La construcción del Estado liberal 1833-1875

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La construcción del Estado liberal 1833-1875
La oposición al sistema liberal: las guerras carlistas. La cuestión foral.
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La oposición al sistema liberal: las guerras carlistas
La implantación política del sistema liberal durante las regencias de María Cristina y Espartero
Isabel II: La organización del régimen liberal
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La Década Moderada (1844-1854)
Del Bienio Progresista a la Revolución Gloriosa (1856-1868)
Sexenio Democrático (1868-1874): El reinado de Amadeo I y la I República
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De la "Revolución Gloriosa" a la I República
La I República
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La oposición al sistema liberal: las guerras carlistas. La cuestión foral
1. El problema sucesorio
En los últimos años de la vida de Fernando VII, en octubre 1830, nació Isabel de Borbón. Finalmente el rey
había conseguido tener descendencia con su cuarta esposa, Maria Cristina de Borbón. Unos meses antes del
parto, en previsión de que el recién nacido no fuera varón, el rey aprobó la Pragmática Sanción por la que se
abolía la Ley Sálica de 1713 que excluía del trono a las mujeres. Carlos Mª Isidro, hermano del rey y hasta ese
momento su sucesor, vio cerrado su camino al trono. Carlos no aceptó los derechos de su sobrina al trono.
2. Dos opciones enfrentadas: liberales contra absolutistas (tradicionalistas)/
Isabelinos (cristinos) contra carlistas. I Guerra Carlista (1833-1839)
Inmediatamente después de conocerse la muerte de Fernando VII, en septiembre de 1833, se iniciaron
levantamientos armados a favor del pretendiente Carlos. Comenzaba una larga guerra civil que iba a durar siete
años.
El conflicto sucesorio escondía un enfrentamiento que dividió política y socialmente al país.
En el bando isabelino se agruparon las altas jerarquías del Ejército, la Iglesia y el Estado, y a ellos se unieron
los liberales, que vieron en la defensa de los derechos dinásticos de la niña Isabel la posibilidad del triunfo de sus
ideales, poniendo fin al absolutismo y al Antiguo Régimen.
En el bando carlista se agruparon todos los que se oponían a la revolución liberal: pequeños nobles rurales,
parte del bajo clero y muchos campesinos de determinadas zonas del país, muy influenciados por los sermones de
sus párrocos y para los que el liberalismo venía a suponer simplemente un aumento de impuestos o incluso verse
expulsados de sus tierras. Todos estos grupos identificaron sus intereses con la defensa de los derechos al trono de
Carlos y los ideales que el pretendiente defendía, el absolutismo y el tradicionalismo. Ya durante el reinado de
Fernando VII, en torno a Carlos se habían agrupado los denominados "apostólicos", núcleo del absolutismo más
intransigente.
El carlismo, como pronto se empezó a llamar al movimiento que apoyaba los derechos de Carlos de Borbón,
tuvo fuerte influencia en Navarra, País Vasco, parte de Cataluña, zona al norte del Ebro, y el Maestrazgo, en
las provincias de Castellón y Teruel. Esta distribución geográfica debe de contemplarse en el contexto de un
conflicto campo-ciudad. Por ejemplo, en la zona vasco-navarra, las áreas rurales eran claramente carlistas,
mientras las ciudades más importantes, como Bilbao, Pamplona o San Sebastián fueron liberales a lo largo de
todo el conflicto.
El programa ideológico-político del carlismo se podía sintetizar en el lema “Dios, Patria, Rey y Fueros,”.
Estos son los principales elementos de su programa político:
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Oposición radical a las reformas liberales. Inmovilismo
Defensa de la monarquía absoluta
Tradicionalismo católico y defensa de los intereses de la Iglesia
Defensa de los fueros vasco-navarros, amenazados por las reformas igualitarias y centralistas de los
liberales y que garantizaban:
o Instituciones propias de autogobierno y justicia
o Exenciones fiscales
o Exenciones de quintas
Desarrollo de la guerra civil
Al día siguiente de la muerte de Fernando VII, su hermano Carlos hizo público el manifiesto de Abrantes (ver
textos), en el que se autoproclamaba nuevo rey de España con el nombre de Carlos V. Sus partidarios (realistas)
organizaron partidas militares en su apoyo, dando comienzo la Primera Guerra Carlista.
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Los carlistas se organizaron en guerrillas. Las primeras partidas carlistas se levantaron en 1833 y tuvieron su foco
más importante en las regiones montañosas de Navarra y el País Vasco, extendiéndose hacia el norte de Castellón
(Maestrazgo), Bajo Aragón, Pirineos y comarcas del interior de Cataluña.
La guerra carlista, aunque de carácter civil, alcanzó cierta dimensión internacional. Las potencias absolutistas
(Rusia, Prusia y Austria) apoyaron la causa carlista enviando dinero y armas; mientras Isabel II contó con el
apoyo de Gran Bretaña, Francia y Portugal, favorables a la implantación de un liberalismo moderado en España.
El conflicto armado pasó por dos fases bien diferenciadas:
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1ª etapa (1833-1835): Se sucedieron los triunfos carlistas en el norte, aunque nunca consiguieron tomar
una ciudad importante. El pretendiente Don Carlos creó una monarquía alternativa en Navarra, con su
corte y ejército. El personaje más destacable en esta etapa fue el general carlista Zumalacárregui, que
organizó un ejército con el que conquistó amplias zonas del norte (Navarra y País Vasco), pero fracasó en
la toma de Bilbao, en cuyo asedio murió, dejando a los carlistas sin su mejor estratega.
En la zona de Levante, los carlistas estaban más desorganizados, destacando en la zona del
Maestrazgo el general Cabrera (el Tigre del Maestrazgo), uno de los líderes carlistas más destacados.
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2ª etapa (1836-1840): Las victorias del general liberal Espartero en el norte, poniendo fin al asedio de
Bilbao, decantó la guerra hacia el bando liberal. Los carlistas iniciaron expediciones hacia otras regiones,
la más importante fue la Expedición Real (1837) que partió de Navarra hacia Madrid, pero fueron
incapaces de tomar la capital y se replegaron hacia el norte (Vizcaya).
A partir de 1837, las derrotas carlistas fueron continuas y Don Carlos terminó huyendo a Francia.
Se produjo entonces una división interna entre los carlistas: por una parte, los transaccionistas,
partidarios de llegar a un acuerdo con los liberales, y, por otra parte, los intransigentes, defensores de
continuar la guerra. Finalmente, el jefe de los transaccionistas y principal líder carlista tras la muerte de
Zumalacárregui, el general Maroto, acordó la firma del Convenio (Abrazo) de Vergara (1839) con el
general Espartero. En el acuerdo se reconocieron los grados militares de los que habían luchado en el
ejército carlista y se hizo una ambigua promesa de respeto de los fueros vasco-navarros. En realidad, se
mantuvieron algunos de los privilegios forales y se eliminaron otros.
Sólo los partidarios de Cabrera en la zona del Maestrazgo continuaron resistiendo hasta su derrota
en 1840.
3. La implantación del Estado liberal durante las regencias de Maria Cristina y
Espartero (1833-1843)
Regencia de Maria Cristina:
Ante la minoría de edad de Isabel, María Cristina de Borbón asumió la Regencia a la muerte de su
marido Fernando VII en 1833. Su primer gobierno estuvo presidido por Cea Bermúdez y formado por
absolutistas moderados que llevaron a cabo tímidas reformas administrativas, como la división territorial de
España en 49 provincias (División Provincial de Javier de Burgos). Pero ante la extensión de la insurrección
carlista, la Regente, que no se identificaba en absoluto con el ideario liberal, no tuvo más remedio que apoyarse en
los liberales, que se configuraron como la única fuerza capaz de mantenerla en el trono. Así, Maria Cristina llamó
a Martínez de la Rosa, un liberal moderado, a formar un gobierno que emprendió una serie de reformas muy
limitadas. Entre ellas destacó el Estatuto Real de 1834, una especie de .Carta Otorgada, concedida por la
voluntad de la Regente, en la que se concedieron algunas reformas muy moderadas. Básicamente era sólo un
conjunto de reglas para convocar Cortes.
Se establecieron unas Cortes bicamerales formadas por la Cámara de Próceres, constituida por los Grandes de
España, por religiosos y notables designados de forma vitalicia por el monarca, y la Cámara de Procuradores,
elegida mediante un sufragio censitario muy restringido. Solo los varones de más de treinta años que
poseyeran una renta superior a doce mil reales anuales tenían derecho de voto.
Estas Cámaras tenían funciones muy limitadas. El monarca mantenía importantes poderes: podía convocar y
suspender Cortes cuando quisiera, y cualquier ley, además de la aprobación de las Cámaras, necesitaba el
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consentimiento del rey (derecho de veto). La función de las Cortes se reducía a votar los impuestos y a discutir
las cuestiones que el monarca propusiese.
La escisión de los liberales
La insuficiencia de las reformas de Martínez de la Rosa, en un contexto de guerra civil contra los carlistas, llevó a
que los liberales terminaran por escindirse en dos grupos: moderados y progresistas. La guerra civil culminó la
división del liberalismo español, iniciada en el Trienio Liberal.
Los liberales progresistas, antiguos exaltados, mantendrán hasta 1868 el siguiente ideario:
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Limitación del poder de la Corona
Ampliación del sistema de libertades
Defensores de reformas radicales, como la desamortización de los bienes eclesiásticos y de los
ayuntamientos.
Ampliación del cuerpo electoral. Defienden un voto censitario más amplio (menos restringido).
Elección popular de alcaldes y concejales en los ayuntamientos.
Liberalismo económico y reducción de la protección arancelaria.
Constitución de un cuerpo armado, la Milicia Nacional, como garante de las libertades.
Los progresistas concentraron su apoyo social en las clases medias urbanas: artesanos, tenderos, empleados...
Sus principales dirigentes fueron Espartero, Mendizábal, Madoz y Prim.
A lo largo del reinado de Isabel II y la regencia de su madre María Cristina solo estuvieron en el poder
durante breves períodos: 1835-1844 y 1854-56 (Bienio progresista). La mejor concreción de su programa fue la
Constitución de 1837.
Hacia 1849 sufrieron una escisión por su izquierda, naciendo el Partido Demócrata, que defendía el sufragio
universal, más ayudas sociales por parte del Estado y una amplia libertad de asociación y expresión.
Los liberales moderados, antiguos doceañistas en el Trienio, plantearon un programa mucho más
conservador:
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Orden y autoridad fuerte: fortalecimiento del poder del rey y restricción de las libertades.
Rechazo de las reformas que pusieran en cuestión sus propiedades. Veían el exceso de libertad como un
peligro al poder ser utilizado por las clases populares. No obstante, tras las desamortizaciones realizadas
por los progresistas, no trataron de devolver sus propiedades al clero o a los ayuntamientos, dado que la
mayoría de las propiedades habían sido compradas por ellos.
Sufragio censitario restringido.
Designación de los alcaldes de las principales ciudades por el gobierno central y la Corona.
Supresión de la Milicia Nacional.
Este programa se concretó en la Constitución de 1845, Ley de Ayuntamientos de 1845 y Ley Electoral de
1846.
Su apoyo social residía en las clases altas del país: terratenientes, grandes industriales, burguesía financiera y
comercial.
Sus principales dirigentes fueron Martínez de la Rosa y el general Narváez.
Los progresistas en el poder. La Constitución de 1837
En el verano de 1835, los progresistas, descontentos con las tímidas reformas iniciadas por Martínez de la Rosa, y
en un contexto de guerra civil, protagonizaron una oleada de revueltas urbanas por todo el país. Lo motines se
iniciaron con asaltos y quemas de conventos en diversas ciudades, exigiendo reunión de Cortes, libertad de
prensa, nueva ley electoral y reorganización de la Milicia Nacional.
Ante la situación, Mª Cristina llamó a formar gobierno a un liberal progresista, Mendizábal, que inició la reforma
