La construcción del Estado liberal 1833-1875 La oposición al sistema liberal: las guerras carlistas. La cuestión foral. La oposición al sistema liberal: las guerras carlistas La implantación política del sistema liberal durante las regencias de María Cristina y Espartero Isabel II: La organización del régimen liberal La Década Moderada (1844-1854) Del Bienio Progresista a la Revolución Gloriosa (1856-1868) Sexenio Democrático (1868-1874): El reinado de Amadeo I y la I República De la "Revolución Gloriosa" a la I República La I República 1 La oposición al sistema liberal: las guerras carlistas. La cuestión foral 1. El problema sucesorio En los últimos años de la vida de Fernando VII, en octubre 1830, nació Isabel de Borbón. Finalmente el rey había conseguido tener descendencia con su cuarta esposa, Maria Cristina de Borbón. Unos meses antes del parto, en previsión de que el recién nacido no fuera varón, el rey aprobó la Pragmática Sanción por la que se abolía la Ley Sálica de 1713 que excluía del trono a las mujeres. Carlos Mª Isidro, hermano del rey y hasta ese momento su sucesor, vio cerrado su camino al trono. Carlos no aceptó los derechos de su sobrina al trono. 2. Dos opciones enfrentadas: liberales contra absolutistas (tradicionalistas)/ Isabelinos (cristinos) contra carlistas. I Guerra Carlista (1833-1839) Inmediatamente después de conocerse la muerte de Fernando VII, en septiembre de 1833, se iniciaron levantamientos armados a favor del pretendiente Carlos. Comenzaba una larga guerra civil que iba a durar siete años. El conflicto sucesorio escondía un enfrentamiento que dividió política y socialmente al país. En el bando isabelino se agruparon las altas jerarquías del Ejército, la Iglesia y el Estado, y a ellos se unieron los liberales, que vieron en la defensa de los derechos dinásticos de la niña Isabel la posibilidad del triunfo de sus ideales, poniendo fin al absolutismo y al Antiguo Régimen. En el bando carlista se agruparon todos los que se oponían a la revolución liberal: pequeños nobles rurales, parte del bajo clero y muchos campesinos de determinadas zonas del país, muy influenciados por los sermones de sus párrocos y para los que el liberalismo venía a suponer simplemente un aumento de impuestos o incluso verse expulsados de sus tierras. Todos estos grupos identificaron sus intereses con la defensa de los derechos al trono de Carlos y los ideales que el pretendiente defendía, el absolutismo y el tradicionalismo. Ya durante el reinado de Fernando VII, en torno a Carlos se habían agrupado los denominados "apostólicos", núcleo del absolutismo más intransigente. El carlismo, como pronto se empezó a llamar al movimiento que apoyaba los derechos de Carlos de Borbón, tuvo fuerte influencia en Navarra, País Vasco, parte de Cataluña, zona al norte del Ebro, y el Maestrazgo, en las provincias de Castellón y Teruel. Esta distribución geográfica debe de contemplarse en el contexto de un conflicto campo-ciudad. Por ejemplo, en la zona vasco-navarra, las áreas rurales eran claramente carlistas, mientras las ciudades más importantes, como Bilbao, Pamplona o San Sebastián fueron liberales a lo largo de todo el conflicto. El programa ideológico-político del carlismo se podía sintetizar en el lema “Dios, Patria, Rey y Fueros,”. Estos son los principales elementos de su programa político: Oposición radical a las reformas liberales. Inmovilismo Defensa de la monarquía absoluta Tradicionalismo católico y defensa de los intereses de la Iglesia Defensa de los fueros vasco-navarros, amenazados por las reformas igualitarias y centralistas de los liberales y que garantizaban: o Instituciones propias de autogobierno y justicia o Exenciones fiscales o Exenciones de quintas Desarrollo de la guerra civil Al día siguiente de la muerte de Fernando VII, su hermano Carlos hizo público el manifiesto de Abrantes (ver textos), en el que se autoproclamaba nuevo rey de España con el nombre de Carlos V. Sus partidarios (realistas) organizaron partidas militares en su apoyo, dando comienzo la Primera Guerra Carlista. 2 Los carlistas se organizaron en guerrillas. Las primeras partidas carlistas se levantaron en 1833 y tuvieron su foco más importante en las regiones montañosas de Navarra y el País Vasco, extendiéndose hacia el norte de Castellón (Maestrazgo), Bajo Aragón, Pirineos y comarcas del interior de Cataluña. La guerra carlista, aunque de carácter civil, alcanzó cierta dimensión internacional. Las potencias absolutistas (Rusia, Prusia y Austria) apoyaron la causa carlista enviando dinero y armas; mientras Isabel II contó con el apoyo de Gran Bretaña, Francia y Portugal, favorables a la implantación de un liberalismo moderado en España. El conflicto armado pasó por dos fases bien diferenciadas: 1ª etapa (1833-1835): Se sucedieron los triunfos carlistas en el norte, aunque nunca consiguieron tomar una ciudad importante. El pretendiente Don Carlos creó una monarquía alternativa en Navarra, con su corte y ejército. El personaje más destacable en esta etapa fue el general carlista Zumalacárregui, que organizó un ejército con el que conquistó amplias zonas del norte (Navarra y País Vasco), pero fracasó en la toma de Bilbao, en cuyo asedio murió, dejando a los carlistas sin su mejor estratega. En la zona de Levante, los carlistas estaban más desorganizados, destacando en la zona del Maestrazgo el general Cabrera (el Tigre del Maestrazgo), uno de los líderes carlistas más destacados. 2ª etapa (1836-1840): Las victorias del general liberal Espartero en el norte, poniendo fin al asedio de Bilbao, decantó la guerra hacia el bando liberal. Los carlistas iniciaron expediciones hacia otras regiones, la más importante fue la Expedición Real (1837) que partió de Navarra hacia Madrid, pero fueron incapaces de tomar la capital y se replegaron hacia el norte (Vizcaya). A partir de 1837, las derrotas carlistas fueron continuas y Don Carlos terminó huyendo a Francia. Se produjo entonces una división interna entre los carlistas: por una parte, los transaccionistas, partidarios de llegar a un acuerdo con los liberales, y, por otra parte, los intransigentes, defensores de continuar la guerra. Finalmente, el jefe de los transaccionistas y principal líder carlista tras la muerte de Zumalacárregui, el general Maroto, acordó la firma del Convenio (Abrazo) de Vergara (1839) con el general Espartero. En el acuerdo se reconocieron los grados militares de los que habían luchado en el ejército carlista y se hizo una ambigua promesa de respeto de los fueros vasco-navarros. En realidad, se mantuvieron algunos de los privilegios forales y se eliminaron otros. Sólo los partidarios de Cabrera en la zona del Maestrazgo continuaron resistiendo hasta su derrota en 1840. 3. La implantación del Estado liberal durante las regencias de Maria Cristina y Espartero (1833-1843) Regencia de Maria Cristina: Ante la minoría de edad de Isabel, María Cristina de Borbón asumió la Regencia a la muerte de su marido Fernando VII en 1833. Su primer gobierno estuvo presidido por Cea Bermúdez y formado por absolutistas moderados que llevaron a cabo tímidas reformas administrativas, como la división territorial de España en 49 provincias (División Provincial de Javier de Burgos). Pero ante la extensión de la insurrección carlista, la Regente, que no se identificaba en absoluto con el ideario liberal, no tuvo más remedio que apoyarse en los liberales, que se configuraron como la única fuerza capaz de mantenerla en el trono. Así, Maria Cristina llamó a Martínez de la Rosa, un liberal moderado, a formar un gobierno que emprendió una serie de reformas muy limitadas. Entre ellas destacó el Estatuto Real de 1834, una especie de .Carta Otorgada, concedida por la voluntad de la Regente, en la que se concedieron algunas reformas muy moderadas. Básicamente era sólo un conjunto de reglas para convocar Cortes. Se establecieron unas Cortes bicamerales formadas por la Cámara de Próceres, constituida por los Grandes de España, por religiosos y notables designados de forma vitalicia por el monarca, y la Cámara de Procuradores, elegida mediante un sufragio censitario muy restringido. Solo los varones de más de treinta años que poseyeran una renta superior a doce mil reales anuales tenían derecho de voto. Estas Cámaras tenían funciones muy limitadas. El monarca mantenía importantes poderes: podía convocar y suspender Cortes cuando quisiera, y cualquier ley, además de la aprobación de las Cámaras, necesitaba el 3 consentimiento del rey (derecho de veto). La función de las Cortes se reducía a votar los impuestos y a discutir las cuestiones que el monarca propusiese. La escisión de los liberales La insuficiencia de las reformas de Martínez de la Rosa, en un contexto de guerra civil contra los carlistas, llevó a que los liberales terminaran por escindirse en dos grupos: moderados y progresistas. La guerra civil culminó la división del liberalismo español, iniciada en el Trienio Liberal. Los liberales progresistas, antiguos exaltados, mantendrán hasta 1868 el siguiente ideario: Limitación del poder de la Corona Ampliación del sistema de libertades Defensores de reformas radicales, como la desamortización de los bienes eclesiásticos y de los ayuntamientos. Ampliación del cuerpo electoral. Defienden un voto censitario más amplio (menos restringido). Elección popular de alcaldes y concejales en los ayuntamientos. Liberalismo económico y reducción de la protección arancelaria. Constitución de un cuerpo armado, la Milicia Nacional, como garante de las libertades. Los progresistas concentraron su apoyo social en las clases medias urbanas: artesanos, tenderos, empleados... Sus principales dirigentes fueron Espartero, Mendizábal, Madoz y Prim. A lo largo del reinado de Isabel II y la regencia de su madre María Cristina solo estuvieron en el poder durante