
• Cuando un castigo especialmente si es repetitivo, no produce mejora, hemos de analizar el porqué. Está fallando el
objetivo esencial del castigo.
Escuchar de verdad es una actitud exigente que supone un alto grado de control en la persona que escucha: no interrumpir, no hacer reproches ni críticas, ni, inicialmente, dar consejos. Primero que nos expresen sus preocupaciones y sentimientos.
• Castigar desde la comprensión. Sin comprender porqué
un alumno roba, miente, es agresivo o fracasa en el aprendizaje, será muy difícil una mejora duradera. Estas conductas
son síntomas. Hemos de ir a las causas. O, si no las sabemos,
entender que existen y, por tanto, ser comprensivos.
Con toda seguridad, la persona desea ser escuchada por encima de todo, si le inspiramos la suficiente confianza para abrirnos su corazón.
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Cuando una persona está triste, preocupada o angustiada, lo
primero que necesita es poder expresar estos sentimientos, poder vaciar su depósito afectivo. Sólo cuando esté vacío podrá
asimilar y recibir bien los consejos y orientaciones.
Muchos estudios demuestran que los adultos, convertidos en
padres y maestros, reproducen en sus hijos o alumnos los estilos educativos que ellos sufrieron o gozaron en su propia infancia o adolescencia. Un padre, o maestro, que, cuando era
pequeño, sufrió un exceso de autoritarismo, puede ahora reproducirlo en su hijo o alumno. O, por la ley del péndulo, ser
excesivamente permisivo.
Puede haber hijos o alumnos que no se nos abren y les acusamos de falta de confianza. Probablemente hablamos demasiado y escuchamos poco. Queremos llenar un depósito que ya
está demasiado lleno. Lo que digamos resbalará y seguramente generará incomprensión.
La experiencia de ahora y de siempre nos dice que los profesores más queridos y valorados no son precisamente los más
autoritarios ni los más concesivos, sino los que, cuando es el
momento de ser comprensivos, lo son y cuando han de ser
exigentes, también.
Por otro lado, cuando el educador inicia una relación de persona a persona y cuando escucha con empatía, el alumno, hijo o persona, en general, se sentirán importantes, queridos y
su autoestima subirá. Se habrá creado una fuerte vinculación
afectiva, base del crecimiento personal.
La conjunción de comprensión y límites genera seguridad en
los alumnos y crea un clima de trabajo favorable.
Primero la persona se ha de sentir querida antes de comprender y asimilar las orientaciones y consejos que le demos. Valdría la pena controlar nuestro impulso inicial de reñir, castigar o aconsejar y escuchar primero al alumno como persona.
Además, la naturaleza tiende al equilibrio. La convivencia
con profesor interiormente equilibrado y emocionalmente estable genera en sus alumnos el equilibrio que, en el fondo, desean y necesitan.
8. EQUILIBRAR LA COMPRENSIÓN CON LA EXIGENCIA, CON LOS LÍMITES
9. TENER EMPATÍA Y SER REVERSIBLE
La empatía y la reversibilidad son dos actitudes que suponen
un elevado nivel de madurez emocional.
Los diferentes estudios psicopedagógicos señalan que hay tres
estilos educativos básicos: el excesivamente permisivo, el excesivamente autoritario y el democrático. Sólo éste educa bien:
sólo éste consigue equilibrar la comprensión y el poner límites, lo cual no resulta fácil. Probablemente, el educador que
lo posee, es también una persona interiormente equilibrada.
Empatía: respetar y hacer tuyos los sentimientos de los demás. Intentar vivirlos como la otra persona los vive. Es ponerse en la piel del otro.
Ante un alumno que fracasa en los estudios, aunque aparentemente sea por su culpa, deberíamos ser capaces de manifes6
tarle sentimientos de empatía y ver en él primero la persona
que el alumno. Seguramente lo sufre, aunque que quizás no
lo demuestre. Nadie quiere fracasar expresamente. Algo le pasa. Se le podría preguntar cómo se siente, si está triste o tiene
miedo a sus padres.
le ha decir con absoluta firmeza y claridad: “Yo te trato con respeto y consideración. Espero y exijo lo mismo de ti”.
10. COMUNICACIÓN INTERPERSONAL
Para conseguir una plena eficacia y satisfacción en el trabajo
docente es imprescindible una comunicación de calidad entre
las distintas personas de la comunidad educativa: equipo directivo, profesores, padres y personal no docente.
¿Podríamos los educadores separar los actos (que no me gustan) de la persona (hijo, alumno) que los realiza? ¿Podemos
seguir teniéndole una consideración afectiva, a pesar de sus
actos?
Esta comunicación se desarrolla en tres vertientes: descendente, ascendente y horizontal.
La empatía se ha de aprender. La mejor manera es tener la
suerte de convivir con personas que realmente la practican.
La comunicación descendente es la propia del equipo directivo. Se basa en seis actitudes esenciales. Confiar, escuchar, valorar, resolver conflictos, decidir y controlar. Esta comunicación no ha de llegar sólo a los profesores, sino también a los
padres y al personal no docente.
La persona verdaderamente empática es capaz de darse cuenta de los sentimientos no expresados con palabras, a través
del lenguaje corporal: la mirada, el tono de voz, la expresión
del rostro.
Como profesores deberíamos ser capaces de captar los mensajes, las necesidades de nuestros alumnos, aunque no nos lo expresen claramente con palabras.
La comunicación ascendente es la propia de los profesores,
padres y personal no docente, que hace llegar sus demandas
al equipo directivo.
Otra manera de practicar la empatía es la reversibilidad. Esta
actitud se basa en el respeto. Consiste en tratar al otro como
quisiera ser tratado yo.
Esta comunicación se basa en tres razones que la convierten
en muy importante: razones operativas, psicológicas, y razones de responsabilidad.
La conducta y las palabras son reversibles cuando me pueden
ser devueltas de la misma manera.
La comunicación horizontal se mide por la calidad de las relaciones interpersonales entre las personas que componen la comunidad educativa.
A veces, algún profesor puede exigir a un alumno un trato
que no tiene con él.
Pero también puede darse el caso a la inversa. Algún alumno
que no trata a sus profesores con la debida consideración. Se
7
Cuando la vinculación entre el equipo directivo, profesores,
padres y personal no docente es satisfactoria, se crea un clima que favorece también la buena integración al colegio de
los alumnos e hijos (ver anexo pág.)
Dr. Francesc Rovira
Zürich Schule Barcelona
Maestro. Pedagogo
Psicólogo
Enero 2011
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