del Estatuto Real y tomó medidas para conseguir recursos financieros con los que hacer frente a los gastos de la
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guerra carlista. Pero cuando decretó la desamortización de los bienes del clero, los privilegiados presionaron a la
regente para que lo destituyese en el verano de 1836. La respuesta de los progresistas no se hizo esperar.
Estallaron revueltas en muchas ciudades a favor del restablecimiento de la Constitución de 1812 y se produjeron
quemas de conventos. Tuvo lugar entonces el levantamiento de los sargentos de la guarnición de La Granja,
residencia real de verano donde se encontraba la regente ("Sargentada de la Granja"). Ante tantas presiones Mª
Cristina accedió a restablecer la Constitución de Cádiz y entregó el poder a los progresistas. En este nuevo
gobierno, Mendizábal emprendió reformas fundamentales, siendo la más importante, sin lugar a dudas, la
desamortización de los bienes del clero.
La desamortización había sido un elemento recurrente desde el gobierno de Manuel Godoy (1798) como medio
para conseguir recursos para el Estado con la venta de tierras propiedad de la Iglesia y de los ayuntamientos. En el
año 1836, Mendizábal decretó la disolución de las órdenes religiosas (excepto las dedicadas a la enseñanza y a la
asistencia hospitalaria) y estableció la incautación por parte del Estado del patrimonio de las comunidades
afectadas.
Los bienes desamortizados fueron puestos a la venta mediante subasta pública a la que podían acceder todos los
particulares interesados en su compra. Tres fueron los objetivos que Mendizábal quería alcanzar:
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Objetivo financiero: buscar ingresos para pagar la elevada deuda pública del Estado. De este modo
quedarían resueltos los problemas hacendísticos y se obtendrían además recursos económicos para costear
la guerra contra los carlistas.
Objetivo político: ampliar el número de simpatizantes del liberalismo. Se pretendía crear un sector de
propietarios que se sintieran unidos al régimen liberal isabelino porque los compradores de bienes
desamortizados ligarían su suerte a la victoria del bando liberal en la guerra, pues un hipotético triunfo de
los carlistas obligaría a devolver las fincas a la Iglesia. Además, hay que tener en cuenta que buena parte
del clero era simpatizante de la causa carlista.
Objetivo social: crear una clase media de campesinos propietarios comprometidos con el triunfo del
liberalismo. Más a largo plazo, las medidas deberían fomentar el desarrollo de la agricultura, al pasar la
tierra a unos propietarios más emprendedores y dispuestos a introducir mejoras en las formas de cultivo.
Dándose cuenta de que la Constitución de 1812 era inaceptable para los moderados, los progresistas iniciaron
un proceso de reforma de la Constitución de Cádiz, buscando el compromiso con los moderados mediante una
serie de concesiones.
El nuevo texto constitucional (Constitución de 1837) tuvo las siguientes características:
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Se establecía el principio de soberanía nacional.
El Estado se organizaba siguiendo la división de poderes:
o Poder legislativo: Cortes bicamerales (Congreso de los Diputados y Senado).
 Todas las leyes deberían ser aprobadas por ambas cámaras
 El Senado sería nombrado por el rey.
o Poder ejecutivo: el Rey.
 Iniciativa legislativa.
 Veto ilimitado
 El rey designaba a senadores y nombraba a los ministros. Los ministros debía conseguir
la “doble confianza”, además de ser nombrados por el rey debían ser aceptados por las
Cortes.
 En caso de desacuerdo, el rey podía adoptar la disolución de las Cortes.
Se recogía una amplia declaración de derechos ciudadanos (libertad de prensa, de opinión, de
asociación…).
Proclama la aconfesionalidad del Estado. No se prohibían otras religiones. El Estado se comprometía
a subvencionar y financiar al clero que, tras la desamortización de Mendizábal, se había quedado sin su
patrimonio y sin sus fuentes de recursos tradicionales.
En 1837, se aprobó una Ley Electoral que fijó un sistema de sufragio censitario muy restringido, pero
que amplió el censo electoral del 0,15% del Estatuto Real al 2,4%.
La caída de María Cristina y el rápido fracaso de la regencia de Espartero (1840-1843)
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A finales de 1837 se convocaron elecciones que fueron ganadas por los moderados. Una vez en el poder,
los moderados intentaron eliminar los rasgos más progresistas de la Constitución de 1837. En 1840 limitaron la
libertad de imprenta, y la Ley de Ayuntamientos dio a la Corona la facultad de nombrar a los alcaldes de las
ciudades más importantes. Además, se inició una legislación para devolver los bienes expropiados al clero.
La Ley de Ayuntamientos de 1840 enfrentó a moderados y progresistas. Mientras que los moderados
querían un nombramiento regio de los alcaldes de las principales ciudades, los progresistas defendían la elección
directa de estos. El apoyo de la Regente a la propuesta moderada, unido a diversos problemas ligados a la vida
privada de María Cristina, provocó un movimiento insurrecional. Mª Cristina, en 1840, antes de dar su apoyo a un
nuevo gobierno progresista, dimitió de su cargo. Entonces, los sectores afines al progresismo dieron su apoyo al
general Espartero, vencedor de la guerra carlista y héroe popular, que, nombrado por las Cortes, se convirtió en
Regente en 1840.
Durante su corta regencia actuó con un marcado autoritarismo: fue incapaz de colaborar con las Cortes y
gobernó sin más colaboradores que su camarilla de militares afines, conocidos como los ayacuchos1.. De este
modo, Espartero se aisló cada vez más del entorno progresista y perdió la popularidad que lo había llevado al
poder.
Durante su regencia se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos y se recortaron los fueros
vasco-navarros.
La firma de un arancel (acuerdo) librecambista con Inglaterra en 1842 abría el mercado español a los
tejidos ingleses, lo que provocó un levantamiento en Barcelona, en el que estuvieron involucradas la burguesía y
las clases populares, que veían peligrar su puesto de trabajo. Espartero mandó bombardear la ciudad hasta
conseguir su sumisión, colocando a Cataluña y a buena parte de sus antiguos partidarios en su contra.
Finalmente, una sublevación militar organizada por los moderados y encabezada por los generales
Narváez y O’Donnell, a la que se unieron algunos progresistas, precipitó el fin de la Regencia de Espartero. Para
salir del impasse político en el que se hallaba el país, las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II
cuando solo tenía trece años.
AYACUCHOS: Nombre coloquial con el que se conocían a los militares partidarios de Espartero, como resultado de la falsa creencia de que el regente
había estado en la batalla de Ayacucho, en Perú.
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Isabel II: la organización del régimen liberal
Etapas del
reinado
de Isabel II
Años
Gobiernos
Regencia
de María
Cristina
Gobiernos moderados
salvo el
1833-1840 paréntesis progresista motivado por el
motín de La Granja
Regencia
del general
Espartero
1840-1843
Gobierno progresista, derrocado por
generales de tendencia moderada
Gobiernos moderados derrocados por
1843-1854 la revuelta popular y el pronunciamiento
de Vicálvaro
Mayoría
de edad
de Isabel II
1854-1856
Bienio progresista finalizado por un
golpe militar
Gobiernos
unionistas,
dictadura
moderada
y
conspiraciones
1856-1868
progresistas y unionistas para derrocar
a Isabel II.
1. La Década Moderada (1844-1854)
Tras acceder al trono, al adelantarse su mayoría de edad en noviembre de 1843, Isabel II mostró desde un
principio su preferencia por los moderados, dejando fuera del juego político al partido progresista. Se abría un
largo período de predominio moderado. Los progresistas optaron o por el retraimiento, negándose a participar en
unas consultas electorales claramente amañadas, o por la preparación de pronunciamientos2 apoyados por
insurrecciones populares.
En mayo de 1844 se formó un gabinete presidido por el General Narváez, la gran figura de los moderados,
que impulsó una política basada en los principios del liberalismo doctrinario3. Su idea era crear un nuevo Estado
sustentado en el predominio del orden y la autoridad y combinar las reformas políticas con férreas medidas
represivas contra los progresistas, cuyos principales líderes optaron por exiliarse.
El régimen se asentó sobre el predominio de la burguesía terrateniente, formada por los antiguos latifundistas
y los nuevos propietarios rurales. La Corona y gran parte del Ejército se convirtieron en los soportes y garantes de
Pronunciamiento: El protagonismo político de los militares durante el reinado de Isabel II le ha valido la denominación de "el régimen
de los generales o de los espadones”. La influencia militar en la vida pública tuvo su principal expresión en el pronunciamiento, una
forma de golpe de Estado típicamente española. El mecanismo comenzaba cuando ante el descontento frente al gobierno, un general leía
un manifiesto a las tropas. Dicho de otra forma: se "pronunciaba". Si el golpe tenía los apoyos suficientes, los sublevados r ealizaban
detenciones y sustituían a las autoridades. Si tenían suerte, apenas encontraban resistencia. En caso contrario, el gobierno procedía a
una represión despiadada. Los golpistas acababan fusilados o, en el mejor de los casos, en el exilio. En los pronunciamientos, los
militares no actuaban en nombre de las fuerzas armadas. Eran los políticos civiles los que les pedían que pusieran su espada al servicio
de una causa determinada. Narváez fue el firme apoyo de los moderados; Espartero y Prim respaldaron a los progresistas .
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Liberalismo doctrinario: Corriente liberal que se caracterizaba por no tener doctrina definida, buscando el justo medio entre autoridad y
libertad. Se identificaba con el moderantismo, pues defendía la doble soberanía Rey -Cortes y el sufragio censitario restringido.
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este grupo social y político, que no dudaba en falsear los mecanismos electorales para garantizar el triunfo en las
urnas, dejando a los opositores sin otra alternativa que la conspiración para llegar al poder.
Estas fueron las principales medidas que se adoptaron durante esta década:
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Creación en 1844 de la Guardia Civil, fuerza armada encargada de aplicar la ley y orden esencialmente
en el medio rural. Como medida complementaria se suprimió la Milicia Nacional.
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Ley de Administración Local (Ayuntamientos) de 1845, que reforzaba el centralismo reservando a la
Corona el nombramiento de los alcaldes de los municipios más importantes.
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Reforma del sistema fiscal de 1845, elaborada por Alejandro Mon. Se estableció un nuevo sistema
fiscal más racional, eficaz y moderno, que puso fin al enrevesado sistema impositivo del Antiguo
Régimen.
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Se estableció el sistema nacional de instrucción pública, que regulaba los diferentes niveles de
enseñanza (educación elemental, secundaria y universitaria) y elaboraba los planes de estudio. Esta ley se
completó con la Ley Moyano de 1857, que fue la primera gran ley de educación del país.
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Ley Electoral de 1846 que configura un verdadero régimen oligárquico. Se estableció un sufragio muy
restringido que limitó el cuerpo electoral a 97.000 varones mayores de más de 25 años, lo que suponía el
0.8% del total de la población.
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Se adoptó un único sistema de pesos y medidas, el sistema métrico decimal.
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Concordato de 1851. Acuerdo con la Santa Sede por el que el Papa reconoció a Isabel II como reina y
aceptó la pérdida de los bienes eclesiásticos ya desamortizados, pero se suspendía la venta de los no
vendidos, así como el retorno a sus antiguos propietarios de aquellos no subastados. A cambio, el estado
español se comprometió al sostenimiento de la Iglesia (Presupuesto del culto y clero) y a entregarle a ésta
el control de la enseñanza y las labores de censura.