breves períodos: 1835-1844 y 1854-56 (Bienio progresista). La mejor concreción de su programa fue la Constitución de 1837. Hacia 1849 sufrieron una escisión por su izquierda, naciendo el Partido Demócrata, que defendía el sufragio universal, más ayudas sociales por parte del Estado y una amplia libertad de asociación y expresión. Los liberales moderados, antiguos doceañistas en el Trienio, plantearon un programa mucho más conservador: Orden y autoridad fuerte: fortalecimiento del poder del rey y restricción de las libertades. Rechazo de las reformas que pusieran en cuestión sus propiedades. Veían el exceso de libertad como un peligro al poder ser utilizado por las clases populares. No obstante, tras las desamortizaciones realizadas por los progresistas, no trataron de devolver sus propiedades al clero o a los ayuntamientos, dado que la mayoría de las propiedades habían sido compradas por ellos. Sufragio censitario restringido. Designación de los alcaldes de las principales ciudades por el gobierno central y la Corona. Supresión de la Milicia Nacional. Este programa se concretó en la Constitución de 1845, Ley de Ayuntamientos de 1845 y Ley Electoral de 1846. Su apoyo social residía en las clases altas del país: terratenientes, grandes industriales, burguesía financiera y comercial. Sus principales dirigentes fueron Martínez de la Rosa y el general Narváez. Los progresistas en el poder. La Constitución de 1837 En el verano de 1835, los progresistas, descontentos con las tímidas reformas iniciadas por Martínez de la Rosa, y en un contexto de guerra civil, protagonizaron una oleada de revueltas urbanas por todo el país. Lo motines se iniciaron con asaltos y quemas de conventos en diversas ciudades, exigiendo reunión de Cortes, libertad de prensa, nueva ley electoral y reorganización de la Milicia Nacional. Ante la situación, Mª Cristina llamó a formar gobierno a un liberal progresista, Mendizábal, que inició la reforma del Estatuto Real y tomó medidas para conseguir recursos financieros con los que hacer frente a los gastos de la 4 guerra carlista. Pero cuando decretó la desamortización de los bienes del clero, los privilegiados presionaron a la regente para que lo destituyese en el verano de 1836. La respuesta de los progresistas no se hizo esperar. Estallaron revueltas en muchas ciudades a favor del restablecimiento de la Constitución de 1812 y se produjeron quemas de conventos. Tuvo lugar entonces el levantamiento de los sargentos de la guarnición de La Granja, residencia real de verano donde se encontraba la regente ("Sargentada de la Granja"). Ante tantas presiones Mª Cristina accedió a restablecer la Constitución de Cádiz y entregó el poder a los progresistas. En este nuevo gobierno, Mendizábal emprendió reformas fundamentales, siendo la más importante, sin lugar a dudas, la desamortización de los bienes del clero. La desamortización había sido un elemento recurrente desde el gobierno de Manuel Godoy (1798) como medio para conseguir recursos para el Estado con la venta de tierras propiedad de la Iglesia y de los ayuntamientos. En el año 1836, Mendizábal decretó la disolución de las órdenes religiosas (excepto las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia hospitalaria) y estableció la incautación por parte del Estado del patrimonio de las comunidades afectadas. Los bienes desamortizados fueron puestos a la venta mediante subasta pública a la que podían acceder todos los particulares interesados en su compra. Tres fueron los objetivos que Mendizábal quería alcanzar: Objetivo financiero: buscar ingresos para pagar la elevada deuda pública del Estado. De este modo quedarían resueltos los problemas hacendísticos y se obtendrían además recursos económicos para costear la guerra contra los carlistas. Objetivo político: ampliar el número de simpatizantes del liberalismo. Se pretendía crear un sector de propietarios que se sintieran unidos al régimen liberal isabelino porque los compradores de bienes desamortizados ligarían su suerte a la victoria del bando liberal en la guerra, pues un hipotético triunfo de los carlistas obligaría a devolver las fincas a la Iglesia. Además, hay que tener en cuenta que buena parte del clero era simpatizante de la causa carlista. Objetivo social: crear una clase media de campesinos propietarios comprometidos con el triunfo del liberalismo. Más a largo plazo, las medidas deberían fomentar el desarrollo de la agricultura, al pasar la tierra a unos propietarios más emprendedores y dispuestos a introducir mejoras en las formas de cultivo. Dándose cuenta de que la Constitución de 1812 era inaceptable para los moderados, los progresistas iniciaron un proceso de reforma de la Constitución de Cádiz, buscando el compromiso con los moderados mediante una serie de concesiones. El nuevo texto constitucional (Constitución de 1837) tuvo las siguientes características: Se establecía el principio de soberanía nacional. El Estado se organizaba siguiendo la división de poderes: o Poder legislativo: Cortes bicamerales (Congreso de los Diputados y Senado). Todas las leyes deberían ser aprobadas por ambas cámaras El Senado sería nombrado por el rey. o Poder ejecutivo: el Rey. Iniciativa legislativa. Veto ilimitado El rey designaba a senadores y nombraba a los ministros. Los ministros debía conseguir la “doble confianza”, además de ser nombrados por el rey debían ser aceptados por las Cortes. En caso de desacuerdo, el rey podía adoptar la disolución de las Cortes. Se recogía una amplia declaración de derechos ciudadanos (libertad de prensa, de opinión, de asociación…). Proclama la aconfesionalidad del Estado. No se prohibían otras religiones. El Estado se comprometía a subvencionar y financiar al clero que, tras la desamortización de Mendizábal, se había quedado sin su patrimonio y sin sus fuentes de recursos tradicionales. En 1837, se aprobó una Ley Electoral que fijó un sistema de sufragio censitario muy restringido, pero que amplió el censo electoral del 0,15% del Estatuto Real al 2,4%. La caída de María Cristina y el rápido fracaso de la regencia de Espartero (1840-1843) 5 A finales de 1837 se convocaron elecciones que fueron ganadas por los moderados. Una vez en el poder, los moderados intentaron eliminar los rasgos más progresistas de la Constitución de 1837. En 1840 limitaron la libertad de imprenta, y la Ley de Ayuntamientos dio a la Corona la facultad de nombrar a los alcaldes de las ciudades más importantes. Además, se inició una legislación para devolver los bienes expropiados al clero. La Ley de Ayuntamientos de 1840 enfrentó a moderados y progresistas. Mientras que los moderados querían un nombramiento regio de los alcaldes de las principales ciudades, los progresistas defendían la elección directa de estos. El apoyo de la Regente a la propuesta moderada, unido a diversos problemas ligados a la vida privada de María Cristina, provocó un movimiento insurrecional. Mª Cristina, en 1840, antes de dar su apoyo a un nuevo gobierno progresista, dimitió de su cargo. Entonces, los sectores afines al progresismo dieron su apoyo al general Espartero, vencedor de la guerra carlista y héroe popular, que, nombrado por las Cortes, se convirtió en Regente en 1840. Durante su corta regencia actuó con un marcado autoritarismo: fue incapaz de colaborar con las Cortes y gobernó sin más colaboradores que su camarilla de militares afines, conocidos como los ayacuchos1.. De este modo, Espartero se aisló cada vez más del entorno progresista y perdió la popularidad que lo había llevado al poder. Durante su regencia se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos y se recortaron los fueros vasco-navarros. La firma de un arancel (acuerdo) librecambista con Inglaterra en 1842 abría el mercado español a los tejidos ingleses, lo que provocó un levantamiento en Barcelona, en el que estuvieron involucradas la burguesía y las clases populares, que veían peligrar su puesto de trabajo. Espartero mandó bombardear la ciudad hasta conseguir su sumisión, colocando a Cataluña y a buena parte de sus antiguos partidarios en su contra. Finalmente, una sublevación militar organizada por los moderados y encabezada por los generales Narváez y O’Donnell, a la que se unieron algunos progresistas, precipitó el fin de la Regencia de Espartero. Para salir del impasse político en el que se hallaba el país, las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II cuando solo tenía trece años. AYACUCHOS: Nombre coloquial con el que se conocían a los militares partidarios de Espartero, como resultado de la falsa creencia de que el regente había estado en la batalla de Ayacucho, en Perú. 1 6 Isabel II: la organización del régimen liberal Etapas del reinado de Isabel II Años Gobiernos Regencia de María Cristina Gobiernos moderados salvo el 1833-1840 paréntesis progresista motivado por el motín de La Granja Regencia del general Espartero 1840-1843 Gobierno progresista, derrocado por generales de tendencia moderada Gobiernos moderados derrocados por 1843-1854 la revuelta popular y el pronunciamiento de Vicálvaro Mayoría de edad de Isabel II 1854-1856 Bienio progresista finalizado por un golpe militar Gobiernos unionistas, dictadura moderada y conspiraciones 1856-1868 progresistas y unionistas para derrocar a Isabel II. 1. La Década Moderada (1844-1854) Tras acceder al trono, al adelantarse su mayoría de edad en noviembre de 1843, Isabel II mostró desde un principio su preferencia por los moderados, dejando fuera del juego político al partido progresista. Se abría un largo período de predominio moderado. Los progresistas optaron o por el retraimiento, negándose a participar en unas consultas electorales claramente amañadas, o por la preparación de pronunciamientos2 apoyados por insurrecciones populares. En mayo de 1844 se formó un gabinete presidido por el General