acuerdos de san andrés: 2o años después

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Adelfo Regino
Israel Martínez
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Alejandro Robledo
Bertha Rosas
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Acuerdos de San Andrés:
20
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Director General y
Presidente del Consejo Editorial
Mario Luis Fuentes
CONSEJO EDITORIAL
Jesús Kumate Rodríguez
Rolando Cordera Campos
Carlos Rojas Gutiérrez
Enrique Del Val Blanco
Fernando Cortés Cáceres
Miguel Concha Malo
Irasema Terrazas
Enrique Provencio Durazo
Marcela Rovzar de González
Gustavo Gordillo De Anda
Nashieli Ramírez
Mónica González Contró
Director Editorial
Saúl Arellano Almanza
Coordinadora Editorial
Laura Ilarraza Gálvez
Edición Electrónica
Jesús Mendoza Franco
México Social es una publicación inscrita en el
Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. http://pnmi.segob.gob.mx
04 Saldar una deuda histórica
Alejandro Robledo
10 Los Acuerdos de San Andrés: 20 años de indiferencia
Jaime Martínez Veloz
16 Acuerdos desconocidos e incumplidos
Juan Santamaría
20 Presupuesto para el Desarrollo Integral
Israel Martínez
24 Riqueza concedida
Margarita Rodríguez
30 El camino a la paz, la justicia y la democracia
Adelfo Regino
36 Chihuahua y sus pueblos indígenas
Isela González
40 Ciudad de México: Entidad Pluricultural
Julio Moguel
44 Sierra Norte de Puebla: Entre el despojo y la resistencia
Raymundo García
48 Guerrero y la Constitución
Marcos Matías
LAS ENFERMEDADES DE LA DESIGUALDAD
52 La incansable
Bernardo
Kliksberg
defensa del territorio yaqui
Mario Luna
56 La deforestación en México
Bertha Rosas
México Social, Año 5, No. 67, febrero de 2016, es una publicación mensual editada por el Instituto de Capacitación, Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social, S. C. (CEIDAS). Pennsylvania No.86, Col. Parque San Andrés, CP.
04040 Delegación Coyoacán, México, D.F. Tels. 5659-6120 y 5659-6209 www.ceidas.org.mx, [email protected]. Editor responsable: Saúl Arellano Almanza. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2014-052912521500-102 ISSN:
2007 - 2600, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Licitud de Contenido No. 15077, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX
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PRÓXIMO NÚMERO:
TRABAJO DOMÉSTICO
NO REMUNERADO
Los artículos e imágenes publicados en esta edición son de responsabilidad exclusiva en su contenido y forma de las y los
autores que generosamente contribuyen en nuestra publicación. Sus opiniones teóricas no necesariamente reflejan la postura del editor. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación
sin previa autorización del Instituto de Capacitación, Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social, S. C. (CEIDAS).
L
as personas hablantes
de lenguas indígenas y
quienes forman parte
de las comunidades
y pueblos originarios
han sido y siguen siendo quienes en
mayor medida viven los dañinos efectos de un modelo económico-cultural
que los excluye del acceso al cumplimiento efectivo de sus derechos.
Según el Consejo Nacional para
la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), actualmente
únicamente tres de cada 100 personas
hablantes de lenguas indígenas son
consideradas simultáneamente como
no pobres y no vulnerables, dato en el
que se sintetiza el conjunto de contradicciones y de rezagos que debemos
saldar como sociedad a fin de convertirnos en una nación pluriétnica y
multicultural, equitativa e incluyente.
De acuerdo con las mediciones que
hemos construido en CEIDAS, AC y en
el Programa Universitario de Estudios
del Desarrollo (PUED-UNAM), entre las
niñas y niños indígenas se concentran
los peores indicadores del desarrollo:
son víctimas de las más altas tasas de
morbilidad y mortalidad por enfermedades infecciosas; y presentan las más
altas tasas de mortalidad por causas
prevenibles y en exceso evitables.
Los datos son dramáticos e indican
que ser niña o niño hablante de una
lengua indígena, o nacer en una localidad o pueblo indígena, implica hasta
tres veces mayores probabilidades de
morir antes de cumplir los cinco años,
respecto de las probabilidades registradas para las niñas y los niños que no
son indígenas.
Asimismo, los mayores porcentajes
de rezago educativo; de acceso a servicios básicos; de calidad de la vivienda;
Editorial
MARIO luis fuentes
de registro oportuno al nacimiento; de
vulnerabilidad por carencia a la alimentación; de ingresos bajos y de carencia
de acceso a la seguridad social; están
concentrados también en los pueblos
y comunidades indígenas.
Lo anterior se expresa en indicadores síntesis como lo son la tasa de
mortalidad infantil y la tasa de mortalidad materna, las cuales llegan a ser
hasta cinco veces más altas en algunas
localidades indígenas, respecto de los
promedios nacionales registrados.
Hace 21 años el EZLN logró poner al
centro del debate político y social del
país la cuestión indígena y el olvido en
que han vivido los pueblos originarios
desde hace 500 años.
Posteriormente, en febrero de
1996, precisamente hace 20 años, el
Gobierno de la República firmó con
el EZLN los llamados Acuerdos de San
Andrés, los cuales contenían la que
es considerada hasta ahora la agenda
más amplia -aunque aún inacabadade discusión de los derechos de los
pueblos indígenas; la que, a pesar de
las reformas constitucionales y legales,
no ha terminado de ser incluida en
toda su amplitud y sentido en el Orden
Jurídico nacional.
En esa lógica, a pesar de los avances
y de las importantes sumas de recursos que se han invertido para avanzar
en el abatimiento de los rezagos que
les afectan, los datos indican que las
condiciones estructurales que generan
la desigualdad y el maltrato a los pueblos indígenas persisten.
Siguen sin reconocerse muchos de sus
derechos colectivos; sigue sin asumirse a
plenitud la noción de “naciones y pueblos indígenas”; sigue sin reconocerse la
autonomía y pleno dominio sobre sus
territorios; la educación bilingüe es to-
Integrante de la Junta de Gobierno
de la UNAM; institución en la
que también es Coordinador de
la Especialización en Desarrollo
Social del Posgrado de la Facultad
de Economía; Investigador del
Programa Universitario de Estudios
sobre el Desarrollo; y titular de la
Cátedra Extraordinaria Trata de
Personas. Es Director general del
CEIDAS, A.C.
davía una realidad muy lejana; el acceso
efectivo al cumplimiento del derecho a
la salud es limitado y una larga lista de
pendientes que es urgente atender con
la seriedad que se requiere.
Frente a ello, no debe olvidarse
que en agosto del año pasado el
Presidente de la República ratificó
el compromiso del Estado mexicano
de dar cumpli-miento a los Acuerdos y Plan de Acción de las Naciones
Unidas en materia de derechos y desarrollo de los pueblos originarios, por
lo que el entramado institucional debería alinearse en todos sus órdenes
y niveles a fin de impulsar una nueva
relación del Estado con los pueblos
indígenas y propiciar su plena incorporación al bienestar y el desarrollo.
En la visita que hará este mes el Papa
Francisco a México estará en el estado
de Chiapas y se ha anunciado que visitará la tumba de Samuel Ruiz, un teólogo de la liberación y quizá el principal
aliado y defensor de la causa zapatista
y, en general, de la amplia agenda de los
derechos incumplidos de las personas
hablantes de lenguas indígenas.
El significado político y simbólico de
esta visita, a la par de los rezagos materialmente existentes, pondrán nuevamente en la palestra de discusión nacional el tema de los Acuerdos de San
Andrés, y la lucha que se ha desarrollado desde hace 20 años por construir un
país que, de una vez por todas, pueda
garantizar equidad, justicia y dignidad
para todos.
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
3
Saldar una
DEUDA
HISTÓRICA
por ALEJANDRO ROBLEDO
L
SOBRE EL AUTOR:
Abogado por la Universidad Autónoma
de Coahuila, Máster en Gestión Pública
por la Universidad Complutense de
Madrid y cursa la Maestría en Derechos
Humanos por la Universidad Iberoamericana. Especialista en temas de derechos
indígenas, derechos humanos y participación ciudadana
4
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os Derechos Humanos
son el reconocimiento y la
protección a los derechos
fundamentales de las personas; constituyen el signo
de la evolución de los órdenes jurídicos de los países; y son la expresión de la ideas de justicia, libertad
e igualdad.
Los derechos humanos, al ser una
obligación de los Estados el garantizarlos, miden la eficacia del orden
político establecido y la vida social.
El filósofo alemán Jürgen Habermas define a los derechos humanos
como: “el lenguaje transcultural y
universal con las que se regulan las
relaciones mundiales”.
Existe un consenso sobre los valores de los derechos humanos, sin
embargo, en su forma de interpretarlos hay diversas visiones culturales sobre ellos, lo que en la última
década ha formado una interpretación multicultural, fundamentada
en la pluriculturalidad, que es la
variedad de culturas que conviven
en una nación o comunidad.
El multiculturalismo se define
como un proceso de diálogo y
relación social entre grupos culturales distintos, en donde ninguno
prevalece sobre el otro, sino que
se privilegian la diversidad, la con-
SOBRE EL AUTOR:
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
En materia de derechos indígenas y su marco legal internacional, se ha ido más allá, pues en los
documentos e instrumentos jurídicos en la materia se reconoce la importancia de las particularidades
de los pueblos indígenas y de sus patrimonios históricos, culturales y espirituales. Este reconocimiento
hace viable y posible la aplicación y protección de los derechos colectivos indígenas
vivencia y los valores democráticos;
en donde cada cultura se enriquece
entre sí, con sus costumbres, lenguas, tradiciones y valores.
Como menciona el sociólogo
Boaventura de Souza, el multiculturalismo y el diálogo cultural que
de él emana debe estar basado en
el reconocimiento de los derechos
humanos, y que éste a su vez derive
en la integración de las culturas, en
su complementación como sociedad y en políticas incluyentes, respetando la diversidad.
El multiculturalismo de los
derechos humanos es la lucha por
el reconocimiento de la diversidad
cultural; es decir, que los derechos
no prescindan para su definición,
reconocimiento y protección, de
sus aspectos culturales, lingüísticos
y étnicos. Esa es la clave para zanjar
las diferencias radicales entre culturas, y la definición y garantía de
sus derechos, aceptando que cada
cultura tiene un valor, y que los conceptos y formas de entender al ser
humano y su dignidad son igualmente válidas.
Con el proceso de globalización,
coexisten culturas en el mismo
tiempo, lugar y en permanente contacto, aumentando la conciencia
sobre la diversidad; sin embargo, la
premisa de “universalidad” predomina en los modos de tutela legislativa
y en el accionar de las instituciones
de muchos países. En el ámbito internacional se han hecho esfuerzos
para dirimir la interpretación de los
derechos, su contenido y su aplicación en las diversas Declaraciones, Tratados y Convenciones de
Derechos Humanos.
En este sentido, en materia de
derechos indígenas y su marco legal
internacional, se ha ido más allá, pues
en los documentos e instrumentos jurídicos en la materia se reconoce la
importancia de las particularidades
de los pueblos indígenas y de sus
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
5
Acuerdos de San Andrés: 20 años después
patrimonios históricos, culturales y espirituales. Este reconocimiento hace viable y
posible la aplicación y protección de los
derechos colectivos indígenas.
La importancia del tema de derechos
indígenas en la agenda internacional,
aunado a la evolución vertiginosa de las
doctrinas, prácticas e interpretación de
los derechos humanos, ha derivado en
instrumentos como: el Convenio 169 de
la Organización Internacional del Trabajo
del año 1989; la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas de 2007; y las Normas
y Jurisprudencias del Sistema Interamericano de Derechos Humanos sobre
los Derechos de los Pueblos Indígenas y
Tribales sobre sus Tierras Ancestrales y
Recursos Naturales. Cabe resaltar que el
Estado mexicano ha sido de los principales impulsores de estos instrumentos
a favor de los pueblos indígenas ante
los organismos internacionales y con
otros países.
El Estudio Martínez Cobo establece
una definición político-social sobre los
pueblos indígenas como sujetos de
derechos y el objetivo primordial del
reconocimiento de éstos: “Las comunidades, pueblos y naciones indígenas son
aquellos que, teniendo una continuidad
histórica con las sociedades previas a la invasión y precoloniales que se desarrollaron en
sus territorios, se consideran a sí mismas
diferenciadas de otros sectores de las
sociedades que prevalecen actualmente
en sus territorios, o en parte de ellos.
Ellos forman en el presente sectores
no dominantes de la sociedad y están
determinados a preservar, desarrollar
y transmitir a las generaciones futuras
su cultura, sus territorios ancestrales y
su identidad étnica como la base de su
existencia continuada como pueblos,
de acuerdo con sus propias instituciones sociales”.
Por lo mencionado en párrafos anteriores,
diversos países del continente han modificado sus constituciones adoptando
nuevas legislaciones. Este proceso se
debe a la reivindicación de las causas
indígenas, el fortalecimiento de la identidad cultural, la cooperación y avances
internacionales en materia de derechos
indígenas y humanos. Con ello iniciaron
la transformación de la relación EstadoPueblos Indígenas.
La realidad de los pueblos indígenas de México no es tan distinta: es
un país pluricultural, de composición
multiétnica, lo que se refleja en los
68 pueblos indígenas que lo habitan
y a los cuales pertenecen más de 15
millones de mexicanos.
Estos pueblos se han constituido
en actores sociales, culturales y políticos importantes para la vida nacional.
Durante las tres últimas décadas han
planteado de una manera recurrente el
reconocimiento de sus derechos colectivos, como: libre determinación; reconocimiento de sus sistemas normativos;
El multiculturalismo de los derechos humanos es la lucha
por el reconocimiento de la diversidad cultural y que los
derechos no prescindan para su definición, reconocimiento
y protección, de sus aspectos culturales, lingüísticos y
étnicos. Esa es la clave para zanjar las diferencias radicales
entre culturas, y la definición y garantía de sus derechos
6
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Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
desarrollo social con pertinencia
cultural; derecho a la consulta; entre otros. Estos derechos no son
una forma de oposición a un orden
normativo en México, sino a favor
del reconocimiento de la diversidad y su preservación cultural, amparados en instrumentos jurídicos
internacionales.
El marco legal nacional en materia de derechos indígenas también ha evolucionado, producto
de la lucha de los pueblos por este
cambio. La reforma constitucional
al Artículo 2º sobre derechos indígenas del año 2001 fue una respuesta, aunque insuficiente, a las
demandas planteadas a raíz del
levantamiento armado del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional
en enero de 1994, y plasmadas en
los Diálogos y los Acuerdos de San
Andrés en 1996, entre el Estado
mexicano y los pueblos indígenas.
Como es sabido, en aquel entonces dichos Acuerdos fueron firmados pero no se llevaron a cabo,
hecho que constituye una asig-
natura pendiente para el Estado
Mexicano.
A pesar del avance en el reconocimiento de los derechos colectivos indígenas en México, siguen
presentándose algunas violaciones
a éstos, producto de una dinámica
de discriminación y exclusión que
ha persistido durante décadas.
Lo anterior, aunado a la aprobación
de la Declaración de las Naciones Unidas sobre Derechos de los
Pueblos Indígenas en el año 2007 y
otros instrumentos internacionales,
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
7
Acuerdos de San Andrés: 20 años después
En México existen nuevos instrumentos que garantizan los
derechos humanos de los pueblos indígenas, tales como:
• La Reforma al Artículo Primero de la Constitución en
el año 2011, que le otorga rango constitucional a los
Tratados y Convenios Internacionales sobre Derechos
Humanos
• La resolución 293/11 de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación que hace de observancia obligatoria la
jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos
como las Jurisprudencias del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos y resoluciones del Sistema de Naciones; la Convención
Americana de Derechos Humanos;
el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos; y la Convención
Internacional en Contra de Todas
las Formas de Discriminación Racial,
nos lleva a la necesidad como país
de armonizar el marco legislativo y
constitucional nacional con el internacional en materia de derechos
indígenas, para reconocer sus
derechos colectivos, su protección y
garantía de ejercicio.