La Constitución de 1845
De carácter moderado, se diferencia de la de 1837 en una serie de aspectos esenciales:
o
Soberanía compartida del Rey y las Cortes. Esto se concreta en un poder legislativo
compartido por ambas instituciones y en una clara preeminencia de la Corona en el proceso
político. El Senado no era electivo, sino que era designado por la Corona entre personalidades
relevantes de su confianza.
o
Confesionalidad del Estado: reconocimiento del catolicismo como religión oficial del Estado.
o
Recorte de los derechos individuales, especialmente la libertad de expresión.
Pese a todas estas reformas, los gobiernos moderados no consiguieron dar estabilidad al país: en sólo dos
años (1846-1847) hubo 7 gobiernos. Además, manipularon las elecciones y restaron poder a las Cortes. La vida
política se desarrollaba alrededor de la reina, a partir de la influencia de las camarillas4 que buscaban el favor
real, al margen de la vida parlamentaria.
A esta inestabilidad política se le sumó entre 1846 y 1849 un nuevo levantamiento carlista en Cataluña,
conocido como la “Guerra dels Matiners”. Los rebeldes apoyaban la candidatura al trono del hijo de Carlos Mª
Isidro, el conde de Montemolín, conocido entre sus seguidores como Carlos VI. Después de algunos triunfos del
general Cabrera, la detención del pretendiente en la frontera francesa y la derrota militar de las partidas carlistas
acabaron con la insurrección.
2. Del Bienio Progresista a la "Revolución Gloriosa" (1854-1868)
El Bienio progresista (1854-1856)
El poder de los moderados se hizo cada vez más dictatorial, lo que propició un creciente descontento entre
progresistas, demócratas y algunos sectores moderados defraudados con la actuación gubernamental. En 1854, en
Vicálvaro, el general O'Donnell, un moderado descontento, inició un pronunciamiento que se radicalizó tras la
publicación por los rebeldes del denominado Manifiesto de Manzanares, redactado por Cánovas del Castillo y
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CAMARILLAS: recibían este nombre porque su relación con el rey les permitía el acceso a las habitaciones (la cámara) del soberano.
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que pretendía conseguir mayor apoyo para la rebelión, atrayendo a progresistas, demócratas y masas populares en
general. Así, un pronunciamiento que había comenzado siendo una revuelta de descontento de los sectores más
liberales del partido moderado, pasaba a contar con el apoyo de los progresistas que se hicieron con el
protagonismo. El manifiesto demandaba el cumplimiento de la Constitución de 1845, la reforma de la ley
electoral, la reducción de impuestos y la restauración de la Milicia Militar., lo que hizo que consiguiera un amplio
respaldo popular y animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente el golpe triunfó y propició la
formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero.
La otra gran figura del gobierno, el general O'Donnell fue nombrado Ministro de la Guerra y, poco
después, creó un nuevo partido, la Unión Liberal (1856), que trató de cubrir un espacio de centro entre
moderados y progresistas, aunque gobernó junto a estos últimos en el inicio del bienio.
El nuevo gobierno intentó restaurar los principios del progresismo y preparó una nueva Constitución, la de
1856, que no llegó a ser promulgada (non nata). Pero la actuación de mayor trascendencia del Bienio Progresista
fue un ambicioso plan de reformas económicas para beneficiar a la burguesía urbana y a las clases medias, con el
objetivo de impulsar el desarrollo económico e industrial del país:
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La desamortización general de Madoz en 1855 que culminó el proceso desamortizador. Afectó a los
bienes de la Iglesia, pero sobre todo a los bienes de los ayuntamientos (bienes de propios y comunales)5.
Se pretendía reunir recursos para la Hacienda e impulsar la industrialización del país.
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Se adoptaron medidas para propiciar la modernización económica como la Ley de Ferrocarriles de
1855, donde fueron a parar buena parte de los ingresos obtenidos con la desamortización. Esta ley ofrecía
grandes incentivos a las empresas que intervinieran en la construcción de las líneas del ferrocarril, de lo
que se beneficiaron especialmente los capitales extranjeros, que acudieron en abundancia al mercado
español.
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Se puso en marcha el telégrafo, se amplió la red de carreteras, se fomentó el crecimiento de sociedades
por acciones y bancos y se desarrolló la minería. Todo ello propició una etapa de expansión económica
hasta 1866.
La crisis del Bienio Progresista
Las medidas reformistas del bienio no remediaron las crisis de subsistencias, que movilizó al
pueblo en las revueltas de 1854, generando un clima de grave conflictividad social. En Cataluña, la
delicada situación económica (alza de precios, malas cosechas...) produjo huelgas obreras en 1855. Los
trabajadores pedían la reducción de los impuestos de consumos, la abolición de las quintas (reclutamiento
forzoso en el ejército), la mejora de los salarios y la reducción de la jornada laboral. El malestar social
condujo también a un importante levantamiento campesino en tierras castellanas y a la extensión de
motines populares en muchas ciudades del país, con asaltos e incendios de fincas y fábricas
La agitación social creciente atemorizó a las clases conservadoras y provocó la ruptura entre Espartero y
O'Donnell. Espartero dimitió y la reina confió el gobierno a o’Donnell.
Alternancia en el poder entre unionistas y moderados (1856–1868)
Nombrado el líder de la Unión Liberal, Presidente Del Gobierno en 1856, se inició un proceso de
revisión conservadora de la labor del bienio. O’Donnell reprimió duramente las protestas y ayudó a derribar al
gobierno que él había colocado en el poder dos años antes. Pocos meses después, Narváez y los moderados
volvían al poder.
En 1858, de nuevo, la Unión Liberal de O’Donnell se hacía con el gobierno (1858-1863). Esta época
estuvo marcada por la euforia económica ("boom" de los ferrocarriles) y por una política exterior activa, que
buscaba recuperar el prestigio internacional perdido, el fervor patriótico y contentar a importantes sectores del
Ejército. Así se llevaron a cabo tres campañas de carácter internacional:
 La expedición a Indochina (1858-1863) en colaboración con Francia, motivada por el deseo de castigar
una matanza de misioneros realizada en 1858. La expedición benefició sobre todo a los franceses, que
iniciaron la penetración colonial en aquella zona.
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Bienes de propios: pertenecientes a los municipios que los ayuntamientos arrendaban para cubrir gastos.
Bienes comunales: para aprovechamiento y disfrute de los habitantes de un municipio (bosques y tierras de libre pasto)
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La intervención en México (1862), que se realizó junto a franceses y británicos para exigir al gobierno
mexicano el cobro de la deuda atrasada con ese país, pero los españoles acabaron retirándose por
desavenencias con la política francesa.
 Las campañas militares de Marruecos (1859-1860) estuvieron motivadas por disputas fronterizas y se
saldaron con el triunfo en las batallas de Tetuán y Castillejos, donde adquirió gran prestigio un militar
progresista, el general Prim. La paz de Wad-Ras permitió a España la incorporación del territorio de lfni a
la Corona y la ampliación de la plaza de Ceuta.
Pero en el año 1863 se evidenció la descomposición interna de la coalición gubernamental y la estabilidad que
hubo en los años anteriores se tornó en una rápida sucesión de gobiernos inestables. El unionismo fue incapaz de
afrontar la oposición de los moderados y de la propia Corona. O'Donnell presentó su dimisión y la reina entregó el
poder a los moderados.
La vuelta de los moderados (1863-1868)
La vuelta de Narváez al poder en 1863 marca el inicio del último período del reinado de Isabel II. La
inestabilidad política (conspiraciones, pactos e intentos de pronunciamientos) y el autoritarismo y represión de los
gobiernos moderados caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica llegó a su fin tras la crisis
económica de 1864.
Ante la marginación política, los progresistas pasaron a la insurrección con el apoyo de los demócratas,
cuya influencia entre las clases populares aumentaba.
En 1865, hubo graves incidentes en la Universidad de Madrid, conocidos como La noche de San Daniel,
que se saldó con la muerte de nueve estudiantes y más de cien heridos.
En 1866, tuvo lugar la sublevación de los sargentos del cuartel San Gil, que contó con la adhesión de
progresistas y demócratas y que comportó un levantamiento popular en Madrid. La insurrección acabó con más de
50 fusilamientos y más de mil detenidos.
La situación del gobierno empeoró a raíz de la crisis de subsistencia iniciada en 1866, que provocó subida
de precios y descontento social generalizado. En este momento, amplios sectores sociales coincidieron en la
necesidad de llevar a cabo un pronunciamiento que diera un giro radical a la situación.
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Sexenio Democrático (1868-1874): El reinado de Amadeo I y la
I República
1. "La Revolución Gloriosa"
Las prácticas dictatoriales de los últimos gobiernos moderados extendieron la impopularidad del régimen
moderado y de la reina Isabel II, que siempre les había apoyado. La crisis económica iniciada en 1866 acrecentó
el descontento de la población. A esta decadencia contribuyó la muerte de su más importante líder político, la de
Narváez, que descabezó al partido que había detentando durante tantos años el poder en España, y
Los progresistas, dirigidos por el general Prim, y los demócratas, partidarios del sufragio universal,
habían firmado en 1866 el llamado Pacto de Ostende (Bélgica) por el que se comprometían en el objetivo de
acabar con el moderantismo en el poder, derrocar a Isabel II y dejar la decisión de un nuevo sistema político monarquía o república- en manos de unas Cortes Constituyentes. La muerte de O'Donnell en 1867, propició el
acercamiento de la Unión Liberal, ahora encabezada por el general Serrano, a los progresistas con el propósito
cada vez más definido de poner fin al reinado de Isabel de Borbón. Finalmente la sublevación estalló el 19 de
septiembre de 1868. Iniciada por el unionista almirante Topete en Cádiz, Prim y Serrano se reunieron
rápidamente con los sublevados y consiguieron un gran apoyo popular, tras la publicación de un manifiesto en el
se pedía a los ciudadanos que acudiesen a las armas para defender la libertad, el orden y la honradez, y que
terminaba con el lema de “Viva España con Honra”. Tras ello, consiguieron extender la revolución por diversas
zonas del país. El gobierno de Isabel II se aprestó a defender el trono con las armas, pero tras la batalla de
Alcolea (Córdoba), quedó patente la derrota de las fuerzas gubernamentales. El gobierno dimitió y la reina, Isabel
II, no tuvo más remedio que exiliarse a Francia. Esta revolución fue denominada por los progresistas
"Revolución Gloriosa de 1868", aunque también fue conocida popularmente como “la Septembrina”, por el mes
en el que tuvo lugar.
La adhesión de los unionistas fue fundamental para el triunfo de la revolución y para definir su carácter.
Por un lado, los unionistas (Serrano) aportaron una buena parte de la cúspide del ejército. Pero, por otro lado, el
carácter conservador, opuesto a todo cambio social de los unionistas, contrarrestó el peso de los demócratas, cuyo
papel fue muy importante para atraerse el apoyo de las fuerzas populares (formación de Juntas revolucionarias), y
redujo el levantamiento de 1868 a un simple pronunciamiento militar, por mucho que las proclamas y los
manifiestos hablaran de revolución y utilizaran las reivindicaciones de libertad y justicia social.
2. El Gobierno provisional (1868-1871)
Tras el éxito de la Revolución del 68 y la salida de España de Isabel II, se estableció inmediatamente,
hasta la convocatoria de Cortes constituyentes, un gobierno provisional presidido por Serrano, con el general
Prim como Ministro de la Guerra. Unionistas, progresistas y demócratas conformaban el gabinete. Pero pronto
comenzaron a haber desavenencias entre demócratas, que querían la supresión de quintas6 y del impuesto sobre
consumos7, y unionistas, que pretendían evitar esas reformas, sobre todo después del comienzo de la “Guerra
Chica” o primera guerra de Cuba, iniciada con el Grito de Yara8.
El nuevo gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal. Los
progresistas vencieron en unos comicios bastante limpios para lo normal en la época y marcaron con su ideología
la nueva constitución que se aprobó al año siguiente.
6
Quintas: El reemplazo de la tropa se efectuó durante mucho tiempo por sorteo en los pueblos y afectaba a un quinto de
todos los mozos entre 20 y 30 años. De ahí que los reemplazos fuesen conocidos como quintas. El servicio militar podía
durar hasta ocho años, para pasar después a ser reservista y poder ser llamado a filas en cualquier momento de necesidad. El
ingreso al servicio militar era obligatorio, pero las clases altas podían librarse mediante un pago en metálico al Estado
(redención), o ser sustituido por otro soldado a cambio de entregarle una cantidad. Las clases medias debían de endeudarse
de por vida par a poder pagar la redención, mientras que par a los más pobres, esto era impensable y se veían obligados a
abandonar el trabajo y la familia.
7
Impuesto sobre Consumos: Impuestos que gravaban los productos básicos (vino, carne, jabón…). Eran los más
impopulares entre ls clases humildes.
8
Grito de Yara: levantamiento independentista cubano, que origina un conflicto armado de diez años de duración, bajo el
liderazgo de Carlos Céspedes, que se levanta en Yara contra el dominio colonial español al grito de “Cuba libre”
11
La Constitución de 1869
La más radicalmente liberal de las constituciones del siglo XIX, así, se habla de la Constitución“ democrática”
de 1869.
Estas son sus principales características:

Soberanía nacional


Sufragio universal directo para los varones mayores de veinticinco años.
Monarquía democrática, con una serie de limitaciones de los poderes del rey: el rey tan sólo
promulgaba las leyes y no tenía derecho de veto.
Poder ejecutivo en manos del Consejo de Ministros
Poder legislativo en unas Cortes bicamerales. Ambas cámaras, Congreso y Senado, son elegidas por el
cuerpo electoral
Poder judicial reservado a los Tribunales.
Amplia declaración de derechos y libertades, reconociéndose por primera vez los derechos de reunión
y asociación.
Libertad de culto religioso.





3. La Monarquía democrática: Amadeo I (1871-1873)
Tras aprobarse la constitución en la que se establecía la monarquía como forma de gobierno, el general
Serrano fue nombrado Regente y Prim pasó a ser Presidente de un nuevo gobierno integrado por progresistas y
unionistas, que marginaba al resto de fuerzas políticas. El nuevo ejecutivo ordenó disolver las Juntas y desarmar a
la Milicia Nacional, dejando bien claro que una cosa era derrocar a los Borbones y otra pretender cambios
revolucionarios en el sistema económico o político.
Desechada la opción de los Borbones, se inició la búsqueda de un candidato adecuado a la Corona entre
las diferentes familias reales europeas. Prim fue el encargado buscar al nuevo monarca, lo que le resultó una tarea
más compleja de lo esperado, Finalmente se decidió por un joven príncipe italiano y las Cortes eligieron como
nuevo rey a Amadeo de Saboya en noviembre de 1870, hijo de Víctor Manuel II, rey de la recién unificada
Italia, y perteneciente a una dinastía con fama de liberal.
El nuevo monarca,de tan sólo 26 años de edad, llegó al país el 30 de diciembre. Tres días antes había sido
asesinado el general Prim, con lo que el nuevo monarca se quedó sin su principal valedor y consejero más fiel. En
enero de 1871, Amadeo de Saboya fue proclamado rey y, tras tomarle juramento, las Cortes constituyentes se
disolvieron para iniciar una nueva etapa de monarquía democrática.
Amadeo se encontró inmediatamente con un amplio frente de rechazo. Aquí estaban grupos variopintos y
enfrentados:

los carlistas, todavía activos en el País Vasco y Navarra, que se sublevaron por las posibles expectativas
de sentar en el trono a su candidato Carlos VII, convirtiéndose en un foco permanente de problemas e
inestabilidad.

los "alfonsinos", partidarios de la vuelta de los Borbones en la figura de Alfonso, hijo de Isabel II ,
liderados por Cánovas del Castillo

los republicanos, grupo procedente del Partido Demócrata que reclamaba reformas más radicales (sobre
todo los federalistas) en lo político, económico y social y se destacaba por un fuerte anticlericalismo.