Narváez, la gran figura de los moderados, que impulsó una política basada en los principios del liberalismo doctrinario3. Su idea era crear un nuevo Estado sustentado en el predominio del orden y la autoridad y combinar las reformas políticas con férreas medidas represivas contra los progresistas, cuyos principales líderes optaron por exiliarse. El régimen se asentó sobre el predominio de la burguesía terrateniente, formada por los antiguos latifundistas y los nuevos propietarios rurales. La Corona y gran parte del Ejército se convirtieron en los soportes y garantes de Pronunciamiento: El protagonismo político de los militares durante el reinado de Isabel II le ha valido la denominación de "el régimen de los generales o de los espadones”. La influencia militar en la vida pública tuvo su principal expresión en el pronunciamiento, una forma de golpe de Estado típicamente española. El mecanismo comenzaba cuando ante el descontento frente al gobierno, un general leía un manifiesto a las tropas. Dicho de otra forma: se "pronunciaba". Si el golpe tenía los apoyos suficientes, los sublevados r ealizaban detenciones y sustituían a las autoridades. Si tenían suerte, apenas encontraban resistencia. En caso contrario, el gobierno procedía a una represión despiadada. Los golpistas acababan fusilados o, en el mejor de los casos, en el exilio. En los pronunciamientos, los militares no actuaban en nombre de las fuerzas armadas. Eran los políticos civiles los que les pedían que pusieran su espada al servicio de una causa determinada. Narváez fue el firme apoyo de los moderados; Espartero y Prim respaldaron a los progresistas . 2 Liberalismo doctrinario: Corriente liberal que se caracterizaba por no tener doctrina definida, buscando el justo medio entre autoridad y libertad. Se identificaba con el moderantismo, pues defendía la doble soberanía Rey -Cortes y el sufragio censitario restringido. 3 7 este grupo social y político, que no dudaba en falsear los mecanismos electorales para garantizar el triunfo en las urnas, dejando a los opositores sin otra alternativa que la conspiración para llegar al poder. Estas fueron las principales medidas que se adoptaron durante esta década: Creación en 1844 de la Guardia Civil, fuerza armada encargada de aplicar la ley y orden esencialmente en el medio rural. Como medida complementaria se suprimió la Milicia Nacional. Ley de Administración Local (Ayuntamientos) de 1845, que reforzaba el centralismo reservando a la Corona el nombramiento de los alcaldes de los municipios más importantes. Reforma del sistema fiscal de 1845, elaborada por Alejandro Mon. Se estableció un nuevo sistema fiscal más racional, eficaz y moderno, que puso fin al enrevesado sistema impositivo del Antiguo Régimen. Se estableció el sistema nacional de instrucción pública, que regulaba los diferentes niveles de enseñanza (educación elemental, secundaria y universitaria) y elaboraba los planes de estudio. Esta ley se completó con la Ley Moyano de 1857, que fue la primera gran ley de educación del país. Ley Electoral de 1846 que configura un verdadero régimen oligárquico. Se estableció un sufragio muy restringido que limitó el cuerpo electoral a 97.000 varones mayores de más de 25 años, lo que suponía el 0.8% del total de la población. Se adoptó un único sistema de pesos y medidas, el sistema métrico decimal. Concordato de 1851. Acuerdo con la Santa Sede por el que el Papa reconoció a Isabel II como reina y aceptó la pérdida de los bienes eclesiásticos ya desamortizados, pero se suspendía la venta de los no vendidos, así como el retorno a sus antiguos propietarios de aquellos no subastados. A cambio, el estado español se comprometió al sostenimiento de la Iglesia (Presupuesto del culto y clero) y a entregarle a ésta el control de la enseñanza y las labores de censura. La Constitución de 1845 De carácter moderado, se diferencia de la de 1837 en una serie de aspectos esenciales: o Soberanía compartida del Rey y las Cortes. Esto se concreta en un poder legislativo compartido por ambas instituciones y en una clara preeminencia de la Corona en el proceso político. El Senado no era electivo, sino que era designado por la Corona entre personalidades relevantes de su confianza. o Confesionalidad del Estado: reconocimiento del catolicismo como religión oficial del Estado. o Recorte de los derechos individuales, especialmente la libertad de expresión. Pese a todas estas reformas, los gobiernos moderados no consiguieron dar estabilidad al país: en sólo dos años (1846-1847) hubo 7 gobiernos. Además, manipularon las elecciones y restaron poder a las Cortes. La vida política se desarrollaba alrededor de la reina, a partir de la influencia de las camarillas4 que buscaban el favor real, al margen de la vida parlamentaria. A esta inestabilidad política se le sumó entre 1846 y 1849 un nuevo levantamiento carlista en Cataluña, conocido como la “Guerra dels Matiners”. Los rebeldes apoyaban la candidatura al trono del hijo de Carlos Mª Isidro, el conde de Montemolín, conocido entre sus seguidores como Carlos VI. Después de algunos triunfos del general Cabrera, la detención del pretendiente en la frontera francesa y la derrota militar de las partidas carlistas acabaron con la insurrección. 2. Del Bienio Progresista a la "Revolución Gloriosa" (1854-1868) El Bienio progresista (1854-1856) El poder de los moderados se hizo cada vez más dictatorial, lo que propició un creciente descontento entre progresistas, demócratas y algunos sectores moderados defraudados con la actuación gubernamental. En 1854, en Vicálvaro, el general O'Donnell, un moderado descontento, inició un pronunciamiento que se radicalizó tras la publicación por los rebeldes del denominado Manifiesto de Manzanares, redactado por Cánovas del Castillo y 4 CAMARILLAS: recibían este nombre porque su relación con el rey les permitía el acceso a las habitaciones (la cámara) del soberano. 8 que pretendía conseguir mayor apoyo para la rebelión, atrayendo a progresistas, demócratas y masas populares en general. Así, un pronunciamiento que había comenzado siendo una revuelta de descontento de los sectores más liberales del partido moderado, pasaba a contar con el apoyo de los progresistas que se hicieron con el protagonismo. El manifiesto demandaba el cumplimiento de la Constitución de 1845, la reforma de la ley electoral, la reducción de impuestos y la restauración de la Milicia Militar., lo que hizo que consiguiera un amplio respaldo popular y animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente el golpe triunfó y propició la formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero. La otra gran figura del gobierno, el general O'Donnell fue nombrado Ministro de la Guerra y, poco después, creó un nuevo partido, la Unión Liberal (1856), que trató de cubrir un espacio de centro entre moderados y progresistas, aunque gobernó junto a estos últimos en el inicio del bienio. El nuevo gobierno intentó restaurar los principios del progresismo y preparó una nueva Constitución, la de 1856, que no llegó a ser promulgada (non nata). Pero la actuación de mayor trascendencia del Bienio Progresista fue un ambicioso plan de reformas económicas para beneficiar a la burguesía urbana y a las clases medias, con el objetivo de impulsar el desarrollo económico e industrial del país: La desamortización general de Madoz en 1855 que culminó el proceso desamortizador. Afectó a los bienes de la Iglesia, pero sobre todo a los bienes de los ayuntamientos (bienes de propios y comunales)5. Se pretendía reunir recursos para la Hacienda e impulsar la industrialización del país. Se adoptaron medidas para propiciar la modernización económica como la Ley de Ferrocarriles de 1855, donde fueron a parar buena parte de los ingresos obtenidos con la desamortización. Esta ley ofrecía grandes incentivos a las empresas que intervinieran en la construcción de las líneas del ferrocarril, de lo que se beneficiaron especialmente los capitales extranjeros, que acudieron en abundancia al mercado español. Se puso en marcha el telégrafo, se amplió la red de carreteras, se fomentó el crecimiento de sociedades por acciones y bancos y se desarrolló la minería. Todo ello propició una etapa de expansión económica hasta 1866. La crisis del Bienio Progresista Las medidas reformistas del bienio no remediaron las crisis de subsistencias, que movilizó al pueblo en las revueltas de 1854, generando un clima de grave conflictividad social. En Cataluña, la delicada situación económica (alza de precios, malas cosechas...) produjo huelgas obreras en 1855. Los trabajadores pedían la reducción de los impuestos de consumos, la abolición de las quintas (reclutamiento forzoso en el ejército), la mejora de los salarios y la reducción de la jornada laboral. El malestar social condujo también a un importante levantamiento campesino en tierras castellanas y a la extensión de motines populares en muchas ciudades del país, con asaltos e incendios de fincas y fábricas La agitación social creciente atemorizó a las clases conservadoras y provocó la ruptura entre Espartero y O'Donnell. Espartero dimitió y la reina confió el gobierno a o’Donnell. Alternancia en el poder entre unionistas y moderados (1856–1868) Nombrado el líder de la Unión Liberal, Presidente Del Gobierno en 1856, se inició un proceso de revisión conservadora de la labor del bienio. O’Donnell reprimió duramente las protestas y ayudó a derribar al gobierno que él había colocado en el poder dos años antes. Pocos meses después, Narváez y los moderados volvían al poder. En 1858, de nuevo, la Unión Liberal de O’Donnell se hacía con el gobierno (1858-1863). Esta época estuvo marcada por la euforia económica ("boom" de los ferrocarriles) y por una política exterior activa, que buscaba recuperar el prestigio internacional perdido, el fervor