El reconocimiento de los derechos
colectivos en la Constitución propiciará una nueva relación Estado
mexicano-Pueblos indígenas.
Es hasta el actual gobierno federal
que el tema de los derechos indígenas y su reconocimiento con la armonización legislativa ocupa un lugar
importante en la agenda política y
social nacional; como se constata en
8
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el marco de actuación del gobierno
en el Programa Sectorial de la Secretaría de Gobernación 2013-2018, en
particular la Línea de Acción 1.5.3.
Impulsar la armonización del marco
legal con los tratados nacionales
e internacionales en materia indígena y en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 para promover y
garantizar los derechos humanos e
indígenas.
Esta armonización forma parte
también de los trabajos para completar la Reforma Constitucional sobre derechos humanos del año 2011.
Otra importante definición sobre
el tema de derechos indígenas fue
la que hizo el Presidente Enrique
Peña Nieto en la Conferencia
Mundial de Pueblos Indígenas de
la Organización de las Naciones
Unidas, en donde el Estado mexicano valoró la propuesta del Pleno
-y la aceptó junto con los demás
países miembros- de armonizar las
leyes de los países, siguiendo el
espíritu de la Declaración sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas.
Además, se pueden mencionar las
acciones que realiza el Secretario
de Gobernación, Miguel Ángel
Osorio Chong, para establecer un
diálogo constructivo con los pueblos
y comunidades indígenas y garantizar sus derechos.
La armonización legislativa en materia de derechos de los pueblos indígenas y la reforma que de ésta emane
son de interés nacional; además de
ser una política de derechos humanos, coadyuvarán para garantizar la
paz, el desarrollo y prevenir conflictos derivados del no ejercicio de
los derechos o las violaciones a los
mismos.
Asimismo, permitirán saldar las
deudas históricas con los pueblos
indígenas del país, cuyos integrantes y comunidades han sido partícipes importantes y definitorios en la
construcción de la historia nacional,
no sólo porque son los que dieron
origen y sustento al país, también porque
han participado en los hechos más trascendentales de éste: en la guerra de Independencia los pueblos indígenas estuvieron
con los Insurgentes en la lucha por la libertad. Durante el siglo XIX defendieron la soberanía de nuestra entonces joven nación
de las intervenciones de países extranjeros,
como en la Batalla de Puebla. Para inicios
del siglo XX, los pueblos indígenas formaron parte fundamental de la primera revolución social y agraria del siglo: la Revolución
Mexicana, a favor de la justicia, democracia
e inclusión; éstas no hubieran sido posibles
sin la participación de los indígenas. Du-
rante nuestra historia, los pueblos indígenas han estado en la defensa de la unidad
del país, su libertad y su soberanía.
El Estado mexicano tiene hoy la voluntad
y la oportunidad histórica para transformar la
relación con los pueblos indígenas a través
de una reforma y armonización que reconozca sus derechos colectivos, para que, bajo
los principios de inclusión, no discriminación,
igualdad, democracia, puedan alcanzar su desarrollo y conservación de su cultura, lo que
sería benéfico para el país en su conjunto,
pues sólo así se logrará el objetivo de forjar
el México justo, equitativo, democrático y de
derechos por el que se trabaja diariamente.
Pese al avance en el reconocimiento de los derechos colectivos
indígenas, éstos siguen siendo violados o incumplidos como
consecuencia de las dinámicas de discriminación y exclusión, lo que
nos lleva a la necesidad de armonizar el marco legislativo y constitucional
nacional con el internacional para reconocer sus derechos colectivos,
protegerlos y garantizar su ejercicio
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
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LOS ACUERDOS
DE SAN ANDRÉS:
20 años
de indiferencia
por JAIME MARTÍNEZ VELOZ
Las causas que dieron origen al levantamiento zapatista en
1994 no se han modificado sustantivamente, a pesar de las
acciones y los esfuerzos sinceros que se han llevado a cabo durante
todo este tiempo para lograr cambios perdurables en beneficio de
los pueblos indígenas
SOBRE EL AUTOR:
Titular de la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México. Es Arquitecto por la Universidad Autónoma de Coahuila, institución en la que
ha fungido como Secretario General, director de la Facultad de Arquitectura y profesor. Es Articulista del periódico La Jornada, y autor de libros como "Chiapas: la paz inconclusa". Dentro de la función pública se ha desempeñado como Coordinador de diferentes programas sociales en los estados de Coahuila, Baja
California y Chiapas, y ha formado parte en cuatro ocasiones de la Comisión para la Concordia y la Pacificación en Chiapas, dos como diputado federal y dos
como representante del Gobierno de Chiapas en la LX y LXI Legislaturas.
10
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E
n 1994 el EZLN se levantó en armas, enarbolando las causas que
hoy documenta el CONEVAL.
Los números no mienten. Las
estadísticas no tienen signo
político, solo muestran resultados: en
los dos últimos años hay medio millón
más de indígenas pobres y un aumento
en 300,000 en el número de indígenas en
pobreza extrema.
Entre 2012 y 2014 se amplió la brecha de
pobreza y, particularmente, la de pobreza
extrema entre la población indígena y no
indígena. El porcentaje de población indígena en pobreza pasó de 72.3% a 73.2%,
esto es, 8.7 millones de personas; medio
millón más que en 2012.
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
El porcentaje de pobreza extrema pasó
de 30.6% a 31.8%, es decir, 3.8 millones
de indígenas; 300,000 más que en 2012.
La población con al menos una carencia
social pasó de 92.6% a 92.1%; y aquella
con al menos tres carencias de 56.1% a
54.8%.
El rezago educativo, el acceso a los servicios de salud, la carencia por acceso a la
seguridad social, la calidad y los espacios
en la vivienda fueron las carencias sociales que se redujeron.
En sentido opuesto, las carencias sociales que se incrementaron fueron los servicios básicos en la vivienda y el acceso a
la alimentación. Esta última con la mayor
variación al pasar de 34.4% a 38.8%, 600
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
11
Acuerdos de San Andrés: 20 años después
Los pueblos indígenas han tenido un avance muy lento
en materia económica y social, por lo que siguen
representando el sector de la población con los más
altos niveles de pobreza, las mayores carencias sociales,
el menor nivel de ingreso, la menor representación
política y quienes sufren la mayor discriminación
mil personas más que en 2012.
La población indígena con un ingreso
inferior a la línea de bienestar mínimo pasó
de 42.4% a 43.9%, y la población con un
ingreso inferior a la línea de bienestar pasó
de 74.5% a 76.1%.
A pesar de las reformas jurídicas aplicadas y los cada vez mayores recursos
destinados para su atención, los pueblos
indígenas han tenido un avance muy lento
en materia económica y social, por lo que
siguen representando el sector de la población con los más altos niveles de pobreza, mayores carencias sociales, menor nivel
de ingreso, menor representación política
y los que sufren la mayor discriminación
entre los diversos grupos.
El incremento de recursos financieros a
este sector no ha influido en la disminución
de los niveles de pobreza de la población
indígena, porque es ahí donde reside la
necesidad de entender que enfrentar este
grave problema no es solo un asunto presupuestal, sino un tema que requiere abordarse en el marco del contexto económico
y jurídico en el que se produce, que permita incorporar los derechos de los pueblos
indígenas, excluidos hasta hoy, para que
puedan ser ejercidos a cabalidad.
Ante esta realidad, las instituciones de
la República y la sociedad en su conjunto
tenemos la obligación de reflexionar sobre las
causas de este grave fenómeno y construir las
opciones para enfrentarlo.
Contexto económico
Los ajustes en la forma de conducir la
economía nacional a partir de los años 80
12
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implicaron modificar la política económica y social a partir de la aplicación de medidas que buscaban dar cumplimiento a
compromisos asumidos por México con
organismos internacionales y gobiernos
de países desarrollados, en aras de incrementar la apertura y desregulación de la
economía, y reducir drásticamente la participación del Estado como actor preponderante en la conducción de los procesos
de desarrollo nacional.
Las expectativas que en su momento se generaron con estas reformas eran las de lograr estabilidad
macroeconómica, mayores tasas de
crecimiento, e incremento de la competitividad en los sectores y ramas de
la economía que estarían vinculados a
mercados internacionales; además, estos procesos tendrían un efecto redistributivo a partir de la reducción de las
brechas salariales, tanto entre sectores
como con nuestros socios comerciales,
y de una mayor eficiencia en la aplicación del gasto, lo cual, en suma, se
traduciría en una reducción de la pobreza y de la desigualdad.
A más de tres décadas, se puede afirmar que la realidad ha sido muy distinta
a la proyectada.
En los últimos 20 años, la economía
ha tenido un comportamiento pobre
que se refleja en un promedio de crecimiento anual de 2.6% para el caso del
PIB, y de 1.3% al considerar el PIB per
cápita.
En la historia económica reciente encontramos períodos con algunos destellos en
el comportamiento económico; en el peri-
odo de 2008 a 2013, el país creció en
un 2%, nivel por encima del promedio
del conjunto de países de la OCDE,
que fue del 0.8%; sin embargo, el porcentaje del gasto público respecto del
PIB fue de apenas el 27.2%, cuando el
promedio del conjunto de países de la
OCDE fue del 42%.
Los niveles productivos se mantuvieron estables, de esta forma se
esperaría que las economías de las
familias se comportaran de la misma
manera, sin embargo no fue así. La
problemática se encuentra en el con-
trato social, en donde la distribución
de los beneficios solamente favorece
al capital y no al trabajo.
En los últimos 20 años, el salario
mínimo real tuvo un decremento del
27% y las fortunas de las nueve familias más ricas del país han crecido
casi 10 veces entre 1996 y 2014,
al pasar de un total de 13,300
millones de dólares en 1996 a
131,700 millones en 2014.
Ningún país aguanta una situación
de esta naturaleza sin pagar las consecuencias.
Las propuestas atendidas y
las que no se escucharon
Ninguna sociedad es monolítica;
sólo las dictaduras. En la democracia
se escuchan las voces de los diferentes grupos políticos y poderes fácticos organizados.
¿Cuáles eran las propuestas hace
veinte años en el debate sobre nuestra economía, y sexenio tras sexenio?
¿Qué distinciones se pueden identificar en el manejo de los instrumentos de política económica?
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
13
Acuerdos de San Andrés: 20 años después
Las carencias sociales
que se incrementaron
en los pueblos indígenas
fueron los servicios
básicos en la vivienda
y el acceso a la
alimentación, la cual pasó
de 34.4%
a 38.8%,
es decir,
600 mil personas
más que en 2012
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
Todos los grupos políticos enarbolan
medidas para alcanzar el bienestar social,
ahí no hay diferencias; el problema es el
cómo, las prioridades y los énfasis que se
aplican en cada medida para modificar el
rumbo de la economía y hacia qué sectores van dirigidos los beneficios.
Las propuestas de los grandes empresarios tenían que ver con la confianza en el
libre mercado: mientras menos participara
el Estado en la economía, más competencia de los agentes económicos, nacionales y extranjeros y, por lo tanto, mayores
niveles de empleo y bienestar.
El debate entre los académicos y los sectores más críticos al libre mercado pugnaba
por establecer mecanismos estatales para impedir la formación de monopolios y no confiaban que la libre empresa fuera la panacea
para los grandes problemas del país.
Las crisis, se argumentaba, eran producto de la rapiña, y sin la conducción estatal la distribución de los frutos del progreso sería inequitativa y se profundizaría
la brecha entre ricos y pobres.
En medio de este debate, surgieron
voces y propuestas más aterrizadas en
la problemática nacional e hicieron énfasis en las economías regionales. La más
trascendente fue la respuesta del EZLN.
Desde el mes de enero de 1994 pusieron
el dedo en la llaga y exigieron al gobierno
federal atender los reclamos y demandas
14
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históricas.
En términos económicos fueron ideas
muy simples, más que propuestas de
tipo económico, eran reclamos en donde
subyacía el señalamiento para saber por
dónde no transitar, porque los resultados
estaban a la vista, y las medidas adoptadas
en las últimas décadas no habían arrojado
resultados alentadores.
Para los grupos que enarbolaban estos
reclamos estaba claro que la medicina
inyectada al país no era la adecuada.
¿Existen alternativas a la grave
situación que viven los pueblos
indígenas?
A raíz del levantamiento Zapatista, en el
año de 1994 se inició el proceso de los
diálogos de San Andrés Larráinzar, donde
los pueblos indígenas y el gobierno federal
construyeron los Acuerdos para el reconocimiento de sus derechos. El próximo 16
de Febrero de 2016 se cumplirán 20 años
de haberse firmado.
Es el proceso de construcción de acuerdos
más amplio y horizontal que se ha producido en México en las últimas décadas.
Ahí están expresados los pensamientos
no sólo del EZLN, sino de la mayoría de
los pueblos indígenas del país. Sin embargo, la reforma constitucional aprobada en
materia indígena en el año 2001 excluyó
El reconocimiento y la protección de los derechos indígenas se
configuran a partir de los siguientes elementos:
a) Reconocimiento constitucional de la existencia de los pueblos y comunidades indígenas como
sujetos de derechos
b) Establecimiento de los derechos de los pueblos a disponer de los medios para su reproducción
y sobrevivencia
c) Derecho de los pueblos al desarrollo
d) Derecho al ejercicio de su cultura y su conservación
e) Establecimiento de las condiciones jurídicas y políticas que aseguren el ejercicio de estos
derechos
las partes sustantivas de los derechos
esenciales de los pueblos, que habían
sido acordados en San Andrés.
El no cumplimiento de estos acuerdos ha configurado escenarios de pobreza y confrontación, al no existir las
herramientas jurídicas para garantizar
sus derechos.
La apuesta de las cúpulas políticas
y económicas de reducir la compleja
problemática indígena a un asunto
solo de programas sociales ha fracasado. Los datos del CONEVAL no
mienten.
Durante los últimos años, los
movimientos indígenas nacionales han planteado de manera recurrente el reconocimiento de sus
derechos colectivos; estas exigencias buscan que los derechos sean
parte del orden normativo del país en
atención a la diversidad y particularidad de los pueblos, y representan su
plataforma étnico-nacional, sustentada en los avances internacionales en
la materia.
A través del cumplimiento de los
Acuerdos de San Andrés y de la armonización del marco legislativo y
constitucional nacional con el internacional, comprometida por el Presidente de la República en la Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas
de la ONU celebrada en septiembre
de 2014, junto a las luchas, iniciativas,
esfuerzos y empuje de los pueblos,
se podrá contar con un nuevo y mejor marco normativo que permita a
las comunidades indígenas salir del
atraso, la pobreza y la conflictividad
en que subsisten.
Estos cambios permitirán resolver
las tensiones históricas que, de no
ser atendidas por la vía institucional,
generarán más conflictos y un posible
choque cultural, que puede generar
violencia y vulnerar la gobernabilidad
del Estado nacional.
No hay lugar para regateos; las
instituciones del Estado estamos
obligadas a construir soluciones
que reviertan esta situación injusta
y desigual; .as salidas deben ser
estructurales, solo de ese modo se
logrará que los cambios sean endógenos y permanezcan en las comunidades; se trata de generar una
dinámica indígena de prosperidad
que contribuya a la construcción de
un país moderno y pluricultural.
En esta tarea, que requiere la
participación más amplia posible de todos los poderes, órganos de gobiernos y sectores
económicos, políticos y sociales,
nos corresponderá a cada quien
decidir el carácter de nuestra participación: como compañero de
viaje o como escollo avasallado.
La reforma constitucional en materia indígena aprobada en
2001 excluyó partes sustantivas de los Acuerdos de San Andrés,
lo que configuró escenarios de pobreza y confrontación, al no
existir las herramientas jurídicas para garantizar sus derechos
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
15
ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
Acuerdos
desconocidos e
INCUMPLIDOS
Hay aspectos del proceso de construcción de los
Acuerdos de San Andrés que deben ser recordados,
ya que refuerzan su alcance, su vigencia y la enorme
necesidad de su cumplimiento. En este artículo se
enumeran una serie de temas y apuntes en torno a su
construcción amplia y colectiva, y a la depreciación del
Diálogo y Negociación como vía política en México
por JUAN SANTAMARÍA
16
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1) Solemos referimos siempre a los Acuerdos de San Andrés,
no obstante, estos fueron la cúspide de un sinnúmero de difíciles
acuerdos igualmente ignorados e incumplidos, a saber:
• Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas,
emitida por el Congreso de la Unión
el 10 de marzo de 1995.