Mientras la alianza formada por unionistas, progresistas y demócratas, que había aprobado la constitución
y llevado a Amadeo al trono, comenzó rápidamente a resquebrajarse. Los dos años que duró su reinado se
caracterizaron por una enorme inestabilidad política, con disensiones cada vez más acusadas entre los
partidos que habían apoyado la revolución.

A todo esto hay que añadir el conflicto en Cuba, Guerra de los 10 años, comenzado en 1868. Aunque el
gobierno prometió el fin de la esclavitud en la isla y y se mostró partidario de conceder reformas políticas
a la isla, la negativa de los sectores económicos españoles con intereses en Cuba frustró la posibilidad de
una solución pacífica al conflicto y convirtió la guerra en un problema grave.
Impotente, privado de todo apoyo y harto ante la situación, Amadeo I abdicó a principios de 1873 y abandonó
España dejando una impresión de país ingobernable y contrario a una monarquía democrática.
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Sin otra alternativa, siendo impensable iniciar una nueva búsqueda de un rey entre las dinastías europeas, las
Cortes proclamaron la I República el 11 de febrero de 1873.
4. La Primera República
La República fue proclamada por unas Cortes en las que no había una mayoría de republicanos. Las ideas
republicanas tenían escaso apoyo social y contaban con la oposición de los grupos sociales e instituciones más
poderosos del país. La alta burguesía y los terratenientes, los altos mandos del Ejército, la jerarquía eclesiástica
eran contrarios al nuevo régimen. A pesar de todo ello, la república fue aprobada el 11 de febrero de 1873 por 258
votos a favor y 32 en contra. Ahora bien, estos datos no reflejaban un apoyo real a la nueva forma de gobierno.
Gran parte de la Cámara era monárquica y su voto republicano fue una estrategia para ganar tiempo y organizar el
retorno de los Borbones al trono español- Así pues, la República nació con escasas posibilidades de éxito.
Los escasos republicanos pertenecían a las clases medias urbanas, mientras las clases trabajadores optaron por
dar su apoyo al incipiente movimiento obrero anarquista. Las sucesivas disputas entre federalismo y unitarismo y
la debilidad del régimen republicano provocaron una enorme inestabilidad política. Cuatro presidentes de la
República se sucedieron en apenas once meses: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.
En este contexto de inestabilidad, los gobiernos republicanos emprendieron una serie de reformas bastante
radicales que, en algunos casos, se volvieron contra el propio régimen republicano. El primer presidente,
Estanislao Figueras, tomó las primeras medidas reformistas:


Supresión impuesto de consumos. La abolición de este impuesto indirecto, reclamada por las clases más
populares, agravó el déficit de la Hacienda.
Eliminación de las quintas. De nuevo una medida popular propició el debilitamiento del estado
republicano frente a la insurrección carlista y cubana.
Pero la falta de recursos del Estado, el escaso apoyo del ejército y su enfrentamiento con el proyecto federal
de Pi y Margall provocaron su dimisión.
El siguiente presidente fue Pi y Margall, que quedó encargado de elaborar un proyecto constitucional para
instaurar una República federal. En julio se presentó a las Cortes el nuevo proyecto, que apenas llegó a ser
debatido y, por consiguiente, tampoco llegó a ser aprobado. La Constitución republicana federal de 1873
pretendía la implantación de la democracia y una amplia declaración de derechos y libertades:






Reducción de la edad de voto a los 21 años
Libertad de cultos
Separación de la Iglesia y el Estado. Este dejó de subvencionar a la Iglesia.
Reglamentación del trabajo infantil. Prohibición de emplear a niños de menos de diez años en fábricas
y minas.
Abolición de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico.
Se planteaba, por primera vez en España, un Estado no centralista, y recogía tradiciones regionalistas
que estarían en el origen de de las futuras propuestas nacionalistas.
Este programa reformista se intentó llevar a cabo en un contexto totalmente adverso. Los gobiernos
republicanos tuvieron que hacer frente a un triple desafío bélico:

La nueva guerra civil carlista.
Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro, encabezó una nueva insurrección carlista en el País Vasco y Navarra.
Aprovechando el caos general, los carlistas llegaron a establecer un gobierno en Estella, Navarra.

La guerra de Cuba
También continuó la guerra en Cuba, iniciada en 1868. Las autoridades españolas en la isla eran proclives a la
restauración borbónica en la figura de Alfonso XII, y, por tanto, actuaron al margen del poder republicano.

Las conspiraciones militares alfonsinas.
Entre los mandos del ejército se fue imponiendo la idea de la vuelta de los Borbones en la figura del hijo de
Isabel II, Alfonso. Pronto empezaron las conspiraciones para un pronunciamiento militar.