patriótico y contentar a importantes sectores del Ejército. Así se llevaron a cabo tres campañas de carácter internacional: La expedición a Indochina (1858-1863) en colaboración con Francia, motivada por el deseo de castigar una matanza de misioneros realizada en 1858. La expedición benefició sobre todo a los franceses, que iniciaron la penetración colonial en aquella zona. 5 Bienes de propios: pertenecientes a los municipios que los ayuntamientos arrendaban para cubrir gastos. Bienes comunales: para aprovechamiento y disfrute de los habitantes de un municipio (bosques y tierras de libre pasto) 9 La intervención en México (1862), que se realizó junto a franceses y británicos para exigir al gobierno mexicano el cobro de la deuda atrasada con ese país, pero los españoles acabaron retirándose por desavenencias con la política francesa. Las campañas militares de Marruecos (1859-1860) estuvieron motivadas por disputas fronterizas y se saldaron con el triunfo en las batallas de Tetuán y Castillejos, donde adquirió gran prestigio un militar progresista, el general Prim. La paz de Wad-Ras permitió a España la incorporación del territorio de lfni a la Corona y la ampliación de la plaza de Ceuta. Pero en el año 1863 se evidenció la descomposición interna de la coalición gubernamental y la estabilidad que hubo en los años anteriores se tornó en una rápida sucesión de gobiernos inestables. El unionismo fue incapaz de afrontar la oposición de los moderados y de la propia Corona. O'Donnell presentó su dimisión y la reina entregó el poder a los moderados. La vuelta de los moderados (1863-1868) La vuelta de Narváez al poder en 1863 marca el inicio del último período del reinado de Isabel II. La inestabilidad política (conspiraciones, pactos e intentos de pronunciamientos) y el autoritarismo y represión de los gobiernos moderados caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica llegó a su fin tras la crisis económica de 1864. Ante la marginación política, los progresistas pasaron a la insurrección con el apoyo de los demócratas, cuya influencia entre las clases populares aumentaba. En 1865, hubo graves incidentes en la Universidad de Madrid, conocidos como La noche de San Daniel, que se saldó con la muerte de nueve estudiantes y más de cien heridos. En 1866, tuvo lugar la sublevación de los sargentos del cuartel San Gil, que contó con la adhesión de progresistas y demócratas y que comportó un levantamiento popular en Madrid. La insurrección acabó con más de 50 fusilamientos y más de mil detenidos. La situación del gobierno empeoró a raíz de la crisis de subsistencia iniciada en 1866, que provocó subida de precios y descontento social generalizado. En este momento, amplios sectores sociales coincidieron en la necesidad de llevar a cabo un pronunciamiento que diera un giro radical a la situación. 10 Sexenio Democrático (1868-1874): El reinado de Amadeo I y la I República 1. "La Revolución Gloriosa" Las prácticas dictatoriales de los últimos gobiernos moderados extendieron la impopularidad del régimen moderado y de la reina Isabel II, que siempre les había apoyado. La crisis económica iniciada en 1866 acrecentó el descontento de la población. A esta decadencia contribuyó la muerte de su más importante líder político, la de Narváez, que descabezó al partido que había detentando durante tantos años el poder en España, y Los progresistas, dirigidos por el general Prim, y los demócratas, partidarios del sufragio universal, habían firmado en 1866 el llamado Pacto de Ostende (Bélgica) por el que se comprometían en el objetivo de acabar con el moderantismo en el poder, derrocar a Isabel II y dejar la decisión de un nuevo sistema político monarquía o república- en manos de unas Cortes Constituyentes. La muerte de O'Donnell en 1867, propició el acercamiento de la Unión Liberal, ahora encabezada por el general Serrano, a los progresistas con el propósito cada vez más definido de poner fin al reinado de Isabel de Borbón. Finalmente la sublevación estalló el 19 de septiembre de 1868. Iniciada por el unionista almirante Topete en Cádiz, Prim y Serrano se reunieron rápidamente con los sublevados y consiguieron un gran apoyo popular, tras la publicación de un manifiesto en el se pedía a los ciudadanos que acudiesen a las armas para defender la libertad, el orden y la honradez, y que terminaba con el lema de “Viva España con Honra”. Tras ello, consiguieron extender la revolución por diversas zonas del país. El gobierno de Isabel II se aprestó a defender el trono con las armas, pero tras la batalla de Alcolea (Córdoba), quedó patente la derrota de las fuerzas gubernamentales. El gobierno dimitió y la reina, Isabel II, no tuvo más remedio que exiliarse a Francia. Esta revolución fue denominada por los progresistas "Revolución Gloriosa de 1868", aunque también fue conocida popularmente como “la Septembrina”, por el mes en el que tuvo lugar. La adhesión de los unionistas fue fundamental para el triunfo de la revolución y para definir su carácter. Por un lado, los unionistas (Serrano) aportaron una buena parte de la cúspide del ejército. Pero, por otro lado, el carácter conservador, opuesto a todo cambio social de los unionistas, contrarrestó el peso de los demócratas, cuyo papel fue muy importante para atraerse el apoyo de las fuerzas populares (formación de Juntas revolucionarias), y redujo el levantamiento de 1868 a un simple pronunciamiento militar, por mucho que las proclamas y los manifiestos hablaran de revolución y utilizaran las reivindicaciones de libertad y justicia social. 2. El Gobierno provisional (1868-1871) Tras el éxito de la Revolución del 68 y la salida de España de Isabel II, se estableció inmediatamente, hasta la convocatoria de Cortes constituyentes, un gobierno provisional presidido por Serrano, con el general Prim como Ministro de la Guerra. Unionistas, progresistas y demócratas conformaban el gabinete. Pero pronto comenzaron a haber desavenencias entre demócratas, que querían la supresión de quintas6 y del impuesto sobre consumos7, y unionistas, que pretendían evitar esas reformas, sobre todo después del comienzo de la “Guerra Chica” o primera guerra de Cuba, iniciada con el Grito de Yara8. El nuevo gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal. Los progresistas vencieron en unos comicios bastante limpios para lo normal en la época y marcaron con su ideología la nueva constitución que se aprobó al año siguiente. 6 Quintas: El reemplazo de la tropa se efectuó durante mucho tiempo por sorteo en los pueblos y afectaba a un quinto de todos los mozos entre 20 y 30 años. De ahí que los reemplazos fuesen conocidos como quintas. El servicio militar podía durar hasta ocho años, para pasar después a ser reservista y poder ser llamado a filas en cualquier momento de necesidad. El ingreso al servicio militar era obligatorio, pero las clases altas podían librarse mediante un pago en metálico al Estado (redención), o ser sustituido por otro soldado a cambio de entregarle una cantidad. Las clases medias debían de endeudarse de por vida par a poder pagar la redención, mientras que par a los más pobres, esto era impensable y se veían obligados a abandonar el trabajo y la familia. 7 Impuesto sobre Consumos: Impuestos que gravaban los productos básicos (vino, carne, jabón…). Eran los más impopulares entre ls clases humildes. 8 Grito de Yara: levantamiento independentista cubano, que origina un conflicto armado de diez años de duración, bajo el liderazgo de Carlos Céspedes, que se levanta en Yara contra el dominio colonial español al grito de “Cuba libre” 11 La Constitución de 1869 La más radicalmente liberal de las constituciones del siglo XIX, así, se habla de la Constitución“ democrática” de 1869. Estas son sus principales características: Soberanía nacional Sufragio universal directo para los varones mayores de veinticinco años. Monarquía democrática, con una serie de limitaciones de los poderes del rey: el rey tan sólo promulgaba las leyes y no tenía derecho de veto. Poder ejecutivo en manos del Consejo de Ministros Poder legislativo en unas Cortes bicamerales. Ambas cámaras, Congreso y Senado, son elegidas por el cuerpo electoral Poder judicial reservado a los Tribunales. Amplia declaración de derechos y libertades, reconociéndose por primera vez los derechos de reunión y asociación. Libertad de culto religioso. 