• Declaración conjunta de San
Miguel, acordada por las partes
(EZLN y Gobierno Federal) el 9 de
abril de 1995, donde se establecen
principios,y se hace un diseño general de la negociación (Protocolo
de Bases), asentando, entre otros
aspectos, por ejemplo: “1. Buena fe
en todo trato, intercambio, contacto, acción, entendimiento, acuerdo
o compromiso entre las partes”.
• Medidas mínimas de seguridad
para los Encuentros del Diálogo entre el
EZLN y el Gobierno Federal, acordadas
por las partes el 15 de mayo de 1995.
• Agenda, formato y reglas de procedimiento del protocolo de bases
para el diálogo y la negociación de un
Acuerdo de Concordia y Pacificación
con justicia y dignidad entre el gobierno federal y el EZLN, acordado
por las partes el 11 de septiembre de
1995. En él se establece, entre otros,
la Agenda General:
“a) Distensión integral, que comprende las medidas de distensión
que erradiquen las posibilidades
de que se reanuden las hostilidades
y que conduzcan a un Acuerdo de
Concordia y Pacificación con Justicia
y Dignidad.
b) Temas políticos, sociales, culturales
y económicos, que comprenderán:
1. Derechos y cultura indígena
2. Bienestar y desarrollo
3. Democracia y justicia
4. Derechos de la Mujer en Chiapas
c) Conciliación entre los distintos sectores de la sociedad chiapaneca.
d) Participación política y social del
EZLN, conforme al artículo 2 de la
Ley para el Diálogo, la Conciliación y
la paz Digna en Chiapas”
Es necesario anotar que el Diálogo y
la Negociación sólo desarrolló el tema
1, “Derechos y Cultura Indígena”,
de la Agenda General. Lo acordado
ahí, es lo que se conoce como Acuerdos de San Andrés. La mesa sobre el
tema “Democracia y Justicia” se inició
después del tema 1, pero quedó inconclusa dada la crisis de esa etapa,
fruto del desconocimiento de lo firmado, por parte del gobierno federal.
• Resolutivo acordado por las delegaciones del gobierno federal y el EZLN
sobre desagregación del tema, número
de invitados, sede y tiempos de la mesa
y grupos de trabajo de derechos y cultura indígena, acordado por las partes el
3 de octubre de 1995.
• Acuerdos de San Andrés, que es
como se conocen los acuerdos de la
Segunda Plenaria Resolutiva de la Mesa
I, “Derechos y Cultura Indígena”, firmados el 16 de febrero de 1996, y que constan de cuatro documentos finales.
• Resolutivo sobre la mesa II
correspondiente al tema de democracia y justicia, adoptado por
las delegaciones del EZLN y del
gobierno federal en la plenaria
celebrada el 16 de febrero de 1996
• Resolutivo acordado por las delegaciones del gobierno federal y del EZLN
sobre desagregación del tema, grupos
de trabajo y plenarias sobre democracia
y justicia, acordado por las partes el 11
de marzo de 1996.
• Medidas mínimas de seguridad
para los encuentros del Diálogo y Negociación entre el gobierno federal y
el EZLN, así como para la las mesas y
grupos de trabajo, acordado por las
partes el 2 de octubre de 1995.
• Reglamento para el funcionamiento de las mesas, grupos de trabajo y plenarias de los temas democracia y justicia
y bienestar y desarrollo, acordado por
las partes el 11 de marzo de 1996.
• Reglamento para el funcionamiento de las mesas y grupos de trabajo, acordado por las partes el 3 de
octubre de 1995.
• Por último, se acordó, el 11 de julio
de 1996, la instalación, composición y
reglamentación de la Comisión de seguimiento y verificación.
Un análisis detallado de todos y cada uno de los anteriores acuerdos (debidamente firmados)
revela que el desconocimiento y posterior incumplimiento de lo firmado en la mesa I -por parte
del gobierno federal- significó el bloqueo e inicio de la deconstrucción de uno de los procesos
de diálogo y negociación más relevante y participativo de la historia reciente; y un análisis de los
hechos debe recordar que el 9 de febrero de 1995 (previo a que se emitiera la Ley para el Diálogo,
la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas), y en medio de intentos diversos para reanudar la negociación iniciada con los Diálogos de la Catedral, ocurre la ofensiva del Ejército y el encarcelamiento
de dirigentes y no dirigentes vinculados al EZLN. Ello creó toda una base de desconfianza para la
etapa siguiente.
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
17
ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
2) Lo negociado y acordado en Chiapas entre 1994 y 1996 fue una
obra colectiva, y supuso el concurso de una diversidad de actores
sociales y políticos provenientes de todo el país
Del 3 al 8 de enero de 1996 se realiza el “Foro Especial Indígena” convocado
por el EZLN y respaldado por el Congreso Federal. Tal Foro será la base
de lo posteriormente firmado. Se organiza en seis mesas de trabajo,
con una participación total de 236 representantes y líderes indígenas
hablantes de 25 lenguas y provenientes de 16 estados del país, además
de 198 representantes de diversas organizaciones sociales del país.
La participación general en todo el proceso de Diálogo y Negociación
es relevante: equipos de asesores de ambas partes, invitados, observadores, mediadores, coadyuvantes (como la Comisión de Concordia y
Pacificación y el Comité Internacional de la Cruz Roja), entre otros.
El desconocimiento e incumplimiento de lo negociado y acordado es también un incumplimiento a todos esos actores sociales y políticos distintos al
zapatismo, en especial, al conjunto de pueblos originarios representados en
las mesas y foros de San Andrés, pues, recordemos también: los acuerdos de
la mesa I (“Los Acuerdos de San Andrés”) son de alcance y aplicación nacional.
Es indispensable que el Estado mexicano asuma su
responsabilidad frente a lo firmado en el proceso de
Diálogo y Negociación de 1994, 1995 y 1996
18
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Foto: cortesía de la CDPIM
3) El zapatismo, después de muchos intentos para que los acuerdos fueran
cumplidos, decide hacia el año 2000, implementar, ahondar y construir
-paralelamente- su derecho a la libre determinación y autonomía
Inicia -o continúa- todo un proceso de construcción de estructuras organizativas,
de gobierno autónomo y de trabajo, que hoy son novedad y aporte en el ámbito
indígena nacional y latinoamericano.
Un panorama inequívoco de tal proceso se expresa en el documento titulado:
“Palabras del EZLN en el 22 aniversario del inicio de la guerra contra el olvido”,
hecho público el 1 de enero de 2016.
4) El Diálogo y la Negociación, cuyo primer intento fueron
“Los Diálogos de la Catedral” (febrero de 1994), surgen como
alternativa viable al camino de las armas; como alternativa
política a la violencia; como alternativa a esas causas
reconocidamente justas
Así lo ofreció el Estado Mexicano, así lo demandó la llamada Sociedad Civil y así lo asumió, con la
desconfianza necesaria, el zapatismo. Su fracaso, al desconocerse e incumplirse todo lo acordado,
significó y significa el fracaso de la vía del diálogo y la negociación y la consecuente incredulidad en
la palabra del Estado.
Tal incredulidad ha estado presente y ha jugado un papel determinante en el devenir de la vida
política nacional.
El Estado Mexicano dialogó, negoció y acordó, con un actor serio, que ofrecía garantías de
cumplimiento. No con un actor acéfalo e improvisado sin capacidad de control de sus acciones y sus
miembros. Negoció con un actor estructurado, con posiciones y propuestas claras y concretas frente
a los problemas nacionales.
Haber valorado esto por parte del Estado mexicano; haberlo tomado en serio, negociando con
verdad y responsabilidad pudo haber significado una contribución ejemplar a la vida política del país.
No obstante, es indispensable que el Estado mexicano asuma su responsabilidad y actuación en
el proceso de Diálogo y Negociación de 1994, 1995 y 1996: su responsabilidad frente a lo firmado.
Hasta hoy, el Estado ha hecho caso omiso, e incluso, en su interior, se ignora ya lo ocurrido en
Chiapas en esos años. Cumplir lo acordado es responsabilidad del Estado mexicano y de todos los
actores participantes en este proceso vivo.
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
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Presupuesto
para el
DESARROLLO
INTEGRAL
por ISRAEL MARTÍNEZ
Desde las instituciones del Estado se ha reconocido una
deuda histórica con los pueblos y comunidades indígenas de
México, lo que ha originado la aprobación y puesta en marcha
de reformas jurídicas e institucionales, así como el incremento en
el número de políticas públicas específicas y de recursos públicos
asignados para contribuir a su desarrollo integral
SOBRE EL AUTOR:
Maestro en Economía por la Universidad de las Américas Puebla, (UDLAP) Con una amplia experiencia en el tema de Política de Desarrollo Social y de
Combate a la Pobreza. A lo largo de su actividad profesional ha ocupado diferentes cargos en el gobierno federal, estatal y como Consultor en temas de
Diseño, Implementación y Evaluación de Política Pública.
20
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L
a Reforma Constitucional de
2001 representó un avance en el
reconocimiento de los derechos
indígenas, estableció las bases
para una política indigenista con
un enfoque transversal que mandata la
participación de los pueblos y comunidades, obligando al Estado a establecer
un marco institucional que se encargue
de promover su desarrollo integral y a los
congresos federal y estatales para que incluyan en sus presupuestos de egresos las
partidas y programas correspondientes.
No obstante, a pesar de la mayor atención y del incremento de los recursos
destinados a promover su desarrollo, los
pueblos indígenas de México siguen representando el sector de la población con los
mayores rezagos sociales, la mayor pobreza
y marginación en el país.
Presupuesto indígena
En el ámbito federal, desde 2002 se incluye
en el Presupuesto de Egresos de la Federación un capítulo específico de las Erogaciones para el Desarrollo Integral de los
Pueblos y Comunidades Indígenas (EDIPCI),
el cual hasta 2007 incluía sólo el monto total
y a partir de 2008 se desagrega en ramos
administrativos y designaciones, lo que
implica una mayor transparencia en la asignación del presupuesto y en las responsabilidades de las entidades y dependencias
que tienen a su cargo los programas.
Integración del presupuesto
Las EDIPCI se componen por la suma de
recursos de programas presupuestarios
de distintas dependencias y entidades de
MÁS RECURSOS
En el periodo comprendido entre 2002 y 2016 el presupuesto indígena pasó de 15,108
a 85,260 millones de pesos, lo que representa un incremento de más de cinco veces en
términos nominales y más de tres veces en términos reales
85,260
Erogaciones para el Desarrollo Integral
de los Pueblos y
Comunidades Indígenas, 2002-2016
(millones de pesos)
26,431
15,108
2002
2003
2004 2005
2006
2007
2008
Nominal
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
Real
* A precios de diciembre de 2015 Fuente: Presupuesto de Egresos de la Federación de 2002 a 2016
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
21
Acuerdos de San Andrés: 20 años después
La política indigenista privilegia la atención de las
carencias sociales y tiene poca participación en sectores
asociados con el bienestar económico y la generación
de ingresos:
65.9%
del presupuesto indígena se destinó a programas
de infraestructura y bienestar social, y sólo 9%
se ha destinado a la promoción de la economía y
el empleo
la Administración Pública Federal (APF), representando en cada caso una proporción del presupuesto total. En 2016 se incluyen 14 ramos
administrativos que comparten la responsabilidad de la ejecución de estos recursos, lo cual
demanda una eficaz rectoría y orientación estratégica, así como la existencia de lineamientos y
especificaciones para el gasto que garanticen la
mayor eficiencia posible.
Distribución por ramo
administrativo
La revisión de la evolución del presupuesto permite advertir el peso relativo que tienen las entidades responsables del gasto en 2016, resaltando
que Desarrollo Social concentra más de una tercera parte (33.6%) del presupuesto indígena total, mientras la CDI, entidad no sectorizada, tiene
14% y las Aportaciones Federales para Entidades
y Municipios el 11.9%, lo que representa más de
10,160 millones de pesos a los que resulta complicado dar seguimiento y evaluar sus resultados,
dado que la responsabilidad de la ejecución recae directamente en los gobiernos estatales y
municipales.
Las entidades que operan programas y acciones que promueven el desarrollo económico
y la generación de ingresos o el desarrollo rural
tienen una participación limitada, por ejemplo,
SAGARPA concentra sólo el 4.8% del presupuesto, SEDATU el 2.6% y Economía el 0.03%.
Distribución por vertiente
del gasto
Para profundizar el análisis del presupuesto in-
22
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dígena, se clasificaron las designaciones de los
ramos administrativos en vertientes del gasto de
acuerdo con su finalidad y objetivos, siendo éstos: bienestar social; infraestructura; desarrollo
económico; salud; gestión; educación; alimentación vivienda; ambiental; cultura y justiciaderechos humanos. Se encontró que la mayor
parte del presupuesto durante 2008-2016 se destinó a infraestructura (201,000 millones de pesos)
y bienestar social (184,000 millones de pesos).
Los programas de ambas vertientes han concentrado el 65.9% (34.4 y 31.5, respectivamente) de
los recursos etiquetados. Por el contrario sólo se
ha destinado el 9% a promoción de la economía
y empleo.
Distribución por programas
presupuestarios (Denominaciones)
Al analizar la distribución del presupuesto
indígena por programas presupuestarios se
identifica que en 2016 los que concentran
más recursos son: Programa de Inclusión Social, PROSPERA, incluyendo las dimensiones
de bienestar social, educación y salud (25,867
millones); Programa 70 y más (12,991 millones
de pesos); FAIS Municipal (8,203 millones) y el
Programa de Infraestructura Indígena (7,591
millones). Entre los cuatro programas concentran el 64.1% del total del presupuesto indígena.
El alto porcentaje de recursos que otorgan
transferencias parece reflejar que la política
indigenista privilegia la atención de las carencias sociales y tiene poca participación en
sectores asociados con el bienestar económico y la generación de ingresos.
Seguimiento y evaluación
En términos del seguimiento del
presupuesto indígena, únicamente se aplican los mecanismos
que determina la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para los
presupuestos transversales, siendo éstos los informes periódicos
en los que se presenta el avance
en el ejercicio del presupuesto y
el grado de cumplimiento de las
metas físicas; sin embargo, no se
capta información que permita
dar seguimiento a la orientación
estratégica de este gasto, como
podría ser el cumplimiento de
metas de gestión o resultados,
cobertura, coordinación, acciones afirmativas, por mencionar algunas. Adicionalmente,
aunque se ha avanzado en la
evaluación de programas indígenas, no existe evidencia de
la realización de evaluaciones al
presupuesto transversal bajo un
enfoque integral.
ÁREAS DE OPORTUNIDAD
El análisis del presupuesto indígena permite identificar áreas de oportunidad
para incorporar mejoras en la gestión de los programas presupuestarios y
en la manera en que se ejerce el gasto. Como sugerencias puntuales se
presentan las siguientes:
• Modificar la composición del presupuesto indígena para ampliar el monto destinado a
la promoción del desarrollo económico, en particular a aquellos programas que promuevan
las actividades productivas y la generación de ingresos
• Reasignar el presupuesto para incrementar los recursos correspondientes a programas
de educación, salud, alimentación y nutrición dirigidos a la población indígena
• Articular la política federal de promoción del desarrollo de los pueblos y comunidades
indígenas con la de las entidades federativas y municipios. Ello incluye la complementariedad
de los recursos destinados a los programas sociales
• Emitir lineamientos generales para el diseño, operación, seguimiento, control y evaluación
de este presupuesto
• Monitorear permanentemente la evolución de las prioridades de la política de promoción
del desarrollo integral de los pueblos y comunidades indígenas, analizar el cumplimiento
de compromisos institucionales, logro de metas y consecución de objetivos para orientar
la retroalimentación programática
• Establecer procedimientos específicos para verificar que los recursos etiquetados se
destinen exclusivamente a la atención de población indígena
• Coordinarse con los gobiernos de las entidades y los municipios para aplicar mecanismos
de seguimiento y control al presupuesto indígena que se les transfiere
• Transparentar la información de los programas con presupuesto transversal, sus reglas
de operación, recursos y cobertura
• Presentar informes periódicos del cumplimiento de metas y objetivos operativos,
presupuestales y estratégicos de la política de promoción del desarrollo integral de los
pueblos y comunidades indígenas.