A todo ello, se añadieron las divisiones entre los propios republicanos.
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
Las sublevaciones cantonales.
Bajo la presidencia de Pi y Margall, los republicanos federales más extremistas se lanzaron a proclamar
cantones, pequeños estados regionales cuasi independientes, con sus gobiernos autónomos y su propia
legislación, en zonas de Valencia, Alicante, Murcia y Andalucía, sublevándose contra el gobierno republicano de
Madrid. La resistencia del cantón de Cartagena, base y arsenal naval muy importante, fue el de más larga
duración de todos los cantones pues consiguió resistir el asedio de las fuerzas del gobierno central hasta el 12 de
enero de 1874, convirtiéndose en el símbolo de este movimiento en el que las ideas republicano-federales y
anarquistas se entremezclaron.
El presidente Pi y Margall se opuso a sofocar la revuelta por las armas y dimitió, siendo sustituido por Nicolás
Salmerón, quien dio por acabada la política de negociación con los cantones e inició una acción militar contra el
movimiento cantonalista. Excepto en Cartagena, la intervención militar acabó rápidamente con la insurrección,
pero dio un inmenso poder a los generales que asumieron la represión y volvió a colocar al ejército en el papel de
barrera contra la revolución social.
Salmerón dimitió a principios de septiembre al sentirse moralmente incapaz de firmar las penas de muerte
impuestas por la autoridad militar contra activistas cantonalistas. La presidencia cayó entonces en Emilio
Castelar, dirigente del republicanismo unitario, mucho más conservador en cuestiones sociales. La República
inició a partir de ese momento un progresivo desplazamiento hacia la derecha. Practicó una política destinada a
restablecer la unidad nacional y el orden social al que aspiraban las clases conservadoras. Cautelar asumió
poderes extraordinarios. Se apoyó en los militares que le proporcionaron éxitos inmediatos sobre el cantonalismo
y el carlismo. Suspendió las garantías constitucionales y clausuró las Cortes hasta el 2 de enero. A la reapertura de
las Cámaras, la oposición federalista le exige una moción de confianza, que Castelar pierde. Era inminente la
formación de un gobierno más hacia la izquierda, pero, al conocer este hecho, el capitán general de Castilla la
Nueva, Manuel Pavía, exigió la disolución de las Cortes republicanas. Los diputados se resistieron al principio,
pero ante la invasión del hemiciclo por Pavía con fuerzas de la Guardia Civil, abandonaron la Cámara. Era el día 4
de enero de 1874. Apenas hubo resistencia, ni política ni popular, lo que muestra la debilidad de la República que,
excesiva para unos y demasiado tibia para otros, apenas contaba con base social en la que sustentarse.
La república del año 1874: el golpe del general Pavía y el camino a la Restauración.
Tras el golpe militar de Pavía y la disolución de las Cortes republicanas, se estableció un gobierno
republicano de carácter conservador presidido por el general Serrano que suspendió la Constitución y los derechos
y libertades.
El régimen republicano se mantuvo nominalmente un año más, aunque la dictadura de Serrano fue un
simple paso previo a la restauración de los Borbones que planeaban los alfonsinos con su líder Cánovas del
Castillo. La restauración se vio finalmente precipitada por un golpe militar del general Martínez Campos el 29
de diciembre de 1874. El hijo de Isabel II fue proclamado rey de España con el título de Alfonso XII.
Anteriormente, Isabel II ya había abdicado en su hijo, y Cánovas del Castillo se había convertido en el dirigente e
ideólogo de su causa. El 1 de diciembre del mismo año, el príncipe Alfonso de Borbón había firmado el
Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas, que sintetizaba el programa de la nueva monarquía alfonsina: un
régimen de signo conservador y católico que garantizaría el funcionamiento del sistema político liberal y
restablecería la estabilidad política y el orden social. Se iniciaba en España el período de la Restauración.
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TEXTOS:
Manifiesto de Abrantes
"Carlos V a sus amados vasallos: Bien conocidos son mis derechos a la Corona de España en toda la Europa y los
sentimientos en esta parte de los españoles, que son harto notorios para que me detenga a justificarlos. Fiel,
sumiso y obediente como el último de los vasallos a mi caro hermano que acaba de fallecer, y cuya pérdida, tanto
por sí misma como por sus circunstancias, ha penetrado de dolor mi corazón, todo lo he sacrificado: mi
tranquilidad, la de mi familia; he arrostrado toda clase de peligros para testificarle mi respetuosa obediencia,
dando al mismo tiempo este testimonio público de mis principios religiosos y sociales. Tal vez han creído algunos
que los he llevado hasta el exceso, pero nunca he creído que puede haberlo en un punto del cual depende la paz de
las monarquías. Ahora soy vuestro rey; y al presentarme por primera vez a vosotros bajo este título, no puedo
dudar un solo momento que imitaréis mi ejemplo sobre la obediencia que se debe a los príncipes que ocupan
legítimamente el trono y volaréis todos a colocaros bajo mis banderas, haciéndoos así acreedores a mi afecto y
soberana munificencia. Pero sabéis, igualmente, que recaerá el peso de la justicia sobre aquellos que,
desobedientes y desleales, no quieren escuchar la voz de un soberano y un padre que solo desea hacerlos felices."
Carlos V, rey de España
Abrantes, 1 de octubre se 1833
El Estatuto Real
Título 1. De la convocación de las Cortes generales del Reino.
Art. 1. (...) Su Majestad la Reina Gobernadora, en nombre de su excelsa hija Doña Isabel I ha resuelto convocar
las Cortes generales del Reino.
Art. 2. Las Cortes generales se compondrán de dos Estamentos: el de Próceres del Reino y el de Procuradores del
Reino 1.. .1.
Art. 3. El Estamento de Próceres del Reino se compondrá: 1. ° De muy reverendos arzobispos y reverendos
obispos. 2. ° De Grandes de España. 3. ° De Títulos de Castilla. 4 De un número indeterminado de españoles,
elevados en dignidad e ilustres por sus servicios en las varias carreras, y que sean o hayan sido secretarios del
Despacho, procuradores del Reino, consejeros de Estado, embajadores o ministros plenipotenciarios, generales de
mar o de tierra o ministros de los tribuna les supremos. 5.° De los propietarios territoriales o dueñas de fábricas,
manufacturas o establecimientos mercantiles que reúnan a su mérito personal y a sus circunstancias relevantes, el
poseer una renta anual de sesenta mil reales, y el haber sida anteriormente procuradores del Reino. 6. ° De los que
en la enseñanza pública o cultivando las ciencias o las letras, hayan adquirido gran renombre y celebridad, con tal
que disfruten una renta anual de sesenta mil reales, ya provenga de bienes propios, ya de sueldo cobrado del
Erario.
Art. 4. Bastará ser Arzobispo u Obispo electo o auxiliar paro poder ser elegido, en clase de tal, y tomar asiento en
el Estamento de Próceres del Reino (...).
Art. 7. El Rey elige y nombra los demás próceres del Reino, cuya dignidad es vitalicia (...).
Art. 24. Al Rey toca exclusivamente convocar suspender y disolver las Cortes
Art. 31. Las Cortes no podrán deliberar sobre ningún asunto que no se haya so metido expresamente a su examen
en virtud de un Decreto Real.
La Constitución de 1837
Doña Isabel II, por la gracia de Dios y la Constitución de la Monarquía española, Reina de las Españas; y en su
Real nombre, y durante su menor edad, la Reina viuda su madre Doña María Cristina de Borbón, Gobernadora del
Reino; a todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: Que las Cortes generales han decretado y
sancionado, y Nos de conformidad aceptado, lo siguiente:
Siendo la voluntad de la Nación revisar, en uso de su Soberanía, la Constitución política promulgada en Cádiz el
19 de marzo de 1 81 2, las Cortes generales, congregadas a este fin, decretan y sancionan t siguiente (...).
Art. 2. Todos los españoles pueden imprimir y publicar libremente sus ideas sin previa censura, con sujeción a las
leyes.
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Art. 6. Todo español está obligado a defender la Patria con las armas cuando sea llamado por la ley, y a contribuir
en proporción de sus haberes para los gastos del Estado.
Art. 9. Ningún español puede ser procesado ni sentenciado sino por el Juez o Tribunal competente, en virtud de
leyes anteriores al delito y en la forma que estas prescriban (...).
Art. 11. La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la Religión Católica que profesan los
españoles.
Art. 1 2. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 1 3. Las Cortes se componen de dos cuerpos colegisladores, iguales en facultades: el Senado y el Congreso
de los Diputados (...).
Art. 15. Los senadores son nombrados por el Rey a propuesta, en lista triple, de los electores que en cada
provincia nombran los diputados a Cortes
Art. 26. Las Cortes se reúnen todos los años. Corresponde al Rey convocarlas, suspender y cerrar sus sesiones, y
disolver el Congreso de los Diputados; pero con la obligación, en este último caso, de convocar otras Cortes, y
reunirlas dentro de tres meses (...).
Art. 36. El Rey y cada uno de os Cuerpos Colegisladores tienen la iniciativa de las leyes (...).
Art. 44. La persona del Rey es sagrada e inviolable, y no está sujeta a responsabilidad. Son responsables los
ministros.
Art. 45. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey (...).
Art. 70. Para el gobierno interior de los pueblos habrá Ayuntamientos, nombrados por los vecinos, a quienes la
ley conceda este derecho (...).
El Convenio de Vergara
“Art. 1. El capitán general don Baldomero Espartero recomendará con interés al Gobierno el cumplimiento de su
oferta de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros.
Art. 2. Serán reconocidos los empleos, grados y condecoraciones de los generales, jefes, oficiales y demás
individuos de pendientes del Ejército del teniente general don Rafael Maroto, quien presentará las relaciones con
expresión de las armas a que pertenecen, quedando en libertad de continuar sirviendo defendiendo la Constitución
de 1 837, el trono de Isabel II y la regencia de su augusta madre o bien de retirarse a sus casas los que no quieran
seguir con las armas en la mano.
Art. 3. Los que adopten el primer caso de continuar sirviendo tendrán colocación en los cuerpos del Ejército, ya
de efectivos, ya de supernumerarios, según el orden que ocupan en la escala de las inspecciones a cuya arma
correspondan (...)”
Agosto de 1839
La Desamortización de Mendizábal
A su Majestad la Reina Gobernadora:
"Señora, vender la masa de bienes que han venido a ser propiedad de la Nación, no es tan sólo cumplir una
promesa solemne y dar una garantía positiva a la deuda nacional, es abrir una fuente abundantísima de felicidad
pública; vivificar una riqueza muerta, desobstruir los canales de la industria y de la circulación; apegar al país por
el amor natural y vehemente a todo lo propio; ensanchar la patria, crear nuevos y fuertes vínculos que liguen a
ella; es, en fin, identificar con el trono excelso a Isabel II, símbolo de orden y de la libertad. No es, señora ni una
fría especulación mercantil, ni una mera operación de crédito. . . El decreto que vaya a tener la honra de someter a
la augusta aprobación de V. M. sobre la venta de bienes adquiridos ya por la nación, así como en su resultado
material ha de producir el beneficio de minorar la fuerte suma de la deuda pública, es menester que en su objeto y