3. La Monarquía democrática: Amadeo I (1871-1873) Tras aprobarse la constitución en la que se establecía la monarquía como forma de gobierno, el general Serrano fue nombrado Regente y Prim pasó a ser Presidente de un nuevo gobierno integrado por progresistas y unionistas, que marginaba al resto de fuerzas políticas. El nuevo ejecutivo ordenó disolver las Juntas y desarmar a la Milicia Nacional, dejando bien claro que una cosa era derrocar a los Borbones y otra pretender cambios revolucionarios en el sistema económico o político. Desechada la opción de los Borbones, se inició la búsqueda de un candidato adecuado a la Corona entre las diferentes familias reales europeas. Prim fue el encargado buscar al nuevo monarca, lo que le resultó una tarea más compleja de lo esperado, Finalmente se decidió por un joven príncipe italiano y las Cortes eligieron como nuevo rey a Amadeo de Saboya en noviembre de 1870, hijo de Víctor Manuel II, rey de la recién unificada Italia, y perteneciente a una dinastía con fama de liberal. El nuevo monarca,de tan sólo 26 años de edad, llegó al país el 30 de diciembre. Tres días antes había sido asesinado el general Prim, con lo que el nuevo monarca se quedó sin su principal valedor y consejero más fiel. En enero de 1871, Amadeo de Saboya fue proclamado rey y, tras tomarle juramento, las Cortes constituyentes se disolvieron para iniciar una nueva etapa de monarquía democrática. Amadeo se encontró inmediatamente con un amplio frente de rechazo. Aquí estaban grupos variopintos y enfrentados: los carlistas, todavía activos en el País Vasco y Navarra, que se sublevaron por las posibles expectativas de sentar en el trono a su candidato Carlos VII, convirtiéndose en un foco permanente de problemas e inestabilidad. los "alfonsinos", partidarios de la vuelta de los Borbones en la figura de Alfonso, hijo de Isabel II , liderados por Cánovas del Castillo los republicanos, grupo procedente del Partido Demócrata que reclamaba reformas más radicales (sobre todo los federalistas) en lo político, económico y social y se destacaba por un fuerte anticlericalismo. Mientras la alianza formada por unionistas, progresistas y demócratas, que había aprobado la constitución y llevado a Amadeo al trono, comenzó rápidamente a resquebrajarse. Los dos años que duró su reinado se caracterizaron por una enorme inestabilidad política, con disensiones cada vez más acusadas entre los partidos que habían apoyado la revolución. A todo esto hay que añadir el conflicto en Cuba, Guerra de los 10 años, comenzado en 1868. Aunque el gobierno prometió el fin de la esclavitud en la isla y y se mostró partidario de conceder reformas políticas a la isla, la negativa de los sectores económicos españoles con intereses en Cuba frustró la posibilidad de una solución pacífica al conflicto y convirtió la guerra en un problema grave. Impotente, privado de todo apoyo y harto ante la situación, Amadeo I abdicó a principios de 1873 y abandonó España dejando una impresión de país ingobernable y contrario a una monarquía democrática. 12 Sin otra alternativa, siendo impensable iniciar una nueva búsqueda de un rey entre las dinastías europeas, las Cortes proclamaron la I República el 11 de febrero de 1873. 4. La Primera República La República fue proclamada por unas Cortes en las que no había una mayoría de republicanos. Las ideas republicanas tenían escaso apoyo social y contaban con la oposición de los grupos sociales e instituciones más poderosos del país. La alta burguesía y los terratenientes, los altos mandos del Ejército, la jerarquía eclesiástica eran contrarios al nuevo régimen. A pesar de todo ello, la república fue aprobada el 11 de febrero de 1873 por 258 votos a favor y 32 en contra. Ahora bien, estos datos no reflejaban un apoyo real a la nueva forma de gobierno. Gran parte de la Cámara era monárquica y su voto republicano fue una estrategia para ganar tiempo y organizar el retorno de los Borbones al trono español- Así pues, la República nació con escasas posibilidades de éxito. Los escasos republicanos pertenecían a las clases medias urbanas, mientras las clases trabajadores optaron por dar su apoyo al incipiente movimiento obrero anarquista. Las sucesivas disputas entre federalismo y unitarismo y la debilidad del régimen republicano provocaron una enorme inestabilidad política. Cuatro presidentes de la República se sucedieron en apenas once meses: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar. En este contexto de inestabilidad, los gobiernos republicanos emprendieron una serie de reformas bastante radicales que, en algunos casos, se volvieron contra el propio régimen republicano. El primer presidente, Estanislao Figueras, tomó las primeras medidas reformistas: Supresión impuesto de consumos. La abolición de este impuesto indirecto, reclamada por las clases más populares, agravó el déficit de la Hacienda. Eliminación de las quintas. De nuevo una medida popular propició el debilitamiento del estado republicano frente a la insurrección carlista y cubana. Pero la falta de recursos del Estado, el escaso apoyo del ejército y su enfrentamiento con el proyecto federal de Pi y Margall provocaron su dimisión. El siguiente presidente fue Pi y Margall, que quedó encargado de elaborar un proyecto constitucional para instaurar una República federal. En julio se presentó a las Cortes el nuevo proyecto, que apenas llegó a ser debatido y, por consiguiente, tampoco llegó a ser aprobado. La Constitución republicana federal de 1873 pretendía la implantación de la democracia y una amplia declaración de derechos y libertades: Reducción de la edad de voto a los 21 años Libertad de cultos Separación de la Iglesia y el Estado. Este dejó de subvencionar a la Iglesia. Reglamentación del trabajo infantil. Prohibición de emplear a niños de menos de diez años en fábricas y minas. Abolición de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico. Se planteaba, por primera vez en España, un Estado no centralista, y recogía tradiciones regionalistas que estarían en el origen de de las futuras propuestas nacionalistas. Este programa reformista se intentó llevar a cabo en un contexto totalmente adverso. Los gobiernos republicanos tuvieron que hacer frente a un triple desafío bélico: La nueva guerra civil carlista. Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro, encabezó una nueva insurrección carlista en el País Vasco y Navarra. Aprovechando el caos general, los carlistas llegaron a establecer un gobierno en Estella, Navarra. La guerra de Cuba También continuó la guerra en Cuba, iniciada en 1868. Las autoridades españolas en la isla eran proclives a la restauración borbónica en la figura de Alfonso XII, y, por tanto, actuaron al margen del poder republicano. Las conspiraciones militares alfonsinas. Entre los mandos del ejército se fue imponiendo la idea de la vuelta de los Borbones en la figura del hijo de Isabel II, Alfonso. Pronto empezaron las conspiraciones para un pronunciamiento militar. A todo ello, se añadieron las divisiones entre los propios republicanos. 13 Las sublevaciones cantonales. Bajo la presidencia de Pi y Margall, los republicanos federales más extremistas se lanzaron a proclamar cantones, pequeños estados regionales cuasi independientes, con sus gobiernos autónomos y su propia legislación, en zonas de Valencia, Alicante, Murcia y Andalucía, sublevándose contra el gobierno republicano de Madrid. La resistencia del cantón de Cartagena, base y arsenal naval muy importante, fue el de más larga duración de todos los cantones pues consiguió resistir el asedio de las fuerzas del gobierno central hasta el 12 de enero de 1874, convirtiéndose en el símbolo de este movimiento en el que las ideas republicano-federales y anarquistas se entremezclaron. El presidente Pi y Margall se opuso a sofocar la revuelta por las armas y dimitió, siendo sustituido por Nicolás Salmerón, quien dio por acabada la política de negociación con los cantones e inició una acción militar contra el movimiento cantonalista. Excepto en Cartagena, la intervención militar acabó rápidamente con la insurrección, pero dio un inmenso poder a los generales que asumieron la represión y volvió a colocar al ejército en el papel de barrera contra la revolución social. Salmerón dimitió a principios de septiembre al sentirse moralmente incapaz de firmar las penas de muerte impuestas por la autoridad militar contra activistas cantonalistas. La presidencia cayó entonces en Emilio Castelar, dirigente del republicanismo unitario, mucho más conservador en cuestiones sociales. La República inició a partir de ese momento un progresivo desplazamiento hacia la derecha. Practicó una política destinada a restablecer la unidad nacional y el orden social al que aspiraban las clases conservadoras. Cautelar asumió poderes extraordinarios. Se apoyó en los militares que le proporcionaron éxitos inmediatos sobre el cantonalismo y el carlismo. Suspendió las garantías constitucionales y clausuró las Cortes hasta el 2 de enero. A la reapertura de las Cámaras, la oposición federalista le exige una moción de confianza, que Castelar pierde. Era inminente la formación de un gobierno más hacia la izquierda, pero, al conocer este hecho, el capitán general de Castilla la Nueva, Manuel Pavía, exigió la disolución de las Cortes republicanas. Los diputados se resistieron al principio, pero ante la invasión del hemiciclo por Pavía con fuerzas de la Guardia Civil, abandonaron la Cámara. Era el día 4 de enero de 1874. Apenas hubo resistencia, ni política ni popular, lo que muestra la debilidad de la República que, excesiva para unos y demasiado tibia para otros, apenas contaba con base social en la que sustentarse. La república del año 1874: el golpe del general Pavía y el camino a la Restauración. Tras el golpe militar de Pavía y la disolución de las Cortes republicanas, se estableció un gobierno republicano de carácter conservador presidido por el general Serrano que suspendió la Constitución y los derechos y libertades. El régimen republicano se mantuvo nominalmente un año más, aunque la dictadura de Serrano fue un simple paso previo a la restauración de los Borbones que planeaban los alfonsinos con su líder Cánovas del Castillo. La restauración se vio finalmente precipitada por un golpe militar del general Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874. El hijo de Isabel II fue proclamado rey de España con el título de Alfonso XII. Anteriormente, Isabel II ya había abdicado en su hijo, y Cánovas del Castillo se había convertido en el dirigente e ideólogo de su causa. El 1 de diciembre del mismo año, el príncipe Alfonso de Borbón había firmado el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas, que sintetizaba el programa de la nueva monarquía alfonsina: un régimen de signo conservador y católico que garantizaría el funcionamiento del sistema político liberal y restablecería la estabilidad política y el orden social. Se iniciaba en España el período de la Restauración. 