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
23
Foto: Dan1215vega
SOBRE LA AUTORA:
Licenciada en Economía por la Universidad Panamericana; en Lenguas Modernas por la Universidad de Essex, Inglaterra, y en Asesoría de la Salud por el
Institute of Integrative Nutrition en Nueva York. Cuenta con estudios en Políticas Sociales y Estrategias de Participación Ciudadana, así como en Estrategia
Corporativa y Gobierno Corporativo. Es Activista y defensora los derechos humanos e indígenas.
24
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RIQUEZA
concedida
por MARGARITA RODRÍGUEZ
México, rico en recursos y cultura, con un patrimonio único y un
potencial enorme, cede por debajo de la mesa la propia tierra, sin
considerar a quienes más necesitan, y que significan la riqueza
más grande del país: los pueblos indígenas
L
a evolución de la minería se caracteriza por episodios de auge y
depresión, con una inversión extranjera que data desde la etapa
de las nacionalizaciones cardenistas a la fecha, como resultado de una serie de reformas puestas en marcha en el
país en sus diferentes etapas, teniendo
un fuerte repunte a raíz de la apertura del
modelo económico neoliberal en 1982
que permitió la entrada de capital extranjero a México, al ser un país con una vasta
riqueza en minerales y metales.
La minería es una de las principales actividades productivas, y México es uno de
los primeros países en el mundo en cuanto a minerales, cuya exploración y explo-
tación representaron el 4.6% del PIB
nacional al primer trimestre de 2015.
El atractivo que tiene el país para la
inversión minera extranjera se deriva
de los múltiples apoyos que existen,
así como de los tratados internacionales, en especial el poco gravamen a la
actividad minera, sin tomar en cuenta
la etapa en la que se encuentre. México posee facilidades para la constitución de empresas provenientes del
extranjero al tener acceso a un mercado potencial de más de 1,000 millones
de consumidores y 63% del PIB mundial, ya que cuenta con 28 Acuerdos
para la Promoción y Protección Recíproca
de las Inversiones (APPRI) y acuerdos
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
25
Acuerdos de San Andrés: 20 años después
El sector minero en México extrajo 173 veces más
de lo que pagó de impuestos por explotación de 2008 a
2013. La ASF reveló que de 2007 a 2012 el valor de la
producción minera ascendió a 693,066.9 millones pesos, de
los cuales 15,231.43 millones ingresaron a las arcas
nacionales por el concepto de pago de derechos sobre
minería. Este monto representa solo el 2.2%
del valor total de la producción minera
para evitar la doble tributación con
más de 40 países. Dada a su ubicación
geográfica, tiene acceso a los océanos
Atlántico y Pacífico, y es intermediario
en los mercados de Norteamérica y Sudamérica, donde el crecimiento se está
potencializando.
De acuerdo con datos de la Camimex,
en 2010 la participación extranjera en la
minería era de 70%, dejando solamente
30% de participación nacional. De esta
cifra, Canadá participa con el 74%, USA
con el 15% y China con el 8.3%. Tan sólo
como ejemplo, de las 10 minas de oro
más grandes en México, siete están
concesionadas a empresas de origen
canadiense: Goldcorp, Agnico Eagle,
Alamos Gold, New Gold, Yamana Gold y
Torex Gold Resources, con la mayor producción de oro en la mina Peñasquito,
con 411,000 onzas de producción.
Respecto al capital mexicano, alrededor
del 30% del mercado minero se encuentra distribuido entre 10 empresas nacionales, de las cuales destacan:
• Grupo Frisco (Familia Slim):
Principales minas: Minera María; Real
de Ángeles Asientos; Real Ángeles Coronel; Real Ángeles San Felipe; San
Francisco del Oro; y Tayahua.
El Grupo cuenta con un total de 455
26
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títulos, los cuales fueron cedidos durante los sexenios presidenciales panistas
de Fox y Calderón, que equivalen a casi
el 70% del total, con una equivalencia
en hectáreas de 1,066,599.63 correspondientes al 87.15% del total.
• Grupo México (Familia Larrea):
Principales minas: Mina Cananea; Copper México; National Minerals.
o El Grupo cuenta con 411 títulos, los cuales fueron cedidos durante
los sexenios presidenciales panistas de
Fox y Calderón, que equivalen al 62.17%
del total, con una equivalencia en hectáreas de 414,740.15 correspondientes
al 82.28% del total.
• Grupo Peñoles (Familia Bailleres):
Principales minas: Mina Francisco I.
Madero; Mina Bismark; Mina Milpillas;
Mina Sabinas; Mina Tizapa; y Mina Naica.
De los tres grupos mexicanos más
importantes, Grupo Peñoles ha sido el
más beneficiado de la bonanza panista
ya que, del total de títulos, 1,161 fueron
cedidos durante los sexenios de Fox y
Calderón, que equivalen a casi el 85%
del total, con una equivalencia en hectáreas de 2,150,639.43 correspondientes al 95.11% del total.
Comportamiento de las Concesiones
Este comportamiento es consistente con el desarrollo general que
ha tenido el país durante los últimos 20 años respecto a la concesión de la tierra, el cual es facultad
del gobierno federal, lo que limita
la participación de los gobiernos
estatales y municipales como promotores y defensores de los intereses de sus habitantes.
Las concesiones mineras en
México las otorga la Secretaría de
Economía y pueden durar hasta 50
años, con la posibilidad de renovarse
otros 50 años y no hay límite en el
número de concesiones otorgadas.
La Ley Minera establece que las
concesiones se otorgarán al primer
solicitante, no al que presente el
proyecto con las mejores condiciones técnicas y económicas para el
desarrollo.
Las empresas extranjeras se pueden
constituir con 100% de capital extranjero, teniendo como ventaja que
el gobierno no cobra derechos sobre productos minerales, además
se pueden transferir a ciudadanos o
empresas mexicanas.
Impuestos a la Minería
Los impuestos y tratados en el sector minero juegan un papel muy importante, puesto que son los destinatarios para resarcir los problemas
sociales y ambientales que causa la
minería en una comunidad. Si bien
para la mayoría de los países mineros esta es la lógica que opera, en
México fue apenas en el año 2014
que se consideró aplicar un impuesto a la minería mismo que todavía
no empieza a madurar.
Tal es el caso de las mineras canadienses en México, cuyo único impuesto a pagar es el ISR, el cual es
acreditable gracias al Convenio de
Eliminación de Doble Tributación
que tienen ambos países, firmado
desde 1991 y reformado en 2006
durante la administración de Felipe
Calderón, y las retenciones tienen
una tasa preferencial.
La Reforma Hacendaria que se
planteó en 2014 establece la necesidad de reconsiderar los impuestos
sobre la minería al introducir una tasa
de 7.5% sobre los ingresos netos, teniendo en cuenta que los minerales
y sustancias del subsuelo son bienes
no renovables de la naturaleza. De
igual manera, se presentó la reforma
a la Ley Federal de Derechos, la cual
entró en vigor el 1 de enero de 2014,
en la que se fija una base real y conveniente para el cálculo del pago de
derechos por parte de las empresas
mineras al establecerse sobre la utilidad neta derivada exclusivamente
de dicha actividad.
Sin embargo, el sector público ha
tenido una baja captación de recursos fiscales a consecuencia de las
altas tasas de informalidad, la débil
ALTA VOCACIÓN MINERA
El valor total de la producción ascendió a 263,687,249,345
tan sólo en 2013. Los cinco estados con mayor producción fueron:
ESTADOS/AÑOS
2009
2010
2011
2012
2013 P/
291,148,862,94
TOTAL DEL PERIODO
TOTAL ANUAL:
263,687,249,345
1,138,498,821,288
SONORA
133,860,431,499
24,395,709,924
187,511,873,971
37,366,247,969
65,744,733,572 72,461,989,648
66,618,953,015
266,587,634,128
ZACATECAS
21,245,872,217
37,022,350,692
59,315,353,310 63,614,289,936
47,098,802,489
228,296,668,644
CHIHUAHUA
16,982,913,633
23,444,691,793
28,252,797,773 35,566,262,470
29,763,792,988
134,010,458,657
17,208,064,394 20,209,269,630
22,302,267,166
59,719,601,190
15,077,553,749
12,622,388,784
DURANGO
SLP
10,779,307,946
12,441,696,676
COAHUILA
11,062,922,162
13,086,476,235
262,290,403,532
15,369,819,070 50,920,947,155
39,519,217,467
TOTAL ANUAL
5 ESTADOS:
84,466,725,882
123,361,463,365
185,890,768,119 206,929,365,433
178,406,204,442
779,054,527,241
APORTACIÓN %
CINCO ESTADOS
EN RELACIÓN
CON EL NACIONAL:
63%
66%
71%
71%
68%
68%
Producción Minera Total Por Entidades Federativas, 2009-2013
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
27
Acuerdos de San Andrés: 20 años después
SE PRODUCE MÁS ORO
Entre los años 1994 y 2015 se produjeron 1,089 toneladas de oro, cuando en tres siglos de Colonia sólo se produjeron
182 toneladas; es decir, en 21 años se produjo casi seis veces el oro que se produjo en más de tres siglos de la Colonia
Oro
Plata
Plomo
Cobre
Zinc
1521-1820
Virreinato
182,065.00
53,496,000.00
ND
ND
ND
ND
ND
ND
1821-1876
Post Independencia
84,292.00
22,708,960.00
1877-1911
Porfiriato
531,253.20 48,305,757.60
1,663,222,400.00
633,538,000.00 77,312,600.00
1912-1993
Gob. Revolución
350,866.60
60,927,815.80
5,432,288,200.00
4,407,526,000.00
7,016,441,800.00
Últimos 21 años
1,089,024.90
74,784,056.50
3,626,472,000.00
7,833,204,000.00
10,176,102,500.00
Total kilogramos
2,237,501.70
260,222,589.90
10,721,982,600.00
12,874,268,000.00
17,269,856,900.00
260,222.59
10,721,982.60
12,874,268.00
1994-2015*
Total toneladas
2,237.50
17,269,856.90
*Las cifras representan el total nacional en kilogramos
*Para el último trimestre del año se utilizaron valor estimados al cierre de la producción de metal, ceteris paribus.
capacidad que ha tenido el Estado para
combatir a la elusión y evasión fiscal y,
principalmente, la existencia de privilegios y esquemas de exención fiscal que
benefician a los grandes contribuyentes y
que incluyen los ingresos fiscales que se
dejan de percibir debido a los 40 convenios y tratados de doble tributación que
tiene México firmado con igual cantidad
de países de 2000 a 2014.
La Auditoría Superior de la Federación
publicó en marzo de 2015 los datos sobre
la cuenta pública 2013, donde especifica
que México dejó de recaudar 1.1 billones
de pesos debido a los regímenes especiales que permiten a los contribuyentes no
pagar el total de sus obligaciones fiscales.
El sector minero en México extrajo 173 veces más de lo que paga de impuestos por
explotación en el periodo comprendido
28
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entre 2008 y 2013.
Finalmente, es importante resaltar que la
explotación minera en territorio nacional se
hace indistintamente en tierras rurales e indígenas, siendo en éstas últimas donde ha
sido catalizadora de la tensión social entre
las comunidades, empresas y gobierno de
distintos órdenes.
La explotación minera en territorio indígena es la génesis de múltiples conflictos
sociales, que, en algunos casos, han derivado en enfrentamientos armados, desplazamientos forzados de comunidades
y aumento de la violencia, acelerando la
descomposición del tejido social. Esta explotación se ha realizado generalmente a
cielo abierto y de manera masiva, lo que
conlleva a que se trabaje en una mayor cantidad de tierras, no sólo para su exploración
y extracción, sino también para el acondic-
ionamiento y funcionamiento de la industria (caminos, tiraderos, remoción
de tierra), además de que predomina
en estos territorios la minería que utiliza grandes cantidades de cianuro
para el proceso de lixiviación, que
contamina extensiones y volúmenes
mayores de tierra y agua.
Asimismo, se ha realizado sin respetar los derechos de los pueblos indígenas sobre su territorio: a su propiedad,
al uso y goce de sus recursos y a la
Consulta, consagrados en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos y en los Convenios y Tratados internacionales en la materia.
Es importante destacar que el
derecho a la Consulta es una herramienta fundamental que tienen los
pueblos originarios para la defensa
de sus tierras, territorios y recursos
naturales, frente a los proyectos extractivos, de construcción de vías,
presas y declaratorias de áreas de
reservas. Ante el crecimiento de estos
proyectos, el reclamo de los pueblos
indígenas para el reconocimiento de
sus derechos a la Consulta y al consentimiento previo, libre e informado
y a la participación, se ha vuelto más
insistente debido a que los proyectos
inciden directamente en la vida comunitaria y en su cultura.
En México muchas han sido las
consecuencias y repercusiones de un
modelo mal entendido, poco madurado y con falta de controles que ha
favorecido el deterioro ambiental y
del tejido social con pocos ingresos
recaudados de la actividad. Es válido aclarar que una cosa es el crecimiento de un sector derivado de los
movimientos de capitales y otra muy
diferente es el crecimiento de un país
gracias a la mejora de sus indicadores
clave como lo son los salarios.
Si bien el auge de los consorcios
minero-metalúrgicos en estos últimos
veinte años en nuestro país estuvo
favorecido por el alza de los precios
de los metales, también lo fue por la
complacencia estatal ante la exploración y explotación de los pozos sin
atender reclamos laborales y sociales
de las comunidades mineras. Incluso
las concesiones se otorgan sin la exigencia de pagos fiscales y con ínfimas
regalías a los originales dueños de las
tierras y aguas, y lo único que realmente ha crecido ha sido el grado de
conflictividad en las zonas indígenas y
campesinas.
Esta riqueza concedida a los consorcios mineros privados se acompaña de exenciones fiscales; autoridades
serviciales; leyes laxas e incumplidas;
complicidades de funcionarios públicos; daño ecológico; persecución
sindical; asesinato o aprehensión de
dirigentes; florecimiento del crimen
organizado; outsourcing; inseguridad
e insalubridad para los trabajadores; y
una enorme explotación de la mano de
obra, entre otras características, como
en los mejores tiempos de la Colonia.
Foto: Cortesía de Excélsior
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
29
ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
El cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés es
un imperativo legal para el Estado mexicano, y el único
camino para que haya paz, justicia y democracia en el país,
como lo demandan los zapatistas, los pueblos
indígenas y la sociedad mexicana. Sólo
así podremos reconciliarnos con nuestras raíces
y nuestra dolorosa historia.
por ADELFO REGINO
Foto: cortesía de la CDPIM
SOBRE EL AUTOR:
Secretario de Asuntos Indígenas del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Oaxaca. Pertenece al Pueblo Ayuuk-Mixe, nacido en la comunidad de Santa
María Alotepec, Oaxaca. Es activista, formador y escritor sobre los derechos de los pueblos indígenas. Es abogado egresado de la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. Entre otros cargos, fue Asesor del EZLN en el marco de los Diálogos de San
Andrés sobre los Derechos y Cultura Indígenas; impulsó la iniciativa de reformas constitucionales sobre derechos de los pueblos indígenas elaborada formalmente por la COCOPA en 1996; y participó en el proceso de creación e implementación del Mecanismo de Expertos sobre los derechos de los pueblos
indígenas del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
30
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El CAMINO
a la paz,
la justicia y
la democracia
“
Razón y corazón indígena en
el nacimiento del milenio”
fue el significado dual que
Ricardo Robles Oyarzun, en
aquellos tiempos asesor de la
Delegación Zapatista, dio a los Acuerdos
de San Andrés sobre Derechos y Culturas
Indígenas, suscritos por el Gobierno Federal y el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN), el 16 de febrero de 1996,
en el marco del proceso de diálogo y negociación establecido por mandato de la
Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz
Digna en Chiapas.