aun en los medios por donde aspire a aquel resultado, se encadene, se funde en la alta idea de crear una copiosa
familia de propietarios, cuyos goces y cuya existencia se apoye principalmente en el triunfo completo de nuestras
actuales instituciones".
Febrero de 1.836
Juan Álvarez de Mendizábal
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Manifiesto de Manzanares (Comentario)
Españoles: La entusiasta acogida que va encontrando en los pueblos del Ejército liberal; el esfuerzo de los
soldados que le componen, tan heroicamente mostrado en los campos de Vicálvaro; el aplauso con que en todas partes
ha sido recibida la noticia de nuestro patriótico alzamiento, aseguran desde ahora el triunfo de la libertad y de las leyes
que hemos jurado defender.
Dentro de pocos días, la mayor parte de las provincias habrán sacudido el yugo de los tiranos; el Ejército entero
habrá venido a ponerse bajo nuestras banderas, que son las leales; la nación disfrutará los beneficios del régimen
representativo, por el cual ha derramado hasta ahora tanta sangre inútil y ha soportado tan costosos sacrificios. Día es,
pues, de decir lo que estamos resueltos a hacer en el de la victoria.
Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica rigurosa
de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de los impuestos,
fundada en una estricta economía; queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y los
merecimientos; queremos arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la independencia local
necesaria para que conserven y aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos,
bajo sólidas bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos por
eso a la nación.
Las Juntas de gobierno que deben irse constituyendo en las provincias libres; las Cortes generales que luego se
reúnan; la misma nación, en fin, fijará las bases definitivas de la regeneración liberal a que aspiramos.
Nosotros tenemos consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas, y no las envainaremos hasta que ella esté
cumplida.
Cuartel general de Manzanares, a 6 de julio de 1854.- El general en jefe del Ejército constitucional,
Leopoldo O’Donnell, conde de Lucena.
Identifica el documento.
El texto es una fuente primaria, es el Manifiesto de Manzanares que, firmado por el general Leopoldo
O’Donnell y redactado por Antonio Cánovas del Castillo, pretendió acabar con los gobiernos corruptos del final
de la Década Moderada. Es un documento de contenido político, en tanto que es una declaración de intenciones,
un manifiesto que exhorta a una revolución política , y, por tanto, es público y tiene también carácter social, al
intentar implicar al pueblo en la revuelta..
Los autores son el general O’Donnell, que lo firma, y algunos de los que encabezaron el
pronunciamiento, pero lo redactó Cánovas del Castillo, entonces joven abogado del Partido Moderado.
O’Donnell, era un prestigioso militar del sector más liberal del partido moderado, contrario a los desmanes
autoritarios en los que había caído el partido y que lideró un levantamiento militar para cambiar el gobierno
O’Donnell fundará en 1856 un nuevo partido, la Unión Liberal de carácter liberal conservador. Cánovas del
Castillo será con el tiempo el gran líder del partido conservador y artífice de la Restauración de Alfonso XII en
1874.
Ideas principales:
El documento es un manifiesto, por lo que en tono exhortativo presenta la crítica situación del momento
(crisis del gobierno moderado) y anima a la rebelión política con el apoyo militar para cambiar dicha situación,
presentando un programa de gobierno bastante ambiguo (demagógico)-.
Los dos primeros párrafos constituyen esa llamada a toda la nación para sumarse a la sublevación que
O’Donnell inició el 28 de junio de 1854, y que tuvo en la “batalla” de Vicálvaro su momento glorioso y heroico.
En realidad, esta batalla fue una pequeña escaramuza que terminó con la retirada tanto de las tropas
gubernamentales como de las sublevadas, con el saldo de muy pocas víctimas, sobre todo heridos.
Tras esa batalla el momento de indecisión afectó a los dos bandos, el gubernamental porque el gobierno
no sabía el apoyo con el que podía contar, y los sublevados porque el resto del ejército no se acababa de decidir
por la sublevación, y, sobre todo, porque los progresistas y demócratas desconfiaban de esta rebelión
protagonizada por militares y políticos moderados, aunque fueran del sector más liberal de este partido. Esta
indecisión podía provocar el fin de la sublevación por lo que se decidió redactar este manifiesto animando a
militares y progresistas a sumarse a los ya sublevados.
El tercer párrafo constituye un ambiguo programa político que constituye el ideario de los sublevados:
mantenimiento del trono, no se pretende derrocar ni el sistema monárquico ni a la reina (las revoluciones de 1848
en Europa habían costado el trono a varios monarcas europeos), pero era deseable acabar con la corrupción de las
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camarillas que los últimos gobiernos anteriores habían representado, defendiendo intereses de banqueros, y de
políticos corruptos. Sobre las reformas políticas (electoral, de imprenta…), se refieren a volver a ampliar derechos
y libertades que se habían ido reduciendo hasta convertirse en un gobierno autoritario; así como la mejora de la
situación económica que el aumento de impuestos, había producido en las clases medias. Concede en este
programa una petición tradicional del partido progresista: la restitución de la Milicia Nacional y la
descentralización de la política territorial: en España los conservadores tienden a ser centralistas, mientras que los
progresistas tienden a ser más descentralizadores.
El último párrafo hace referencia al proceso revolucionario mediante Juntas de Gobierno que en distintas
ciudades se deberían levantar contra el gobierno, para después convocar unas Cortes Generales que elaboraran
una nueva constitución (la de 1845, parecía superada incluso para los políticos moderados).
El Manifiesto pretendió que los progresistas se rebelaran, y pese a lo poco progresista del programa del
manifiesto, poco a poco en diversas ciudades: Madrid, Barcelona, Valencia, se fueron produciendo
levantamientos populares, de sectores progresistas del ejército, que llevaron a la reina Isabel II a convocar al
General Espartero (reconocido progresista) para ofrecerle formar un gobierno. Así, un levantamiento que empezó
protagonizado por los políticos y militares moderados acabó siendo protagonizado en las calles y en las ciudades
por los progresistas que acabaron obteniendo el poder, ejerciéndolo durante dos años: Bienio Progresista (18541856), hasta que el propio O’Donnell consiga presionar a la reina para que destituya a Espartero y hacerse él con
el poder. Acontecimientos estos que demuestran la excesiva presencia del elemento militar en las cuestiones
políticas a lo largo del siglo XIX, siendo Cánovas del Castillo, quien aleje, en 1874, a los militares del ejercicio
del poder político.
Contexto histórico :
El contexto histórico de este Manifiesto de Manzanares hay que situarlo desde la crisis y caída de los
moderados a causa del autoritarismo de sus gobiernos, marcados por la corrupción, la debilidad política y el
enfrentamiento con el sector militar y los liberales en general. Esta situación va a provocar en 1854 una doble
conspiración: una militar, encabezado por O’Donnell y los sectores más liberales del partido moderado; y otra de
los progresistas y demócratas, con Espartero como líder.
El 28 de junio de 1854 se subleva O’Donnell en Alcalá de Henares, a las afueras de Madrid, y la reacción
de gobierno llevará a la batalla de Vicálvaro, de resultado indeciso y pocas víctimas, que provocó un momento de
indecisión en el movimiento revolucionario. Por eso reunidos los conspiradores en Manzanares, Cánovas del
Castillo redacta este manifiesto que según algunos autores invitaba a una rebelión más amplia de los sectores
progresistas. Esta rebelión se fue generalizando en los siguientes días, hasta que a finales de julio de 1854 la reina
Isabel II, tuvo que llamar para formar gobierno al progresista general Espartero, iniciándose el Bienio Progresista
(1854-1856). Segunda etapa de su reinado.
Núcleo temático:
El núcleo histórico al que pertenecería este documento seria “La Construcción del Estado Liberal”, en
concreto podemos enmarcarlo al final de la Década moderada y el pronunciamiento que daría lugar al comienzo
del Bienio Progresista.
Discurso de abdicación de Amadeo I (Comentario)
“Al Congreso: Grande fue la honra que merecí a la Nación española, eligiéndome para ocupar un trono...Creí que
la corta experiencia de mi vida en el arte de mandar sería suplida por la lealtad de mi carácter, y que
hallaría poderosa ayuda para conjurar los peligros y vencer las dificultades que no se ocultan a mi vista en la
simpatía de todos los españoles amantes de su patria...Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos años largos
hace que ciño la Corona de España, y la España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz
y ventura que tan ardientemente anhelo. Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de
estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con
la pluma, con la palabra, agravan y perpetran los males de la Nación, son españoles, todos invocan el dulce
nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador
y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tantas opuestas manifestaciones de la opinión pública, es
imposible atinar cuál es la verdadera, y más imposible todavía, hallar el remedio a tantos males. Lo he buscado
ávidamente dentro de la ley, y no lo he hallado. Fuera de la ley, no ha de buscarlo quien ha prometido observarla.
Éstas son, señores Diputados, las razones que me mueven a devolver a la Nación, y en su nombre a vosotros, la
Corona que me ofreció el voto nacional, haciendo renuncia de ella por mí, por mis hijos y sucesores. Estad
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seguros de que, al desprenderme de la Corona, no me desprendo del amor a esta España tan noble como
desgraciada, y de que no llevo otro pesar que el de no haberme sido posible procurarle todo el bien que mi leal
corazón para ella apetecía”.
Discurso de renuncia de Amadeo de Saboya al trono español,
Palacio de Madrid, 11 de febrero de 1873
COMENTARIO DE TEXTO:
Identificación:
El documento es un fragmento del discurso de la abdicación de Amadeo I, rey de España, ante las Cortes,
el 11 de febrero de 1873, que da fin a su efímero reinado.
Fuente primaria: es contemporánea a los hechos de los que habla; se trata de un documento histórico-,
porque refleja un hecho concreto: la abdicación del monarca.
Texto de carácter político, ya que a través de este discurso el rey justifica su decisión de abdicar de la
Corona española.
Es un documento público, ya que se trata de un discurso (exposición oral de cierta extensión, dirigida a
un auditorio determinado y hecha generalmente con el fin de manifestar lo que se piensa o siente). Es un
documento oficial y dirigido a la nación española.
Autoría: documento redactado por Amadeo de Saboya (1845-1890), duque de Aosta y rey de España (1871-1873),
hijo del entonces rey de Italia Víctor Manuel II. Católico y de profundas convicciones liberales, Amadeo fue
elegido rey por amplia mayoría de las Cortes, sustituyendo al general Serrano que había ejercido la Regencia en
