Católicas por el Derecho a Decidir México

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México, D F, 28 de febrero del 2003
Al embajador Dr. Alvaro J. Sevilla Fiero
Al presidente Ing. Enrique Bolaños Geyer
Al arzobispo Miguel Ovando Bravo
A la familia de la niña Rosita
A las Comunidades Eclesiales de Base
A la comunidad católica en general
Como Católicas por el Derecho a Decidir, al igual que
muchísimas mujeres,
nos sentimos profundamente
consternadas ante el caso de Rosa, la niña nicaragüense de 9
años que a consecuencia de una violación quedó embarazada
y cuya vida estaba en peligro, y llamamos a los jerarcas de
nuestra Iglesia a que humanicen sus palabras y no usen la
excomunión de esta manera tan injusta y anti-evangélica.
Las autoridades de salud de Nicaragua no solamente se
negaron a practicarle el aborto, sino que incluso cometieren el
acto inhumano y claramente violatorio de los más elementales
derechos humanos de no recibirla en uno de los hospitales
porque estaba enfrentando esta situación.
No es posible que nuestra jerarquía siga ciega ante la
dramática realidad de las niñas que se ven sujetas al abuso
sexual y a la violencia física y emocional por el sólo hecho de
ser niñas. Eliminar la discriminación contra las niñas fue uno
de los compromisos que los gobiernos del mundo adquirieron
en la Conferencia de El Cairo como una de las medidas
humanitarias más justas de las últimas décadas.
Pero las posiciones confesionales de muchos gobiernos
de nuestra región, entre ellos el de Nicaragua, les han
impedido romper con el estereotipo de que las mujeres, y en
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este caso las niñas, tienen que parir a como de lugar. Aunque
en ellos les vaya la vida, la dignidad y la conciencia.
No podemos entender por qué algunos sectores de
nuestra jerarquía continúan sordos al clamor de su feligresía
que le demanda humanización, compasión y misericordia ante
la tragedia que significa la violación y el embarazo a
consecuencia de ésta para millones de mujeres en el mundo.
No podemos entender que integrantes de nuestra comunidad
eclesial que promulgan estos valores sigan atados a la
incomprensión a la falta de sensibilidad e irrespeto de los
derechos humanos de las niñas y de las mujeres.
Sobre todo no podemos entenderlo cuando el Código de
Derecho Canónico, la ley que rige a la Iglesia Católica,
establece en sus cánones 1323 y 1324 que no se aplica la
pena de excomunión latae sententia a menores de 16 años o a
quienes actuaron movidos por el miedo. El Código de Derecho
Canónico establece atenuantes que exculpan de la pena de
excomunión a la gran mayoría de las mujeres que abortan
(cánones 1321,1323 y 1324): cuando no le es gravemente
imputable por dolo o culpa, si aún no había cumplido 16
años, si ignoraba sin culpa que estaba infringiendo una ley o
precepto, si obró por violencia, o si actuó por miedo grave,
aunque lo fuera sólo relativamente, o por necesidad, o para
evitar un grave perjuicio, si el delito es intrínsecamente malo
o redunda en daño de las almas.
Con el pueblo y con la Iglesia nicaragüense de base
tenemos una historia común, desde lo que significó para
muchos cristianos y cristianas vincular nuestra fe con la vida,
con la solidaridad y con la revolución nicaragüense; por ello
estamos seguras que contamos cada vez más con voces que
nos muestran otro rostro de nuestra Iglesia, aquella que es
capaz de hacerse niña y comprender el horror de una violación
y de una maternidad impuesta; que se hace una con el dolor
ajeno; que exige justicia y respeto a los derechos humanos de
parte de los violadores; que aplica la compasión y la
misericordia, y que es capaz de ofrecer palabras de aliento y
de esperanza, como las del sacerdote nicaragüense Antonio
Castro, quien afirmó que “Jesús no vino a expulsar ni a
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condenar ni a rechazar a nadie... la vida de esa niña era
prioritaria... ¿Qué han hecho con el violador? Está tranquilo.
¿Qué ha habido en contra de él?, ¿una excomunión?, ¿una
condena?, ¿un juicio? No se ha visto ni se ha hablado una
palabra ni en el campo civil ni tampoco en el campo religioso”
(El Nuevo Diario, 25 de febrero, 2003).
Por estas razones, proponemos:
1. Que los sectores de la jerarquía tengan una actitud más
evangélica con Rosa, con su familia y con todas
aquellas personas que colaboraron para evitar un mal
mayor. Esta Iglesia no está para excomulgar, sino para
ofrecer comunión a todas y a todos. Pero si hubiera que
excomulgar a alguien, tendría que ser a aquellos
obispos y sacerdotes pederastas que han violado a
niñas, niños, jóvenes o religiosas, a aquellos a quienes
además se les tiene que hacer juicio civil.
2. Que estos mismos sectores respeten el Código de
Derecho Canónico; y los compromisos que los
gobiernos del mundo adquirieron en la Conferencia de
El Cairo para eliminar la discriminación contra las niñas,
como una de las medidas humanitarias más justas de
las últimas décadas; así mismo, que respeten la
declaración de los derechos de la infancia.
3. Que las autoridades de salud y el gobierno
nicaragüense no estén sujetas a ninguna confesión
religiosa, sino a la atención de la salud de la población
siguiendo criterios estrictamente médicos y sin ninguna
discriminación.
4. A los congresistas, que legislen buscando el beneficio
de la población, por lo que, al igual que en nuestro país
en las legislaciones más avanzadas del mundo, les
solicitamos que despenalicen el aborto en casos de
violación.
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Finalmente, hacemos un llamado a nuestra comunidad
eclesial para que se pronuncie y se solidarice con Rosa, con
nuestra querida niña, su familia y los médicos que la
atendieron, para que en estos difíciles momentos les digamos:
¡No están solas ni solos, otras católicas y católicos están con
ustedes¡
Católicas por el Derecho a Decidir México
María Consuelo Mejía, Pilar Sánchez, Guadalupe Cruz,
Marysa Navarro, Luz María Estrada, Marialena Martínez,
Betzabel López, Aidé García, Leticia García, Alma Rosa
Botello, Cecilia Aurrecoechea, Marcela García, Graciela
Rodríguez, Minerva Santamaría, Arabella Jiménez, Alondra
Ariza, Salvador Cajiga, Dulce María Vargas, Guadalupe
Quezada, Guadalupe Martínez, Fabiola Fernández, Felisa
Cruz, Alicia Arines, Ma. Irma Hurtado, Citlali Gastélum, Deni
Gastélum, Mariana Delgadillo, Velia García, Francisca
Méndez, Salud Lucas, Juanita López.
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