En los albores del nuevo milenio y a 20
años de este histórico acontecimiento, que
en la cuenta de los soles y las lunas del calendario indígena significa el cumplimiento
de un ciclo de vida, los Acuerdos de San
Andrés adquieren una relevancia especial en
virtud de que, a semejanza de un árbol, han
echado raíces en la vida de nuestros pueblos
y han tenido implicaciones positivas en los
procesos de reconocimiento de los derechos
indígenas en el contexto global.
Tal como lo describe Ricardo Robles, al
momento de la firma de los Acuerdos, que
la Delegación Zapatista realizó en un acto
privado, “(…) parecía entonces que, pese
a todo, se iban dando pasos hacia una
paz con justicia y dignidad. Se creyó que
el gobierno mexicano cumpliría su palabra
firmada, aunque tratara luego de achicarla
con candados legales o administrativos.
Los zapatistas, al firmar, no se engañaron.
Veían venir, con toda claridad, lo que sucedería. Desde la historia, desde la vida,
descifraban ya los signos de tormenta (…)”.
En el año 2001 esta profecía se cumplió.
Pese a que los Acuerdos de San Andrés
representaban el máximo consenso alcanzado en relación con los derechos de
los pueblos indígenas en el contexto nacional, muchos de sus importantes postulados
no fueron reconocidos en la Constitución
Federal, tal como lo establecían las reglas
de procedimiento del proceso de diálogo
y negociación, así como la Propuesta de
Reforma Constitucional de la Comisión
de Concordia y Pacificación (COCOPA),
misma que fue elaborada por mandato de
las partes.
Aunque en aquel entonces el titular del
Poder Ejecutivo Federal, en ocasión de
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
31
ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
la alternancia en el ámbito federal
y después de una gran movilización
indígena, envió la iniciativa de reforma constitucional al Congreso de
la Unión en los términos propuestos por la COCOPA, los senadores
y diputados soslayaron y omitieron
cuestiones de fondo y forma que hoy
es necesario recordar.
En cuanto a las cuestiones sustantivas, uno de los aspectos altamente
críticos de esta reforma fue lo relativo
al derecho a la libre determinación
y la autonomía, pues, aunque fue
reconocido en término genéricos
en el Artículo 2º de la Constitución
Federal, no se establecieron los principios y mecanismos para su implementación concreta. En particular,
se eliminó el derecho de los pueblos
indígenas de ejercer su autonomía en
los ámbitos y niveles que libremente
decidan, pudiendo abarcar uno o
más pueblos, dependiendo de las
circunstancias particulares y específicas de cada entidad federativa.
Asimismo, se omitió el reconocimiento de las comunidades indígenas como entidades de derecho
público y la capacidad de asociación
de las comunidades y los municipios
indígenas para coordinar sus acciones en tanto pueblos. Como cereza
en el pastel, el legislador dio la cat-
egoría de entidades de interés público a las comunidades indígenas,
como si fueran objetos y no sujetos,
delegando a las entidades federativas
la regulación específica en la materia.
En cuanto a los derechos a la tierra,
el territorio y los recursos naturales, la
reforma se limitó a establecer el acceso al uso y disfrute preferente de los
recursos naturales de los lugares que
habitan y ocupan las comunidades,
estableciendo restricciones excesivas
en menoscabo de los derechos territoriales establecidos en el Convenio
169 de la OIT.
En lo que concierne a las cuestiones de forma, el procedimiento seguido para la aprobación de la reforma
constitucional aludida tuvo fallas de
consideración. En este sentido, un
aspecto relevante es que al realizarse
modificaciones sustantivas a la iniciativa de la COCOPA debió haberse
realizado un proceso de consulta en
los términos estatuidos en el artículo 6
del Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) que
establece “(...) los gobiernos deberán
(…) consultar a los pueblos interesados, mediante procedimientos apropiados y en particular a través de sus
instancias representativas, cada vez
que se prevean medidas legislativas o
administrativas susceptibles de afec-
tarles directamente”.
Al existir una afectación directa
a los derechos de los pueblos indígenas, sobre todo al desconocerse
el contenido explícito de los Acuerdos de San Andrés y las normas del
derecho internacional en la materia,
el Constituyente Permanente cometió una clara omisión y sus actos
fueron contrarios a la ley. Éste fue uno
de los alegatos que los municipios indígenas del país realizaron ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN) a través de las controversias
constitucionales que oportunamente
presentaron para expresar su inconformidad con la reforma aludida.
Aunque en aquel momento dichas
controversias constitucionales fueron
sobreseídas, más por razones de
carácter político que por cuestiones
jurídicas, hoy día la SCJN, al resolver
las acciones de inconstitucionalidad
83/2015 y acumulados 86/2015 y
91/2015, así como la controversia
constitucional 32/2012, ha cambiado
su criterio y ha expresado que cualquier legislación susceptible de afectar los derechos de los pueblos indígenas debería considerar la participación
de dichos pueblos antes de que se expida y entre en vigor, cuestión que evidentemente no ocurrió en el caso de la
reforma constitucional que nos ocupa.
La insuficiencia de la reforma constitucional demostró una vez
más la falta de voluntad política del Estado mexicano para
reconocer los derechos indígenas, y su incapacidad estructural
para modificar las normas jurídicas que regulan su organización
jurídica y política, así como la convivencia entre los mexicanos,
a fin de dar cabida a la diversidad indígena
32
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La amplia presencia y representación de los pueblos indígenas de todo el país, que ostentaban
el carácter de invitados o asesores, le dio una amplia legitimidad a los Diálogos de San Andrés,
y permitió que los contenidos tuvieran una amplitud, integralidad y profundidad en la temática
Foto: cortesía de la CDPIM
La insuficiencia de la reforma constitucional demostró una vez más la falta
de voluntad política del Estado mexicano para reconocer los derechos indígenas, y su incapacidad estructural
para modificar las normas jurídicas
que regulan su organización jurídica y
política, así como la convivencia entre
los mexicanos, a fin de dar cabida a la
diversidad indígena.
Todo ello trajo consigo un severo
cuestionamiento del EZLN, de los
pueblos indígenas del país y de amplios sectores de la sociedad nacional e internacional, acrecentando su
histórica y natural desconfianza hacia
las instituciones del Estado mexicano.
Como lo hemos señalado con antelación, esta inconformidad se materializó con la impugnación jurídica
que alrededor de 300 municipios indígenas interpusieron ante la SCJN, la
que, aunque no tuvo el efecto jurídico
deseado, dio pie para hacer la denuncia formal respecto de la injusticia cometida y que el asunto fuera objeto
de presentación y consideración ante
diversas instancias internacionales,
entre ellas la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH), entre otras.
Es aquí, en estas instancias internacionales, donde la voz de los pueblos
indígenas tuvo mayor eco. A la par
de las importantes recomendaciones
emitidas por las instancias correspondientes del Sistema Interamericano
y de las Naciones Unidas, debemos
destacar el Informe realizado por
el doctor Rodolfo Stavenhagen, en
aquel entonces Relator Especial de
la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sobre la situación de los
derechos humanos y las libertades
fundamentales de los indígenas, en
ocasión de su visita oficial a México
en el año 2003, en el que afirmó: “La
reforma constitucional de 2001 en
materia indígena no satisface las aspiraciones y demandas del movimiento
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
33
ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
indígena organizado, con lo que se reduce su alcance en cuanto a la protección
de los derechos humanos de los pueblos
indígenas, y también dificulta la reanudación del diálogo para lograr la paz en
el estado de Chiapas”.
En atención a esta delicada situación en
nuestro país, el Relator Especial recomendó
al “Congreso de la Unión reabrir el debate
sobre la reforma constitucional en materia
indígena con el objeto de establecer claramente todos los derechos fundamentales
de los pueblos indígenas de acuerdo con
la legislación internacional vigente y con
apego a los principios firmados en los
Acuerdos de San Andrés”.
Es justo en este punto donde radica
el nudo de la falta de voluntad gubernamental, de la indiferencia y el desdén de
los legisladores y de la apatía de quienes
apuestan al olvido y quizás a la sistemática desaparición de los pueblos indígenas. Pero no será, ni debe ser así.
El mayor mérito de los Acuerdos de San
Andrés es que son resultado de un proceso
de construcción colectiva, en el que, si bien
la delegación zapatista tenía la representación formal en los diálogos con el gobierno federal, lo cierto es que había una
amplia presencia y representación de los
pueblos indígenas de todo el país, mismos
que ostentaban el carácter de invitados o
asesores. Este hecho le dio una amplia legitimidad a los Diálogos de San Andrés, y
permitió que los contenidos tuvieran una
amplitud, integralidad y profundidad en
la temática relativa a los derechos de los
pueblos indígenas.
Al mismo tiempo, este proceso tuvo un
sólido respaldo social, en particular con la
organización de las Convenciones Nacionales Indígenas convocadas por el EZLN
y, posteriormente, en los Foros Nacionales
Indígenas celebrados en San Cristóbal de
Las Casas y en Oventic en enero y en julio
de 1996, respectivamente. De manera especial, los Acuerdos de San Andrés fueron
ratificados por el Congreso Nacional Indígena (CNI) en octubre de 1996.
Gracias al levantamiento zapatista, y en
particular los Diálogos de San Andrés y el
Acuerdo sobre Derechos y Cultura Indíge-
34
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na, se desató un proceso organizativo indígena nunca visto en la historia de México:
por primera vez, los pueblos indígenas de
este país se planteaban una seria articulación de sus demandas y aspiraciones. Un
actor, incómodo para muchos, emergía en
el escenario nacional y proponía una nueva
relación entre los pueblos indígenas, la sociedad en general y el gobierno, basada
fundamentalmente en el reconocimiento
de los derechos colectivos para la reconstitución de la vida indígena.
Por esta poderosa razón es que los
Acuerdos de San Andrés han tenido un
proceso de apropiación e implementación en diversas regiones indígenas
del país, incluso en algunos lugares del
mundo, más allá de los ámbitos normativos e institucionales del Estado,
incluso fuera de ella y a contracorriente. Al estar ahí su palabra, sus sueños
y aspiraciones de vida, nuestra gente,
naturalmente, como en un espejo, se ve
reflejada en dichos Acuerdos. Por eso
su aceptación y arraigo.
La puesta en práctica de los Acuerdos
de San Andrés ha sido parte de los consensos del movimiento indígena en el
país. Ejemplo destacado de ello son, entre
otros, los municipios autónomos y las Juntas de Buen Gobierno creados por los zapatistas en diversas regiones indígenas de
Chiapas; la lucha por la autodefensa y la
construcción de la autonomía en Chéran,
Michoacán, actualmente gobernada por
un Consejo Mayor de Gobierno Comunal,
integrado por representantes de sus barrios;
y la Policía Comunitaria en las regiones de
la Costa Chica y la Montaña de Guerrero,
para hacer frente a la delincuencia y la
represión estatal.
Mención especial merecen todas las luchas que libran los pueblos indígenas en la
defensa de sus tierras, territorios y bienes naturales en diversas partes del país, como es
el caso, entre otras, de la defensa del agua
del río Yaqui por parte de la tribu Yaqui,
del cual ha sido despojada por el proyecto
Acueducto Independencia; la resistencia
de las comunidades indígenas de la Sierra
Norte de Puebla en contra del establecimiento de minas e hidroeléctricas; el trabajo
de las comunidades zapotecas de los Valles
Centrales de Oaxaca para el rescate del río
Atoyac y su exigencia de consulta para la revisión de un Decreto de Veda.
En Oaxaca, el trabajo por el reconocimiento y el ejercicio de las formas propias
de elección y nombramiento de las autoridades indígenas en el ámbito comunitario
y municipal, se vio fortalecido en 417 municipios indígenas. En este sentido, bajo
un claro espíritu comunalista, se han ido
consolidando las asambleas comunitarias
como espacio de toma de decisiones; el
sistema de cargos para el servicio comunitario; la defensa y la protección del territorio comunal; y el tequio para la implementación de acciones comunitarias. Luchas
que por cierto han ido a contracorriente de
las pretensiones de los partidos políticos,
las empresas y otros actores externos que
pugnan por exterminar los procesos de
autonomía y las formas de organización y
autogobierno comunitario.
Sin duda ha sido un camino lleno de
grandes adversidades; sin embargo, gracias a la capacidad de resistencia y a la tenacidad en los principios comunitarios, estas
experiencias nos han reafirmado que la lucha
por los derechos de los pueblos indígenas
contenidos en los Acuerdos de San Andrés
son nuestra alternativa frente a la descomposición generalizada que vive el país.
Una lucha que pese a todas las inercias,
resistencias y agresiones sistemáticas de
quienes detentan los poderes políticos y
económicos, incluidos los poderes fácticos
y la delincuencia organizada, tiene hoy un
importante fundamento y respaldo en el
contexto internacional, particularmente
de las redes de cooperación y solidaridad
de la sociedad civil, así como de los nuevos
marcos normativos que se han ido construyendo en el Sistema de las Naciones Unidas y el Sistema Interamericano.
En este contexto es importante mencionar la adopción de la Declaración de
las Naciones Unidas sobre los Derechos
de los Pueblos Indígenas por parte de la
Asamblea General de la ONU el día 13 de
septiembre de 2007, que ha sido posible
gracias al trabajo y a la lucha de los diversos
pueblos indígenas del mundo entero, en la
que debemos destacar el aporte realizado a
partir de los postulados y principios contenidos en los Acuerdos de San Andrés.
Como una justa retribución por este
aporte, y tomando en consideración el reiterado incumplimiento de los Acuerdos de
San Andrés a 20 años de su firma, es necesario invocar el cumplimiento del artículo
37 de esta Declaración que establece que:
“Los pueblos indígenas tienen derecho a
que los tratados, acuerdos y otros arreglos
constructivos concertados con los Estados
o sus sucesores sean reconocidos, observados y aplicados, y a que los Estados
acaten y respeten esos tratados, acuerdos
y otros arreglos constructivos”.
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
La lucha por los derechos de los pueblos
indígenas contenidos en los Acuerdos de San
Andrés es nuestra alternativa frente a la
descomposición generalizada que vive el país
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
35
Los integrantes de los pueblos indígenas que sobrevivieron
al proceso colonizador: el ódami o tepehuánII, el rarámuri o
tarahumara; el o´oba o pima; y el warijó o warijío, son
quienes habitan la Sierra Tarahumara. Actualmente, este
territorio es compartido con población mestiza, y en él se
establecen relaciones interétnicas asimétricas y complejas,
en las que el poder económico, social y político lo detentan
unas cuantas familias mestizas de los municipios serranos
por JAIME MARTÍNEZ VELOZ
36
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CHIHUAHUA
y sus
I
pueblos indígenas
por ISELA GONZÁLEZ
L
a fortaleza de la cultura de estos
pueblos permanece en mayor o
menor grado, dependiendo del
nivel de interacción que tienen
con agentes externos como las
instituciones gubernamentales, las iglesias, las escuelas y Organizaciones no Gubernamentales (ONG), y existen lugares en
los que, a pesar de la violencia, los ciclos
rituales y festivos continúan realizándose
año con año. Los Sistemas Normativos
Internos también se encuentran vigentes,
en algunos lugares más articulados que en
otros. Igual sucede con la vitalidad de sus
idiomas y sus Sistemas Médicos Tradicionales: médicos, prácticas curativas y recursos naturales y simbólicos.
Vergonzosas desigualdades
Las condiciones socioeconómicas de la
población indígena chihuahuense son de
vergonzosas desigualdades. Cuando com-
paramos el Índice de Desarrollo Humano
entre poblaciones indígenas y no indígenas, el estado de Chihuahua obtiene el
deshonroso primer lugar en desigualdad
interétnica en nuestro país. Según el
Informe Sobre Desarrollo Humano de
los Pueblos Indígenas de México 2006,
publicado por la Comisión para el Desarrollo de Ios Pueblos Indígenas (CDI)
y el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD), en el estado
de Chihuahua el índice de desarrollo
humano en poblaciones indígenas es
49.1% menor al nivel nacional y la diferencia a nivel estatal entre población indígena y no indígena alcanza el 26.1%.