virtud de la Constitución de 1869, que establecía como forma de gobierno una monarquía constitucional.
Destinatario: las Cortes españolas, órgano del poder legislativo y representación de la soberanía nacional.
Intencionalidad: explicar las razones de la abdicación y justificar su actuación como rey.
Ideas principales:
Idea principal: explicar las razones de la abdicación de Amadeo I y justificar su actuación como rey. Para
justificar esta decisión el monarca expone una serie de razones que le han llevado a tomar la decisión. Por ejemplo,
nos habla de la división interna del liberalismo español en el último tercio del siglo XIX. Amadeo expone que «la
España vive en constante lucha», es decir, el enemigo del país son las facciones que están más preocupadas de luchar
entre ellas y acceder al poder que de gobernar un Estado que arrastra múltiples problemas desde tiempo atrás.
Ideas secundarias: tienen como denominador común la debilidad de este sistema liberal, que busca a la
desesperada una fórmula que le permita afianzarse, en un momento en el que cada cual pretende imponer la suya, y la
debilidad de la institución monárquica, muy tocada en su credibilidad después de los problemas surgidos por la
actuación de Isabel II.
Núcleo temático: “La construcción del Estado liberal”, en concreto se enmarcaría dentro del Sexenio democrático y
del reinado de Amadeo I.
Contexto histórico:
El sexenio democrático o revolucionario (1868-1874), periodo que abarca desde el derrocamiento de la monarquía
de Isabel II mediante la revolución “Gloriosa” (septiembre de 1868) hasta la Restauración de la monarquía borbónica
en la figura de Alfonso XII (1875). En concreto, el texto ilustra el momento de la abdicación de Amadeo I (11-II1873), hecho que dio lugar a la proclamación el mismo día de la I República.
«Dos años ha que ciño la corona de España...». El reinado de Amadeo I se inició efectivamente dos años antes, y
comenzó marcado por el infortunio. Nada más llegar a España (2-I-1871), su primer acto oficial como rey fue rendir
visita a la capilla ardiente donde reposaban los restos del general Prim, su principal valedor en España, asesinado tres
días antes en oscuras circunstancias.
Con la muerte de Prim el partido progresista quedó escindido en dos bloques: los constitucionalistas de Sagasta,
que se acercaron a los antiguos unionistas, y los radicales de Ruiz Zorrilla, que tendieron a gravitar hacia los antiguos
demócratas y republicanos.
El reinado de Amadeo I estuvo caracterizado por una permanente inestabilidad. Se sucedieron hasta seis
gobiernos (los de Serrano, Sagasta y Ruiz Zorrilla, entre otros) que estuvieron inevitablemente marcados por sus
fuertes rivalidades personales y por el afán de cada uno de perpetuarse en el poder.
A Amadeo I le faltó el apoyo necesario para estabilizar el país. En cambio, el rey contó con numerosas y variadas
fuerzas de oposición, entre las que destacaron «el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos», y las de
todos los que se le enfrentaron «con la espada, con la pluma, con la palabra»:
Los republicanos se le oponían abiertamente por su propia ideología, contraria a cualquier forma de monarquía,
con independencia de quién ocupase el trono. La oposición republicana se ejerció tanto «con la espada» (mediante
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insurrecciones de carácter federalista que, aunque fueron reprimidas, hicieron aumentar la inestabilidad del régimen),
«con la palabra» (ejercitada a través de la representación republicana en el Congreso) y «con la pluma» (a través de
artículos periodísticos y mordaces caricaturas aparecidas en revistas satíricas como La flaca).
Los monárquicos, llamados alfonsinos y con Cánovas del Castillo al frente, conspiraron para entregar el trono de
España al hijo de Isabel II, el príncipe Alfonso (futuro Alfonso XII).
Los carlistas empuñaron «la espada» y protagonizaron una nueva guerra civil, la 3ª guerra carlista, iniciada en
1872 con la irrupción en España del pretendiente Carlos VII.
«Con la espada» continuaba también la rebelión en la isla de Cuba, comenzada en 1868, que no sólo no remitió,
sino que se convirtió en un gran quebradero de cabeza para el gobierno y, por ende, para Amadeo.
El ejército, si bien no era una fuerza de oposición definida, tampoco ofrecía el más mínimo apoyo al rey. Además,
tras la disolución del Cuerpo de Artillería en 1872 por el gobierno radical, el ejército comenzó a dar muestras de
cierto malestar en su seno.
La Iglesia no sólo estaba descontenta con la política anticlerical de los gobiernos del sexenio, sino que además
odiaba profundamente a la casa de Saboya por su papel dirigente en el proceso de unificación de Italia. (Hay que
recordar que en 1870 los Estados Pontificios se habían anexionado a Italia y que desde ese momento los papas se
habían negado a aceptar la autoridad real, considerándose “prisioneros en el Vaticano”.)
La sociedad española también mostró su antipatía hacia Amadeo. El pueblo le consideraba un “rey extranjero” y
lo rechazaba no sólo con el desdén sino también «con la espada», hasta el punto de que Amadeo sufrió dos atentados
de los que salió ileso. Por su parte, la burguesía estaba descontenta con el régimen político en general por permitir las
asociaciones obreras, regular el trabajo infantil, apoyar la abolición de la esclavitud en Cuba y aplicar medidas
económicas librecambistas que les perjudicaban.
El hecho de estar provocados todos los problemas por españoles hizo que Amadeo renunciase en todo momento a
emplear el uso de la fuerza («Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces (...) sería el primero en
combatirlos»), ejemplo bélico éste que conocía bien por haber sido empleado por su padre Víctor Manuel II en el
proceso de unificación italiana. Asimismo, Amadeo renunció a gobernar sin el respaldo parlamentario o de forma
dictatorial («Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla»), mostrando así su profunda coherencia
liberal y su respeto a la vigente Constitución democrática de 1869.
Comentario histórico:
Antecedentes.
Tras el derrocamiento de Isabel II en la Revolución Gloriosa de 1868, y según la Constitución de 1869, España
quedó como una monarquía sin rey. Tras muchos problemas para encontrar un monarca, el trono recayó en Amadeo
de Saboya, quien se enfrentó a un país dividido, atrasado económicamente y en el que la clase política no le aceptó.
Por ello, le fue prácticamente imposible llevar a cabo ninguna de las reformas planeadas.
Hechos
El detonante de la abdicación de Amadeo fue la decisión gubernamental de suprimir el Cuerpo de Artillería, a raíz
de los altercados protagonizados por muchos de sus integrantes como protesta por el nombramiento de un militar non
grato como capitán general. Al serle presentado a Amadeo el correspondiente decreto de supresión, éste dudó ante la
difícil alternativa de firmar el decreto y enfrentarse con los militares, o no hacerlo y enemistarse con los únicos
políticos que aún le seguían siendo fieles. Finalmente, y ante la amenaza de dimisión del presidente del gobierno, el
rey firmó el decreto, encontrándose poco después con un gobierno respaldado por las Cortes. Por todo ello, Amadeo
entendió que ya no contaba con el respaldo parlamentario y abdicó.
Consecuencias:
La consecuencia inmediata de esta abdicación fue la proclamación de la I República ese mismo día (11-II-1873)
por el Congreso y Senado reunidos en sesión conjunta, por 285 votos a favor (republicanos y radicales) y 32 en
contra. Dicha reunión conjunta se produjo contraviniendo el artículo 47 de la Constitución de 1869 («Los Cuerpos
Colegisladores no pueden deliberar juntos ni en presencia del Rey»).
La I República tendrá una duración efímera (11 meses) y será también un periodo de gran inestabilidad (cuatro
presidentes del poder ejecutivo), en la que se puso de manifiesto la división del republicanismo en varias tendencias:
federales, unitarios y cantonalistas
Durante la I República seguirán sin solucionarse algunos de los problemas que ya estaban planteados durante el
reinado de Amadeo I:
La guerra carlista no terminaría hasta 1876 con la derrota y exilio del pretendiente Carlos VII, que desde 1872
había establecido su “Corte” en la ciudad Navarra de Estella. No obstante, el carlismo perdurará en la zona norte de
España a lo largo del siglo XIX, debido fundamentalmente a tres razones: la resistencia del mundo rural a la
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modernización, la resistencia de los territorios forales a la pérdida de los privilegios ante la amenaza del centralismo
liberal y la resistencia de algunos sectores católicos al proceso de secularizació
El conflicto con Cuba se extendió hasta 1878 y se cerró, de manera falsa, con la Paz de Zanjón; veinte años
después, la isla caribeña conseguiría definitivamente su independencia.
Por su parte, los monárquicos alfonsinos de Cánovas del Castillo triunfaron al ver restaurada la monarquía
borbónica en 1875 en la figura de Alfonso XII.
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ACONTECIMIENTOS
REGENCIA DE
Mª CRISTINA
(1833-1840)
REGENCIA DE
ESPARTERO
(1840-1843)
DÉCADA
MODERADA
(1844-1854)
BIENIO
PROGRESISTA
(1854-1856)
AÑO
Isabel II es nombrada reina
Regencia de Mª Cristina
1833
Estatuto Real
1834
Pronunciamiento de La Granja
(Progresistas)
1836
Promulgación de una nueva
CONSTITUCIÓN (P)
1837
Desaparición de señoríos y mayorazgos
Desamortización de Mendizábal
Moderados en el Gobierno (apoyados por la
Regente)
1836 – 1837
Pronunciamiento progresista
1840
Insurrección general para deponer a Espartero
Mayoría de edad de Isabel II
1843
Gobierno de Narváez
(Moderados)
Creación de la Guardia Civil
Promulgación de una nueva
CONSTITUCIÓN (M)
1837 –1840
1844
1845
Firma del Concordato con la Santa Sede
1851
Pronunciamiento de O´Donnell
(Vicalvarada)
(Manifiesto de Manzanares)
1854
Gobierno de Espartero (Progresistas)
1854 - 1856
Desamortización de Madoz
1855
Proyecto Constitución
1856
Constitución Non nata
Alternancia Gobiernos
ÚLTIMOS
AÑOS
(1856-1868)
Narváez (MODERADOS) y
O´Donnell (UNIÓN LIBERAL)
25
1856 - 1868
26
ENLACES:
Desamortización
http://es.wikipedia.org/wiki/Desamortizaciones
El reinado deIsabel II (1833-1868)
http://club.telepolis.com/darnil/Historia/sxix3.htm
Cuadro esquemático sobre el periodo.
Isabel II
http://cervantesvirtual.com/historia/monarquia/isabel2.shtml
Isabel II
http://www.artehistoria.com/frames.htm?
http://www.artehistoria.com/historia/personajes/6589.htm
Liberalismo y romanticismo en tiempos de Isabel II
http://www.almendron.com/historia/contemporanea/isabel/
Madoz
http://www.llanes.as/cla/mz00a.htm
Mendizábal
http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Álvarez_Mendizábal
Narváez
http://es.wikipedia.org/wiki/Narváez
Pronunciamientos Militares y Magnicidios en la España del Siglo XIX
http://www.fdomingor.jazztel.es/
Una selección de golpes de estado militares, atentados y magnicidios durante nuestro inestable siglo XIX.
Base documental d'Història Contemporània de Catalunya
http://www.xtec.es/~jrovira6/index.htm
El Sexenio Revolucionario (1868-1873)
http://club.telepolis.com/darnil/Historia/sxix4.htm
Historia de España
http://www.historia-es.com/spain/index.htm
Panorama del pensamiento español en la segunda mitad del siglo XIX
http://platea.pntic.mec.es/~macruz/regenta/XIX.html
Pronunciamientos Militares y Magnicidios en la España del Siglo XIX
http://www.fdomingor.jazztel.es/
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