14 15 16 17 TEXTOS: Manifiesto de Abrantes "Carlos V a sus amados vasallos: Bien conocidos son mis derechos a la Corona de España en toda la Europa y los sentimientos en esta parte de los españoles, que son harto notorios para que me detenga a justificarlos. Fiel, sumiso y obediente como el último de los vasallos a mi caro hermano que acaba de fallecer, y cuya pérdida, tanto por sí misma como por sus circunstancias, ha penetrado de dolor mi corazón, todo lo he sacrificado: mi tranquilidad, la de mi familia; he arrostrado toda clase de peligros para testificarle mi respetuosa obediencia, dando al mismo tiempo este testimonio público de mis principios religiosos y sociales. Tal vez han creído algunos que los he llevado hasta el exceso, pero nunca he creído que puede haberlo en un punto del cual depende la paz de las monarquías. Ahora soy vuestro rey; y al presentarme por primera vez a vosotros bajo este título, no puedo dudar un solo momento que imitaréis mi ejemplo sobre la obediencia que se debe a los príncipes que ocupan legítimamente el trono y volaréis todos a colocaros bajo mis banderas, haciéndoos así acreedores a mi afecto y soberana munificencia. Pero sabéis, igualmente, que recaerá el peso de la justicia sobre aquellos que, desobedientes y desleales, no quieren escuchar la voz de un soberano y un padre que solo desea hacerlos felices." Carlos V, rey de España Abrantes, 1 de octubre se 1833 El Estatuto Real Título 1. De la convocación de las Cortes generales del Reino. Art. 1. (...) Su Majestad la Reina Gobernadora, en nombre de su excelsa hija Doña Isabel I ha resuelto convocar las Cortes generales del Reino. Art. 2. Las Cortes generales se compondrán de dos Estamentos: el de Próceres del Reino y el de Procuradores del Reino 1.. .1. Art. 3. El Estamento de Próceres del Reino se compondrá: 1. ° De muy reverendos arzobispos y reverendos obispos. 2. ° De Grandes de España. 3. ° De Títulos de Castilla. 4 De un número indeterminado de españoles, elevados en dignidad e ilustres por sus servicios en las varias carreras, y que sean o hayan sido secretarios del Despacho, procuradores del Reino, consejeros de Estado, embajadores o ministros plenipotenciarios, generales de mar o de tierra o ministros de los tribuna les supremos. 5.° De los propietarios territoriales o dueñas de fábricas, manufacturas o establecimientos mercantiles que reúnan a su mérito personal y a sus circunstancias relevantes, el poseer una renta anual de sesenta mil reales, y el haber sida anteriormente procuradores del Reino. 6. ° De los que en la enseñanza pública o cultivando las ciencias o las letras, hayan adquirido gran renombre y celebridad, con tal que disfruten una renta anual de sesenta mil reales, ya provenga de bienes propios, ya de sueldo cobrado del Erario. Art. 4. Bastará ser Arzobispo u Obispo electo o auxiliar paro poder ser elegido, en clase de tal, y tomar asiento en el Estamento de Próceres del Reino (...). Art. 7. El Rey elige y nombra los demás próceres del Reino, cuya dignidad es vitalicia (...). Art. 24. Al Rey toca exclusivamente convocar suspender y disolver las Cortes Art. 31. Las Cortes no podrán deliberar sobre ningún asunto que no se haya so metido expresamente a su examen en virtud de un Decreto Real. La Constitución de 1837 Doña Isabel II, por la gracia de Dios y la Constitución de la Monarquía española, Reina de las Españas; y en su Real nombre, y durante su menor edad, la Reina viuda su madre Doña María Cristina de Borbón, Gobernadora del Reino; a todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: Que las Cortes generales han decretado y sancionado, y Nos de conformidad aceptado, lo siguiente: Siendo la voluntad de la Nación revisar, en uso de su Soberanía, la Constitución política promulgada en Cádiz el 19 de marzo de 1 81 2, las Cortes generales, congregadas a este fin, decretan y sancionan t siguiente (...). Art. 2. Todos los españoles pueden imprimir y publicar libremente sus ideas sin previa censura, con sujeción a las leyes. 18 Art. 6. Todo español está obligado a defender la Patria con las armas cuando sea llamado por la ley, y a contribuir en proporción de sus haberes para los gastos del Estado. Art. 9. Ningún español puede ser procesado ni sentenciado sino por el Juez o Tribunal competente, en virtud de leyes anteriores al delito y en la forma que estas prescriban (...). Art. 11. La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la Religión Católica que profesan los españoles. Art. 1 2. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey. Art. 1 3. Las Cortes se componen de dos cuerpos colegisladores, iguales en facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados (...). Art. 15. Los senadores son nombrados por el Rey a propuesta, en lista triple, de los electores que en cada provincia nombran los diputados a Cortes Art. 26. Las Cortes se reúnen todos los años. Corresponde al Rey convocarlas, suspender y cerrar sus sesiones, y disolver el Congreso de los Diputados; pero con la obligación, en este último caso, de convocar otras Cortes, y reunirlas dentro de tres meses (...). Art. 36. El Rey y cada uno de os Cuerpos Colegisladores tienen la iniciativa de las leyes (...). Art. 44. La persona del Rey es sagrada e inviolable, y no está sujeta a responsabilidad. Son responsables los ministros. Art. 45. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey (...). Art. 70. Para el gobierno interior de los pueblos habrá Ayuntamientos, nombrados por los vecinos, a quienes la ley conceda este derecho (...). El Convenio de Vergara “Art. 1. El capitán general don Baldomero Espartero recomendará con interés al Gobierno el cumplimiento de su oferta de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros. Art. 2. Serán reconocidos los empleos, grados y condecoraciones de los generales, jefes, oficiales y demás individuos de pendientes del Ejército del teniente general don Rafael Maroto, quien presentará las relaciones con expresión de las armas a que pertenecen, quedando en libertad de continuar sirviendo defendiendo la Constitución de 1 837, el trono de Isabel II y la regencia de su augusta madre o bien de retirarse a sus casas los que no quieran seguir con las armas en la mano. Art. 3. Los que adopten el primer caso de continuar sirviendo tendrán colocación en los cuerpos del Ejército, ya de efectivos, ya de supernumerarios, según el orden que ocupan en la escala de las inspecciones a cuya arma correspondan (...)” Agosto de 1839 La Desamortización de Mendizábal A su Majestad la Reina Gobernadora: "Señora, vender la masa de bienes que han venido a ser propiedad de la Nación, no es tan sólo cumplir una promesa solemne y dar una garantía positiva a la deuda nacional, es abrir una fuente abundantísima de felicidad pública; vivificar una riqueza muerta, desobstruir los canales de la industria y de la circulación; apegar al país por el amor natural y vehemente a todo lo propio; ensanchar la patria, crear nuevos y fuertes vínculos que liguen a ella; es, en fin, identificar con el trono excelso a Isabel II, símbolo de orden y de la libertad. No es, señora ni una fría especulación mercantil, ni una mera operación de crédito. . . El decreto que vaya a tener la honra de someter a la augusta aprobación de V. M. sobre la venta de bienes adquiridos ya por la nación, así como en su resultado material ha de producir el beneficio de minorar la fuerte suma de la deuda pública, es menester que en su objeto y aun en los medios por donde aspire a aquel resultado, se encadene, se funde en la alta idea de crear una copiosa familia de propietarios, cuyos goces y cuya existencia se apoye principalmente en el triunfo completo de nuestras actuales instituciones". Febrero de 1.836 Juan Álvarez de Mendizábal 19 Manifiesto de Manzanares (Comentario) Españoles: La entusiasta acogida que va encontrando en los pueblos del Ejército liberal; el esfuerzo de los soldados que le componen, tan heroicamente mostrado en los campos de Vicálvaro; el aplauso con que en todas partes ha sido recibida la noticia de nuestro patriótico alzamiento, aseguran desde ahora el triunfo de la libertad y de las leyes que hemos jurado defender. Dentro de pocos días, la mayor parte de las provincias habrán sacudido el yugo de los tiranos; el Ejército entero habrá venido a ponerse bajo nuestras banderas, que son las leales; la nación disfrutará los beneficios del régimen representativo, por el cual ha derramado hasta ahora tanta sangre inútil y ha soportado tan costosos sacrificios. Día es, pues, de decir lo que estamos resueltos a hacer en el de la victoria. Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de los impuestos, fundada en una estricta economía; queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos; queremos arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la independencia local necesaria para que conserven y aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos por eso a la nación. Las Juntas de gobierno que deben irse constituyendo en las provincias libres; las Cortes generales que luego se reúnan; la misma nación, en fin, fijará las bases definitivas de la regeneración liberal a que aspiramos. Nosotros tenemos consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas, y no las envainaremos hasta que ella esté cumplida. Cuartel general de Manzanares, a 6 de julio de 1854.