En la Sierra Tarahumara la sobrevivencia infantil indígena es 30.5% menor
que la mestiza; su índice de educación
difiere en un 34.1%; y la diferencia entre el índice de analfabetismo es de
36.4%. En cuanto a la asistencia escolar,
se reporta que “poco más de la mitad
SOBRE la autora:
Directora de Alianza
Sierra Madre, AC
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
37
Acuerdos de San Andrés: 20 años después
NOTAS:
I. El contenido del artículo presenta
una panorámica de los pueblos originarios que han permanecido durante más
de tres siglos de colonización y dominación en el estado de Chihuahua. Es
preciso puntualizar que la situación de
las condiciones de vida que se muestran está enfocada principalmente en
los pueblos que permanecen asentados
en la Sierra Tarahumara. De manera
tangencial a los que han tenido que
emigrar a las principales ciudades del
estado: Cuauhtémoc, Ciudad Juárez,
Chihuahua capital y Parral y no hay
ninguna referencia de los indígenas
migrantes provenientes del centro y
sur del país, los cuales llegan a nuestro
estado para emplearse temporalmente
como jornaleros agrícolas o para incorporarse a la economía informal como
vendedores ambulantes.
II. Nombre con el que se conoce a los
ódami que habitan en el estado de
Chihuahua. Los originarios del estado
de Durango se autonombran o´odam y
se conocen como tepehuanos
III. Entendido no solo como una superficie geográfica, sino como espacios
étnico culturales imprescindibles para
la reproducción material y simbólica de
las culturas indígenas
de niños indígenas están en la escuela,
frente a cerca de cuatro de cada cinco
de los no indígenas”.
Por otra parte, el Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(CONEVAL) estableció que dentro de las 10
entidades con más rezago social en México,
tres son los municipios serranos Batopilas,
Guadalupe y Calvo, así como Chínipas.
Asimismo, de acuerdo con el Observatorio de Mortalidad Materna en México, Chihuahua ocupa el tercer lugar de los cinco
estados con mayor porcentaje de muerte
materna en mujeres hablantes de algún
idioma indígena: Oaxaca (55.9%), Guerrero (47.2%), Chihuahua (35.9), Yucatán (25%)
y Chiapas (24.6%). El porcentaje referido
para Chihuahua puede incrementarse si
tomamos en cuenta el resultado de un autodiagnóstico realizado por la extinta organización Mujeres Indígenas Tepehuanas
y Tarahumaras A.C. (MITYTAC) en el que
las participantes evidenciaron la muerte
de mujeres indígenas del municipio de
Guadalupe y Calvo, las cuales fallecieron
durante el embarazo parto o puerperio sin
tener acceso a ningún servicio de salud.
Por otra parte, la Alianza Sierra Madre,
AC documentó los casos de cinco mujeres
que fallecieron en la misma circunstancia
durante 2013 en la comunidad rarámuri de
Choréachi (Pino Gordo) del mismo municipio. En esta misma comunidad, en agosto de 2015 murió una joven de 18 años
después de haber sido trasladada tardíamente a la ciudad de Chihuahua.
Despojos y violencia
Las condiciones de marginación en la que
sobreviven los pueblos indígenas solo se
explica por el despojo histórico del que
han sido objeto. Durante la Colonia fue la
minería; desde finales del siglo XIX hasta
nuestros días se ha desarrollado el modelo
económico de extracción forestal, el cual
a mediados del siglo XX engrosó las fortunas de dos grupos madereros: González
Ugarte y Vallina. Hoy esta actividad beneficia a los que controlan los ejidos, caciques,
funcionarios gubernamentales y a algunos
técnicos forestales. En los municipios con
poco recurso forestal y con infraestructura
ferroviaria y carretera, el modelo turístico
es el que genera grandes ganancias, que
benefician a políticos convertidos en inversionistas.
Finalmente, no quiero omitir la inseguridad y violencia en la que se encuentra
sumida la Sierra Tarahumara desde 2006,
cuando Felipe Calderón declaró la “guerra” contra el narcotráfico y Enrique Peña
Nieto la adoptó en 2012. En todos estos
años la muerte, desolación y desplazamiento forzado no han cesado.
En medio de la oscuridad que nos ha
tocado vivir, se encienden luces que iluminan un camino esperanzador, a través de
nuevas estrategias que los pueblos indígenas están impulsando para mantener sus
prácticas culturales y la defensa legal que
algunas comunidades hacen de sus territoriosIII, con significativos triunfos.
El estado de Chihuahua obtiene el deshonroso
primer lugar en desigualdad interétnica en nuestro
país: el índice de desarrollo humano de sus poblaciones
indígenas es 49.1% menor al nivel nacional
(Informe Sobre Desarrollo Humano
de los Pueblos Indígenas de México, 2006)
38
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LA SIERRA TARAHUMARA
La Sierra Tarahumara es una porción de aproximadamente 60,000 kilómetros cuadrados
de la Sierra Madre Occidental (Sariego, 2002), y abarca 17 municipios de los 67 que
conforman el estado de Chihuahua: Balleza; Batopilas; Bocoyna; Carichí; Chínipas;
Guachochi; Guadalupe y Calvo; Guazaparez; Guerrero; Maguarichi; Morelos; Moris;
Nonoava; Ocampo; Temósachi; Urique; y Uruachi.
El paisaje se conforma por elevadas cadenas montañosas que contrastan con la
profundidad de las barrancas. Las primeras se conocen comúnmente como sierra
o cumbre y tienen altitudes superiores a los 2,000 msnm. Una excepción es el
cerro Mohinora, ubicado en el municipio de Guadalupe y Calvo con altitud de 3,350
msnm en la parte más alta. Los nichos ecológicos son característicos de bosques de
coníferas, pino-encino y selva baja caducifolia.
De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI),
el total de población de 5 años y más hablante de lengua indígena en el estado de
Chihuahua suma 104,014 personas, de las cuales 77.8% son tarahumaras, 7.6% tepehuanes, 0.4% pimas y el resto del porcentaje a indígenas migrantes de otros estados,
sin reportar a los warijíos. Esto, a pesar de que el INEGI, en el Conteo de Población y
Vivienda 2005, reportó a 816 personas de este pueblo indígena.
(Datos del Censo de Población y Vivienda, 2010)
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
39
ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
Ciudad de México:
entidad
PLURICULTURAL
por JULIO MOGUEL
El presente artículo se realizó con una serie de considerandos
enumerados de forma tal que permitan ser apuntes
concretos en el planteamiento de la nueva Constitución
Política de la Ciudad de México
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
40
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1.
La Constitución Política de la Ciudad de México debe marcar desde sus
primeras líneas la idea de la pluriculturalidad que desde 1992 está inscrita en la
Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.
2.
El concepto de pluriculturalidad
debe tener una connotación más precisa,
de tal forma que debe citarse o incluirse la
idea de que la Ciudad de México tiene una
composición pluricultural, plurilingüística y
multiétnica.
Una formulación posible sobre el punto
pudiera ser:
“La Ciudad de México tiene una composición
pluricultural, plurilingüística y multiétnica
sustentada originalmente en sus Pueblos y
Barrios Originarios, que son aquellos que
descienden de poblaciones que habitaban
en el territorio actual de la urbe al iniciarse
la colonización, y que conservan sus propias
instituciones sociales, económicas, culturales
y políticas, o parte de ellas”
3.
Debe reconocerse, como parte de
esa misma condición pluricultural, plurilingüística y pluriétnica la existencia de
otro tipo de núcleos sociales de origen
indígena, como los de aquellos que, por
vía de la migración, se han asentado en
el territorio de la ciudad, conformando lo
que se ha dado en llamar Comunidades
Indígenas Residentes.
4.
Deberá integrarse el reconocimiento
de derechos sociales, económicos, políticos y culturales que a dichos términos o
conceptos corresponden.
5.
En la formulación del esquema de
derechos debe primar el reconocimiento
de los Pueblos y Barrios Originarios y las
Comunidades Indígenas de Residencia
como sujetos de derecho público con personalidad jurídica y patrimonio propio (y no
de “interés público”, como se encuentra
establecido en la Constitución Federal).
6.
Consustancial a dicho esquema de
reconocimientos es el de su derecho a la
libre determinación y autonomía. Lo que
conlleva a:
7.
El derecho a su
8.
y autonomía
El reconocimiento de sus formas propias de organización social, política y cultural.
Las consecuencias de este reconocimiento resultan significativas de cara
a la organización municipalista que está
prefigurada en la reforma política que se
anuncia. Una de ellas es que los órganos
municipales de representación, como el
cabildo, tienen que conformarse en forma
mixta o híbrida, con fórmulas flexibles y
variables dependientes de la presencia en
el territorio –y relevancia de la presencia
en dichos territorios– de Pueblos y Barrios
Originarios y Comunidades de Residencia.
libre determinación
conlleva al
reconocimiento de
sus formas de
organización social,
política y cultural
9.
El nuevo sistema democrático municipalista no sólo reside en el equilibrio
de poderes que pudiera alcanzarse con
la existencia del sistema de cabildo y la
flexibilización de las fórmulas de representación –que den pie justo a representaciones ad hoc de Pueblos y Barrios
Originarios y Comunidades Indígenas
Residentes–, sino con la transformación
de los tradicionales “órganos auxiliares
de gobierno” municipales (comisarías,
jefes de tenencias, encargados del orden, etcétera) en niveles específicos de
gobiernos de nivel sub o microrregional
(dentro del ámbito territorial del municipio). Estos subsistemas de gobierno
estarían representados con propiedad
en el cabildo, y funcionarían bajo la
modalidad de “regidores de pueblo” o
“presidentes de comunidad”.
SOBRE EL AUTOR:
Economista y escritor.
Asesor del EZLN en los
Diálogos de San Andrés,
Febrero de 1996.
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
41
ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
10.
Esta fórmula, de prosapia indígena por la aplicación del
denominado “sistema de usos y
costumbres”, puede extenderse a
los ámbitos municipales donde no
existan Pueblos y Barrios Originarios
y Comunidades Indígenas Residentes, beneficiando así la constitución
de nuevas estructuras democráticas
en las que se implique el conjunto de
la población.
11.
Otra implicación significativa en el orden de este reconocimiento es el de la aceptación de
las fórmulas propias de participación
y de representación de Pueblos y
Barrios Originarios y Comunidades
Residentes, con las variantes que se
impliquen en el ejercicio de su autonomía y libre determinación. Ello
valdrá de manera relevante para que
se legisle para lograr una inscripción
justa y natural de estos organismos en
los denominados procesos sociales y
políticos de participación ciudadana.
12.
Tales reformas orientarían, en
consecuencia, a la formulación y aprobación de una nueva Ley de Participación
Ciudadana y de Presupuesto Participa-
tivo, entre otras líneas de reforma a programar.
13.
Los Pueblos y Barrios Originarios y las Comunidades Indígenas
Residentes deben contar con fórmulas
jurídicas propias, justas y equilibradas,
para que puedan presentar, con independencia a los partidos políticos, candidaturas a puestos de representación
política municipal, estatal y federal. Se
trataría, con ello, de hacer extensivo a
dichos pueblos, barrios y comunidades
un derecho que ya se contempla en la
legislación para las denominadas candidaturas independientes.
Los Pueblos y Barrios Originarios y las Comunidades Indígenas Residentes
deben contar con fórmulas jurídicas propias, justas y equilibradas
Foto: cortesía de la CDPIM
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SIERRA NORTE
DE PUEBLA:
Entre el despojo
y la resistencia
por RAYMUNDO GARCÍA
Ante la amenaza global que se cierne para la Sierra Norte
de Puebla, los pueblos y comunidades indígenas se han
unificado y están decididos a defender el territorio
SOBRE EL AUTOR:
Politólogo, egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, miembro fundador de la Corriente Democrática y de la Corriente Crítica del
PRI. Su trabajo como politólogo le ha permito tener puestos como Consejero Nacional del PRD; Secretario Técnico de la Comisión de Asuntos Indígenas
en la LIX Legislatura de la Cámara de Diputados, Asesor de la Comisión de Educación y Servicios Educativos de la LXII Legislatura de la H. Cámara de
Diputados, Secretario Ejecutivo de Causa Indígena A.C. y fundador de Serranos Unidos en Resistencia Indígena (SURI).
44
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L
a otrora estable región indígena
de esta parte de la República se
encuentra en franca movilización,
lo que no sucedía desde que el
totonaco Serafín Olarte encabezó
una lucha en la región del totonacapan
veracruzano, o cuando “Los Tres Juanes”
de la Sierra de tradición liberal y con contingentes formados en las comunidades
indígenas se enfrentaron a las tropas francesas, tanto en la ciudad de Puebla como
en algunos sitios de la región.
La tranquilidad política de la región,
sumida en la pobreza, es interrumpida por
la disposición del Gobierno Federal al autorizar casi 100 concesiones mineras y 12
autorizaciones para la construcción de hidroeléctricas en ciudades rurales estratégicamente ubicadas en municipios indígenas, en donde se planea explotar las minas
y utilizar grandes cantidades de agua, al
usar el método de explotación de fractura
hidráulica, gasoductos y proyectos de alto
turismo, así como un ambicioso proyecto
gubernamental de introducir capitales
extranjeros en la región de Libres, pretendiendo hacer uso del agua de las comunidades asentadas en dicha subregión,
como lo ejemplifica el caso de Ocotepec.
Sobre la naturaleza del conflicto y las
opciones a seguir se presentaron una serie
de encuentros y desencuentros, los cuales
se perfilan en escenarios de diálogo con
negociación o confrontación sin diálogo.
Algunos concluimos que el conflicto es
político y que en su solución se tienen que
utilizar las herramientas del diálogo y la
negociación, en el marco de un contexto
político y legal adverso, pero apoyándonos en los resquicios legales obtenidos
por la lucha de otros pueblos indígenas del
país, pugnando por el respeto a nuestros
derechos, creando las diversas instancias
de representación indígena y vinculándonos con otros esfuerzos de lucha regional
y nacional.
Para tal efecto, tras un trabajo de reacercamiento con unos y de convencimiento
con otros en octubre de 2012, se determinó formar el agrupamiento Serranos
Unidos en Resistencia Indígena (SURI) y
se aprobó su documento fundacional de-
nominado “Luchar por la Vida, Oponerse
a la Muerte”.
Dicho documento contiene un pequeño
diagnóstico, su concepción de la situación
regional creada con las concesiones mineras y las autorizaciones para construir
hidroeléctricas y ciudades rurales; define,
asimismo, su posición central en consi-derar que dichas acciones de gobierno son
nulas de pleno derecho, al no llevarse a
cabo la Consulta Indígena Libre, Previa e
Informada, posicionamiento que es inamovible, así como el reconocimiento y respeto al Territorio Indígena, como es la Sierra
Norte de Puebla, bajo la directriz de la Libre Determinación.
Con el Estado mexicano no existía diálogo sobre la situación que prevalecía en el
conflicto regional; en ese momento político las opciones implicaban un enorme
desgaste y sufrimiento de los pueblos y
comunidades indígenas. A nivel local, el
gobierno adoptó una total ignorancia de
nuestros derechos como pueblos indígenas, siendo evidente tal actitud en Tetela
de Ocampo con las respuestas del Titular
de la Secretaría de Economía. Al interior
de las comunidades existían los rumores
del Destino Manifiesto: “Las minas y las hidroeléctricas van por que van”. Diría don
Jesús Reyes Heroles: “Que impere la fuerza de la política, no la política de la fuerza”.
Necesariamente apelamos al quehacer
político para adoptar el diálogo como
nuestra vía y herramienta para acercar a
los representantes del poder a escuchar
la posición de los pueblos indígenas de
la Sierra Norte de Puebla. En el lapso
de marzo a octubre de 2013 logramos el
reconocimiento de la lucha de los pueblos
indígenas serranos al aceptar que nuestra
lucha es legítima.
Una de nuestras demandas de hacer
respetar nuestro Derecho a la Consulta
Indígena, Libre, Previa e Informada se ha
hecho visible en la aprobación del Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) de la
Minera Espejeras del Grupo Frisco en Tetela de Ocampo, por lo que solicitamos
la intervención del representante de la
Comisión para el Diálogo con los Pueblos
Indígenas de México (CDPIM) mediante
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
45
Acuerdos de San Andrés: 20 años después
El conflicto es político y en su solución se tienen que
utilizar las herramientas del diálogo y la negociación;
en el marco de un contexto político y legal adverso, es
preciso apoyarse en los resquicios legales obtenidos
por la lucha de otros pueblos indígenas del país
una misiva enviada el Titular de la Secretaría
del Medio Ambiente y Recursos Naturales
(Semarnat), quien el 4 de octubre solicitó suspender la resolución en favor del Proyecto de
Exploración Espejeras “hasta en tanto no se
cumplan todas y cada una de las disposiciones
en la materia, contempladas en el marco normativo mexicano e internacional”, por lo que
la Semarnat anuncia que queda suspendida la
resolución hasta que la empresa no presente
el acuerdo definitivo con las comunidades, y
faculta ilegalmente a la empresa de Carlos Slim
para organizar la Consulta Indígena y presentar
el documento final del Acuerdo.
Aun cuando no participamos en el proceso
de gestión para presentar un Punto de Acuerdo
sobre el caso de Olintla, le dimos seguimiento
a través de los Diputados promoventes, convenciendo a más de 20 Diputados de diversas
Fracciones Parlamentarias de la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados a presentar
un Punto de Acuerdo sobre el Resolutivo de
la Semarnat, en el caso del Proyecto de Exploración Espejeras, convencidos de que violaba
el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y
Tribales en Países Independientes, al facultar
a la empresa a organizar la Consulta Indígena.
En iguales términos se autoriza el resolutivo del
proyecto hidroeléctrico “San Antonio”, que
amenaza a seis municipios indígenas.
Respecto a este Punto de Acuerdo, así como el
de Olintla, se tiene documentado con las respuestas el tratamiento de algunas dependencias a
nuestros derechos como pueblos indígenas.
De igual forma, las respuestas de algunos funcionarios de la Semarnat, la Profepa y la Secretaría de Economía.
Es necesario destacar el procedimiento de la
Semarnat, ya que después de la aparición de la
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resistencia indígena en la Sierra Norte, algunos
proyectos los autoriza sin mencionar el tema
de la Consulta Indígena, como es el caso del
proyecto de exploración minera “El Aretón” en
Tlatlauquitepec; y del Proyecto Hidroeléctrico
Puebla 1 de la empresa Deselec 1, S. de R.L. de
C.V. aprobado en diciembre de 2011, en el cual
no se establece la realización de la Consulta Indígena. La Secretaría de Energía intentó llevar
una Consulta Indígena mediante una solicitud
de información, por medio del Director de
Pueblos Indígenas de Semarnat sobre la MIA
del proyecto hidroeléctrico Pilotos Uno Sapi,
que amenaza a los municipios de Zapotitlán
de Méndez, Atlequizayan, Caxhuacan y Huehuetla, y dicen no saber qué área lo dictamina,
por lo que la Delegación Semarnat-Puebla da
a conocer que dicho proyecto es rechazado. Y
qué decir del estado de sitio prevaleciente en
Ixtacamaxtitlán, en donde la empresa minera
no permite acercarse a los activistas e investigadores, utilizando la amenaza, sin que el gobierno intervenga.
Al mismo tiempo de nuestro trabajo con las
comunidades, participamos en el Foro Nacional Indígena convocado por la Comisión para el
Diálogo con los Pueblos Indígenas de México
y el Centro de Estudios Sociales y de Opinión
Pública de la LXII legislatura de la Cámara de
Diputados celebrado el 26 de febrero de 2014
con el criterio de participar, proponer y debatir
los contenidos de la necesaria reforma indígena inconclusa, ahora con nuevos ingredientes
de la situación prevaleciente en las regiones indígenas, sobre todo en la defensa del territorio,
haciendo nuestra la recomendación redactada
en los términos de: “ (…) hacemos un llamado
(…) al conjunto de los pueblos indígenas del
país, a no cesar en la defensa de sus territorios,
lenguas, culturas y derechos, en el entendido de que todo proceso legislativo y de armonización legislativa, o
de aplicación y desarrollo de políticas públicas depende fundamentalmente de lo que hagan o dejen de
hacer los propios pueblos y comunidades indígenas (…).”
Dicha recomendación coincide con
las posiciones de Serranos Unidos en
Resistencia Indígena, independientemente de divergencias respetables
con acciones de otros agrupamientos, pero la idea fundamental es otorgar a las comunidades indígenas su
propia decisión de hacer las cosas en
los tiempos y ritmos que se acuerden
formando las representaciones legal
y legítimamente reconocidas en las
normas internacionales y nacionales,
tal como se ha venido planteando en
la vertiente de Agenda Nacional Indígena en la que participan liderazgos
de distintas partes del país.
Para terminar, es necesario recordar las palabras de Diputado Constituyente, Pastor Rouaix, poblano de
la región de Tehuacán, cuando en su
libro Génesis de los Artículos 27 y 123
de la Constitución Política de 1917,
editado por el PRI en el año 1984,
molesto por el despojo de la nación,
observaba: “En la vida independiente
de México, y especialmente desde la
iniciación de la política plutocrática,
no volvió a ver la nación un solo edificio construido ni una sola donación
pecuniaria para el establecimiento
de escuelas, hospitales o templos, que
hubieran mostrado, la gratitud siquiera,
de los explotadores de los filones
metalíferos para el pródigo país que
se los entregaba. A las grandes ciudades americanas y europeas iba el
fruto de las bonanzas para ser repartido entre directores y accionistas,
dando esplendor a extrañas familias”.
Este sentir del Diputado Constituyente que convivió con los indígenas de Tehuacán, Puebla, a quienes
reconoció y valoró, participa y sufre
en carne propia los torbellinos de
una revolución; por eso, al explicar
las repercusiones y la amenaza de las
concesiones mineras y las hidroeléctricas, un totonaco de casi 70 años
de la comunidad de Tapayula, San
Pedro Camocuatla me interrumpe
diciendo: “Entonces tenemos que
hacer otra revolución”.
Foto: Cortesía de la CDPIM
Foto: cortesía de EXCÉLSIOR
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
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ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
GUERRERO
y la
CONSTITUCIÓN
La Ley 701 del estado de Guerrero reglamenta un
artículo constitucional que ha sido derogado y, por
lo tanto, urge un nuevo ordenamiento jurídico para
armonizar los nuevos
por MARCOS MATÍAS
A la memoria de Carlos Reyes Romero (qepd), ideólogo y escribano
de los principales fragmentos de la Ley 701
SOBRE EL AUTOR:
Investigador Titular del CIESAS
48
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* Este artículo de opinión fue publicado en El Sur. Periódico de
Guerrero. Acapulco, Guerrero. 8 de enero de 2016.
Se reproduce con autorización del autor
L
a Ley 701 de Reconocimiento, Derechos y Cultura de los
Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Guerrero,
en vigor desde el 8 de abril de
2011, en breve tiempo perderá su vigencia. Esta ley es reglamentaria del artículo 10 Constitucional que fue abrogado
por la reforma a la Constitución Política
de Guerrero el 30 de junio de 2014, y
en uno de los transitorios del Decreto
Constitucional señala claramente: “El
Congreso del Estado de Guerrero deberá aprobar y reformar, en un plazo no
mayor de 24 meses, contados a partir
de la entrada en vigor del presente Decreto, las leyes que sean pertinentes para
hacer concordar la legislación con las
nuevas disposiciones constitucionales”.
En sustitución del artículo 10, que
ha sido modificado, la nueva Constitución política de Guerrero, vigente
desde el 30 de junio de 2014, reconoce un apartado específico sobre los
“Derechos de los Pueblos Indígenas
y Afromexicanos”. Del Artículo 8 al 14
de este apartado están expresados los
derechos fundamentales de los pueblos indígenas y afrodescendientes
de Guerrero. Este pequeño bloque de
artículos constitucionales demanda la
reglamentación de una nueva Ley Indígena. Puede ser la 701 revisada, mejorada o transformada o, sencillamente,
una nueva normatividad jurídica fundamentada a partir del artículo 8, 9, 10, 11,
12, 13 y 14 de la Constitución vigente.
La Ley 701 contiene derechos indígenas que deben ser la plataforma
primordial para la elaboración de una
nueva reglamentación jurídica. Sus
seis capítulos y sus 74 artículos contienen derechos irrenunciables y son
el techo básico para armonizarlos con
los siete artículos de la nueva Constitución de Guerrero. De ambos instrumentos jurídicos debe dimanar una
nueva armonización reglamentaria
que consagre los derechos fundamentales de los pueblos indígenas y los
afrodescendientes.
Asimismo, la Ley 701 contiene capí-
tulos temáticos, como el derecho a
la salud; el desarrollo económico; el
derecho a la autonomía; la atención a
los niños, mujeres y adultos mayores;
el trabajo artesanal; la educación; el
aprovechamiento de los recursos naturales; y el derecho a la consulta. Es
trascendental el capítulo sobre tierras y
territorios: “Las autoridades y los particulares, deberán consensar con las
comunidades indígenas, los proyectos
e iniciativas de obras que impacten los
recursos naturales comprendidos en
sus territorios”. Consensar implica dialogar, consultar y respetar la decisión
de los pueblos indígenas; este debe
ser un derecho irrenunciable e indeclinable para proteger la sobrevivencia de
los pueblos indígenas de Guerrero. Sin
tierra ni territorio no hay futuro posible.
El Artículo 2 de la Constitución Política Federal es un referente obligado
del derecho de los pueblos indígenas
para instaurar sus propios sistemas de
justicia. En este tema, el Artículo 37 de
la Ley 701 es contundente: “El Estado
de Guerrero reconoce la existencia del
sistema de justicia indígena de la Costa-Montaña y al Consejo Regional de
Autoridades Comunitarias (CRAC) (…)
esta Ley confirma el reconocimiento de
la Policía Comunitaria, respetando su
carácter de cuerpo de seguridad pública”. Este artículo, han intentado abolirlo infinidad de veces. Su contenido ha
generado controversia, y, ciertamente,
es un tema delicado que demanda
ser analizado con mucha cautela. Sin
embargo, a pesar de ser un tema espinoso, en el Artículo 14 de la nueva
Constitución lo han contemplado en
su aspecto esencial y de allí derivará su
reglamentación específica.
La parte medular de la Ley 701 tomó,
como base fundamental, el contenido
del Artículo 2° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
de 2001, y diversas leyes vigentes de
diversos estados de la República. El
Convenio N° 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 1989 y
la Declaración de las Naciones Unidas
Actualmente
sería injustificable
elaborar cualquier
nuevo ordenamiento
jurídico sin el
derecho a la
consulta indígena
bajo consentimiento
libre, previo e
informado
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
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ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
Foto: Cortesía de Excélsior
La Ley precisa que la “policía comunitaria” debe
tener coordinación y no subordinación con el sistema
de seguridad estatal
50
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Si en la Ley 701 los derechos de los pueblos afrodescendientes
eran considerados tangencialmente, ahora, en el Artículo 8 de la
nueva Constitución, sus derechos están en pie de igualdad con
la de los pueblos indígenas. Guerrero es una de las pocas legislaciones
que reconoce el derecho de los pueblos de origen negro
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2007 también
fueron parte de la normatividad
internacional que fortaleció la Ley
Indígena en referencia. Toda armonización reglamentaria en materia indígena debe considerar los
anteriores instrumentos jurídicos,
que deben ser insoslayables.
Los Artículos 8 a 14 de la nueva
Constitución Política de Guerrero, correspondientes al apartado
de los “Derechos de los Pueblos
Indígenas y Afromexicanos”, requieren una reglamentación específica. Varios derechos están salvaguardados e indudablemente
hay avances considerables. Si en
la Ley 701 los derechos de los
pueblos afrodescendientes eran
considerados
tangencialmente,
ahora, en el Artículo 8 de la nueva
Constitución sus derechos están
en pie de igualdad con la de los
pueblos indígenas. Guerrero es
una de las pocas legislaciones que
reconoce el derecho de los pueblos
de origen negro.
El Artículo 9 consagra el legítimo derecho a la autonomía y libre
determinación de los pueblos indígenas y afromexicanos. Proclama
respetar los principios consagrados en la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos “y
en los instrumentos internacionales en la materia e incorporados
al orden jurídico internacional”.
El Artículo 10 reconoce el derecho
a la autoadscripción. Los artículos 11 y 12 examinan los sistemas
normativos indígenas; el derecho
a elegir a sus propias autoridades;
el derecho a proteger sus recursos
naturales, tierras y territorios; su
derecho a la consulta bajo consentimiento libre, previo e informado;
cultura, lengua e identidad; el
derecho a la educación indígena;
el sistema de becas indígenas; entre otros.
El Artículo 13 señala el tema
de la necesaria reglamentación
jurídica: “Las obligaciones que
correspondan a cada uno de los
poderes del Estado se determinarán en una Ley Reglamentaria
(…)”. En el Artículo 14 se señalan
diversos aspectos de seguridad
pública, prevención de delito y la
justicia indígena. Este artículo ya
no hace referencia sólo a la CRAC,
sino a los Pueblos y Comunidades
Indígenas y Afromexicanas “de
acuerdo con sus prácticas tradicionales, cuyo seguimiento de acción se dará a través de su policía
comunitaria o rural, integradas por
los miembros de cada comunidad
y designados en asamblea general
(…) Dichas policías tendrán una
estrecha vinculación, colaboración
y coordinación con el Sistema Estatal de Seguridad Pública”. La Ley
precisa que la “policía comunitaria” debe tener coordinación y no
subordinación con el sistema de
seguridad estatal.
Insisto en que el congreso local y el titular del ejecutivo local
deben organizar con urgencia un
proceso de consulta para elaborar
la reglamentación necesaria a los
siete artículos del apartado sobre
los “Derechos de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos”. Dejemos
atrás los tiempos de legislar sin la
genuina participación de los sectores afectados.
Si en años anteriores la reglamentación de la Ley 701 consideró la consulta y participación
de los pueblos indígenas, en el
tiempo actual sería injustificable
elaborar cualquier nuevo ordenamiento jurídico sin el derecho
a la consulta indígena bajo consentimiento libre, previo e informado. El tiempo apremia y hasta
el próximo mes de junio, el Congreso local debe tener una nueva normatividad de la Ley 701.
La reseña de este artículo
señala mucha tela de dónde
cortar para una reglamentación con la justa armonización
de los instrumentos internacionales, la legislación federal y
el avance de la legislación vigente de diversos estados de
la República. Seguro estoy que
los poderes locales actuarán
con la velocidad que los acontecimientos requieren.
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
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ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
La INCANSABLE
defensa del
territorio yaqui
Foto: Tomás Castelazo. Tomada de wikipedia.org/wiki/Yaqui_River#/media/File:Yaqui_River.jpg
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El río, la sierra, el mar y el valle constituyen el universo
en el cual el pueblo yaqui se identifica, se reproduce y se
integra como un elemento más del todo. Es por esta razón
que la defensa del territorio yaqui se da en todas las partes
con la misma intensidad, entendiendo que una cosa no
camina sin la otra
por MARIO LUNA
SOBRE EL AUTOR:
Vocero del Pueblo Yaqui
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
53
ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
E
l pasado histórico reciente
del pueblo yaqui se documenta como un encuentro
tardío entre los invasores
españoles y los nativos del noroeste
del país (1533), encuentros en los
que se dejó clara muestra del alto
grado de organización militar y sociopolítico, mismo que valió para
propinarle serias derrotas a los
intentos de conquista e invasión
de los colonizadores y sus aliados.
La riqueza en recursos naturales
(agua, bosque, tierra fértil) ha sido
desde aquel entonces motivo de
codicia de los invasores y de arraigo e identidad para el pueblo
yoeme, que desde siempre ha
habitado esta parte del mundo.
Después de cientos de años
y de intentos fallidos por incursionar militarmente al territorio
yaqui, se hicieron acuerdos para
el acceso a misioneros jesuitas, de
quienes el pueblo esperaba asimilar conocimientos tecnológicos y
científicos que hacían altamente
productivo el sistema de misiones
implementado con los pueblos
vecinos; es así que comienza una
etapa de relaciones ríspidas y de
intercambio de conocimientos,
en los cuales ambas partes ceden
para lograr avanzar en la construcción de un nuevo sistema de producción, y una nueva forma de relacionarse con sus dioses.