- El general en jefe del Ejército constitucional, Leopoldo O’Donnell, conde de Lucena. Identifica el documento. El texto es una fuente primaria, es el Manifiesto de Manzanares que, firmado por el general Leopoldo O’Donnell y redactado por Antonio Cánovas del Castillo, pretendió acabar con los gobiernos corruptos del final de la Década Moderada. Es un documento de contenido político, en tanto que es una declaración de intenciones, un manifiesto que exhorta a una revolución política , y, por tanto, es público y tiene también carácter social, al intentar implicar al pueblo en la revuelta.. Los autores son el general O’Donnell, que lo firma, y algunos de los que encabezaron el pronunciamiento, pero lo redactó Cánovas del Castillo, entonces joven abogado del Partido Moderado. O’Donnell, era un prestigioso militar del sector más liberal del partido moderado, contrario a los desmanes autoritarios en los que había caído el partido y que lideró un levantamiento militar para cambiar el gobierno O’Donnell fundará en 1856 un nuevo partido, la Unión Liberal de carácter liberal conservador. Cánovas del Castillo será con el tiempo el gran líder del partido conservador y artífice de la Restauración de Alfonso XII en 1874. Ideas principales: El documento es un manifiesto, por lo que en tono exhortativo presenta la crítica situación del momento (crisis del gobierno moderado) y anima a la rebelión política con el apoyo militar para cambiar dicha situación, presentando un programa de gobierno bastante ambiguo (demagógico)-. Los dos primeros párrafos constituyen esa llamada a toda la nación para sumarse a la sublevación que O’Donnell inició el 28 de junio de 1854, y que tuvo en la “batalla” de Vicálvaro su momento glorioso y heroico. En realidad, esta batalla fue una pequeña escaramuza que terminó con la retirada tanto de las tropas gubernamentales como de las sublevadas, con el saldo de muy pocas víctimas, sobre todo heridos. Tras esa batalla el momento de indecisión afectó a los dos bandos, el gubernamental porque el gobierno no sabía el apoyo con el que podía contar, y los sublevados porque el resto del ejército no se acababa de decidir por la sublevación, y, sobre todo, porque los progresistas y demócratas desconfiaban de esta rebelión protagonizada por militares y políticos moderados, aunque fueran del sector más liberal de este partido. Esta indecisión podía provocar el fin de la sublevación por lo que se decidió redactar este manifiesto animando a militares y progresistas a sumarse a los ya sublevados. El tercer párrafo constituye un ambiguo programa político que constituye el ideario de los sublevados: mantenimiento del trono, no se pretende derrocar ni el sistema monárquico ni a la reina (las revoluciones de 1848 en Europa habían costado el trono a varios monarcas europeos), pero era deseable acabar con la corrupción de las 20 camarillas que los últimos gobiernos anteriores habían representado, defendiendo intereses de banqueros, y de políticos corruptos. Sobre las reformas políticas (electoral, de imprenta…), se refieren a volver a ampliar derechos y libertades que se habían ido reduciendo hasta convertirse en un gobierno autoritario; así como la mejora de la situación económica que el aumento de impuestos, había producido en las clases medias. Concede en este programa una petición tradicional del partido progresista: la restitución de la Milicia Nacional y la descentralización de la política territorial: en España los conservadores tienden a ser centralistas, mientras que los progresistas tienden a ser más descentralizadores. El último párrafo hace referencia al proceso revolucionario mediante Juntas de Gobierno que en distintas ciudades se deberían levantar contra el gobierno, para después convocar unas Cortes Generales que elaboraran una nueva constitución (la de 1845, parecía superada incluso para los políticos moderados). El Manifiesto pretendió que los progresistas se rebelaran, y pese a lo poco progresista del programa del manifiesto, poco a poco en diversas ciudades: Madrid, Barcelona, Valencia, se fueron produciendo levantamientos populares, de sectores progresistas del ejército, que llevaron a la reina Isabel II a convocar al General Espartero (reconocido progresista) para ofrecerle formar un gobierno. Así, un levantamiento que empezó protagonizado por los políticos y militares moderados acabó siendo protagonizado en las calles y en las ciudades por los progresistas que acabaron obteniendo el poder, ejerciéndolo durante dos años: Bienio Progresista (18541856), hasta que el propio O’Donnell consiga presionar a la reina para que destituya a Espartero y hacerse él con el poder. Acontecimientos estos que demuestran la excesiva presencia del elemento militar en las cuestiones políticas a lo largo del siglo XIX, siendo Cánovas del Castillo, quien aleje, en 1874, a los militares del ejercicio del poder político. Contexto histórico : El contexto histórico de este Manifiesto de Manzanares hay que situarlo desde la crisis y caída de los moderados a causa del autoritarismo de sus gobiernos, marcados por la corrupción, la debilidad política y el enfrentamiento con el sector militar y los liberales en general. Esta situación va a provocar en 1854 una doble conspiración: una militar, encabezado por O’Donnell y los sectores más liberales del partido moderado; y otra de los progresistas y demócratas, con Espartero como líder. El 28 de junio de 1854 se subleva O’Donnell en Alcalá de Henares, a las afueras de Madrid, y la reacción de gobierno llevará a la batalla de Vicálvaro, de resultado indeciso y pocas víctimas, que provocó un momento de indecisión en el movimiento revolucionario. Por eso reunidos los conspiradores en Manzanares, Cánovas del Castillo redacta este manifiesto que según algunos autores invitaba a una rebelión más amplia de los sectores progresistas. Esta rebelión se fue generalizando en los siguientes días, hasta que a finales de julio de 1854 la reina Isabel II, tuvo que llamar para formar gobierno al progresista general Espartero, iniciándose el Bienio Progresista (1854-1856). Segunda etapa de su reinado. Núcleo temático: El núcleo histórico al que pertenecería este documento seria “La Construcción del Estado Liberal”, en concreto podemos enmarcarlo al final de la Década moderada y el pronunciamiento que daría lugar al comienzo del Bienio Progresista. Discurso de abdicación de Amadeo I (Comentario) “Al Congreso: Grande fue la honra que merecí a la Nación española, eligiéndome para ocupar un trono...Creí que la corta experiencia de mi vida en el arte de mandar sería suplida por la lealtad de mi carácter, y que hallaría poderosa ayuda para conjurar los peligros y vencer las dificultades que no se ocultan a mi vista en la simpatía de todos los españoles amantes de su patria...Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos años largos hace que ciño la Corona de España, y la España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz y ventura que tan ardientemente anhelo. Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra, agravan y perpetran los males de la Nación, son españoles, todos invocan el dulce nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tantas opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cuál es la verdadera, y más imposible todavía, hallar el remedio a tantos males. Lo he buscado ávidamente dentro de la ley, y no lo he hallado. Fuera de la ley, no ha de buscarlo quien ha prometido observarla. Éstas son, señores Diputados, las razones que me mueven a devolver a la Nación, y en su nombre a vosotros, la Corona que me ofreció el voto nacional, haciendo renuncia de ella por mí, por mis hijos y sucesores. Estad 21 seguros de que, al desprenderme de la Corona, no me desprendo del amor a esta España tan noble como desgraciada, y de que no llevo otro pesar que el de no haberme sido posible procurarle todo el bien que mi leal corazón para ella apetecía”. Discurso de renuncia de Amadeo de Saboya al trono español, Palacio de Madrid, 11 de febrero de 1873 COMENTARIO DE TEXTO: Identificación: El documento es un fragmento del discurso de la abdicación de Amadeo I, rey de España, ante las Cortes, el 11 de febrero de 1873, que da fin a su efímero reinado. Fuente primaria: es contemporánea a los hechos de los que habla; se trata de un documento histórico-, porque refleja un hecho concreto: la abdicación del monarca. Texto de carácter político, ya que a través de este discurso el rey justifica su decisión de abdicar de la Corona española. Es un documento público, ya que se trata de un discurso (exposición oral de cierta extensión, dirigida a un auditorio determinado y hecha generalmente con el fin de manifestar lo que se piensa o siente). Es un documento oficial y dirigido a la nación española. Autoría: documento redactado por Amadeo de Saboya (1845-1890), duque de Aosta y rey de España (1871-1873), hijo del entonces rey de Italia Víctor Manuel II. Católico y de profundas convicciones liberales, Amadeo fue elegido rey por amplia mayoría de las Cortes, sustituyendo al general Serrano que había ejercido la Regencia en virtud de la Constitución de 1869, que establecía como forma de gobierno una monarquía constitucional. Destinatario: las Cortes españolas, órgano del poder legislativo y representación de la soberanía nacional. Intencionalidad: explicar las razones de la abdicación y justificar su actuación como rey. Ideas principales: Idea principal: explicar las razones de la abdicación de Amadeo I y justificar su actuación como rey. Para justificar esta decisión el monarca expone una serie de razones que le han llevado a tomar la decisión. Por ejemplo, nos habla de la división interna del liberalismo español en el último tercio del siglo XIX. Amadeo expone que «la España vive en constante lucha», es decir, el enemigo del país son las facciones que están más preocupadas de luchar entre ellas y acceder al poder que de gobernar un Estado que arrastra múltiples problemas desde tiempo atrás. Ideas secundarias: tienen como denominador común la debilidad de este sistema liberal, que busca a la desesperada una fórmula que le permita afianzarse, en un momento en el que cada cual pretende imponer la suya, y la debilidad de la institución monárquica, muy tocada en su credibilidad después de los problemas surgidos por la actuación de Isabel II. Núcleo temático: “La construcción del Estado liberal”, en concreto se enmarcaría dentro del Sexenio democrático y del reinado de Amadeo I. Contexto histórico: El sexenio democrático o revolucionario (1868-1874), periodo que abarca desde el derrocamiento de la monarquía de Isabel