El yaqui, siempre autónomo en
su forma de gobierno, ha logrado
mantener una cultura viva que se
desarrolla día a día dentro de lo
que es su territorio, el cual a lo
largo de cientos de años poco a
poco se ha ido reduciendo, pero
que aún conservan a base de miles
de sacrificios. Lo anterior mediante
ataques sistemáticos que han
mantenido en estado de guerra
al pueblo yaqui, que resiste y se
niega a avasallar su autonomía
ante el Estado mexicano en sus
diferentes etapas históricas, de tal
manera que en la actualidad los
yaquis cuentan con un decreto de
restitución de tierras de alrededor
de 485,000 hectáreas y el derecho
al agua del río Yaqui, que equivale
al 50% del agua almacenada de la
presa la Angostura, hoy conocida como Lázaro Cárdenas, más
los escurrimientos y aguas broncas no controladas, aguas abajo
de la citada presa y que hoy se
almacenan en el resto de las
presas del sistema de cuencas
del río Yaqui.
Este pueblo, a pesar de haber
resistido campañas de exterminio,
que incluyen deportaciones masivas de niños y mujeres hacia el
otro extremo del país e incluso al
extranjero, bombardeos aéreos,
etcétera, sigue defendiendo con
la misma intensidad el territorio
y los recursos naturales que recibieron como herencia de sus
mayores.
En la actualidad se libran varias
batallas para conservarse como
un pueblo autónomo que aspira
a vivir y desarrollarse con estrategias de lucha y de defensa, que incluyen por primera vez la defensa
jurídica de sus derechos humanos
y constitucionales aplicados, por
ejemplo, en la lucha por el agua,
que sostienen firmemente desde
el año 2010, y con la cual han logrado amparos otorgados en la
misma Suprema Corte de Justicia
de la Nación.
Con este ejercicio de sus
derechos han puesto a prueba la
capacidad del Estado mexicano
para respetar y llevar a cabo los
convenios y tratados internacionales que México como país ha
firmado en materia de derechos
indígenas y humanos.
La consulta al pueblo yaqui es la primera que se ordena llevar
a cabo para un pueblo indígena; sin embargo, no se le ha dado
la debida atención, por lo que deja un antecedente muy negativo
para este pueblo y para quienes aún creen en la vía institucional
para la efectiva aplicación y ejercicio del derecho constitucional
y humano vigente en el derecho internacional y sus organismos
multinacionales
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El pueblo yaqui, acostumbrado a luchar con dignidad y fortaleza
por el bien de sus generaciones presentes y futuras, se declara en
alerta permanente, y acude a la sociedad civil organizada y a las
diferentes luchas y resistencias autónomas para continuar en la
defensa de su territorio, tierra y agua
Tal es el caso del amparo que la
SCJN le otorga al pueblo yaqui para
que le sean respetados sus derechos
de audiencia y de libre determinación,
ordenando la realización de una consulta (Exp. 631/12), basada en estándares nacionales e internacionales,
para poder emitir o negar en su caso
un manifiesto de impacto ambiental
para el Acueducto Independencia,
mismo que pretende trasvasar de la
cuenca del río Yaqui a la cuenca del río
Sonora 75,000,000 m 3 al año que los
yaquis reclaman como propios.
Desde 2012 a la fecha no se les ha
dado cumplimiento cabal a estos ordenamientos judiciales, puesto que la
intención hasta hoy manifiesta utilizar
esta consulta como simple requisito
para validar el despojo de los recursos
naturales del pueblo yaqui y no para
garantizar el respeto al derecho humano al agua, a la vida, al trabajo y a
la alimentación.
Lo anterior ha sido documentado por
cientos de organizaciones de defensores de los derechos humanos e indígenas, agrupados en la Misión Civil de
Observación a la Consulta del Pueblo
Yaqui (MCO). La consulta debería de
ser previa, de buena fe, libre e informada, buscando el consentimiento
del pueblo consultado; sin embargo,
la MCO documenta la entrega de información manipulada e incompleta,
además de amenazas y hostigamientos
a los defensores del pueblo yaqui, incluyendo la criminalización de las pro-
testas y movilizaciones que incluyen el
encarcelamiento y la persecución judicial de cuatro de los portavoces más
visibles de la defensa yaqui.
El encarcelamiento de Mario Luna
y Fernando Jiménez por más de un
año mediante un proceso plagado
de irregularidades y falto de pruebas
demuestra la incapacidad para implementar las medidas a favor de los
pueblos indígenas, y pone de manifiesto la aplicación selectiva de la ley,
con lo cual se envía un peligroso mensaje a los pueblos que luchan por la vía
institucional, de indefensión jurídica
y nulo respeto a los derechos humanos, y que se pone de manifiesto con
la pretensión de construir en territorio
yaqui un gasoducto de 90 km de longitud aprovechando el desconcierto
provocado por la persecución y encarcelamiento de sus líderes.
El pueblo yaqui, acostumbrado a
luchar con dignidad y fortaleza por el
bien de sus generaciones presentes
y futuras, se declara en alerta permanente, y acude a la sociedad civil
organizada y a las diferentes luchas y
resistencias autónomas para continuar
en la defensa de su territorio, tierra y
agua, porque queda claro que para los
gobiernos el ejercicio del derecho es
considerado como un privilegio que
no están dispuestos a otorgarnos de
momento, por lo tanto la lucha sigue
y ya ha escalado a nivel internacional
mediante una demanda en la Corte Interamericana (Petición 2097/13).
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
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ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
La deforestación permanece como un fenómeno
imparable en nuestro país. Más de 10 millones de
mexicanos viven en los bosques afectados, por lo
que es necesario un aprovechamiento responsable
y una protección prudente de los recursos, a fin de
mejorar sus condiciones de vida, pues a pesar de las
riquezas naturales que les rodean, estas personas
suelen vivir en condiciones de marginación
SOBRE LA AUTORA:
Licenciada en Historia. Egresada de la UNAM, pasante de la Maestría en Historia de México S. XX. Ha ejercido el periodismo cultural, lo que le valió
el Premio Estatal de Periodismo en Morelia, Mich. Ha tenido varios cargos en la Semarnat, Conanp y Cecadesu.Su actividad profesional le ha permitido
conocer y trabajar con pueblos indígenas y conocer de los problemas ambientales del país, coordinar suplementos culturales, boletines históricos y organizar el
archivo del Gral. Joaquín Amaro en el archivo Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca. Colaborada cercana con la organización Carta de la Tierra.
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La
DEFORESTACIÓN
en México
por BERTHA ROSAS
L
a ubicación geográfica de
México, su variedad de climas,
topografía e historia geológica dan como resultado que
nuestro país cuente con una riqueza
biológica extraordinaria en el mundo.
Aunada a la enorme variedad de especies de plantas y animales, otra de
sus características es la gran diversidad
de comunidades vegetales que se encuentran en el territorio continental e
insular, las cuales van desde las afines
zonas alpinas, hasta las dunas costeras
y humedales, pasando por matorrales
xerófilos, bosques templados, selvas,
bosques mesófilos de montaña y pastizales naturales.
Uno de los factores que más ha influido en la transformación de los ecosistemas terrestres en el mundo fue el
crecimiento poblacional global del siglo XX, ya que, de acuerdo con datos
del Millenium Ecosystem Assessment
(2005), para el año 2000, 42% de los
bosques mundiales habían sido transformados, así como 18% de las zonas
áridas y 17% de los ecosistemas insulares, principalmente a zonas de cultivos y potreros, o bien, abiertos para
el establecimiento y desarrollo de poblados, ciudades y de infraestructura
de caminos, eléctricas y de almacenamiento de agua.
De acuerdo con lo publicado en el
Informe de la Situación del Medio Ambiente en MéxicoI, nuestro país no ha
sido la excepción en este proceso de
degradación y pérdida de ecosistemas
terrestres. Una importante proporción
de su territorio se ha transformado en
campos agrícolas, pastizales y zonas
urbanas, y de los ecosistemas que aún
persisten muchos de ellos muestran
en mayor o menor medida signos de
alteraciones.
México cuenta con 138 millones de
hectáreas (ha) con vegetación forestal, equivalentes al 70% del territorio
nacional. Los principales ecosistemas que componen esta superficie
son: los matorrales xerófilos (41.2%);
los bosques templados (24.24%); las
selvas (21.7%); los manglares y otros
tipos de asociaciones de vegetación
forestal (1.06%); y otras áreas forestales (11.8%).
Los bosques mesófilos de montaña abarcan más de 1.7 millones
de hectáreas; los manglares ocupan
una superficie de 887,000 hectáreas;
y la vegetación comprendida en la
categoría de otras asociaciones (palmares, sabana, selva de galería, entre
otros) es de 575,000 hectáreas de la
superficie forestal del país. La extensión de estas formaciones vegetales
constituye ecosistemas sumamente
importantes desde el punto de vista
de su biodiversidad, las altas tasas de
captura de carbono y su capacidad
de amortiguamiento ante eventos
hidrometeorológicos, entre otros as-
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
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ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
NOTA:
I. Compendio de estadísticas
ambientales indicadores
clave y de desempeño
ambiental, edición 2012,
Semarnat, México.
pectos relevantes.
La deforestación es el cambio de una
cubierta dominada por árboles hacia una
que carece de ellos. La alteración (también llamada degradación) implica una
modificación inducida por el hombre en la
vegetación natural, pero no un reemplazo
total de la misma, como en el caso de la deforestación.
Ante la riqueza natural que posee el país,
como se ha mencionado en los párrafos
anteriores, en México poder conocer con
precisión las mediciones de la deforestación
que se ha dado a lo largo de décadas se ha
caracterizado por la gran disparidad en las
estimaciones. En los últimos 20 años se han
generado cifras que van desde las 155,000
hasta 776,000 hectáreas al año.
La estimación más reciente de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) reportada
a la FAO, que abarca el periodo 2005-2010,
alcanza las 155,000 hectáreas deforestadas
por año, cifra que actualmente se encuentra
en proceso de revisión y actualización.
De acuerdo con los informes reportados
a la FAO, entre 1990 y 2010 se observa una
tendencia a la reducción de la superficie
deforestada anualmente en el país: mientras que entre 1990 y 2000 se calcula que se
perdían 354,000 hectáreas anuales, esta cifra
se redujo a 235,000 y 155,000 para los periodos 2000-2005 y 2005-2010, respectivamente.
Ahora bien, la deforestación depende
de varios factores, y es muy importante el
económico, al favorecer las actividades que
permiten la mayor ganancia a corto plazo,
y una de ellos es la explotación de madera
para satisfacer el mercado, la cual impulsa
la deforestación de los bosques, principalmente los dominados por una especie, lo
De 1993 a 2013 se otorgaron 45,779 autorizaciones de aprovechamiento forestal
maderable; Durango, Veracruz y Michoacán son las entidades que más permisos
han otorgado representando en conjunto un total de 17,611 autorizaciones, lo que
es un 38% del total de permisos autorizados. La administración que más permisos
otorgó en ese periodo fue la correspondiente al Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León
Anuario Estadístico de la Producción Forestal
47,115,520
41,409,634
36,140,832
5,882,859
Enrique Peña Nieto
58
Felipe Calderón Hinojosa
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Vicente Fox Quesada
Ernesto Zedillo Ponce De León
Aun cuando lo reportado por la Conafor fuese lo más cercano a la realidad de la
superficie deforestada en nuestro país, y se señale una disminución respecto de los años
anteriores a 2010, si la cifra de 155 mil hectáreas deforestadas por año continuase en ese
camino, en unos años más una buena parte de la República será un páramo
que hace rentable su explotación. De
la misma manera, el aumento de los
precios de los productos agropecuarios
provoca la deforestación, pues entonces los usos no forestales del suelo
son más redituables.
Una de las maneras que podemos
comprobar del proceso de deforestación que se da en el país, es
a partir de los reportes que emite la
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) respecto
de la producción forestal maderable.
Durante el período 2004-2013 la
producción forestal maderable ha
disminuido de forma constante, iniciando con 6.7 millones de metros
cúbicos rollo (m³r) en 2004, y finalizando este periodo con 5.9 millones de
m³r. Desde inicios de esta década la
disminución ha sido continua, con excepción de los años 2006, 2007 y 2012,
en los cuales la producción alcanzó
un aumento, reportando 6.5, 7.0, y
5.9 millones de m³r respectivamente,
lo que representa un incremento del
0.9%, 7.8% y del 7.4% en relación con
el año anterior.
Para 2013, la producción forestal
maderable se mantuvo prácticamente
estable en relación con el año anterior, con 5.88 millones de m³r, lo que
significó un decremento del 0.5%. Los
principales estados productores en
2013 fueron Durango (32.80%), Chihuahua (16.79%), Michoacán (7.76%),
Oaxaca (7.13%) y Veracruz (4.93%), los
cuales contribuyeron con el 69.41%
de la producción total, equivalente a
4.1 millones de m³r.
Cabe resaltar que tan sólo Durango y Chihuahua tienen participación
conjunta del 49.60% de la producción
forestal maderable total.
En 2011 México perdió 13,246 hec-
MÉXICO SOCIAL Febrero 2016
59
ACUERDOS DE SAN ANDRÉS: 2O AÑOS DESPUÉS
táreas bajo el concepto de cambio
de uso de suelo autorizado, lo que
equivale a un incremento de 58% en
relación con un año atrás.
Otro de los factores de deforestación son los incendios forestales, que en 2012 sumaron un total
de 7,170 y que afectaron 347,226
hectáreas en todo el país. Las entidades que sufrieron más pérdidas en
superficie fueron Sonora, Chihuahua,
Durango, Coahuila, Baja California
y Jalisco, y entre las que reportaron
el mayor número de incendios están
Chihuahua, Estado de México, Michoacán y Jalisco.
Sobre las autorizaciones emitidas
para cambio de uso de suelo en terrenos forestales, y que se fundamentan
en la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable y su Reglamento,
representan menos del 3% respecto
del total nacional anual de la deforestación.
En cuanto al periodo 2009-2013,
la superficie afectada más alta la encontramos en el año 2012, sobre todo
en el sector minero. Aunque para el
60
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año 2013 la superficie afectada se incrementó en un 34.1% con respecto
a 2009, representó un decremento de
21.6% en relación con 2012, destacando la afectación del rubro “otros”
que presenta un aumento del 68.6%
de afectación en relación con 2012.
Destaca la degradación del recurso forestal, especialmente en las
últimas décadas y la baja competitividad de la silvicultura nacional y la
industria del ramo y, por lo tanto, de
los productos derivados.
Los desmontes con fines agropecuarios o de urbanización son uno de
los factores que prevalecen, aunque
también influyen los incendios, la tala
ilegal, las plagas y enfermedades y el
sobrepastoreo. Los efectos han sido
muy negativos, pérdida de flora, fauna y microorganismos, la alteración
del hábitat, la erosión de suelos, los
azolves de ríos, mares y cuerpos
acuíferos y la disminución de la recarga de acuíferos.
A lo anterior se suma la falta de un
sistema de información forestal actualizado en México, lo que ocasiona
que no haya un estudio confiable de
la tasa anual de deforestación. Entre
los años 2000 y 2010 en México se
perdió un promedio de 155,000 hectáreas de bosque por año.
La tasa de deforestación y la pérdida de cobertura vegetal se consideran como las principales variables
para cuantificar el deterioro de los
ecosistemas forestales. Se estima que
los efectos causados por la compleja
interacción de los factores antes descritos continuarán en las décadas
siguientes, por lo cual los retos ambientales del sector forestal deben
atenderse a las diferentes escalas, integrando a los diversos grupos de actores que inciden en el estado de los
ecosistemas forestales en México.
Como bien lo menciona Víctor
M. Toledo en su libro Ecocidio en
México: “Hoy ya no se puede hablar
de fenómenos, catástrofes o eventos
naturales, sino de procesos socionaturales o naturosociales. La naturaleza, el ecosistema planetario y las
sociedades son parte ya de un mismo
todo, de un mismo holón”.
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