II mediante la revolución “Gloriosa” (septiembre de 1868) hasta la Restauración de la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII (1875). En concreto, el texto ilustra el momento de la abdicación de Amadeo I (11-II1873), hecho que dio lugar a la proclamación el mismo día de la I República. «Dos años ha que ciño la corona de España...». El reinado de Amadeo I se inició efectivamente dos años antes, y comenzó marcado por el infortunio. Nada más llegar a España (2-I-1871), su primer acto oficial como rey fue rendir visita a la capilla ardiente donde reposaban los restos del general Prim, su principal valedor en España, asesinado tres días antes en oscuras circunstancias. Con la muerte de Prim el partido progresista quedó escindido en dos bloques: los constitucionalistas de Sagasta, que se acercaron a los antiguos unionistas, y los radicales de Ruiz Zorrilla, que tendieron a gravitar hacia los antiguos demócratas y republicanos. El reinado de Amadeo I estuvo caracterizado por una permanente inestabilidad. Se sucedieron hasta seis gobiernos (los de Serrano, Sagasta y Ruiz Zorrilla, entre otros) que estuvieron inevitablemente marcados por sus fuertes rivalidades personales y por el afán de cada uno de perpetuarse en el poder. A Amadeo I le faltó el apoyo necesario para estabilizar el país. En cambio, el rey contó con numerosas y variadas fuerzas de oposición, entre las que destacaron «el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos», y las de todos los que se le enfrentaron «con la espada, con la pluma, con la palabra»: Los republicanos se le oponían abiertamente por su propia ideología, contraria a cualquier forma de monarquía, con independencia de quién ocupase el trono. La oposición republicana se ejerció tanto «con la espada» (mediante 22 insurrecciones de carácter federalista que, aunque fueron reprimidas, hicieron aumentar la inestabilidad del régimen), «con la palabra» (ejercitada a través de la representación republicana en el Congreso) y «con la pluma» (a través de artículos periodísticos y mordaces caricaturas aparecidas en revistas satíricas como La flaca). Los monárquicos, llamados alfonsinos y con Cánovas del Castillo al frente, conspiraron para entregar el trono de España al hijo de Isabel II, el príncipe Alfonso (futuro Alfonso XII). Los carlistas empuñaron «la espada» y protagonizaron una nueva guerra civil, la 3ª guerra carlista, iniciada en 1872 con la irrupción en España del pretendiente Carlos VII. «Con la espada» continuaba también la rebelión en la isla de Cuba, comenzada en 1868, que no sólo no remitió, sino que se convirtió en un gran quebradero de cabeza para el gobierno y, por ende, para Amadeo. El ejército, si bien no era una fuerza de oposición definida, tampoco ofrecía el más mínimo apoyo al rey. Además, tras la disolución del Cuerpo de Artillería en 1872 por el gobierno radical, el ejército comenzó a dar muestras de cierto malestar en su seno. La Iglesia no sólo estaba descontenta con la política anticlerical de los gobiernos del sexenio, sino que además odiaba profundamente a la casa de Saboya por su papel dirigente en el proceso de unificación de Italia. (Hay que recordar que en 1870 los Estados Pontificios se habían anexionado a Italia y que desde ese momento los papas se habían negado a aceptar la autoridad real, considerándose “prisioneros en el Vaticano”.) La sociedad española también mostró su antipatía hacia Amadeo. El pueblo le consideraba un “rey extranjero” y lo rechazaba no sólo con el desdén sino también «con la espada», hasta el punto de que Amadeo sufrió dos atentados de los que salió ileso. Por su parte, la burguesía estaba descontenta con el régimen político en general por permitir las asociaciones obreras, regular el trabajo infantil, apoyar la abolición de la esclavitud en Cuba y aplicar medidas económicas librecambistas que les perjudicaban. El hecho de estar provocados todos los problemas por españoles hizo que Amadeo renunciase en todo momento a emplear el uso de la fuerza («Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces (...) sería el primero en combatirlos»), ejemplo bélico éste que conocía bien por haber sido empleado por su padre Víctor Manuel II en el proceso de unificación italiana. Asimismo, Amadeo renunció a gobernar sin el respaldo parlamentario o de forma dictatorial («Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla»), mostrando así su profunda coherencia liberal y su respeto a la vigente Constitución democrática de 1869. Comentario histórico: Antecedentes. Tras el derrocamiento de Isabel II en la Revolución Gloriosa de 1868, y según la Constitución de 1869, España quedó como una monarquía sin rey. Tras muchos problemas para encontrar un monarca, el trono recayó en Amadeo de Saboya, quien se enfrentó a un país dividido, atrasado económicamente y en el que la clase política no le aceptó. Por ello, le fue prácticamente imposible llevar a cabo ninguna de las reformas planeadas. Hechos El detonante de la abdicación de Amadeo fue la decisión gubernamental de suprimir el Cuerpo de Artillería, a raíz de los altercados protagonizados por muchos de sus integrantes como protesta por el nombramiento de un militar non grato como capitán general. Al serle presentado a Amadeo el correspondiente decreto de supresión, éste dudó ante la difícil alternativa de firmar el decreto y enfrentarse con los militares, o no hacerlo y enemistarse con los únicos políticos que aún le seguían siendo fieles. Finalmente, y ante la amenaza de dimisión del presidente del gobierno, el rey firmó el decreto, encontrándose poco después con un gobierno respaldado por las Cortes. Por todo ello, Amadeo entendió que ya no contaba con el respaldo parlamentario y abdicó. Consecuencias: La consecuencia inmediata de esta abdicación fue la proclamación de la I República ese mismo día (11-II-1873) por el Congreso y Senado reunidos en sesión conjunta, por 285 votos a favor (republicanos y radicales) y 32 en contra. Dicha reunión conjunta se produjo contraviniendo el artículo 47 de la Constitución de 1869 («Los Cuerpos Colegisladores no pueden deliberar juntos ni en presencia del Rey»). La I República tendrá una duración efímera (11 meses) y será también un periodo de gran inestabilidad (cuatro presidentes del poder ejecutivo), en la que se puso de manifiesto la división del republicanismo en varias tendencias: federales, unitarios y cantonalistas Durante la I República seguirán sin solucionarse algunos de los problemas que ya estaban planteados durante el reinado de Amadeo I: La guerra carlista no terminaría hasta 1876 con la derrota y exilio del pretendiente Carlos VII, que desde 1872 había establecido su “Corte” en la ciudad Navarra de Estella. No obstante, el carlismo perdurará en la zona norte de España a lo largo del siglo XIX, debido fundamentalmente a tres razones: la resistencia del mundo rural a la 23 modernización, la resistencia de los territorios forales a la pérdida de los privilegios ante la amenaza del centralismo liberal y la resistencia de algunos sectores católicos al proceso de secularizació El conflicto con Cuba se extendió hasta 1878 y se cerró, de manera falsa, con la Paz de Zanjón; veinte años después, la isla caribeña conseguiría definitivamente su independencia. Por su parte, los monárquicos alfonsinos de Cánovas del Castillo triunfaron al ver restaurada la monarquía borbónica en 1875 en la figura de Alfonso XII. 24 ACONTECIMIENTOS REGENCIA DE Mª CRISTINA (1833-1840) REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843) DÉCADA MODERADA (1844-1854) BIENIO PROGRESISTA (1854-1856) AÑO Isabel II es nombrada reina Regencia de Mª Cristina 1833 Estatuto Real 1834 Pronunciamiento de La Granja (Progresistas) 1836 Promulgación de una nueva CONSTITUCIÓN (P) 1837 Desaparición de señoríos y mayorazgos Desamortización de Mendizábal Moderados en el Gobierno (apoyados por la Regente) 1836 – 1837 Pronunciamiento progresista 1840 Insurrección general para deponer a Espartero Mayoría de edad de Isabel II 1843 Gobierno de Narváez (Moderados) Creación de la Guardia Civil Promulgación de una nueva CONSTITUCIÓN (M) 1837 –1840 1844 1845 Firma del Concordato con la Santa Sede 1851 Pronunciamiento de O´Donnell (Vicalvarada) (Manifiesto de Manzanares) 1854 Gobierno de Espartero (Progresistas) 1854 - 1856 Desamortización de Madoz 1855 Proyecto Constitución 1856 Constitución Non nata Alternancia Gobiernos ÚLTIMOS AÑOS (1856-1868) Narváez (MODERADOS) y O´Donnell (UNIÓN LIBERAL) 25 1856 - 1868 26 ENLACES: Desamortización http://es.wikipedia.org/wiki/Desamortizaciones El reinado deIsabel II (1833-1868) http://club.telepolis.com/darnil/Historia/sxix3.htm Cuadro esquemático sobre el periodo. Isabel II http://cervantesvirtual.com/historia/monarquia/isabel2.shtml Isabel II http://www.artehistoria.com/frames.htm? http://www.artehistoria.com/historia/personajes/6589.htm Liberalismo y romanticismo en tiempos de Isabel II http://www.almendron.com/historia/contemporanea/isabel/ Madoz http://www.llanes.as/cla/mz00a.htm Mendizábal http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Álvarez_Mendizábal Narváez http://es.wikipedia.org/wiki/Narváez Pronunciamientos Militares y Magnicidios en la España del Siglo XIX http://www.fdomingor.jazztel.es/ Una selección de golpes de estado militares, atentados y magnicidios durante nuestro inestable siglo XIX. Base documental d'Història Contemporània de Catalunya http://www.xtec.es/~jrovira6/index.htm El Sexenio Revolucionario (1868-1873) http://club.telepolis.com/darnil/Historia/sxix4.htm Historia de España http://www.historia-es.com/spain/index.htm Panorama del pensamiento español en la segunda mitad del siglo XIX http://platea.pntic.mec.es/~macruz/regenta/XIX.html Pronunciamientos Militares y Magnicidios en la España del Siglo XIX http://www.fdomingor.jazztel.es/ 27